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EL SEGUNDO TAKA por Conejita_yaoi

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Notas del capitulo:

Hola, sí lo sé. Eh tardado siglos en la publicación, pero esque el archivo donde escribía el fic estaba por decirlo de alguna forma, indispuesto y todos mis intentos fracasaron así que tuve que reescribir el capitulo, que no quedó como el original pero traté de recordar los detalles. gracias a todas las personas que me brindaron su ayuda para continuar, mi musa ya está encerrada en su frasco y la tengo castigada a pan y agua hasta que me inspire para los fics que tengo atrasados, jejejeje espero lo disfruten y mejor le paro aquí sino serán más notas que fic lo que leeran =)

En la sabana, se puede observar a un león de melena negra que corre hasta perderse de vista. Zazú, el leal consejero del rey, buscaba desesperado a aquel travieso y escurridizo león.


-¿Pero a dónde pudo haber ido ese león?


Y sin dar tiempo a huir, el felino se lanzó sobre su “presa” mientras el ave soltaba un chillido de sorpresa.


-Jajajajajajajaja, te atrapé.


-Ja-ja. Muy gracioso, ahora su alteza, si pudiera quitárseme de encima.


-Oh, claro, jejeje olvidé que te aterras con facilidad.


Soltó jovial y bromista a lo que el ave solo bufó.


-Yo no me asusto con facilidad.


-¡Hola!


Fue el estruendoso saludo de Pumba a lo que Zazú saltó con un sonoro grito de terror.


-Jajajajaja, ¿ves? Hasta gritaste del miedo.


El ave no hizo nada más que sentirse ofendido, pero reservando sus comentarios. Luego de eso, Timón y Pumba corrieron alegres con el león joven y los tres emprendieron carrera mientras Taka volvía a su juego del depredador. A pesar de jugar a ser el temible cazador, la verdad es que su aspecto encantador y su risa dulce hacía parecer que solo jugaba a perseguir a sus amigos mientras su ligera risita juvenil resonaba.


A la distancia, los demás leones observaban como el príncipe Taka se deslizaba por la hierba mientras el viento que hacía al correr mecía su suave pelaje oscuro.


-¿Sabes? Desde que Taka creció, luce bastante adorable.


-Cierto Cabo, me pregunto si es igual a una leoncita.


-¿Cómo es eso, Rajá?


-Ya sabes, que con una frase bonita y una mirada intensa, cae ante el encanto de uno.


-Oh, veo. Enamorarlo.


El grupo de leones sonrió mientras devoraban con la vista a aquel apetecible e inocente minino. Cuando el sol se ocultó, Taka regresó a la roca del rey y saludó alegre a sus padres, pero notó entonces una mirada serie en Simba y una de preocupación en Nala.


-Padre, madre. ¿Sucede algo?


Ambos leones observaron a su hijo. Simba parecía dudar pero finalmente dijo suavemente.


-Nos han llegado rumores de leones forasteros a la distancia, y con ellos llegan algunas hienas.


-Oh… ¿Creen que sean enemigos?


-No lo sé, pero es mejor estar atentos y no confiarnos tanto. Si ves a algún león extraño intenta no acercarte mucho. Algunos animales no simpatizan con nosotros y podrían buscar la forma de dañarnos.


Taka miró a su padre, prácticamente podía leer entre líneas que Simba tratada de decir “Podrían hacerte daño solo para hacerme daño a mí”. Taka pensó detenidamente la situación antes de decir con firmeza al rey.


-Muy bien padre. Intentaré no meterme en problemas.


Simba le sonrió gentilmente mientras asentía. Nala sonrió un poco aliviada, pero en su corazón sentía que algo no muy bueno podría llegar a suceder y si algo sabía, es que ese sentimiento no se le quitaría por nada del mundo, y eso la preocupaba. Temía por Simba y más aún por Taka. Aunque no era su hijo de sangre, aunque se tratara de aquel antaño tirano león envidioso y lleno de rencor, ese león, Taka, era su pequeño Taka. Su amor de madre era tan grande que no le importó que aquel hace tanto un pequeño cachorro fuera en una vida pasada un cruel león que alguna vez intentó matarlos a Simba y a ella.


Así, a las lejanías, se podían distinguir como un grupo de leones y hienas pasaban cerca del reino y también, como entre aquel grupo, se avecinaban acontecimientos desastrosos a futuro, para muchos de los que ahí vivían hasta ahora en armoniosa paz.


*****


Taka se agitaba en sus sueños, desde hacía varias noches había comenzado a tener extrañas pesadillas. Soñaba con hienas, con sangre y dolor, mucho dolor y fuego alrededor. Siempre despertaba agitado y con un miedo impregnado en su pecho. Nunca contó nada a nadie, pero esos sueños le aterraban porque parecían casi reales, como si de verdad estuviera pasando. Aquello le perturbaba de sobremanera y además, le producía un extraño pesar y una sensación que no sabía cómo identificar, pero era parecido a cuando te das cuenta que hay algo que no encaja, como si hiciera falta algo más.


Rafiki observaba las estrellas y nuevamente, vio algo en ellas.


-Es extraño… tal parece que algo muy malo estará por pasar. Me pregunto si tendrá que ver con los forasteros que rondan el reino.


Y con esa duda, se marchó a descansar.


 

Notas finales:

Espero les haya gustado, jejejeje =)


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