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Caminos cruzados.

El pescador le sonrió desde el otro lado de la mesa. En sus ojos existía cierta calma proveniente del mar y a su alrededor se formaron unas cuantas arrugas risueñas. Mika se colocó justo detrás de éste y desde ahí observó a Rei con cierto aire orgulloso. Ese hombre, era su padre y éste fue quien salvó la vida del joven peliplata.

—Los aviones pasaron por encima de nuestras cabezas —dijo el hombre y sus manos curtidas por el Sol imitaron el movimiento de los aviones. — Luego, vimos una luz muy intensa acompañada de un fuerte ruido explosivo. La barcaza en la que íbamos se bamboleo. Metros adelante vimos fuego y humo. Los aviones daban la vuelta y volvían a disparar contra ese barco mercante. Nos quedamos estupefactos. 

Rei lo escuchaba atento. Su relato era la explicación de cómo él había sobrevivido a un naufragio. O más bien, a un ataque aéreo. Se preguntó vagamente si de alguna manera se encontraba en una guerra. Si no ¿Por qué atacarían un barco mercante? Los piratas no actúan así ¿o sí?

—Todo fue muy rápido. El ataque cesó de pronto. Y nosotros seguimos en el mismo punto, estáticos. El sonido de los aviones se alejó y sólo quedo el crepitar del fuego y voces dolientes a la lejanía —el hombre frunció la nariz como si pudiera recordar el aroma de aquel incendio —. Era un barco mercante, pensamos, teníamos que ayudarles. Estás son aguas internacionales, pasan muchas cosas, muchas horribles. Nos acercamos con cautela por lo mismo.  Y fue cuando te encontramos.

El hombre acercó la jarra de agua y se sirvió en un vaso de vidrio transparente, bebió un largo trago y continuó.

—No estabas sólo. Flotando junto a ti había otra persona. No pudimos ver bien, porque unos hombres llegaron en unos botes salvavidas y se la llevaron. Pensamos que volverían por ti, pero no lo hicieron, se alejaron hacia el norte muy apurados. Ni siquiera se fijaron en nosotros. Y cuando los vimos lejos, nos acercamos. Estabas muy herido y quizás pensaron que estabas muerto o quizás no eras de su interés. Como sea, te sacamos de ahí y llevamos con Mari. Pensamos que, tal vez, ella podría ayudarte. Y, afortunadamente, fue así.

—Sí. Se lo agradezco mucho —Rei le devolvió la sonrisa agradecido. — La persona que estaba conmigo ¿estaba viva?

—¿Cómo saberlo? —El hombre se encogió de hombros — Después nos enteramos que eran disidentes del clan Kurovnikov. Tú no eres ruso, tal vez no eras de su interés o preferían verte muerto. Pero la persona que se llevaron, quizás, era todo lo contrario. Pero, si está viva o no, eso podría ser muy complicado de saber. Tal vez, ya no lo este. Vamos, tal vez, ni siquiera tenga que ver contigo y sea un enemigo.

— ¿Cómo saberlo? —una vez más el hombre se encogió de hombros.

—Buscándole, quizás.

Buscándole. Esa palabra se quedó en psiquis del joven. Esa persona que estaba medio muerta a su lado podría ser un amigo o amiga ¿Qué tal que era la persona que no podía recordar pero que tenía muy presente? De vuelta en casa de la médico y sentado en el porche, observó como el Sol se ponía a lo lejos, lo hacía distraídamente, pensativamente. Se incorporó y estiró, antes de que la oscuridad de la noche cubriera el cielo, entró a la casa.

Mari leía recostada en la cama, sólo sus pies estaban cubiertos por una manta. Cuando él tocó y abrió la puerta del dormitorio, ella apartó el libro y lo miró por encima de la montura de sus gafas.

— ¿Necesitas algo, Rei? —le preguntó al verle un tanto indeciso en el umbral de la puerta.

—Hable con el padre de Mika —explicó. — Me dijo algunas cosas interesantes.

— ¿Cómo qué?

—Como que había alguien más junto a mí ese día. Que no fui el único que salió de ahí. Una persona fue llevada al norte en unos botes salvavidas, y esa persona tal vez tenga respuestas para mí. Tal vez, sea alguien importante para mí.

La médico  cerró su libro y se quitó las gafas de lectura.

— ¿Quieres buscarle? —él asintió y ella suspiró. — Puede ser peligroso.

—Lo sé. Pero si es amigo no puedo dejarle sólo, y si es enemigo, puede darme respuestas.

—Sería meterse en la boca de lobo —La mujer apartó la manta que cubría sus pies y se levantó de la cama. —Pero no darás un paso atrás ¿cierto?

Rei asintió y sin moverse, le vio rebuscar en un cajón de y sacar algo envuelto en una tela blanca. Mari colocó aquella cosa en la cama.

