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Nunca sabes que hay detrás de un armario por Keelop

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Notas del capitulo:

¡Buenas noches!

Acabo de terminar el siguiente capitulo y no podia esperar más para traeroslo.

Espero que lo disfruteis.

-¿Y si nos besamos?- Preguntó Alex tras pensarlo unos segundos. Yo me puse rojo de nuevo. Y no le miré- Después de lo que hemos hecho en la ducha no creo que eso sea un problema ¿no?- Preguntó él acercándose a mí. Yo no pude evitar volver a ponerme nervioso. Él se agachó delante de mí y abrió un poco mis piernas, metiéndose entre mis piernas. Apoyó su mano en mi mentón y, con delicadeza, levantó mi cara. Nuestros ojos se encontraron. Ese verde intenso que inundaba sus ojos brillaba, casi tanto como las estrellas en la noche presagiando un consecuente día despejado y hermoso, miraba fijamente mis pequeños ojos marrones como esperando el consentimiento para dar el siguiente y deseado paso. ¿De verdad yo quería que mi primer beso fuera con él? ¿Con el hermano del chico que me gusta? Si, por supuesto que lo quería, quería eso y todo lo que él pudiera darme, al menos en ese momento si era así. Poco a poco fue quitando su mano de mi barbilla y dirigió esta vez ambas manos a mi cadera, abrazándome con ellas y atrayéndome hacia él, de manera que mi entrepierna estaba a la altura de su ombligo y solo una pequeña parte de mi trasero estaba apoyada en el banco. Nuestras caras estaban muy cerca, podía sentir su respiración dando de lleno en mi cara, y estaba seguro de que él sentía lo mismo, con la diferencia de que la mía estaba desacompasada y denotaba nerviosismo.-Cierra los ojos, Thiago- Me dijo él suavemente, levantando una de sus manos a mi mejilla y acariciándola con dulzura. Yo tragué saliva e hice lo que me pidió. Cerré los ojos lentamente mientras seguía sintiendo el contacto de su mano en mi cara. Estaba muy nervioso, demasiado, y él estaba tratando de tranquilizarme. Lo consiguió y fue acercándose. Nuestras narices ya se rozaban, la suya a la izquierda y la mía la derecha. Yo estaba preparado para ese primer beso y volví a tragar hondo, pero justo cuando noté que Alex se acercaba más a mí, hasta casi rozar nuestros labios, un grito muy conocido por mí nos hizo separarnos. Él se fue hasta su banco y yo me quedé rojo en mi sitio, mirando mi mochila, como si fuera la cosa más interesante del mundo.

 

-¡Thiago! ¿Thiago estás ahí?-Oímos gritar a Lucas varias veces. Yo no contestaba, estaba estático, y Alex me dio un suave golpe en la pierna para que reaccionara, no vaya a ser que Lucas se pensara cosas raras, aunque nada podía ser peor que la realidad ¿no? Así que mirando a Alex, que me devolvió la mirada molesto, probablemente por la interrupción, o eso quería creer, contesté.

 

-¿Lucas? ¡Estoy aquí, terminando de vestirme!- Respondí al grito con voz nerviosa. Me levanté, al igual que Alex, ambos ya vestidos y preparados para salir, pero antes de que pudiéramos movernos, Lucas entró al vestuario dando un pequeño portazo.

 

-¿Te haces una idea de lo preocupado que estaba? Después de lo de Adrián, ¿Cómo se te ocurre quedarte en el vestuario sin nadie que te ayudase en caso de problemas?- Me preguntó levantando la voz gradualmente, y yo no pude hacer otra cosa que agachar la cabeza. Mientras que yo estaba entregándome al placer con su hermano en una ducha, él estaba preocupado por mí, buscándome y desesperándose. ¿Cómo puedo ser tan tonto? Él se había preocupado por mí, siempre lo hacía. Y era normal que lo estuviera, más después de verme como estaba el lunes. No sabía que decir, total, no serviría para nada. El mal ya estaba hecho.

 

-Ni que fuera tu novia hermanito. ¿No crees que ya es mayor como para que le trates como a un crio?- Entró Alex en la conversación riéndose. Lucas ni se había fijado en él, como si de una taquilla más se tratase. Creo recordar que Lucas me había dicho que desde lo que pasó el lunes en su casa no se hablaban. Ambos se habían enfadado. Aunque no fuera culpa mía, me sentía culpable por ello. De no haber sido por mi presencia, aquel día no habrían discutido, y ahora se tratarían como buenos hermanos, porque a pesar de todo, se querían mucho, y yo lo sabía.

