Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Gakuen Life por Glax Trancy

[Reviews - 167]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

   

 

 

 

Profesorado

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Dígame profesor, ¿qué desea?

 

—Llámame Itachi, por favor —el pelirrojo le miraba sentado aún en su respectiva silla, no tenía intenciones de moverse, y aún habían alumnos recogiendo sus cosas para marcharse. Debía ser cuidadoso—. Verás, he estado observándote en clases, ya sabes; por si necesitas algo. Ya que eres nuevo pensé que quizá tendrías que ponerte al día. Pero he notado, que ni siquiera te tomas la molestia de escribir.

 

—Creo haberlo dicho antes. No se necesita «aprender» lo que ya se sabe.

           

—Entiendo. Entonces seré honesto contigo —Itachi suspiró, siguiendo con la mirada al último alumno que ahora abandonaba el salón. Una vez la puerta estuvo cerrada, miró fijamente a Gaara—. Sé todo sobre tus problemas disociativos.

 

—¿Qué intenta ganar con esto?

 

—Nada realmente. Conozco muy pocas personas como tú, además eres mi alumno —pasó sus manos entre el rojo cabello del menor, bajando por su mejilla, hasta su hombro—. Sólo quiero conocerte mejor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¡Gaara, espera! —El pelirrojo se giró, buscando al dueño de esa voz. Aunque era más que obvio a quién pertenecía.

 

—Naruto. ¿Qué sucede?

 

—Verás… bueno, Sakura y yo estábamos pensando que tal vez te gustaría comer con nosotros. Tenemos un sitio muy agradable tras el edificio, es tranquilo y bonito. ¿Quieres venir? ¿Sí? Puedo compartir mi ramen contigo.

 

—¿Ramen? Te lo agradezco, pero no.

 

—¡Pero Gaaaraaaa!

 

—¡Naruto! ¡¿Qué te he dicho de acosar a las personas?! —La chica pelirosa había llegado hace pocos segundos, y en un intento de tranquilizar al rubio, le dio un fuerte golpe en la cabeza

 

—Sakura-chan… ¡Eso duele!

 

—¡Te lo mereces! Gaara-san, por favor discúlpelo. Pero considere nuestra oferta. El comedor a esta hora se llena de profesores e idiotas. Es bastante complicado conseguir un lugar o la comida.

 

El pelirrojo se lo pensó, y finalmente ante los pucheros del rubio, y los «Por favor Gaara-san» que la pelirosa le dedicaba constantemente, se encaminaron hasta el dichoso lugar. No perdía detalle de cada cosa a su alrededor, había muchos árboles, flores y pasto. «Todo es tan hermoso aquí». Pensó aún mirando a todos lados. En Suna normalmente no crecían flores, y las que lo lograban, eran venenosas, carnívoras; o simplemente morían gracias a la arena y el sol.

Finalmente llegaron a un pequeño patio, parecido a un jardín. Estaba lleno de muchas flores de colores, y un gigantesco y frondoso árbol. Árbol, donde estaba completamente seguro que Sai se sentaba a pintar. Alzó la vista, y efectivamente allí estaba el que era su salón de clases. Vaya coincidencia. Buscó al pelinegro por todos lados, pero no lograba encontrarle. De todos modos, ¿cuál era la necesidad de encontrarlo? Ninguna. Definitivamente, no existía ninguna razón en específico.

 

—¿Gaara? ¿Me estás escuchando? —El rubio movía insistentemente su mano frente a los ojos verdes del pelirrojo.

 

—¿Eh? Ah, sí. Disculpa. ¿Qué decías?

 

—¿Es eso ramen, Naruto-kun? —Preguntó una voz a sus espaldas. La reconocía a la perfección, y por alguna razón se puso nervioso. Sai aparecía de nuevo ante sus ojos, con esa falsa sonrisa que al parecer le regalaba a todo el mundo.

 

—¡Sí! Es el ramen que preparan en Ichiraku. Tuve tiempo de pasar a comprarlo antes de entrar a clases.

 

—¿Es por eso que te tardaste no? Naruto, ¿hasta cuando te tengo que repetir que las clases son más importantes que el ramen?

