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Indomables por Sawako_chan

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Notas del capitulo:

¡Hola! Lamento en verdad muchísimo la demora que tuve, pero entré a la escuela y no me dieron ánimos de escribir hasta hoy. Muchísimas gracias por todos sus hermsos Rws :33 al parecer la historia pegó muy bien y eso me alegra :D Cuando vi todos sus comentarios, de inmediato me puse a escribir este capítulo que espero y sea de su agrado. Responderé todos sus Rws a la brevedad :33

 

 

 

 

 

 

Sasuke contemplaba seriamente el paisaje lluvioso que frente a ellos se mostraba al bajar del avión. Afuera llovía con insistencia, como si el cielo compadeciera aquella terrible situación por la que él había pasado. Bufó con cansancio. Le dolía el cuello, estaba estresado por el viaje, no sabía dónde diablos estaban, y lo peor: la lluvia. Odiaba la lluvia. Volteó un poco para ver a su hermano, quien se estiraba como si recién acabara de levantarse, mientras traía las maletas. Ambos miraron a su alrededor, y Sasuke entonces distinguió que quizás Hinata se había pasado un poco con el viaje. Porque no estaban nada más y nada menos que en Baviera, Alemania. Bastante lejos de Japón. Ambos suspiraron, aunque por dentro, el menor agradeció a Hinata el gesto. Él siempre le había dicho que le gustaría, quizás, conocer otro continente. Ella le había cumplido ese capricho. Y ahora, se sentía un poco mejor.

 

     —¿A dónde vamos, Ototo? —Itachi se acercó hasta él con un mapa en mano y una diminuta sonrisa.

 

     —Vayamos a cualquier hotel. Necesito descansar un poco. Después nos moveremos. —Itachi asintió con un gesto de la cabeza. El viaje había sido muy tedioso con el humor de Sasuke, además de su amargura habitual. Y tenerlo sentado a un lado viéndolo fruncir el ceño todo el tiempo le había afectado mucho. Y ahora, que había empezado a llover, todo parecía empeorar. ¿Había estado mal acompañar a su estúpido hermano menor? Y sabía lo que lo tenía de peor humor: era Sábado. El día de la boda cancelada.

 

Tomaron un taxi que los llevó hasta el centro, y aunque era de día el paisaje estaba severamente entristecido. Gris como el corazón de Sasuke. Hacia algo de frio, pero por supuesto que ellos habían llevado todo tipo de ropa, y además, no era problema comprar. Cuando llegaron al hotel más lujoso y caro, sonrieron un poco. Aunque no bajaron del coche, pues parecía que la lluvia cada vez estaba entablándose más. El hotel Glasshouse, era la antigua iglesia del lugar, y contaba con 150 años de antigüedad. Su dueño había sabido combinar con elegancia la fachada antigua con una estructura moderna de acero y cristal, digna del pleno siglo XXI.

 

     —¿Es impresionante, no? —pregunto Sasuke al ver la cara emocionada de Itachi. Había veces en que pensaba que su hermano mayor era un inmaduro, y no sabía cómo había conseguido ser su ejemplo durante toda su vida, si ahora parecía él su padre. Itachi era… solo Itachi. Una comadreja tonta, a su parecer.

 

     —¡Es maravilloso, Ototo! —sonrió sin ocultar la alegría y sorpresa que aquello le causaba. Ese hotel era el mejor de la zona, sin contar con las extensas habitaciones y el excelente servicio. Sin duda alguna, ahí entraba solamente gente de élite.

 

     —Vayamos dentro. —se bajó del taxi y comenzó a andar a paso tranquilo hacia la recepción. Sin duda alguna, ya no le molestaba tanto la lluvia. Hasta parecía relajarlo ahora que estaba muy tenso. Sintió una mirada sobre su persona, y moviendo los ojos a rápida velocidad por los alrededores, distinguió dos siluetas. Su negra mirada chocó con el más alto de los dos, quien, con descaro, también lo miró mientras seguía riendo por algo que el otro le había dicho. Gruñó al sentirse blanco de las burlas de alguien.