 

-Tú no te metas. De hecho, ¿Qué hacéis los dos solos aquí? Thiago, no te recomiendo que te quedes a solas con mi hermano. Él puede llegar a ser peor que Adrián, violento y muy gilipollas.- Me dijo Lucas mientras me agarraba del brazo para sacarme de allí. Yo no podía hacer ni decir nada. Después de todo, yo no conocía a Alex como para juzgarle, además, mi visión sobre él era demasiado confusa ahora mismo.- Espero que no se te ocurra hacer nada a Thiago, Alex. Es mi mejor amigo, no quiero tener que pedirle perdón por las subnormalidades que hace mi hermano- Continuo Lucas, advirtiendo a su hermano con un dedo en alto. Yo solo veía a Lucas, no tenía valor para girarme a encarar a Alex. Por un momento pensé que debería defenderle, decirle a Lucas que Alex no me había hecho nada. Pero sería mentira. Aunque hoy no me hubiera atacado, al menos en el sentido estricto de la palabra, otros días sí que lo había hecho. Así que me quedé parado sin hacer nada, mirando a la puerta, esperando que Lucas y Alex terminaran de discutir para irme con mi amigo.

 

-No te preocupes Lucas- Comenzó a responder Alex sarcásticamente- Si Thiago es tu mejor amigo sabrá separar lo que siente por mí, de lo que siente por ti. ¿A que sí Thiago?- Preguntó ahora dirigiéndose a mi persona, con una sonrisa socarrona pintada en el rostro.

 

-Claro. Vamos Lucas, me apetece ir a casa ya- Contesté yo rápidamente tirando del brazo de Lucas para irnos. Y así fue como salimos, él antes que yo. Y antes de salir por la puerta, me armé de valor y me giré a ver a Alex, que me miraba fijamente con una sonrisa torcida en la cara. Yo me pusé rojo y él me guiñó, por segunda vez en un día, un ojo. Me apresure a dejar la habitación detrás de Lucas.

 

En todo el camino nadie hizo alusión a lo que había pasado en el vestuario. Parecía que se había vuelto a enfadar conmigo, justo como el primer día. Pero esta vez le di menos importancia, porque ya sabía lo que pasaba y entendía que estuviera así. La verdad es que me alegré de que no insistiera en saber qué hacíamos los dos solos allí, porque no habría sabido que inventarme, para nada. Cuando llegamos a la entrada vi que no había nadie. Parece que habíamos estado allí dentro demasiado tiempo. ¡Y tanto tiempo! Eran las tres de la tarde y las clases terminaban a las dos y veinte. Debería pensar un discurso bien elaborado para pedirle perdón a Lucas por esto. No me merecía ni su a amistad, eso estaba claro. Cuando llegamos a su casa nos despedimos con un escueto Adiós. Y se me quitaron todas las ganas de salir esa noche. Pero, para desgracia mía debía hacerlo si no quería que Lucas se enterara de mis sentimientos y se alejara más. ¡Que complicado es esto! Yo no gano para disgustos, bueno, ni para disgustos, ni para nada.

 

Cuando llegué a casa me encontré que tan solo estaba mi hermana pequeña, Crystal, que salió corriendo hacia mí para recibirme, lanzándose a mis brazos pidiéndome, sin necesidad de palabras, que la cogiera en brazos. Era muy efusiva. Desde que se había ido Juan Carlos, mi hermano mayor, a Polonia, ella era la alegría de mi vida. Nos pasábamos los días juntos, jugando con sus muñecos o con la play, ya que ella era una pequeña fanática de los juegos de rol. Ella se aburría mucho, eran muchas las veces que no podía ir al colegio porque no se encontraba bien y, en su caso, era mejor prevenir que curar cualquier enfermedad. Estaba muy débil, en los huesos. Últimamente parecía haber mejorado, había ganado algo de peso y no se enfermaba con tanta facilidad. Yo estaba feliz por ello, igual con el paso del tiempo conseguía estabilizar su salud.

