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Café por Daymin VIP

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Notas del capitulo:

¡Hola! n.n

He venido ya con el tercer capitulo ¡espero y les guste!

Gracias por sus comentarios tan lindos T-T Por ahí vi uno que me pedía que no escribiera centrada la historia porque la leía en su cel ¡Así que esta vez no la centre! :3 tengan en cuenta que esto lo escribo para ustedes y quiero que disfruten leyendo jeje Así sientan la confianza de decir si algo no les gusta n.n

Además yo también suelo leer en mi celular e.e si soy una chica que lee lemon a las 2 de la mañana "durmiendo" xD

En fin espero y les guste :3

Solté un  suspiró frustrado al instante en que puse un pie dentro de mi departamento, departamento que ahora era de Taeyang, Seung Ri y mío…maldita suerte.

Miré el interior de la habitación, lucia igual a como la habíamos dejado. Entré por completo y solté las llaves en algún lugar de una mesilla.

Caminé a paso lento y pesado hasta el sofá, sentándome exactamente en medio, ese era mi lugar.

Todo en mi vida era constante, sin cambios

“Odio lo cambios”

Eran molestos y alteraban tu realidad, tus pensamientos…y tu destino, eso era seguro, claro, si es que el destino existía.

A lo lejos, haciéndose cada vez más cercanos, escuché la charla de Bae y Ri, quienes al parecer venían caminando saliendo del ascensor.

Me recargué en el respaldo del negro sofá y cerré los ojos exhausto, demasiadas emociones por un día, con suerte y esos dos que venían entrando al departamento pasarían de largo y se encerrarían en sus habitaciones.

El sentir como ambos lados del sofá se hundían a causa de un nuevo peso, me hizo saber que no tendría tanta suerte y que esos dos ya estaba ahí a mi lado, seguramente planeando algo.

 

— ¡Vamos TOP, no duermas! —Dijo Bae moviéndome con insistencia. Su alboroto me hizo abrir los ojos y sentarme derecho nuevamente, claro, sin quitar mi rostro serio. Le miré con cansancio. — ¡Pero si ese chico tiene razón! —comentó casi a gritos, como si de joderme el día se tratara. —Tus cabellos azules son sexis. —Dijo con picardía, soltando al instante una risotada burlesca.

Mi semblante no cambio, sólo me irrité.

Había pasado toda la mañana metido en una cafetería ¡Una cafetería! Que evidentemente olía a café. Mi plan era llegar a casa y dormir, el café siempre me dejaba mareado y sin ganas ¿Por qué esos dos no lo comprendían?

 

—Deja de decir estupideces, Bae. —Murmuré receloso, mi estómago se revolvió nuevamente ante el recuerdo. El rostro del chiquillo atrevido de la cafetería vino a mi…acompañado de un terrible aroma a café.

No dije nada más, ante el silencio que se había formado, miré a Taeyang intentando descifrar que decía su rostro, con suerte y éste lo había entendido y me dejaría en paz. Pero a cambio, en mi búsqueda por descifrar que decía su rostro, me encontré con una mirada un tanto traviesa, mirada que dirigía a Ri.

Y de un instante a otro sentí el peso de Ri sobre mí. Éste se había sentado, literalmente, sobre mí y sus brazos rodeaban mi cuello mientras me sonreía.

Abrí la boca para insultarle pero Seung Ri me ganó a hablar arrebatándome la palabra.

 

— ¡Oppa! —Dijo con tono molestamente meloso y dulce, el menor de los tres. Un leve tic se apoderó de mi ojo izquierdo ante tan palabra. Ese tic era una manía que nunca pude dejar. — ¡Oppa, eres tan erótico! —Si antes mi tic era rápido ahora iba a la velocidad de la luz.

Ver a Ri dando brinquitos sobre mí mientras me hablaba tal cual colegiala enamorada…era de las cosas más espantosas que me habían pasado en toda mi vida.

Bae soltó la risa muy divertido con la escena.

—Te lo advierto Ri. —Murmuré saliendo de mi trance. —Si no te quitas de encima te golpeare tan fuerte que despertaras hasta mañana. —Mis palabras salieron un poco débiles pero con seguridad.

