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Nunca sabes que hay detrás de un armario por Keelop

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Notas del capitulo:

Buenas tardes

Creo que ya era hora de actualizar, espero que os guste el capitulo.

Tras esa calurosa tarde en la playa, averigüé muchas cosas tanto de mis nuevos amigos, como de mi nuevo compañero de clase, Alex. Descubrí la forma de ser tan descarada de Paola, así como su pasión por las fiestas, el baile y el alcohol, pero a pesar de todo eso y de la atracción que parecía presentar hacia mí, me caía bien, y me gustaba lo sarcástica y directa que era a veces. Chris, por su parte, había asistido a un internado exclusivamente para hombres, donde supuse que había descubierto su sexualidad, era muy tranquilo y pacífico, tenía poco aguante para el alcohol, de hecho decía que apenas había bebido alcohol tres veces en su vida, y confesó que nunca había tenido pareja, aunque yo eso ya lo suponía, y por ello, Lucas le dijo que podía unirse a mi club de soltería. Por otro lado estaba Alex, según Lucas su hermano era el rey de la fiesta, tenia un aguante al alcohol increíble, aunque solía pasarse al beber o al mezclar los porros con el alcohol, y siempre acababa con una buena cogorza, además era promiscuo y libertino, su novia tan solo era una tapadera delante de sus padres, para que éstos no le dieran mucho la turra con sus salidas nocturnas, ya que según ellos su hijo mayor pasaba casi todas las noches con su perfecta novia, Emily, una chica estadounidense de clase alta que había venido a estudiar diseño de interiores a España con la que Alex llevaba saliendo varios años, si a eso se le puede llamar salir. Pero, a pesar de ello, Lucas comentó que durante las dos semanas que estuvo en Nueva York, vio como su hermano se llevaba a la cama a más de cuatro chicas diferentes, y que incluso se había acostado con varias a la vez. La verdad es que no me sorprendía que Alex tuviera una vida sexual tan ajetreada, y mucho menos lo hacia su falta de respeto hacia su novia y hacia las mujeres en general. Era manipulador, egocéntrico y altivo, o al menos eso pensaba yo.

 

Durante los siguientes días de clase los profesores no hicieron más que ponernos trabajos que debíamos tener terminados para finales de octubre, es decir, nos daban un mes para entregarlos, tiempo suficiente para hacer las cuatro redacciones de biología y el estudio sobre las causas de la primera guerra mundial. Tan solo dos de los cinco trabajos que nos mandaron debíamos hacerlo en parejas, y, como se había vuelto costumbre, yo siempre los hacia con Chris, mi nuevo amigo fiel. Después de aquella primera y desastrosa clase de gimnasia no tuve ningún nuevo problema con Adrián y Alex, parecía que se habían olvidado de mi presencia, aunque obviamente no era así.

 

Ya era viernes, y ese día debían  empezar los talleres a los que nos habíamos apuntado al principio de semana. Pero a mitad de la mañana, el director emitió un pequeño discurso por megafonía para informar de que los talleres se pospondrían hasta la próxima semana debido a la ausencia de varios de los profesores que estaban en una asamblea improvista e importante. Tras el anuncio se oyeron un montón de quejas en mi salón, casi todo el mundo estaba esperando a que llegaran los talleres, era la única asignatura optativa que impartíamos y, por tanto, era, probablemente, la que más ganas teníamos todos de comenzar a realizar. Aunque yo no sabia si ese era también mi caso, o si yo estaba alegre con la noticia de la posposición del taller.

 

Ese viernes, como todos los viernes, teníamos clase de educación física a ultima hora y yo volvía a estar nervioso ante ello. Esa clase es donde me sentía más vulnerable y odiaba sentirme de ese modo, como si todo lo que fuéramos a hacer en dicha asignatura me perjudicara. Aunque probablemente fuera así, pero no solo me refería a mi falta de habilidad para los deportes si no que también me refería a la oportunidad que tenían Adrián y Alex para humillarme y hacerme sentir peor de lo que ya me sentía.

