Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

"Rapsodia" por Yae

[Reviews - 273]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Capítulo final, algo más de 16k de palabras.

Siento la demora.

Gracias por llegar hasta aquí.

 

 

 

(Parte II) 14.- Home

 

 

 

 

Lloró.

Naruto lloró cuando solo pudo pedir ayudar, cuando la ambulancia y los paramédicos hicieron todo lo posible para estabilizar a Itachi, su rostro estaba lleno de gruesas lágrimas de desesperación. El recorrido hasta el hospital fue eterno a su percepción, la incertidumbre se paseó por su pecho obligándole a respirar ruidosamente, como un gancho deslizándose por su tráquea desgarrando todo a su paso.

Se sintió morir.

Moriría si llegaba a perderlo.

Sus lágrimas y gritos se intensificaron cuando al fin llegaron al hospital, no deseaba que lo apartaran de su lado, rogaba por permanecer tan cerca como pudiese, solo Shizune pudo controlarlo, asegurándole que todo estaría bien. Que ella se encargaría de que fuese así.

A Naruto no le quedó más opción que creerle.

Creerle para no deshacerse en llanto y rabia, aun así sus puños se estrellaron contra la pared una y otra vez, hasta que sus nudillos reventaron. El dolor le permitió dejarse caer de rodillas sin dejar de sollozar.

Como odiaba los hospitales, deseaba llevarse a Itachi muy lejos de aquel lugar, donde jamás volviese a sufrir y hacerle entender todo lo que le importaba. Regalarle flores y dangos todos los días, cantarle todas las canciones de amor que pudiese escuchar, quería besarlo y hacerlo sentir bien, llorar de felicidad por amarlo.

Un mareo fatal lo forzó a descansar su cabeza contra la fría y manchada pared, el nudo en su garganta no quiso desaparecer, le dio igual que estuviesen viéndole con lástima, solo quería que aquel día terminase. Volver a aquellos momentos llenos de felicidad donde su vida rutinaria era más de lo que podía pedir.

Que los últimos meses tan solo hayan sido una horrida pesadilla, de esas que te hacen despertar llorando, para poder hallar a Itachi a su lado, abrazarlo y refugiarse en sus brazos.

Que le dijese que jamás dudaría de su amor.

Sin embargo Naruto solo pudo seguir llorando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La llamada lo sacó de su oficina bastante temprano, tenía un par de reuniones pero las pospuso para descontento de sus socios. Minato se apresuró al hospital cuando la misma Shizune lo llamó.

Itachi tuvo un nuevo colapso, es grave… Naruto lo trajo hace unas horas.

Siempre que recibía alguna llamada de ese tipo conducía demasiado rápido, enfrascado en todas las suposiciones para que su hijo hubiese estado con Itachi en aquel momento, era tan triste ser consciente de que aquel deceso no era una sorpresa para él. Una estruendosa bocina le hizo pisar el freno antes de chocar contra otro automóvil, sus neumáticos chirriaron por el frenazo, Minato no le prestó atención a los insultos que recibió, en cuanto pudo retomó su camino antes de que alguna patrulla lo detuviese.

Aunque daba igual que tan rápido llegase al hospital.

No había nada que pudiese hacer para ayudar.

Aunque lo intentó, pasó años intentando ayudar a ambos hermanos, para que todas sus pérdidas no fueran en vano. Quiso que fueran felices pero al parecer aquello era mucho pedir para todo Uchiha, demasiado sumergidos en sus emociones que eran capaces de destruirse simplemente por amor.

Fue un fracaso, todos sus esfuerzos fueron un fracaso.

Porque Sasuke e Itachi eran sin duda por completo infelices.

—Señor Minato —la joven recepcionista lo saludó, y fue triste saberse conocido en un lugar donde sus visitas nunca fueron por felicidad.

—Vine por-

Ella lo interrumpió señalando uno de los pasillos, en una de las bancas metálicas Naruto se hallaba sentado, se veía tan vulnerable, encogido en hombros y la mirada clavada en el piso.

—Se hizo unos cortes en los nudillos, nos tomó bastante que se calmara. No hemos querido acercarnos porque aún no tenemos nada que decirle de Itachi-san. Shizune aún no sale de emergencias.

Minato asintió acercándose con cautela, conocía a su hijo lo suficiente para saber que cuando la ira y la desesperación lo rebasaban podría reaccionar de la peor forma. Contuvo la respiración por unos segundos antes de sentarse a su lado pero a suficiente distancia para no incomodarle, vio los pequeños parches en los nudillos enrojecidos, fue un alivio que no se fracturase algún hueso con su arrebato.

—¿Quieres decirme que pasó?

Su hijo negó mordiéndose el labio inferior—. Todo estaba bien… no lo entiendo, en un instante estaba tosiendo sangre hasta desmayarse.

—Dejó de tomar sus medicinas hace semanas—, Naruto le miró de soslayo, dejándole constatar lo rojos e hinchados que tenía los ojos por haber llorado pero no dijo nada, seguramente también lo supuso.

—Todo es mi culpa.

—No lo es. Itachi tomó sus propias decisiones, así como Sasuke.

Solo entonces los dientes de Naruto se presionaron entre si haciéndole ver irritado de nuevo, pero con quedas lágrimas asomando listas para ser derramadas.

—Esto no es culpa de nadie, Naruto. Tienes que entender eso si quieres empezar a solucionar las cosas ahora.

—¡¿Y cómo?! ¡Sin importar que pase, la salud de Itachi no va a regresar!

Desolado su hijo de puso de pie casi gritando, a punto de volver a golpear la pared más cercana conteniéndose en el último segundo, quizá resintiendo el dolor en sus temblorosas manos.

—Tienes razón, pero al menos puedes hacer feliz lo que aun quede.

Naruto no dijo nada, se limitó a pasar el dorso de su mano derecha por sus ojos y nariz antes de volver a llorar.

Era tan injusto, su hijo era apenas un adolescente convirtiéndose en un adulto y había demostrado ser capaz de amar incondicionalmente, levantarse sin tener que pedir ayuda para llegar hasta donde estaba. Y solo deseaba permanecer al lado de una única persona.

Lamentablemente al parecer eso ya era imposible.

Los remordimientos le hicieron voltear de la expresión derrotada de Naruto, sin embargo al hacerlo pudo ver a Kushina al final del pasillo, observándolos como antaño.

Como habían pasado los años.

 

 

 

 

Gimoteó cuando se dio cuenta de que ninguno llegaría, Sakura contuvo su tristeza al saber que ni Naruto o Sasuke se presentarían ese día a su boda. Esperaba que al menos alguno la acompañase en un día tan importante en su vida.

Pero no fue así.

Solo Hinata y sus demás amigos asistieron evitando mencionar a los ausentes, creyendo absurdamente que aquel terrible desplante se debía seguramente a algo muy importante.

Pero eso no lo creyó, Sakura los había llamado los últimos días recibiendo solo el constante pitido seguido del buzón de voz, enfadada les dejó algunos mensajes. Aun así sus amigos de infancia no se presentaron, se juró a si misma reclamarles el doloroso fallo.

Así que inspiró hondo cuando la música comenzó a sonar, cuando debió caminar por el pasillo en su hermoso vestido blanco, manteniéndose tan sonriente como pudo hasta que llegó al altar y quien se convertiría en su esposo la aguardaba feliz.

 

 

 

 

 

 

La sensación no la había experimentado desde hace mucho tiempo, quizá desde que era solamente un niño y su madre lo regañaba cuando se portaba mal. Sasuke deseó gritarle a la mujer delante suyo, apartarla y decirle que solo estorbaba.

Pero no pudo.

Los claros ojos de Kushina se clavaron fijos, con todas las acusaciones que nadie más quiso verter encima de él.

—No deberías estar aquí, a menos que hayas venido a confirmar de primera mano que tu hermano ya esté muerto.

Aun resentía el pequeño dolorcillo en la mejilla cortesía de la sorpresiva bofetada que la mujer le soltó cuando lo tuvo al alcance, su impresión inicial fue interrumpida por Minato que de inmediato tomó a Kushina para sujetarla con ambos brazos.

Él le había contado todo.

La sonrisa irónica en sus labios no llegó a concretarse—, me sorprendes Kushina, tu repentina buena voluntad para con mi hermano. Porque desde que puedo recordar lo has detestado por haber descarriado a tu adorado hijo.

Estaba nervioso y su lengua se adelantó a sus pensamientos, deseaba molestarla aún más, quizá que arremetiera en su contra para que de alguna manera dejara de sentirse tan miserable.

La mujer pelirroja presionó los dientes pero no hizo el más mínimo esfuerzo por soltarse de los brazos de Minato, en cambio retrocedió dando a entender que no cedería a la burda provocación.

—Quizá tengas razón pero lo que tú le has hecho a tu única familia es simplemente despreciable. ¿Tanto lo odias?

¿Lo odiaba?

Sasuke se mordió la lengua sin responderle, sin responderse a sí mismo, recordando su infancia, sus tontos miedos. Como incluso el aprender a andar en bicicleta fue dificultoso hasta que Itachi aparecía para ayudarlo…

Como en cada verano lo llevaría para jugar junto a Shisui en la playa, enseñándole a formar insulsos castillos de arena que más tarde la marea terminaría por borrar. Pero que más daba, todo el día se resumiría en risas y hermosos momentos.

Momentos que no se repetirían, porque ya no eran niños.

Porque probablemente Itachi jamás le permitiría su compañía de aquel modo, aunque dijese que no podría odiarlo. ¿Quién compartiría su tiempo con la persona que ocasionó su infelicidad?

—Eres tan egoísta que solo piensas en como tú te sientes, no me interesa en lo más mínimo lo que quieras hacer con Itachi pero si eso afecta de alguna manera a mi hijo ten por seguro que no voy a quedarme observando.

—Kushina, es suficiente—. Minato habló alto cortando el inútil altercado—, este no momento, ni el lugar para una discusión.

Ella negó casi decepcionada zafándose del agarre—, nunca será el momento, es por eso que has permitido que este muchachito venga a poner todo de cabeza sin decirle una palabra.

Soltó una maldición entre dientes antes de aparte por completo, tan furiosa que las personas en su camino se apartaron inconscientes. Sasuke tragó pesado apenas viendo a Minato a tan solo un par de pasos, empezó a detestar a esa mujer porque tenía razón.

—Shizune nos espera, eres hermano de Itachi y ella quería que estuvieses presente para darnos el diagnóstico.

—Como si me necesitaran para algo—, su tenue risa irónica resultó incómoda hasta para sí mismo.

—De hecho ninguno de nosotros puede hacer algo para revertir esta situación, Sasuke. Así que tómalo como mera cortesía.

Las filosas palabras lo tomaron por sorpresa y para cuando quiso enfrentar esa mirada azul Minato ya le daba la espalda, caminando sin esperar a que lo siguiera. Antes de siquiera mover los pies se sintió pesado, como si bloques de concreto hubiesen sido repentinamente atados a las suelas de sus zapatos.

¿Cómo iba a saber que las cosas terminarían así?

Los pasillos se hicieron interminables, solo la espalda del padre de Naruto se mostraba clara, seguramente pensaba igual que esa mujer aunque no lo dijese. Todos lo estarían culpando por este fatídico desenlace, convirtiéndolo en el único responsable.

Contuvo la respiración cuando llegaron a la oficina de la mujer, Sasuke pudo ver a Naruto ya dentro, sentado con expresión derrotada, al verlo de perfil no fue difícil notar que hace nada había estado llorando. Fue por ello que decidió quedarse afuera a tan solo un paso del marco de la puerta, lo suficientemente cerca para poder escuchar. Shizune apenas le dio un asentimiento a modo de saludo antes de ponerse a hablar.

 

—De momento está estable, aunque aún tenemos que tomar en cuenta los factores de riesgo inmediato. No está respirando bien, sus pulmones se han llenado de sangre, su corazón no está funcionando como debería-

— ¿Va a morir?

La queda pregunta de Naruto interrumpió la explicación.

Shizune hizo una pausa para inspirar hondo antes de continuar—, ya sabíamos de esto Naruto. Aunque Itachi siguiese al pie de la letra el tratamiento y sin mejoras significativas su esperanza de vida no era muy alta.

Sasuke contuvo la respiración al oírla, sintiéndose estúpido al ser el único ajeno a ese detalle…

A ese desastroso detalle.

—¿Tanto así ha empeorado? —Minato preguntó sentando al lado de su hijo.

—Lamentablemente sí. Si usamos medicamentos más resistentes podría resultar peor, así que no voy a sugerirles un tratamiento más agresivo, solo retornar a su tratamiento habitual y-

—¡¿Y esperar a que se muera?!

Esta vez Naruto gritó poniéndose de pie, la nota temblorosa en su voz hizo evidente que estaba llorando de nuevo.

Un pesado silencio prosiguió.

—Si quieren podemos considerar otras opciones, podríamos trasladarlo a Norteamérica y buscar un mejor tratamiento pero la enfermedad de Itachi-san no es algo que va a desaparecer con una operación o un medicamento, Naruto. Sería peor si su cuerpo rechaza la medicación, podríamos ocasionarle deceso acelerado si su corazón llegase a fallar.

