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Si te tuviera por MPrincess

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Notas del fanfic:

Ésta historia es inspirada en la canción "If I had you" ("Si te tuviera") de Adam Lambert.

Disclaimer: Yu-Gi-Oh! le pertenece a su autor Kazuki Takahashi.

Notas del capitulo:

Saludos queridos lectores!

Esta historia afloró y no pude evitar escribirla, me ganó la tentación. Quiero intentar algo diferente respecto a los personajes, veremos si os gusta.

Está inspirada en la canción "If I had you" de Adam Lambert.

Realmente espero que la disfruten y que sea de su agrado.

COMENCÉMOS!

SI TE TUVIERA

– Miiry –

Un desbordante sol de la mañana azotaba en la cuidad de Dominó. Las noticias corrían rápido y ahora se transmitía en vivo la primicia con más popularidad durante los últimos meses, la cual capturaba en escena al mundo del espectáculo con la más acaparadora y atractiva novedad.

La ciudad entera escuchaba las noticias matutinas, cada espectador era conocedor de lo más reciente de lo que era transmitido en NHK World, emisora pública internacional más popular y conocida. La radio y televisoras de toda la cuidad tenían en total conocimiento la llegada de un artista muy conocido internacionalmente, había regresado de su gira y ahora se encontraba en su natal ciudad para concluir con su valioso itinerario.

La gente ovacionaba al famoso joven, era el ser más deseado y codiciado por todas las personas que lo llegasen a conocer. Se le conocía por ser una leyenda, los amarillistas lo perseguían para obtener la más remota información sobre su vida personal, pero el chico siempre se reservaba los comentarios que no fueran respecto a su carrera profesional, era un joven realmente misterioso y reservado. También se le conocía por su radiante belleza juvenil junto con su reveladora y radiante sonrisa que muy pocas veces enseñaba públicamente. Era vigilado a capa y espada, a sol y a sombra por sus guardaespaldas y les era casi imposible conversar con él sin ser evadidos o simplemente ignorados.

En tan poco tiempo se había vuelto el rostro más conocido a nivel internacional y no sólo eso, había conquistado el corazón de cada país con su talento innato y envidiable apariencia. A su corta edad había ganado varios premios importantes e incluso había adquirido preposiciones de compañías de alto rango en el mundo del espectáculo proponiéndole tentadores contratos para que su carrera floreciera no sólo para ser cantante, ya que también tenía el don para ser actor e incluso modelo.

Ése era el hit del momento, un joven de 20 años de edad con un futuro brillante desbordante, pero lo que nadie sabía era que él necesitaba más que una carrera exitosa, su talento apenas comenzaba y debía encontrar la manera de sentirse completo y recordar por qué había llegado tan lejos.

 

CAPÍTULO 1: UNA OPORTUNIDAD

 

La música lo estaba llenando cada vez más de energías, se sentía él mismo en el escenario, veía a la multitud aclamando su nombre y sonreírle con cariño y admiración. Sentía desfallecer de felicidad y solo quería perderse en su amor por la música. Sentía las luces rozar su piel, mientras desplazaba ágilmente sus dedos sobre las teclas blancas y negras, dejándose llevar por la dulce melodía que él mismo había creado, el sonido de los aplausos lo embriagaba al punto de no sentirse lúcido completamente, quería que lo escucharan, deseaba que su voz fuera escuchada por todos y demostrar su talento.

Sujetó el micrófono con ambas manos, caminó hacía el público y respiró profundo para que por fin lo escucharan. Repentinamente se escuchó un ensordecedor ruido que hizo que éste tropezara y se fuera directamente al piso, cerró los ojos esperando el impacto.

Antes de llegar sentir el golpe, abrió rápidamente sus ojos cayendo con todo y sábanas al frío suelo. Se sobó su trasero por el inesperado impacto y sacudió sus tricolores cabellos rememorando del lugar en donde se encontraba.

