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Beasts and Demons por eunii

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Notas del capitulo:

¡¡No me maten!! Se que me tarde mucho(?)

 

Practicamente obligué a mi beta a que hiciera la correccion, porque me voy de vacaciones y no queria dejarlos colgados. 

Ah ESO, no tuve tiempo de responder rus llindos y sensuales RW pero sepan que los leí, y que los voy a contestar todos cuando vuelva. <3

POV JongDae

Estaba recostado es la cama, descansando después del parto de Luhan. JunMyeon acariciaba mi pelo, envolviéndome en un abrazo.

—¿Quieres comer algo? —preguntó suavemente. Negué con la cabeza con la poca fuerza que tenía, quería dormir, necesitaba dormir. Junmyeon se abrazó a mi espalda, mientras con su nariz acariciaba mi nuca.

 

Cuando desperté estaba solo en la cama, y la luz entraba demasiado fuerte por la ventana. Giré sobre el colchón, suspirando pesadamente. Ya terminaba nuestra semana… Todo lo que había vivido se quedaba atrás, ya no más pensar en JunMyeon y sentir el característico dolor en el pecho, nunca volvería soñar con su encuentro como muchas otras veces había hecho, ni a sentir sus besos… Lo había decidido, prefería morir que a seguir respirando solo, sin su compañía,  como hice durante siglos.

Lanzando un último suspiro, me senté en la cama echándole un último vistazo a la habitación y respirando el aire puro que entraba por la ventana. Con pereza me levanté, decidido a tomar una ducha para luego buscar a JunMyeon.

 

 

 

—¿Ya despertaste? —sus brazos envolvieron mi cintura, mientras su cálido aliento chocaba contra mi cuello. Me giré en sus brazos, dejando mis manos en su cuello y repasando sus facciones delicadas con la mirada.

Moví mis dedos en su cuello, acariciando su piel, mientras llegaba a sus labios rojos; de habérselos estado mordiendo seguro. Tenía qué aprovechar los últimos momentos que me quedaban con él. Despacio, fui acercándome a su boca, embriagándome son su sabor... volviéndome loco.

Sus manos se aferraban a mi cintura, acariciando a través de la remera. El beso era tranquilo, podía sentir el sabor dulce de sus labios, mezclándose con la angustia que estaba por venir.

 

—JunMyeon… —susurré sobre su boca. Abrió sus ojos mirándome fijamente, haciéndome perder en sus profundos ojos. - Te amo… ¿lo sabes, verdad? —sus manos apretujaron mi cintura pegándome a él.

Tragué sáliva, aguanto mis lágrimas.

—No me olvides…   

—JongDae… ¿qué mierda estas diciendo? —su calor ya no estaba, había dejado de abrazarme, y ahora me miraba con el ceño fruncido. Empecé a toser tratando de eliminar el nudo en mi garganta.

—¡Te dije que lo iba a solucionar! ¡Te dije que iba a hablar con mi mad…!

—Por favor JunMyeon, ¡no me hagas reír! —sentía que mi cuerpo subía de temperatura, lo que había guardado para mí, todo este tiempo… salía la luz. —Eres el ser más cobarde que conozco, ¡nunca!, nunca le harás frente a esto. ¡No lo hiciste cuando, cuando…! ella se fue. No lo harás ahora. —Dolía hablar así de la criatura que perdimos, dolía. Pero más dolía su rechazo, su olvido.

JunMyeon tenía los ojos rojos, y me miraba con furia. Agradecí que Luhan no estuviera, ni tampoco HaeRi. El aire se empezó a viciar, olía a polvo y su aura estaba amarilla. Le había hecho enojar.

—No hables sin saber, no te das una idea de lo que sufrí cuando ella se fue —su voz sonaba dura. El viento empezó a soplar fuerte a nuestro alrededor.

—¿Y yo? ¡Joder, JunMyeon! ¿Y yo? Sigues siendo un egoísta —le recriminé señalándolo con el dedo.

 —¡Eres un puto Ángel! ¿Cómo puedes ser así? —sentía la respiración agitada, y el polvo que levantaba con esas ráfagas de viento que hacía me entraba en los ojos, haciéndome picar.

—Cállate —susurró con voz queda

—¿O qué, JunMyeon? Te olvidas que soy un jodido demonio, no me provoques —grité cuando una ráfaga de viento me tiró contra el suelo, haciéndome lanzar una quejido de dolor. Con la mirada perdida en el piso y  las lágrimas corriendo por mis húmedas mejillas, me di cuenta de que ya nada importa.

