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Enamorado de México por Sakkura Princess Yaoi

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Notas del fanfic:

Pues bien, este es mi primer fanfic original que publico, ya tengo varios, pero en otras categorías, espero sea de su agrado, como dice en el resumen este fic, tiene mucho de las películas de grandes personajes como Pedro Infante y Jorge Negrete. Además de tomar como referencia a ciertos personajes entrañables, como Sara García. 

Reitero, ojala les guste.

Normalmente en estos espacios delego los créditos a quien los merece, pero en este caso.

Todo es de mi propiedad e invención

Notas del capitulo:

 

Quizá haya varias palabras que en otros países no se entiendan, si es así, háganmelo saber y con gusto las explico, si son muchas sus dudas, déjenmelo como sugerencia y agregare un pequeño glosario al final. 

Londres, Inglaterra Años 40´s

Un día lluvioso, quizá el menos apropiado para una boda, pero la verdad es que no me importa en lo mas mínimo si esto sale perfecto, solo firmare y listo, eso es lo que debí hacer desde un principio, enfrentarme a mis deberes, mientras me acomodo los puños de la camisa, no puedo evitar pensar en todas las malas decisiones que me llevaron a ser hoy lo que soy, una persona infeliz…

-El clima esta de mi lado- pensé en voz alta acariciando los fríos cristales de la ventana.

 

 

______________________

San José, México. Años 40´s

Era un caballo negro el que galopaba entre los mezquitales cercanos al pueblo, su jinete le hacia relinchar, con un brío digno de admirarse.  El hombre paro un momento el caballo, ajustando el ala de su sombrero.  Para luego emprender su cabalgata hacia el centro del pueblo, al entrar a la calle principal disminuyo el paso del animal, llevando un porte orgulloso, como solo el lo podía lograr, sus ojos negros y alegres le sonreían a cuanta muchacha pasaba cerca y a las de las ventanas que se acercaban a ver al famoso Luis Alberto González, y es que por todos en el pueblo de San José de los viñedos era conocido la fama de mujeriego y jugador entre otras más “virtudes” que se le colgaban al apuesto charro.

Acelero una vez más el paso hasta llegar a la hacienda que era de su propiedad, o mejor dicho de su familia. Bajo del caballo cuando enseguida un mozo de no más de doce años se acerco a coger las riendas y llevarle a los establos, el charro le acaricio los cabellos al muchacho para luego seguir caminando.

-¡Patroncito!- Exclamo un hombre chaparro y demasiado delgado corriendo hasta el muchacho- ¡Patroncito! Hasta que por fin llega – decía el hombre alarmado.- Su tía y su padre…

-Tranquilo…-le calmo el joven sacándose el sombrero que iba a juego con su clásico traje de faena; camisa blanca, chaqueta de gamuza negra con tres botones, pantalón de corte charro café con tres mancuernas por lado a juego con la chaqueta, botines lisos de una pieza, un enorme cinturón que se ocultaba un poco por la canana* encargada de sostener el par de pistolas que siempre llevaba.-Respira… y cuéntame que te traes.

-Pues ¿Qué mas me voy a traer Don Luis? Que la señora Ofelia y Don Alberto están requeté encorajinados con usted.

-¿Y ahora por que?- cuestiono caminando con él hacia la entrada de la casona.

-Pues solo dios a de saber que tarugada se aventó ahora señor.

-Severino…

-Con perdón de usted, pero ¿Qué otra cosa puede ser?

-Es lo que vamos a averiguar.- hablo el muchacho entrando por fin a la casa.

-Hasta que por fin llegas… gallito de cuarta- regaño una mujer ya entrada en años, con un elegante vestido, pero que resaltaba por su vivo color esmeralda.

-Hola, mi tía linda hermosa… mi ángel- saludo sonriente Luis acercándose a la mujer para darle un beso en la mejilla.

-Que linda hermosa ni que nada… sáquese para allá, hijo del demonio…

-Que paso hermanita…- hablo esta vez un hombre vestido también de charro con un gran bigote lleno de canas- si es mi hijo.

-Pues por eso lo digo- añadió- A dios no le basto con darme un hermano medio buey y socarrón, si no que hasta mi sobrino tuvo que salir igual.

