No era posible. Todo menos eso. ¿La vida en serio lo odiaba tanto?
Sin quererlo, sin pensarlo. Un día cualquiera se lo volvía a encontrar después de tantos años. Su cabellera rubia brillaba radiante bajo los rayos del intenso sol de Abril, y sus grandes ojos azules se escondían tras la negra vestimenta de sus lentes. Sin duda seguía igual. Y era él. Lo sabía. Era Naruto.
La herida volvía a abrirse, los recuerdos estaban ansiosos por resurgir, y sus labios querían volver a sentir la calidez morena. Pero no. Lo mejor era huir de ahí antes de que Naruto pudiera verlo. Tal vez hubieran pasado años desde su despedida, pero las cosas entre ellos nunca habían mejorado. Porque después que Naruto se fuera nunca habían vuelto a verse. Hasta ese día.
Cuatro abriles han pasado, y aquel muro gris sigue igual,
Tal vez serán los recuerdos, que no dejan pasar su edad.
En los secretos de mi memoria, siempre soñé con verte un día.
Pagó la cuenta de su café a la señorita que atendía su mesa del fondo, y buscó con la mirada al dueño de su nerviosismo. Se acercaba con una sonrisa a una mesa cerca de la suya. Sus nudillos crujieron. ¿Cómo saldría de allí sin ser visto? Tal vez escabullirse debajo de las mesas, o tratar de revolverse entre la gente… No. Él no era un cobarde, no saldría huyendo como lo hizo el rubio. Además era poco probable que lo recordara. Y armándose del gran valor que poseía externamente, caminó con seguridad, sin importarle que sus piernas temblaran levemente al pasar junto a la mesa de Naruto. Cuando avanzó cinco pasos y no vio movimiento, se sintió aliviado. Pero también decepcionado. Un suave agarre en su brazo acompañado de un tirón y el movimiento de la silla, lo dejaron congelado.
—¿Sasuke? —conocía esa voz. ¡Cómo no recordar ese dolor de cabeza que le daba cada que lo escuchaba hablar! Y su nombre… dicho de esa forma tan especial por él. Cerró sus ojos tratando de serenarse, y volvió en media vuelta, sin retirar el firme agarre de su brazo. Vio claramente como los ojos azules se abrían sorprendidos, y el dueño de esa hermosa figura masculina se mordía un labio. Poco a poco lo soltó y con una muda invitación de sus ojos, tomó asiento. Y Sasuke con él.
Ninguno hablaba, y Naruto parecía más entretenido con el azúcar de la mesa que con su presencia. Pero el tampoco estaba dispuesto a hablar. Simplemente lo observaba. Cada gesto, cada acción. Todo seguía siendo igual. Y cuando la señorita llevó a la mesa del rubio el café sin azúcar para que lo preparara a su gusto, Sasuke sonrió. Tres cucharadas de azúcar era lo que ese atolondrado siempre usaba. Y no se equivocó. Aún recordaba muchas cosas. Bastantes para su gusto.
Las cosas pasan muy deprisa
y los recuerdos tan despacio,
son tan breves tus sonrisas,
y tanto tiempo el que he esperado.
—Te busqué. —fue lo único que pudo salir de Naruto. Tenía todos los sentidos bloqueados, y la garganta seca por el momento. Había salido de casa a dar un paseo, y vio entonces ese pequeño boulevard donde al fondo había una cafetería. No lo pensó más y entró a pesar de ser temprano. Todas las costumbres que tenia Sasuke se le habían pegado. Y una de ellas era la de ingerir café a cualquier hora.
—Me cambié de casa. —fue su fría respuesta. ¿Qué Naruto lo había buscado? ¡Ja! Le daban ganas de reírse en su cara y llamarle falso y embustero delante de todo el mundo. Si lo hubiera buscado, no hubiera parado hasta encontrarlo. Y él, como un idiota esperando que eso fuera verdad, solamente se había cambiado de casa, pero no de cuidad, esperando que quizás algún día Naruto tocara a su puerta.
—Lo sé. Al principio pensé que no querías abrirme. —sonrió un poco. Una sonrisa vacía, llena de recuerdos—. Pero tras un mes decidí ir con Itachi… no sé porque lo hice si tu hermano me ha odiado desde siempre. —una suave carcajada salió de sus labios, y acto seguido llevó el café a su paladar, degustándolo— ¡La cara que hizo al verme después de 15 años jamás se me va a olvidar, ‘ttebayo!
—¿Le contaste sobre nosotros? —preguntó molesto. Ni Itachi, ni sus padres, sabían que él había regresado después de terminar su carrera. Y mucho menos que se había encontrado con Naruto y habían comenzado a ser amantes. Para ellos, él seguía viviendo en Inglaterra.
