-Kai ¿puedo salir?
Jongin suspiró, esa era la quinta vez en toda la tarde que su hermano menor le preguntaba lo mismo. Y lo peor era que cada vez su voz se hacía más aguda y acentuaba más su puchero. El moreno odiaba cuando su hermano usaba su ternura natural para conseguir lo que quería; por que Sehun siempre lo conseguia, ya sea con rabietas, acusando a Jongin con su madre o causando lástima, el menor siempre se salía con la suya. Pero esta vez, el mayor no podía acceder tan fácil, su madre le mataría al saber que dejó a su pequeño hermano salir a la calle del nuevo vecindario (al cual aún no se familiarizaban por completo).
Suspiró nuevamente mientras cambiaba los canales del televisor, no había nada interesante –como siempre- lo cierto es que el mayor no podía negar que también quería salir, conocer el exterior de su nueva casa, comprarle un helado al pequeño, correr por las calles como solían hacer en su antiguo hogar. Desde que sus padres se divorciaron (y su padre le dio la custodia completa a su madre) se la pasaban viviendo de hotel en hotel (Jongin nunca los consideró un “hogar”) hasta que la señora Kim pudo conseguir un empleo mejor y comprar una casa nueva. Esperaba poder convertir su nueva casa en un verdadero hogar, ser feliz con su madre y su pequeño hermano. Miró hacia la gran ventana de la sala principal, Sehun se encontraba sentado frente a ella desde hacía rato, parecía un cachorro moviendo la cabeza cada que pasaban automóviles o personas, se veía serio, aburrido. Las primeras semanas fue fácil distraerlo, pero ahora lo único que el menor quería era salir.
-Sehunnie ya te dije que no podemos salir ahora- el menor cambió su cara de fastidio por un puchero, Jongin casi podría jurar que su hermano ya se había aprendido de memoria esas palabras de tanto repetirlas pero no podía hacer nada.
Las palabras de su madre aun retumbaban en su cabeza -“Apenas salgas del colegio, irás a buscar a tu hermanito y se van directo a la casa. Nada de salir o quedarás castigado ¿me entendiste Jongin?” a lo que Jongin asintió. No tenía de otra, debía obedecerla. No le molestaba cuidar a su hermano, de hecho le agradaba pasar tiempo con él, pero odiaba cuando éste se ponía de insoportable con sus preguntas tontas y berrinches por cualquier cosa.
-¡Pero Kai! ¡Quiero salir!
-¡Sehun! ¡He dicho que no! ¡Ahora cállate y déjame ver la maldita televisión de una vez!- En cuanto las palabras salieron de su boca, se dio cuenta del grave error que había cometido. Volteó a ver a su hermano, ahora con los ojos llenos de lágrimas, los puños fuertemente presionados a sus costados y el labio inferior temblando. Al parecer, se había olvidado de lo sensible que era el menor. No lo culpaba, al ser el más chico de la casa, sus padres siempre lo mimaron (incluso él mismo consentía de más a Sehun). Pero Jongin nunca había sido paciente y cuando Sehun se ponía en modo insoportable era dificil mantener la compostura.
Se acercó a su hermano menor, pero el otro simplemente retrocedió y ocultó su rostro entre las manos, intentando secar las lágrimas que le escurrían. A pesar de tener diez años, a veces Sehun actuaba como un niño de tres.
Se acercó nuevamente, esta vez más rápido y tomó al más bajo, envolviéndolo en un abrazo.
-Perdóname Sehunnie, no quise gritarte –le susurró al oído.
-¡No! ¡Déjame!- El más bajo intentó liberarse, era obvio que estaba enojado y que no sería fácil contentarlo. Jongin supo que había perdido la batalla.
-Escucha Sehunnie, si me perdonas, te dejaré salir un rato ¿de acuerdo? Pero deja de llorar, no me gusta verte así- con una mano sostenía al menor por la cadera y con la otra intentaba limpiar las lágrimas en la cara del menor, deslizando suavemente sus pulgares hasta rozar la pequeña cicatriz que su hermano tenía en la mejilla. Notó como el puchero era remplazado rápidamente por una traviesa sonrisa y lo liberó.
-Está bien Jonginnie, te perdono.-el menor se paró en las puntas de sus pies y le dio un beso en la mejilla a Jongin. A pesar de ser sólo dos años menor, Sehun era mucho más bajo y delgado. Se parecía tanto a su madre, tan frágil y dulce, pero de carácter fuerte.
Sehun siempre obtenía lo que quería. Siempre.
