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Intento de conquista por BlackHime13

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Notas del capitulo:

Pues aquí, señores y señoras tengo por fin el ¡¡epílogo con lemon!!

No es 100% explícito, pero no tenía ganas de escribir algo demasiado vulgar así que así se queda n.n

Nos leemos en las notas finales (=^w^=)

EXTRA


 


-Por fin se durmieron.-comentó el joven azabache de 21 al entrar en la habitación de matrimonio donde esperaba hallar a su joven y adorable esposo el cual no se encontraba en el mullido colchón como él esperaba.- ¿Naru?-preguntó y al mirar por la habitación notó que la luz del baño se encontraba encendida.


Tenía curiosidad por saber lo que su rubio hacía allí dentro a aquella hora, pero antes de que pudiera dar un solo paso hacia allí, la puerta se abrió, dejando ver a su querido doncel, imagen que dejó estático al de cabellos negros, el cual no se esperaba para nada lo que sus ojos observaban en ese preciso instante.


Su rubio, su amado y todavía bastante vergonzoso, a pesar de los años juntos, ojiazul se encontraba recostado en el marco de la puerta llevando las vestimentas más eróticas que alguna vez tuvo el placer de observar en otra persona, sobretodo sobre su persona. El menor llevaba puesto unos shorts tejanos que acentuaban su preciosa figura, una blusa en color negro prácticamente transparente que dejaba ver el estómago del menor, pues esta acababa un poco por debajo del pecho de este. También unas bellas medias negras a media rodilla estilizaban sus bellas piernas.


El azabache no se contuvo en relamerse los labios pues podía observar a la perfección el tatuaje que su doncel se había hecho en el estómago, después de cumplir los 18, algo más tarde de dar a luz a sus gemelos, y el cual consistía en una enredadera que subía desde la pelvis por su lado izquierdo hasta la cintura, donde pequeñas flores de sakura florecían y con letras en cursiva que decían lo siguiente “Propiedad de U. Sasuke” seguido del símbolo del clan Uchiha.


Esa fue una sorpresa que el de ojos zafiro le dio y algo que le excitó de sobremanera. Para agradecerle el bello gesto decidió que también haría algo para él y decidió ponerse un par de piercieng, uno en la lengua y el otro en su miembro, pues había descubierto que el contrario tenía un pequeño fetiche por ellos.


El rubio le miró divertido pues notó que su marido se había quedado perdido en sus pensamientos, seguro fantaseando con él. Soltó una risita divertida y se acercó hasta llegar frente suyo de forma pausada y casi acechadora. Una vez llegó junto al moreno pasó sus manos desde los hombros ajenos, bajando por el pecho y abdominales, lugar desde el cual volvió a subir hasta dejar sus brazos rodeando el cuello del contrario.


-Nee.. me gusta tu mirada, pero prefiero que me digas algo ¿sabes?-le susurró justo en el oído.


Automáticamente el mayor rodeó la cintura ajena y juntó ambos cuerpos todo lo humanamente posible al tiempo en que le recorría un escalofrío por todo el cuerpo y sonrió de lado entretenido y excitado a la vez.


-¿Realmente hace falta hablar? Creo que sabes muy bien lo mucho que me gustó tu sorpresa.-le susurró sensualmente al oído con la voz ronca.


Un gemido escapó de los labios ajenos al sentir el cálido aliento del mayor sobre uno de sus puntos débiles, una parte realmente sensible y de la cual el moreno era conocedor. Su reacción pareció ser la deseada pues sin ningún aviso previo el azabache levantó al contrario, lo que obligó a este a rodearle la cadera del mayor con sus piernas para no caerse y así fue llevado hasta la enorme cama de matrimonio que ambos compartían cada noche sin falta, donde fue depositado con sumo cuidado.


Rió un poco por ello pues a veces el ojinoche seguía tratándolo con una delicadeza que se asemejaba al de la primera noche que pasaron juntos, pues casi parecía que tenía miedo de romperle o hacerle cualquier tipo de daño. Había veces en que aquello le molestaba pero otras, como en ese mismo momento, le daba incluso ternura, provocándole una sensación cálida que le recorría todo el cuerpo desde su pecho. Sentía que era realmente querido entre los fuertes brazos del joven de pálida piel.


-Hoy no pienso dejarte dormir rubio.-murmuró el mayor contra su boca, no dejando que el contrario respondiera, pues ya había juntado ambos labios iniciando una apasionada y caliente batalla entre las lenguas de ambos. Una pelea que ganó claramente el de ojos negros ya que el menor, nada más sentir el roce y frío contacto de aquella bola metálica que el contrario poseía en ese resbaloso apéndice, notó como su mente quedaba poco a poco en blanco, rindiéndose ante su adversario el cual conquistó su boca sin contenerse en lo más mínimo.