El menor pareció pensárselo un poco, y segundos después, optó por bajar de mí y sentarse en su lugar anterior.

— ¡Jajaja! Vamos Seung, no me vas a decir que Ri no es lindo diciéndote oppa. —Bae seguía riendo. Le miré con enojo y este comenzó a cesar sus risas.

“G-dragon lo era más…”

Ese pensamiento cruzó mi cabeza apenas, pues mi autocontrol logró reprimirle lo más que pudo. ¿Qué diablos me pasaba pensando cosas extrañas?

 

—Me sorprendes, Taeyang. —Comenté, intentando relajar mi cuerpo, pues se había tensado un poco ante lo ocurrido. —No puedo creer que él chico que soñaba en volverse una estrella terminará siendo gerente de una cafetería…—Miré a Ri inquisitivo. —Y que apareciera con algo como esto. —Dije señalando al menor, quien al instante hizo un gesto de disgusto.

Bae rio levemente.

—Eso, Seung, es algo que yo también me pregunto de vez en cuando. —Taeyang sonrió mientras me decía eso, pareció recordar algo gracioso.

Mi mente vago a recuerdos de hace años, me miré de ocho años preguntando a Taeyang que deseaba estudiar.

Él más pequeño en ese recuerdo me miró y sonrió poco después “Cantante de rap” me dijo sonriendo.

En aquel entonces creí que era un sueño de niños, pero crecimos y seguía siendo el sueño de Bae.

 

—Cuando…cuando desaparecí…—la voz de Bae se hizo neutra ante lo que relataba, sólo había una razón por la cual el dejaba de sonreír, o mejor dicho, una sola persona, al igual que yo. Nuestro tormento…

“Ella”

 

—Me fui de Seúl…—Tae sonrió melancólicamente. —sólo tenía 16 años, y a pesar de ello me fui de esta ciudad y tras vagar en muchos lugares terminé en Hokkaido, Japón. Llegué lejos gracias a la herencia de mis fallecidos padres…—Un nudo se hizo en su garganta, quizá impidiendo que continuara.

 

—Entonces un día lluvioso, igual que un zombi tocó a la puerta de mi casa, semi muerto. Mi padre fue quien le recibió y atendió de inmediato, pues Tae estaba terriblemente enfermo, incluso pasaron dos días hasta despertó después de caer inconsciente en el marco de la puerta. —Seung Ri parecía divertido al contarme aquello. —Dime algo Seung. ¿Siempre ha sido testarudo? Porque él día en que despertó intento irse sin decir nada, pero, tras yo darme cuenta, corrí tras él, tirándome encima de él a la mitad del jardín. Mi padre siempre tan amable le rogó a Tae que se quedara un tiempo en lo que se recuperaba, pero se encariño y jamás salió de ahí. —Volvió a reír un poco más alegre.

— ¡Cállate! —Ahora las mejillas de Tae estaban rojas. —Tu padre fue quien no me dejo ir, a pesar de que intenté irme más de tres veces, pero este enano siempre terminaba cayendo mágicamente sobre mí, exactamente en el jardín. —Dijo mirando a Seung Ri, quien lucía orgulloso de lo que relataba Tae. —Hace dos meses el padre de Ri estaba muy enojado, ya que su hijo es un holgazán, entre sus enojos me dijo que me dejaría volver a Corea, que me dejaría una de sus cafeterías que tenía aquí, a cambio de que me llevara a su hijo bueno para nada y le hiciera un hombre de bien. —Comentó con una sonrisa.

 

—Así que…eres el gerente de una cafetería… ¿Sólo por qué el padre de Ri se cansó de verlo holgazanear? —Pregunté un poco confundido.

Había miles de preguntas en mi cabeza, huecos que llenar en todos esos años que Bae había desaparecido, le creí muerto por algún tiempo, pero luego deseché esa idea, era ridícula, Tae era demasiado fuerte como para dejarse vencer.

 

— ¿Ri, eres japonés? —Pregunté eligiendo una de las tantas preguntas que rondaban mi cabeza.

— ¿Mmm? No, mi familia vive en Japón, sólo por capricho, pero nací aquí. —Dijo sonriendo.

No se necesitaba ver demasiado a Ri para saber que su familia era adinerada y que él era un completo flojo que no sabía hacer nada…nada que no fuera molestar la vida de los demás.