—Sigues haciéndolo —hablé despacio—. Sigues lastimándome —como siempre, susurré para mí mismo.

—¿Qué carajos está pasando? —Fan venía llegando de la clínica. Nos miraba con los ojos desorbitadas, y rojo de furia.

El viento cesó, volviendo todo a la calma. Giré la vista hacia JunMyeon, quien me miraba con lágrimas en los ojos desde el suelo, donde se había arrodillado.

—¡Alguien pude responderme la puta pregunt…! —desaparecí antes de que Wu Fan terminara la frase.

 

 

 

No hacía más que llorar, recostado en la cama de mi habitación. Cuando llegué a casa, algunos me miraban con desaprobación, y otros echaban maldiciones por lo bajo.

Era el marginado, que no servía para procrear, era torpe, había cometido sacrilegio al entregarme a un Ángel… y merecía morir.

Sabía que tarde o temprano, su especie se enteraría de todos sus errores y vendrían a castigarlo con la muerte, la tan ansiada muerte. El teléfono sonaba en la mesa de luz y pude leer en el identificador que era Wu Fan.

—¿Fan…? —pregunté dudoso

—¡Por dios JongDae! ¡Al fin contestas! Esto es un desastre, lo saben. Ellos saben que estuviste con JunMyeon —decía agitadamente, trabándose con sus propias palabras.

—Lo sé… —dije en un susurro inaudible. Un silencio se prolongó en la llamada, mientras la tristeza se instalaba en nuestra conversación.

—Sabes que te quiero JongDae… Siempre te voy a querer… —era una despedida. Durante años había imaginado cómo sería este momento, pero nunca pensé que doliera tanto.

—Te quiero Fan… Fuiste la familia que nunca tuve —las lágrimas empezaron a salir sin control, y la angustia en mi pecho no me dejaba respirar—. Que tengas una buena vida.

 

 

Abrí los ojos de repente, la habitación estaba oscura, no podía ver nada. Pero podía sentir una presencia… JunMyeon estaba aquí.

¡Joder! ¡JunMyeon estaba en mi habitación! ¡En mi casa! ¡Lo iban a matar si lo encontraban!

—JunMyeon… JunMyeon —le llamé bajo, para que nadie escuchara.

—¡Mierda! ¿Dónde estás? ¡Te van a matar! ¿Por qué nunca me escuchas?  

La cama se hundió en el otro extremo, gateé hasta la sombra que podía distinguir. Estaba de espaldas a mí, sentado con los codos sobre las rodillas, y tapando su cara.

—Perdóname JongDae… perdóname —olvidando todo lo qué había pasado, sabiendo que esta sería la última vez, lo abracé contra mi pecho. Apretándolo demasiado fuerte, deseando no  separarme nunca de su calor.

—Te amo —susurró sobre mis labios, antes de fundirnos en el último beso… antes de que la puerta de mi habitación se abriera.

 

POV Yixing

Fan estaba destruido.

Habían pasado dos semanas desde la ejecución de JunMyeon y JongDae, dos semanas donde Wu Fan se despertaba todas las noches, hablando en sueños y completamente transpirado. Lo contuve lo más que pude, acompañándolo en su dolor silenciosamente.

Acostado en la cama, lo miraba dormir. Después de tres días de no haber pegado un ojo tenía unas marcadas ojeras y su piel estaba por demás pálida; por no haberse alimentado bien. Alcé una de mis manos, acunando su cara para dejar un suave beso sobre su frente.

 

Decidí levantarme a desayunar algo, podía oír los llantos de HaeRi desde la habitación, haciéndome sonreír de lado, era tan preciosa y Fan no podía estar más que complacido con la pequeña. Incluso ella había sido quien amenguara un poco la perdida de JongDae.

—¿Cómo están? —pregunté a Luhan y Sehun que trataban de hacer tomar algo de leche a HaeRi. Sehun puso cara de pocos amigos, dando un bostezo, tapando la boca con sus manos, mientras Luhan sonreía como idiotizado mientras la miraba.

—No deja de llorar —respondió dormido Sehun. Pasé por su lado dejando suaves palmadas en su espalda, lo compadecía, incluso yo podía oír los gritos de la niña.

