Una muerte sin sentido
Por Paz
Capítulo 1: La salida
Rukawa había planeado minuciosamente aquella salida, no era la primera vez que aprovechando las vacaciones de verano, que era cuando su trabajo como entrenador físico en Shohoku le permitía darse el lujo de descansar, pero si le llamó la atención que no fueran solos.
Cierto era que Mitsui desde hacia ya un largo tiempo era el más cercano de los amigos que tenían en común y que últimamente pasaba mucho más tiempo en su casa que en la propia.
Sabía que en pasado, Mitsui y Kaede mantuvieron una amistad que se vió interrumpida cuando comenzaron sus años universitarios, aunque no se rompió porque mantenían desde la distancia, llamadas o mensajes al móvil.
Cualquier duda o problema que Mitsui tuviera ahí estaba Kaede para resolvérselo, la amistad era tan fuerte que no se sorprendió en exceso cuando una noche se presentó en su hogar destrozado porque encontró a su pareja con otro en su propia casa y en lugar de sentirse avergonzado le acusó de no saber darle lo que él necesitaba y que no le extrañara que hubiera encontrado alguien que le amaba y del que él también se había enamorado.
Por lo que entonces pudo decir, en aquel mismo instante, recogió todas sus pertenencias y se marchó con su amante dejándole.
Esa noche se quedo a dormir en una de las habitaciones de que disponían y que con el tiempo quedo definitivamente como la suya.
Se trataba de un amigo de Kaede, también había sido su compañero durante los años que paso en Shohoku, cuando los tres formaban parte del equipo de basquetball, por lo que su presencia no era una molestia, al contrario, los tres se complementaban bien y la amistad se consolidó aún más.
Durante los meses siguientes al rompimiento de su relación, Mitsui buscaba su compañía demasiado a menudo, no se atrevió a darle a entender que estaba interfiriendo sin querer en su convivencia con Kaede.
Algunos meses después se encontró con la ex pareja de Mitsui y tal vez porque estaba resentido con él, le dio a entender que nunca se había entregado por completo a la relación que mantuvieron durante el tiempo que fueron pareja, si no que siempre le daba la impresión que Mitsui estaba pensando en otro hombre, dato que nunca pudo confirmar porque nunca salía de los parámetros normales de su vida laboral y personal.
Aquella declaración le dejo pensativo, si Mitsui estaba enamorado de otro hombre porque motivo no rehacía su vida con él, y la respuesta fue sencilla, no podía porque ya estaba emparejado y aunque le observó más detenidamente cuando le veían ni en sus palabras ni en sus gestos confirmó aquella aseveración de su ex, por lo que acabo pensando que estaba equivocado, y que era un pensamiento que le ayudaba a resistir la culpa por haberle engañado con otro y por tanto él olvidó aquella conversación.
Después todo volvió a sus cauces normales, tal vez porque ya se había acostumbrado a la presencia de Mitsui y su tolerancia se vió reforzada por la amistad que les unió más.
-¿Te parece mal que le haya invitado a venir? –preguntó Kaede al verle que se quedaba ensimismado- Si lo prefieres le digo que hemos cambiado de idea…, que ya no salimos.
-¿Por qué iba a hacer eso? –le miró como si esa idea le resultara peor aun que haberle invitado- Es tú… es nuestro amigo –rectificó- Será divertido pasar con un par de semanas. ¿Dónde iremos esta vez? –preguntó inclinándose sobre la mesa para mirar atentamente los folletos de viajes que estaban allí extendidos.
-Te gustará, recuerdas que siempre deseabas ir a los Alpes Japoneses, hablando con mi padre de ello me comento que tiene una casa en lo alto de uno de los picos, es un lugar agreste, desde allí podemos hacer senderismo recorriendo la zona, a ti te gusta conocer nuevos lugares, disfrutaremos de las vistas y si nos cansamos de estar solos podemos acercarnos hasta un refugio que hay a relativa distancia, si vamos bien equipados no encontraremos dificultad en recorrer los senderos que hay marcados.
-Suena interesante…gracias.
-¿Por qué? –levantó la mirada posándola en él.
-Por pensar en lo que a mi me gusta.
-Sabes que tu eres lo mejor que me ha pasado al encontrarte, por ello, nada de lo que haga por ti es demasiado.
No era aquella la primera salida que hacían pero si acompañados, por lo que tendría que ocuparse de comprar otra mochila y todos los implementos necesarios para un tercer acompañante.
-Me ocupare de que tengamos todo lo necesario. ¿Cómo llegaremos hasta nuestro alojamiento.
-Podemos tomar el JR con cambios de líneas o tomar un vuelo hasta el aeropuerto de Matsumoto y de ahí alquilar coche adecuado para ese terreno montañoso, tomaríamos la carretera 158 que sigue el curso del río Azusa para enlazar con la 475 que nos llevara directamente hasta la estación del funicular y de ahí a unos cien metros esta la cabaña de mi padre. Si tienes ánimos podemos acercarnos hasta la senda que une el monte Yate con el monte Hotaka, el refugio esta en medio de ambos, por lo que solo tendríamos que hacer una parte del recorrido.
-Me gusta más la segunda opción, ganaremos tiempo yendo en avión.
-Entonces me ocuparé de comprar los billetes y que un coche este esperando por nosotros en el aeropuerto, Mitsui y yo nos turnaremos conduciendo, tu te ocupas del resto.
-Conforme.
-¿Dónde vais esta vez? –preguntó Yohei cuando su amigo le comentó que iba a estar quince días fuera.
-El padre de Kaede tiene una cabaña en los Alpes Japoneses, será nuestro campamento base, desde allí nos moveremos -sacó un mapa geológico que llevaba para enseñárselo al detalle- por toda esta zona.
-Tenéis suerte que el invierno ha quedado atrás, la primavera es un buen momento para lo que os proponéis realizar, pero ¿no sería mejor que fuerais a un onsen? –inquirió- Sería menos cansador.
Hanamichi río al escucharle.
-Si lo hiciera así, no podría contarte lo que hago y tú a tu vez como entretendrías a tus lectores.
Yohei sonrió.
-No tendrás tiempo de echarme de menos…, cuando menos lo esperes estaré de regreso.
A la mañana siguiente, con las mochilas cargadas, los bastones y otros utensilios útiles para acampadas al aire libre, Rukawa, Sakuragi y Mitsui subían al avión que los transportaría hasta Matsumoto.
Los diversos bultos que transportaban pesaban tanto como ellos tres. Hanamichi nunca dejaba nada librado al azar, porque sabía que su vida podía depender de cada cosa que llevaba.
Continúa en el próximo capítulo…