—Y ya entrando en confianza…—Murmuró Ri, mientras se acomodaba mejor en el sofá e incluso subió sus pies sobre mí.

“Un holgazán”

 

— ¿A qué te dedicas, oppa? —Ri volvió a reír mientras me decía “Oppa” y su risa se intensifico al ver mi tic volver.

 

—Deja de decirme así. —Murmuré molesto. —Soy arquitecto. —Respondí con serenidad.

Hacía tanto tiempo que no me sentía en confianza como para hablar de mi o preguntar sobre la vida de alguien.

— ¡Ja! Eso es genial, Seung. —Dijo esta vez Tae, quien me dio un codazo, la sonrisa ya estaba de nuevo en sus rostro.

Quizá yo no sabía leer la mente, pero conocía lo suficientemente bien a Tae como para saber que el recordó que ser arquitecto fue mi sueño desde niño.

—Hay que hacer una fiesta, Seung, al fin ganas bien. —Se rio Ri.

Le miré con enojo ante sus conclusiones infantiles e irresponsables.

Dirigí mi rostro hacía el ventanal del balcón, y una pregunta me asalto.

“¿Hace cuánto tiempo que no voy a una fiesta?”

Hice una mueca, poco parecida a una sonrisa.

“Hace mucho”

Esa fue mi respuesta.

Escuché como el televiso era encendido por Tae y dirigí la mirada hacia el aparato intentando prestar atención al programa cómico que transmitían.

Pasaron minutos y me volví a recostar en el respaldo del sofá, volviendo a cerrar los ojos. Esta vez llevé mi torso derecho a mis ojos.

“¿Por qué no me dejas en paz…Seúl?

Seúl…ese era el nombre de la ciudad donde vivo, el lugar en donde nací y crecí…y el nombre de la mujer que amé…de la mujer que quizá aún amo. Aquella que se llevó todo de mí y a cambio me dejo soledad y vacío.

 

“Te amo”

Me había quedado dormido, tras unas horas abrí los ojos y miré que Tae y Ri no estaban a mi lado.

Me levanté del sofá mirando a todos lados, mis ojos aún estaban adormecidos, pues no veía con claridad, por lo que me costó un poco de trabajo enfocar mi vista en la pequeña nota que había sobre la mesilla al lado de la puerta, la misma en donde había soltado las llaves horas atrás.

“Fuimos por comida, Oppa

Deberías comprar despensa más seguido

No hay nada.

Seung Ri”

Miré la nota sin expresión alguna.

Mi vida no era emocionante pero era ocupada, tenía proyectos que acabar y comenzar con otros. No tenía tiempo para ir a comprar comida.

Era muy normal para mí salir de trabajar y detenerme en algún restaurante de comida rápida.

“Eso no es comida, Seung” Me había recriminado Tae a los días después de que se mudó conmigo, ya que vio que en la cocina y refrigerador no había gran cosa que se pareciera a comida.

Me quedé parado justo frente a la puerta, debatiéndome en si debía salir a comprar algo o no.

Me di media vuelta y me fui directo a la ducha. Quizá después haría caso y compraría algunas cosas en el supermercado…pero sólo quizás.

Salí de la ducha totalmente fresco y con ropa cómoda encontrándome con Ri y Tae ya en el comedor comiendo al parecer comida china.

 

—Te lo diguo, Tae,..a esha chica le encantee. —Decía animadamente Ri, pero con la boca llena de fideos por lo que no fue muy fácil de comprender lo que decía.

Ese chico era un total desastre. De verdad me sorprendía que Taeyang le soportara pues a pesar de ser amable y carismático tenía bien guardado su lado obscuro. Pero quizá veía con cariño a Ri, de cualquier forma a lo que me contaron por la tarde era como su hermano menor.

—Ven, Seung, come con nosotros, trajimos comida china. Pero lo digo en serio, debes hacer despensa. —Murmuró esto último Bae con un leve gesto desconforme.

—Yo no pierdo mi tiempo en el supermercado, tengo trabajo que hacer. —Comenté sentándome a un lado de Bae.