-¿Y pues ahora que te hice tía?- pregunto cruzándose de brazos.

-A mi nada… pero a Margarita, ¿Qué tal? ¿Eh?

-Margarita- repitió- me suena… me suena…  

-Pues claro que te suena cobarde… - exclamo dándole un golpe en la cabeza- Es mi ahijada, y resulta que ahora esta esperando un niño…

-Ah, pues me la manda felicitar…

-Cínico, desvergonzado…- volvió a repetir pegándole de nueva cuenta.

-Hijo, fájese los pantalones y hágase responsable de sus actos- le reprendió su padre.

-Pero, ¿de que habla apa?

-Pues de esa criatura, debes darle tu apellido.- intervino de nueva cuenta la anciana.

-Válgame ¿y yo por que?

-Pues por que es tuyo- le volvió a insistir.

-No pues allí si le fallo tía… Margarita es del pueblo San Antonio.

-¿Y eso que tiene?

-¿Cuánto lleva con la criatura?

-No sé…- comenzó la anciana algo dudosa- no más de dos meses.

-Pues allí esta, yo ya tiene mas de tres que no me aparezco por allá, así que no me ande colgando milagritos.

-Pues si no fueras tan ojo alegre, no tendría que dudar de ti condenado… ah… y también se me olvidaba, me mando un mensaje mi comadre Vicentina, que le mandaste a su hijo Inocencio todo golpeado.

-Pero tía… ese de Inocencio no tiene nada, me insulto y yo le respondí como el González digno que soy.

-¡Ese es mi hijo!- exclamo el hombre sentado.

-Bola de desvergonzados eso es lo que son todos los González - exclamo la mujer- si ya te he dicho que  no tengas pleitos ni quereres con mis ahijados.

-Pues si no amadrinara tanto chamaco, no tendría tantos problemas.

-No tendría tantos problema si te hubieras parecido más a tu querida madre, que dios la tenga en su santa gloria-se persigno resignada-  y menos a este viejo coyote que tengo por hermano-Señalo sentándose en un sofá junto a él, que ya casi se estaba durmiendo.

-Pues ya ve que yo no tengo culpa de nada… soy una blanca paloma.

-Blanca paloma… gavilán o cuervo es lo que eres, solo disgustos sabes darme.

-Pero tía como va a decir eso- se acerco para tomar las manos de la mujer besándoles- Sabe que yo la quiero como a una madre…

-Pues entonces compórtate como un buen hijo- pidió – empezando por hacerme un favor.

-Lo que quiera mi ancianita chula…

-Si, si, deja de ser tan lambiscón… necesito que hoy en la tarde vayas a la entrada del pueblo, a recibirme a unas visitas del extranjero, para que no se me pierdan.

-¿Del extranjero?

-Precisamente, hace ya muchos años- hablo con algo de nostalgia- cuando visite la capital, conocí a una amiga que aprecie mucho, ella murió hace doce años, dejando huérfanas a unas lindas gemelas y a su hijo… y ahora ellos vienen a hacernos una visita, yo solo conocí al muchacho una vez, ahorita debe tener mas o menos tu edad… y viene desde Inglaterra a visitarme.

-¿Desde haya viene?

-Aja, a diferencia de mi sobrino que a veces no puede ni caminar de la cantina hasta acá para darme las buenas noches.

-Tía… párele…

-No importa, lo que quiero es que vayas y le recibas a él y a sus hermanitas… todos les recibiremos en esta casa con los brazos abiertos… ¡Todos!- repitió pegándole a su hermano que ya  estaba sumido en un profundo sueño.

-Si, si claro todos- hablo rápido el hombre al despertarse de golpe- ¿Todos que?

-Ay… solo le pido a dios que me de paciencia para aguantar a estos González…- suspiro la señora.

_________________________________________________________

 

-¿Edward estas seguro que este es el camino?- cuestiono  en Ingles una niña de rubios cabellos peinados en dos coletas.

-Edward no te responderá Katherine - le rebatió su gemela en español, la cual solo se diferenciaba en el cabello suelto, e iba a su lado en un elegante auto de color negro sin capota- dijo que aquí intentáramos hablar solo español, para dominarlo mejor, ¿no es cierto Edward?