—Irás a un lugar peligroso. Los disidentes se ocultan en un pequeña isla, un pedazo de tierra un poco más al norte. Mientras sigas esa dirección llegarás sin problemas. Tampoco está muy lejos —Mari le miró y palmeó el colchón para decirle que podía sentarse, él accedió e intercambio su mirada entre ella y el pequeño bulto en la cama —. Todos ellos, son vampiros. No puedes ir ahí sin una defensa. Sí, eres un vampiro, pero sin duda necesitarás más que eso.

Fue entonces que descubrió el objeto. Era un arma, una pistola plateada en cuyo  el cañón tenía escrito con gráciles letras las palabras: “Bloody rose”.

— ¿Qué es…?

—Un arma de caza-vampiros. La llevabas contigo cuando te encontraron, es más, te aferrabas a ella con mucha fuerza. Estaba mojada, así que después de curarte me he dedicado a limpiarla por ti. Vamos, tómala.

El muchacho estiró la mano y tomó la culata del arma, su tacto frío, su peso incluso, le eran familiares. Tanto así que  esbozó una sonrisa cuando la blandió.

—Pero, si es de caza-vampiros, y yo soy un vampiro, entonces…

—Creo que pudiste habérsela quitado alguien, o bien, es tuya. La persona de la que te hable, Kiryuu Zero, es un vampiro y también un cazador. No es extraño que tú lo seas —se encogió de hombros y luego, le sonrió —. Practica un poco antes de ir. Tengo balas del mismo calibre, pero normales. Antes de irte te daré las balas que necesitarás para tu empresa.

—Gracias.

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+++++

Zero leyó la carta de nuevo. Aquello era una especie de milagro llegado por correo. Sin esperar más corrió al despacho de Kaname. El castaño tenía mucho trabajo, los rusos había dejado su estado apacible. Al menos el bando dirigido por el anciano Kurovnikov. Aunque Alexander, el dirigente legal del clan había proclamado la paz entre clanes. El viejo patriarca no se quedaría quieto. Mandó una pequeña flota a las costas de Japón, aún estaban en camino y Kaname, trabajaba para detenerles antes de tocar puerto.

Natsuki estaba en el despacho de su padre, cuando Zero entró y  puso sobre la mesa la carta. Se acercó poco a poco en tanto el castaño leía, quién al terminar levantó la vista y sonrió.

— ¿Será?

—Espero que sí.

— ¿Qué dice la carta, papá?

—Encontraron a Aki —Zero le sonrió —Una mujer que ayudamos hace tiempo envió la carta. Dice que encontró y sanó a un chico que responde a la descripción de Aki. Si es así, él está vivo y a salvo.

—Lo está, papá —Natsuki afirmó.

—Tenemos que ir por él. Kaname…

—Espera, Zero, no sé si sea conveniente.

— ¿Eh? ¿Por qué?

—Ellos vienen en camino — era claro que se refería a los rusos. Suspiró largamente. Si Aki estaba en aquella isla, tal vez, lo mejor era dejarlo ahí hasta que todo estuviera en calma —. Además, Zero, necesito que me ayudes. Necesito que pidas apoyo de la asociación de caza-vampiros. No podemos ir ahora.

—Pero…

—Iré yo —Ambos padres giraron el rostro hacía su hija. Natsuki reafirmó lo dicho y apretó los puños —. Iré yo, puedo ir con Yue. Y si las cosas se ponen feas, nos quedamos con él ahí. Pero necesitamos saber que es él y que está bien.

—Natsuki, es muy peligroso que…

—Lo sé, pero tenemos que saberlo. Tenemos que asegurarnos que es él.

Kaname y Zero se miraron uno al otro por un instante, era arriesgado, pero Natuski tenía razón, necesitaban asegurarse de que su hijo estaba a salvo.

—Está bien —dijo Kaname —, pero no irán solos tú y Yue. Llevarán una pequeña escolta.

Natsuki se irguió y asintió con la cabeza, al tiempo que esbozaba una sonrisa.

+++

++++

El disparo fue limpio. La bala se incrustó firmemente en aquel pedazo de madera y dejó un perfecto hoyo circular. Casi parecía arte, pensó Mika  sentada a unos pasos del tirador. Esa mañana, al ir a buscarlo le dijeron que estaba ahí, practicando.

¿Para qué practicaba? Ya lo sabía bien. Y no le hacía gracia. Había pasado los últimos tres días convenciéndolo de no ir. De quedarse ahí con ella y los demás. Quería decirle que no pensara en el pasado, que la historia podía escribirse desde cero. Que ir a esa isla era casi como firmar una sentencia de muerte. Pero él no escuchaba. Estaba aferrado a ir y rescatar a esa persona. Pero, si él era aferrado, ella también.

— ¿Terminaste? —le preguntó y se levantó del pasto donde estaba sentada.

—Sí —él se giró y le miró brevemente, antes de verificar que las balas se habían terminado. —Estoy listo.