—Ok, ok. ¿Qué les parece si uno de nosotros va esta semana y a la siguiente otro y así nos turnamos todos? Sera más fácil. —Dijo Ri, mientras se volvía a llenar la boca de fideos.

Le miré un poco sorprendido, no era mala idea.

 

— ¡Vaya, hasta tú piensas! —Se burló Bae.

Y otra nueva “pelea” comenzó.

De verdad a veces me preguntaba si lograría un poco de paz.

 

El infernal sonido chillón del despertador me hizo abrir los ojos, fallando la primera vez, pues se volvieron a cerrar, cosa que no tardo mucho, pues el despertador no cesó el alboroto.

Me senté lentamente al borde de mi cama, con los ojos levemente abiertos mientras buscaba con la mano el aparato molesto. En el transcurso en que lo apagué tiré algunas cosas de buro que yacía al lado de mi cama.

Suspiré poniéndome una de mis manos en la cara, las 5 de la mañana eran.

Tardé un poco en decidirme por ponerme de pie, ya que era un poco peligroso caminar semi despierto por ahí.

Caminé hacía el closet y saqué uno de mis trajes.

“Hoy es un día importante”

Me recordé. Hoy sería el día en que presentaría mi nuevo proyecto sobre un acuario a mis superiores.

Hace un par de semanas se me había dado la orden de diseñar un acuario “Tiene que ser fresco e interesante, señor Choi” dijeron.

Pase dos semanas trabajando en la maqueta a escala, planificando perfectamente cada detalle. La verdad yo disfrutaba mucho de mi trabajo, ya que todo se basaba en imaginar algo que hiciera feliz a los demás…

“Felicidad”

Sacudí mi cabeza un par de veces. Todo me llevaba siempre a lo mismo, cada detalle de mi vida si lo pensaba demasiado me llevaba a su recuerdo.

“¿Por qué?”

Sentí el agua sobre mi espalda despertándome por completo.

“Ella es parte de mi vida”

Me guste o no los recuerdos siempre están ahí. No eran fugaces como siempre quise, al menos no en mi caso, apuesto que para ella los recuerdos no existen. “El presente, Seung Hyun, vive el presente…” Esas eran sus palabras de siempre, las palabras favoritas de ella.

Me sobresalté al regresar a la “realidad” los recuerdos siempre me hacían quedarme estático, ahí parado como si no hubiera nada por hacer.

“Quizá porque se ven tan reales…”

Giré la llave de agua fría para que comenzara a caer sobre mí de lleno, cosa que me provoco un suspiro ahogado. Tal vez con eso me podría olvidar de esos asuntos por el momento. Lo que importaba ahora era dar lo mejor de mí en la presentación de mi trabajo.

“Esa es mi única pasión”

Trabajar.

—Pero que hombre tan guapo. —Dijo entre risas de manera burlesca Taeyang. Cuando por fin Salí de mi habitación totalmente listo para dirigirme al trabajo me encontré a Taeyang y a Seung Ri desayunando en el comedor, sólo que este último y apenas probaba bocado pues parecía aun dormido. —Es raro verte tan formal, Seung. —Dijo Tae llevándose la taza de café a los labios.

Miré hacía los estantes de la cocina y pude divisar varias clases de café y una cafetera. Deduje que Taeyang la había comprado o traído consigo, ya que el ama el café. Yo jamás pondría algo tan desagradable en mi casa.

—Tengo cosas importantes que hacer. —Dije cortante, tras la mirada de interés de Tae que no se retiraba de mí. Caminé hacia el refrigerador y saque un poco de jugo vaciándolo en un vaso.

—Pareces…Pareces hombre de negocios. —Murmuró apenas audible Ri, casi podía ver sus ojos cerrarse, intentando encontrar la taza en la que bebía café con la mano.

Me quedé en silencio, era verdad que yo no solía vestir muy formal.

Era rara la vez que usaba traje, y sólo era en eventos especiales, como las presentaciones y juntas sobre trabajo.

Nunca se me había dado lo de estar formal, mis cambios de “look” lo decían completamente, un hombre con traje y cabello azul no era muy común.

Bebí con rapidez el jugo y me dirigí al baño a lavar nuevamente mis dientes.