 

La clase pasó sin mayores problemas, corrimos durante veinte minutos y luego jugamos al fútbol y al baloncesto, aunque jugar lo que se dice jugar yo no lo hacía, mis compañeros no me pasaban el balón, la verdad es que tampoco esperaba que lo hicieran, y me llevé un par de balonazos de parte de los amigos de Adrián, pero nada grave. También noté una mirada constante sobre mí, una mirada que llevaba sintiendo sobre mí desde hace días y que me daba miedo, la mirada de Alex. Esta vez, Chris y yo entramos en la primera ronda de duchas, y por suerte, Adrián y Alex se quedaron para la segunda. A la vez que salíamos Chris y yo de las duchas entraban Alex y Adrián, Adrián entró a la que había dejado libre Chris. Entonces fuimos a las taquillas, y cuando me estaba secando el pelo, aun con la toalla alrededor del las caderas, me di cuenta de que se me había olvidado el champú en la ducha.

 

-Chris, se me ha olvidado el champú- Le avisé, y al ver que a él solo le faltaba ponerse las playeras añadí- No hace falta que me esperes, después de todo tu ya estás listo y yo aun tengo que cambiarme. Además, tenias comida familiar, ¿no?- le pregunté asegurándome.

 

-Si. Vale- Dijo mientras acababa de colocarse el último zapato- Entonces nos vemos esta noche. A las ocho en casa de Lucas ¿no? Que ganas tengo de salir de fiesta en esta ciudad. Y tu deberías tener cuidado con Paola- Dijo riéndose, mientras se ponía la mochila a la espalda y se acercaba para revolverme el cabello a modo de despedida. Yo solo asentí con la cabeza sonriendo.

 

Cuando fui a las duchas de nuevo a penas quedaban seis personas en el vestuario a parte de mi, y solo tres en las duchas. La ducha que había utilizado yo anteriormente estaba medio cerrada, pero como no estaba cerrada del todo pensé que no habría nadie. Pero cuando me acerqué y abrí un poco la mampara, noté como alguien me cogía la mano y me metía dentro, para luego cerrar la puertecilla y poner el pestillo. Era Alex.

 

 

Me quedé petrificado en mi sitio, Alex había dejado el pestillo abierto, como esperando a que alguien entrara, había tirado de mi mano para meterme al cubículo correspondiente a su ducha y me había empotrado contra la pared que daba a la ducha contigua y deshabitada, yo estaba con la frente pegada a la pared, con ambas manos apoyadas contra la misma también, para evitar caerme cuando me acercó a ella, y él estaba justo detrás de mí, con su manos apoyadas igualmente en la pared a ambos lados de mi cadera, desnudo. Aun recordaba su cuerpo desnudo, ese perfecto cuerpo que pude ver en la ducha de su casa aquel primer día de clase que tan lejano me parecía ahora, me acordaba de sus brazos bien trabajos y fuertes, de sus piernas tonificadas, de su abdomen duro y marcado, y de su miembro, ese miembro grande que tuvo una pequeña pero intensa fricción con el mío al caernos. Y ahora notaba como su precioso órgano viril estaba tocando mi culo por encima de la toalla. La ducha, a un metro de nosotros estaba encendida, evitando que el gemido que salió de mi boca al sentir su miembro a la altura de mi trasero se escuchara en todo el vestuario. Yo no podía hablar, y aunque pudiera, ¿qué diría? Por primera vez en mi vida sentí que aunque me dieran la oportunidad de gritar por que me estaban acosando no lo haría, porque, a pesar de las palabras que me había dedicado el primer día que le vi y de su promiscuidad, me había gustado sentir su roce en mi parte trasera.

 

