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Endiablado por Chikori

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Notas del capitulo:

Hola que tal lectores mios aqui su escritora perdida

 

Juar con tanto trabajo se olvida escribir, bueno, mas bien se reelantiza. Ademas las musas andan en huelga.

 

Espero disfruten este nuevo cap!

 

Capitulo 2: Te cambio tu alma por 5 centavos

Dino se quedaba mirando fijamente al Diablo sin saber que responder, la verdad es que seguía sin creerle y eso lo notó el de cabello azul.

 

-vamos.- dijo Mukuro.- haz una prueba.

-¿Cómo qué?

-tu pídeme lo que quieras y es tuyo., incluyéndome…

-¡Oh!- se puso rojo por las palabras del demonio y negó repetidamente con la cabeza.- lo que sea… mnm, un helado de vainilla.

-kufufu, concedido cariño.- tronó sus dedos y detrás de ellos chocaba un camión con un taxi.- muy bien, vamos.- le tomó de la mano y se rió por lo que había ocurrido.

-“¿coincidencia?”- pensó Dino mientras subía al autobús y miraba a los choferes peleando como personajes de Mortal Kombat.

 

Cuando el chofer del autobús terminó su pelea con el taxista volvió a su puesto y pisó el acelerador hasta el fondo cómo si actuará en “Máxima Velocidad”, era más rápido que una ruta 380 en pleno periférico. Dino tenía que sujetarse fuertemente del tubo o si no se iba volando, pero Mukuro tomaba el tubo del camión de una forma más “especial”.

 

-al fin tenemos buen show.- decía uno de los viejitos poniéndole un billete descaradamente en el bolsillo trasero del pantalón.

-¡¡Tubo, tubo!!¡¡¡ Mucha ropa!!!

-¡deja de hacer show!- gritaba Dino aun aferrado al camión.

-¡oblígame!- respondió el singular diablillo.

 

Llegaron a una nevería y les atendió una linda mesera (que se dio cuenta tarde de sus clientes por andar leyendo una novela hard yaoi).

 

-¿en qué les puedo ayudar lindos bishies?- respondió la gerente cuyas iniciales en la credencial eran  N.S.

-un helado de vainilla.- hablo directamente Mukuro.

-¿quiere chocolate o chispas?

-nou.

-ok, son $20.

-cariño, tienes $20.- Mukuro se le restregó a su cuerpo mirándole con falsa inocencia.- kufufu es que olvide mi cartera en el averno.

 

Ambos salieron de la tienda, caminando juntos por la acera; Dino no dejaba de mirar su compra luciendo bastante frustrado.

 

-oh si, esto prueba que eres el diablo. ¡Pero si hasta tuve que comprarlo!?

-¿es que nunca te dijeron que no existía  lo gratis?

-¡pero no siquiera le pusieron chispitas!

-¡¡te estoy dando la oportunidad de tu vida y te quejas por unas pobres chispas de colores!!

-yo me largo…

 

Dino se iba a cruzar la otra acerca cuando el diablo le tomó de la muñeca, no iba a dejar escapar a un cliente potencial.

 

-está bien, me rindo, es más deja te hago un favor y te llevo a tu casa en mi vehículo.- entonces le invito a tomar asiento.

-¡¿eso es TUYO!?!?- dijo sorprendido Dino mientras señalaba.

 

El diablo y Dino se subieron a la negra motocicleta Harley, a toda velocidad por las calles pareciendo que estaba traumado con “Rápido y Furioso” , tanto que ya la policía los estaba persiguiendo para conseguir su “mordida” del día. Dino solamente se agarraba más fuerte de la cintura del conductor tratando de no caerse por la velocidad, cosa que a Mukuro le encantaba porque entre más le abrazaba podía sentir otras cositas del rubio.

Llego derrapando y haciendo volar a una de las personas fuera de un bar que estaba asediado de personas pidiendo, o más bien rogando, por entrar al popular local. Dino se bajó casi arrastrándose de la motocicleta, estaba tan mareado que no se dio cuenta cuando Mukuro cambio repentinamente su vestimenta por unos traje elegante negro con corbata y gabardina.