—¡¿Crees que haría algo como eso?! ¡No estuviera aquí de haber sido así! —dramatizó como un niño pequeño. Y entonces Sasuke adivinó que los años habían pasado, pero la esencia de Naruto seguiría siendo la misma. Y también su deficiencia de madurez—. Le dije simplemente que quería saber dónde vivías… y me dijo que desde siempre habías estado en Inglaterra. —suspiró—. Nadie de tus conocidos volvió a saber de ti… ¡Ni si quiera el estúpido de Suiguetsu!
—¿Fuiste con Suiguetsu? —ahora si estaba más que consternado. ¿Ellos dos hablando? ¡Ni de broma! Un par de imbéciles conversando, sin saber cómo empezar y terminar una plática coherente. Y por si fuera poco, Naruto odiaba a morir a su mejor amigo. Recordó entonces aquella vez en que se emborrachó con su amigo de blancos cabellos y fueron a dar a su departamento, cayendo los dos dormidos después de semejante noche. Y Naruto los vio. Desde entonces un odio creció en su pecho por su amigo de violeta mirada. Era, quizás, la única escena de celos que le había armado, y a pesar de que se enojó bastante por la actitud tan boba de su amante, no pudo evitar sentirse querido.
Ahora, viéndote de nuevo,
Me doy cuenta que te eché de menos.
Ahora sé que no soy dueño
De mis sentimientos.
—Sí… —gruño de mala manera—. Y aunque le rogué, me aseguró que tampoco había sabido nada de ti. —y era cierto. Cuando Sasuke decidió dejar atrás a Naruto, también dejo atrás su vida. A su familia y a sus amigos. Porque simplemente todo le recordaba al rubio por más mínimo que fuera.
—¿Cómo están… Hinata y tu hijo? —la pregunta que jamás había querido formular. La que menos se imaginó. Pero necesitaba saberlo, saber que Naruto seguía con ella, que era feliz y solamente así olvidar todo, dejar sus esperanzas y marchitar sus propias ilusiones.
—Ellos… —un nudo se atoró en su garganta, y Sasuke supo que otra vez, que algo andaba mal. Un deja vú lo atacó como la vez que le confesó que su esposa estaba embarazada. Y se sintió mal. Porque vio un vacío existente en esa mirada, porque poco a poco perdió el color—. Ellos están muy bien… pero casi no veo a mi hijo… no vivo con ellos. —
—¿Se divorciaron? —fue lo primero que pudo formular. No había otra respuesta. Sinceramente no podía haberla. Naruto amaba incondicionalmente a su hijo, y no dejaría nunca que Hinata lo apartara de su lado.
—Nos separamos porque descubrí que no éramos felices juntos. —tragó saliva pesadamente ante los sorprendidos ojos negros. Sasuke se quedó sin habla—. Le platiqué sobre nosotros y ella me propuso que te buscara. Pero ya no estabas… y no sabes cuánto te he extrañado desde siempre… —sin poderlo evitar, lágrimas saladas cayeron de sus hermosos ojos como el color del cielo. Sasuke no se permitió abrazarlo ni demostrar afecto por más que le doliera verlo llorar—. Es una gran mujer, ¿sabes? Ella comprendió todo y me dejo libre. —con cuidado limpio sus lágrimas y afloró una gran sonrisa— ¡Mi pequeño es igual a mí ‘ttebayo! —y Sasuke sintió que Naruto era fuerte. Mucho, muy fuerte. Y se sorprendió que a pesar de todo, había salido adelante, cargando la muerte de sus padres y ahora la separación de su propia familia. Nunca pensó que la vida le cobraría sus pecados de esa forma tan cruel y despreciable. Pero aun después de todo, seguía conservando su sonrisa. Hermosa, radiante.
Y esos ojos que tanto le gustaban. Eran los mismos. Azules, grandes, vivaces y entusiastas. Justo como los recordaba. Con una mirada alegre, pícara y azul como el cielo. Ya no recordaba como era el que Naruto lo viera. Tantas emociones y sentimientos que lo acorralaban cada que lo veía. El choque eléctrico en su espalda y la sensación de nerviosismo cada vez que lo analizaba. Ya no recordaba cuanto le gustaba que lo mirara.
Y es que ya ni me acordaba, corazón
Que me gusta tu mirada tanto, amor,
Que sigue habiendo algo fuerte entre nosotros dos
Y, ahora que te tengo enfrente, nada es diferente.
—¿Qué has hecho de tu vida, teme? —indagó. Quería saber todo lo que Sasuke había hecho en estos cuatro años en los cuales no se habían visto. Quería volver a conocerlo, volver a sentir que le pertenecía, aunque fuera una ilusión solamente. Seguro y Sasuke ya tenía también una familia, una pareja estable y una vida como cualquier otra persona.