 

—Pero Sakura-chan…

 

—Sakura-san, no deberías reprimir tanto a Naruto-kun. Podría terminar loco —el moreno hablaba con ellos, pero no despegaba su vista del pelirrojo—. Cierto, ¿Gaa-san?

 

—¿Gaa? No importa. Sai, no deberías meterte entre las conversaciones de pareja. Es de mala educación. —Comentaba la pelirosa, cruzando los brazos.

 

—Ustedes… ¿Son pareja? —Habló finalmente Gaara. Toda esa conversación le tenía fuera de lugar. No comprendía nada. ¿Sai era amigo de esos dos? ¿Naruto y Sakura eran novios? ¿Qué rayos era Ichiraku? Definitivamente la gente en Konoha era muy rara.

 

—Sí, Sakura y yo somos pareja desde hace algunos años. Dos años para ser exacto —el rubio sonreía, parecía verdaderamente feliz al recordarlo, pero de repente su sonrisa se borró totalmente—. Todo gracias al idiota Sasuke.

 

—¿Sasuke? ¿Quién es Sasuke?

 

—Un chico tan agradable como el limón en una herida —Shikamaru, que había hecho aparición, les miraba con cierto reproche—. Sai, Naruto, la quinta quiere verlos.

 

—¿Y yo? —Preguntó la pelirosa.

 

—No, sólo tengo órdenes de llamar a Sai y  Naruto.

 

Ambos chicos se miraron de arriba abajo, y con pesadez se decidieron a seguir al mayor. Naruto antes de irse, posó un fugaz beso en la mejilla de Sakura. Sai, por su parte, se había acercado al oído del pelirrojo para susurrar un insinuante: «Te veo en la azotea después de clases». Gaara se sorprendió, pero a toda contrariedad, aquella acción no le había molestado del todo. Sentía algo, pero no sabía definirlo. Así que prefirió dejarlo como una molestia estomacal, probablemente pasajera.

 

—Así que… ¿Eres de Suna, Gaara-san?

 

—Sí.

 

—Ya veo… —la pelirosa no sabía de qué hablar, pues el pelirrojo no se mostraba muy interesado en platicar.

 

—Konoha es… agradable.

 

—Sí, lo es. Aprecio bastante el vivir acá. Además de tener la oportunidad de estudiar en Konoha Gakuen. Mis padres estuvieron felices por un largo tiempo al enterarse de que fui admitida aquí —sonreía, mirando al cielo; recordando viejos tiempos—. ¿Tus padres que dijeron al enterarse, Gaara-san? Supongo que han de estar bastante contentos. Pareces una persona inteligente.

 

Gaara agachó la mirada.

 

—Yo no tengo padres —confesó—. Mi madre murió cuando yo nací, y mi padre falleció algunos años después en la guerra. —La pelirosa palideció.

 

—Gaara-san… yo… yo de verdad no lo sabía. Por favor discúlpame.

 

—No importa. Pero por favor, llámame Gaara.

 

—Está bien, Gaara —sonrió—. Lo siento.

 

—Sakura… ¿puedo hacerte una pregunta poco discreta?

 

—¿Hmm? Sí claro, lo que desees.

 

—Sai… —desvió la mirada apenas pronunció ese nombre. Estaba un tanto nervioso sin ninguna razón. Sus dedos poco quietos, arrancaban la hierba mientras un ligero bochorno se hacía presente en su cuerpo entero. ¿Qué estaba a punto de hacer? —. ¿Sai tiene novia?

           

—¿Sai? ¿Novia? —La pelirosa rió a carcajadas, lo que descolocó totalmente al chico.

 

«Mujeres…».

 

—¿Acaso no son amigos?

 

—Gaara-san… Perdón, Gaara. Sai es nuestro amigo. Pero él es un tanto… especial. Desde que le conocemos no ha tenido pareja alguna. He conocido chicas que ya lo han intentado, pero el parece confundido al respecto. Nunca corresponde. Ino fue una de las rechazadas… por ello ahora está empeñada en Sasuke.

 

            —¿Qué tiene que ver él con Sai? —A decir verdad, Gaara cada vez se sentía más confundido.