—¿Cuánto tiempo?

 

Esta vez fue Shizune quien se mantuvo en silencio demasiado tiempo, tomando un par de hojas en manos no se atrevió a responder de inmediato a la pregunta de Minato.

—Aún quedan hacer estudios y… no quiero hacer un pronóstico apresurado, podrían ser un par de años o diez si existe mejoría. En realidad estamos jugando con los tiempos, ya deben saberlo, es difícil mantener viva a una persona que no quiere estarlo…

 

Fue entonces que Sasuke dejó de oír, los términos médicos que la mujer comenzó a enumerar le tuvieron sin cuidado, ni siquiera se percató de estar llorando, cerró los ojos tratando inútilmente de que las lágrimas no se desbordasen. Se guardó sus gimoteos tanto como pudo antes de tener que apartarse, dirigiéndose a los baños se plantó frente a los lavabos para mojar su rostro con el agua del grifo, deseando tontamente que sus lágrimas se detuvieran.

¿Cómo se supone que iba a saber?

No quería que su hermano muriese.

Nunca quiso que eso sucediera.

¿Entonces cuál fue su deseo?

Siguió llorando sin poder contenerse, como cuando era un niño y la desolación y el miedo lo superaban.

 

.

—Todo está bien, Sasuke.

Claro que no estaba bien, aquella casa era enorme y aterradora. Llena de cuartos vacíos y empolvados donde estaba seguro que algún ente demoniaco lo atacaría de quedarse solo. Sasuke detestaba esa casa, quería regresar a su antiguo hogar. La pequeña casita donde podía observar las estrellas cada noche.

—Tú no escuchaste… los ruidos—, se quejó sorbiendo su nariz y limpiando sus lágrimas con el dorso de su mano.

—Pudo ser el viento o un pajarito atrapado en el ático, ya te dije que oí a uno cantar fuera de mi ventana.

—Aquí no hay pájaros, solo esos horribles cuervos—, sollozó más alto.

Entonces los brazos de su hermano mayor lo rodearon con cariño, confortándolo para que dejase de llorar, Sasuke se dejó cobijar, siempre se sentía mejor con la compañía de Itachi.

—¿Puedo dormir contigo esta noche?

Preguntó con inocencia, aunque ya conocía la respuesta.

—Claro que sí.

Quizá atravesar el lúgubre pasillo para llegar al dormitorio de Itachi era lo más difícil durante las noches, con los tablones de manera rechinando tras sus pisadas, corría tan rápido como podía para envolverse entre las sábanas dejando que sus pequeñas manos fueran sostenidas por las de su hermano, escuchando un pequeño cuento antes de quedarse dormido, antes de tener que ser despertado para volver a su habitación al amanecer para que su padre no lo reprendiese por su falta de valor.

Sí, porque podía permitirse aquel atisbo de miedo, de duda, al saber que Itachi estaría ahí para apoyarlo, para ayudarlo cuando lo necesitase. Porque su hogar no estaría completo de él faltarle.

.

 

Y lo comprobó con nauseabunda certeza cuando sus padres murieron y sufrió más por su distanciamiento, por saberse desplazado por alguien más. Cuando los susurros de “estará bien” cesaron, cuando ya no pudo recostarse a su lado, sabiendo que otra persona lo convertiría en su hogar.

Jadeó casi sintiéndose ahogar, cuando comprendió lo estúpido de sus acciones, lo ilógico de su proceder. Maldijo a sus padres por dejarlo de lado, por ocasionar que Itachi fuese tan importante en su vida que hasta quiso odiarlo por no poder ser siempre el centro de la suya.

Como lo iba a saber.

No pudo ayudar a su hermano, no fue capaz de devolverle un poco de la felicidad que él le entregó. Se sintió enfermo, así que giró para encerrarse en un cubículo y devolver el nulo contenido de su estomagó en el retrete. Ahora no podía simplemente pedir perdón y esperar a que todo fuese felicidad, como si pudiese despertar de un amargo y desdichado sueño.

Cuando se sintió mejor tiró de la cadena para salir y volver a mojarse el rostro. No debió sorprenderse cuando la puerta se cerró dejando ver a Naruto, con semblante tan lamentable como el propio.

—Si necesitas gritar… este es el momento—. Casi susurró.

—Desearía poder odiarte pero no eres el único culpable, Sasuke. No estoy aquí para pelear de nuevo, ya estoy cansado de eso… solo quiero hacerlo feliz el tiempo que quede y sé, que aunque odie admitirlo que necesito tu ayuda.

Sasuke se tomó demasiado tiempo antes de mirarlo de frente, sintió sus manos temblorosas a medida que soltaba la cerámica del lavabo para erguirse por completo.

—Lo que necesitan es que me aparte por completo.

Su antiguo amigo negó soltando un suspiro después—, también lo consideré pero no va a funcionar así. Itachi y tu son hermanos… eso no va a cambiar y él te ama demasiado.

 

No como a ti.  Pensó con amargura pasando el dorso de su mano por sus comisuras con poco elegancia digna de sí mismo.

—¿Qué quieres que haga?

—¿Qué es lo que quieres hacer? —Devolvió la pregunta con cierto deje de tristeza que era incapaz de disimular—, no podemos seguir con esto, Sasuke.

Asintió suspirando quedito después, estaba agotado y el día acababa de comenzar. Estaba seguro de que actuaría en defensa de Itachi si la situación lo ameritase aunque eso lo colocase como un genuino hipócrita, Sasuke comprendió en ese instante que su hermano no estaría mejor con nadie más que no fuese Naruto.

Agradeció en su fuero interno que su antiguo amigo no se hubiese dado por vencido, porque él se sentía demasiado destrozado como para continuar peleando, ansiaba poder hallar paz consigo mismo, no sentirse abandonado cuando los viese sonreír, sin deseos de llorar deseando su amor, usando su voz para gritar y herirlos creyendo sentirse mejor después de eso.

Ya no deseaba nada.

Solo poder ver a su hermano en calma y felicidad.

Volvió a suspirar tragando el pesado nudo en su garganta.

—Puedes comprarle narcisos, cuando éramos niños solían gustarle igual que a mamá—. Sugirió desviando la mirada, el fuego del resentimiento en su interior sintió aplacarse, solo quería correr al lado de su única familia y abrazarlo.

—Así lo haré, voy a poner todo mi esfuerzo para que sea feliz dattebayo—, y los ojos azules comenzaron a lagrimear a pesar de estar sonriendo.

 

 

 

 

0o0o0o00o0o0o0

 

 

 

La próxima vez que abrió los ojos fue un suceso inesperado, realmente creía que no volvería a despertar y estaba bien con eso. Aunque no pudiese hallar paz en la muerte probablemente las personas que amaba si lo harían, podrían ser felices sin él.

Respirar era demasiado tortuoso, como si tuviese algo atorado en la garganta y en cada leve contracción un dolor punzante le sofocaba en lugar de dejar que el oxígeno corriese libremente hacia sus pulmones, sus jadeos eran atrapados por la mascarilla plástica. Así que para contrarrestar la dolorosa sensación se enfocó en lo que tenía encima, el blanco techo que no fue ninguna novedad, siempre terminaba contemplándolo luego de perder la conciencia.

Tan desalentador.

Fueron sus oídos los siguientes en reactivarse, los molestos pitidos de las máquinas le llegaron de golpe haciéndole entrecerrar la mirada con un jadeo adolorido.

—Ita.

Solo entonces aquella voz acudió a sus tímpanos, un ligero sobresaltó contuvo buscando el origen del sonido, sintió su cuerpo pesado dificultándole cualquier acción, sus músculos crujieron de agonía como si hubiese sido apaleado.

—No te esfuerces, tienes que descansar.

Oyó de nuevo la voz y se entornó tanto como pudo hacia su izquierda hallando a Naruto a unos pasos, una sonrisa agotada en sus labios le hizo evidente que habían pasado al menos unos días desde aquel incidente, tenía bolsas bajo los ojos azules y una expresión de cansancio rodeándolo por completo.

Sus resecos labios se entreabrieron pero el molesto plástico cubriéndole la boca no le permitió hablar.

—Han pasado un par de días así que no te preocupes, Shizune-neechan dice que te pondrás mejor—, se acercó más tomando una de sus manos entre las de él con cautela, sentándose al borde de la cama de hospital.

Fue sencillísimo darse cuenta de que mentía, Naruto siempre fue transparente y honesto, como podría ocultar algo tan importante sin que lo revelasen sus facciones. Itachi sonrió en la medida de lo posible, un leve escozor en los ojos lo tentó a llorar. Jamás quiso que Naruto sufriese por su causa, deseaba que pudiese llegar a ser feliz con otro amor.

Pero la sincera mirada que le dedicó comenzaba a hacerlo dudar.

—Eh, tranquilo. No pasa nada, voy a quedarme aquí hasta que te sientas mejor´ttebayo.

Le habló suave pasando sus dedos por su cabello, un ligero beso se estrelló en su frente e Itachi quiso corresponder el gesto.

 

 

 

.

 

 

No quiso contar los días que se mantuvo con el oxígeno, era molesto e incómodo no poder hablar como deseara, balbucear sonidos atrapados que no podían descifrar. Por ello cuando se la retiraron se sintió aliviado, con ello el dolor punzante en su pecho se evaporó casi por completo, la sensación de ahogo también menguó.

—¡Shizune-neechan sigue sin escucharme, ya le dije que unos dangos no le hacen mal a nadie y no me deja traerlos dattebayo!

Con fingida indignación Naruto se había sentado de nuevo en la incómoda silla metálica, mientras removía con la cucharita el puré que Itachi debería comer ese día. Dándole una ligera probada a la pasta su boca se torció en un gesto de completo desagrado.

—Esta horrible, ya sé porque todos odian los hospitales—, se quejó.

Itachi sonrió ante la expresión de Naruto, con la cabecera de la cama ligeramente elevada podía apreciarlo mejor que los primeros días.

—No tienes que hacer esto —balbuceó ganándose toda la atención de los ojos azules.

—Aun así voy a hacerlo, si no me quieres aquí es mejor que pidas una orden del juez—, respondió en tono suave volviendo a enfrascarse en la comida.

Con cautela elevó su mano izquierda para posarla sobre la mejilla de Naruto, una vaga caricia y una sonrisa le regaló—. Como desearía que las cosas fueran como antes.

Y en verdad lo deseaba, no sentirse culpable por estar enamorado, pendiente de las reacciones de Sasuke para evitar malinterpretarlas, poder decir todo lo que sentía y pensaba sin temor a que eso fuese a lastimar a alguien.

Pero era imposible, su corazón debía estar apartado de Naruto.

Para olvidarlo, olvidarse de él.

—Yo también.

 

Fueron los suaves golpes en la puerta abierta lo que los sobresaltaron, Itachi retrajo su mano cuando su hermano ingresó con expresión neutra, no lo había visto desde su última conversación poco amable.

—Sasuke, recibí tu mensaje—, Naruto se puso de pie algo incómodo, dejando el plato de comida sobre el buró blanco de metal—. Voy a dejarlos hablar, yo iré… iré a pedirte algo de gelatina, de seguro que sabe mejor que esto —dijo tragando pesado antes de inclinarse y darle otro beso en la frente que Itachi no pudo evitar antes de salir por la puerta cerrándola tras de sí.

Itachi se mordió el interior de su labio inferior, su cuerpo aún se hallaba demasiado exhausto para seguirle el paso a cualquier discusión que su hermano quisiera iniciar, no se sentía capaz de oír sus reclamos una vez más.

—La bola de tus amigos están desesperados por venir a verte, decidimos que era mejor dejarte recuperarte unos días antes de que esto se volviese un desfile de gente rara.

—¿Quiénes lo decidieron?

—Hn… Naruto y yo. Sabes que el dobe está preocupado por ti, Minato me dijo que aunque le pediste que fuese a dormir al departamento él se quedó en los pasillos, es muy terco—, resopló acercándose más, sentándose en la silla que Naruto usase hace nada.

Itachi asintió confundido, no esperaba que las cosas se diesen tan pronto… tragó pesado deseando quedarse en soledad.

—Sé que no deseabas mi visita pero necesito que-

—Sasuke, no tienes que disculparte conmigo, Yo solo quiero que tú seas feliz—, forzó una sonrisa temiendo la terrible confirmación de que sus planes se habían hecho realidad, debería sentirse satisfecho pero la urgencia de llorar solo iba intensificándose.

—Y yo quiero que tú lo seas. —Sasuke lo observó con detenimiento, como adivinando sus pensamientos e Itachi se sintió incapaz de ocultarlos—, sé que Naruto te ama y tú a él… jamás debí dejar que mi resentimiento te hiciera sufrir… por favor perdóname.

Contuvo la respiración cuando oyó la disculpa, el rostro acongojado de su pequeño hermano activó la sensación de querer abrazarlo y decirle que nada de esto era necesario.

—Sasuke…

—Quiero que sepas que me importas —musitó casi ahogado, sin cambiar su entristecida expresión, con el ceño fruncido y los labios con un levísimo temblor—. No quiero ser el causante de tu infelicidad… solo quiero verte feliz…

Itachi pasó saliva con dificultad, como si le costase demasiado creerle a su hermano, seguramente decía todo aquello solo por su salud.