 

-¿Dónde estamos?

-kufufu en un pequeño negocio que manejo.- se agacho para ayudarle a levantarse.

 

Ambos caminaron hacia la entrada como si fueran estrellas, especialmente Dino, quien recibía gritos de júbilo, palabras halagadoras, flashazos por parte de los periodistas. Cuando entraron al local, fue aún más grande el recibimiento, todo mundo saludaba y trataba de llamar la atención de la pareja que había entrado. El ambiente del bar era como el de esos antros populares, gente bailando en jaulas, personas en jacuzzi, varios bailando al mismo tiempo, otros tomando un trago; Dino vio en la pantalla del enorme monitor un logotipo nombrado “Kokuyo Land” donde la “L” tenía una curiosa colita de diablo.

Mujeres y hombres acosaban al rubio ojipardo mientras el dueño dejaba su gabardina al host, le lanzaban piropos, besos y algunas tangas; todo hacia a Dino el hombre más feliz del mundo.

Una mujer  vestida de diablita y de asombroso parecido a Mukuro (excepto que su cabello era morado y tenía un parche en el ojo) se acercaba a la pareja trayendo en su bandeja unos chocolates que con el simple olor antojaban.

 

-oh huelen como los chocolates de mi abuelita.

-dale un bocado.- contesto el diablo.

-tome.- la chica le dio un chocolatito directamente en su boca.

-oh, saben cómo los chocolates de mi abuelita, ¿Cómo le hicieron?

-ese es un secreto.- le guiño la pequeña, y siguió caminando su rumbo por el bar.

 

Ambos fueron siguieron su caminata a pesar de tantos obstáculos hasta que llegaron a la oficina del dueño, esta era una habitación grande, en medio había un escritorio de caoba, en este había un frutero lleno de manzanas rojas, un tazón con malvaviscos sabor chocolate y una pila de papeles, también había varios cuadros que recordaban a Adán y Eva, además de varios televisores juntos como los de un centro comercial para formar una sola pantalla, una chimenea y por ultimo unos enormes y anchos lockers. Mukuro con un solo gesto de su mano encendió la chimenea; Dino creyó que era un buen truco de magia.

 

-¿te gusto no?

-¿la chica o el chocolate?

-kufufufu no tontito, la atención.-  se le acercó, tanto que las manos de Mukuro ya estaban sus hombros y sus piernas se tocaban.- debes sentirte bien por ser admirado por todos.

-jejeje pues si.- sudando un poco, el atrevimiento de esa persona le ponía nervioso, contento, pero nervioso.

-yo puedo hacer que todo el mundo te amé.- pasaba sus manos ahora por su pecho, acercando su rostro al del otro, casi a punto de besarle.

-jeje.- se rio, cosa que molesto al otro, porque la risa obviamente era burlona.

-¡oya!, ¿sigues sin creerme verdad?

-es que, admitámoslo, tú no tienes nada de diablo.- mirándole desde abajo hasta arriba.- Solo pareces un muchacho precoz.

-oya, oya, ¿eso crees? Bueno eso se puede arreglar.

 

Inmediatamente ese sensual joven fue envuelto completamente en llamas y su forma fue transformada en la de una criatura antropomorfa con cara de cabra, cuerpo de hombre, brazos de serpiente, piernas de león, cola de escorpión y alas de cuervo. Dino salto de un brinco hasta el escritorio para esconderse.

 

-¿ahora me crees?- dijo con una espectral voz.

-¡¡¡aaaaah!!!- grito Cavallone completamente asustado.- ¡en verdad eres el diablo! – o también podría ser una quimera, pero mejor no comprobarlo.

-oh vamos Dino.- antes de que lo notara, Mukuro había vuelto a su forma normal, ahora luciendo como un sexy abogado.- no me temas, solo quiero hacerte feliz. Es más dejare que me preguntes lo que tú quieras, excepto si existe Dios, oh como me disgusta hablar de ese tipo.- pronuncio con sensualidad las oraciones, menos las ultimas.

-aaw.- Dino no hizo el intento por ocultar la obvia pregunta que iba a hacer.