- Mi habitación – murmuró - Un sueño – recapacitó Yugi Motou, un chico de 18 años de edad, de cabello extrañamente puntiagudo en forma de estrella de color magenta, negro y con rubio flequillo, algo que desafiaba lo que era considerado “normal”. Era un chico bastante menudo, de complexión delgada, de finas y aniñadas facciones y era de tez blanca. Sus ojos eran algo que también afrontaba la realidad, eran grandes y expresivos de un color tan exclusivo casi inexistente, dos bellas amatistas con aire inocente y alegre. Nadie creía que sus ojos fueran de aquel insólito color, muchos apostaban que eran pupilentes, pero después de todo Yugi era un chico tímido que no se preocupaba por los rumores, él sabía cómo era y el que fuera diferente lo hacía sentirse especial. Era un joven de carácter amable y servicial, pero como todo ser humano, tenía secretos o como se diría en éste caso… con talentos ocultos.

Suspirando y dirigiendo su mirada hacia el molesto ruido, apagó el aparato despertador y se talló los ojos, ya que aún seguía adormilado. Fijó su mirada para ver la hora dando las 4:50 a.m. y al darse cuenta dio tremendo grito.

- ¿¡Qué pasa?! – preguntaba agitado y asustado el señor Salomón Motou, el abuelo de Yugi, era un hombre de avanzada edad y baja estatura. Era un hombre de buen corazón y era dueño de una pequeña tienda de juegos. Había entrado derrumbando la puerta con la planta de su pie, a pesar de su edad, era fuerte y decidido.

- Abuelito, has roto mi puerta… de nuevo – decía Yugi entre molesto y compungido, siempre exageraba con sus reacciones a tal punto de atravesar una pared derribándola con su puño, sólo para saber si su adorado nieto estaba bien.

- Fue tu culpa, ¿¡porqué gritas así?! ¿Qué no ves que me asustaste? – decía disgustado Salomón casi a punto de llorar, traía puesto su pijama azul de ositos y un gorrito haciendo conjunto.

- ¡Se me hace tarde! – gritaba alterado tratando de liberarse de sus sábanas.

- ¿Eh? Estabas soñando, ni siquiera son las 5, vuelve a la cama y duérmete, los niños en desarrollo deben dormir bien – decía Salomón bostezando con pereza.

- ¡Ya no soy un niño abuelo! ¿Acaso lo olvidaste? Hoy es la ceremonia de inauguración, la universidad está a tres horas y debo estar ahí a las 8 en punto.

- ¡Oh es verdad! Es tu primer día en la universidad… Si apenas ayer apenas estabas aprendiendo a caminar y ahora de la noche a la mañana, ya eres un joven universitario, ¡que orgullo! – Salomón lloraba mientras se limpiaba con un pañuelo.

- No exageres abuelito, hoy es mi primer día y no puedo darme el lujo de llegar tarde.

-Entonces te dejo cambiarte – Salomón se retiró para que su nieto pudiera arreglarse con libertad.

Yugi realmente se había esforzado por ser aceptado en la universidad, ésta era el mejor colegio para llegar muy alto en el ámbito artístico. La “Universidad de Artes Plásticas y Bellas Artes” denominada “UAPBA” es un internado privado de alto rango caracterizada por sus alumnos destacados y talentosos en realizar actividades como en pintura, música, arte dramático, etcétera. Los alumnos se graduaban, pero realmente eran pocos lo que llegaban al completo éxito y con propuestas de trabajo, sin embargo él estaba decidido en ser uno de esos pocos.

El tricolor había hecho el examen aprobando obteniendo una beca completa, no había dormido bien durante un año estudiando y perfeccionando todo lo necesario para la prueba. Desde niño supo que lo suyo era el mundo artístico, disfrutaba cada momento en el que se dedicaba a llevar a cabo su talento. Era un gran honor obtener una oportunidad en la UAPBA en donde no se admitía a cualquiera y estaba orgulloso, pero no debía confiarse ni mucho menos, porque ésta era probablemente su única posibilidad y era irrepetible. Era un hecho que daría todo su esfuerzo por graduarse y cumplir su sueño.

Se dio una ducha rápida y se vistió, tomó su maleta que había preparado dos días antes y bajó rápido por las escaleras. Abajo se encontró con su abuelo que lo esperaba para desayunar, Yugi se disculpó diciéndole que en verdad debían darse prisa para llegar a tiempo, tomó una tostada y jaló del brazo a su abuelo para dirigirse al tren.

