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Demonios por knaxzerim

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Notas del capitulo:

kana.- no puedo creer se van a cumplir casi 4 años desde que iniciamos con esta historia 

zerim.- y recien logramos colocar esa escena que nos inspiró a escribirla

kana.- es extraño que sigamos publicando, especialmente de tantos meses de ausencia, pero entiendan la mamam nada mas no se anima a seguirla, aunque lleva mucho tiempo pensando en lo que sigue y lo que sigue 

zerim.- pronto escribirá un fic sobre el dios priapo de la saga Dark hunters, ¿en que pagina,? ¿quien sabe?, pero seguro que primero la escribe y luego la publica XD 

kana.- si es la primera vez que lees esta historia y llegaste hasta aqui, gracias 

zerim.- si eres un lector veterano que espera con ansias este capi, tambien muchas gracias

Yusura mantenía la cara enfocada en la oscuridad de las ventanas, esa mañana se había levantado esperando una noticia de éxito, y ahora se topaba con un documento que curiosamente se había colado para proteger aquello por lo que había luchado por décadas, por alguna razón había citado a su nieto esa noche, quería verlo a la cara, quería contarle acerca de lo que había planeado para su futuro, esperaba muchas cosas que ahora no tendría.

El verlo a la cara, y recordar a su propio hijo, la traición al casarse con esa chica y engendrarlo, su negativa a formar parte en sus negocios y el arrojarle en la cara que no le necesitaba, a sus casi setenta años, él siendo un hombre poderoso había fracasado en la única empresa que le mantenía en pie desde hace casi veinte años.

Encerrado en su oficina, y buscando una calma que le era esquiva desde el momento en que dejó a su nieto en el comedor, maldiciendo su nacimiento y su vida desperdiciada por la imprudencia de una mujercita enferma.

Sintió una mirada en su nuca, algo que le erizaba la piel del cuello con alerta.

Max había sugetado la mano de su esposa por casi una hora mientras hacían los estudios, los gritos de agonía de ella quedarían grabados en su memoria hasta el ultimo dia de su vida, esperaban ahora los resultados de la biopsia, el medico entro a la habitación con la cara completamente contrita.

_señores, yo, realmente no se como es que esto pasó, pero hay algo

El joven medico les miro con algo parecido al temor, en su vida Max se había tenido que enfrentar ante personas que no sabían como hablar claramente, su trabajo en el juzgado había consistido en descubrir quien decía la verdad y quien mentia descaradamente.

Frente a él se encontraba un hombre tan nervioso de lo que tenia que decir que preferia mantenerse callado, lo que le decía que las noticias no eran alentadoras. El medico suspiró y les dio las noticias.

 _los resultados son concluyentes, la señpora sufre una condición muy extraña, su cuerpo se encuentra convatiendo una infección causada por paracitos

Pegasus no comprendía lo que decía el medico.

_no entiendo, que clase de parácitos

_son una especie que rara vez ataca en zonas como Japon, y que sin embargo a su esposa lleva mucho tiempo incubandolos en su cuerpo, al grado que han dejado huevecillos en sus tejidos blandos y articulaciones

La dama ahogo un grito ante la revelación del medico, no podía creer lo que le decía y por mas que hacia memoria no podía recordar algun lugar dónde se hubiera infectado de semejante mal

_debe haber algo que se pueda hacer

_si lo hay o lo había, lamentablemente la evolución de la condición de la señora, es_ guardo una pausa y tras una aspiracion continuo hablando_ es demasiado tarde, a pesar de nuestros esfuerzos, solo la haríamos sufrir, uno de los parasitos se alojo en su hígado y otro en la vena coronaria, el tratar de convatirlos con medicamentos comprometería el sistema inmunológico, y no podemos darle ninguna garantía de éxito. Lo lamento, realmente lo lamento.

Con una reverencia el joven salio de la habitación dejando al matrimonio a solas, una de las partes mas complicadas de su profesión era el tener que dar esa clase de noticias, a pesar de los avances de la ciencia, esa clase de casos les desafiaba cada vez mas a encontrar nuevos medicamentos y técnicas de tratamiento, ahora la señora Pegasus esperaría en una cama al momento de su deseso y al haber tardado en encontrar el diagnostico de su condición, no habían llegado a tiempo.

Pegasus sujetó la mano de su mujer al tiempo que ella se rompia en sus brazos, a pesar de lo difícil de los meses pasados, se habían aferrado a la ilusión de que tal vez se tratara de un embarazo peculiar, de una complicación de haber decidido dar vida a una avanzada edad, y aun así, tras la partida del doctor, el nudo en su garganta se había deshecho, no había mas esperanza para ellos, no habría en un futuro nuevos intentos, ni tampoco la esperanza de un bebe con los ojos de su amada y si cabello rubio, esa tarde se había dado la sentencia de final para su vida, para la vida de ambos y sobre la mesa solo podía apreciar el tic tac de una bomba de tiempo.