 

—Me voy, apresúrense o llegaran tarde a la cafetería. —Comenté mientras tomaba las llaves del departamento y las del auto.

 

— ¡Claro mamá! —Se burló Taeyang. —No olvides que debes pasar al supermercado. —Gritó con más fuerza, pues yo ya había salido del departamento.

Caminé hacía el ascensor con fastidio.

Odiaba los lugares cerrados y más si eran pequeños, pero gracias a mi “relajante” ducha que fue demasiado larga iba retrasado y si no me apresuraba llegaría tarde.

 

Los aplausos se hicieron presentes tras soltar mi sonrisa frente a todos los ejecutivos e involucrados en el proyecto del acuario.

Había explicado cada punto del proyecto detenidamente, me había esforzado y al fin llegaba a su fin.

Dada ya por concluida la reunión de presentación del proyecto todos se levantaron a observar con más detalle la maqueta a escala.

Recibí comentarios como “es usted todo un artista, señor Choi” “buen trabajo muchacho”

Ahora sólo faltaba que dieran su decisión.

Uno de los señores de mayor edad se puso de pie haciendo que todos guardaran silencio, ya en sus respectivos asientos, éste me miró.

—Joven Choi, creo que ha quedado claro que su trabajo no tiene fallos, cosa que hemos comprobado ya con sus anteriores diseños. —La voz del anciano sonaba rasposa y forzada, supuse que se debía a la edad. — Así que a todos no nos queda más que aplaudirle sus proyecto y aceptarlo ya que ha sido el mejor. Siga así joven, y llegara lejos. —Terminó sonriendo.

Todos los presentes asentían y sonreían.

—Es un placer para mi poder cumplir con lo que desean, y gracias. —Dije educadamente haciendo una reverencia.

Todo había llegado a su fin y todos nos comenzamos a retirar de la sala de juntas.

“Felicidad”

Es un sentimiento que no sentía hace mucho, ese sentimiento que ni siquiera la pasión por la arquitectura me daba.

“Te llevaste todo”

Miré mi reloj, una hora había tardado la reunión. Me dirigí a mi oficina, pues aún tenía unos asuntos pendientes, más tarde saldría.

Me quedé ahí parado, observando las puertas de cristal automáticas que tenían el logo de la tienda, las personas entraban y salían de ahí.

—Odio los lugares con mucha gente— Suspiré adentrándome en el supermercado, cogiendo de inmediato un carrito.

Comencé a caminar entre los pasillos repletos de cosas innecesarias hasta que me detuve en seco.

¿Qué iba a comprar?

Pasaron unos segundos hasta que recordé una lista que Ri había hecho para mí, pase mi mano hasta el bolsillo derecho de mi pantalón y la saqué.

La leí con rapidez y comencé a buscar lo escrito ahí.

“Entre más rápido, mejor”

Caminé y caminé metiendo al carrito lo que me pedía la lista, ya casi terminaba…solo faltaba una cosa…

“Un frasco de café”

¿Para qué querían tanto café? ¿Qué había de especial entre una marca u otra? ¿El sabor…? Todo era cafeína al final de cuentas.

Con pesadez y enfado caminé hasta encontrar un solo pasillo repleto de café.

“Asco”

Eso fue lo primero que pensé.

A medida que ingresaba al pasillo el olor se intensificaba y me iba llenando con rapidez. Giré la vista hacía todas las direcciones para encontrar lo que buscaba. Y para mi mala suerte no logre verla al instante.

Parpadeé abrumado y comencé a buscar más de prisa, me estaba desesperando.

 

— ¡Aquí estas! —Dije con un poco de satisfacción al encontrar el café indicado. Y al instante corrí lejos de ese pasillo.

En cuestión de instantes ya me encontraba en caja, listo para pagar.

Y cuando fue mi turno, fue horrible, la empleada se veía aburrida y pasaba las cosas tan lento como podía.

“También odio el supermercado”

Tenía muchas cosas que odiar y pocas que me agradaban.

Comencé a impacientarme, quería salir de ahí ya, pero al cajera no llevaba ni un tercio de las cosas por pagar.

 

— ¡Que si, Dae, ya o traigo! Babo. —Escuché que murmuraba la persona que estaba justo detrás de mí.

Tarde unos segundos en reaccionar.

