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Mente turbia por Shin Black

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Mente turbia II

 

Abrió los ojos azules con rayos rojizos lentamente y se nubló por completo, se sentía cansado y adolorido, su cuerpo tiritaba y el blanco de la habitación le cegaba aún más los ojos con la entrada del tenue luz del sol.
El dolor de la cabeza le hizo volver a la realidad y poder observar con determinación que no se encontraba en su casa, no reconocía el color pálido de las paredes, las sabanas incoloras tendidas sobre si, el dolor en sus brazos y una bolsa con sedante colgada de un especie de perchero. Si fuera capaz de articular palabra diría que le dolía el alma y los pensamientos, pero no podía simplemente porque para él esto era mejor que su vida. El dolor pasa por su cuerpo y no por su cabeza llena de ideas, pensamientos e imágenes. Respiró por la nariz, exhaló por la boca y giró sus ojos hacia el enorme ventanal con hermosas cortinas de seda trasparente, se movía suavemente con la briza primaveral que entraba por ella y estrellaba en su piel. El dolor comenzó a ser un poco más intenso y cerró sus ojos fuertemente realizando con su rostro un gesto de agonía. El brazo le dolía mucho.
Bajó la mirada y pudo ver una venda blanca manchada con un rojo carmesí, su sangre, ahora recordaba que lo último que hizo conscientemente fue caminar hacia la ventana de su cuarto, luego, gritos desesperados y un fuerte dolor, sintió una agua espesa recorriéndole el brazo y como lentamente sus ojos se cerraron, divisando un borroneado color frente suyo.

No tengas miedo, Kazuya. Escuchó esa voz a su lado y caminó hacia el ventanal, rómpelo, rómpelo todo. Lentamente esa voz comenzó a distorsionarse a una grave y espantosa, cuando giró a su costado y un manto oscuro le cubrió para luego dormir. Sólo pudo abrir los ojos cuando su madre entró al cuarto espantado para verle sangrando, con esos vidrios rotos y esparcidos a su alrededor.

Ahora no se encontraba en su casa, sino en un especie de cuarto de hospital. Respiró nuevamente con calma y abrió sus ojos lo más grande que pudo para observar detalladamente ese color que salían de las paredes. El hospital era el peor lugar para él, por lo que no le gustaba para nada quedarse siquiera una hora allí. Comenzó a temblar, cuando unas sombras caminaron por los pasillos y el manto oscuro nuevamente apareció frente a él entrando por la puerta, traspasando las paredes y mirándolo con esa terrible cara.

Llorar, lo único que podía hacer en ese momento era llorar y gritar mientras comenzaba a moverse frenéticamente en la cama. Sus alaridos de espanto alertaron a unos enfermeros quien lo tomaron por sorpresa de los brazos y lo aprisionaron contra la cama. La fuerza aumentó descomunalmente y llorando, gritando, sintiendo que se moriría en cualquier momento, sin importar que se le salieran los puntos de los brazos, simplemente quería escapar; ¿cómo es posible que nadie se diera cuenta de lo que ocurría allí? ¡Estaba justo frente a ellos! Pero todos actuaban como sino existiera….. ¿Acaso estaba demente? ¿Realmente estaba loco?

Observó al doctor entrar con una jeringa enorme y detrás a sus padres, Seiichi comenzó a llorar y se abrazó a Genichirou quien intentó mantenerse de pie, mirando fijamente como esa aguja era clavada en el cuerpo, el pequeño cuerpo de su hijo, y poco a poco el niño dejo su llanto, dejó de moverse, cerró los ojos y calló completamente dormido.

Estalló el llanto contenido por Seiichi durante tantos años y se aferró a su marido quien le dio ánimos, también quería llorar pero no podía, tenían dos hijos más a los cuales le tenían que mentir, decir que Kazuya no estaba loco a pesar que parecía completamente lo contrario.

 

–Necesito hablar con ustedes urgentemente –susurró el doctor a los asustados padres. Seiichi afirmó con la cabeza y salió del cuarto mientras Sanada se mantuvo unos momentos más observando al niño, los enfermeros se retiraban y solo quedó el cuerpo del pequeño y pálido muchacho de doce años–. ¿Sanada-san?

–Ya….voy –susurró y miró las marcas que le habían dejado esas bestias cuando intentando contener a su hijo lo habían lastimado. Lleno de ira caminó sin mirar a los señores que le rodeaban vestidos de blanco para entrar a la habitación donde Seiichi ya estaba sentado.

–¿Qué tiene mi hijo?

–Bueno, sabe qué hace años estamos tratando a Kazuya y hemos hecho todo lo posible por él, pero esto se nos está yendo de las manos –el hombre se sentó en su sillón y mirando a los angustiados padres comenzó a escribir–. Voy a recetarle unos anti-psicóticos.