Corrían lo más rápido que las piernas se lo permitían, faltaban tan sólo unos pocos minutos para que la ceremonia comenzara y apenas habían bajado del tren. Su abuelo pidió un taxi para que los llevase a la UAPBA a toda velocidad y en menos de 5 minutos Yugi ya estaba ingresando por las enormes puertas del mejor lugar para estudiar lo que más amaba, su abuelo estaría presente en la audiencia así que éste se dirigió hacia otra dirección mientras Yugi encontraba su grupo.

Su corazón palpitaba en un ritmo entre nervioso y emocionado, sentía mariposas en el estómago y no había nada más en su mente que llegar, escuchar las palabras de aliento del director y dar por comenzado el camino hacía su más grande sueño.

Corría tan deprisa que de vez en vez esquivaba compañeros y profesores sin ni siquiera prestar atención, sólo veía el pasillo en donde doblando a la derecha se encontraba la puerta para reunirse con el grupo de estudiantes, pero estaba tan concentrado en ello que no vio salir inesperadamente de uno de los salones a una persona. Yugi intentó frenar, pero desafortunadamente ya era tarde e impacto directamente en el hombro derecho de aquella persona haciendo que ésta recibiera el golpe y se inclinara hacía atrás estrellándose un poco en la pared, mientras que Yugi caía al piso de sentón.

Los espectadores solamente se quedaron viendo aquella escena, pues estaban impactados por ver aquel pequeño accidente. El tricolor intento incorporarse, veía un poco borroso por el golpe pero pudo visualizar unos botines de cuero negros con cadenas frente a él.

- Lo siento mucho! No me fije por donde iba… - trataba de disculparse pero al no recibir respuesta decidió levantar la cabeza,  visualizó unos pantalones azul oscuro pegados, después un doble cinturón plateado de doble hebilla y finas cadenas plateadas que terminaban en sus bolsillos, una camisa blanca remangada y la cual estaba desabotonada de los primeros cuatro botones mostrando la línea del pecho, siguió ascendiendo llegando al cuello logrando ver una cinta color azabache con una hebilla platinada. Estaba en contra luz y le era un poco difícil visualizar bien a la persona que tenía frente a él.

Delineo el fino mentón y las facciones de la persona con quien había chocado. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo al ver que aquella persona se trataba de un chico de belleza varonil, a pesar de que usaba unas gafas oscuras pudo distinguir el gran atractivo que desbordaba aquel joven. Volvió a parpadear para obtener mejor coherencia de lo que veía y en un suave movimiento el chico bajo sus finas gafas hasta el tronco de la nariz, lo suficiente para que Yugi lograra ver con suma libertad sus ojos, encontrándose con unos fieros y profundos de un color indescriptible e imposible de existir; pero su mirada era fría, furiosa y al mismo tiempo avasalladora, al igual que su presencia.

Enarco una ceja sin quitar la mirada del niño que estaba tendido en el suelo a sus pies, acto que fue presenciado por Yugi, el cual no perdió detalle de cada movimiento que hacía aquel extraño. Éste ladeo un poco la cabeza dejando ver una perforación en la oreja izquierda en donde usaba un aro plateado de tamaño pequeño, fue entonces cuando se enfocó en su cabello, era parecido al suyo, pero del rubio flequillo desbordaban unos mechones más hacía atrás y otros cuantos caían de lado dándole un aire de rebeldía.

Se vio perdido ante él sin poder reaccionar. Algo se encendió dentro de él al sentirse observado de una manera que le resultaba penetrante, sentía como si éste pudiera verle el alma, una sensación perturbadora y jamás experimentada comenzó a aflorar sutilmente sin saber el cómo y el porqué, sin embargo sentía la necesidad de seguir soportando la feroz mirada que lo envolvía. Ahí estaba, inerte e incapaz de hacer algún movimiento, sentía un ambiente hostil pero soportable, ya que él no se sentía de ése modo. Definitivamente algo estaba sucediendo y era necesario averiguarlo.