-
Luego de convencer a Jongin de que prefería salir solo, Sehun fue corriendo a la casa de enfrente. Su hermano no sabía, pero Sehun llevaba días mirando por la ventana al chico que vivía ahí. Desde la primera vez que le vio, quiso ser su amigo. Jongin siempre había sido su mejor-y único- amigo, al tener casi la misma edad tenían una relación única. Le gustaba jugar con su hermano, pero quería tener más amigos. Jongin solía tener muchos amigos. Sehun simplemente los observaba con recelo, no le gustaba compartir a su hermano, y tampoco le gustaba que este fuera tan popular. Al ser demasiado tímido, Sehun nunca fue bueno haciendo amigos por sí mismo, siempre era su hermano el que le presentaba a los demás. Incluso en la escuela, casi no hablaba con nadie- excepto con Tao, el niño chino que era igual o más tímido que él- por eso, al ver que a su vecino le agradaba, decidió acercarse a él.
Tocó la puerta unas cuantas veces y esperó. Casi al instante, salió el chico al que tanto quería ver de cerca. Este, al verlo le sonrió de una manera algo extraña.
-¡Hola! Soy Luhan ¿y tú?
Sehun no entendió nada de lo que el otro acababa de decir. Frunció el seño al ver que el otro se reía.
-Perdón, me llamo Luhan y soy de China. Eres coreano ¿verdad?
-S… Si- Las mejillas de Sehun tomaron un ligero color rosa. No sabía que decir, su entusiasmo de hace un momento de había esfumado y nuevamente su timidez lo dominaba. No había planeado exactamente qué le diría al otro.
–Soy Sehun, Kim Sehun- se sintió tonto al decir su propio nombre, odiaba tanto su seseo y más cuando Jongin se burlaba de él. Se sonrojó aún más y bajó la cabeza, estaba totalmente avergonzado.
Luhan se rió y lo tomó del brazo, invitándolo a pasar a su casa. Subieron las escaleras y llegaron a una pequeña habitación. Se sentó en la cama y recorrió el lugar con su mirada. El otro se sentó frente a él, y se le quedó observando, como analizándolo. Sehun se sintió muy incómodo, no le gustaba que la gente le observase demasiado, se sentía muy inseguro. Después de unos segundos (que a Sehun le parecieron horas) el mayor finalmente habló.
-¿Cuántos años tienes Sehuna?- Luhan seguía mirándole con curiosidad, sólo que ahora sonreía de una manera más cálida, amistosa.
El menor sintió sus mejillas arder, su vecino lo acababa de llamar de una forma que le pareció muy linda. Trató de contestar pero las palabras no salían de su boca. Se sentía tan frustrado que apretó los puños y frunció el ceño.
- Lo siento- le dijo Luhan -¿te molesta que te llame así? Perdóname, pequeño.
-N..No, no me molesta- su voz seguía insegura, pero no quería que Luhan se sintiera mal por sus actos tan torpes – tengo diez años pero en abril cumplo once.
-¿Enserio? ¡Yo también cumplo en abril! Sólo que yo cumplo quince, así que soy tu hyung- El mayor pasó una mano por su cabello, despeinándolo ligeramente. Era un gesto amigable, pero Sehun se sonrojó de nuevo. Se sentía tan tonto por ser tan incómodo frente a otros, tenía ganas de llorar. Necesitaba de Jongin en esos momentos.
-Veo que eres muy tímido ¡no te preocupes! Puedes confiar en mí, Sehuna.- al ver la sonrisa del mayor, tan honesta y cálida, no pudo evitar devolverle el gesto. Su corazón latía de prisa, se sentía entendido, feliz, la misma sensación que Jongin le transmitía.
-
Al cabo de un rato, Sehun parecía haber entrado en confianza. Su lado hablador había salido a la luz, volvía a ser el adorable niño que nunca se callaba y que tanto irritaba a su hermano mayor. Hablaba de todo, de su antigua casa, de Jongin, del trabajo de su madre, de las tareas de su escuela; se sentía feliz de que al fin alguien le prestaba atención. Sabía que Kai le quería y que intentaba hacerle caso, pero el menor siempre hablaba de su extraño mundo y muchas veces su hermano no le entendía. Pero Luhan, era diferente. Le respondía a todas sus preguntas, decía bromas y tenía muchos temas de conversación al igual que Sehun.
-Hyung, te quiero presentar a mi hermano Kai.
-¿Tu hermano se llama Kai? ¡Qué extraño nombre!
Sehun se rió al ver la cara sorprendida del mayor–No hyung, ¿Cómo crees?, se llama Jongin, pero yo le digo Kai ¡él es muy genial! ¡Y es casi tan alto como tú! ¡Tienes que conocerlo!
-¡Me encantaría!- Luhan le guiñó el ojo y sonrió. Lo que Sehun no sabía, es que Luhan tenía otras intenciones en la cabeza.
-
Sehun se la pasó tan bien con Luhan, que no se percató de que habían pasado horas.