—No es tan malo… —habló Luhan, prestando atención por primera vez a la conversación. Su pareja lanzó una carcajada irónica, mientras lo miraba con reproche.—Eso es porque tú nunca te levantas cuando llora, Luhan —le recriminó.

Mientras me preparaba el desayuno, los escuchaba discutir entre ellos, haciéndome reír a cada rato. Tomé una de las bolsas de sangre, vaciándola en una de las tazas, si Fan no quería comer otra vez, se lo haría tragar.

 

Cuando entré en la habitación, el rubio ya estaba sentado en la cama, mirando a la nada. Dejé el desayuno sobre la mesa de luz, subiéndome a la cama y tirándome encima de su cuerpo. Mis brazos estaban alrededor de su cuello, mientras los suyos rodeaban mi cintura débilmente.

Sin decir una palabra empecé a besar su cuello, dejando suaves besos y mordiendo una que otra vez, su agarre se intensificó cuando tomé el lóbulo de su oreja entre mis labios, delineándolo con la lengua. Pude sentir el escalofrío que recorrió su cuerpo, haciéndome sonreír de lado, complacido con su reacción.

Me separé un poco, para mirarlo a los ojos mientras tomaba su cara entre mis manos. —¿Cómo estas hoy? —meneó la cabeza de un lado a otro, dándome a entender que no estaba ni peor ni mejor que ayer.

—Fan… tienes que volver en algún momento —dije sinceramente, mirando sus profundos ojos tristes, se separó de mi agarre mirándome con desaprobación. —¿No te alcanza con saber que se fueron felices? ¿Saber que se fueron juntos sin penas, ni cosas que lamentar? —si bien sus ausencias dolían, yo estaba realmente feliz de que hubieran podido terminar con todos esos años de agonía y sufrimiento. Sobre todo que lo hubieran hecho juntos.

Volví a tomar su cara, obligándolo a que me mirara pero su vista se desvió al vaso con sangre sobre la mesita.

 

Obligué a Fan a levantarse de la cama, bañare y cambiarse, iríamos al centro. Ya no soportaba estar entre esas cuatros paredes mucho tiempo más.

—¿Vamos? —se había acercado a mí, pegando su pecho a mi espalda, haciéndome cosquillas. Odiaba cuando se acercaba de esa manera, y me hablaba en el cuello. Pero lo hacía apropósito, porque lo había obligado a salir de casa.

Wu Fan condujo hasta el centro de la cuidad, estacionando unas cuadras antes de llegar. Bajé del auto, y para cuando cerré la puerta, ya estaba a mi lado, tomando una de mis manos entre las suyas.

—Celoso... —susurré bajito, apretando su agarre, y entrelazando nuestros dedos. Caminamos un largo rato mirando vidrieras, y hablando de cualquier tema.  

—¡Oh dios, mira eso! ¡Es perfecto para HaeRi! —solté su agarre sólo unos segundos, yendo hasta la vidriera, y diciéndole que se acerque con las manos.

—Es bonito —respondió, mientras ojeaba la vidriera—. ¿Quieres llevarlo? —me preguntó con una sonrisa. Una sonrisa, Fan estaba sonriendo de nuevo. Asentí eufórico y tomando su muñeca lo arrastré conmigo dentro de la tienda.

Sinceramente, yo quería llevarme todo de allí. Cada pequeña cosa la sentía perfecta para la pequeña.

—Hola —saludé alegremente a unos de los vendedores que allí atendía. El chico me devolvió la sonrisa, preguntándome qué andaba buscando. Fan había desaparecido por un momento, pero podía ver su cabeza rubia por sobre algunos estantes.

El chico me mostró algunos vestidos, y yo estaba que me moría porque uno era más precioso que el otro. Al final terminé decidiéndome por uno blanco con detalles en lila. 

—¿Es tu novio? —la pregunta me sacó un poco de la nube de felicidad en la que estaba. ¿A qué venía eso? El chico seguía mirándome con una sonrisa en su rostro, estaba a punto de tomar la bolsa y huir cuando sentí la presencia de Fan a mis espaldas.

Eso no era bueno, para nada bueno.

—Sí. Está conmigo —me moví inquieto sobre el lugar, alternando la mirada entre uno y otros. Sabía lo celoso y egoísta que podía ser Fan cuando le tocaban algo que él quería.