 

—Es una larga historia…

 

Sasuke solía ser nuestro amigo. A pesar de ser mayor, él era como un hermano para Naruto y para mí. Siempre estábamos juntos e incluso solía defender a Naruto de chicos abusivos. Sasuke siempre fue más fuerte, y obviamente más grande que Naruto; por lo que se convirtió casi en su hermano.                                                                                                                                  Lamentablemente, Sasuke siempre fue más del tipo solitario que de aquellos que prefieren estar rodeados de amigos por doquier. Sin embargo, Naruto y yo intentamos cambiar esto. Sabíamos que por lo que había pasado él, se había convertido en un chico poco social, más bien frío y callado. Éramos algo parecido a los mejores amigos. Pero un día, hace ya dos años, una chica llamada Karin entró como estudiante nueva a Konoha Gakuen. Ellos comenzaron a estar mucho tiempo juntos, así que Sasuke ya casi ni hablaba con nosotros. Pero todo cambió realmente cuando Juugo y Suigetsu hicieron aparición. Sasuke dejó de hablarnos, y cuando lo hacía, era para insultar mayoritariamente a Naruto. Cambió totalmente, Suigetsu siempre molestaba a Naruto y él nunca decía nada.                                                                                                                                       Sai llegó poco después. Inmediatamente su personalidad chocó contra la de Sasuke. Peleaban por nada, y de igual forma siempre Juugo en compañía de Suigetsu intentaban golpearle. Claro, Sai nunca se dejó. Él y Sasuke tienen la misma edad, y estudiaban juntos, pero gracias a las estupidez de Sasuke, Sai terminó por reprobar el segundo año, y desde entonces estudia con nosotros. Jamás ha querido decir la razón por la cual reprobó, pero sé que Sasuke está inmiscuido. En cuanto a Naruto y a mí, todo se dio gracias a una chica que solía estar enamorada de Sasuke. Ella intentó por todos los medios gustarle, pero él siempre le decía cosas horribles, hasta que un día la humilló públicamente de la peor forma posible. Cuando Naruto y yo intentamos hacerle frente por ello, Juugo nos dejó encerrados en el baño del último piso. Como era el baño más solitario, estuvimos encerrados hasta el día siguiente. Sasuke no participó, pero tampoco dijo nada para detenerlos. Lo gracioso del asunto, es que esa noche Naruto confesó lo que sentía por mí. Y bueno, ya el resto de la historia lo sabes.

 

La chica sonrió. Gaara le miraba, sin verle realmente. Sus pensamientos estaban en otro lado, ¿quién era ese tal Sasuke? ¿Qué le había hecho a Sai? ¿Por qué se dejaban hacer todas esas cosas? La adolescencia era realmente extraña.

 

—¿Gaara?

 

—¿Sí?

 

—¿A qué se debe la pregunta sobre Sai?

 

—Simple curiosidad.

 

Sakura sonrió de nuevo, y dándole unas palmadas en el hombro al pelirrojo, se despidió de éste, adentrándose en el instituto. Gaara se quedó mirando al árbol donde siempre veía a Sai. ¿Qué sería lo que ocultaba? ¿Y por qué ese tal Sasuke le haría algo así? Sólo había una forma de saberlo. Le preguntaría ese mismo día en la azotea. Además… ¿de qué querría hablarle? Tenía tantas preguntas…

Se decidió a cerrar los ojos por un rato. De seguro Iruka no le reñiría por faltar, pues era su segundo día de clases. Al cerrar los ojos, entró en un estado de inconsciencia, algo parecido a dormir. Sintió algo de sofoco, un olor a humo se colaba insistente por sus fosas nasales, ese olor le desagradaba, así que haciendo un poco de esfuerzo; logró abrir sus ojos centrando finalmente su vista.

 

¿Dónde rayos estaba?

 

Tenía un cigarro casi por terminar entre sus dedos, y se encontraba en lo que podía reconocer como una azotea. ¿En qué momento había llegado allí? ¡Cómo detestaba eso! No era primera vez que le pasaba, y dudaba que fuese la última. Shukaku se apoderaba de su cuerpo, y le hacía realizar cosas que realmente no le gustaban. Como fumar, por ejemplo. Temari siempre le reñía por hacer eso, pues el tabaco no era bueno para su escasa salud, pero Gaara no podía hacer nada al respecto. A él no le gustaba fumar, pero a Shukaku sí. Cuando dejó de divagar nuevamente, se fijó que no estaba solo. Tosió repentinamente, botando el humo que se había colado hasta sus pulmones, lo que llamó la atención de la otra persona en ese sitio.

