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No te dejaré morir. por Naoko-san

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Notas del capitulo:

Hola! Gracias por sus reviews, ya contesté los que llegaron del prólogo :) O eso creo, igual iré a darme una vuelta por si las moscas.

Bueno creo que una adivinó quien era, y no Josi, no fuiste tú. Prácticamente tu me obligaste a decirte quién era la muchacha, pero sí adivinaron quién era :)

Y Será algo raro el comienzo de éste capítulo, seguro será algo complicado. Bueno, nos vemos en notas finales. 

Ella estaba gimiendo debajo de las cajas del lugar; las lágrimas salían por sus ojos claros y se mordía el labio fuertemente, tanto que escurría sangre. Quería gritar y gritar, y eso hizo cuando escapó de allí.

 

Le había visto morir y no pudo hacer nada; sólo allí, inmóvil. Apenas pudo espabilar cuando vio la sangre escurrir y quitarle la vida, tenía tanto dolor en ella que no podía contenerse.

Cuando ambos chicos habían dejado el lugar, ella se levantó con cuidado y corrió en dirección contraria.

Corrió por los pasillos de aquella casa abandonada donde transitaban ellos; vio una ventana y saltó. Queriendo olvidar el dolor de haberle perdido con un poco de dolor físico, ya que la ventana se encontraba en el segundo piso.

 

Cayó y se quedo en el arbusto que le había amortiguado la caída, se quedo allí, mirando al cielo. Con los ojos empañados en lágrimas y el labio sangrante. Se levantó con cuidado al ver que se había torcido el tobillo por la caída, sintió ardor en el brazo y supo que de éste escurría sangre.

 

Caminó por las calles deshabitadas, nadie transitaba por allí a esas horas de la noche, menos tratándose de aquel barrio. Su cabello corto estaba sucio y le dolía la cabeza, caminó en silencio mientras sollozaba y llegó a su casa luego de veinte minutos. Abrió la puerta y la cerró, encontrándose en oscuridad; caminó a su habitación y allí se desplomó. En el colchón que estaba en el frio y húmedo piso, se derrumbó. Lloró y gritó hasta que su garganta fue desgarrada, hasta que le dolía el hablar y lloró hasta que se le hincharon los ojos.

 

—Hinata —gimió con la mano sobre su corazón —. ¿Por qué? —preguntó al aire mientras extendía una mano, tratando de tocar algo que no existía —… Ella no merecía morir…

 

Ardía en ella un dolor tan agudo que sólo quería acabar con su vida, pero no lo haría. Aún recordaba las caras de ambos chicos; también sabía sus nombres. ¿Y cómo no hacerlo? Si eran unos de los asesinos más temidos que había en esos lugares, eran sólo dos personas que se protegían como ninguna. Eran los mejores asesinos del lugar y poseían riquezas por que se dedicaban al saqueo, el líder era un joven de diecinueve con un carácter sanguinario, no temía matar. No discriminaba ni sexo ni edad, sólo asesinaba. Pero lo que más odiaba de él, era que ni si quiera se ensuciaba sus manos.

 

Quién lo hacia era su guardaespaldas como solían llamarle, el rubio asesinaba a las personas mientras el otro observaba, el se manchaba las manos en sangre. Eso odiaba de él, ni si quiera tenía las agallas para hacerlo el mismo.

Con la visión borrosa de tanto llorar, apretó los puños y se juró que se vengaría, que lo haría arrepentirse de tantas vidas que arrebató. Él y su maldito guardaespaldas la pagarían, le arrebataría lo mismo que él le arrebató a ella, quedándose dormida con deseos de venganza.

 

 

Cuando comenzó el día, en la casa vieja y grande donde había estado ella, estaba un muchacho con el ceño fruncido mirando a su mejor amigo, zarandeándole fuertemente y gruñéndole, pero aun así no despertaba.

 

—Vamos, levántate —siseó el pelinegro mirando a su amigo que estaba en el colchón, dormido y babeando. Bufó zarandeándole —, ya está listo el desayuno —llamó. Pero el otro seguía en el colchón, incapaz de abrir los ojos —Imbécil —dijo finalmente para ir a otra habitación.

 

Luego de unos cinco minutos el otro abrió sus ojos azules, mirando a todos lados. Le costó espabilarse para notar que estaba solo, sonrió y se arregló los cabellos de la cara. Se levantó y caminó descalzo por el frio suelo, con una mano rascándose la cabeza miraba a todos lados buscando a Sasuke.