Cuando ambos por fin se separaron, más bien el ojinoche soltó la lengua contraria, tenían las respiraciones aceleradas y los ojos inyectados en un profundo deseo y lujuria.


El mayor adoraba ver la expresión que el rubio tenía después de un beso profundo como el que se acababan de dar: el sonrojo en sus mejillas, los ojos dilatados y nublados por el deseo, el cabello revuelto, el sudor cayendo por su frente pegando a ella algunos mechones rubios, los labios rojos e hinchados mientras saliva cae de ella recorriendo un camino hacia su barbilla y cuello... definitivamente era un cuadro perfecto y del cual no se cansaría nunca.


-No es justo...-se quejó el menor cuando por fin logró regularizar su respiración lo suficiente como para hablar. El moreno rió divertido ante su reclamo.


-No es culpa mía el que siempre gane.-dijo con una sonrisa de medio lado que obtuvo como respuesta un puchero por parte del ojiazul.


-Es culpa de tu estúpido piercieng...-murmuró haciendo berrinche.


-Hmp... bien que te gusta... sino recuerdo mal, la primera vez te corriste con solo besos gracias a él.- le susurró al oído provocadoramente.


El sonrojo en el rostro ajeno aumentó de sobremanera, haciendo que el menor se lo tapara con ambas manos, avergonzado a más no poder.


-No digas esas cosas...-se quejó con timidez y vergüenza palpable. El ojinegro sonrió ante lo adorable que era su niño en ocasiones como aquella.


Se relamió los labios y atacó a besos y mordidas el cuello ajeno. Este gimió sorprendido por el repentino acto y apartó sus manos para mirarle, pidiendo una explicación sin palabra alguna.


-Creí que ya era hora de continuar con lo que empezaste.-farfulló contra la piel del doncel, el cual solo asintió dando pequeños suspiros y jadeos ante los actos del contrario.


No había nada que le gustara más al rubio que dejarse llevar por las caricias ajenas, sentirse tan deseado era algo que le subía muchísimo la autoestima, además de sentirse realmente querido. Salió de sus pensamientos cuando sintió las manos del varón acariciando su estómago de forma circular y suave.


-No te distraigas Naru...-le dijo mirándole a los ojos.


-Idiota.... siempre pienso en ti, sin importar la situación.-fue la respuesta que recibió el mayor, para luego ser jalado por el cuello y sentir como sus labios eran devorados por el contrario. Se besaron una y otra vez, saboreando y sintiendo al otro, pues la sensación que les recorría el cuerpo cada vez que aquel contacto se producía era tan placentera que se sentían adictos a ella.


-Así me gusta...-comentó casi en un ronroneo una vez se separaron para recuperar algo del aire perdido.


El de ojos carbón volvió a su trabajo de complacer el cuerpo de su doncel acariciando toda la piel a su alcance, este ni cuenta se había dado cuando su blusa fue removida de su cuerpo al igual que los pantalones, dejándolo solo con las medias y un pequeño tanga de encaje e hilo en color negro.


También se sorprendió al notar el torso desnudo de su marido el cual se quedó observando, pues realmente estaba bien esculpido. Ese dorso, esos abdominales bien marcados pero sin exagerar, esos fuertes brazos que le trataban con tanto cariño... todo el ser de su varón era su perdición, no había parte suya que no le gustara.


Sonrió con cariño y le acarició de arriba a bajo. Este le devolvió el gesto y procedió a darle un tierno y casto beso. Luego observó con deleite como la ropa interior que el rubio portaba dejaba ver plenamente la excitación ajena. Se relamió los labios al notar lo mojada que se encontraba la entrada del menor. Ese delicioso y apretado agujero que le hacía sentir tan bien y que adoraba con todas sus fuerzas, tanto como a su dueño por supuesto.


-¿Te preparaste para mi?- preguntó realmente excitado , cosa que el ojiazul notó y solo gimió como respuesta pues el contrario comenzó a sacar y meter el rosado aparato que ahora mismo se encontraba dentro su entrada.


-Yo ahm... hace bastante que no...mmm... lo hacemos y...uff... te quería dent-mm-tro... cuanto ahantes...-logró decir entre gemidos y jadeos.


-Hmm... realmente consigues sorprenderme siempre...-comentó divertido y fascinado sin dejar de mover el juguete en el interior ajeno.


