Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Jugamos? por PukitChan

[Reviews - 108]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Buenas noches! ^w^ ¿Ven? Les dije que no tardaría demasiado en actualizar. 

¿Jugamos?

 

Por:

PukitChan

 

Capítulo 2. El retorcido humor del destino.

(O de cómo el hurón maldijo a su puta suerte)

 

 

 

Contrario a lo que muchos pudieran pensar de ello, el mundo muggle tenía sus ventajas. Y Harry Potter, siendo un mago muy inteligente y consiente de los estragos que podía ocasionar un acto suyo en el mundo mágico, optaba siempre por salir a divertirse en un ambiente donde no fuera el maldito niño elegido… sino, simplemente un hombre de veintitrés años atractivo. Jodidamente atractivo.

 

No es que antes no se hubiera dado cuenta de ello, es que en ese entonces, era un mocoso cuya tarea —nada más y nada menos que matar a Lord Voldemort— le complicaba un poco el divertirse. ¡Pero a la mierda el pasado y todas esas cosas! Joder, que tenía derecho a pasársela bien luego de salvar al mundo, ¿no? Estaba seguro de que se lo merecía.

 

Sobre todo después de que comprendiera que tal vez, Ginny no era lo que estaba buscando en realidad. La pelirroja había despertado muchas sensaciones en él, pero ninguna tan parecida como la que recordaba de algunos años antes, cuando entró a un bar muggle y salió descubriendo que, ¡carajo! un hombre podía endurecer su polla más rápido que la pelirroja en toda una noche.

 

Por ideas como ésas, era que había acabado la mayor parte de las semanas solo en Grimmauld Place, en lugar de estar en la Madriguera rodeado de su familia postiza, donde Ginny aún lo miraba como si quisiera reducir sus bolas al minúsculo tamaño de una snitch. Oh, sí, señores. Ni toda la magia del mundo salvaba al niño-que-vivió de la mala suerte que se cargaba.

 

Pero, ¡los muggles dicen que no hay mal que por bien no venga! Así que decidido a pasar a un mejor humor, Harry había salido esa noche a ese bar que tanto le gustaba para distraerse. Después de más de seis bebidas, unas charlas extrañas y hasta quizá unos labios sobre su cuello, Potter salió del lugar con aire atontado. Bendito mundo muggle y bendita la privacidad que le daba. Le encanta ser un don nadie de vez en cuando.

 

Así anduvo por las calles durante un largo rato de la noche, sin saber qué hora era exactamente. No podría decirse que el paseo le sentó precisamente bien, pero cuando menos era capaz de sostenerse en ambos pies y mirar lo que sucedía a su alrededor, lo cual era mucho, comparado con otras veces.

 

Al detenerse, esperando voluntariamente ante un semáforo en rojo, comenzó a mirar a su alrededor. Estaba especialmente tranquilo en realidad, aunque le parecía escuchar a lo lejos los gritos de dos hombres que tal vez buscaban algo. No le prestó demasiada importancia pues en ese instante, justo cuando un autobús avanzaba a gran velocidad, a un pequeño animal blanco se le había ocurrido atravesarse en su camino.  

 

Contuvo la respiración mirando lo acontecido como si fuera en cámara lenta: el animal desorientado, el conductor del autobús que parecía acelerar a cada segundo sin darse cuenta de que estaba por atropellar a la criatura… y presenciado la escena, un Gryffindor ebrio, cuyo alcohol aumentaba su valor y la velocidad con la que la adrenalina corría por sus venas.

 

—¡Cuidado!

 

Le tomó unos segundos arrojarse hacía la calle para sostener al animal en sus manos, con el tiempo justo para desaparecerse a gran velocidad del lugar y reaparecer frente al número 12 de Grimmauld Place. Jadeando, con el sudor corriendo por su frente por semejante momento, Harry bajó la mirada tratando de averiguar porqué carajos se había expuesto así, con todas las de la ley para ser mandando directamente a Azkaban.

 

Entre sus manos un pequeño hurón blanco parecía desmayado.

 

 

***

 

 

Draco abrió los ojos sin recordar nada, pero con un maldito dolor punzando en su cabeza, como si le hubieran puesto toda la noche la fastidiosa voz de Weasley para torturarlo. ¡Merlín, no volvería a tomar así! Estúpido Blaise, no  dejaría que lo arrastrara al mugroso mundo muggle alguna vez más, donde las bebidas debajo de su dulce sabor parecían estar envenenadas… agh… qué asqueroso, se preguntó si acaso había vomitado todo…

 

Abrió la boca, buscando llamar a Theo y a Zabini, pero no escuchó su voz. ¿Qué pasaba? Volvió a intentarlo y el chillido que escuchó le resultó tan doloroso para su cabeza que gritó más fuerte… nada. Comenzó a desesperarse, removiéndose en la cómoda suavidad en la que reposaba, pero llamando a esos dos malditos cabrones que se las pagarían. ¿Le habían hecho algo a su garganta?

 

¡Salazar! ¡¿Esos dos malditos habían lastimado su garganta?!