- Yo… Yo… - Yugi carraspeó sin saber qué decir o cómo reaccionar, volvió su mirada al piso sintiendo una opresión en su pecho, quería volver a disculparse pero fue sacado de sus sopores cuando escuchó por los altavoces la voz de un hombre dando el último aviso para llegar al lugar correspondiente de cada alumno. Sin más, aquel chico se dio la vuelta y caminó por el pasillo perdiéndose en la esquina, quedándose solo procesando lo que había sucedido momentos atrás, ¿quién era y porqué no le había dicho nada?

- ¿Te encuentras bien? – oía un tono de voz agradable, aquella voz lo hizo volver para encontrarse con el rostro de un chico risueño. Este estaba incado ya que seguía en el suelo.

- Si, es solo que me caí – el chico le estiró la mano para ayudarlo a levantarse. Yugi se sacudió un poco y le agradeció el noble gesto.

- Debes tener más cuidado, el piso está muy resbaloso… Eres de primer año – decía el chico viendo que llevaba en el cuello del saco de su uniforme el número uno en romano – Yo también lo soy, vamos porque creo que ya empezaron sin nosotros.

A Yugi le había parecido agradable aquel chico, después le agradecería correctamente por haberlo ayudado. Era un chico un poco más alto que él, de expresivos ojos marrones y largo cabello blanco, era delgado y de rasgos infantiles. Lo observaba mientras caminaba detrás de él y pensaba preguntarle su nombre, pero la mirada del joven hizo que diera un pequeño brinco.

- Por cierto, me llamo Ryou, mucho gusto.

- Yugi, el gusto es mío – el saludo fue recibido por una cálida sonrisa por parte de su compañero, éste chico era completamente diferente con el que había chocado, provocando su recuerdo. Quiso desaparecer esa extraña sensación cuando fijo su mirada para encontrase con la ceremonia de inauguración. Ryou le señaló unos lugares disponibles y fueron dispuestos a sentarse para escuchar el primer discurso del año.

 

 

Dado terminado el sermón de iniciación todos finalizaron la ceremonia con aplausos. Yugi fue abrazado sorpresivamente por su abuelo casi asfixiándolo. Cuando se vio libre de aquel bochornoso ataque, Salomón le deseo lo mejor para su primer año en la universidad y se marchó, no sin antes entregarle una caja con un moño. El tricolor sonrió y miró con más detenimiento la pequeña caja blanca que le había dado su abuelo, tenía una nota adherida a ella y estaba escrita a mano en letra legible, la leyó mientras se dibujaba una sincera sonrisa en su rostro.

Este será el principio de tu carrera, no dejes que nada ni nadie te alejen de tus sueños y cúmplelo con el corazón, sin olvidar lo que en verdad es importante.

Te quiere, tu abuelo Salomón Motou.

 

Un recuerdo fugaz inundó su mente al recordar aquel misterioso chico con el que se había tropezado accidentalmente. En toda la ceremonia no lo había visto, y le causaba intriga el porqué lo había visto así, pero sobre todo quería saber de quién se trataba y esperaba volverlo a ver, ya que era lógico que tarde o temprano debía de disculparse.

- “¿Pero si no regresa?” – agitó su cabeza en negación, si no se equivocaba le había visto usar el uniforme y era seguro que estudiaría allí. Se sentía tonto en tener la esperanza de volverlo a ver, es decir, él ya se había disculpado y no lo conocía para darle tanta importancia.

Ryou lo sacó de su sopor dándole el aviso que el coordinador lo estaba buscando para asignarle su respectiva habitación y le entregó una nota que éste mismo le había dado solicitando su presencia en la oficina de un profesor para hablar personalmente con él, cosa que le pareció bastante inusual y un miedo de que se trataran de malas noticias.

La escuela era realmente grande, parecía una cuidad en pequeño, pero no fue impedimento para llegar a tiempo a la oficina correspondiente. Se presentó con la secretaria obteniendo como respuesta “lo está esperando joven Motou”.

- “Hasta los profesores tienen su propia oficina y secretaria” – pensaba sorprendido, aquella universidad sí que se enfocaba en todo.