—Sasuke en verdad no necesitas-

—¡Lo digo en serio! —elevó la voz tan solo un poco—. Por favor, te pido que lo olvides, todo lo que sucedió, todo lo que hice… yo no amo a Naruto. ¿Te parece que lo hago? Qué clase de amor tan enfermizo podría sentir para querer lastimarlo…

No estaba llorando pero los ojos de su hermanito se percibieron brillantes, titilantes como los vio en tan pocas ocasiones, cuando eran solamente niños. Así que cauto acercó sus manos a la de Sasuke, para sostenerla con cariño. Recordaba lo pequeñas que eran y como cabían perfectamente entre las suyas, ahora eran ligeramente más grandes pero aun así se tomó el tiempo de acunarlas entre sus dedos. Acariciando lentamente los nudillos tratando de contener la angustia de su hermano menor.

—¿Recuerdas cuando nos mudamos a Tokio? Como no te gustaba la nueva casa dijiste que volverías solo a la antigua casa y tan solo al poner un pie en el jardín regresaste casi llorando, porque uno de los cuervos te había espantado.

Fue el primer recuerdo que vino a su memoria, lo único que pudo evocar para intentar tranquilizarlo, para que dejase de sentir la culpa que obviamente lo estaba lastimando. Itachi no se sorprendió cuando Sasuke casi se le fue encima abrazándolo con fuerza, solo entonces los ligeros sollozos llegaron a sus oídos, estrellándose en su cuello como gimoteos pueriles.

—Todo está bien, Sasuke —murmuró condescendiente, acariciando su cabello y espalda con genuino afecto. Su pequeño hermano había atravesado demasiadas experiencias desagradables, nunca podría culparlo por su errático proceder. Podría sentir frustración, enfado y hasta deseos de gritarle, sin embargo jamás dejaría de quererlo.

Si, quizá era demasiado benevolente con la desastrosa situación que habían desencadenado pero nada ganaría con restregarle su enfado e ira.

—Por favor… olvídalo, olvídalo.

Le oyó murmurar como si fuese algún conjuro, como si en verdad pudiese borrar todos los malos momentos de una pincelada, ahogarse en una amnesia voluntaria que evanescería solo las desdichas. Así que solo sonrió deseando poder conseguirlo aunque sabía que nunca sucedería.

Si tan solo pudiera.

Puede que Sasuke no deseara lastimarlo pero había conseguido despedazarlo con la precisión de un escalpelo, negándole su afecto y empapándolo de reclamos. Como si le hubiese incrustado el filo de un cuchillo que llevaba tras su espalda y por todos los cielos que ya no tenía la más remota idea de que hacer.

Así que solo pudo consolarlo, consolarlo como cuando eran niños.

—No te preocupes.

—Lo siento… en verdad lo siento.

Fue lo último que le oyó.

 

 

.

 

 

Aquella noche Sasuke se quedó a su lado, aunque no se atrevió a hablarle más de lo estrictamente necesario, como si sintiese vergüenza por su arrebato.

Itachi solo pudo sonreírle, tratar de confortarlo sin palabras, hablándole de su niñez, de los momentos en los que fueron más unidos antes de que se desatara todo el caos. Pese a ello se sentía extraño, temiendo en que cualquier momento Sasuke volviese a gritarle y reclamarle por una relación que ya no existía.

Suspiró quedito revisando su celular sin ánimos, deteniéndose innecesariamente en el mensaje que Naruto le había enviado hace poco.

 

“Lamento haberme ido sin despedirme, Sasuke y tu tenían mucho de qué hablar.

Te amo, por favor no lo olvides.”

 

Sus ojos se anegaron levemente, tenía demasiadas dudas aglomeradas en sus pensamientos. Realmente no habían hablado con su hermano más que lo poco que este le dijo hace horas, lo conocía lo suficientemente bien para saber que no era una persona capaz de mentir. Así que sus disculpas y sus afirmaciones debían ser verdad.

Sin embargo conservaba grabado el temor de estar malinterpretando sus acciones, que Sasuke no le dijo lo que en verdad sentía.

Justo como hace más de seis años.

Jadeó un poco más apresurado cuando respirar le provocó una ligera punzada en el pecho.

—¿Estas bien?

Sasuke dejó el libro que ojeaba sin interés para acercarse ayudándolo a incorporarse sobre la blanca cama.

—Iré por una enfermera.

—No— lo detuvo sujetándolo de la manga de su chaqueta, no quería más analgésicos que entraran por la aguja del suero mareándolo de inmediato, forzándolo a dormir cuando ese era su menor deseo—, solo es… un poco de sed.

Su hermano asintió sirviendo de inmediato un vaso de agua de la jarra que se hallaba en el buró, se lo ofreció con cuidado e Itachi de inmediato bebió el contenido relajando su respiración, soltando hondas bocanadas después.

—Sé que no es buen momento pero quería hablarte de Madara.

La nueva oración logró captar su atención, hace mucho que no sabía nada de su tío.

—Me dijo que la casa ceremonial Uchiha está a nuestro nombre, que Minato hizo los trámites.

—¿Qué? —preguntó confundido, esa casa hace mucho la habían vendido.

Sasuke enarcó una ceja ligeramente confundido por su falta de información.

—Pensé que lo sabías, cuando la vendiste Minato la compró, la ha tenido entre sus propiedades desde hace años, sé que no le hizo ningún cambio, sigue igual que hace décadas—. Suspiró —una herencia tonta e innecesaria si me lo preguntas pero creí que te gustaría tenerla así que iba a cedértela por comple-

—¡No!

Seguro fue debido a los medicamentos o a su ligera carencia de aire pero reaccionó demasiado obvio cuando supo que aquel lugar de alguna manera aun le pertenecía, tan solo rememorar los horribles últimos momentos que padeció allí retorcían su fingida tranquilidad. Nunca más volvió a poner un pie en esa casona después de lo que sucedió con Jiraiya.

Sasuke se quedó observándolo por innecesarios minutos antes se sentarse a su lado.

—¿En verdad no la quieres?

Negó sintiéndose mareado, se deslizó entre las sábanas para girarse dándole la espalda a su hermano menor, nunca pudo hablar de eso con nadie mas que con Naruto, de alguna manera sentía que solo atormentaría a Sasuke de ahondar de nuevo en recuerdos tortuosos.

—Tengo sueño, voy a… tratar de dormir.

Segundos después la pequeña lámpara que iluminaba la habitación se apagó, oyó los pasos de su hermano regresar al pequeño sillón en el fondo del lugar antes de que le volviese a hablar.

—Está bien, yo me hare cargó de todo eso.

Suspiró aliviado antes de cerrar los ojos.

 

 

.

 

 

Las pesadillas fueron demasiado difíciles de dejar atrás, muchas noches se levantaba agitado y al borde de un ataque de pánico. El psicólogo que visitaba a insistencia de Naruto y Minato ciertamente estaba teniendo un impacto positivo en los malos ratos que no creyó se mantendrían luego de meses.

Los brazos cálidos de Naruto lo rodearon con cautela como tanteando su reacción y cuando no dio señales de apartarse lo estrecharon por completo. La oscuridad en la habitación reducía su visión por completo así que intentó relajarse con las vagas caricias en su espalda y cabello desordenado. El infame sueño donde los cadáveres de sus padres yacían desparramados en el piso junto a los gritos de reproche de Sasuke y las grotescas manos de Jiraiya recorriendo su cuerpo bastaron para despertarlo aterrado en medio de un grito ahogado que espantó a su pareja.

—Shh —Naruto le susurró bajito estrellando un suave beso en su espalda—, solo fue una pesadilla. Estoy aquí, contigo.

Itachi agradeció el confort que le proporcionaba su sola cercanía pero su sueño había sido ahuyentado en lo que quedase de noche—, puedes volver a dormir yo-

—Vas a quedarte despierto toda la noche —interrumpió soltando una risilla, afianzando su abrazo—. ¿Quieres ver una película?

Quiso negarse pero permitirse depender de Naruto era uno de los placeres más egoístas en su relación, nunca lo admitiría pero era feliz con ello. Asintió usando sus dedos para recorrer los brazos que lo cobijaban antes de que ambos se levantaran para llegar a la sala, acurrucándose en el sillón en medio de las mantas aguardó expectante a que los actores comenzaran a hablar.

—Están en un andén, ella… tiene el cabello castaño, parece una nerd dattebayo —bostezó.

Sonrió ante la explicación de Naruto, esa que siempre soltaba cuando veían algún programa de televisión juntos, cuando intentaba “ver” algo más que manchones blancos, era sin duda la voz de su pareja la que le aclaraba detalles básicos para que al menos pudiese imaginar las situaciones en su cabeza tan distintas a la realidad.

Fue constante.

Y en algún punto las pesadillas desaparecieron.

 

 

.

 

 

Los próximos días fueron casi una metódica repetición de los anteriores, Naruto se mantenía a su lado casi todos los días, haciendo esporádicos intercambios con Sasuke que llegaban a intrigarlo demasiado. Nunca fue adepto a recibir demasiados cuidados de las personas de su entorno, todo el mundo solía esperar que fuese él el protector y encargado de solucionar los problemas como una especie de héroe forzado. Así que cuando todos sus amigos empezaron a visitarlo con aleatoria frecuencia que fue consiente por completo de su situación actual.

Quiso decirles que no necesitaba que se compadecieran de él.

Pero nuevamente la sonrisa de Naruto lo mantenía en un limbo constante de deseo a recuperarse en realidad. Hacer un nefasto trato con alguna deidad para mantenerse vivo hasta envejecer junto a él.

Si tan solo pudiera.

Tosió escaso buscando llamar la atención del rubio que parecía demasiado enfrascado en la tarea de despedazar la roja manzana que le ofrecería para comer después. Los azures ojos se elevaron para verlo y dibujar una sonrisa en sus labios.

—Ya casi lo termino.

—Aun no tengo hambre así que está bien, solo quería saber si tu hablaste con Sasuke.

Quiso fingir desinterés pero el sobresalto de Naruto no se lo permitió, carraspeó varias veces antes de verle con atención de nuevo.

—No, bueno sí. Somos amigos de todos modos… quiero seguir creyendo que lo somos —dijo haciendo un corte desigual en la fruta que ya parecía puré oxidándose—. No lo hubiera dejado cuidarte de lo contrario, ambos…ambos —balbuceó inseguro de como continuar— sabemos que nos equivocamos que lo que sucedió ese día no fue ni por asomo algo que deseáramos. Me dijo que solo le importa que estés bien, que yo te hacía bien—. Su sonrisa se ensanchó con ligero orgullo.

Itachi le devolvió el gesto encantado por la trasparencia de Naruto, como sus claros ojos harían evidente cualquier engaño.

Entonces sus mejillas cobraron ligero rubor, jugando con el platillo y la fruta le recordó a un adolescente nervioso.

—Quiero besarte.

Le confesó.

Pero Itachi no se lo permitió.

 

 

.

 

Su estancia en el hospital esta vez fue demasiado extendida, ya estaba harto de los sueros y el olor a fármacos constantes, más de una vez expuso su descontento a Shizune pero ella solo le sonreía y le decía que esta vez no cedería. Así que en el momento en el que al fin Kisame se presentó recurrió a él.

—Necesito salir de aquí —casi le rogó, asfixiándose en ese ambiente de constante enfermedad.

Su amigo le miró curioso sin dejar de fruncir su ceño—, y yo necesito que dejes de permitirle a ese niñato que te visite pero tampoco haces caso.

Resopló ínfimamente enojado, agradecía la completa ayuda de Kisame pero detestaba que se tomase el derecho de recriminarle las visitas de Naruto, igual que todos sus demás amigos. Era fácil para ellos argüir que necesitaba alejarse de él, que sí pudo engañarlo lo haría una y otra vez si llegaba a perdonarlo, esa fue una de las razones por las que prefirió que nadie se enterase de la realidad.

Itachi era consciente de lo enrevesada que estaba su vida, que aunque quisiese regresar con Naruto habían demasiados “en contra” para siquiera considerarlo.

Podrían acusarlo de estar negándose a ver la realidad pero para él funcionaba, el hecho de tener los resplandecientes ojos iluminando sus días dándole color a su entorno era más que suficiente para dejar rondarlo. Para que deseara observarlo todo el tiempo embriagándose en la ardiente luz que podía transmitir.

—Naruto y yo estamos bien.

—¡¿Volviste con él?!

Casi le gritó, con la ira floreciendo en sus ojos, los dientes afilados afloraron por sus labios, con aquel gesto que espantaba a cualquiera que no lo conociera bien.

—No —sacudió la cabeza entornando la mirada, no necesitaba actuar como si su vida amorosa fuera motivo de tan escandalosa reacción. Lo que sucediera con Naruto estaba seguro solo era una historia que le interesaba a ambos.

Kisame se cruzó de brazos, aun manteniéndose de pie se inclinó demasiado, acercando su rostro hasta que casi sus narices se rozaron, instintivamente Itachi retrocedió contra la cabecera.

—Piensas volver con él.

—No-

—Estas mintiendo.

—No voy a hacerlo, Kisame. Y si lo hiciera creo que es algo que solo depende de mí.