 

En ese momento, el joven botones del hotel, por la prisa de atenderlos e ir por sus maletas hasta el taxi, resbaló con el charco de lodo que comenzaba a formarse y cayó frente a Sasuke. Éste, iba a dejarlo ahí, pues no era su problema que el chico fuera un idiota, pero hubo un atisbo de remordimiento de conciencia que lo obligo a acercarse y tomarlo del brazo para ayudarlo a ponerse de pie. El muchacho lo miró agradecido, dándole una reverencia con las mejillas sonrojadas fieramente. Era un poco más bajo que él, pero bastante apuesto. El pelinegro solamente lo miró y pasó de él. No le gustaba ser amable, y menos, mucho menos, que se lo agradecieran.

 

Entro a la recepción, quitándose los restos de agua del saco de marca que portaba. Miró hacia atrás y verifico como Itachi ayudaba al chico a volver al hotel. Fue hasta la señorita que atendía, y formó un perfecto inglés para hablar. Gracias a todos sus esfuerzos, era un empresario bilingüe que dominaba el idioma en todos sus aspectos.

 

     —Señorita, buenas tardes. —saludo a la chica. Ella lo miró sonrojada, sintiéndose de pronto abatida y dejándola sin refuerzos para contestar. Los hombres que, generalmente, pasaban una o dos noches ahí, eran bastante apuestos y eso no lo negaba. ¡Pero nadie como el tipazo que ahora le estaba hablando!

 

     —B-buenas tardes, señor. —hizo una pequeña reverencia, emocionándose de ante mano. Se removió el rubio cabello de la espalda en un gesto coqueto, queriendo lucir bella y fresca ante el hombre que tenía delante.

 

     —Necesito que alguien vaya por las maletas que se han quedado en el coche, por favor. —señaló hacia afuera, dándole el espacio suficiente a ella para poder ver al botones lleno de lodo entrando a la recepción acompañado de otro hombre que fácilmente competiría con un modelo. ¡Sin duda era su día de suerte!

 

     —¡Sora! —le regaño cuando el chico se acercó hasta ella, cojeando un poco del pie derecho. Al parecer se lo había lastimado. Él la miró con arrepentimiento, y luego cubrió sus ojos con el flequillo que le colgaba. Estaba muy apenado.

 

     —¿Qué sucedió aquí, Ino-chan? —una voz tras la espalda de Sasuke, lo hizo darse la media vuelta y mirar al par de hombres que habían entrado. Frunció el ceño al verificar que era el par de idiotas que había visto burlándose. Uno era rubio, de piel morena y ojos azules. El otro tenía el cabello castaño y dos triángulos en cada mejilla. Su mirada chocó con un intenso azul, uno que le pareció grotescamente… horrible.

 

     —Sora se ha caído cuando fue por las maletas de los señores. —

 

     —¿Son ustedes gente del hotel? —preguntó Sasuke al ver sus vestimentas. A pesar de que estaba lloviendo y hacia un poco de frio, ellos parecían pasar de ese asunto. Portaban una sencilla playera verde limón con el logotipo del hotel. Seguramente eran otros trabajadores. Cuando el castaño iba a responder, el más alto de mirada azulina, le puso una mano en el hombro y con una enorme sonrisa se adelantó un paso.

 

     —¿Por qué ‘ttebayo? —preguntó divertido al ver la cara estreñida de aquel hombre. A primera vista parecía un tipo estirado, con el ego subido por los cielos. ¡Como odiaba a la gente así! Creyéndose el centro del mundo y pensando que todo gira a su alrededor. Aunque debía admitir que era muy, pero muy guapo, a pesar de su deducible mal genio. Era alto, aunque no más que él, y tenía el cabello negro peinado de una forma bastante divertida, y sus ojos del mismo tono, eran felinos y profundos. Un cielo sin estrellas.

 

     —Porque nuestras maletas se están mojando. —señaló hacia afuera, donde el taxi esperaba paciente—. Y si son empleados del hotel, es su obligación ir por ellas. —su gesto serio no cambió en ningún momento, y hasta al contrario, su tono se volvió grosero. No toleraba que nadie se burlara de él. El sujeto levantó una ceja, confundido, mientras Itachi lo veía de igual manera. Seguro que estaba pensando que era un mal educado por hablarle a la gente así, pero ese hombre ya le caía mal desde el principio.