Antes de que me diera cuenta, Alex había sacado su lengua y la había paseado por mi cuello, desde mi oreja, mordiendo el lóbulo con fervor, hasta mi omoplato, y yo no pude evitar volver a gemir, era la primera vez que tenía un contacto tan íntimo con alguien. Nunca me había besado con nadie y como es normal tampoco había tenido ningún acercamiento mayor, a excepción de la paja que le tuve que hacer a Adrián el primer día, aunque eso ahora no me importaba, yo solo quería sentir más a Alex, me daba igual que me odiara o que me hubiera tratado mal, incluso me daba igual mi idea de que el sexo sin amor no es buen sexo, por una vez quería entregarme, hacer algo que de verdad quisiera, sin miedo. Él siguió lamiendo mi hombro, dejando una marca de saliva por donde sea que esa húmeda lengua pasase, estaba quieto, no movía nada más que su lengua, y yo ya no notaba su miembro cerca de mí, y eso me desesperó, yo me estaba excitando con tan solo sentir el roce de su lengua, y quería percibir un mayor contacto, quería saber si él estaba igual que yo. Así que mientras el lamía mi hombro yo moví mi trasero hacia atrás, mientras me mordía el labio inferior, rozando la toalla que aun llevaba puesta con su miembro, los dos gemimos a la vez, si, definitivamente ambos estábamos igual de excitados, y él me mordió el hombro moviéndose, ahora él, hacia adelante, aumentando el roce esta vez y provocando otro gemido que traté de acallar mordiéndome la mano derecha, a la vez que daba un golpe con la palma de la mano izquierda en la pared, se sentía genial. Y, poco a poco, ambos fuimos aumentando la fricción, yo movía mis caderas hacia atrás con insistencia, y él lo hacia de la misma forma hacia delante, mientras seguía lamiendo y mordiendo mi espalda. Nunca pensé que yo seria capaz de desinhibirme de esa manera y menos con alguien como él, pero en ese momento necesitaba más contacto, así que, dejando de lado el miedo que tenía a no gustarle, llevé la mano que tenía apoyada en la pared hacia mi toalla y la solté, dejándola caer al suelo.

 

En ese momento, Alex se paró. ¿Y si se había despertado de ese trance erótico que estábamos atravesando y me dejaba ahí, con todo el calentón? Dios, esperaba que no, yo quería continuar, quería seguir, quería sentirme deseado y quería desear. Nuestra mirada no se había encontrado en ningún momento, de hecho él era el único que podía verme a mí, bueno, más bien a mi parte trasera, igual no le había gustado verme desnudo y por ello había detenido ese intenso roce que me había vuelto loco. Pero antes de que me diera tiempo a pensar algo más que me hiciera sentir aun más idiota y humillado, sentí como una de las manos de Alex se posaba en mi cadera y la otra se posaba en mi abdomen , cerca de mi ombligo, acariciándome con suavidad y haciéndome estremecer. Era la primera vez que alguien me tocaba en esos sitios tan erógenos y no pude evitar suspirar. No lo pensé más y retomé el movimiento de caderas, esta vez piel contra piel, carne contra carne, una fricción más intensa, más dura y, sobretodo, más intima. Esta vez, ante la ausencia de la toalla, que yacía en el piso entre nosotros, su miembro se coló entre mis piernas, separando un poco ambas nalgas, de manera que su glande llegó hasta mis testículos, moviéndolos hacia delante, haciéndolos chocar contra toda mi extensión. Entonces me olvidé ante el deseo, y ambos empezamos un vaivén de caderas, en el que cada movimiento hacia que el miembro de Alex llegara hasta mis testículos. Gracias a que Alex había dejado la ducha encendida y a que el agua caía con vehemencia, nuestros gemidos  solo se podían escuchar desde nuestro cubículo. Ambos intentábamos acallarlos, pero al escuchar los quejidos del otro y el choque de nuestras carnes no podíamos evitar calentarnos más y aumentar tanto los gemidos como el vaivén de nuestros cuerpos.

 