El grueso hombre no se apartó hasta molestos minutos después—, me gustaría darte la razón, Itachi-san. Pero desde siempre cuando se trata de ese muchachito o tu hermano terminas tomando decisiones tontas. ¿Es que no recuerdas como te encontré ese día? Estabas llorando como nunca en la vida, queriendo morirte por lo que pasó.

Un ligero calor se aglomeró en sus mejillas al oírlo, probablemente consecuencia del bochorno que le ocasionaba recordar su genuina tristeza que no se molestó en ocultar cuando se enteró de lo que sucedía. Sus puños se contrajeron sobre las sábanas arrugándola con fuerza antes de responder:

—Te agradezco tu amistad, que me ayudases siempre que lo he necesitado pero nada de eso significa que vaya a cambiar lo que siento por ti o por Naruto.

—Nunca esperé que me correspondieras, todo lo que te ofrecí fue sin esperar que terminaras enamorado de mí, soy consciente de que jamás me considerarías una opción. Aun así mi amistad estará allí para cuando la necesites o quieras simplemente hablar conmigo.

Itachi bajó la mirada al escucharlo, repentinamente la tristeza lo volvió a invadir, haciéndole sentir que no era merecedor de lo que tenía.

—No solo yo—, sonrió mostrando sus dientes afilados apoyando su mano sobre uno de sus hombros —todos en akatsuki siempre vamos a apoyarte, incluso si necesitas que hagamos algo turbio, tu sabes… algo así como una malévola organización.

Y rio, no pudo evitar soltar una sueva risa junto a su amigo.

Fue reconfortante.

 

 

.

 

 

Ya empezaba a acostumbrarse al blanco del lugar, haciendo una nota mental de descartar el color de su vida diaria tanto como pudiese, si es que en algún momento le dejaban abandonar el hospital.

—Son bonitas.

Minato elogió los narcisos que reposaban en un florero sobre uno de los escasos muebles, las flores eran remplazadas constantemente por Naruto, emocionado solía llegar de vez en cuando con un ramo entregándoselo con una enorme sonrisa. Le gustaban esas flores y se preguntaba cómo pudo haberse enterado de ello para darle la sorpresa la primera vez.

—Las trajo Naruto.

—Ya lo suponía, me sorprende que ahora no esté aquí.

—Fue a comer, le dije que fuese a comer —resopló definiendo si debía preguntarle a Minato sobre sus múltiples dudas —pasa demasiado tiempo aquí. ¿Dejó su empleo?

Los ojos azules se apartaron de las blancas flores para mirarlo con atención.

—Supongo que no te lo dijo. Ahora está trabajando conmigo, algunas horas al día de momento pero piensa quedarse en una planta fija cuando ya estés mejor.

—No tiene que hacerlo, es decir estoy liquidando todas mis acciones en akatsuki, tendré el dinero pronto y voy a poder-

Minato lo interrumpió con un ligero ademan de mano—, ni siquiera te preocupes por los gastos médicos esta vez o por la deuda de la operación. Ya todo está cubierto, Sasuke también insistió en colaborar, es tu hermano y no podemos negarle eso.

Un ligero nudo se trabó en su garganta haciendo más pesada su respiración, no deseaba ser una carga para su familia, esa era una de las principales razones para desear abandonar el hospital, estaba seguro de que con el paso de los días la cuenta hospitalaria se hacía más exuberante.

—Nadie está siendo forzado a esto, Itachi. Todos nos preocupamos por ti y queremos que te recuperes.

—Aun así es demasiado.

—Bueno, nos daremos por satisfechos si tú te recuperas y recobras los ánimos. Solo eso pedimos.

—Eso no cambiará nada.

—Claro que lo hará. Sé que han pasado demasiadas cosas pero depende de ti si las usas para que todo mejore, mi padre solía decir que podemos transformar las lágrimas en lluvia.

La curiosa analogía evitó que se sintiese miserable nuevamente, no obstante la idea que tenía atorada en su cabeza de que todo estaría mejor si el muriera era simplemente difícil de descartar.

—Se lo que estás pensando —dijo interrumpiendo sus fatalistas ideas—. Pero la vida no funciona así, Naruto no va a ser más feliz si tú desapareces, tampoco Sasuke, ya te lo dije.

—Va a olvidarme.

—¿Y todo el sufrimiento que le ocasionará perderte? No tienes la más remota idea del luto que puede guardar una persona. Has leído cientos de libros en tu vida y puedo enumerarte al menos una centena de amantes que jamás logran olvidar un amor.

—Esto no es ficción —le recriminó afilando la mirada, no necesitaba sentirse peor de lo que se sentía.

—No, pero no quieras decidir o predecir lo que los demás van a sentir. No todo tiene que salir como planeas, no va a ser así. Si algo sientes por mi hijo piensa bien lo que estás haciendo.

Itachi tragó pesado, la agónica grima volvía a instalarse en su pecho presionando sus pulmones.

Debía ser la tristeza.

—¿Y se supone que vuelva con él? ¿Solo así?

Oyó su propia voz trémula, conteniendo el sollozo ahogado que cerraba su garganta

—Si tú quieres es tan simple como un… solo así—. Minato suspiró pasando una mano por sus cabellos rubios dejando que su semblante agotado se asentara —has hablado con Sasuke, tu hermano no está mintiendo, lo intuí desde hace mucho, él estaba confundido y en conflicto con sus sentimientos contigo y Naruto. Sé que debí hacer algo para evitar que actuase como lo hizo.

Confundido.

No. Sasuke estaba herido, se sentía traicionado pero su sutil cambio parecía querer brindarle la nimia esperanza de que esas heridas podían sanar con el tiempo.

El padre de Naruto se aproximó más, sentándose a su lado sonriéndole con amabilidad, con esa expresión tan parecida a la de su hijo.

—Lo he pensado mucho y todo lo que ha sucedido es doloroso pero si dejamos que nos encadene, arrastraremos a todos a nuestra desolación. Nadie merece eso, menos tú, Itachi. Démosle tiempo… las heridas van a sanar.

 Tiempo.

 

 

.

 

 

Cuando Sasuke nació fue un evento sin igual en su corta vida, Itachi se quedó observando el pequeño bulto que su padre sostenía en brazos, orgulloso asegurando que se convertiría en un gran hombre. Fue triste que el encanto de su progenitor durase tan poco, con el paso de los años Sasuke fue creciendo como cualquier niño de su edad, podría ser más hábil e inteligente que el promedio, sin embargo eso no pareció suficiente para Fugaku.

Acostumbrado a los elogios y la brillantez que Itachi demostraba llegó a esperar lo mismo de su hijo menor.

Y eso era imposible.

Ambos eran personas diferentes y por lo tanto sus capacidades se desarrollaban a su ritmo, fue por eso que empezó a ser más protector con su hermanito. Ayudarlo en todo lo posible a pulir las grandiosas habilidades que poseía.

Aun así su padre se mantenía demasiado al margen.

Y eso irritaba a Itachi.

Por ello cuando llegó a la pubertad comenzó a cambiar sus hábitos, creyó que si dejaba de ser tan sobresaliente sus padres voltearían a ver a Sasuke con más atención. Se metió en líos enormes y negocios peligrosos, más de una vez su padre lo reprendió pero no le importó.

Hasta que la amenaza llegó.

“Si no cambias tu actitud te juro que voy a enviarte lejos y no vas a ver tu hermano”

Aún era menor de edad y aunque no lo fuese Sasuke estaba bajo la custodia de sus padres y lo único que no soportaría sería dejar de ver a su pequeño hermano. Así que tragándose sus protestas trató de corregir su actitud. Terminó la preparatoria y entró a la universidad, todo pareció ir bastante bien durante esos años hasta el día que se topó con Jiraiya.

Itachi no estaba seguro de porque reaccionó así al ver a esa persona, ni siquiera la presencia de su padre ese día evitó que tirase de manera intencional el café sobre la costosa ropa, mucho menos se inclinó en señal de disculpa cuando Fugaku lo conminó a pedirle perdón al padrino de Naruto.

“La próxima vez que nos veamos es probable que no puedas levantar la cabeza de nuevo”

Fue el murmuro amenazador que le soltó una vez le dijeron que los dejase para hablar de negocios y aunque lo ignoró… todo se convirtió en una espiral de fatalidad luego de eso.

 

 

Itachi suspiró cuando sus pensamientos regresaron a su presente, la habitación de hospital siguió mostrándose exasperantemente igual. Sasuke aún se hallaba sentado en el sofá ojeando esta vez una revista de variedades con cara de hastío, sonrió enternecido al verle fruncir el ceño molesto por lo que leía, un vistazo fugaz al reloj mostró que apenas eran las tres de la tarde.

—¿Cómo está Kamina?

El más joven se sobresaltó al escucharlo, dejando de lado la impresión le observó con atención, hace tiempo que  no hablaban del pequeño.

—Bien, de hecho en la guardería me dijeron que es bastante hábil con los bloques y las formas. Me gustaría traerlo pero aquí se toman muy en serio las reglas, cuando salgas seguro que estará feliz de volver a verte.

Sonrió a pesar de dudar que su sobrino lo recordase después de sus breves encuentros, aunque el gesto más pacífico en Sasuke era suficiente para hacerlo sentir mejor.

—Itachi… hay algo que necesitas saber.

Ligeramente contrariado asintió con cautela. —¿De qué se trata?

—Cuando salgas de aquí… y Naruto está de acuerdo en que regresen al departamento juntos, así el podrá estar pendiente de ti-

—Tengo mi departamento Sasuke, voy a estar bien ahí.

Su hermano carraspeó poniéndose de pie antes de responderle.

—No tienes que ser tan terco. El dobe aun esta por completo enamorado de ti y sé que tú también lo quieres. ¿Por qué no puedes considerarlo?

Una leve migraña le hizo entrecerrar los ojos, tal vez debido a que el cambio abrupto de Sasuke le ocasionaba inseguridad. Aun no podía creerse que luego de todo lo sucedido simplemente apoyara su relación cuando lo arrinconó hasta que la terminó.

—No voy a discutir eso contigo —sacudió la cabeza negando.

—Entiendo porque mis palabras te resulten falsas, pero cuando te dije que lo lamentaba fue cierto, cuando te dije que solo quería que fueses feliz también lo fue.

Ligeramente molesto Sasuke salió de la habitación sin decirle más.

Pero no podían culparlo por sentirse tan paranoico.

 

 

.

 

—Te necesito, cada día y cada noche.

Naruto tenía la facilidad de soltarle frases que parecían más una declaración de amor constante, con sus manos cobijando las propias le sonreía con inmenso amor, intentando por todos los medio arreglarlo.

Siempre había estado intentando arreglarlo.

Disipar sus dudas y miedos, con encantadores gestos fue borrando todas las rajaduras que en su momento lo tentaron a desaparecer, cuando se sintió ahogado en su desolación. Fueron los brillantes ojos azures los que iluminaron su camino a pesar de que ya no pudiese verlos, su luz cegadora bastó para que los mantuviese en sus recuerdos llenándole de calidez.

Como la luz guiando su camino.

Oh, y como lo amó.

Como lo amaba.

Jamás desistió en su afecto entregándole todo lo que necesitaba, cobijando sus noches cuando estaba demasiado cansado para dormir, cuando creyó que lo había perdido todo, cosas que nunca reemplazaría. Cuando se supo al borde del abismo atrapado sin poder retroceder.

Naruto se mantuvo a su lado intentando protegerlo incluso de sí mismo.

Se permitió llorar en sus brazos, desbaratando su máscara de perfección y estoicismo.

Fue maravilloso.

Fue maravilloso ya no tener que gritar solo en la oscuridad.

—Te juro que he aprendido de mis errores.

El mayor error de Naruto fue amar demasiado, seguir amando cuando cualquier persona habría abandonado una empresa tan desastrosa, tan aferrado a no dejarlo ir aunque fuese lo peor en el mundo.

Siguió y siguió intentándolo.

Itachi sintió como las lágrimas iban escabulléndose de sus ojos, ajeno a sus deseos, incorporado en la blanca cama Naruto acunaba su rostro con cariño, murmurando palabras de amor, disculpas por no haberle dicho todo desde el principio por haber dejado que las cosas terminaran así.

La tenue luz del ocaso solo consiguió que lo observara atentamente, perdiéndose voluntariamente en la profundidad de aquel azul que nunca dejaría de amar.

—Naruto —lo llamó quedito, casi dudando.

Lo amaba demasiado, tanto como para no querer dejarlo ir. Y la calidez volvió a calentar su corazón cuando los labios ajenos alcanzaron los suyos en una caricia suave, como si temiese el rechazo.

—Te amo Itachi, siempre voy a hacerlo.

Quizá estaba demasiado cansado de vivir rechazando su propia felicidad, apartando todo lo bueno en su vida para que su familia fuese feliz, sin embargo… Naruto también era ahora su familia.

Había intentado dar lo mejor de sí mismo, aunque quizá nunca tuvo éxito.

Así que se permitió llorar logrando con ello sonreír.

—Yo también te amo, Naruto.

Pero si no lo seguía intentando nunca sabría todo lo que ese amor valía.

 

 

.