-sigh, sí, Dios existe.

-¿y cómo es?

-mira, la mayoría de las personas deberían estar satisfechas con conocer a alguien como yo, pero no, siempre preguntan por ese.- tomo un bombón que tenía sobre su escritorio y lo lanzo con enojo hacia la chimenea.- como si ese estúpido malvavisco fuera la gran cosa.

-significa que es hombre….

-sí, y aunque me duela admitirlo, él se ha ganado que le digan “¡ah dios! ¡¡Oh dios mío!!”- su voz al pronunciar esas últimas palabras las decía como si alguien le estuviera dando duro contra el muro.

-ehm, no puedo creerte “¿pudo pasar?”- pensó asustado el rubio mientras tomaba asiento frente al escritorio; después de todo ese diablito era demasiado sensual, incluso para kami.

-bueno, déjame enseñarte el contrato.- chasqueo los dedos y un enorme y grueso block cayo directamente en Dino haciéndole caer y cortar la respiración.

-itae…- se levantó como pudo, dejando el pesado documento sobre el escritorio; saco sus enorme y gruesos anteojos para empezar a leer.- yo Dino Cavallone, en pleno uso de mis facultades mentales, ahora llamado: ¿“Elcondenado”?

-se oye mejor que el “desgraciado” y suena menos lauranovelesco.- dio varias vueltas por su sillón giratorio.- deja te resumo.- se levantó de inmediato y empezó a caminar alrededor de su invitado.-  ahí dice que yo, el diablo, con oficinas en el infierno, el purgatorio y Tepito debo concederte siete deseos.

-¿siete? Mejor ocho no.

-en ese caso mejor seis, deja de quejarte.  También menciono como me pagaras por ello; cumpliendo los siete deseos tendrás que darme tu alma.

-¿¡qué!?- refunfuño.- ¡¡no puedo darte mi alma!!

-¿tan siquiera sabes cómo es? ¿o para qué sirve?

-¡¡sí!! Es esa cosa…. Alrededor… tu sabes.- haciendo gestos que ni él entendía.

-las almas están sobrevaloradas  cariño, no sirven, solo es una ilusión;  creme….- Mukuro se sentaba sobre las piernas de su cliente, rozando su pecho y su vientre contra el del otro.- es como tu virginidad... no la vas a extrañar.- a cada silaba pronunciada con lentitud acercaba también sus labios, casi al borde de rozarlos.

-gulp… pero si no sirve, ¿para que la quieres?- Dino apenas podía resistirse ante semejante tentación.

-Kufufu, ¿te crees muy listo?- se levantó, tomo una de las manzanas del escritorio y empezó a jugar con ella.- ¿quién  es el que está ofreciendo siete fabulosos deseos por un alma pequeña?- se dio cuenta que su invitado aún no estaba convencido por lo que tuvo que utilizar su última carta.-oh mira.- señalo los televisores.

 

Las pantallas se encendieron revelando la imagen de Hibari caminando junto a Dino, tomados de la mano, en una hermosa pradera.

 

-Hibari… es tan hermoso…- se quedaba embelesado al ver al moreno con tan frescas ropas moradas.

-esto puede ser real. –Decía el Dino dentro de la pantalla, besando a su adorable pareja.- si tú lo deseas.

-Dino… mi Dino, sol mío.- Hibari parecía ver directamente al verdadero Cavallone.- te estoy esperando… por favor te estoy esperando…

 

Dino, no pudiendo evitar esa dulce presión en el pecho por ver a su amado Hibari se acercaba poco a poco hasta el escritorio, tomó una de los bolígrafos que estaban cerca y dejo su firma en el contrato sin darse cuenta de que la pantalla tras de él se había apagado.

Mukuro se acercó a él, tomando el contrato entre sus brazos.

 

- ¡maravilloso! Es la mejor decisión que has tomado.- sonreía el diablo con una sonrisa aparentemente inocente, pero con cierta maldad guardada.

 

Notas finales:

Gracias a Neko Sora, Enil y Mukuro Rokudo por recordarme seguir escribiendole al fic

 

muchas gracias por su espera!! esperen demas actualizaciones.


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