 

-Thiago, ¿Qué tal está Lucas? ¿Va a volver a venir pronto? O podríamos volver a ir nosotros a su casa ¿no? Tengo muchas ganas de verle- Me acribilló mi hermana a preguntas. Lucas y María se llevaban muy bien con mi hermana, pero, como yo veía lógico, mi hermana estaba enamorada de Lucas. Bueno, enamorada, ya me entienden. Ambos se querían un montón. Lucas siempre me dice que mi Crystal es como una hermana para él también. De hecho, aunque al principio parecía algo inimaginable, nuestras familias se llevaban muy bien. Muchas veces nos habíamos quedado a dormir en casa de Lucas cuando mis padres iban a ver a Juancar.

 

-Lucas está muy bien, ya lo conoces. La verdad es que no sé si está la cosa como para que venga. Creo que está un poco enfadado conmigo- Expliqué yo tristemente. Y antes de que mi hermana pudiera preguntar nada, añadí- No es nada grave, solo que este inicio de curso está siendo un poco sofocante, ya sabes, enana- Le dije yo dándole un beso en la frente.

 

-Pues espero que arregléis pronto lo que sea que os pase-Me dijo aferrándose más a mí. Puede ser que yo no tuviera suerte con mis compañeros de instituto, pero tenia mucha suerte con la familia que me había tocado.

 

Después de comer y pasar la tarde jugando con mi hermana, a las seis decidí ir a casa de Lucas, a alistarme allí para la fiesta, como solía hacer siempre que salía. Bueno, más que alistarme yo, lo que hacia era estar con él o con sus perros mientras él se preparaba. Y, esta vez, después de todo lo que había pasado, quería verle antes de que fueran los demás a su casa, para arreglar las cosas. Cuando llegué allí, Regina me abrió la puerta y me invitó a pasar, diciéndome que Lucas se encontraba en el jardín trasero, en la piscina. Así que me encaminé hacia allí atravesando el primer piso, y conforme llegué a la preciosa puerta corredera de cristal que da a la calle, empecé a oír unas risas, allí estaba Chris, en la piscina con Lucas, ambos en traje de baño, zambulléndose entre bromas. Me fijé en Lucas, tenía una sonrisa de oreja a oreja, como la que normalmente ponía cuando estábamos juntos. Noté como mis ojos comenzaban a escocer, tenía ganas inmensas de llorar. Me sentía reemplazado, desplazado. ¿Para qué me hizo esa escena el lunes si hoy es él quien pasa de mí por Chris? Joder, me sentía gilipollas. Lucas estaba enfadado conmigo y en vez de estar intentando arreglar las cosas, se ponía a jugar y a pasarlo bien con Chris. Parecerá una tontería, pero sentí como si me hubiera puesto los cuernos, me sentí traicionado por mi mejor amigo. Eso si, por muchos que picaran mis ojos y las lágrimas se agolparan en mi retina, no permití que éstas salieran, no me humillaría hasta tal punto.

 

Decidí irme, antes de que me vieran, así que me encaminé hacia la puerta de entrada de la casa, la misma por la que había entrado. Pero cuando estaba a mitad de camino, oí otras risas procedentes de las escaleras. Yo me giré por curiosidad. Ojalá no lo hubiera hecho. Ante mí, a diez pasos, se postraba Alex, vestido con tan solo un traje de baño, quién tenía colgado del brazo a una hermosa chica, muy a mi pesar tenía que reconocerlo, que iba en bikini. Debía de ser Emily, su novia. Era rubia natural, con un tono de piel casi tan blanco como el mío, pero, como es normal, más bonito. Tenía unos ojos verdes claros que hacían juego con los de Alex. En definitiva, era muy guapa. Cuando dejé de fijarme en ella, que tenía un rostro sonriente, me giré hacia mi compañero de clase, que parecía asombrado porque yo estuviera allí.

 

-Thiago, ¿A dónde vas?- Preguntó él a medida que se acercaba a mí, de la mano de su novia. Hacían muy buena pareja, pensé. Ese pensamiento provocó que mi estómago diera un vuelco. ¿Qué me pasaba? Era normal que se diesen la mano, eran novios. No me entendía, yo debería estar enfadado por Lucas, por su reemplazo, por su falta de lealtad. Sin embargo, todo sentimiento de rencor y tristeza hacia Lucas se vio opacado por el sentimiento de impotencia al ver a Alex tan agarrado de su novia. ¿Por qué? Él ni si quiera me gustaba ¿no? Es decir, por mucho que me haya gustado lo que pasó en la ducha, y todo eso, a mí me gustaba Lucas. Tenía que dejar de pensar así de Alex y centrarme más en mí. Él tenía novia y ya está. Lo que pasó en el vestuario fue provocado por un repentino calentón. No debía darle más vueltas.