 

 

El tiempo avanzó demasiado rápido para su gusto y como leyó en algún lugar siempre fue cierto que este avanzaba mas rápido cuando uno era feliz.

E Itachi podía asegurar que últimamente era demasiado feliz.

Cuando al fin Shizune le permitió regresar a su hogar ya había perdido la cuenta del tiempo que pasó en el hospital, simplemente no quería recordar números, su vida nunca fue más pacífica desde que decidió ignorar los tiempos. Solo pedía acostarse al lado de Naruto sonriéndole enamorado.

El momento en que Kamina llegó a sus brazos de nuevo una oleada de pánico le asaltó, era tan parecido a Sasuke, con el paso de los meses las redondas mejillas y la sonrisa de ensueño le rememoraban a su pequeño hermano. No tardó en tomarlo de una mano para guiarlo por el lugar que hace mucho el infante visitó, los dulces balbuceos tratando de hacerse entender encogieron su corazón de ternura.

Así que se permitió consentirlo con unos dangos.

 

 

Casi aletargado por las medicinas solía recostarse durante las tardes contemplando el paisaje citadino, hasta que el negro cuervo aparecía tras el cristal golpeando con su pico pidiendo permiso para entrar. Fue un curioso descubrimiento que Naruto no actuase a la defensiva al verlo nuevamente rondar de vez en cuando el lugar.

Era como si tuviesen un acuerdo mutuo, ninguno se incordiaba tratando de ignorarse lo más posible cuando coincidían.

—Bueno… es difícil de creer pero me ayudó aquella vez que me llamaste desde el bar. No es un ave tan molesta cuando te acostumbras dattebayo.

Había sido su respuesta cuando le preguntó por su extraño cambio de actitud.

Pero más sorprendente fue tenerlo reunido junto a Sasuke, porque a pesar de que hablasen con la misma soltura que antaño ninguno parecía resentir la presencia del otro. Minato había tenido razón, necesitaban tiempo para borrar el daño.

 

 

Incluso parecía otra historia

Una donde no necesitaba ninguna mentira perfecta.

Donde podría revelar cualquier secreto seguro de que Naruto lo oiría encantado.

Donde todo estaba bien.

E Itachi lo sabía.

Aunque nadie se lo dijera.

Sin importar que tan maravilloso fuese todo, debería terminar su historia.

 

 

 

—¿Quieres casarte conmigo?

La pregunta llegó una noche en verano, cuando los fuegos artificiales inundaban el cielo y ambos vestían las yukatas de ocasión. Las luces iluminaron el cielo nocturno pintando de colores efímeros la oscuridad. A Itachi no le sorprendió la propuesta, hace semanas había notado los ligeros nervios de Naruto, seguro de que estaba conteniéndose de preguntarle algo importante.

—Si.

Le respondió seguro, curvando sus labios al sonreír mientras el anillo que atesoraba volvía a deslizarse por su dedo anular resplandeciendo aún más que las esplendidas bengalas. Esta vez correspondió entregando el collar que siempre llevaba, aquella plateada pieza con tres círculos de metal, el único objeto que guardaba con cariño desde su niñez, el último regalo que Shisui le otorgó.

—Nada me haría más feliz —le susurró deslizando la pieza por el cuello de Naruto hasta acomodarla por completo. Los ojos azules le observaron impresionados, riendo emocionado después, agradeciendo una y otra vez el obsequio mientras lo abrazaba tirando de su agotado cuerpo como si desease que comenzaran a bailar.

 

 

.

 

 

El día de su boda fue simplemente hermoso, el jardín repleto de narcisos encantó sus ojos, los aplausos emocionados de sus amigos y familia se sintieron casi ilusorios. Como un sueño convirtiéndose en realidad, como la quimera que había anhelado toda su vida.

Sasuke se tomó el cuidado de ayudarlo a vestirse, para que el traje luciese impecable antes de presentarse delante del juez que los casaría, se sentía nervioso, a pesar de su edad se sentía inquieto como un adolescente enamorado.

—Deja de moverte o voy a conseguir una cuerda—, Sasuke medio le sonrió en tanto terminaba de anudar la corbata.

—En verdad me alegra que estés aquí.

—Claro que tenía que estar aquí, el dobe y tú están tan nerviosos que seguro terminan tropezando juntos.

Rio, hace tanto que las risas no eran tan naturales, ahora podía tomarse la libertad de esbozar el gesto tanto como quisiese, en cada ocasión que viese a su hermano o a Naruto.

—Gracias por todo Sasuke.

Una negra ceja se enarcó.

—Creo que es al revés. Gracias a ti, Itachi. Gracias por haberme apoyado desde que era un niño, ignorando mis berrinches… —suspiró ligeramente apenado— gracias por seguir siendo mi hermano a pesar de todo.

Las breves palabras de Sasuke bastaron para aprovechar la oportunidad de abrazarlo, sintiéndose feliz por no haber perdido al pequeño Sasuke de sus recuerdos, aquel que estuvo a punto de ceder a su rencor.

—Ni lo menciones —susurró a su oído.

 

Sus pasos fueron lentos cuando se paró delante del juez esperando por Naruto, quien aparentemente tenía más problemas que él con la corbata.

—¡Luces encantador!

La animosa voz de Kushina se oyó antes de que ella comenzara sacarle fotografías con la cámara que llevaba en manos. El flash le hizo entrecerrar la mirada un par de segundos.

—También se ve hermosa —elogió a la mujer pelirroja que llevaba un vestido corto en tono verde.

Mas palabras amables le llegaron por parte de sus invitados, dejando que por unos instantes el retraso de Naruto no lo pusiese nervioso. Fue solo cuando el juez preguntó por él que el rubio llegó a prisas, con una sonrisa radiante y los cabellos alborotados dando muestras de que intentaron peinarlos apropiadamente.

—¡Siento la demora! Mis zapatos me quedaron pequeños´ttebayo —explicó dejando ver sus mocasines negros contrastando con el marfil de su traje.

—Te ves perfecto.

Su cumplido fue devuelto con un rápido beso en su mejilla.

—Y tu hermoso.

 

La ceremonia comenzó, cada palabra, cada instante lo grabó en sus memorias como lo más preciado en su vida. Un nuevo anillo reposó en su dedo, uno a juego con el de Naruto, quien desde ese instante se convertía en su esposo.

Y todo estuvo bien.

Se sintió dichoso y en su hogar otra vez.

Parado al lado de Naruto sujetando su mano con la de él.

 

 

.

 

 

Nunca se atrevió a preguntarle a Sasuke de dónde sacó el dinero para comprar aquel pequeño yate, aquel obsequio que había pedido en tono de broma en uno de sus cumpleaños. El reluciente barco en blanco y negro los esperaba tras la celebración de su boda.

—¡Esto es increíble, teme!

Naruto exclamó anonadado con el lujoso obsequio.

—Supongo que saben que no pueden ir muy lejos —Minato acotó igual de sorprendido que su hijo —toda mi vida quise navegar.

—No tenías que hacer esto, Sasuke. Ninguno de nosotros sabe manejar esto.

Su hermano le restó importancia a su observación, posó sus manos sobre sus hombros para verle más de cerca.

—He contratado un par de navegantes por hoy, así que no te preocupes. Tú solo ve y disfruta, que fuiste el que pidió un yate como regalo de cumpleaños—, le sonrió antes de rodearlo en su breve abrazo apartándose tan rápido como pudo debido a los espectadores.

—Gracias.

 

El ocaso en altamar fue simplemente hermoso. Los tonos naranjas y rojizos iban fundiéndose tras el sol mientras iba cayendo, escondiéndose entre las profundas aguas que parecían mecerlo con lentitud. Agradeció aun poder apreciar el maravilloso espectáculo levemente empañado en sombras.

—Este ha sido el mejor día de mi vida, el mejor´ttebayo.

La mano de su esposo se posó sobre la suya en la pequeña cubierta, quedaron juntos contemplado el esplendoroso horizonte.

—Tengo la sensación que por eso no es real… todo ha sido tan perfecto.

—No dudes, Itachi. Estoy aquí y tu estas a mi lado, vamos a ser felices, te prometo que voy a hacerte feliz.

Sonrió al oírlo, atesorando siempre cada palabra que le dedicase, alejando cualquier ligera duda que desease opacar su dicha.

—Ya lo soy, no tienes idea de lo feliz que soy Naruto. —Apartó los cabellos que pretendieron cubrir su visión antes de fijar su oscura mirada en la azul.

Ah, eso es bueno, hay que mantenerlo así dattebayo.

Entrelazaron sus dedos sin dejar de observarse, contemplando con sereno cariño todo el amor que se profesaban, como el sentimiento genuino era correspondido con la misma intensidad.

—Te amo Naruto, sin importar que suceda después de este día, nunca olvides que te amo.

Oh, en verdad lo amaba, desde hace muchos años. Desde que pudieron esconderse uno al lado del otro jugando a ocultar lo que sentían, temiendo por su edad y el temor de embarrarlo con sus detestables demonios. No ser lo suficientemente fuerte para protegerlo, así como Naruto lo protegía… lo amó desde hace tanto.

—Vamos a estar juntos mi Ita-chan, porque yo también te amo.

El beso que llegó a sus labios lo embargó de satisfacción, seguro de que tendría a su persona amada hasta que tuviese que arrastrarse hacia la muerte, abrazándolo y convirtiéndose en su hogar.

 

Las estrellas brillarían esa noche.

 

 

 

 

0o0o0o00o0o0o0

0o0

0o0o0o00o0o0o0

 

 

Tu.

Tu y yo.

Minato sabía que jamás habría un tu y yo entre Sasuke y él. Se resignó a dejar ir al muchacho, sintiéndose agradecido cuando supo que buscó a su hermano para intentar corregir la nefasta situación.

Esperó paciente la reacción de Itachi, casi seguro de que podría conseguir que el rencor en su hermano desapareciese.

Y así fue.

Aunque el tiempo estuviese en su contra hizo su último movimiento para que Naruto fuese feliz, esperaba que esta vez Itachi escuchase sus palabras, que les diera algún valor.

Mientras aguardaba volvió a hablar con Jiraiya, sintiendo infinito alivio cuando el padrino de su hijo le confirmó que se iría del país, que debería someterse a una operación más. Le dejó una dirección donde argumentó siempre podría encontrarlo, que si necesitaba su ayuda y aunque la rechazase estaría ahí.

Guardó la tarjeta entre sus demás papeles, dejando que el tiempo siguiera su marcha.

La voz rebosante de felicidad de Kushina un día le confirmó que su hijo había regresado con Itachi.

—Naru se veía tan feliz, tanto que hasta algunas lágrimas se le escaparon —comentaba sentándose en la silla frente a su escritorio jugando con la cámara que tenía en manos.

—Eso es espléndido.

Después de meses sintió alivio, ya no importaba lo que había sucedido entre los hermanos Uchiha, los tórridos secretos que Sasuke le confesó una vez, si todo podría retomar su cauce se encargaría esta vez de velar por la felicidad de su hijo, sin dejar que sentimientos unilaterales evitaran su accionar.

—¿Y la cámara? ¿Vas a intentar de nuevo con la fotografía?

—No, ahora la tengo para tomarle todas la fotos que pueda a Naruto e Itachi… —casi apenada le sonrió —tu sabes… quiero que Naruto las tenga. Quizá le provoquen nostalgia pero sé que también lo van a reconfortar en su momento.

Tenía razón, siempre fue una mujer realista y precavida, aunque doliese admitirlo su hijo seguramente necesitaría de aquellas imágenes para mitigar lo que aun debería afrontar, rogaba porque pudiese sobreponerse a ello cuando el tiempo se les terminase.

—Te… ¿Te gustaría tomar un café? Hay un nuevo lugar aquí a la vuelta dattebane.

—Sí, porque no.

 

 

 

.

 

 

Hace años había perdido la cuenta de las veces que su hermano terminó haciendo algo que lo lastimase con tal de protegerlo. Sasuke era lo suficientemente orgulloso como para recibir los favores sin soltar más que un “gracias” eventual.

Fue con el paso de los años y cuando cayó en cuenta de que Itachi literalmente quería morir por él que su conciencia pareció reaccionar. Verlo desbaratado en esa nefasta cama con las sondas del suero atravesando su brazo que el peso de toda acción se multiplicó casi aplastándolo, no quería ser infeliz pero tampoco quería que Itachi lo fuese.

Exterminar a su única familia nunca se pronosticó como su meta final.

Podría tenerle cierto resentimiento por esa tonta manía de mártir que sin querer ocasionó que todo el mundo pasara de su bienestar, no obstante eso no podría ser ni por asomo suficiente para estar de acuerdo con su deceso.

Había estado más enfermo de lo que jamás imaginó, fingiendo cada vez que le preguntaba, tan acostumbrado a mentir que Sasuke ya ni se molestó en dudar de cada engaño.

Así que cuando la dolorosa realidad lo golpeó se sintió enfermo también.

Enfermo por su propia estupidez.

Aferrándose a un sentimiento malsano contra Naruto e Itachi disimulándolo como “amor”, pues bien había cobrado su revancha con descomunales creces. En aquel instante solo quiso revertir sus acciones, fingirse inmune a la situación pero nunca sería posible.