En casa, Jongin estaba preocupado. Si su madre llegaba y no encontraba a Sehun, definitivamente el moreno estaría en graves problemas. Así que en cuanto escuchó que tocaban la puerta, fue rápidamente a abrirla, esperando encontrar a Sehun en la entrada. Tal vez debió salir a buscarlo desde hace rato, pero no tenía ni idea de a dónde pudo haber ido Sehun, así que optó por esperarlo en casa. Al ver hacia afuera, notó que su hermano estaba acompañado del chico de la casa de enfrente, el mismo al que vio por la ventana el día que llegaron. Era más alto de lo que parecía y su rostro era más aniñado de cerca.
-¡Kai! ¡Te presento a Luhan hyung!- Sehun se veía muy emocionado, no era normal verlo así al estar con alguien extraño. Jongin hizo su mejor esfuerzo por formar una sonrisa, no es que el chico le molestara, pero le extrañaba la aparente buena relación entre él y su hermano. Sintió un dolor en el pecho, no estaba seguro si eran celos, pero estaba seguro de una cosa: no debía confiar en esa cara tan bella.
-Mucho gusto, Soy Luhan y vivo en la casa de enfrente. Creo que ya te había visto antes –le sonrió ampliamente, se le formaron unas pequeñas arrugas a los lados de los ojos. Su rostro era hermoso, pero Jongin no podía sacarse esa sensación de desconfianza.
-Ah, si… Hmm… Sí, igualmente –Jongin se sintió muy estúpido, había sonado tan inseguro; seguramente si alguien en la escuela le escuchara hablar así, ahora mismo sería la burla de todos.
-Sehunnie, creo que es hora de irme ¿nos vemos mañana?
-
Luhan miraba al techo de su habitación, pensativo. Era como si tuviese una mezcla de emociones en su pecho después de pasar casi toda la tarde con su vecino. Se sentía algo molesto, le desesperaba ver gente tan inocente, tan pura. Sehun era un niño lindo, pero demasiado bueno. Pronto alguien le destrozaría sus ilusiones y ¿qué sería de él? Ese pequeño no sobreviviría en el mundo real, no con esa personalidad.
Luhan no podía recordar la última vez que tuvo una ilusión, algo que le hiciese sentir motivado, vivo. Su vida nunca fue fácil, y menos ahora. Y de repente conoce al niño bonito con la vida perfecta, todo feliz y con gente que lo ama. No es que odiara a Sehun, de hecho le agradaba su timidez, su sonrisa, sus pláticas sin sentido, el sonrojo de su cara cada vez que decía algo vergonzoso. Pero había algo en él que Luhan no podía soportar. Su pureza, su inocencia, era demasiado ingenuo… Demasiado niño.
Luhan estaba consciente de que era un egoísta, de que envidiaba mucho al pequeño sólo por tener todo lo que él nunca tuvo. Una parte de él quería gritarle, destruirlo, humillarlo, robarle sus esperanzas. Pero por otra parte, Sehun le inspiraba la necesidad de cuidarlo, de acercarse a él y protegerlo.
Luhan estaba muy confundido, tenía que hacer algo con Sehun… Y con su hermano.
Jongin era totalmente diferente a Sehun. No sólo físicamente, también en su forma de ser. Parecía más inteligente –no es que Sehun fuera tonto- más astuto, con la mente más madura. Ciertamente era mayor que Sehun, parecía casi de la misma edad de Luhan. Se vio reflejado en esos ojos oscuros, pudo notar que Jongin también fue obligado a madurar antes de tiempo. No de la misma manera que él, pero sí de algún modo. Recordó que Sehun mencionó algo de la separación de sus padres y que ahora Jongin estaba a cargo de su cuidado. Pero Luhan sabía que había más, cosas que el pequeño ignoraba pero que su hermano mayor sabía perfectamente.
Lo cierto es que la primera vez que Luhan vio a los chicos, tuvo un plan. Quería conocerlos, acercarse a ellos. Y luego, hacer lo que quisiese con ellos. Podría usar al más chico para acercarse al mayor. O jugar con ambos.
Pero después de conocerlos estaba seguro de algo. No sería tan fácil manipularlos, hacerlos suyos. Tenía que trabajar mucho para lograr un contacto más íntimo. Sabía que sería menos complicado con Sehun, era un blanco fácil. Pero por alguna razón, le atraía más el moreno. A Luhan le gustaban los retos y definitivamente, Jongin era una meta difícil, pero no imposible.
“Sehun y Jongin. Cualquiera de los dos estaría bien” Pensó Luhan, con una sonrisa maliciosa en el rostro. Sus intenciones no eran precisamente las mejores. Pero estaba aburrido y necesitaba divertirse.