 

-Me voy a casa- Respondí tras un pequeño trance en el que me perdí en mis pensamientos. Él se acercó más a mí con una ceja enarcada. Y yo tragué hondo.

 

-¿Por qué tan pronto? ¿No te quedas a bañarte con mi hermano?- Preguntó con cara de desconcierto total. Yo al principio pensaba que había visto a su hermano con Chris y se estaba intentando cachondear de mí, pero parecía que de verdad no entendía por qué me iba.- Por cierto, ella es Emily, mi novia.- Dijo señalando a la chica que aún sostenía su mano. Y señalándome a mí añadió- Él es Thiago, el mejor amigo de mi hermano.

 

-Encantada Thiago- Dijo la rubia con una sonrisa de oreja a oreja, acercándose para darme dos besos- Así se saluda aquí ¿no?- Preguntó riéndose tontamente al ver mi cara de idiota. Yo me acerqué a darla dos besos también, mientras asentía. No parecía una zorra desalmada como me había imaginado. Eso me enfureció más. Yo quería odiarla, no que me cayera bien. No, espera, ¿Por qué iba a querer yo odiarla? Alex no es nada mío. Esos pensamientos deben irse de mi mente. Lo de esta mañana no puede volver a repetirse, solo me había confundido.

 

Cuando terminamos de darnos los dos besos, oímos como la puerta del patio se abría y de pronto el vestíbulo se llenó de las risas de los dos jóvenes que por ella habían entrado. Ambos chicos repararon en nuestra presencia y pude ver cómo me miraban a mí, Chris aun sonriendo y Lucas con una mueca que no supe interpretar, como si le hubieran pillado haciendo algo que no debería. Entonces aparté la mirada de ellos, para dirigirla al suelo, no sin antes pasar mis ojos por los de Alex. En ellos pude encontrar sorpresa, no se esperaba que su hermano estuviera con Chris. Supuse que ya había entendido el porqué de mi tan repentina partida.

 

-¿Qué haces aquí Thiago?- Preguntó Lucas rompiendo ese silencio incómodo, aunque no hizo más que empeorarlo. Yo no quería contestar, pero ya bastante había hecho el ridículo ese día.

 

-He venido a hablar contigo, pero supongo que ya me voy. A las ocho aquí, ¿no?- Dije yo rápidamente antes de echar a andar apresuradamente hacia la puerta, saliendo por ella antes de que nadie dijera nada. No fui capaz de mirar a ninguna de las cuatro personas que había en esa sala antes de irme. Y cuando estuve fuera de la casa, me giré. Quizá esperaba que mi mejor amigo saliera detrás de mí, pero, como suponía, no fue así. De modo que me fui a casa de María, no quería que mi hermana me viera así, al borde del llanto.

 

Después de media hora llegué a casa de mi amiga. Gracias a dios que estaba sola. Cuando llamé a su puerta, tardó menos de veinte segundos en abrirme invitándome a pasar, asombrada por que estuviera allí, en ese estado. Y le conté, sin poder evitarlo, lo que había pasado con Adrián el primer día de clase, la conversación en el baño con Alex y Chris ese primer día, mi discusión con Lucas y lo que acababa de ver en casa de Lucas. Sin mencionar nada de lo que pasó por la mañana con Alex, ni mis celos al verlo con su novia. Bueno, celos no, lo que sea que fuera eso. María me echó una buena bronca, pero al ver como empezaba a llorar se quedó callada abrazándome. Trató de tranquilizarme con lo de Lucas, diciéndome que al vivir al lado era normal que empezaran a quedar más a menudo, que no tenia de qué preocuparme. Era la única que estaba siempre. La quería mucho. Sabía que siempre podría contar con ella. Cuando nos quisimos dar cuenta ya eran las siete y cuarto y debíamos arreglarnos para salir. Ella me echó una crema para que no se notase tanto que había llorado.