Había escuchado un ruido estruendoso desde la sala de estar, y el eco del cañón le llevo a la biblioteca, pero no encontró nada que no hubiera visto antes, el secretario de su abuelo usando su traje negro de siempre mirando la computadora desde la parte interna del escritorio, curioso se acercó al hombre y le tomó del hombro para llamar su atención, él aun estaba tibio, pero la forma extraña en como su cabeza había caído por su hombro le hizo retroceder asustado. Reconocía el esa postura, Beatriz había tenido una postura similar mientras agonizaba, su cuerpo poco a poco había perdido la capacidad de mantenerla erguida, y ahora el hombre frente a él dejaba caer su cabeza en un angulo inusual sobre sus viejos hombros.

A pesar del shock recordó que no se encontraba solo en el penthouse y que su abuelo estaba en peligro; pensó en el lugar donde se encontraría su pariente y por puro instinto se retiró del cuerpo en el escritorio, con la intención de llegar a la otra habitación retrocedió sus pasos, pero de un momento a otro todo se puso negro.

Yugi sujetaba la estatua en la mano, su base de metal había sido suficiente para noquear a su profesor, de acuerdo a la investigación de Ducke el anciano vivía solo con su asistente el cual ahora permanecía sentado en la silla donde siempre laboraba, muerto de un certero disparo en la sien. No había contemplado que el entrometido de su profesor se encontraría en ese lugar, contempló la posibilidad de atarlo y dejarlo escondido en algun armario, también la opción de matarlo, por que después de todo el era un testigo, pero no lo hizo.

No tenia tiempo de atender a un mal menor, sujetó su arma y se encaminó al lugar donde se encontraba Yusura, amartillo el arma, y respiró con calma, había optado por usar el instrumento mas sucio en su arsenal de trabajo, no quería hacerlo sufrir, ni tampoco verlo agonizar de a poco victima de alguno de los venenos de su mentor, él deseaba matarlo con sus propias manos, reducirlo a gritos y llantos antes de darle el tiro de gracia.   

Un clásico, y la técnica mas sucia para eliminar objetivos, considerando que el anciano no se toco el corazón al mandar a una profesional por sus padres, considero una verdadera licencia poética el ver la sangre de los implicados derramada en el suelo ensuciando sus limpios zapatos de piel italiana.

No había considerado que el siempre molesto profesor apareciera de improviso en el edificio y menos en el momento que el había decidido ejecutar a las dos ratas como la basura que eran. A pesar del desconcierto que le despertaba el hombre, y el parentesco que compartia con el anciano, no podía lastimarlo, no a el, después de todo había demostrado ser una persona decente.

Yusura había escuchado un estruendo en la oficina de su secretario, y después un golpe en el suelo, su instinto de inmediato le puso alerta, tenia que estar preparado para cualquier contingencia, en completa alerta Yusura sintió la presencia de alguien al otro lado de la puerta.

Desde uno de los lados de la cama, indicó que entraran, la mirada del cabello de su nieto le hizo bajar la guardia.

Entro sin esconderse, había echo ruido con la pistola para alertar al anciano a defenderse, para obligarlo a rogar por su miserable vida, como sospechaba el hombre estaba despierto pero no alerta, su habitación estaba iluminada solo por una lámpara de mesa.

_Yami, no me des esos sustos

Yugi se sorprendió del apelativo y en especial por que aun no entraba por completo a la habitación, entonces cayó en cuenta que él y el profesor eran muy similares, salvo que el hombre era un poco más alto. Decidió seguirle el juego al anciano y asintió sin decir una palabra, cerro la puerta tras de si y se acerco a la cama donde estaba sentado.

Sus cabellos plateados caian sobre sus hombros como una cascada deforme, sus ojos claros estaban perdidos por la copa que había consumido para calmar el  temperamento a sugerencia de su viejo amante. El anciano más tranquilo, aspiro el aire a su alrededor con calma, con un gesto de la mano, le pidió se sentara a su lado, pero el chico no lo hizo; entendiendo lo ocurrido en la sala mas temprano no se lo tomó en cuenta.

_hijo, hace años que deseo que seas parte de nuestra empresa, lo de hace un rato fue, en realidad fue mi temperamento, en tu juvenil estupidez piensas que no te hace falta por que tu padre pensó en ti, yo soy un anciano y eh trabajado toda mi vida para poder legarte algo que sea tan grande que te sintieras orgulloso, tu destino era heredar nuestro negocio siempre había sido mi plan para tu vida; ahora que pienso en tu padre y tu madre se que hicieron lo correcto. Alejarte de mí fue lo mejor, de lo contrario estarías podrido como tu anciano abuelo y no podrias justificarte con la ausencia de cariño.

_los padres siempre buscan lo mejor para sus hijos, lamentablemente usted no lo hizo así

La voz juvenil extraño al anciano y antes de que pudiera reaccionar escuchó el primer disparo, un dolor quemante le atravezó en el costado, y le hizo doblarse de dolor en el suelo de su habitación, otro click y el mismo dolor se reprodujo en su hombro y pierna izquierda, gritó, si gritó pero no supo que tan alto o si alguien lo escucharía.

