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Almost Lover por Elle Trancy

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Notas del capitulo:

¡Segundo cap! :DD


Hope U enjoy it! ♥

 


Una tenue luna se asomaba apenas entre las nubes, dándole al cielo un aspecto mas desolado de lo normal, libre de titilantes estrellitas y llena de espesas nubes cargadas de agua; Con ese aspecto hubiese sido una terrible noche como para digerirla como se debía; Pasándola en el iluminado hospital lleno de niños enfermos – por los cuales cabe destacar que se sacrificaba –, claro así hubiese sido de no ser por el peculiar encuentro ese mismo día hacia unas horas atrás. Y es que en su sub-conciente había quedado la imagen de unos ojos llorosos que suplicaban ayuda. ¿Pero que habría pasado? ¿Qué tipo de bestia seria capaz de hacerle daño a tanta pureza junta? Aquellas preguntas sin respuesta rondaban en su cabeza mucho después de las doce, cuando los pequeños angelitos enfermos dormían placidamente en sus camas, donde algunos, probablemente no saldrían nunca.


 


Con la mirada perdida en la nada se cruzo de brazos en la cómoda silla del consultorio, la habitación que laboralmente le pertenecía estaba perfectamente pulcra y ordenada, habían varios cuadros con títulos profesionales en la pared opuesta a la entrada del mismo, un color crema en las paredes y muebles esquineros de cuero negro daban muy buena pinta y excelentes resoluciones del propietario, Además de una cómoda camilla para los pacientes y todo tipo de artefactos para salvar vidas, después de todo; Eso es lo que hacia.


 


 


Hacia tiempo había considerado renunciar a la floristería, el era un doctor y su empleo en ese lugar era mas labor social que otra cosa; Los dueños de aquel local le brindaron empleo a Nowaki cuando él mas lo necesito, le dieron buenos horarios que le dieran tiempo de estudiar y trabajar a la vez a pesar de su corta edad y por si fuera poco se habían preocupado por él más de lo que cualquier persona – Mas que el mismo hombre que le había adoptado – habría hecho y por esa razón les estaba ayudando aceptando un sueldo para gastos personales – cosa que no le hacia falta ya que con su sueldo como doctor y la ayuda de su pareja vivian sin problemas (económicos) y con todas las comodidades– pero había considerado abandonar aquello ya que por mas que sea un trabajo cómodo y fácil; Esto le estaba tomando su relación y parte de su vida sexual también. Debía hacer algo para impedirlo, y eso seria agradecer por todo y renunciar con tiempo...Sin embargo, todos esos pensamientos se disiparon en el momento en que ese castaño entro a la tienda y le hablo. ¿Qué tal si volvía? Tal vez su recomendación había resultado y no volvería ver esos ojos llorosos, en cambio, vería una irradiada sonrisa y signos de alegría en su angelical rostro; Eso es lo que rezaba, aun así, si esa felicidad no se lo proporcionaba el mismo. Bastaba con saber que había sido parte y testigo de aquello. Tal vez regresaría para agradecerle, Tal vez regresaría...Tal vez.


 


 


 


Pero... ¿Y si no?


 


 


¿Volvería a verle? Esa no era una ciudad muy grande, pero si con muchos habitantes. ¿Bastaría con conformarse pensando que esta bien? Que había alguien mas que puede sacarle una sonrisa mejor de las que él le saco ese día. No sabría decirlo, sus pensamientos eran tan contradictorios los unos con los otros, que ni el mismo podría dar una respuesta sin cambiar de parecer cada minuto de la conversación.


 


 


Entre fantasías y pensamientos siquiera durmió, salio de aquella laguna de palabras mentales cuando el sol salio y se coló por las persianas blancas que había olvidado cerrar la noche anterior.


 


 


Miro el reloj cuadrado de pared a su derecha, marcaba las siete en punto. Se le había hecho tarde y nadie le había avisado.


 


En fin, debía seguir adelante ¿Y que si no lo volvía a ver? ¡Debía reconstruir una relación que había perdurado tanto! No se podía acabar de esta forma, en algún lado se habría escondido el amor...


 


 


 


 


 


 


...


 


 


 


 


Cuando despertó se hallo en posición fetal abrazando una almohada, le dolía la cabeza, sentía nauseas y veía nublado. Extrañamente se encontraba en su habitación, En SU casa. Totalmente solo.


 


Ni la luz del sol había entrado esa mañana, al parecer y por una cruel broma del clima siquiera la brisa quería entrar a tan moribundo medio. Y es que la naturaleza que todo lo ve, sabía lo que había pasado, los árboles se susurraban los unos a los otros el chisme del año. Como si les entendiera soltó la segunda cortina la cual era más oscura que la primera maldiciendo además sus propios pensamientos. Árboles que hablan, si claro.