 

—¿Qué haces aquí? —Era ese mismo idiota de la mañana. ¿Por qué tenía que encontrárselo en todos lados?

 

—Este lugar es público para los estudiantes.

 

—Já, claro. De igual forma no me importa. Ahora lárgate.

 

Gaara se lo habría pensado, pues a ese chico se le notaba en el rostro que necesitaba estar solo. Pero tenía algo que le provocaba simplemente golpearle hasta desfigurar su rostro. ¡Era un perfecto patán! ¿No podía acaso decir «por favor»? Joder, que no se le iba a caer un brazo por ello.

 

—No me iré. Ya te lo dije, este lugar es público y no eres quién para decirme qué hacer.

 

—¿Ah, no? Será mejor que lo hagas —el chico puso de pie, acercándose a él, casi acorralándole contra una pared—. Es por tu bien.

 

—No me digas —repuso casi burlón—. ¿Me vas a obligar si no?

 

—Sí. Ahora lárgate —se acercaba cada vez más, mirándole desafiante, sin vacilar ni un segundo.

 

—Conozco a los de tu tipo —comentó el pelirrojo—. Siempre intentando llamar la atención.

 

—Y yo conozco perfectamente a los tu tipo. Te crees muy rudo, ¿no? Dices que intento llamar la atención, pero allí estás tú, con ese tatuaje en la frente —le agarró del cabello, halándole hacia atrás, dejando expuesto el rojo tatuaje—. ¿Amor?

 

—Desconoces mis razones.

 

—No hay gran diferencia. Sé bien quién eres Sabaku No, y lo mejor para ti será que no te involucres en mis asuntos.

 

El moreno tenía bien sujeto el cabello de Gaara con una mano, mientras la otra se aferraba fuertemente en el cuello de su camisa. Ese estúpido pelirrojo había estado enfrentándosele desde el día anterior, cosa que no le agradaba para nada. Conocía bien al hermano de Gaara, ese loco marionetista llamado Kankuro. Ambos eran tan distintos, que cuando Karin le dijo quién era, casi pensó que la chica le estaba jugando una broma pesada. Kankuro y Gaara diferían demasiado en cuanto a apariencia física se trataba.

 

—Suéltame. No tienes derecho de tocarme.

 

—¿Eso crees?  —Se acercó sugerente a su oído, rozando con sus labios todo lo que podía—. ¿Y qué harás al respecto?

 

Gaara estuvo a punto de actuar, cuando la puerta de la azotea se abrió. Sai les miraba desde el otro lado del lugar, con un semblante totalmente diferente al que Gaara acostumbraba a ver en él.

 

—Sai… —susurró el pelirrojo.

 

—Así que conoces a este bastardo —finalmente ese sujeto le había soltado. Gaara pudo observar como ellos se veían, y sintió aún más curiosidad. ¿Se conocían? ¿O es que ese tipo con cabellos en puntas llamaba bastardo a cualquiera? —. No me extraña.

 

Sai no dijo nada. Siguió con la mirada al otro chico de ojos negros, y cuando finalmente estuvo fuera de su campo visual, posó sus negras orbes en las aguamarinas de Gaara.

 

—¿Te hizo algo? —Gaara ladeó el rostro, sin comprender realmente el porqué de su pregunta. ¿Realmente le interesaba?

 

—No —dijo finalmente.

 

—Bien —respondió el otro, sonriendo de aquella forma nuevamente.

 

—¿Y bien?

 

—¿Qué? —Mantenía esa sonrisa mal fingida en su rostro. Gaara comenzaba a exaltarse.

 

—¿Para qué me pediste que viniera?

 

—Quiero conocerte, Gaa-san. Eres la primera persona en este sitio que no se molesta conmigo por sonreír —¿qué no lo hace? ¡Já! Si supiera…

 

—¿Qué quieres decir? —¿Qué? ¿Acaso todos en Konoha Gakuen querían «conocerlo»?