Respiró incontables veces y se animó a tocar la puerta. Un formal “adelante” fue su orden para poder ingresar, recorrió el lugar tratándose de una oficina amplia, con toques rústicos y pintorescos donde una caricatura de cerámica de un conejo morado reposaba en el escritorio de caoba, detrás de él se encontró con un hombre alto y de cabello platinado. Éste lo invitó a sentarse para comenzar con la plática.

- Entonces tú eres Yugi Motou… interesante – decía el hombre más para sí que para el chico de ojos violetas, lo cual hizo confundirlo por el comentario – Te estarás preguntando por qué te llame a mi oficina… bueno eso será aclarado ahora mismo, además – agregó – hay mucho tiempo.

Definitivamente no entendía nada, aquel hombre lo había visto en la ceremonia sonriendo y ahora se le veía serio e intimidaba. Tenía conocimiento, por parte de él,  que era ex-alumno de aquella escuela. Lo había mencionado en los micrófonos durante la presentación explicando que sus años en la universidad habían sido amenos y sugestivos.

- Soy Maximillian Pegasus, profesor de artes escénicas y piano, encargado de la guía de estudiantes de primer año y consejero estudiantil… Mucho gusto.

El cambio de humor del mayor hizo que Yugi se confundiera más, de un estado serio a otro amable, era un hecho, aquel hombre era extraño.

- Mucho gusto profesor Pegasus – apresuró a decir inclinando su cabeza hacia adelante.

- Dadas las presentaciones comenzaré por explicarte algunas cosas – dijo Pegasus después de una pausa – Verás, cada estudiante de primer año es supervisado por un mentor, el trabajo de éste es ayudar a los novatos a desenvolverse de manera satisfactoria en el ambiente estudiantil como en el social – Yugi escuchaba atentamente cada palabra de su profesor – La meta en esto es crear una atmósfera sana y creativa para alentar a nuestros estudiantes a que se sientan cómodos y seguros, claro que no es con el fin de consentir a nadie con un trato especial ni nada por el estilo, todo dependerá del esfuerzo y las ganas de seguir adelante, ellos guían el camino de su respectivo pupilo para que ésta gran institución obtenga lo mejor de sus estudiantes – Vaciló por unos momentos – En fin… eres el único chico que falta para designarle a su guía es por eso que te cité aquí.

- Disculpe, yo no fui informado de lo que me acaba de decir, yo no sabía…

- Tranquilo, tranquilo – la voz del hombre era agraciada y se comportaba de manera graciosa pero confiable – Tuve un poco de problemas con asignarte a tu preceptor porque los que tenía disponibles se me agotaron en un abrir y cerrar de ojos, pero te salvaste porque alguien inesperado llego como caído del cielo.

- ¿Alguien inesperado?

- Así es… De último minuto llegó y que suerte tienes, porque no es cualquier persona – saco una carcajada que no supo identificar si como burlona o cómplice – Aunque no sabría decirte si en verdad es suerte o al revés porque… bueno… tú ya lo conocerás.

- Entonces cada alumno de primer año es regido por un superior – el peliplateado asintió enérgico con la cabeza.

- Él se encontrara aquí en unos momentos, ya se demoró un poco, pero no te preocupes no tarda.

- ¿Él? – preguntó ingenuo.

En ése momento se escuchó la puerta siendo azotada sin antes haber llamado a la puerta. Yugi, el cual se encontraba a espaldas de la puerta se quedó viendo a Pegasus el cual sonrió satisfecho por la llegada de aquella persona.

- Vaya, ya era hora. ¿No crees que es de mala educación dejarnos esperando y aparte entrar de ésa manera? – Yugi no pudo evitar girarse sobre su asiento.

Lo que vio lo dejo sin aliento, el nuevo invitado se encontraba recargado en el umbral de la puerta con ambas manos metidas en los bolsillos de su pantalón. No podía creer que estuviera frente a él nuevamente, no caía en cuenta de lo que hacía allí. Seguía usando sus llamativas gafas oscuras y su presencia era avasalladora, se sentía en todo el aire que lo rodeaba.

- Yugi – hablo Pegasus llamando su atención – Te presento a Yami Atemu… Tu mentor.

 

 

...Continuará…

 


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