-Eso fue lo que dije, ustedes saben dominar muy bien los idiomas niñas, pero les falta practicar mas con el español- sonrió el muchacho que conducía. Era un chico de algunos 26 años, con un cabello rubio ligeramente ondulado, cubierto por una boina y que portaba una elegante camisa blanca y corbata gris  a juego con el pantalón y la gorra.

-Aquí hay mucha tierra- volvió a hablar la segunda gemela esta vez en español pero con un marcado acento ingles.

-Solo por ahora Wendy, cuando lleguemos al pueblo mejorara- le atino a decir su hermano que ya veía desde la colina en la que iban el pequeño pueblo de San José de los Viñedos. 

Al entrar las niñas se hincaban  sobre los asientos, mirando contentas lo diferente que era ese lugar de su natal Londres Inglaterra.

-Mira hermano- señalo la niña de coletas- hay muchos caballos pequeños aquí.

-Son burros o asnos Kat, no caballos.

-¿Y donde esta la casa de esa amiga de mamá?- pregunto  Wendy.

-No lo sé exactamente, se suponía que mandarían a alguien por nosotros- respondió estacionando el auto en una orilla.- Esperaremos un rato, jueguen mientras tanto con sus muñecas, si no llega nadie, preguntaremos.

-¡Si!- asintieron rápido las dos menores abriendo sus pequeños bolsos y sacando de allí muñecas, peinecitos y demás juguetes.

Edward se apoyo en el volante mirando todo a su alrededor con una sonrisa, su nana María era mexicana y siempre le contaba de cuanto extrañaba su tierra, describiéndole lugares, personas, costumbres; ella y su madre eran la razón de que él hablara también el español de aquellas tierras. Su madre Adeline Wallace viajo en su juventud a México y quedo enamorada del país, inculcándole ese mismo amor, que se notaba al ver como sus destellantes ojos azules relucían al admirar cosas tan básicas como el atuendo de las personas que se paseaban por allí observándoles curiosos.  

Pero entonces su mirada quedo cautivada por algo más hermoso aun, o al menos a su parecer, un jinete montando una enorme bestia negra, lo hacia con gran energía y fuerza, además era sin duda un joven apuesto, de masculinas aunque lindas facciones, o así le pareció pues la sombra del sombrero no le dejaba ver bien, sin embargo la gallardees que poseía su cuerpo al montar aquel animal fue lo que le dejo cautivado, y aunque le faltaba el bigote, era lo que su madre le relataba como un verdadero charro mexicano.

Más impactado se quedo aun al verlo bajar del caballo y acercarse hasta él, quitándose el sombrero dejando ver un cabello tan profundo como la noche que brillaba a la par de unos ojos que relucían llenos de vida.

-Usted debe ser el invitado de mi tía- hablo el peli negro al llegar al auto- Soy Luis Alberto, sobrino de Ofelia Gonzales.- volvió a hablar mirando al rubio que le miraba algo embelesado.- Ijoles, creo que no habla español.- se lamento rascándose la nuca.

-No disculpe, si lo hablo…- se apresuro a contestar el rubio- solo… perdóneme, es que…

-¡Increíble!- Le interrumpió Katherine poniéndose de pie. - ¡Que bonito y enorme caballo!

-¿Es suyo señor?- pregunto con entusiasmo la otra gemela parándose igual que su hermana.

-Si, es mio- asintió sonriéndoles, dejando aun más embobado al hermano mayor de las niñas.-Y ustedes deben ser Wendy y Katherine…- Hablo señalándoles.

-No- negaron las niñas a la vez.

-Es al revés- apunto Kat- Yo soy Katherine.

-Y yo Wendy

-Es que pues son igualitas, re chulas las dos, como muñequitas- les alabo viendo sus hermosos vestidos azul cielo.

-Gracias- asintieron las dos, con una  leve inclinación de cabeza.

-Y hablan muy bien el español, que bueno, porque de Ingles yo no entiendo nada.

-Nuestro hermano nos enseño-acoto rápido Wendy.

-¿Enserio?- pregunto- Pero su hermano parece que ni siquiera habla- comento y las dos niñas rieron de forma traviesa sacando de su mundo al aludido.

-Ah, discúlpeme realmente, si somos nosotros, mi nombre es Edward Alexander Blake- saludo extendiéndole la mano.