-¡Ya, date prisa!-gritó el menor exasperado pues no quería acabar por culpa de un aparato a pilas. Quería el de su marido, llenándolo por completo.


-Estás muy impaciente hoy, Kitsune...-murmuró sorprendido, pero sonrió al ver los ojos ajenos que le exigían que se diera prisa o se enfadaría y no quería tener que dormir en el sofá. Así que con cuidado sacó el pequeño vibrador y observó como el agujero se contraía una vez este estuvo completamente fuera, buscando algo, necesitando ser llenado por algo más grande.


El moreno, sin demorar más, se quitó los pantalones junto a los boxers y entró de un solo movimiento a esa cálida y apretada entrada, sin preocuparse pues el joven debajo suyo se había dilatado con antelación por lo tanto no tenía miedo a dañarlo. Ambos gimieron al mismo tiempo, el doncel a un gran volumen y el varón fue más un gruñido animal, que llenó la estancia entera.


“Menos mal que la habitación está insonorizada.” pensó para sí con lo poco de racionalidad que quedaba en su mente el azabache después de oír los sonidos que escapaban de la boca ajena. Le fascinaba de sobremanera lo vocal que era su ojiazul en la cama cuando ya se había desinhibido por completo.


Sus movimientos fueron enérgicos desde un comienzo pues ninguno quería ir lento. Había pasado demasiado tiempo sin unir sus cuerpo de aquella placentera forma por ello necesitaban sentirse de forma brusca y profunda, sin ningún preámbulo ni gentileza de por medio.


Sus actividades se prolongaron hasta el amanecer, tal y como amenazó el azabache desde un comienzo. Ambos quedaron exhaustos, pero realmente satisfechos, mirándose con amor al tiempo en que se abrazaban tiernamente, sin importar que estuvieran manchados de sudor y otros fluidos corporales.


Después de un rato el mayor se levantó y llevó a su esposo al baño donde le lavó a conciencia, para vergüenza de este que todavía no se acostumbraba a aquel acto después de hacer el amor, pero el cual se encontraba lo suficientemente cansado como para no protestar y ni siquiera podía llegar a moverse con normalidad. Una vez terminaron de asearse el ojinegro llevó en brazos al ojiazul hasta dejarlo sobre el mullido colchón, después de retirar las sábanas sucias y haberlas sustituido por unas nuevas. Le pasó la parte superior de su propio pijama y él se puso los pantalones, para finalmente acostarse para dormir unas cuantas horas.


Para ser exactos fueron solo tres horas y media de sueño las que lograron acumular pues a las 8 y media de la mañana fueron despertados a causa del estruendo que la puerta hizo al ser abierta de forma brusca. Por ella entraron dos pequeños de casi cuatro años que corrieron hasta la cama de sus padres, sobre la cual se lanzaron una vez estuvieron lo suficientemente cerca.


-¿Qué queréis tan temprano, diablillos?-preguntó divertido el de cabellos brunos el cual miraba de soslayo la carita tan tierna de su rubio el cual bostezaba y se frotaba sus ojitos, todavía medio dormido y cansado. Era una imagen realmente bella que dejó a los tres presentes embelesados.


-¡Papá prometiste llevarnos a casa de los abuelos hoy!-exclamó el mayor de los pequeños, un varón de cabello rubio pero sus puntas eran rojizas, de piel pálida y ojos negros. Era igual de atrevido e inteligente que su padre, pero tenía la misma habilidad manipuladora de su papi doncel. También era muy celoso y sobreprotector con el rubio al igual que el Uchiha mayor.


-¡Si, quedamos en ir a las 9!-secundó el menor de los dos, un doncel de cabello negro azabache, piel pálida como su hermano y sus ojos eran uno azul y el otro negro, pues poseía heterocromía. Era más introvertido que su hermano e inocente, pero muy cariñoso con sus familiares y amigos. Tampoco le gustaba que alguien desconocido se acercara a su hermano o papi.


-Cierto...-dijo para si. Luego sonrió de lado y se levantó de la cama con tranquilidad.- Naru... hoy te quedarás en cama todo el día.-le dijo a su esposo mientras le besaba castamente a los labios.


-¿Por qué? Tengo que hacerles el desayuno a nuestros bebés.-alegó confundido el doncel.


-Nosotros comeremos en casa de los abuelos.-dijo Masaru, el mayor.


-No te preocupes papi, tu solo descansa.-le siguió Hikaru, el menor.