 

Le encantaba ese chico; le conocía desde que ambos tenían doce años, lo había visto tan solo y muerto en aquel callejón al igual que él, sin ningún motivo para vivir. Para todos Sasuke era un sanguinario incapaz de sentir algo al matar, pero él sabía que no era así.

 

Los sonidos de pasos le interrumpieron de seguir pensando, miró y allí estaba el muchacho de ojos negros que le miraba con el ceño fruncido.

 

—¿Qué ocurre? —preguntó el rubio burlón.

—Te he estado tratando de despertar por más de diez minutos —contestó dándose la vuelta, molesto—, imbécil.

—Perdóname —sonrió de forma divertida, para acercarse por la espalda y abrazarle en forma de perdón.

—Lo que sea—cortó sintiendo los brazos del otro rodearle, disfrutando del calor.

 

Ambos se atraían como imanes. Estaban prendados el uno del otro y su comportamiento era así, siempre coqueteándose cuando estaban solos y comportándose de esa manera, pero no eran nada más que mejores amigos. No lo eran por que ninguno tenía el valor para confesarse, si hubieran estado unos diez o veinte años antes donde la gente era más liberal lo hubieran podido hacer.

 

 

Ambos querían estar con el otro; pero no querían arrastrar al contrario a un abismo. Ya que le harían sufrir demasiado y les dolería mucho como serían tratados, por lo que permanecían callados por el bien del otro.

Ninguno sospechaba que el otro sentía igual, pensando que todas esas caricias eran por mera necesidad de la carne.

 

Vivían en un barrio alto; donde nadie sospechaba de nada. Sólo la gente de la calle tenía leves sospechas de sus asesinatos, y los que sabían preferían no entrometerse. Para sus vecinos eran unos simples amigos que vivían juntos por causa del destino, nada más.

 

—¿Quieres bailar? —le preguntó el blondo con un tono burlón, volteándole de la cadera y sostenerlo de allí, para entrelazar su mano con el otro.

—Estás idiota —fue lo único que dijo pero sonrió de forma tímida, mirándole fijamente, para seguirle en los pasos.

 

Bailaron un rato sin música, cuando el de piel más oscura se aburrió y le sonrió, indicándole que tenía hambre.

 

—Si te hubieras despertado cuando te dije, no se te hubiera enfriado la comida—siseó molesto nuevamente.

—¡Pero hacía sueño! —se quejó siguiéndole por los pasillos del lugar. El de piel más clara entró a la cocina, pero el otro se quedo mirando al final del pasillo. La ventana estaba rota —¿Pero qué mierda? —masculló.

—¿Qué ocurre? —Sasuke gritó desde la habitación.

—¡Ven aquí! —Fue lo que contestó, sintió que los pasos se acercaban y miró al otro —. Está rota, ayer no estaba así, no al menos antes de lo ocurrido.

—¿Habrá estado sola? —masculló Sasuke mirando la ventana, para acercarse y mirar hacia abajo —, mi jardín está hecho un desastre —frunció el ceño.

—Yo te lo puedo arreglar —se burló—, pero… obviamente alguien saltó de aquí, está por dado: no estaba sola.

—Es la primera vez que alguien escapa —siseó el pelinegro para adentrarse nuevamente en la cocina—, apúrate, no te calentaré de nuevo tu comida.

—Sí … —se quedo mirando la ventana, para darse la vuelta y caminar hacia donde le esperaba el otro.

 

Se sentó y comió en silencio mientras miraba al contrario, le recorrió de pies a cabeza, sonriendo mientras lo hacía.

—Me miras y sonríes como bobo —bufó—, ¿tengo algo en la cara?

—Nada… —rió y siguió comiendo aquellos fideos que el otro le había preparado, no era una dieta muy sana pero hacía mucho ejercicio durante el día, por lo que le daba igual.

—Entonces come y deja de mirarme.

—¿Te pongo nervioso? —sorbió un fideo mirándole de manera pícara.

—Quisieras —susurró con enojo, pero con un leve color adornándole la cara.

 

Se quedaron en silencio observándose, el blondo se levantó y dejó el plato en el fregadero, aún con una sonrisa.

 

Luego de eso, se encaminaron por los pasillos de la fría casa, estaban las paredes desteñidas pero ellos no reparaban en detalles así de mínimos, apenas habitaban en ella. La mansión tenía mucha habitaciones, una cerrada con llave donde estaban los cadáveres de la gente que se atrevían a entrar.