 

—¡Oye, basta… aún es temprano! —el gruñido rasposo que le reclamaba le hizo detenerse y contener la respiración. ¡No, no, no! Esos dos hijos de la… ellos, no habían dejado que Draco hiciera una estupidez anoche, ¿verdad?

 

Tragó saliva y cerró los ojos, moviéndose un poco. Sintió el contacto caliente de algo que podía jurar que era una espalda estremeciéndose ante él. Y la voz, maldita sea, había sonado familiar y masculina. ¡Morgana, que el que estaba a su lado no fuera nadie que conociera! Respirando algo agitado, movió su cola para rozar un poco más la piel ajena y…

 

¡MOMENTO!

 

¡¿MOVIÓ SU COLA?! … ¡¿COLA?!

 

El alocado movimiento comenzó una vez más. Comenzó a girar en círculos mirando por vez primera su cuerpo en realidad. ¡Era blanco! ¡Era peludo! ¡Tenía cuatro patas y por Salazar, una cola esponjada! ¡Era un hurón!

 

Con rabia, gritó el nombre de Blaise, pero el chillido que se le escapó, le traumó aún más de lo que ya estaba. ¿Entonces, de quién era esa espalda? Su cuerpo, un bultito apenas visible debajo de las sábanas, comenzó a rascar esa amplia espalda que era lo único que veía de aquel hombre.

 

—¡Basta! —gritó la voz, casi sollozando de un fuerte dolor de cabeza,  arrojando sin querer a Draco hasta la orilla de la cama. Por suerte, las manos hábiles consiguieron atrapar al hurón antes de que cayera. Y sólo cuando lo atrajo hacía él, Draco pudo ver quién era.

 

Unos intensos ojos verdes, aún adormilados, le miraban con reproche. Unos resecos pero generosos labios parecían dibujar una mueca de dolor, y esas facciones masculinas resaltaban con fuerza ante los diminutos ojos de Draco, que se sintió enrojecer y deseó huir de ahí, aunque las dos manos grandes rodeaban su cuerpo y le impedían hacer ello.

 

¡¿Jodido Merlín, acaso lo estaba castigando?! ¿De todas las personas… él? ¿Harry Potter?

 

—No te muevas tanto —regañó una vez más Harry, dejando caer su cuerpo sobre la cama otra vez, sosteniendo en sus manos al hurón—. Tengo una resaca fenomenal y a ti se te ocurre despertar como si yo fuera el que tuviera pulgas.

 

Draco, enfadado ante la sugerencia de Potter de que él fuera un bicho cualquiera, le mordió un dedo, que, para su satisfacción, le hizo escapar un aullido de dolor al cuatro ojos.

 

—¡Está bien, está bien! No tienes pulgas, ¡Joder, que humor tienes pequeño!

 

Y sin embargo, Harry comenzó a reírse y quejarse al mismo tiempo, dejando a Draco recostado sobre su desnudo y musculado pecho. Al notar eso, el rubio se quedó quieto, sintiéndose muy incómodo y más aún cuando miró frente a él, la voluptuoso imagen de Harry Potter con el cabello sensualmente despeinado y desnudo, abriendo la boca para dejar escapar una sonrosada lengua mojada, de la que caía una gota de saliva, cuyo brillo deslumbró a Draco, antes de que Potter comenzara a lamer su dedo ensangrentado por la herida del hurón.

 

Algo así no podía ser tan estúpidamente cachondo.

 

Draco gimió para sus adentros al reconocer que, de ser humano, su polla ya estaría tan erecta con esos movimientos del moreno. Estaría tan duro, que sería la envidia de cualquier eyaculador precoz.

 

¡MALDITA SEA! ¿Estaba fantaseando con ese tonto cara rajada? ¿Desde cuándo ese sujeto se había vuelto tan condenadamente sexy?  NO. Era un efecto de su resaca, sólo eso. Potter nunca fue, es, ni será en su vida un hombre que le haría despertar a Draco sus instintos más carnales.

 

Para cuando se animó a despegar la vista de esos labios, Draco notó que su cuerpo estaba prácticamente inmóvil y que Harry lo miraba con curiosidad, como si nunca en su vida hubiera visto un hurón. Entonces, la mano de Harry estaba sujetándolo y atrayéndolo a su rostro, para acariciarlo. Y Draco sintió la barba rasposa de dos días que hubiera sido excitante en otra persona que no fuera Potter.

 

¡Porque Potter no era nadie! ¡Nadie!

 

—Tenemos que ponerte un nombre, pequeño —murmuró Harry, ignorando por completo que ante él tenía un hurón perturbado en más de un sentido—. ¿Qué tal… "donita"?

 

…y para colmo, era una mierda para colocar nombres.  

Notas finales:

Nadie puede culparme de burlarme un poco de Harry con respecto a su gusto para escoger nombres, xD. 

¡Bueno, verán que aquí inicia la apasionante historia de Draco y Harry jajajja! Cualquier cosa, duda, comentario, maldición o risa a un review de distancia. 

¡Gracias a Kurofye, Mixhii, Some one, Neko, Anónimo, Diiida y Yayoi Matt por los reviews! Me he sorprendido por la aceptación que ha tenido esa cortita historia. ¡Son un amor!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).