-Ya les has oído.-habló el mayor de los morenos besando otra vez a su ojiazul.- Vosotros id a vestiros que saldremos a casa de los abuelos en 10 minutos.-se dirigió a sus hijos los cuales asintieron y corrieron hacia su cuarto.


El rubio hizo un puchero ante las palabras de su marido e hijos. ¿Por qué tenía que quedarse en cama? El moreno le miró divertido para sentarse a su lado, se había puesto unos vaqueros y una camiseta azul oscuro.


-Cariño... tuviste una semana muy ajetreada y tanto los niños como yo decidimos que tendrías un día para ti... bueno para nosotros ya que pasé estas dos semanas trabajando en la oficina sin parar.-le explicó mirándole con amor.


-Sasuke...-susurró enternecido. Realmente habían sido unos días horriblemente estresantes para ambos así que la idea de pasar tiempo a solas con su amor le hacía realmente feliz. Adoraba a sus hijos, pero últimamente no tenían mucho tiempo de calidad como pareja, lo cual era bastante frustrante.


-Por eso mis padres se ofrecieron a cuidar de ellos dos... en realidad tendrán a todos los niños hoy en casa.-añadió algo divertido.


-¿Todos?-cuestionó sorprendido el rubio.


-Pues si. Sabes que mi hermano estuvo en el extranjero estos días y el tuyo tuvo que encargarse de Isamu solo así que pensaron lo mismo para ellos.- el ojiazul asintió. Sabía que su hermano estaba algo estresado estos días. Su hijo, un varón de cabello negro por los hombros, ojos azules y piel pálida, de carácter serio como su padre, pero enamorado del arte al igual que su padre doncel, podía llegar a ser muy testarudo y a veces Deidara no tenía mucha paciencia con el pequeño.


-¿Sai y Gaara-nii también?-preguntó mirándole curioso.


-Sabes que tu hermano está en medio de su segundo embarazo y Sai quiere mimarle el día entero sin que este esté pendiente de Shizu. Ella es muy lista así que accedió a pasar el día con sus abuelos, a parte de que los adora.-respondió con tranquilidad. El menor asintió pues realmente su sobrina, una pequeña de cabellos rojizos, ojos negros y piel pálida, era muy intuitiva y tranquila así que no le extrañaba para nada que comprendiera las intenciones de su padre varón.


Ambos se miraron a los ojos y después de sonreír se besaron con cariño y dulzura.


-¿Sabes?-le dijo entre beso y beso.


-¿Si?-preguntó el moreno con curiosidad mirándole a los ojos.


-Nunca llegaste a decirme qué querías.-comentó jugando con un mechón de cabello negro.


-¿Qué?-cuestionó sin comprender las palabras del contrario.


-Por ayudarme el día en que nos conocimos... nunca llegaste a decirme lo que querías.-le explicó y el ojinegro recordó la conversación que tuvieron en la azotea aquel día.


-Mi deseo eh...pues ese ya se cumplió hace mucho tiempo.-murmuró mirando con cariño al ojiazul.


-¿A qué te refieres?-preguntó sin entender.


-Pues... en ese momento quería tenerte a ti... quería conocerte, salir contigo... quería que te volvieras mío.-le dijo con una sonrisa sincera en el rostro.


-Sasuke... eso es muy...-no supo como responder a las palabras tan bonitas y al mismo tiempo posesivas de su marido. Le pareció tierno que este tuviera esos deseos nada más conocerse de un día y le besó, pues no era capaz de articular palabra alguna. A veces odiaba lo fácilmente que podía llegar a llorar por culpa de las palabras de su querido azabache.


-¡Papá!-gritaron ambos niños desde el piso de abajo, llamando la atención del joven matrimonio.


-Será mejor que vayas.-dijo divertido el rubio y el contrario suspiró. Volvió a besar castamente al menor para luego salir de su cuarto en dirección a la entrada de su hogar donde ambos niños le esperaban ansiosos.


Mientras miraba desde la ventana a sus tres amores caminar por la calle, pues se encontraban a diez minutos de la mansión familiar Uchiha no pudo evitar sonreír feliz, pues tenía una familia maravillosa a la que amaba con locura y no se arrepentía de ninguna de sus decisiones. Quería seguir viviendo de esa forma hasta el día de su muerte.


 


 


......Fin......

Notas finales:

Bueno... este es el final de este fic. Se que he tardado lo mío en acabarlo, pero bueno por fin lo hice.

Gracias por leerlo hasta el final y me encantaría saber vuestra opinión, así que dejad y review ¿si? n-n

Espero leernos en otro fic. Bye bye (=^w^=)


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