 

Ambos tenían un oscuro pasado, ninguno lo mencionaba pero el otro lo conocía bastante bien. Se habían conocido cuando eran niños y jamás se dejaron.

 

Mientras caminaban el blondo miró hacia atrás para sonreírle y comenzar a hablar:

—Se ha contactado conmigo la hija del gobernador —mencionó encogiendo los hombros.

—¿Qué quiere esa perra con nosotros? —preguntó sin interés Sasuke.

—Sabe quién somos —respondió con simpleza y el otro mostró un estado de rigidez.

—Y tú tan tranquilo —bufó—. ¿Qué quería?

—Quiere que nos encontremos con ella en el Antro Akatsuki —siseó mientras se recargaba en la pared —. ¿Tú que dices?

—Algo importante querrá —suspiró recargándose al lado del otro —, iremos. ¿Te dijo alguna fecha en realidad?

—En unas ocho horas, ella me llamará.

—O sea que tiene tu número —acusó algo molesto.

—Era imposible no dárselo.

—Caliente de mierda —dijo el otro para comenzar a caminar de nuevo.

—¿Gracias? —rió Naruto mientras le seguía—, hey, no te enceles.

—¿Quién está celoso? —dijo en tono burlón—, idiota.

 

Así terminó la conversación, alejándose cada uno a su respectiva habitación, pensando en que hacer. El rubio se dispuso a jugar todo el día online, mientras el otro leía un libro con audífonos.

 

Cuando ya faltaba una hora para el encuentro, cada uno empezó con su aseo personal. Sasuke se había echado una fragancia de las más caras, una camisa negra y unos pantalones de una tonalidad un poco más clara y un saco de color azul marino.

Salió de su habitación y encontró al rubio recargado en la pared, con una sudadera de color naranja y vaqueros de un tono más oscuro; se le quedo mirando algo embobado.

 

Ambos inspeccionaban al otro y salieron de su ensoñación cuando pasó un camión por la calle, se exaltaron y decidieron salir del lugar.

Se subieron a la moto del atezado y arrancaron, directo al bar.

Llegaron a una calle donde la gente hacía fila para poder entrar, vieron a muchas mujeres frenéticas ofreciendo su cuerpo al guardia para poder ingresar, pero nada.

Se acercaron saltándose la gran fila, y miraron al fornido guardia. Éste les miró y enseguida les dejó pasar, sabiendo quiénes eran.

Ya que eran bastantes conocidos por esos barrios…

 

Al entrar vieron las paredes negras iluminadas con una luz tenue, la música alta y el olor alcohol inundando el ambiente.

La gente se emborrachaba y reía como si no hubiera dolor en el mundo, había gente en esquinas peleándose y en otras besándose.

 

Un bar con los mejores vinos del lugar, gente que no armaba escándalos pero si eran bulliciosos, la música era movida y había una gran pista de baile al centro. La música era tenue y la gente platicaba con las demás, sin miedo de nada.

Se sentaron en una esquina, Naruto se sentó apoyando los brazos y las piernas algo abiertas, donde sentó al pelinegro en su muslo, apoyando su mano en su cadera. El otro se removía incómodo queriendo salirse, aunque internamente lo disfrutaba.

La gente estaba de por si acostumbrados al trato entre ellos; sabiendo que no eran nada.

 

Naruto tocó la curva que había en la cadera de Sasuke, esa que ocultaba bien con la ropa, aquella que le hacía conocer que no era un simple muchacho, que poseía un secreto que si salía a la luz le matarían.

Le sonrió mientras conversaban, cuando sintió que unos ojos se posaban en ellos. Miró mientras el otro se sentaba a su lado, saliéndose del contacto que mantenían. Miró y notó que una chica sin expresión les miraba, era una mujer muy bonita.

 

De rasgos finos y nariz recta pero delgada, de ojos verdes con pestañas largas que había maquillado en máscara de color negra, usando un collar bastante excéntrico y un vestido apegado al cuerpo, que llegaba hasta las rodillas, de un tono rosáceo. Miró su corto cabello de un color rosado desteñido y notó que su pierna derecha estaba con una venda, cubriéndole el tobillo. También noto que en sus muñecas habían magulladuras , como si fueran de ramas.

Tuvo un mal presentimiento en el instante que sus ojos se encontraron, y decidió apartar la vista.

 

—¿Qué ocurre? —le preguntó el otro mientras bebía.