–No por favor….–imploró Seiichi–. No quiero seguir drogando a mi hijo.

–¡Lo siento pero es una amenaza para ustedes, para sus otros hijos y para él mismo! –Seiichi exhaló y tomó fuertemente la mano de su marido–. ¿Conocen la loxapina y el Litio?

–No.

–Es una droga anti-psicótica bastante potente,  usualmente no solemos recetarla por los efectos secundarios, y el Litio es para los trastornos bipolares que puede presentar.

–¡No por favor, no quiero destruir más a mi hijo! Sé que es un problema tenerlo así, pero no puedo más, estoy cansado física y psicológicamente tanto como ustedes, no puedo seguir drogándolo, siento que hay otra cosa……….algo que no es locura.

–Conozco estos casos, soy licenciado en psiquiatría por favor Yukimura-san, sé que es doloroso para usted, pero recuerde que tiene otros dos hijos más y la vida de sus otros dos hijos está en peligro con un niño especial como Kazuya, sino lo médica, entonces……tendré que mandarlo a internar a un neuropsiquiatrico. Créame, no es recomendable.

–¡Usted no entiende! Yo soy la madre, yo le di a luz, le di la vida, estuvo ocho meses dentro mío, yo sé que tiene mi hijo ¡no es locura! Tiene que creerme….Sanada, por amor amor, ayúdame….ayúdame Sanada, no dejes que haga esto.

–Señor Yukimura, sabemos que usted estuvo depresivo por causa de la enfermedad de su hijo y lo entendemos pero….

–¡MI HIJO NO ESTA ENFERMO! –Se levantó y golpeó fuertemente la mesa, le dolió pero en ese instante no le importaba su mano–. No quiero más esto, por favor, quiero que salven a mi hijo, no que lo droguen o lo encierren, es mi bebé ¡por favor no le hagan más daño! –gritó golpeando todo a su paso. Sanada intentó calmarlo pero Seiichi estaba realmente muy mal.

–Señor Yukimura, sino se calma lo mandaré a sedar –alertó el doctor, pero Seiichi hizo caso omiso y siguió con su rebelión. Genichirou no podía solo con él, por lo que nuevamente los enfermeros entraron y sedaron a Yukimura al igual que hicieron con Kazuya.

 

Mi vida se arruina. Pensó Genichirou viendo como su esposo se desvanecía en sus brazos. Le besó suavemente y le abrazó, quería que esto acabara, por lo que si las drogas eran una solución para Kazuya, deberían drogarlo, todo con tal que el sufrimiento termine.

 

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–Shhhh, está loco –susurró Ken mirándolo desde unos metros de distancia, detrás de él Yuki se aferraba a la camiseta de su hermano mayor.

–Kazuya ve cosas….que nadie ve –susurró Yuki y juntos caminaron otros dos pasos.

 

Kazuya se mantuvo quieto completamente, mirando fijantemente la pared. Había construido con bloques una ciudad completa y le observó detenidamente desde arriba, no se había movido en media hora y Ken tanto como el más pequeño de la familia pensaban que se había muerto de pie. Se acercaron un poco más para poder jugar con esa ciudad que había construido su hermano con tanto esmero, pero los ojos azules de Kazuya se habían apagado completamente y ahora solo eran negros, sin pupila que diferenciara el ojo.
Respiraron, pausadamente, y se acercaron nuevamente para poder hablar con el mayor. Aun traía su brazo vendado y su ropa le quedaba excesivamente grande como a un anoréxico.  Su cuerpo no había aumentado la talla por más de tres años, tal así que Ken era fuerte candidato en rebasarlo en unos cuantos meses.

Seiichi se levantó, llevaba los pelos enmarañados y la ropa desarreglada, caminaba lentamente con los pies descalzos a la cocina y se metió a la boca dos pastillas bajándolas con agua. Ken y Yuki se miraron con miedo, ¿la locura de Kazuya había rebasado los límites que también ahora su mamá estaba completamente loco?

 

–¿Podemos jugar? –preguntó Yuki. Kazuya no se movió por lo que se acercó un poco más y habló más fuerte–. ¿Podemos, Kazuchan? –Nuevamente no hubo respuestas.

–Son las pastillas –aclaró Sanada acercándose a los niños–. El está drogado por ello, esas pastillas hacen que Kazuya actué más lentamente.

–¿Lo vuelve un idiota? –preguntó Ken.

–Claro que no, solamente lentifica su pensamiento, es todo, para que no sufra más ataques como los que sufrió la otra vez, ¿recuerdan? –Sanada entró a la cocina y observó a Seiichi sentado con una taza de café en sus manos–. Arréglate, vamos a salir.