Entonces Naruto llegó recordándole que aún era hermano de Itachi y que este lo amaría a pesar de todo. Lo más triste es que tenía razón.

Comiéndose toda su angustia se presentó luego de días, dispuesto a pedirle perdón y ayudar a Naruto a hacerlo feliz.

No debería ser tan difícil.

Así que se esforzó, se esforzó como nunca en su vida para tratar de transmitirle lo que sentía, hacerle entender que nunca quiso aquel final. Pero las palabras se atoraron en su garganta, sus disculpas murieron a medias mientras le imploraba que olvidase todo.

Todo lo despreciable que podía llegar a ser.

Algo debió mantenerse roto en su hermano, estuvo seguro. Aunque le susurrase que todo estaría bien, su convaleciente estado de salud repercutió en su alma. Podía apreciar con el paso de los días como los ojos negros perdían esa profunda tonalidad dejando un simple gris rodeado por las acentuadas ojeras.

Se preguntaba como Naruto podía soportar todo aquello.

Cuando no se quedaba a cuidarlo en el hospital terminaba sentado en algún parque hasta casi el amanecer, como no sentirse culpable si había arrastrado a su hermano hasta el borde de la muerte.

—No es tu culpa.

Minato era muy hábil para encontrarlo y soltarle aquella frase como si fuese verdad.

—Eso dicen todos… —susurró sin girarse para verlo entrelazó sus dedos sobre sus rodillas perdiendo su mirada en los árboles frondosos a unos pasos.

El padre de Naruto no tardó en sentarse a su lado, en el otro viejo columpio donde las cadenas oxidadas comenzaron a rechinar cuando se decidió a balancear.

—Es porque es verdad.

—No necesitas consolarme todo el tiempo—, habló casi en un murmuro dándole un vistazo fugaz esta vez a los ojos azules.

—No es consuelo, Sasuke. Simplemente no quiero cometer los mismos errores que hace años, sé que pude hacer más por ti y tu hermano, apoyarlo cuando evidentemente no quería que te fueses… porque nadie quiso nunca que tú te marchases.

Sin embargo lo dejaron ir. Lleno de resentimiento junto a una persona que nunca tuvo el interés por ayudarlo a superar eso y no podía culpar a nadie por ello.

—Ahora no se trata de mí, solo de Itachi.

—Te equivocas. —Los azules ojos no dejaron de obsérvalo, antes de detener el columpio por completo —se trata de Naruto, de Itachi y de ti. Los tres tienen muchos que superar, incluso cuando todo esto sea solo un amargo recuerdo quedarán heridas que sanar.

Cuando Itachi muriese.

Sasuke suspiró bajando la mirada, eran demasiadas cosas para sobrellevarlas con sencillez.

—No te preocupes, para lo que necesites estaré aquí.

De momento solo necesitaba silenciosa compañía.

 

 

.

 

Fue una sorpresa gratificante cuando Naruto consiguió recuperar a su hermano, cuando las cosas por primera vez después de mucho parecían bien encaminadas. Las sonrisas de Itachi volvieron a transmitir paz, una tranquilidad tan exuberante que por un instante olvidó que el tiempo seguía avanzando y que no podía tomarse nada con calma.

Por eso en el momento que Naruto le habló claro sobre proponerle matrimonio de nuevo que su cerebro comenzó a pensar en cómo consentirlo como nunca lo hizo en su vida.

“Un yate estaría bien”

Había soltado a la ligera hace tiempo, cuando visitaron la tumba de su madre y le preguntó sobre que deseaba de regalo de cumpleaños.

Podría ser una buena opción si tan solo contara con el dinero suficiente, ya sin el apoyo de Madara debía medir sus gastos y el dinero del que podía disponer. En una de esas noches donde jugaba con su hijo en la alfombra de su sala que recordó que aun poseía esa propiedad.

Itachi había reaccionado escandalizado al saber que aún era suya, no quiso indagar mas pero era evidente que no la quería por eso se encargó de tramitar los papeles para tenerla solo a su nombre. Y hasta donde siempre supo, Madara tenía una obsesión por recuperar esa propiedad, incluso sugiriéndole que cuando Minato y se las heredase e Itachi muriese que le regresara el lugar.

En cuanto tuvo oportunidad se presentó delante de su insoportable tío, con un montón de papeles que dejó caer pesadamente sobre su escritorio.

—¿Aun te interesa trabajar para mí? —Le preguntó sonriendo al verlo, como si regresase por el dinero que podía ofrecerle.

Curiosamente si venía por dinero, por mucho dinero, el suficiente para terminar de cubrir todas las deudas médicas de su hermano y hacerle un regalo de bodas.

—No, no me gustaría estar presente cuando tu podrida compañía se viniese abajo.

Su respuesta mordaz no logró incomodar a Madara, pero él no sabía lo que Sasuke con el paso de los años logró descubrir. Que todo el dinero que comenzó a ganar no fueron por sus perfectas inversiones, todas las descomunales ganancias que iba recibiendo mes con mes eran el dinero que Santiago Dirs depositaba en sus cuentas, el dinero que ambos habían robado de Jiraiya.

Nunca le importó realmente, el padrino de Naruto merecía quedarse en la quiebra, podrirse en prisión como pago mínimo por lo que le hizo a Itachi y aunque hubiese preferido verlo muerto se consoló con el hecho de que le sería imposible recuperar su fortuna.

—Entonces a que debo el placer de tu visita.

—Voy a vendértela—, le acercó los papeles de la propiedad, de la casa ceremonial Uchiha.

La ladina mirada de su tío se sorprendió cuando los títulos de propiedad estuvieron a su alcance.

—Deberías dármela como un presente, recuerda que todo lo que eres me lo debes a mí.

Sasuke afiló la mirada ante el comentario, poco o nada podría enorgullecerse de sus acciones.

—Sin trucos Madara. Quiero todo el dinero —dejó a su alcance una pequeña hoja de papel con la cantidad que pedía —compláceme y no voy a demoler tu preciada casa. La tendrás tal cual la recuerdas, siempre y cuando te mantengas al margen de Itachi.

Su tío no pareció afectado por la amenaza, su sonrisa se ensanchó cuando le extendió su mano para cerrar el trato.

Cuando condujo a su tío a aquel sitio cierto estupor lo embargó cuando el hombre pareció ignorarlo una vez dentro, sus pasos de notaron más ligeros cuando se dirigió a la sala principal. Consternado le oyó murmurar algo inentendible pasando sus dedos por las paredes hasta detenerse en cierto lugar. Sasuke retrocedió seguro de que era mejor dejarlo solo, no estaba de ánimos para confirmar alguna malsana fijación por parte de otro Uchiha, girando comenzó a salir llegando a escuchar un Izuna… al momento que retiraba una parte del tatami sacando algo de debajo del piso. Al parecer toda su familia tenía genes podridos llenándolos de demonios que a destajo corrompían todo a su alrededor.

Suspiró cerrando la puerta corrediza al salir.

 

 

Lo demás fue meramente formalidad, nunca le tuvo aprecio a ese lugar así que le dio igual perderlo, lo importante sería convertir su ganancia en la tranquilidad de su hermano. El día de la boda de Itachi se sintió curiosamente emocionado por él, al verlo nervioso y sonriente a la vez lo convenció de que estaba haciendo lo correcto.

Y rogaba porque aun tuviese mucho tiempo para redimirse.

Lo ayudó a terminar de vestirse abrazándolo al final, esperaba de todo corazón que sus días estuvieran plagados de empalagosa felicidad. Llegado el momento se dirigió hacia la habitación donde Naruto debería estar terminando de arreglarse, golpeó la puerta un par de veces, molesto porque el dobe estaba tardando demasiado.

Nadie respondió cuando volvió a golpear, así que frunciendo el ceño probó a ver si la cerradura no estaba abierta, un clik mecánico le anunció que podía entrar.

Una vez dentro no tardó en hallar al atarantado rubio, sentado en uno de los sofás con las manos cubriéndose el rostro, chasqueó la lengua antes de hablar.

—¿Qué haces aun aquí? Todos te están esperando afuera—, le acusó fastidiado.

—No puedo hacerlo… simplemente no puedo hacer esto dattebayo.

 

Sasuke parpadeó varias veces sin estar seguro de estar soñando, el rubio bobalicón no podía estar teniendo un ataque de nervios a minutos de su boda.

—¿Has perdido la cabeza?

—¡Es que no puedo!

Casi desesperado se puso de pie sacudiendo las manos para luego llevarlas a su cabello.

—¿No quieres casarte con Itachi?

—¡Claro que quiero! ¡Lo amo! —Gritó escandalizado por su suposición, caminó de un lado a otro como animal enjaulado—, pero ese no es el punto. ¿Cómo se supone que siga con esto sin ponerme a llorar todos los días?

Entonces Sasuke entendió a que se refería, Naruto no estaba asustado por la boda, no se creía lo suficientemente fuerte para soportar ver a Itachi morir un poco más cada día. Sus ojos azules estaban al borde de las lágrimas, respirando apresurado.

No, no sería fácil tener que lidiar con ello todos los días sin quebrarse por la tristeza o la desesperación pero Naruto era el único que podría conseguir hacer feliz a Itachi. Nadie como él consolaría sus penas y lo haría sonreír con tanta facilidad, Sasuke creyó por un instante comprender por fin a que se referían con el sobrevalorado amor.

Inspiró hondo, acercándose lo suficiente para que el otro dejase de moverse.

—Porque están ridículamente enamorados el uno del otro. ¿No debería ser esa razón suficiente?

Naruto lo observó fijamente, como si quisiera estar seguro de que no estaba burlándose, oh, grandísimo usuratonkachi.

—Ayer tuvo problemas para respirar de nuevo. Yo sé que quiere mantenerse animado pero a veces estoy seguro de que solo quiere ponerse a llorar y soltar una frase como; no me quiero morir. Cuando veo esa expresión en su rostro me siento tan inútil.

Asintió suave sin saber cómo reconfortarlo, aquello nunca fue su fuerte. Su diestra se elevó hasta posarse en el hombro de su amigo, estrechándolo levemente.

—Tampoco sé cómo lidiar con esto, Naruto. Pero al menos sé que serán felices juntos.

Vio claramente como el rubio tragaba pesado, como sus ojos brillantes se iban calmando sin haber roto en llanto.

—Arruiné mis zapatos´ttebayo —sonrió inquieto señalando con la mirada la caja blanca donde el pulcrísimo calzado estaba manchado con vino—. No sé a quién se le ocurre dejar una botella de vino en el cuarto del novio, ni que quisiera emborracharme, me giré y cayó sobre la caja.

Sasuke sonrió apenas inclinándose para revisar el problema.

—Podrías usar zapatos negros.

 

 

La apacible ceremonia se llevó a cabo en medio de los pocos invitados, lo leves tirones de Kamina en su brazo diciéndole que tenía hambre no evitaron que una sonrisa de sincera felicidad se dibujara en su rostro cuando su hermano se casó con Naruto. Cuando rodeados por los aplausos y las felicitaciones compartieron un casto beso, solo entonces pudo apreciar la manera en que se veían el uno al otro.

Pudo jurar que una fugaz luz calentó hasta sus huesos por la alegría que sintió.

 

 

.

 

Lamentablemente el tiempo siguió avanzando.

Ya con más de treinta años y un hijo demasiado inteligente para su edad no fue fácil mantener un “hogar”.

Maldijo aquella mañana en que la mujer que lo ayudaba a mantener limpia su casa le hubiese llamado reportándose enferma. Chasqueó la lengua cuando el aceite del sartén saltó a una de sus manos.

—¡Buenos días papá!

Kamina casi gritó entrando en la cocina, vestido con el uniforme y sosteniendo su maletín se sentó a la mesa.

—Buenas días —respondió parco pasando los huevos fritos a un plato antes de colocarlo sobre la mesa para que su hijo pudiese desayunar.

—Hoy voy a llegar tarde, tengo practica en el club y luego los muchachos iremos a ese karaoke, quiero reírme de como cantan.

Le explicaba animado mientras comía con rapidez, ya había cumplido trece años y su actitud enérgica contrastaba bastante bien con genio innato, era el líder perfecto de toda esa banda de chiquillos que iba a buscarlo por las tardes.

—Está bien pero tienes que llamarme.

Kamina asintió varias veces terminando su jugo de naranja justo antes de que una bocina comenzará a sonar.

—Ya debo irme, te veré luego papá.

Recogió su maletín del piso antes de salir despidiéndose con un ademan, Sasuke sonrió como respuesta quedándose solo con su café en manos después. Tuvo que ponerse de pie para asomarse por la ventana y ver a su hijo entrar al automóvil de Minato, quien se encargaba de llevarlo todas las mañanas. El adulto le sonrió al verlo entre las cortinas saludándolo con la mano antes de poner el auto en marcha.

Se tomó su tiempo para terminar el contenido de su taza observando como las personas iban y venían, tan ajenos unos de otros.

Como él lo fue una vez.

Suspiró tomando su saco de sobre el sofá antes de colocárselo y arreglar su corbata. Ajustó el nudo con calma saliendo por la puerta. Subió a su propio automóvil con lentitud observando su propio reflejo en el espejo retrovisor.