—Nada… sólo pienso —mintió el rubio. Un muy mal presentimiento le adornaba la cabeza.

—Lo que sea —masculló algo molesto por que le habían dejado de prestar atención, aunque no lo demostró.

 

Seguía atento observando a esa chica, cuando sintió que alguien se sentaba frente a ellos. Observó y se trataba de una mujer voluminosa, de cabello rojo hasta el cuello y con lentes.

 

—Buenas noches —saludó ella—, soy yo quién ha contactado con ustedes.

Ambos la observaron de arriba hacia abajo, notando que estaba acompañada por dos hombres a cada lado. Uno de expresión burlesca y cabellos de un blanco con destellos celestes, y el otro con el cabello como si fuera punk de color naranjo, con la nariz llena de perforaciones.

 

—Hola —saludó el rubio con una sonrisa falsa.

—Soy Karin —tendió la mano hacia el de piel más oscura, quien acepto y luego hizo lo mismo con el pelinegro —. ¿Disfrutando la noche?

—Claro que sí —respondió con una amplia sonrisa el blondo.

—Me alegra, me alegra —sonrió de manera cínica para indicarle a sus dos acompañantes que se sentaran también—, bien caballeros. Les he dicho que vengan porque necesito un favor.

—Ve al grano —dijo Sasuke después de estar callado aquel rato.

—Eres rudo —sonrió—, me agrada. Como sea; obviamente habrán escuchado hablar de Orochimaru.

—¿Quién no? —contestó el rubio con otra sonrisa—, pero por favor dinos a que quieres llegar con eso.

—Se sabe que está manipulando los ingresos del gobierno, está usando todo para su favor pero no hay pruebas que lo confirmen, más que sus súbditos que han confesado arrepentidos. También dijeron que planea provocar un golpe de estado, obviamente no les creímos a esos idiotas; hasta que una semana después todos ellos aparecieron muertos. No hay forma de inculparle y necesito que le hagan confesar.

—¿Por qué nos interesaría?

—Sasuke querido —dijo con sorna ella—, aun no he terminado. Pues si ocurre ese golpe de estado, afectará a todo el país. Y también tengo algo que le podría interesar a Naruto.

—¿Qué es? —preguntó él con algo de interés.

—Tengo entendido que eres huérfano, ¿No? —desvió totalmente el tema.

—Sí —contestó con simpleza.

 

Había muerto morir a su familia cuando tenía doce años en un accidente. Su madre le había protegido de la explosión y cuando despertó, estaba en un hospital. Escapó del lugar sin poder creerlo, golpeando a quién le decía la verdad. Cuando por fin decidió comprobar que era cierto, vio ambas lápidas. Luego se derrumbó emocionalmente, y conoció al otro muchacho.

 

—Pues mira esto —puso un sobre encima de la mesa.

 

Lo cogió y lo abrió: eran fotos, comenzó a verlas. Se sorprendió y pensó que era una mala broma. En las fotos aparecía el gobernador acompañado de una mujer de traje negro, que sonreía ampliamente con un cabello corto y rojo, y al lado de ella un hombre rubio con una sonrisa de medio lado.

 

—¿Papá? —dijo boquiabierto—. ¿Mamá?

 

Sasuke se asomó y vio las fotos, en todas ellas salían ambos individuos de manera feliz, siempre vestidos de manera formal y parecían más vivos que nunca.

 

—Ellos están vivos —retuvo las lágrimas—, pero jamás me buscaron.

—En el accidente aquel —masculló ella—, ambos perdieron la memoria. Ella a corto plazo y él olvido todo lo ocurrido antes del accidente, aun no se han recuperado. Pero ve el lado positivo, son senadores del gobierno.

 

 

Se quedó en silencio observando las fotos, miró con determinación a la otra y habló:

—¿Sólo qué le hagamos confesar?

—Si llegara a ser necesario, asesínenlo.

—Comprendo —sonrió el blondo—. ¿Qué ganaremos?

—De partida les limpiaré el expediente, por que aunque no los hayan atrapado tienen los papeles muy manchados, y si lo consiguen, te llevaré con tus padres, ya que ellos apenas están presentes en Japón.

—Acepto —dijo el rubio sin consultarle al otro, el quien carraspeó e hizo notar su presencia.

—No quiero sonar egoísta ni nada —bufó—, pero a mí me da igual tener los papeles manchados.

 

El atezado miró al de ojos oscuros con dolor en su expresión, estaba insinuando que no le importaba recuperar a su familia.