 

—Me refiero a que… quiero conocerte. ¿Puedo?

 

El pelirrojo bajó la mirada, pensativo. No le agradaban mucho los arrejuntes, pero tener un nuevo conocido en el instituto, no podría ser tan malo. Además, Sai parecía lo suficientemente callado como para no representarle un gran problema. No como Naruto o Sakura, que al parecer le contaban su vida a todo aquel que preguntase, sin importar qué tanto les conocían.

 

 

 

 

«La juventud de hoy en día…»

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tres semanas.

 

Tres semanas habían pasado desde que Gaara pisó Konoha Gakuen por vez primera. Si bien no era el chico popular, algunos compañero de estudio había hecho. Vamos, que el chico era un poco asocial, pero tampoco se encerraría en casa a gruñirle a cuanta persona se le acercase. Y mucho menos le aullaría a la luna como había aconsejado Lee uno de esos días. Oh Lee… pobre adolescente incauto totalmente fuera de lugar. Sus cejas eran más grandes que sus ojos, y eso sí que asustaba. Tenía una leve obsesión en ver a Gaara luchar, pues varias veces le había visto teniendo discusiones con el chico de cabellos en puntas.

 

Lee era Lee, un tipo fuera de lugar, pero con un gran corazón. Y una gran obsesión por una tal flor de la juventud. Ah, sin mencionar al profesor Gai.

 

El día que tuvo la suerte de conocer a «Gai-sensei», fue el día en el que se arrepintió de algo por vez primera. Había aceptado a quedarse en unas lesiones privadas con Gai y Lee, pero lo que él no esperaba, era que al llegar al gimnasio estaría una copia bastante usada y vieja de Lee (con los ojos más pequeños) esperándoles con toneladas de pesas. ¡Que era una clase de educación física, joder! No un burdo gimnasio en sí lleno de imbéciles aceitados. Gai luego de hacerles correr cien veces toda la extensión del lugar, los había hecho realizar sentadillas bajo el agua. Sí, dentro de la piscina. Todos estaban muertos, pero él había aceptado quedarse y como jamás rompía una promesa, terminó casi muerto tirado en un rincón de quién sabe dónde, bañado en finas capas de sudor y sin nada de aliento. Ese hombre de cejas pobladas sabía como absorberle el espíritu a las personas.

 

Cuando tuvo su primera clase con aquel profesor (aún más) extraño, el de ciencias, Orochimaru, si mal no recordaba. Pensó que Gai sería una buena compañía para ese momento. Orochimaru se empeñaba en disecar ranas, aves, y todo lo que se le atravesase en el camino. Estaba seguro que algún día podría clonar animales, y dejaría finalmente aquella deprimente escuela.

 

Jiraiya, profesor de literatura, pasaba más tiempo mirando por la ventana, y páginas porno en su ordenador, que enseñando. Gaara prefería hacer oídos sordos, cuando el sinvergüenza de su profesor olvidaba que estaba en clases, y dejaba los videos en alto volumen, y el salón se llenaba con gemidos de mujeres que parecían estar siendo asesinadas dolorosamente. Sin embargo, a pesar de todo lo pervertido, algo gruñón, morboso, fuera de lugar, pervertido, pertubador, poco correcto, en incluso ilegal… Jiraiya era un profesor excelente. Claro, ignorando todo lo anterior. Lo bueno del asunto, es que siempre podía admirar los suaves movimientos de Sai cuando usaba el pincel en esas horas libres en las que el viejo pervertido miraba porno. Siempre estudiaba sus movimientos, eran gráciles, suaves, pero firmes. Y le causaba un no se qué, la formaba en que sus músculos se tensaban cada que cambiaba el ritmo de las pinceladas.

 

Kakashi, bueno, Kakashi era Kakashi. Algo parecido a Jiraiya, poco correcto en sus enseñanzas, pero bastante directo y preciso en lo que hacía. Siempre llegaba tarde, y prefería leer en clase que corregir los exámenes que él mismo hacía. De igual forma apreciaba su trabajo como educador.