-Ahora si… un gusto- sonrió estrechándosela- Yo soy Luis Alberto Gonzalez de la Cruz, pa servir a usted y a dios. Mi tía me pido escoltarlos hacia la casa, pa que no se pierdan ¿Me sigue?

-Si, claro, gracias- asintió echando en marcha el vehículo sin dejar de observar detenidamente al muchacho que subía al caballo.

-A Edward le gusto el muchacho…- comento Wendy.

-Si, a Edward le gusto y mucho…

-Silencio niñas, ¿Qué les he dicho de hacer esos comentarios en voz alta?

-Que mucha gente no entiende que a ti te gusten los niños y no las niñas- contesto Kat.

-Y que no debemos incomodarlas diciéndolo.- siguió Wendy.- pero ahorita no hay mas personas- se apresuro a agregar.

-Aun así… si en Londres guardaban compostura respecto a eso- decía sin despegar su vista del camino- aquí deben hacerlo más, ¿esta bien?

-Esta bien hermano- asintieron las dos.

Edward las miro por el retrovisor con ternura, el al morir sus padres se había hecho cargo de las prácticamente desde que nacieron, pues su madre murió en el parto y su padre apenas un año después, dejándoles sin embargo una gran capital, que a la corta edad de catorce años tuvo que esforzarse para dejar de ser un niño y administrar todo, para que su tía Berenice no le separara de sus hermanas. A las que adoraba profundamente.  Pese a sus indiscreciones y travesuras, las cuales lo habían llevado a tenerles que explicar su pequeño secreto.

Las relaciones entre personas del mismo sexo, no estaba bien vistas, o mejor dicho eran repudiadas, sin embargo con el suficiente dinero y discreción había personas como él que podían mantener relaciones secretas, sin la mas mínima preocupación, o al menos así sucedía haya. Era algo arriesgado por las penas de conducta inmoral, pero el siempre había sido cuidadoso, excepto claro, cuando sus hermanas le vieron besarse con su amante de ese entonces, allí tuvo que tener una larga charla con ellas, pero comprensivas y dulces como eran las pequeñas, no tardaron en entender y apoyar a su hermano, al que veían como su única familia.

-Llegamos- Anuncio Luis al llegar a la hacienda, para desmontar de nuevo él caballo para que el mozo se lo llevara a las cuadras.

-Venancio, Severino…- Grito a lo que estos enseguida aparecieron- Ayuden al señor y las niñas con las maletas.

-Enseguida patrón- respondieron para ir hacia el coche de donde los tres extranjeros bajaban. El muchacho ayudo a bajar a sus hermanitas mientras Luis se acercaba ellos. Sorprendiéndose un poco al notar como el rubio le sacaba algunos cinco centímetros de estatura.

-Mi tía y mi padre los esperan adentro.- Informo.

-¿También nos acompañara adentro señor Luis?- pregunto Wendy.

-Claro, ¡si comeremos todos juntos!- asintió extendiéndoles las manos que las niñas enseguida tomaron- sígame por aquí- indico con un movimiento de cabeza, llevando a las gemelas que voltearon a ver a su hermano con una sonrisa cómplice el cual solo les respondió negando con la cabeza y siguiéndoles.

-¡Pero mira que muñecas tan preciosas!- exclamo la mujer apenas vio entrar a su sobrino con las dos niñas.

-Ella es mi tía niñas, Doña Ofelia…- Les presento el joven.

-Es un placer Doña Ofelia- hablaron al unisón haciendo una reverencia muy tierna con sus vestidos.

-Pero si son un par de princesitas… con la belleza de su madre- sonrió Ofelia.

-Doña Ofelia- saludo con una sonrisa en su rostro el Ingles.

-¡Edward!- la señora camino hasta él abrazándole. Para después tomarle el rostro entre sus manos- Pero si no te veía desde que eras un chamaquito, te volviste un nombre muy apuesto.

-Le agradezco el cumplido Doña Ofelia.

-Tía, ¿Y mi padre?- pregunto mirando a todos lados.

-Tu padre… tu padre…- repitió la mujer frunciendo el entrecejo-  Se fue a acostar por que se sintió mal…

-Que pena… espero que este bien- manifestó Edward con preocupación.