—Ya nos vamos —dije suavemente, tomando a Wu Fan de la mano y arrastrándolo hacia la salida obligándolo a que me siguiera.

—Nos vamos —dijo fuerte, apartándose de mi agarre.

—No, vamos a seguir paseando. Ese chico no significó nada, no te pongas pesado —pasé de él, adelantándome un poco por la calle, cuando su mano envolvió mi muñeca tirando fuertemente hacia él.

—¿Qué me has dicho?  

—Que voy a seguir paseando quiera o no —le dije secamente, su comportamiento infantil me molestaba. ¿Acaso siempre que alguien me dirigiera la palabra él querría matarlo? Tenía que aprender a vivir con eso.

Su cara se puso roja, y me apartó de manera brusca, haciéndome tambalear un poco—. Pero, ¿por qué eres tan bruto? —le reproché, sobándome la muñeca ya que su agarre había dolido. La expresión de su cara pasó de ser una de enojo a una de culpa.

—Yixing… vamos a casa —pidió más suavemente. Pero yo no estaba dispuesto a ceder.

—Wu Fan, basta. Deja de ser tan infantil. Si tanto quiere volver, vuelve tú solo—. Dejándolo con las palabras en la boca, giré sobre mis talones, siguiendo con el paseo.

Al parecer se había tomado mis palabras muy en serio, porque no volví a verlo en toda la tarde. Seguí recorriendo el centro en lo que quedaba de la tarde, hasta que decidí volver al auto. Pero mi sorpresa fue grande al darme cuenta que ya no estaba.

El muy idiota me había dejado solo.

No quedaba de otra que volver en colectivo. Sentado ya, en uno de los asientos del transporte público, apoyé la cabeza contra el vidrio, había caminado demasiado y estaba cansado.

Me desperté exaltado, ya estaba algo obscuro y no tenía la menor idea de dónde estaba, confundido pedí ayuda al chofer.

Al parecer me había pasado unas cuantas, por no decir doce, estaciones. Así que tuve que bajar del micro, y esperar por alguno en la calle de enfrente.

Pero al parecer, todos los colectivos se habían complotado en contra mía y todavía no había pasado ninguno que me llevara a casa. Ya había anochecido y empezaba a hacer frío, el saco fino que llevaba conmigo poco me abrigaba. Y para rematarla, mi móvil no tenía saldo.

Después de otra media hora, el teléfono vibró en mi bolsillo. Con las manos temblorosas verifiqué que era Wu Fan, y seguro estaba cabreado.

—¿Dónde estás? ¿Qué paso? Voy matarte si no llegas, ¿sabes lo preocupado que estaba? —una avalancha de preguntas se escucharon cuando le di aceptar a la llamada. Más o menos le expliqué por dónde estaba para que pudiera recogerme.

—¡Quédate ahí! No te muevas Yixing. Y por el amor de tu dios, hazme caso —y con eso colgó.

Lo había hecho enojar, y me las vería feo cuando llegara por mí.

Diez minutos habían pasado, cuando el auto de Fan se estacionó frente a la parada. En silencio absoluto me subí, abrochándome el cinturón y  fuimos son mediar palabra en todo el viaje.

 

 

Wu Fan se había bajado del auto, dando un fuerte portazo y ni siquiera esperándome para entrar en la casa.

—Yixing… ¡Ahí estas! ¿Sabes cómo estaba Fan? ¡Como loco! No dejaba de subir y bajar la escalera y se movía de un lado a otro —Jongin me había atacado en la cocina.

Desvié la mirada avergonzado, me había pasado un poco ésta vez.

Entré en la habitación, y lo vi mirando por unos de los ventanales con las manos en los bolsillos. Me acerqué despacio y abracé uno de sus brazos, pegando mi mejilla a su hombro.

—Lo siento… —susurré despacio. Después de unos segundos, sus dedos buscaron los míos, entrelazando nuestras manos. Refregué mi mejilla contra su hombro, mientras olía su colonia.

—Yixing…—susurró en voz baja—. Te amo.

Mi corazón empezó a latir desenfrenado, mientas abrazaba a Fan por los hombro y dejaba besos por toda su cara.

Sus manos estaban en mi cintura y de un momento a otro, podía sentir el colchón hundirse con nuestros pesos… Quizás… Quizás pudiéramos repetir lo de aquella noche. 

Notas finales:

¡No me maten! (de nuevo) 

Así que bueno... espero sus RW con miedo ... 


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