 

A las ocho ya estábamos todos en el lugar acordado, la hamburguesería de las estaciones, al lado de la zona de salir, cerca de la playa. El momento del encuentro fue muy violento, salvo con Paola. María se había pegado a mi brazo como una lapa, infundiéndome ánimos, como buena amiga que era. Ni siquiera dio dos besos a Chris y Lucas, quienes habían venido juntos, aunque esta vez sin reírse, solo hablando. Mientras se iban acercando, ya que María y yo llegamos los primeros, Lucas me dirigió la mirada un poco arrepentido, o eso quise pensar cuando lo vi. A Chris no lo miré, estaba demasiado celoso para ver su cara sonriente o carente de expresión, o como fuera que la tuviera en ese momento.

 

Sin apenas mediar palabra entramos en la hamburguesería y cenamos tranquilamente, salvo por Paola, que estaba tan emocionada que no paraba de repetir las ganas que tenía de beber vodka hasta el amanecer. Durante la cena no paré de recibir miradas cargadas de tentativas  por parte de la nueva chica del grupo y, por primera vez en mi vida, me permití devolverlas coquetamente. María fue la única que se percató de ese juego de miradas que me traía con Paola y me dio un par de leves patadas en la pierna para que parara lo que fuera que estaba haciendo. No la hice caso. Quería poner celoso a Lucas. ¡Vaya tontería la verdad! Solo éramos amigos y él no era gay, ¿por qué se iba a poner celoso? Bueno, da igual, era mejor intentarlo que quedarme con las dudas de sus posibles reacciones, aunque al final quedara, yo, como un completo imbécil.

 

Siempre me habían dicho que jugar con la mirada era una práctica muy bonita y excitante, pero para mí no fue así. Al menos no con Paola. Puede ser que fuera porque era una chica o porque no me sentía nada atraído por ella, pero aun así, me lo esperaba de otra manera. Yo quería sentir pasión, desenfreno, sentimientos abrumadores al jugar con la mirada, pero eso no parecía ser lo mío. Aunque, realmente, ¿Qué era lo mío? Nada. Lucas ni siquiera mostró interés en lo que Paola y yo hacíamos durante la cena. Ni siquiera me dio la satisfacción de sentirme celado. ¡Vaya con la nochecita de fiesta! ¡Qué bien empezaba!

 

Tras cenar, a las diez y media, nos dirigimos al club nocturno Carambola, a continuar con la fiesta, o a empezarla, no sé. Una vez allí dentro nos dirigimos a la zona normal, donde ponían la música que sonaba en los 40 principales, que era donde estaba el ambiente a esa hora. En menos de cinco minutos de estar allí dentro, tres chicas se acercaron a Chris y a Lucas, mientras que a mí, a Paola y a María no se nos acercó nadie. Eso sí, Paola parecía haberse hecho ilusiones por el tema de las miraditas y ahora no se separaba de mí. Visto desde fuera parecería que yo era un sex simbol con dos bellezas a mi alrededor, una de cada brazo.

 

Conforme pasaba la noche, Paola bebía más e intentaba hablarme mucho, yo creo que solo para poder acercarse más a mí, quizá esperando que la besara. Algo que no tenía planeado hacer. Pero entonces recordé la nota dentro del ron y lo que debía hacer si no quería que Lucas se enterara de lo que había en el pendrive. Por un momento me permití pensar que daba igual, que yo aceptaría mis sentimientos, los asumiría y dejaría que quien fuera que me estaba extorsionando le enviara a Lucas el contenido de ese aparato electrónico. Pero, cuando ese pensamiento se pasó si quiera por mi cabeza, me giré para ver a Lucas, quien bailaba entretenidamente con dos chicas y Chris. Ni si quiera se fijaba en mí. No le importaba lo que yo hiciera. Así que, ¿qué más daba si me liaba con una tía delante suyo no? ¿Qué más daba si iba a ser mi primer beso? Decidido, besaría a Paola. Yo no había bebido nada y ella ya llevaba tres cubatas, esperaba que no se tomara demasiado enserio lo que iba a hacer. Pero antes de hacerlo debería prepararme mentalmente, así que me disculpe y fui al baño, ante su atenta mirada. Cuando estaba en el baño, un pensamiento rebelde cruzó mi cabeza, ¿Cómo sería la zona de homosexuales? Sentía una curiosidad terrible. Así que, decidido y firme, y sin que nadie me viera, me dirigí a la cuarta planta a ver que se cocía por allí.