_parece estimado señor que usted no tiene tacto con los niños

Ante la luz mortecina de su lámpara de noche un joven con un gran parecido a su nieto sujetaba una pistola de la cual aun salía el humo de las balas que ahora residían en su cuerpo.

_¿Quien eres tu?

_no creo que deba saberlo, después de todo no vivirá para contarlo

Llamó a gritos a su nieto, pero el chico con toda la calma del mundo, se inclinó y enterró el cañon de la pistola en la herida de la pierna.

_pensé que su sangre estaría podrida

_dejame en paz, por piedad

_por qué, cuando mató a mis padres no la tuvo, y menos cuando mandó a buscarme, Yusura, ahora es consciente que su pasado no quedó enterrado en la tumba familiar de los Motto. Hoy en la tarde perdío la única posibilidad de apropiarse de aquello que ambicionó desde que tiene memoria, y por que no terminar con esto de una forma romántica. A manos del heredero de su peor enemigo y del imperio que siempre quiso poseer.

El anciano miró a los ojos a Yugi, y vio en ellos el reflejo de Kaito Motto y de la bella Yukina, y a pesar de la inocencia presumida en la mirada del chico frente a él, vio su determinación a terminar aquello que había iniciado.

Sin mediar palabras, Yusura Atem vio el cañon de una pistola frente a sus ojos y el sonido del disparo fue su último recuerdo, Yugi había disparado entre sus ojos, y tras algunos estertores murió.

El adolescente, aspiró el aire, el aroma a polvora y a los efluvios del anciano inundaron sus pulmones, por eso es que odiaba usar armas para encargarse de alguien, lo mejor habían sido siempre los venenos, pero no podía dejar que el anciano muriera en paz, no después de lo que había echo con su familia, no después de la mierda de vida a la que Dartz lo había orillado, no después de lo que había ocurrido con su mentor y a lo que se había obligado a ser después de su primer asesinato, no después de haber olvidado lo que era la inocencia de un toque y la paz de la ignorancia.

Después de muchos años, Yugi soltó una lágrima, una lágrima en recuerdo de su familia rota y de su vida perdida, el llanto de un huérfano que al fin ve cumplido su más deseado sueño, y que ahora se quedó sin razones o motivos para seguir adelante. ¿Para qué?

 Entrando en modo profesional se alejó del cuerpo del anciano y guardó la pistola, luego se encargaría de deshacerse de ella, por ahora debía alejarse del pent house y olvidarse de lo que ahí había pasado, por esa muerte solo había ganado la satisfacción de haberse deshecho de la escoria, podría decirse que vengar a su familia le había traido algo de satisfacción, pero eso solo se complementaba con la acción final de su plan, los involucrados en el final de su estirpe, ya pagaban con sangre y hueso aquello que por ambicion les llevó a tomar la vida de un hombre que confió en ellos.

Al llegar al salón, sintió el golpe de un objeto contundente en su espalda, y aunque no se lo esperaba reaccionó de inmediato ante su atacante, desde el suelo tomó un punzon en su bota y lo empuño para devolver la agresión, el objeto volvió a buscar su cuerpo pero ahora lo esperaba así que se deslizó a un lado y barrió las piernas del tipo encajonandolo entre la pared y su arma.

_Profesor

Fue lo único que pudo decir cuando vió al profesor Yami frente a el, el hombre tenia un pequeño reguero de sangre la frente y algunos rasguños de la trifulca anterior; Yugi no pudo dejar de apreciar el desconcierto del hombre ante su presencia en la casa de su abuelo, y especialmente de su reacción ante el ataque, por lo que lanzó el punzón a su pierna encajándolo sin mucho esfuerzo.

Cuando el profesor lanzó un alarido de dolor Yugi le calló con una patada a la cara, dejando claro que no aceptaría mas ruido del necesario. Cuando el mayor logró ver la cara de su alumno nuevamente vió una pistola en sus manos y una sonrisa genuina en su rostro.

_profesor, no calculé que usted se encontrara en este lugar.

_no lo entiendo

_no tienes por que, esto no te incumbe a ti, era solo entre tu abuelo y yo

_el abuelo, el abuelo esta…

_dudo que no escucharas el disparo

Y como afirmación una bala se estrelló a lado de la cabeza del más alto.  Se encontraba en una encrucijada, su entrenamiento como asesino le había dejado claro dos cosas: el sigilo y el anonimato; eran sus más preciadas armas, si una victima no sabia que lo atacarías no daría batalla, y si no había testigos, tu rostro siempre estaría a salvo de ser reconocido en cualquier lado.

_No lo entiendo

_no tienes por que, no es nada personal

Yami vio la pistola, y también como un reflejo borroso el rostro de alguien a quien jamás pensó capaz de tomar una vida en sus manos, a un ser tan parecido a si mismo que tenerlo frente a frente en esas condiciones le dejaba sin aliento. Tragó el nudo en su garganta, esperando lo inevitable, si se había tomado la molestia en deshacerse del secretario de su abuelo, seguramente lo haría con él también.

Una vida más, no había diferencia; escuchó la detonación y la mordida quemante de la bala en su carne, el dolor y después nada.


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