Como había pasado el tiempo.

Condujo haciendo un recuento de lo que debía hacer aquel día y estando seguro de que aún tenía tiempo esa mañana giró en un desvió para dirigirse a otro lugar, posponiendo su entrada al trabajo. Una vez llegó a su destino aparcó en la tranquila zona Los pajarillos trinaban sobre las ramas de los verdes árboles, el cielo se hallaba tan despejado que hasta le pareció la escena de alguna empalagosa historia de amor.

Siguió avanzando pisando el brillante césped antes de detenerse.

 

 

.

 

 

El primer paso fue hablar con Sasuke, aunque su interior aun resintiese sus acciones se forzó a buscarlo aquel día, una ligera punzada le incomodó al verlo tan descompuesto, casi doblándose sobre el retrete, al notarlo fue directamente al lavabo para enjuagar su rostro y le apreció igual de roto que él.

Seguramente ambos lucían fatal.

Inspiró hondo antes de exponer sus pensamientos, intentando no estallar en gritos y reclamos que nada solucionarían.

¿Dónde se equivocó?

Perdió a su mejor amigo en alguna parte en medio de toda aquella amargura, debatiéndose entre aborrecerlo por completo o detenerse y compadecerse de ambos tan solo un poco.

Así que habló.

Le dijo que también lo necesitaba, que Itachi no sería feliz si él se apartaba de su lado, lo sabía, claro que lo sabía, Naruto lo conocía mejor que nadie, mucho mejor que él. Rogó porque Sasuke esta vez no deseara pelear.

Y así fue.

Hablaron como antaño, contrario al par de extraños que creyeron ser por un tiempo.

—Sasuke, tu nunca estuviste solo —le soltó cuando el otro rememoró su vida lejos de todos —tu hermano siempre pensaba en ti, había días en los que solía pasearse delante del teléfono decidiéndose si llamarte o no, si esta vez aceptarías hablar con él. Siempre pensaba en ti y yo… también pensaba en ti, esperaba que estuvieses bien.

Y siguieron hablando, sentados sobre el frío piso de los pasillos hospitalarios, recordando su juventud, como terminaban metidos en tontas peleas, los días de lluvia y los de verano. Esos momentos que vivieron solo ellos dos.

—Siempre quise creer que ustedes pensaban en mi…

—Lo hacíamos, aunque lo dudes. Siempre pensamos en ti dattebayo.

Sasuke tragó pesado conteniendo lo que le parecieron lágrimas, sus ojos negros lo enfocaron con un deje de tristeza antes de decir:

—Lo siento.

 

 

.

 

Cuando Itachi al fin despertó una parte de su alma retornó, los cenicientos ojos fueron capaces de contemplarlo nuevamente.

Y aunque quisiese deshacerse en llanto mantenía su sonrisa todo lo que podía, concentrarse en su presencia y las palabras que le dedicaba. Era mejor pensar en la alegría de poder tenerlo a su lado nuevamente. Así que intentó una y otra vez que Itachi dejase de pensar en los demás y por una vez antepusiese su felicidad.

Le regaló flores, esas bonitas que Sasuke le dijo que le gustaban, hasta antes de eso podría haber jurado que a Itachi le gustaban todas. Parecía bastante encantado cuando el perfume de cualquier planta llegaba a sus fosas nasales, pero los narcisos lograron dibujar un gesto que hace tiempo no veía en su rostro.

Quería besarlo.

Se moría de ganas por volver a rozar sus labios, gozar de su amor y de la gloriosa sensación que experimentó el tiempo en que todo pareció perfecto entre ambos.

Sin embargo Itachi no lo dejó.

Le sonreía y disfrutaba su presencia, eso podía notarlo pero aun tenía enormes dudas de si dejar que las cosas siguieran avanzando. Por eso agradeció el día en que Sasuke se presentó para hablar con él, se apresuró a salir deseando con todo su corazón que consiguiese disipar sus dudas, que lograse hacerle ver que nunca hubo, ni habría nada entre Sasuke y él.

Después de ello las terribles visitas se intensificaron, Nagato, Yahiko y los demás aparecieron en sincronía molesta, sugiriendo ayudar con los gastos.

Naruto lo sabía, necesitaría mucho dinero.

Así que por primera vez fue a pedirle empleo a su padre, seguro de que solo allí contaría con el dinero y el tiempo suficiente para cuidar de su pareja. Ya no creía sentirse capaz y rechazar la ayuda argumentado poder solo con todo. Porque obviamente no podía.

—No vuelvas a lastimarlo.

Kisame le gruñó molesto en una de sus tantas visitas, atacándolo como si Naruto fuese una amenaza y aunque no era la persona más brillante pudo darse cuenta desde hace años que ese hombre también estaba enamorado de Itachi, solo así explicaba su insistente interés en cada ocasión diciendo que él se encargaría.

—Nunca quise hacerlo —respondió sincero, era consciente de que tenía gran culpa de todo lo que sucedía y no se cansaría de reprochárselo sin embargo sus deseos siempre fueron hacer feliz a Itachi.

—Eso espero.

Fue lo último que el corpulento hombre dijo antes de apartarse, nunca le agradó y el sentimiento al parecer era correspondido.

Suspiró una vez solo tomándose el tiempo de dar una vuelta por los jardines del hospital, viendo hacia la flores dormidas en aquella noche oscura, tenía que agradecerle a Shizune que le dejase quedar tan seguido, un nuevo suspiro soltó echándole un ojo a su celular. Hace semanas que casi no le prestaba atención, por lo que recién notó los mensajes de voz que se mostraban  en aquella pequeña esquina en la pantalla.

Eran de Sakura.

Como pudo olvidarlo.

Golpeó su frente con la palma de su mano derecha chasqueando la lengua en el proceso.

Su boda fue hace semanas y ni siquiera lo recordaba. Naruto resopló agotado, tendría que ir a verla y pedirle disculpas después, seguramente aún se encontraba en su luna de miel y no quería arruinarle la felicidad con sus excusas y problemas.

Una boda.

Levantó su azul mirada de nuevo, apreciando las estrellas en el firmamento. Aun deseaba casarse con Itachi, colocar un anillo en su dedo y ser esposos lo que restase de vida…

Sonrió estirando los brazos, resintiendo sus músculos entumidos como si hace mucho no hubiese descansado como debería, ya era tiempo de regresar con Itachi. Y tal vez decirle lo mucho que lo necesitaba, todo lo que lo amaba.

 

 

.

 

 

Naruto nunca experimentó como se sentía el ser resucitado con un desfibrilador pero podía jurar que la sensación de volver a la vida la sintió en el momento justo que Itachi aceptó regresar con él.

Intentando reconstruir entre ambos aquella maravillosa relación.

Le tomó algunas horas aceptar que era realidad, tirando de su madre cuando ella preguntó porque estaba tan emocionado.

—¿Lo dices en serio?

—¡Por supuesto a menos que haya sufrido un accidente y ahora este en coma dattebayo! —su corazón latía tan apresurado que hasta podía sentirlo con facilidad.

—Eso es maravilloso Naru-chan —su progenitora le sonrió feliz al verlo así, un suave abrazo le obsequió después—. No dejen que ningún malentendido arruine esto.

Claro que no lo permitiría.

Sus visitas al hospital se volvieron tan ansiadas que se ponía a contar las horas que le quedaban en aquella pequeña oficina donde ayudaba a su padre. Más de una vez Minato le dejó salir al percibir su emoción.

Todo parecía mejorar

Pero las pequeñas pausas para respirar más apresurado, los ligeros ataques de tos se hicieron más frecuentes, como tóxica mezcla de desolación recordándole con certeras pedradas que sin importar cuanto lo amase el tiempo no se detendría.

Aun así no dejó de sonreír.

Haciendo su mejor intento, sin dejar que las lágrimas cayesen por su rostro a sabiendas de que solo podía esperar que cada día no fuese el último.

—Me lo recomendaron muchísimo en la librería —inquieto le entregó el libro que acababa de comprar. Itachi tomó la impresión entre sus manos ojeando las primeras páginas sonriéndole después.

—Romance.

—Bueno si—, apenado rascó su nuca sentándose a su lado, aun en la cama de hospital —Shizune-neechan me dijo que la próxima semana podemos volver a casa.

Su corazón dio un vuelco de alegría cuando los grises ojos se iluminaron con ilusión dejando de lado el regalo para verle con atención.

—¿En verdad?

Asintió varias veces contagiándose de esa ilusión, también se sentía feliz por regresar a casa.

Juntos.

Así que trabajó duro para limpiarlo todo, dejar las cosas como estaban antes de que Itachi regresara. Se esmeró buscando los pequeños adornos que alguna vez compraron juntos, acomodando cada pieza de ropa en su lugar, tratando vanamente de que todo lo sucedido solo fuese un mal sueño.

Fue casi perfecto.

Casi.

Retornaron a su magnífica rutina llena de caricias y afecto. Hablando de todo y de nada, Naruto adoraba cuando Itachi reía por alguna broma mal planteada, creyó fervientemente en que aun podían ser salvados.

Entonces las semanas se convirtieron en meses.

Fue cuando Minato se lo dijo.

—Jiraiya salió hace más de un año de prisión.

Casi se atragantó con el café que bebía cuando su padre se soltó tremenda noticia.

—¡¿Y porque no me lo dijiste?! —se quejó dejando la taza sobre la mesa para sacudirse las manos y las manchas que cayeron sobre su camisa.

—¿Con todo lo que estaba sucediendo? —enarcó una ceja.

—Desde luego, eso es muy importante.

Su padre resopló alcanzándole una servilleta—, no tenía sentido, él quería hablar contigo e Itachi. Intentar conseguir su perdón pero haberle permitido verlos solo hubiese ocasionado que las cosas empeoraran.

—Eso es cierto.

—Le dejé muy claro que no tenía sentido ir e intentar buscarlos, que solo complicaría todo. Que si en verdad quería de alguna manera compensarlos lo mejor es que los dejase en paz.

—Hubiese querido decírselo yo mismo´ttebayo.

Fastidiado intentaba quitar la mancha café de su blanquísima camisa, torció los labios cuando se dio cuenta de que los papeles en los que trabajaba también se hallaban ligeramente húmedos.

—Ya no importa, creo que hay cosas más importantes en las que concentrarnos ahora. Él se fue del país y dudo que regrese, así que no te preocupes.

Bufó asintiendo, esperaba que fuese así, no quería volver a traer a Jiraiya en su pacífico presente estropeando las suaves sonrisas de Itachi con amargos fantasmas del pasado.

 

 

Esos que indudablemente quería borrar.

No quería que volviese a esconderse aterrado por sus propios demonios.

Naruto siempre quiso desaparecer aquel resentimiento ocasionado por la agresión, se empeñó en hacerle ver que no necesitaba utilizar máscaras ocultando sus inseguridades, que hasta podría exorcizar los demonios que lo atormentaban si era necesario, porque sabía bien cuanto había sufrido. Todo lo que le habían negado, por eso solo quería hacerlo sentir amado, que confiase plenamente en él.

Se sintió renovado con cada pequeña parte que Itachi dejaba de ocultar, seduciéndolo con movimientos gráciles y contándole cada una de sus fantasías.

El momento en que volvieron a compartir más que caricias fue glorioso, se satisfizo de nuevo de aquella piel, susurrándole que no se detuviese que le mostrase como su perfecta silueta podía encandilarlo sin problemas.

Lo deseaba tanto.

Y lo retuvo sin reparos.

Sin embargo sus pensamientos jamás se apartaron del todo de su cruda realidad, así que decidió dar el siguiente paso. Lo llevó al festival de Hanabi(1) en verano, preparándose para devolverle al argolla que cuidó con esmero durante todo ese tiempo y rogando porque la aceptase nuevamente.

Con los fuegos artificiales iluminando el cielo nocturno volvió a preguntárselo, con un nudo pesado en la garganta temiendo un; es demasiado pronto.

Pero no fue así.

Itachi soltó un par de lágrimas de felicidad mientras le respondía.

—Si.

Naruto también quiso llorar de felicidad. Iban a casarse por fin, se juró nunca más dejarlo ir, su corazón formuló el vano juramento antes de que su cerebro pudiese recordarle lo peor.

 

.

 

Fue un alivio inmenso que su madre se encargara de todos los detalles, Naruto no tenía la más remota idea de cómo organizar una boda e Itachi no estaba en condiciones de hacerlo, así que ambos confiaron en ella para preparar el momento más importante en sus vidas.

Debieron ser semanas de feliz espera.

No obstante el decaimiento de la salud en su prometido no lo permitió, un par de visitas más al hospital comenzaron a preocuparlo en verdad. Temía que un día no volviese a salir de ese horrido lugar. A veces lo encontraba sobre el piso del baño, al lado de tina con un par de pañuelos manchados en sangre luego de una tos fatal, sus enigmáticos ojos más cansados y cenizos de lo habitual, le sonreía al verlo y lo invitaba a sentarse a su lado, conscientes ambos de lo que sucedería tarde o temprano.

—Mamá me dijo que reemplazó el blanco por marfil, que si prefieres otro color se lo digas.