 

     —Lo siento mucho, señor. —respondió en un falso tono apenado—. Pero nuestra jornada de trabajo aún no comienza, ’ttebayo. —levantó los hombros, restándole importancia al asunto. Sasuke lo miró ofendido, frunciendo cada vez más el ceño. ¿Quién diablos se creía para hacer eso? ¡Era su obligación al ser empleados! Trató de tranquilizarse para no comenzar a discutir y armar un alboroto. No era su ética armar líos, y menos en lugares públicos.

 

Sin responder nada, y mirándolo de forma asesina, pasó por un lado de ellos, sin ver a su hermano. ¡De seguro y también había disfrutado el horrible momento! Con un gruñido, miró como la lluvia caía con más potencia. Se despeinaría, su traje se mojaría, corría peligro de caerse y tal vez, sufrir un resfriado. Se armó de valor, y tratando de ser indiferente ante el frio, abrió la puerta principal. Pero antes de salir a la lluvia, una mano lo detuvo por el brazo de manera suave pero firme. Volteó un poco. ¡Lo que le faltaba! Era el rubio idiota que no había querido salir por las maletas.

 

     —Puedes resbalar si sales con esos zapatos. —le dijo, mientras señalaba sus pies. Sasuke lo sabía, ¡joder que lo sabía! Pero tampoco es como si fuera a esperar a que ese hombre con ausencia de cerebro, se acomediera a ir por sus cosas. Con una agria mirada, se soltó del agarre y bajó los escalones. Un nuevo agarre volvió a su brazo, y sin necesidad de voltear, supo que se trataba del mismo tipo—. Aunque, si me aseguras que vas a ayudarme como a Sora, tal vez pueda ir por ellas. —le susurró al oído, mandándole un tenue escalofrío al sentir el cálido aliento en la oreja.

 

     —Quítame la mano de encima. —gruñó de mala manera. Sin responder al comentario, se quitó el saco que lo resguardaba más del frio y la lluvia. Si el rubio cabeza hueca no quería ir por sus maletas, entonces él lo haría. No estaba como para pedirle favores a la gente, y tampoco esperaba nada de nadie. Bien podría él valerse de su fuerza. Cuando sintió el frío viento, un temblor inconsciente lo recorrió de pies a cabeza. ¡Hacia mucho frio, joder! Pero tampoco podía quedarse con el saco puesto, pues estaba seguro que no lo dejaría moverse bien. Ante la mirada azulina sorprendida, se dirigió a paso firme hacia el taxi, como si no le importara mojarse. Anduvo a paso tranquilo, cuidando de no resbalar, y bajó las maletas. Le pagó el viaje al señor del taxi, y tomó sus dos maletas en cada mano. Que Itachi cargara la suya si quería.

 

Volvió al hotel, exhalando el aliento cuando las ventiscas le azotaban la camisa mojada. Entró, y sin sacudirse el agua del cabello, depositó las maletas en la entrada, ante la mirada de todos sobre él. ¿Qué pasaba? Solamente había salido por sus maletas. Ino carraspeó, sintiendo las mejillas y orejas arder ante tal erótico panorama. Y al mover la vista por los presentes, supo que no era la única que estaba abochornada. 

 

     —Ino-chan, trae algo para el señor. —ella miró al rubio, quien tampoco le quitaba la mirada de encima a ese monumento de hombre. Con un asentimiento, entró a la bodega, en busca de alguna toalla—. Por cierto. —comentó nuevamente el rubio que lo había retado de manera inconsciente—. Soy Naruto. Uzumaki, Naruto. —y sonrió de manera enorme, alumbrando la estancia. Miró detenidamente al estirado pelinegro, devorándolo con la mirada. ¡Diablos! Le parecía alguien desagradable a simple vista, pero vaya que sabía dar espectáculos. Con la camisa mojada, pegada a su atlético y delgado cuerpo, y esos pezones remarcados sobre la tela ¡Le daban ganas de follarlo ahí mismo! Y ese cabello negro, pegado a su nuca y frente… tenía que calmarse si no quería tener una erección allí mismo.

 

     —Sasuke. Uchiha, Sasuke. —respondió en tono indiferente, más por educación que por gusto. Miró fugazmente a su hermano, que con un gesto divertido, se había recargado en la pared más cercana, cruzando los brazos sobre su pecho. Mirando desde las sombras. El hombre rubio sonrió, asintiendo con un gesto de la cabeza.