 


 


Se lanzo sobre la cama y volvió a maldecir, esta vez en nombre de un hombre mayor que él. Maldito el día en que lo conoció. Y maldita su hermana también por casarse con el, empeorando así las cosas.


 


 


Se revolvió en la King buscando algo a que aferrarse, pero el bien lo sabia, ¡Estaba solo! Nadie vendría a aferrarse a su inmadurez. Nadie le besaría las ganas de llorar, nadie le consolaría.


 


 


Se levanto mas por necesidad que por ganas, el hambre se había hecho presente.


 


 


 


¿Era el día? O ¿Solo era su expresión? No sabia la respuesta ante lo que veía, algo que jamás había sucedido; A tan tempranas horas de la mañana una sala de estar oscura como si de una madrugada se tratase.


 


Bufo, ya tenia que irse acostumbrando a que el clima este en contra de él ese día. Se preparó un desayuno improvisado y comió como si fuera su última vez. Nada le quitaba las desgraciadas puntadas en la cabeza. Ya en este punto se había convertido en migraña. Se froto las sienes con dos dedos cerrando los ojos. Pero todo eso había sido su culpa, y pobre de quien diga lo contrario. Si nadie le creía lo iba a enumerar así:


 


¿Quien había sido tan cursi como para llevarle flores a otro hombre? ¿A quien le habían rechazado las flores? ¿Quién se golpeo contra la pared? ¿Quién había estado llorando toda la noche?  ¿Hacia falta que lo siga enumerando en su mente? No.


 


Las respuestas tenían nombre y apellido. Y era él mismo.


 


 


 


Se levanto dejando un desastre en su cocina, ya habría tiempo de limpiar.


 


Tomo una ducha, vistió cómodamente y salio a la universidad, no, no iba a estudiar; Iba a ir a torturarse.


 


 


Sin ver siquiera a los lados se dirigió a donde había sido su destino todo el camino: La oficina de los profesores de la facultad de literatura.


 


Entro sin tocar y la hallo vacía. No sabía si encontrarse más furioso o aliviado de que su pelinegro no estaba con el otro profesor como les había encontrado hace un tiempo atrás.


 


 


Caminaba por el pasillo mentalmente sonriente, y es que ya era su segundo aniversario ¡Pero que rápido había pasado el tiempo! Y que bien estaba saliendo todo, últimamente las noches iban acompañadas de pasión y las mañanas de romanticismo, que a pesar de vivir en apartamento diferentes; Vivian prácticamente juntos.


 


 


Doblo en la esquina con el almuerzo en una mano y su maleta en la otra, ese día habían quedado de almorzar juntos, y aunque las tripas le estén sonando iba a esperar a su pareja. Por esa razón paro en seco ante la puerta de la sala de profesores de la facultad de literatura, él IBA a esperarlo de no ser por los quejidos que se oían desde el interior de la habitación, sin haber visto nada,  el sabia lo que allá adentro estaba pasando. Shinobu no era idiota


 


Con las manos temblorosas giro la perilla de la puerta y asomo la cabeza solo unos segundos; lo que alcanzo a ver fue suficiente para que sus ojitos se llenen de lágrimas y el bentou cayera al suelo. Salio corriendo de allí dejando la comida tirada en el piso, con aquella imagen del profesor pelinegro encima del otro castaño, este sin camisa e inclinado hacia él, se dirigió a la salida de la universidad. No volvió a clase en todo el resto del día.


 


 


 


Volvió a casa, ¿Qué mas podía hacer? Ya no iba a seguir intentando algo que poco a poco se estaba desmoronando frente sus ojos.


 


 


- ¿Qué había hecho mal? – Pensó el castaño pasando por una casi desolada calle, lo único que se veía era una mujer con su bebé sentada en una banca y un hombre pelinegro cruzando la calle.


 


 


- ¿Qué había hecho mal? –  Se pregunto mentalmente un pelinegro que por la calle pasaba después de una larga noche de guardia en el hospital, se dirigía a casa, aun reflexionando ¿Qué iba a hacer si lo encontraba en casa?


 


El viendo soplo y su cabello tapo su vista, volteo para evitar que la arena entre en sus ojos y dio con la mirada triste de un castaño quien cruzaba la calle junto a él, pero un poco mas atrás. Allí lo supo, era el destino.


 


 


 

Notas finales:

Sí. Se volvieron a encontrar O:


¡Hasta la próxima! ♥


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