—Trabajo en un bufette de abogados actualmente. —su seriedad y la postura egocéntrica volvieron, como si el mal rato pasado nunca hubiera existido. Naruto no quería que Sasuke le tuviera lástima, y éste no estaba dispuesto a dársela—. Salgo con alguien. —respondió la pregunta muda que a Naruto le rondaba la cabeza, y éste sonrió con melancolía. ¿Qué esperaba? ¿Qué Sasuke corriera sus brazos? ¿Qué siguiera disponible, esperándolo? Por más que le doliera, por más que no quisiera verlo con alguien más, su teme tenía derecho a ser feliz. Y él lo soportaría. La felicidad de Sasuke sería su felicidad propia.
El celular de Sasuke sonó. Con una mirada de disculpa hacia Naruto leyó el mensaje que le había mandado su novio y sonrió de medio lado. Respondió tecleando rápido y entonces volvió a guardar el celular en su bolsillo. Naruto lo recordaba más delgado y huraño, pero esos cuatro años lo habían hecho cambiar bastante, ahora parecía más cálido y amable. Era feliz.
—¿Cómo es él? —Sasuke lo miro con un poco de sorpresa. Pensó que Naruto lo menos que hubiera querido saber era eso mismo. Pero la intensa mirada azul que pesaba sobre él, lo hizo hablar.
—Se llama Gaara y trabajo con él. Es un buen compañero. —fue la sencilla respuesta que le mandó, pero Naruto percibió el escondido brillo que había tras esos ojos, la esperanza de un mañana pintado en sus curvados labios.
—Perdóname… —fue lo único que pudo decir. Sasuke lo miro suspirando. Era tiempo de dejar ir todo el resentimiento que había cargado durante mucho tiempo, era hora de volver a empezar.
Cuando se marchó pensó que no encontraría nunca a alguien que lo llenara como lo hacía Naruto, pero cuando conoció a Gaara, su actual pareja, hacía dos años, había surgido en él la nueva oportunidad para ser feliz. Y ésta vez todo marchaba bien. Además, no odiaba a Naruto. Jamás lo había hecho. Porque comprendía su situación y lo difícil que había sido para ambos alejarse.
—Hace tiempo que ya lo hice. —suspiró y encendió un cigarrillo que saco de su bolso trasero del pantalón. Naruto lo miró con lágrimas en los ojos, como dándole las gracias. Sasuke lo tomó de las mejillas, dejando su cigarro a un lado, y le plató un beso. Uno ansioso, donde sus lenguas se encontraron. Gimieron al sentir ese inusual sabor que hacía mucho tiempo no probaban y del cual se habían vuelto adictos. Sasuke separó sus labios y acaricio los mechones rebeldes. Esos que tantas veces había acariciado cuando el rubio dormía.
Se me olvido
que me juré olvidarte para siempre.
Se me olvidó
que prometí por una vez ser fuerte
—Sé que tienes una vida, y que eres feliz. Pero… ¿podemos seguir siendo amigos? —le sonrió como un niño pequeño, haciendo la cara que a Sasuke le partía el corazón. Pero esta vez no sería así.
—Lo siento mucho, pero no. —negó con la cabeza y un gesto serio. Ya no quería hacerse más daño. Había empezado algo con Gaara, y tener a Naruto cerca solo iba a traerle nuevos problemas a su vida. ¿Y volver con Naruto? Claro que no—. Busca a tu familia y pídele perdón a Hinata. —le aconsejó. Naruto comprendió entonces que jamás volvería a besar a Sasuke y mucho menos a tenerlo entre sus sábanas. Se sintió afortunado de haber compartido con él el último beso—. Pero a mí no me busques más… ni como amigos, dobe. —y tras estas palabras y tomando de nueva cuenta su cigarrillo, salió del local seguido del rubio, quien estaba perdido en sus pensamientos.
Se dio la media vuelta y le sonrió un poco, antes de revolver sus mechones rubios de nueva cuenta, y comenzar a alejarse poco a poco. Sentía como las cadenas que lo habían atado estaban desvaneciéndose, y ahora podría comenzar de nuevo, siendo más fuerte, recibiendo de Gaara todo lo que éste le ofrecía. Por fin volvería a ser feliz sin el recuerdo atormentador de Naruto.
—¡Sasuke! —le llamó cuando estaba más alejado. Giró lentamente para encontrar esa sonrisa radiante y hermosa que seguía cautivándolo— ¡Te amo ‘ttebayo! —y por primera vez se permitió reír un poco. Estaba seguro que Naruto sería feliz con su familia. Dio la media vuelta y siguió su camino. Gaara lo esperaba en casa para comer.
Se me olvido
que no he dejado nunca de quererte.
Se me olvidó
que en el amor no vale ser valiente.
Y es que quizás el destino no los había juntado nuevamente para ser felices como pensó en un principio, quizás solo lo hizo para que ambos pudieran perdonar y perdonarse. Y esperaba, tal vez, volverlo a encontrar más adelante.