 

     —Aquí está, señor. —ella le sonrió mientras le estiraba una toalla a Sasuke, quien la recibió y comenzó a secarse el cabello.

 

     —Necesitamos una habitación, por favor. —pidió de manera cortés. Solo quería tomar una refrescante ducha y luego dormir todo el día. Ella sonrió apenada, adelantando las malas noticias.

 

     —Lo sentimos, señor. Pero todas las habitaciones del hotel están ocupadas. —sonrió.

 

     —¿Cómo dice? —pregunto confundido. Itachi se acercó hasta donde estaba él—. ¿Por qué no nos ha dicho eso antes? ¡El maldito taxi se ha largado ya! —gruñó estampando su puño en la recepción. Tenía que controlar su mal genio, y sabía que la chica no tenía culpa de nada, pero estaba furioso. Furioso y empapado en agua.

 

     —Sasuke, cálmate por favor. —le susurró el más alto en el oído, ganándose una mirada de odio por parte del pelinegro—. Ella no tiene la culpa. —

 

     —Debido a la tormenta, las personas han decidido quedarse más tiempo, y ya no hay habitaciones disponibles. —comento agachando la mirada. Sasuke gruñó de manera fría, y dio una rápida mirada.

 

     —Tenemos dinero, ¿Cuánto quiere? —preguntó. Ella lo miro sorprendida, pero antes de que pudiera responder, una profunda voz volvió a escucharse tras su espalda.

 

     —¿No ha escuchado a la señorita? No hay habitaciones disponibles en el hotel. ¡Y no queremos dinero, ‘ttebayo! —Sasuke se dio la media vuelta indignado, y una media sonrisa se perfiló en su rostro.

 

     —¿Cuánto quieren? —volvió a repetir—. El dueño del hotel no va a enterarse. —

 

     —Vuelvo a repetir que no queremos nada. El hotel está totalmente ocupado. —susurró comenzando a enojarse. ¿Quién se creía ese imbécil que era? ¿Gente que se movía por dinero? ¡Faltaba más!

 

     —El dinero te servirá para comprar algo de ropa fina y decente, usuratonkachi. —le dijo con presunción y una sonrisa altanera. Itachi posó una mano en su hombro, apretándole un poco. “Te estás pasando” fue lo que le quiso decir con ese gesto.

 

     —No necesito ropa fina ni nada de esas estupideces. —le dijo con enojo. Sus ceja rubias se fruncieron tanto que parecieron juntarse, y en sus azules ojos pareció destellar un tono rojizo. Su amigo se acercó, poniendo también una mano en su hombro. No era bueno que Naruto se enojara—. Ino. Llama a un taxi para los señores. —le dijo con firmeza.

 

     —P-pero… Naruto-san… no hay taxis disponibles con esta tormenta. —susurró un poco pálida. Las cosas estaban poniéndose feas. Todas las miradas se posaron en ella, y sintió que desfallecía.

 

     —Entonces que busquen uno por su propia cuenta. —rugió—. En este hotel no hay habitaciones disponibles para gente como ustedes. —y con una rápida mirada que le dio a Sasuke, se dio la media vuelta para comenzar a caminar. Itachi miró sorprendido el cómo ese rubio si planeaba dejarlos ahí, y miró a Sasuke totalmente ofendido. Su amigo castaño le dio alcance.

 

     —Naruto, vamos. ¡Se congelaran! ¡Están totalmente empapados! —

 

     —Suéltame, Kiba. No voy a consentir a ese malcriado ricachón. ¡Si no me pide disculpas no estoy dispuesto a mover un dedo por ellos! —exclamó fuertemente, para que los presentes lo escucharan. Al parecer así fue, pues el pelinegro arrogante le dio alcance, posicionándose delante de él con el ceño fruncido.  

 

     —¡Ni creas que haré algo como eso, dobe! ¡Primero muerto! —y con un aventón en el pecho, Naruto trastabillo dos pasos hacia atrás. Todos miraron la escena sorprendidos, y más cuando el rubio rugió, y con los puños apretados, tomó a Sasuke de la cintura y se lo colgó como un costal de papas sobre el pecho. Éste pataleaba, intentando quitárselo de encima sin lograrlo, pues el rubio era un poco más alto y fornido.

