TaeMin
- Hola TaeMin. – El chico sentado contra el muro alza la vista y trata de ver el rostro que se esconde tras el vidrio tintado del lujoso automóvil. - ¿Subes? – “... ¿Tú...?”
El leve zumbido del motor lo mantiene tranquilo, aunque siente que corre un grave peligro. El chico moreno y engominado, junto a él, apoya su brazo en la ventana, mirando el paisaje del suburbio con cierto respeto, pero sintiendo asco. Al ver sus ojos posarse en él, aparta la vista. El coche se detiene en un descampado. Es negra noche y apenas se ven estrellas, solo una luna menguante que ilumina las chimeneas de algunas fábricas a lo lejos, tras las rejas que delimitan el perímetro.
TaeMin trata de ver en la oscuridad pensando en si podría huir.
- Está bien. – Dice el chico mirando al chofer, e inmediatamente se pone en marcha dejándolos allí. TaeMin se prepara para esquivar las balas. – Estamos solos.
- ... – Se saca el largo abrigo negro y trata de acercársele - ¡No des un paso más! – Dice amenazándole con una navaja. El otro chico se sorprende, pero luego esboza una sonrisa y sigue avanzando.
- Idiota. – Le cubre con la chaqueta, ahora sí, dejándole completamente desconcertado. – He venido a matarte, claro, pero no como tú piensas.
- Quien eres. – Le saca la navaja apretándole las muñecas, y le corta la palma de la mano - ¡Agh...! ¿¡Qué haces!? – Él le sella los labios con el índice y le hace apretar una camiseta.
- ¿Me permites? – Abre el abrigo que acaba de colocarle, sacando una pistola y disparando al cielo. Unos pájaros vuelan. – Ahora vas a ser valiente, TaeMin.
- Sí. – Responde con convicción. Sabe que acaba de salvar su vida y está dispuesto a colaborar.
- Corre hacia esa fábrica de allí, en esa dirección, y escóndete en la caseta del vigilante, junto a las vallas del parking. ¿De acuerdo?
- ¿Por qué no me has matado? – El chico sonrió.
- Porque te recuerdo.
El coche apareció pronto allí, y MinHo subió en él, dejando a TaeMin corriendo hacia la fábrica. Cogió la pistola que disparó al cielo, pero luego le dejó el abrigo otra vez.
- ¿Crees que será suficiente?
- No lo sé, señor. – Ensombreció su mirada, pero luego trató de sonreír pensando en que él le esperaba.
Llegaron a la casa y bajó al sótano. Pasó la sangre del chico y la pistola al Amo.
- ¿Cómo sé que no es un truco? – Lanzó de vuelta la tela empapada. – Por suerte he tomado medidas para asegurarme de que cumplías con tu misión, MinHo. – Sonrió mostrando sus dientes amarillentos, repasándolos con la lengua blanquecina – Te han seguido, MinHo, al descampado. – Dijo sonriente. El chico apretó los puños – Entiéndeme, no podía correr el riesgo... ¿De verdad pensabas que podrías engañarme con algo así...? El amor ha hecho estragos en ti, chaval. – Ahora lo tenían cogido por los codos y las muñecas, apretadas sobre su espalda.
“Tranquilo, voy a por ti.”
Se lanzó al suelo tropezando por quinta vez en el último minuto, y se abrazó al abrigo. No lograba recordar quién era él, pero su olor le era familiar.
Cerraba los ojos y le venía a la mente un campo, el sol calentándole la piel, césped recién cortado, y él. Los abrió sobre saltado por su recuerdo justo a tiempo para levantarse. Seguido de el sordo ruido de la ametralladora, el suelo donde hacia escasos segundos estaba tumbado empezaba a agitarse y resquebrajarse con cada bala.
- ¡Está ahí! ¡Fuego! – Corría haciendo eses mientras el vehículo se ponía en marcha de nuevo, siguiéndole y disparando allí donde pisaba.
Saltó sobre una zona de hierba alta y empezó a arrastrarse huyendo de allí. Ahora no podía ver donde estaban, pero escuchaba los disparos muy cerca de él. Pensó en hacerse el muerto, pero sería inútil; ellos vendrían y le rematarían. Pensó en seguir escapando, pero ellos iban en coche y él a pie. Una bala le rozó la pierna y mordió la tierra para no gritar. Tendría una quemadura seguro. “MinHo... Dónde estás....”
- ¡Focos! – Se cubrió rápidamente con la chaqueta, haciéndose un ovillo bajo ella.
La potente luz revisó la zona, pasando sobre él varias veces, pero parecía no despertar su atención. Incluso dejó de respirar para no hacer el menor ruido.
- No veo nada
- Ni yo.
- Pero no puede haber ido muy lejos. Klein, visión térmica.
“Estoy muerto.”