-Ah, estará bien…- le tranquilizo la mujer moviendo la mano despreocupada- Yerba mala nunca muere… además quiero hablar contigo a solas… Luis… llévate a las niñas y que alguna de las muchachas les muestre su habitación y les de vuelta por los alrededores para que vean los animales…

-Como usted quiera Tía- asintió el peli negro- ¿Me acompañan entonces niñas?- pregunto extendiéndoles de nueva cuenta su mano.

-Hermano, ¿Podemos?- pregunto Wendy volteando a verlo.

-Claro niñas… vayan-

-¡Si!- exclamaron las dos niñas entusiasmadas, tomando las manos del charro para irse con él.

-Se las encargo- le dijo Edward mirando al otro muchacho con sus brillantes zafiros.

-Si, las dejare con un buena muchacha no te apures… yo tengo algunos asuntos en el pueblo, así que si me dispensa tía…

-Si te vas ir, ¡vete vago!  Y no digas asuntos que yo se muy bien a que te vas…

-Tía…

-Anda, ya… llévate a las niñas…

-Muy bien… vamos pequeñas…- hablo sacándolas de la habitación.

-No parece tan malo como me lo describió en las cartas –Dijo Edward apenas los otros tres salieron.

-Es que apenas viste el rabo hijo, deja que divises los cuernos…- se burlo la anciana sentados e invitando al muchacho a que se sentara junto a ella en un pequeño sofá. 

-Si usted lo dice, pero parece llevar muy bien con las niñas.

-¡Claro!, De que otra manera crees que consigue a las mujeres con creaturas.

-Pero Doña Ofelia…  

-Yo conozco lo que tengo… como a ti, que aunque solo hablemos por cartas, se que te conozco muy bien.

-Es así…- asintió mientras su cara se cubría ligeramente por la boina.

-Te volviste un buen hombre Edward, y muy apuesto además, pese al padre que te cargas… que lo único bueno que supo heredarte fue ese par de hermosos ojos.- agrego haciendo que levantara la vista.

-Ya no me alabe tanto Doña Ofelia, dijo que quería hablar conmigo.

-Si querido, hay algo que me dejo muy…- busco las palabra- pensativa, las cosas que me relatas en tus ultimas cartas…

-Se de que habla- la interrumpió- Si le molesta, lo entiendo, pero desde que murió mi madre y luego mi nana, aun a la distancia, usted es una de las personas con las que podía desenvolverme mejor, y que sentía cerca por la relación con mi madre… así que cuando empezó a preguntarme sobre alguna novia o prometida… y luego cuando dijo que en mi venida a México podía encontrarme una buena muchacha… yo no pude mentirle.- confeso mirando otra vez hacia el suelo.

-No te pongas así – pidió levantándole la cara de la barbilla- Podrán no gustarte las hembras, pero se que eres un hombre hecho y derecho…y esos Edward, esos no bajan la vista…- el muchacho le sonrió asintiendo.

 -Usted no me juzga…

-Solo dios juzga hijo, aquí yo solo castigo mequetrefes como el que tengo por sobrino.

-Me parece que es muy dura con él…

-Bah! Solo lo que se merece, vive para jugar, beber, y atrapar a cuanta se la pasa por enfrente, si no fuera por lo inteligente que es, igual que mi hermano, todo nuestro dinero estaría en la cantina.- Se quejo de forma muy firme causando una pequeña risa en el muchacho.

-Creo que exagera.

-No, ya el tiempo que estés aquí, veras que no lo hago… pero dejemos de hablar del zángano aquel, yo quería tocar ese tema contigo, por que quiero que sepas, que te apoyo… aunque te advierto y por lo que me cuentas, que las cosas son mas duras aquí.

-Lo se Doña Ofelia, pero descuide, aquí solo vengo de turismo, no a conseguir novio o enamorarme…

-Pues bueno… por lo menos ya tengo a alguien a quien llevarme al ruedo para comentar quien luce mas guapo montando.

-Ya lo tiene…

-¿Y cuanto se quedarán?

-Digamos que… el tiempo que sea suficiente…

-Esperemos que sea mucho…- asintió la anciana, dando un beso en las blancas mejillas del muchacho. 

Notas finales:

Gracias de antemano por leerme, cualquier sugerencia, comentario, etc. Será bien recibido.

 


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