 

Abrió las puertas del hotel, y sin importarle mojarse, caminó con el revoltoso pelinegro sobre la lluvia. Sasuke gritaba y le pegaba con los puños para que lo bajara, fallando en los intentos. Sintió entonces como era depositado sin delicadeza sobre el suelo lodoso. Naruto lo veía con una gran sonrisa desde arriba, y los brazos cruzados sobre el pecho. Rugió y se abalanzó contra él, derrumbándolo también al piso y manchándolo de lodo. Sin dejarse el uno del otro, comenzaron a golpearse, sin importarles revolcarse, ensuciarse y empaparse de agua. Los mechones de sus cabellos se pegaban a sus nucas, mientras la sangre comenzaba a correr por sus labios partidos. Naruto daba golpes brutos, sin saber si conseguía pegarle a ese arrogante o no, pues la lluvia no le facilitaba el trabajo. Y Sasuke, por su parte, tampoco sabía si atinaba a darle, pero pegaba con toda su fuerza, esperando hacerle daño. Sabía que estaba desquitándose con aquel hombre por lo que le había hecho Neji, y eso le enfurecía más.

 

Sin poder resistirlo más, ambos se detuvieron de golpe. Sasuke estaba estirado sobre el lodo, y Naruto encima de él. La lluvia caía de manera más fuerte sobre sus cuerpos, y el dolor de los golpes estaba haciendo mella en ellos. Con un suspiro, el rubio miró al apuesto y odioso hombre que estaba debajo suyo. Lo contempló con cuidado. Era guapo, mucho; sus ojos negros retaban a cualquiera que lo viera, su cabello negro se veía sedoso a pesar de estar cubierto por lodo, su piel blanquecina se le asemejaba a la nieve más fina que caía en diciembre, la nariz perfilada, y esa boca… suculenta y sensual boca que lo atraía como un imán. Sin poder resistirlo, y movido por sus instintos, se acercó lo suficiente para rozar sus alientos. De un solo movimiento, acortó la distancia que los separaba, y juntó sus labios. Sasuke jadeó cuando sintió el atrevimiento, y se sorprendió aún más cuando esos gruesos labios comenzaron a moverse sobre los suyos con delicadeza. Movió sus manos hasta los mechones dorados, y dándole un mordisco con los dientes en el labio inferior, lo retiró bruscamente de él. Lo aventó a un lado ante la azulina mirada, y se levantó del suelo.

 

Su celular comenzó a sonar insistentemente, y sacándolo del bolsillo, frunció aún más el ceño al ver de quien era la llamada. Lo que le faltaba. Sin poder aguantar ni un minuto más aquella absurda y frustrante situación, aventó el celular lejos, lo más que pudo. Con un rugido de dolor e impotencia, se acercó al rubio que también estaba levantándose, y le dio un empujón que lo hizo retroceder y volver a caer.

 

     —No vuelvas a besarme ni acercarte a mí. No soy blanco de las burlas de nadie. —tras el comentario mordaz, la quijada tiesa, los dientes apretados y la mirada más fría y vacía que Naruto vio jamás en su vida, lo siguió con la mirada cuando el pelinegro se alejaba con paso rápido e insistente hacia el hotel. Se veía tenso y no coordinaba sus pasos.

 

¿Qué le había pasado? ¿Por qué había besado a ese estirado ricachón? Quería haberle dado una lección, demostrarle que él no vendía su trabajo ni se dejaba manipular por el dinero o la influencia de la gente. Pero a final de cuentas, él era el único sorprendido. Esa mirada vacía, sin sentimientos, y la crudeza de sus palabras… lo congelaron. Le dejo un mal sabor de boca. ¿Qué había pasado? ¿Por qué lo había visto así? Y pasando sus fuertes y grandes manos por sus mechones rubios, revolviéndolos con frustración, sintiendo aun la lluvia caer, sólo pudo deducir una cosa: La había cagado.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

¡Qué tal? Espero que les haya gustado, enserio e.e! Otra vez muchas gracias por sus comentarios, recuerden que acepto críticas buenas y malas respecto al trabajo :D

Nos veremos en la actualización de "La voz de la sangre" y trataré de actualizar pronto. 

 

Sawako_chan


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