 

El peor de todos, (por no decir otra cosa) sin duda era Itachi. Sus clases de historia eran llevaderas, precisas y bastante entretenidas. Pero le jodía en niveles excesivos el hecho de que éste dictase una clase entera mirándole de arriba abajo. Se sentía violado, su espacio vital era agredido por aquellos ojos oscuros que le miraban siempre desafiante, siempre de manera sensual.

 

A los dos meses de estar allí, fue que cayó en cuenta de algo importante: Tenía serios problemas de atracción hacia los ojos negros. Sai le atraía de una forma poco común, es como si llenase esos vacíos de curiosidad que jamás había saciado en su vida. El moreno le trataba de una forma poco común, sin miedo alguno, y con una delicadeza poco convincente. Quizá era esa una de las razones por las que permitía que éste estuviese a su alrededor casi todo el día al igual que Naruto y Sakura. Eran un pequeño grupo, pero se complementaban entre sí. Itachi por su parte, tenía unos ojos de igual color, negros y profundo. Pero éste le miraba con codicia, como esperando el momento correcto para lanzarse a por su presa, y devorarle de pies a cabeza. Sin embargo, cada vez que estaban a solas, el moreno insistía en querer conocerle. Por otro lado, estaba ese idiota de tercero, el chico de los cabellos en puntas que también tenía ojos negros. Le veía poco, nadie hablaba de él, y a Gaara, sinceramente; poco le importaba. No era curiosidad o algo parecido lo que sentía por esa mirada oscura. ¡Era odio! Detestaba a ese ser con cada poro de su menudo y paliducho ser.

 

Ya se había acostumbrado que, al ver Naruto, éste siempre estaba acompañado de Sakura y algunas veces Ino. Hablaban normalmente de ramen, estudios o algunas fiestas. Cada vez que veía al moreno imbécil de tercero, tenían discusiones sobre temas estúpidos, como incidentes con los casilleros (pues desde que el chico se había aprendido el número del casillero de Gaara, no había día en que no se posase frente al mismo con la excusa de que el instituto era libre) hasta chocar «accidentalmente» en la cafetería. Fuese como fuese, siempre terminaban discutiendo. Mientras que cada vez que estaba con Sai, hablaban de las cosas que el moreno aprendía de los libros que leía. Si es que sentarse por horas bajo un árbol, luego de intercambiar 3 frases como máximo podía ser catalogado como conversación. Sin embargo, desde que esos dos estaban juntos, como compañeros, claro; el moreno hablaba mucho más. Cada día se acercaba al pelirrojo a mencionarle la palabra nueva que aprendía, y su significado. Todo marchaba bien para el pelirrojo, las vacaciones por las festividades del Carnaval se acercaban, y pronto estarían dando una fiesta en honor a aquellas fiestas coloridas. Todo iba bien, casi perfecto, podría decirse.

 

Hasta que un buen día, Sai llegó con un nuevo libro en sus manos. Comentando en el trayecto, que había descubierto muchas cosas gracias a ese libro. No era algo raro, nada para escandalizarse, hasta que el pelirrojo leyó el título del dichoso texto:

 

«Humanos; sentimientos y emociones: Del odio, al amor».

Notas finales:

¡Al fin he actualizado! Debo decirles que no he quedado para nada satisfecha con este capítulo, así que si no les agrada, las entenderé. Sé que no fue muy buena idea adelantar 2 meses así sin avisar, pero bueno... los rellenos no me gustan. 

 

También quería decir, que REALMENTE no tengo idea de qué le pasa a la web, pero me está modificando el capítulo a cada rato. Esta es la quinta vez que intento subirlo, y me daña los espacios, las acentuaciones y aún más la sangría.

 

Esto me molesta muchísimo.

 

Pero bueno, tendré que dejarlo así... si llegan a conseguir algún error, no duden en decírmelo.

 

Gracias por leer. c:

 

Por cierto, ¡Hemos llegado a las 1000 lecturas! Una gran hazaña para mí.

 

Así que ya saben, si les gusta, me dejan un review. 

 

Y si no les gusta, pues me pueden decir en qué estoy fallando, de igual forma en un review. 

 

¡Hasta la vista!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).