—Marfil está bien —le habló en tono muy bajo, su delgada mano buscó la de Naruto para entrelazar sus dedos, inspirando hondo.

—¿Tomaste las medicinas?

—Si—, asintió pesado— hace unos minutos, no tardan en hacerme efecto—. Le dijo sin dejar de sonreír —te amo Naruto.

Naruto sonrió conteniendo su grima, la expresión en Itachi era encantadora y también le provocaba deseos de llorar. Lucía tan agotado, con las grandes ojeras bajo los ojos que lentamente iban apagándose, más delgado con el paso del tiempo, tan distinto a como Naruto recordaba cuando aún era un adolescente que se enamoró de él. Sin embargo el amor que le profesaba tan solo se intensificó con los años.

—Yo también, yo también te amo dattebayo.

Se inclinó para besarlo rezándole a alguna deidad que no lo apartaran de su lado.

 

 

.

 

Quizá por eso se sintió nervioso ese día, no creyó tener la suficiente fuerza para no desmoronarse mientras lo perdía lentamente, tropezó sin querer con esa botella desparramándola sobre la caja de sus zapatos blancos.

Se maldijo una y otra vez cuando sus manos no quisieron ayudarlo a limpiar el desastre, tomó las toallitas de papel sobre el buró limpiando con ellas el calzado.

Se veía horrible.

Así que se sentó en el sillón buscando calmarse, no podía permitirse derrumbarse en ese preciso momento, él no era así pero poco tiempo había tenido para llorar su desdicha.

No quería perderlo.

No estaba seguro de como continuaría viviendo sin la persona más importante en su vida, oró de nuevo sin saber a quién porque le obsequiaran más tiempo, toda la vida si era posible, que no le quitaran alguien así de irremplazable, que había aprendido de sus errores…

Contuvo un par de gimoteos al momento que tocaron a la puerta.

Fue un alivio visceral que fuese Sasuke.

Porque aunque lo intentó se supo incapaz de odiar a esa persona, Sasuke siempre sería un lazo importante en su vida, uno que no se atrevería a perder de nuevo.

Su presencia le permitió recomponerse, atesorar los momentos que quedasen así fuesen pocos, viviría cada día como si fuese el ultimo. Se presentó entonces a su boda con mocasines negros, Sakura lo regañó por la terrible falta de organización al no tener un par de repuesto con su talla correcta, su amiga estuvo presente a pesar de que Naruto faltase a la boda de ella y se lo agradeció. Se apresuró un poco más hasta donde su prometido lo esperaba.

 

 

Abrazó y besó a Itachi cuando los declararon esposos, cuando el juez terminó de casarlos dando paso a los aplausos y felicitaciones, el momento irrepetible quedó grabado en sus retinas, como la sonrisa en su nuevo esposo que bastó para opacar a la luz del sol.

Nunca fue tan feliz.

Aquella noche en el impresionante regalo de Sasuke contemplaron las estrellas brillar.

Así que Naruto sonrió.

 

 

 

.

 

 

Las estrellas también brillaron esa noche.

Cuando Itachi ya no pudo incorporarse, cuando quedó tendido sobre el futón con el vaso de agua desparramado a su lado, los largos cabellos desordenados. Naruto lo estrechó entre sus brazos con cariño, susurrándole que estaría bien que la ambulancia no tardaría en llegar.

Pero ambos lo sabían.

Esta sería la última vez.

—Sonríe… —le pidió con voz ahogada, tan ronca que apenas si lo escuchó. Los temblorosos y delgados dedos se elevaron para acariciar su rostro, retirando las lágrimas que Naruto no podía contener.

Hizo su mejor esfuerzo para regalarle el gesto.

—Fui muy feliz, la persona más feliz a tu lado Ita-chan.

—Yo también fui muy feliz… pero ahora tú debes seguir siéndolo por los dos.

Asintió, ya soltando sollozos apegándolo más a su regazo como si con ello pudiese arrebatárselo a la muerte, impedir que le quitasen a su más grande amor. Que no lo dejasen solo y perdido, no lo arrancasen de su hogar.

No era fuerte, sabía que no lo soportaría.

Porque un último susurro de te amo escuchó antes de que la lenta respiración cesara por completo.

Oh, solo el cielo sabía cuánto lo había amado.

Naruto se recostó a su lado, tomando las cada vez más frías manos entre la suyas sin dejar de llorar, siendo el único que quedó gritando en la oscuridad. No pudo hacer nada para salvarlo, Naruto continuo llorando, incluso cuando sus padres llegaron para consolarlo, continuó haciéndolo.

Ahora estaba perdido

Tan perdido.

Oh, esperaba que Itachi ahora pudiese estar en completa paz, que supiese cuanto lo amaba, ahora solo podía enterrar sus restos junto a los de su madre, escribir en la piedra que él fue la persona a la que más amó.

Porque ya nunca más podría llevarlo a ningún lugar, decirle cuanto le importaba, ya no lo besaría jamás.

Así que solo lloró, lloró hasta que sus lágrimas se agotaron y maldijo siendo tan grosero como nunca lo fue sin que eso le hiciera sentir mejor. Los vanos consuelos inundaron sus oídos pero ninguno le importó, nadie sabía cómo se sentía, porque sin importar cuanto rezó no hubo un dios misericordioso que se apiadara de él.

Se deshizo en amargo llanto, toda la tristeza que guardó por años lo rebasó y sin importar que le dijeran no dejó de llorar. Porque sabía que no habría otro amor.

Ya nada podía ser peor.

Sin importar cuanto lo deseara no regresaría al principio de su amor, no quedaba nadie para arreglarlo, Naruto se supo desolado ya sin un hogar al que regresar.

 

 

.

 

 

Cuando era joven solía soñar con ser fuerte en realidad, con desaparecer entre las luces de la ciudad montando en su motocicleta llegando tan lejos que el horizonte jamás sería el mismo. Adoraba caminar en la nieve, arrojarla a sus amigos hasta hacerlos rabiar.

Ahora sin embargo pasaba demasiados días en soledad, disculpándose con las dulces mujeres que solían invitarlo a salir.

Estaba demasiado agotado para comprarles flores o un lindo collar, para besarlas y hacerlas sentir bien. Se sabía incapaz de compartir sus noches por más de unas horas, todas sus ilusiones se quedaron con ese gran amor, le dedicó todas sus lágrimas y toda su devoción. Y aunque roto intentó continuar, volver a susurrarle algún detalle a alguien más, se descubrió incapaz de llorar o enamorarse nuevamente, dejó todo su corazón con aquel otro amor.

Así que colocó las blancas flores como todos los días frente a la lápida a sus pies, con delicadeza acomodó los floreros sonriéndole al viento mientras susurraba lo que hizo el día de ayer. Que había desarmado un rompecabezas para volverlo a empezar, que vio un programa de ciencias hasta que se durmió.

—Como quisieras que regresaras, que me dijeras que me amas.

Naruto rascó su nuca con cierta vergüenza, como si alguien en verdad lo pudiese escuchar.

—No creí que sería tan difícil, ¿sabes? —sus temblorosas manos regresaron a los bolsillos de su pantalón —te amo tanto´ttebayo.

Un estornudo se le escapó sin querer, no debió quedarse dormido en el sillón, las fotos del álbum que su madre le regaló quedaron regadas por todas partes y tuvo que recogerlas muy temprano.

—¡Ah! Ya tengo que ir a trabajar —revolvió sus propios cabellos rubios con cierta frustración—, el cuervo ya no ha venido los últimos meses, creo que pudo habérselo comido el perro del otro edificio. Mañana te traeré jazmines… son flores bonitas.

Inspiró hondo antes de sonreír por última vez a la tumba donde el nombre de “Uchiha Itachi” se hallaba grabado en la piedra. Acomodó su chaqueta naranjada y negra antes de encaminarse a la salida, sus azules ojos no tardaron en hallar a Sasuke de pie a unos metros de distancia.

—Viniste de nuevo.

Asintió sin querer hablar, ya iba realmente tarde para trabajar.

—Ya no tienes con continuar con esto, Naruto.

Pero iba a hacerlo, no se creía capaz de querer a nadie más y así estaba bien.

—No espero que lo entiendas, pero en verdad estoy bien—, una última sonrisa le dedicó antes de pasarlo de largo, pasando sus dedos por el collar que nunca se quitaba, enfocándose en los colores de su entorno. El verde de los árboles, las coloridas flores y el cielo azul.

Quedó añorando sus recuerdos, en los momentos en los que fue feliz, hasta que sintió los suaves labios sobre los suyos, los cálidos brazos rodeándolo con amor.

Y Naruto volvió a decirse que así estaba bien, porque no tenía que olvidar.

 

 

Ende.

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

(1) Hanabi: Festivales anuales en Japón, de exhibición de fuegos artificiales.

 

 

Muchas gracias para quienes han llegado hasta aquí, para quienes han seguido este fic desde sus inicios en 2012. Quizá no era el final que esperaban pero he puesto todo mi empeño en esto y la verdad salió casi como lo esperaba.

De nuevo gracias por el apoyo, las lecturas y los bellos comentarios. Fue mi primera historia publicada y siento nostalgia al saber que por fin la he terminado.

Las notas finales son bastante largas así que pueden saltárselas. Cuídense mucho, espero leernos en otra ocasión.

 

 

 

 

¡En la cara no!

Como dije es probable que no esperasen este final o quizá sí, pero he puesto todo de mi para darle un final aceptable a esta historia. Para serles sincera cuando empecé este fic halla en 2012 no tenía idea de cómo terminarlo, solo una vaga idea de lo que trataría y como novata iba escribiendo según veía conveniente. Sin embargo para el final de la primera parte tuve una mejor perspectiva de lo que quería hacer con esta historia, de allí que me animara a continuarla. Lo peor vino con tantas pausas, dudé de mis ideas y fui cambiando las cosas hasta quedar nuevamente sin saber a dónde dirigir esto.

De hecho tenía como tres tramas para esta segunda parte y como tres finales distintos.

Iba a incluir un arco con Ceres y Santiago pero sería repetitivo.

También consideré darle más espacio a Jiraiya y sus ocultas intenciones pero sería igual algo repetitivo.

Por eso me concentré en Sasuke y sus rencores. En cómo se desenvolvía su relación con Itachi y Naruto, lo que eso podía ocasionar.

Para uno de los finales sería Naruto el “traicionado” ya que se enteraría de lo que pasó entre Sasuke e Itachi, él lo consideraría algo grotesco y ¡bum!... ya es evidente como seguiría. Pero para que eso funcionase Sasuke tendría que haber mentido asquerosamente y decir que se acostó con su hermano así que lo descarté.

También consideré en dejar esto hasta la parte en la que Itachi es feliz después de casarse, hacer un breve epilogo donde se diese a entender que murió muchos años después, no quería matarlo en escena como hice, no tenía planes de narrar su muerte.

Y la última fue la que leyeron, con Naruto como parte final describiendo como vivía después de su muerte, pueden decir que se volvió loco o solo está demasiado deprimido. Eso lo dejaré a libre interpretación porque su escena final no tiene ningún otro significado, sigue extrañando a Itachi sin importar el tiempo que pase.

Como es ya costumbre pondré algunas cosas con respecto al fic.

-Al inicio y si la gente hubiese preferido un NaruSasu y MinaIta el cuarto capítulo se hubiese titulado “Minato” para introducir mejor al personaje y sus conflictos.

-Este capítulo final lo dividí por personajes igual que el inicio de la historia me pareció justo terminarlo como lo inicié, en una secuencia de como los personajes actuaron frente a una difícil situación.

-Con respecto a Madara, la idea de su obsesión con la residencia Uchiha venía de que allí fue criado junto a su hermano y otros miembros del clan. Cosa más de nostalgia creo, que si tuvo sus conflictos con Izuna, por supuesto pero no era relevante para historia central. Madara cortó lazos con Sasuke cuando este se puso del lado de su hermano.

-Cuando comencé a escribir aún estaba en emisión la serie, pero sin embargo yo iba muy atrasada con todo, así que al darle tantas alusiones a situaciones del manga tuve que ponerme a intentar corregir esos detalles.

-No pienso editar los primeros capítulos aunque se vea muy desprolijo de esta manera, al menos no en esta plataforma. Es una manera de recordarme a mí misma cuanto he aprendido en estos años y cuanto me falta por aprender.

-No, nunca hubo ni habrá algo entre Sasuke y Naruto. Sería horrible, además que Sasuke tiene una relación ambigua con Minato que es probable concretaron con los años, lo siento por quienes esperaban MinaSasu, no había manera coherente de incluirla en la historia.

-No incluí ningún término médico porque cuando empecé esto no tenía idea de qué hacer con la salud de Itachi, así que a pesar de haber investigado y hallado enfermedades que podrían explicar su padecimiento preferí dejarlo así.

 

No saben cómo aprecio este fic, el me entregó a mi otp y el apoyo de bellos lectores que nunca imaginé conseguir, siempre los atesoraré. Esta historia tiene mi mejor record de lecturas y comentarios.

No voy a agregarle la advertencia de “Muerte de personaje”, porque básicamente no es algo que quiera advertir, lo lamento mucho si les molesta ese detalle.

Infinitas gracias por el apoyo.

Cuídense mucho.

Yae.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).