–¿A dónde?

–Al médico, hoy tienen que ver cómo sigue Kazuya…..–dijo tomando su campera y colocándosela. Seiichi no parecía querer moverse, por lo que Sanada fue al baño en busca de peines para desenredar el cabello de su esposo–. ¿No estas comiendo bien?

–¿Para qué vamos al hospital si Kazuya no está mejor? Lo único que hace es no gritar tanto, pero sigue viendo lo que ve.

–tenemos que convivir con eso.

–Si nos llevas a Kazuya o a mí a ese loquero, firmaré el divorcio…..–Sanada detiene su caminar con el peine en la mano, ¿divorcio?

–De….¿qué demonios dices, Seiichi? –preguntó.

–Lo que dije, si nos llevas allí te firmaré el divorcio y me iré de esta casa con mis tres hijos, no volverás a saber de mí nunca más en tu vida.

–¿Tenemos que tener esta discusión cada vez que vamos al hospital? –preguntó Sanada cruzando los brazos, bastante severo.

–¡No puedo creer que te des por vencido! ¿Realmente piensas que Kazuya está loco? –preguntó levantándose, por primera vez en una semana Seiichi comenzaba a reaccionar como antes.

–¿Cómo quieres que reaccione? ¡Nadie me da una simple respuesta! –Sanada elevó su voz, tal así que Ken y Yuki se acercaron al lumbral de la cocina para observar como sus padres discutían.

–¡Mi hijo no tiene esquizofrenia! –gritó y se acercó a él–. ¿Realmente crees que tiene eso?

–¡No lo creo! ¡Yo tampoco lo creo! O tal vez no quiero creerlo, me encantaría saber ¿qué diablos tiene Kazuya? Pero ¡nadie nos dice nada! ¿Qué podemos hacer? ¿Sentarnos a esperar que nuestro hijo se vuelva a intentar suicidar?

–¿y qué tal si lo drogamos para que ya no tenga vida y sea un potus en la casa? ¿Eso te parece mejor? –Preguntó, Sanada bajó la cabeza–- Lo siento.

–No, no, Seiichi, tienes toda la razón –se abraza a él y le besa la frente–. Ya no sé que hacer, estoy física y mentalmente exhausto, no puedo seguir sosteniendo todo este dolor, necesito, necesito que alguien me diga que tiene Kazuya o moriré de tristeza, no solo por ti, sino por mis tres hijos que sufren y padecen esto.

–Geni….chiro –tembló ligeramente.

–No quiero verte sufrir, no quiero que ninguno de los tres sufra, no quiero…..simplemente estoy esperando que algo me ilumine y me diga que Kazuya no está enfermo, que esto no está pasando, por amor de dios necesito algo….–se abraza más a su esposo.

–Todos lo necesitamos.

 

Unos pasos firmes  y decididos le hicieron a Kazuya llegar a la altura de sus padres, les miró fijamente y abrió su boca para poder hablar nuevamente después de su último ataque. Ken y Yuki no lo habían visto pasar a su lado por más que la única puerta que comunicaba el living donde estaban jugando y la cocina era por donde ellos espiaban.
El moreno giró y vio como esos ojos azules comenzaban a brillar, y Seiichi se agachó para quedar a la altura de su bebé, su primogénito.

 

–Veo gente muerta.

 

Seiichi abrió sus ojos y observó con sorpresa las palabras del niño, Sanada también se agacha y acaricia la cabeza del niño, era momento que ellos tres se sentaran a hablar. Inmediatamente Ken y Yuki se acercan, esto era digno de una reunión familiar.
Se sentaron alrededor de la mesa, con Kazuya justo en medio para que pudiera verlos a los cuatro sin necesidad de girarse demasiado. Yuki levantó la mano para poder comenzar y Seiichi le dio el visto bueno.

 

–¿Realmente ves gente que no vemos? –preguntó, Kazuya afirmó con la cabeza­–. ¿Qué tan amenudo?

–Todo el tiempo, ellos están en todos lados, principalmente en los hospitales y cementerios.

–¿Y ese día en el hospital? –preguntó Seiichi–. ¿Qué viste?

–La parca me sigue.

–¿La parca? –esta vez Sanada habló e intentó no sonar tan ignorante.

–La muerte, Gen –sonrió Seiichi para intentar bajar los ánimos–. ¿Por qué te sigue? ¿Qué es lo que quiere?

–¿Vamos a morir? –la asustada voz de Yuki apareció, Kazuya negó con la cabeza lo que tranquilizó a su familia.