 Yo tenía una mano apoyada en la pared y la otra en la boca, intentando frenar los fuertes suspiros que de ésta se escapaban, ni siquiera había acercado una mano a su cuerpo, quería hacerlo, pero me daba pánico que me rechazara. Sin embargo, él si lo hacía, mientras seguíamos aumentando la intensidad de la fricción, él movió la mano que descansaba en mi cadera hasta mis nalgas, en un movimiento lento y sensual, y cuando llegó a ellas apretó primero una y luego otra, dando una palmada en una de ellas y agarrándola fuertemente mientras me volvía a morder el lóbulo de la oreja y paraba el vaivén. A continuación, Alex detuvo también mi movimiento con la mano que descansaba sobre mi abdomen, y yo paré, aunque muy a mi pesar, y se lo hice saber emitiendo un quejido. No nos habíamos dirigido la palabra, yo tenía miedo a que decidiera parar. Entonces, él volvió a meter su miembro entre mis piernas, quedando éste pegado a mis  testículos. Gemimos, pero antes de que me diera tiempo a recuperarme del leve pero apasionado roce, él se movió hacia abajo entre mis piernas, de manera que mis muslos rozaron su pene, ya bastante duro, y de un rápido movimiento volvió a subirlo hasta que su glande volvió a chocarse con mis testículos.  En ese momento sentí ver estrellas a mí alrededor. Nunca había sentido algo como lo que sentía en ese momento, y esta vez fui yo quien me moví hacia arriba y hacia abajo. Y mientras continuamos con ese movimiento, él llevó la mano que descansaba en su abdomen a mi miembro y comenzó a masturbarme. Ambos íbamos aumentando el ritmo de los movimientos, tanto el de su mano como el de nuestros cuerpos. A los pocos minutos de toques, choques y lamidas en mi cuello, sentí como me estremecía y como todo mi cuerpo se tensaba, sabia lo que se avecinaba, y Alex pareció notarlo también porque aumentó, si era posible, el movimiento de la mano, y me vine en su mano con un gemido arrullador. Él se corrió unos segundos después, entre mis testículos, y su voz al correrse se coló por mis oídos, había sido un gemido increíble, el mejor que había escuchado nunca, ni siquiera los de las películas porno que había visto alguna vez en mi cuarto se comparaban a ese, tan melódico y real. Casi sentí que volvía a empalmarme.

 

Yo apoyé ambas manos sobre los azulejos de la ducha, a la altura de mi cabeza, tratando de recuperar mi acompasada respiración. Mientras notaba como Alex a mi espalda apoyaba su cabeza en mi hombro, y poco después sus manos sobre las mías, en una leve caricia que me hizo sentir mariposas en el estómago. Era una sensación asombrosa, excitante, simplemente genial. Nunca antes me había sentido tan deseado, tan feliz. Alex no me gustaba, pero me había gustado mucho hacerlo con él. No sé si a eso se le puede considerar sexo, pero lo que si sé es que me gustaría repetirlo con él, con la misma persona con la que me había sentido desfallecer. Me daba igual los comentarios despectivos hacia mi persona, de hecho no quería ni saber el por qué de ellos, prefería olvidarlo. No le conocía, no sabia nada de él. Pero lo que si sé es que no me había obligado a nada, sus toques habían sido agradables, hasta cariñosos podían ser considerados, y eso era bastante. No había sido como aquel asqueroso encuentro con Adrián, en el que me había hostigado a hacer algo que no quería. Alex había sido considerado, gentil, suave y apasionado.

 

Nuestra ducha seguía encendida, de hecho era la única que lo estaba. Y, poco a poco, tras recuperarse del orgasmo, Alex se separó para meterse bajo ella y seguir duchándose, como si nada hubiera pasado. Yo estaba avergonzado y seguía teniendo miedo de lo que sucedería ahora, así que me quedé ahí parado, aun contra la pared, esperando a que él terminara para coger mi champú y desaparecer. Pero, de pronto sentí una mano alrededor de mi cintura que tiraba de mí. Alex estaba intentando que me acercara a él, mientras que yo me resistía. Pero, él tenía mas fuerza y, como consecuencia, ganó ese pequeño pulso entre nosotros, y sentí como el agua caía sobre mí. Él seguía estando detrás de mí, y yo tenía la cabeza gacha, entonces sentí la mano de Alex entre mis piernas, tocando mis testículos, y mi culo, limpiando su semen que aun se encontraba esparcido por esa zona. Y sin poder evitarlo, volví a gemir. Oí su melódica risa detrás de mí, esta vez su risa no iba cargada de odio, ni de asco, ni era irónica, era un risa bonita, agradable. Y yo no pude evitar sonreír, a pesar de que él no me veía, sonreí por la alegría de escuchar esa preciosa risa.