 

Cuando entré me quedé paralizado. Nunca había visto tanto hombre junto sin apenas chicas delante. De hecho, no me imaginaba que hubiera tanto gay en mi ciudad. ¿Dónde coño se metían? Necesitaba la respuesta a esa pregunta. Fui avanzando mientras inspeccionaba el lugar, bajo la atenta mirada de un montón de tíos que se giraban a mirarme. En mi vida había sentido tantas miradas puestas sobre mí, ni siquiera cuando me dejan en ridículo en el instituto. Opté por omitir las miradas y hacer un reconocimiento rápido del lugar. Había una gran pista de baile con unas despampanantes luces de neón, donde un montón de chicos hambrientos de sexo contoneaban sus caderas al ritmo de la música. La barra era muy distinta  a la de los demás pisos, los camareros llevaban muy poca ropa, iban sin camiseta y con un diminuto pantalón, casi sin dejar nada a la imaginación. Y los baños estaban muy ocupados. Era algo totalmente nuevo para mí, no solo por el sitio, ni por las miradas cargadas de erotismo que me dirigían, sino porque en cada esquina podía ver parejas de hombres metiéndose mano sin ningún reparo, mientras que otros chicos simplemente se sentaban en los asientos de piel disfrutando del espectáculo, incluso había algunos tocándose.

 

En un momento dado de mi inspección, pude ver a una pareja, un chico moreno, muy alto y fuerte, y un joven rubio, bastante más pequeño, liándose. Más bien devorándose. El moreno tenía una mano dentro del pantalón del rubio, en su parte trasera, y la movía insistentemente, y su otra mano estaba posada en la cadera, atrayendo más al chico rubio hacia él, además de que la rodilla del moreno estaba entre las dos piernas del rubio, rozando su notable erección sobre los pantalones. El rubio no se quedaba atrás, había metido una de sus manos en la parte delantera del pantalón y le estaba haciendo una paja en público,  mientras que la otra mano la tenía en el pelo de su acompañante, dando pequeños tirones de vez en cuando. Ante esa imagen tan excitante no pude evitar que mi cuerpo reaccionara de la manera que lo hizo. Exacto, empecé a tener un no tan pequeño problema entre mis piernas. ¡Qué vergüenza! A ver, era normal excitarme al ver a dos tíos tan guapos liándose de esa manera, y al escuchar sus roncos gemidos, pero, aun así, me daba mucho apuro sentirme de esa forma. No podía bajar con esa semierección donde mis amigos, sería algo humillante y difícil de explicar.

 

Antes de que pudiera hacer movimiento algún sentí que alguien se ponía detrás de mí y me abrazaba la cintura con ambos brazos, acercándome hacia su cuerpo. Yo me estremecí ante el contacto. No me lo esperaba, y por ello, no pude apartarme rápidamente, como debería haber hecho.

 

-¡Ey, lindura! ¿Te apetece bailar conmigo?- Oí la voz del hombre en mi oído, seguida de una mordida en el lóbulo y de una lamida en el cuello. ¿Todos aquí eran tan directos? Desde luego yo no lo era, y como ya se hacía costumbre en mí, me quedé parado en mi sitio. Él me giró, pegándose a mí.-Me llamo Enrique- Me dijo sonriendo un chico de unos veinte años, rubio y muy alto. Bueno, al menos no era un viejo. Era bastante guapo, y estaba bueno, todo había que decirlo. Yo, como no, no fui capaz de hablar, así que, el sujeto que tenía delante emitió una débil carcajada y añadió- Este sería un buen momento para decirme tu nombre, encanto. No te preocupes, que no muerdo. Al menos no lo hago si no quieres.- Yo no pude evitar reír. Toda la tensión que había acumulado se disipó en un abrir y cerrar de ojos. ¡Vaya picardía que se gastaba este chico!

 

-Soy Thiago, encantado- Contesté yo sonriendo. Él me correspondió la sonrisa y me plantó dos besos en las mejillas con un melódico “Aquí se saluda así, encanto”. Yo seguí riéndome. Me caía bien. Por lo menos no era un asesino en serio ni un violador, ¿no? Así que entre risa y risa, accedí a bailar con él. Yo no sabía bailar, y así se lo hice saber. Él no pareció prestar atención. Posó sus manos en mi caderas e hizo que yo posara las mías en sus hombros, y comenzó a contonearse contra mí. Al principio estábamos un poco alejados el uno del otro, pero pasados cinco minutos la vergüenza desapareció de mí y le permití un acercamiento mayor, pelvis contra pelvis, nariz contra cuello. Nunca pensé que se sentiría tan bien bailar con otro hombre. Y con cada roce entre nuestros cuerpos mi erección iba en aumento. Y, para mi sorpresa, él pareció notarlo porque se rio un poco y comentó:

