El día era bastante caluroso y soleado. Justo como le gustaban y la verdad era que no era raro que el día estuviera así, puesto que estaban en Ciudad Milagro y ahí casi todos los días del año eran así. Claro, todo mundo sabe en qué época es todo lo contrario. Sonrió. Le gustaban las fiestas navideñas y toda la celebración de esta, pero había algo que no le agradaba del todo y eso era el clima.
Caminaba tranquilo por las calles de la ciudad, con las manos en los bolsillos y con la vista fija en una lata de refresco que se encontró unas calles atrás y que ahora lo acompañaba. La pateaba entretenido, puesto que no tenía nada mejor que hacer. Aunque… realmente si tenía algo que hacer.
Pateó la lata con fuerza y alzó la vista al escuchar como alguien gritaba. Oh-oh, le había dado a alguien, o tuvo suerte y logró hacerse a un lado, pero aun así no dejaría escaparlo tan fácilmente… antes de que pudiera hacer nada, sintió como alguien lo tomaba por el hombro.
- Manny – exclamó la chica de cabello azulado con una sonrisa – Estuviste a punto de matarme con una lata, pero me preocupa más el hecho de que te vayas sin saludarme.
- Lo siento, Frida. No pensaba que fueras tú ¿Cómo estás?
Frida era su mejor amiga y le agradaba mucho pasar tiempo con ella, pero en ese momento a él no le apetecía verla, mucho menos saber como estaba y no era por ser sangrón, simplemente… su mente estaba ocupada en otras cosas.
- Y mi padre le dijo a mi hermana que la llevaría a donde ella quisiera, y a mí ni siquiera me pidió mi opinión… por eso estoy mal. – finalizó Frida. ¿Había estado hablando y él no se dio cuenta?
- Eso es realmente malo, pero no creo que debas de apachurrarte por eso. Verás que algún día tu papá se arrepentirá por no hacerte tanto caso como a tus hermanas. – le contestó Manny colocando una mano sobre el hombro de la chica, robándole una sonrisa.
- Gracias, Manny. – agachó la vista y vio su reloj - ¡Cielos! ¡Ya es bastante tarde! Lo siento, tengo que irme.
- Está bien, nos vemos luego.
Vio como la chica corría hacia su casa y hasta que ella desapareció de su vista caminó hacia su casa. A unos metros de donde se paró a saludar a su amiga, encontró a la lata que lo venía acompañando desde hace un kilómetro.
Ahora, tenía que ir a su casa. Ese día habría reunión familiar.
Camino un tramo más antes de llegar a “la casa del macho”, o para dejarse de rodeos, su casa. Se sorprendió de encontrar todo en silencio
- Quien se habrá muerto – susurro mas para sí que para alguien mas
Camino lentamente hasta llegar a la sala. Su mente tardo unos segundos en hacer conexión. ¿Qué hacia el padre de Frida en su sala?, mejor dicho. ¿Por qué estaba el padre de Frida en su sala y con su padre charlando seriamente? Los adultos tardaron un poco en notarle su presencia pero cuando lo hicieron lo invitaron a tomar asiento junto a ellos
- Te has tardado mucho Manuel – reclamo con voz suave el padre de Frida – que impuntualidad
- Yo… l-lo siento – murmuro quedo, ese hombre le intimidaba mucho
- Pues ya que Manny esta aquí es mejor que empecemos a abordar el tema ¿no cree señor Suarez? – Manny trago duro, su papa nunca hablaba tan serio
- Si es lo mejor – suspiro el señor Suarez – Manny, he venido a entregarte la mano de mi hija Frida en matrimonio.
- …
- Manny di algo – le recrimino su padre, el señor Suarez se estaba enojando
¿Había dicho matrimonio?, lo único que atino a hacer fue caer desmayado en el piso ante la atenta mirada de su padre y del señor Suarez.