 

-¿Acabamos de terminar la primera ronda y ya quieres otra?- Preguntó Alex en un tono suave y alegre, como nunca le había escuchado, mientras movía su cadera hacia delante, imitando el movimiento que habíamos repetido anteriormente con fervor, pero esta vez de forma suave y una única vez. Yo no pude evitar sonrojarme, y agachar más la cabeza. Esto era vergonzoso, y raro, muy raro. ¿Enserio este era Alex? No entiendo porque tenía que ser tan cretino en público y tan agradable en privado. Aunque aquella vez en los baños estábamos solos y fue un completo gilipollas. – Venga vamos- continuo hablando a la vez que cogía mi toalla del suelo y me la pasaba, poniéndose delante mío. Esa fue la primera vez que nos vimos desnudos, el uno frente al otro, yo avergonzado y él carente de vergüenza. Después de contemplar nuestros cuerpos durante unos segundos, aunque me hubiera gustado que él no viera mi escuálido cuerpo, nos pusimos la toalla, cogimos nuestros champuses y salimos, ya limpios, a los vestidores.

 

Cuando llegamos a las taquillas yo empecé a vestirme, dándole la espalda a Alex, que estaba en un banco detrás del mío. Solo quedábamos él y yo. Me vestí enseguida y cuando fui a por los zapatos a la taquilla, algo se cayó de dentro de ésta y se rompió en el suelo, justo al lado de mis pies, haciendo que unos cristales e clavaron en ellos. Y yo no pude evitar soltar un gritito por el dolor.

 

-¿Estás bien?- Preguntó Alex acercándose a mí hasta estar a mi altura.- ¿Y esa botella de ron? ¿No me digas que te da por beber en el instituto?- Preguntó él con voz burlona aunque de forma pacífica.

 

-No, esto no es mío- Aclaré yo agachándome a recoger los cristales para meterlos en la bolsa que había traído para los zapatos. Si me pillaban con alcohol en el instituto me quitaban la beca seguro. Alex no tardó ni un segundo en ponerse a ayudarme, y yo le agradecí con la mirada.

 

-Vete a buscar papel para limpiar el suelo, mientras yo recojo los restos de cristal- Me dijo Alex mientras yo asentía e iba a por papel al baño, y de paso aproveche para limpiarme las pequeñas heridas de los pies. Cuando volví vi a Alex aun sentado sobre sus rodillas, con un papel en las manos, un papel envuelto en plástico.

 

-¿Qué es eso?- Pregunté yo llegando a su posición y agachándome también para limpiar el suelo. Él se giró para mirarme a la cara y yo aparté la mirada.

 

-No sé, dímelo tú. Estaba dentro de la botella- Dijo pasándome el papel. Yo palidecí, y él debió notarlo porque vi por el rabillo del ojo como fruncía el ceño.

 

Era un papel como el que recibí el primer día de clase cuando salí de casa de Lucas. ¿Me echabas de menos? No hace falta que me contestes, total, no sabes quien soy jajaja, pero yo si se quien eres tu, y no te voy a perder de vista tan fácil. Me he enterado de que esta noche vas  a salir con tu Romeo de fiesta así que creo que es hora de que hagas algo si no quieres que alguien se entere de lo que hay en el pendrive, y menos Lucas, claro. Yo voy a estar por allí, observando, sabré lo que haces y lo que no. Quiero que beses a una chica delante de Lucas, sé que nunca has besado a nadie. ¿No crees que es un buen momento para empezar a aprender?

 

Mierda. Vaya mierda. Como coño podían haber metido una botella de ron en mi taquilla y, espera un momento.

 

-¿Has sido tu verdad?- Encaré a Alex poniéndome de pie-¿Por qué haces esto? ¿No te basta con como me tratáis en clase que ahora tienes que meterme en mi vida y martirizarme?- Pregunté yo con mucha rabia. Él puso cara de no entender de lo que estaba hablando.

 

-Oye, que yo no sé nada de esto. La botella te la han tenido que meter en la taquilla cuando has vuelto a la ducha, y es imposible que yo te haya metido una botella de ron en la taquilla, no sé si te has dado cuenta pero yo estaba contigo en la ducha- me dijo él con un tono entre pícaro y enfadado, levantándose también. Tenía razón. No podía haber sido él, antes de que volviera a por el champú la botella no estaba.