–La parca no aparece solo porque vamos a morir, ella está siempre por todos lados…..yo puedo verla, pero ella tiene una……una lista….–cierra los ojos.

–¿Ahora ves algo? –preguntó Ken.

–Papá.

–¿Hm? –Sanada mira interrogante a Kazuya–. ¿Qué pasa amor?

–Cuando meditas los espíritus malos se van, los sanada habitan la casa.

–¿Espíritus malos?

–La presencia de papá hace que se vayan lejos, papá ayúdame –Kazuya baja de la silla y se abraza a Sanada–. Ayúdame papi.

–Claro que te ayudaré amor, dime como y lo haré, pero por favor, dime como ayudarte –lo aferra a su cuerpo y cierra sus ojos envolviéndolo completamente.

–Mamá quiere protegerme, pero su energía no es fuerte como la de papá, papá tiene que protegerme, esos espíritus malos huyen de papá cuando papá llega a casa….–susurró.

–Los medicamentos eran una mierda –Seiichi se levantó de la silla y abrió las puertas de la alacena para tomar la medicación de Kazuya y tirarla por las tuberías, quería deshacerse de todos esos recuerdos.

–Ayúdame papá.

–Lo haré mi bebé, lo haré.

 

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–Kazuya no está loco, él puede ver espíritus, puede ver muertos, puede ver a la muerte, pero no está loco. El sabe comportarse como un niño normal, se adapta completamente al colegio, emocionalmente estable excepto cuando ve esas cosas tenebrosas. Él se comunica con el abuelo Yukimura, también con Genemón que falleció recientemente, mi hijo jamás estuvo loco, él tiene un don, él es médium.

–Mi hijo no tiene desorden de la personalidad, mi hijo tiene un don que no puede controlar –afirmó Sanada mientras escribía junto a Seiichi en un muro de internet–. Es difícil pensar que tu hijo puede tener psicosis infantil, pero para que esto sea factible, verídico, se necesita tener más pruebas, más síntomas que mi hijo de doce años no tenía. Él ve fantasmas desde muy pequeño, tenía unos meses de vida, no podía se una psicosis tan terrible y desgargante porque él solía comportarse bien durante muchas horas al día, concentrarse, realizar sus tareas como era debido.

–¡Kazuya no está loco entonces! –Habló Ken mientras entraba a la cocina–. ¿Pero un don no debería ser algo bueno? ¿Por qué Kazuya llora y sufre cuando ve esas cosas?

–Probablemente es un trauma para él, es algo que le llegó simplemente, que él no quiere, pero deberá lidear con esto, deberá comenzar a practicar en casa, poder desarrollar sus potencialidades –toma la taza que Seiichi le da.

–Te costó mucho aceptarlo.

–Lo prefiero, Seiichi, pensar que mi hijo ve gente muerta es mejor que pensar que está loco, que tiene esquizofrenia y que morirá así. Me siento feliz de poder ayudarle con el desarrollo de su espiritualidad, los Sanada somos espirituales.

–Te amo, y amo que hayas abierto los ojos y no seas como esos idiotas que diagnosticaron mal a Kazuya, drogándolo para que su actividad mental baje considerablemente, destruirle las neuronas a mi bebé; lo único que me hace sentir bien es pensar que Kazuya no tiene secuelas por esos malnacidos –se sentó en la silla y tomó fuertemente la mano de Sanada.

–Lamento no haberte creído, pero quería pensar que había un medicamento mágico para que él no siguiera lastimándose.

–Yo creo que a Kazuya lo volvió loco la sociedad, no su don –afirmó Ken y salió de la cocina. Sanada miró a su hijo y pestañó unas cuantas veces.

–Ken realmente es un chico brillante.

–Si….–susurró  y comenzó a teclear–. A veces creo, que es la sociedad quien esquizofrénizo a mi hijo y no el propio don.

 

FIN.

Notas finales:

Esta es la segunda parte, espero les haya gustado porque realmente me esmeré!

La lexopina es antipsicotico atipico <.< creo que se dice asi xq no se usa tanto XD suelen tener efectos secundarios x eso se deja de usar.

El litio se usa para la esquizofrenia infantil, para calmar los ataques, porque es un medicamento para los trastornos bipolares tb muy fuerte

 

La ultima parte "A veces creo, que es la sociedad quien esquizofrénizo a mi hijo y no el propio don." creo que es un aprendizaje para todos, a veces los dichos y el tratamiento de un niño lo vuelve esquizofrenico para la sociedad -w- , Kazuya no era esquizofrenico y le estaban quemando el coco XD como se dice, con antipsicoticos porque no sabian abrir la mente a lo desconocido, Seiichi era el único que lo hacia y lo trataban de loco tb.

espero les haya gustado


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