Se había levantado de golpe y su cuerpo se había girado hacia una puerta que se encontraba cerrada y por donde él había salido. Por un segundo su mente había creído que él seguía ahí, contra la madera de la vieja puerta esperando a que fuese a su lado.
Esperando, siempre esperando.
— ¡Es mentira! — Gritó lo suficientemente fuerte para que le escuchara — ¡Yo nunca la he amado! Solo te amo a ti —
— TE AMO — Su garganta raspo con su ultimo grito mas no importaba si tan solo él le escuchaba.
Pero Roy no estaba ahí, lo comprobó cuando la puerta se abrió dejando pasar a un par de desconocidos que le miraron extrañados para luego simplemente pasar a su lado de largo. Se había ido, Roy se había marchado hacia mucho tiempo atrás de ahí.
Dejándolo completamente solo como en un principio había querido.
Algunos se rieron, otros mas le ignoraron y no hubo una sola mano amiga que se compadeciera. Después de todo tampoco la necesitaba, deseaba tan solo ahogarse en el pozo profundo de la desolación. Justo lo que necesitaba para que días después todo volviera a ser como antes.
Como si nunca se hubiese encontrado a Roy en aquel lugar.
Como si nunca le hubiese dicho nada.
Como si sus sentimientos nunca se hubiesen mostrado.
Era justo igual que antes.
!Mentira!
¡Que equivocado estaba!
Justo ahora, algunos años después lo comprobaba.
Ahora estaba ahí en un lugar en el que nunca hubiese deseado estar simplemente obligado. Winry lo había básicamente arrastrado ahí. Después de todo aquellos dos eran los mejores amigos de ambos y aquel día era el más importante de su vida. Era su boda y de ahora en delante unirían sus vidas para siempre.
Los aplausos no se hicieron esperar y la risa amable y jovial de Winry comenzó a irritarle un poco cada vez más. Pero si quería ser sincero, no se debía a la efusividad de su esposa, ni a la ternura de su hija que vestida de blanco y como paje de aquella pareja, se encargaba de arrojar numerosos pétalos blancos por donde los novios pasaban, ni mucho menos por las diabluras de su hijo mayor que sacaban algunas carcajadas a los invitados con sus ocurrencias.
Su irritación era más bien por la felicidad de los novios.
Una felicidad que debió de ser solo suya.
Roy Mustang sonreía como solo una vez lo vio hacerlo mientras sus ojos no dejaban en un solo momento de observar a su esposa. Sheska se veía preciosa sin las horrendas gafas que siempre llevaba y el delicado sonrojo en sus mejillas solo la hacia ver mas que adorable mientras aun sonreía tímida a su marido y había cerrado los ojos cuando las manos de Roy le habían sujetado con delicadeza de las mejillas atrayéndola hacia él para besarla suavemente en los labios mientras escuchaban el coreo animoso de sus invitados.
Fue entonces cuando ella se acomodaba un poco el tocado del velo sobre su cabeza y Roy movía sus labios diciendo algo inteligible para Edward en su lejanía, que los ojos dorados y azules volvieron encontrarse después de mucho tiempo. Las emociones se encontraron una vez más y al rubio se le seco la boca. La felicidad estaba ahí, el amor estaba ahí e incluso una mediana pizca de dolor que el mismo Ed le había causado pero también la esperanza de que al lado de un a buena y dulce mujer como lo era Sheska su corazón se curara.
Y el estomago se le revolvió cuando incluso se empezó a divisar en esos zafiros un leve tajo de agradecimiento.
Ed desvío su mirada incapaz de soportar por un momento más aquellos ojos azules tan alegres y soltó con demasiada rudeza la mano de Winry que con cariño durante todo aquel tiempo le había sujetado con fuerza. La mujer le llamó preocupada pero tuvo que dejarlo ir cuando se dio la vuelta cuando su pequeña hija se le había acercado pidiendo que fuese con ella a saludar a los novios.
Edward estaba empezando a odiar todo aquello y era porque simplemente deseaba lo que de ahora y en delante sería de Sheska. Ese amor, esa felicidad y ese cariño debieron de haber sido suyos. Si tan solo años atrás hubiese tenido el coraje de dejar a Winry cuando apenas se habían casado y elegir a Roy para vivir el amor que siempre se habían tenido.
Pero había decidido no hacerlo y ese era ahora su castigo.
No podía abandonar a Winry y mucho menos a sus hijos y Roy había escogido su camino también alejándose de él para siempre.
Edward tendría que conformarse con lo que ahora tenía e intentar ser feliz con ello.
¿Qué más podía hacer?
Ya no podía lamentarse por lo que pudo haber sido.
Fin