 

-Lo siento. Tienes razón. No debería haberte culpado. Es que no sé quien esta detrás de esto y el otro día, cuando perdí el pendrive tu estabas en el baño, justo donde Chris lo encontró-Dije yo sentándome en el banco al lado de mi mochila. Tenia ganas de llorar. No quería que mi primer beso fuera con una mujer que no quería, pero tampoco quería que Lucas se enterara de que me gustaba de esa manera. Bueno, no sé de que me quejo, acabo de tener un encontronazo en una ducha con un tío bipolar que no me gusta, lo digo así porque no le entiendo, me odia y después me trata bien, igual solo quería sexo, pero porque hacerlo conmigo, si tiene a un montón de chicas en el bote, igual solo quería probar a la “puta” del instituto, como me llamaba Adrián. Que rabia. No me merecía  a alguien como a Lucas, igual si que era una “puta”, una “puta” virgen hasta de labios.

 

-¿Pero que pendrive? ¿Qué ha pasado? -
¿Enserio estaba preguntándome eso Alex? Últimamente no entiendo nada, igual me estaba vacilando.

 

-No quiero hablar de ello, gracias- Dije con ironía. Me había corrido con ese tío, vale. Pero eso no significaba que hubiera nada entre nosotros, ni cambiaba que me caía mal. No creo que él me tratar bien en público así que nada cambiaba.

 

-Vale, vale-Dijo él riéndose. Mientras yo terminaba de vestirme vi como él terminaba de recoger los restos de la botella rota. ¿Por qué tenia que hacer eso? ¿Por qué ayudarme?

 

-¿Por qué me has ayudado?- Pregunté tímidamente, mirando al suelo, donde antes había estado la botella.

 

-Te vi tenso y pensé que te vendría bien que te echara una mano- Dijo él riéndose de nuevo. Yo no entendí, hasta un segundo después en el que él se giró guiñándome un ojo, me puse rojo sin poder evitarlo. Vaya chico.

 

-No hablaba de eso-Dije en un susurro. Él suspiró y se sentó en frente de mí a terminar de vestirse.

 

-Ya lo sé, pero me gusta cuando te sonrojas.- Contestó él, y yo no pude evitar volver  enrojecer aun más. Esto era vergonzoso.- ¿Qué hay en el pendrive?

 

-Yo…-Dije tartamudeando un poco. Agaché la cabeza sin poder evitarlo.

 

-Vale, entiendo, no hace falta que lo digas-Me dijo sonriéndome. Que preciosidad, tiene la misma sonrisa que Lucas. Es tan perfecta, aunque la de Alex era mejor, era más burlona, tenia un toque de picardía que le hacia verse más atractivo.- Pero bueno, no creo que sea tan difícil besar a una chica ¿no?

 

-No es eso.-Dije yo poniéndome nervioso. Y no pude evitar añadir- Es que no quiero que mi primer beso sea con una chica, y menos por una por la que no siento nada.- Mierda, ¿para que decía eso? Ni que fuéramos amigos. Él no era nada para mí, o al menos eso quería pensar, pero él sabía que era gay y necesitaba desahogarme un poco.

 

-Después de lo que hemos hecho en la ducha, ¿por qué le das tanta importancia a un beso?- Preguntó curioso, logrando ponerme más incomodo todavía. Eso ya lo sabía y era lo que más rabia me daba. Había renunciado a mis principios por un chico que estaba buenísimo, y lo peor es que no me arrepentía.

 

-Ya lo sé. Pero, lo hice porque quería. Pero yo no quiero que mi primer beso sea con una chica- Dije avergonzado. Se creo un silencio incómodo. Ambos estábamos ya vestidos, pero ninguno se movía.

 

-¿Y si nos besamos?- Preguntó él tras pensarlo unos segundos. Yo me puse rojo de nuevo. Y no le miré- Después de lo que hemos hecho en la ducha no creo que eso sea un problema ¿no?- Preguntó él acercándose a mi. Yo no pude evitar volver a ponerme nervioso. Él se agachó delante de mí y abrió un poco mis piernas, metiéndose entre mis piernas. Apoyó su mano en mi mentón y, con delicadeza, levantó mi cara. Nuestros ojos se encontraron. Y entonces…

Notas finales:

Muchas gracias por leerlo.

Es la primera vez que escribo algo de lemon, asi que me gustaria que me dierais vuestra opinión.

¡¡Hasta la proxima!!


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