Me giré de prisa y me topé con unos ojos marrones que me miraban sorprendidos.

Pasaron los segundos, en los que yo intenté saber si no estaba imaginando cosas debido al aburrimiento.

Pero una cosa me quedo claro ¿Por qué alucinaría con ese chico? Era incoherente.

— ¡Pero si es usted! —Dijo con emoción el chico, mirándome con alegría.

Ante su atenta mirada me sentí incómodo.

—Ho-Hola…em…G-dragon. —Dije aún más incómodo, pues sabía que ese no era su nombre.

Él chico sonrió más abiertamente y rio un poco.

 

—Kwon Ji Yong. —Se presentó, al parecer había notado mi duda.

—Choi Seung Hyun. —Dije educadamente, regresando a ver a la cajera levemente, esta seguía con sus lentitudes, pero ahora nos miraba a ambos interesada.

Tras unos minutos de silencio, la cajera al fin terminó y me dio la cuenta.

Pagué lo más rápido que pude, tomé las cosas y comencé a caminar hacia la salida. Salí y sentí el aire golpear mi rostro con fuerza, hacía un poco de frío, eran alrededor de las seis de la tarde y el sol ya se había ocultado siendo remplazado por algunas nubes grises.

 

—Parece que lloverá. —Me sobresalté al sentir la presencia nuevamente de Ji Yong,  ¿Cuándo me había alcanzado? — ¿Vive lejos de aquí? —Me preguntó.

Yo negué con la cabeza, aun sorprendido.

 

—Traigo auto. —Murmuré. Me extrañe al escuchar mi propia voz…sonaba…asustada.

—Oh, ya veo, me iba a ofrecer a acompañarle. — Dijo él con su sonrisa, que al parecer era permanente.

— ¿Por qué…Por qué no estás trabajando? —Dudé en mis palabras, pero sonaron como regaño.

—No se preocupe. —El chico hizo un gesto extraño que no pude descifrar. —Hoy es mi día de descanso. —Comentó sonriendo, mientras caminaba a mi lado.

¿Por qué me hablaba? ¿Por qué me seguía? No le conocía, solo lo había visto un par de veces antes y ya.

Llegamos a mi auto, metí las cosas en la cajuela y me quedé parado, sin saber que hacer o decir.

Pensé en muchas posibilidades pero haría la más educada de todas, ya que subir a mi auto y alejarme a toda velocidad de ese chico no lo era.

— ¿Te llevo a algún lugar? —Pregunté tornando mi voz seria, sin mirarle directamente pues todas sus fracciones era demasiado dulces y amables.

 

—No es necesario, vivo por aquí cerca. —Me respondió soltando una risita divertida. Me pregunté si tomó mi propuesta en serio.

—Entonces…me retiro. Hasta luego. —Me despedí, subiendo al auto.

Él se quedó ahí afuera viéndome. Encendí en auto pero no arranqué.

 

— ¿Ocurre algo? —Pregunté con algo de curiosidad, pues el chico no se iba y me miraba con atención e incluso ya no sonreía, solo me miraba con esos ojos brillantes de color marrón.

 

—Perdón por esto…—hizo una reverencia, me extrañe ante lo que hizo. —Pero yo me caracterizo por ser sincero…—No entendí a lo que se refería. —Usted…usted de verdad luce bien con traje. —Sus mejillas enrojecieron y yo, simplemente yo me quede estático mirando al chico de cabello castaño. —Hasta luego. —Dijo rápido y salió corriendo de ahí.

“¿Qué?”

Miré hacia el frente, aun divisando el cuerpo delgado del chico corriendo a prisa, sus cabellos castaños se removían de un lado a otro...eran de un color obscuro…como el café.

—… ¿Qué fue eso? —Murmuré extrañado, mientras sentía mi pulso acelerarse y comenzaba a darme calor.

“¿Qué?”

Notas finales:

¡Ta-chan! ¿Qué les pareció? Espero que les gustara aunque sea un poquito n.n...quiero ser Ri sentada sobre TOP diciéndole oppa ¬w¬ jeje para mi que ese GD se esta pasando de "sincero" con que no se le abalance encima xD

¡Espero sus comentarios!

¡Chau-chau!


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