 

-¿Qué te pasa por ahí abajo, Thiago? ¿Estás contento eh?- Yo no pude hacer otra cosa que reír. Si, la verdad que si lo estaba. Me lo estaba pasando genial, contoneándome con otro hombre, en mitad de una discoteca gay. Mi sueño.- Si quieres, podemos un rato al baño y te ayudo con ello- Añadió. En ese momento, palidecí. No me lo esperaba. O si, bueno. Era una discoteca gay, allí todos eran muy directos, pero no me esperaba que tanto. ¿Ni siquiera me había besado y ya quería que nos aliviáramos mutuamente? Me paré en seco, y él hizo lo mismo. Tragó hondo, creo que arrepintiéndose por habérmelo pedido de esa forma. Pero antes de que cualquiera de los dos pudiera añadir algo, una persona se acercó por su espalda, poniendo su mano en el hombro de Enrique.

 

-¿Qué pasa tío? ¿Ya has ligado eh?- Esa voz. Era Alex. En una discoteca gay. A la una de la mañana. Esto es increíble. Pero el hermano de mi mejor amigo era gay, hetero o bisexual. Casi que yo optaba por lo último. Pero, ¿y su novia? Esta tarde estaban juntos, no creo que se hayan ido de fiesta separados, o que se haya ido sin ella ¿no? Oí a Enrique reír nerviosamente. Alex y yo todavía no nos veíamos. El cuerpo grande de Enrique estaba entre nosotros.-Preséntamelo, ¿no tío?

 

-Claro.-Oí decir a mi acompañante, Tierra trágame. Poco a poco sentí como el cuerpo de Enrique se apartaba un poco- Thiago, éste es Alex, mi mejor amigo. Alex, éste es Thiago, un pequeño minino que acabo de adoptar.- Dijo pasando la mano por mi cabeza. Alex y yo nos miramos con los ojos muy abiertos. Él estaba flipando, probablemente por haber sido descubierto en un antro gay. – Bueno, ¿no os vais a saludar?- Preguntó Enrique divertido. A continuación, y sin decir palabra alguna, Alex se acercó y me dio dos besos, al igual que había hecho Enrique un rato atrás.-Muy bien, así se hace chicos. Sabía que no sería tan difícil- Se rio Enrique-  ¿Y dónde has dejado a Emily, Alex?- Ya está. La dicho novia de Alex tenía que aparecer para mejorar mi noche. Como no.

 

-Está en los baños. Parece que ya ha encontrado una hermosa jovencita con quien pasar el rato- Dijo Alex divertido. Enrique emitió una gran carcajada. Espera, espera. Emily, la novia de Alex, con una chica. ¿Me había perdido algo?

 

-¿Pero Emily no es tu novia?- Pregunté yo en voz alta. Mierda. No debería haber preguntado nada. ¿Qué pensara Alex ahora? Igual se cree que estoy celoso de ella, de su relación. Maldita bocaza la mía. Tanto Alex como Enrique, quien aún no había apartado la mano de mi cabello,  se giraron a mirarse. Enrique sin entender como sabía eso, y Alex impresionado por que yo me atreviera a preguntar algo.

 

-No. O sea sí.-Respondió Alex riéndose. Que risa más encantadora.- Es mi novia de cola. Mis padres quieren que salga con alguien y Emily quiere un chico que espanté a todos los hombres que se acerquen a ella, para poder ligar tranquila con otras chicas- Aclaró rápidamente al ver mi cara de no entender. Menudo paripé. Preferí no darle más vueltas, entre la música y estos dos chicos, yo ya estaba atontado.

 

-¿Y vosotros de que os conocéis?- Preguntó Enrique curiosamente. Yo no quise contestar. Le dejé a su mejor amigo esa respuesta. Espera, ¿Alex mejor amigo de un gay? ¿Y el discurso del primer día acerca de su odio a los gays y que no quería a ninguno cerca? Ahora sí que no entendía nada. Pero, Alex me estaba sorprendiendo para bien. Hasta que abrió la boca al menos.