Sasuke vio esa expresión y le bastó para afligirse, miró a la mujer y suspiró.

—Está bien, también acepto.

—¡Sabía que eras el mejor! —Le abrazó por la cintura, atrayéndole hacia si.

 

Se quedo en silencio aceptando el confortante abrazo, sintiendo sus mejillas cálidas.

La mujer carraspeó.

 

—Como les decía —susurró—, también trabajaran con una agente mía.

—No trabajamos con personas ajenas —respondieron ambos a la vez.

—Lo siento pero ella los supervisará, es una de las mejores agentes que posee el estado, al menos déjenme presentárselas.

 

Cedieron y la mujer le susurró al de cabellos naranjas, y este se levantó. Luego de unos minutos volvió acompañado de una mujer que Naruto ya había visto antes.

 

—Hola —dijo ella con su melodiosa voz—, soy Sakura Haruno —les tendió la mano con una sonrisa.

 

El rubio vio esos ojos verdes que había estado observando antes, vaciló antes de devolverle el saludo.

 

—Naruto Uzumaki —masculló él con otra sonrisa falsa.

—Sasuke Uchiha —dijo sin tenderle la mano, sin interés en ser cortés.

 

El blondo notó que la otra sintió molestia al ver al pelinegro, se pregunto el por qué. Ignoró y prefirió fingir que no tenía ese mal presentimiento.

 

—Ella es una de mis agentes —explicó Karin—, tiene acceso al departamento de defensa donde trabaja Orochimaru. Está infiltrada —sonrió mirándole con orgullo.

—Me halaga —sonrió ella mirando al pelinegro.

—Pues es hora de que se conozcan por que trabajarán juntos —dijo para levantarse, quitar las pelusas de su vestido y mirar a los otros —, en estos días les llamaré para darles las instrucciones.

—Lo que sea.

—Gracias Karin —dijo el blondo, ella se despidió y se fue con sus acompañantes.

 

Se quedaron los tres en silencio, observándose. Sasuke le veía como un estorbo, Naruto tenía un muy mal presentimiento y ella sólo observaba al pelinegro, furiosa por dentro.

 

Conversaron un rato sobre cosas triviales, en realidad sólo Sakura y Naruto conversaban animadamente, el otro sólo observaba molesto.

 

—¿Y dónde te hiciste esa herida? —señaló al brazo de la muchacha.

—Atravesé una ventana y caí de un segundo piso —contestó cínicamente, sonriéndole —, pero no me duelen las heridas, sanarán. No son como las heridas al corazón, tú sabes.

—Esas jamás sanan —dijo para tomar un sorbo de su copa —, espero te sanen las heridas de tus muñecas.

—Yo igual —también tomó de su copa—, pero sanarán.

 

Sasuke le miraba escéptico, sentía el cinismo en su voz y sospechaba de ella.

El otro seguía con esa opresión en el pecho, pero estaba pasando un buen rato, era una chica muy simpática y le gustaba eso.

 

—Bueno chicos —se levantó sonriente—, fue un placer el conocerlos, me encantará trabajar con ustedes.

—Igualmente —le tendió la mano en forma de despedida.

—Lo que sea—contestó a secas el pelinegro.

—Adiós, los llamaré, ¿está bien? —correspondió el saludo, para luego tenderle la mano a Sasuke.

—Lo que digas —dijo cortante para aceptar la mano y luego quitarla —, vamos Naruto.

—Sí —le contestó—, nos vemos Sakura.

—Igual —sonrió.

 

Se alejaron cada uno por sus lados, el rubio sonreía por que había conocido a una muchacha muy simpática, pero notaba el silencio del otro. Decidió no preguntar, le entusiasmaba la idea de limpiar su nombre y ver por primera vez en años a su familia.

 

Estaba encantado con lo buena que se veía esa chica, lástima que las apariencias engañan.

 

Notas finales:

¡Espero les haya gustado! Reviews? 

Espero que sepan quién era la muchacha que huyó y que propósito tiene.

Fic totalmente dedicado a mi madre u oka-san Joseline [Kai_Hoshino por aquí], les recomiendo su fic "Mi secuestrador" puta que es sexy ese fic. Es NaruSasu y KJASDKJAFLGKHJLKASD me lo dedicó*-* y está genial, lo amo así que pasénse. Les dejaría el link pero alskjdflgjkh tengo flojera. 

 

¿Les gustó el capítulo? Espero que sí, ¡Reviews son gratis! <3

 


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