— ¿Eso qué significa?

—Que ya tengo todo, me iré mañana.

Mika abrió los ojos como si aquello fuera una gran sorpresa.

—No vayas —suplicó. —No tiene caso que lo hagas. Ese alguien, quizás, ya está muerto.

—No digas eso. Además, siempre está la posibilidad opuesta —guardó el arma. —Y tengo que hacerlo. Esa persona, puede ser la persona con la que sueño.

—Dijiste que yo me parecía a esa persona ¿no te basta?

—Dije que me la recordabas, y sólo tus ojos. Y no, no me basta. No es suficiente, necesito saber.

— ¡Rei! —. Mika le sujetó los brazos, interceptando su camino —. No lo hagas. Quédate aquí.

—Mika, no quiero volver a discutir esto —se soltó suavemente del agarre de la chica y  recogió su chaqueta del piso. —No insistas.

—Tú no me quieres ¿verdad?

Rei la miró con la chaqueta entre las manos. No entendía porque ella reaccionaba así. No eran novios ni nada parecido. Sí, bueno, se habían besado en una ocasión, pero era todo. Él tenía la mente en otras cosas, simplemente no podía involucrarse con nadie. Menos ahora, que ni siquiera sabía quién era.

—Mika, te aprecio. Te debo mucho. Pero, creo que no es el querer que tu deseas.

Mika frunció el ceño y bufó.

— ¿No te gusto siquiera?

—Sabes que me gustas. Me gustan tus ojos… mucho. Pero es todo.

—Tú a mí sí me gustas…y todo tú.

—Mika…

— ¿Por qué no puedes simplemente empezar de nuevo?

El chico guardó silencio, le miró significativamente. No podía. No podía fingir que no tenía un pasado. No quería quedarse sin ese pasado, y menos sin las personas que existían en él. Debía tener familia, padres, hermanos, y quién sabe, tal vez también una pareja. Tal vez esa persona cuyos ojos le eran parecidos con Mika, era precisamente alguien que él amaba. Quería recordar, quería su vida de vuelta.

—Lo siento —dijo al fin. —Pero no hay nada que pueda evitar que vaya.

La chica frunció el ceño en una amenaza de llanto, y echó a correr lejos de aquella planicie. Él la observó marcharse en silencio. Su vista se elevó al horizonte. Ya no podía perder más tiempo.

+++

Cargó a Bloody rose con las balas que Mari le dio y la guardó en su cinto con cautela. Luego, se ciñó la chaqueta y se aseguró de que los lazos de sus botas estuvieran fuertemente atados. Estaba listo, en verdad y seriamente, listo. Convencido de que lo que encontraría en aquella isla sería hostil y al mismo tiempo le devolvería una parte sí mismo.

—Buen viaje, Rei — Mari le apretó el hombro con suavidad. —Cuídate.  

—Lo haré.

—Adiós, nii chan —Chizuru se mordió el labio inferior a punto del llanto. El chico se acuclillo frente a la pequeña y le revolvió el cabello. —No tardaré. No llores.

La pequeña asintió y se abrazó a su cuello hasta que su madre le tomó del brazo para apartarla. Él se levantó, asintió y se dirigió a la playa. Ahí le esperaba un bote de remos que lo llevaría hacia el norte. Empujó la embarcación a la orilla y antes de subir a ella, Mika apareció corriendo. Y tal como hiciera la pequeña hija de Mari, la chica se colgó de su cuello y sin que él pudiera hacer nada, presionó sus labios contra los de  él.

—Vuelve —le dijo. —Sin importar qué, incluso si encuentras a esa persona especial en aquella isla, vuelve.

Él asintió y se soltó del abrazo. Subió al bote y tomó ambos remos. El ocaso pintaba el cielo. Sería de noche cuando llegara a la isla. Estaba a punto de lanzarse al vacío, a lo desconocido, a peligros de los que no tenía idea.

Del otro lado de la isla, casi al mismo tiempo, una avioneta semi acuática aterrizo en una bahía cercana. Un grupo de cinco hombres bajó  primero, algunos de ellos llevaban sus armas a la vista y despedían un aire amenazante. Detrás de ellos, un chico y una chica bajaron con cuidado por la escalerilla.

—Ahora, ¿para dónde, nee san?

La chica desplegó un mapa y luego de examinarlo con el ceño fruncido, señaló en cierta dirección.

—Hacía allá, Yuu chan. Ahí debe estar el pueblo. Vamos. 

Notas finales:

Wola! espero que les haya gustado. 

Un año...más de un año. Ah, no sé cuanto tiempo ha pasado desde la ultima actualización. Que pena con ustedes. Disculpenme!! 

Aquí está la continuación. Dios, soy peor que un caracol, lenta, lenta como el demonio. Pero aquí vamos, a retomar todo lo pendiente!!

Denme animos!

Hasta pronto!

                                                  continuará...


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