 

-Es el mejor amigo de mi hermano. Ya sabes, con el que me di una ducha bastante caliente esta mañana- Dijo Alex riendo, contagiando a Enrique y provocando un gran sonrojo en mi cara. La sentía arder. ¿Se estaban riendo de mí, de la situación o de qué?

 

-Joder, tío. Para un chico que veo que me gusta y ya está cogido por ti. ¡Te voy a acabar odiando eh!- Dijo Enrique haciendo un puchera mientras daba un pequeño puñetazo en el hombro a Alex. Alex rio tranquilamente.- Bueno, entones, supongo que os dejo. Me voy a buscar más hombres. ¡Adiós maricón!- Dijo cariñosamente a Alex, dándole una palmada en el culo. Después se giró hacia mí, y tras darme un beso en la frente me dijo-¡Adiós minino, espero verte pronto!

 

Alex se acercó a mí rápidamente y posó sus manos en mi cintura, donde anteriormente habían estado las de su amigo, y yo guie las mías a su cuello, rozando su piel. Esta vez sí que me estremecí. La sensación de su piel contra mi piel era increíblemente excitante. No sé si era por lo que había pasado ya entre nosotros o qué, pero el hermano de mi mejor amigo despertaba en mí sentimientos que nunca había sentido. Así que comencé a contonearme contra él, de la misma forma que lo había hecho con Enrique, solo que de una forma más íntima, con mas contacto, entre sonrisas cómplices.

 

-Creo que esta mañana dejamos algo a medias, ¿no?- Me dijo Alex cuando ya llevábamos un buen rato moviendo nuestros cuerpos al ritmo de la música. Yo enrojecí de nuevo. No me lo esperaba, aunque sí que deseaba que terminara lo que empezó.- ¿Te apetece que lo terminemos?- Preguntó con una sonrisa sincera, y yo no pude hacer otra cosa que asentir efusivamente. Y él se echó a reír  por mi infantil comportamiento.- Vale, vámonos de la pista- Me agarró del brazo y me dirigió a una pared, cerca de los baños. Estaba muy excitado. Quería ese beso. Lo deseaba. Me quede de espaldas a la pared, con el delante- Cierra los ojos- Me dijo Alex mientras volvía a poner su brazos alrededor de mi cintura y yo, ya casi por inercia, puse los míos alrededor de su cuello.-Muy bien, ahora olvídate de todo. Solo siente.- Añadió con voz ronca pero suave. Al segundo noté como deslizaba una de sus manos por mi cintura y la llevaba, pasando por mi costado y haciéndome estremecer, hasta mi mejilla, donde estuvo unos segundos acariciándome, justo como esa mañana. Su pulgar viajo de mi pómulo izquierdo hasta mi labio inferior, por donde paseó cariñosamente. Tragué hondo de nuevo. Justo como esta mañana noté su nariz contra la mía, y su respiración sobre la mía. Pero, antes de que pudiera asimilarlo sus labios ya estaban pegados a los míos. Primero un simple toque superficial. Pero a los pocos minutos, Alex metió mi labio inferior entre los suyos y comenzó a succionarlo. Yo trataba de seguirle él ritmo, haciendo lo mismo con su labio superior. Poco a poco nos fuimos entregando más salvajemente al beso. Alex bajo ambas manos a mi cintura y me atrajo contra sí, mientras yo intensificaba el agarre en su cuello, y ahora en su pelo, ya que mis dedos habían decidido agarrarlo suavemente, simulando una caricia. El beso estaba siendo increíble. Labios contra labios. Él era claramente quien dominaba en el beso, y yo estaba de acuerdo con ello, así que me deje hacer. El beso fue ganado fuerza conforme pasaba el tiempo. Lengua contra lengua era la batalla que se llevaba a cabo en estos momentos en mi boca. Dicha lucha cambiaba constantemente de escenario, pasando a la cavidad de Alex, una cavidad caliente, húmeda y salvaje. Yo estaba en la gloria. Era mi primer beso, y no podía ser mejor.

Notas finales:

Muchas gracias por leer, y por vuestros comentarios que me animan a seguir escribiendo.

Alguien me ha preguntado cuando voy a ir actualizando y debo responder con sinceridad: no lo sé. El fic lo escribo sobre la marcha asi que no tengo un horario fijo para publicarlo. De momento voy a actualizar lo más pronto que pueda, varias veces por semana, para no perder costumbre y para hacerme bien a la historia.

 

Espero sus opiniones.

Un beso^^


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