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In search of the Truth por LovelessMidori

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In search of the Truth

II

 


Louis se despertó en la mañana sintiendo la cama en la que dormía, un tanto más vacía de lo normal. Abrió lentamente sus ojos y no pudo ver el pequeño cuerpecito de Jackie, en ningún lado. Se incorporó lentamente y pensó que posiblemente estaría afuera del refugio, buscando algo para el desayuno. Se colocó sus sucios tennis rotos y salió por la única puerta con la que contaba aquel lugar. Pero al salir, se percató de que su pequeño "hermanito" no se encontraba en ninguna parte. Regresó nuevamente al refugio y se colocó una de las dos chamarras que tenía, pues a esas horas de la mañana, los rayos del Sol apenas comenzaban a iluminar las calles, provocando que el calor aún no se hiciera presente y Louis se dio cuenta de que no pasaba de las 7:00 am.

Camino sin prisas, abrochándose con toda tranquilidad la chamarra, de color azul turquesa. Sus pensamientos divagaban en cosas irrelevantes. Pensaba por ejemplo: ¿Por qué se encontraba siempre con el mismo perro mugroso al doblar la esquina de la próxima cuadra? Y es que, no importaba la hora a la que pasara por ahí, siempre veía al can sentado, algunas veces rascándose la cabeza, otras lamiéndose una pata, y otras más, mordiendo el pedazo de un hueso de pollo que, posiblemente, sacaba de la basura. Caminó algunas calles más, que por el sueño que aún traía pegado, le parecieron bastante largas y silenciosas.

Llegó a una pequeña casa de color marrón y puerta rosa, que  a ojos de él, no combinaban los colores para nada. Levantó la mano y haciendo uso de su dedo índice, tocó el timbre que estaba pegado a la puerta. El sonido de ese timbre no era muy común. Mientras que otros timbres sonaban con un ligero "Riiiing" o un tardado "Diiing dooong", éste timbre se escuchaba fuertemente, pero en grave y seco, algo que sonaría más como un "Daaang", un sonido que se asemejaba al claxon de un camión.

Esperó por unos momentos, mientras contemplaba las calles vacías. Veía cuerdas que se amarraban de un extremo a otro de las calles, que se usaban de colgadero para ropa que ahí lavaban. Era una zona pobre, las prendas que se apreciaban estaban bastante gastadas y percudidas, los edificios pareciera que se caían en pedazos, pues se desmoronaban poco a poco. Las puertas que estaban hechas de madera, se notaban bastante húmedas y mohosas y había quienes tenían la suerte de tan solo tener bastante óxido en las puertas de metal. El olor sería insoportable para alguien que no estuviera acostumbrado, pero quienes vivían en ese lugar, apenas y lo notaban. Sin embargo, Louis no veía de ésta manera las calles. No. Él se paseaba por ahí y pensaba: qué bueno sería vivir en un edificio. Pues, si esa zona era pobre, Louis vivía en la peor parte de aquel vecindario, en la parte más pobre de las partes pobres, porque en esos lugares tan solo láminas y cartones eran lo que conformaban una “casa”.

Un hombre no tan mayor salió de una puerta de metal oxidado del edificio frente al que Louis estaba. El hombre vestía una playera oscura, unos jeans que no se veían tan gastados como los que Jackie usaba y un par de tennis cafés. Louis se preguntó en qué trabajaría aquel personaje. Finalmente la puerta rosa que había tocado antes, se abrió y apareció un sonriente Jackie lleno de migajas de pan alrededor de la boca. Tras un último vistazo a la calle, Lou pensó que lo único malo que podría tener aquel lugar seria que era muy gris. Demasiado gris para su gusto. Y luego entró a la casa.

Caminó por un corto pasillo y entró por una segunda puerta. Ahí, se encontró con Nana, sentada en el comedor, quien comenzó a regañarlo.

-       ¿Por qué hasta apenas vas llegando? Te quedaste dormido ¿Verdad? Flojo-

-       Pues éste – se defendía aquel muchacho de ojos verdes, soltando un golpe en la nuca de Jackie, cuando se iba a sentar para seguir comiéndose su pan – Que no me despierta, y se va solito.

-       Si te desperté, pero no me hiciste caso y pues me dio hambre y me vine.

No dijeron nada más. Los 3 sentados en la mesa circular desayunaron en completo silencio. Más tarde Nana se iría a trabajar,  y Lou vagaría por las calles buscando un lugar donde llevar a Jackie y divertirse un rato, o por lo menos eso era lo que le decía al pequeño para que lo dejara marcharse. Realmente, Lou comenzaba a darse cuenta de que no podría vivir siempre dependiendo de Nana, por lo menos para poder comer. Era esa la razón por la que se empeñaba en conseguir alguna especie de trabajo, aunque sabía que existía otra razón, que le empujaba a levantarse todas las mañanas y buscar y buscar: Le dolía ver que su hermanito vestía tan mal y comía terrible. Louis daría cualquier cosa por que Jackie pudiese tener una vida feliz, donde no le faltara la comida, y sus vestimentas por lo menos no estuvieran sucias.

Era ya tarde. Como todos los días, no había gente interesada en contratar a Louis ni para limpiar la calle. Llevaba la mirada baja, y comenzó a patear una botella de lo que parecía haber sido refresco alguna vez. Daba un par de pasos y la pateaba. Avanzaba más y la volvía a patear. Se la llevó hasta el refugio, y se encontró con el menor sentado, esperando a que él regresara.

-       ¿No quieres jugar futbol? – Preguntó, y Jackie observó la botella

-       Eso no es una pelota

-       Ya sé, pero sirve igual

-       ¿Rebota?

-       Ahm… no…

-       Entonces no sirve igual.

-       Claro que sí – Le insistía Louis.

-       Que no…

-       Que si…

-       Que no.

-       Que sí.

-       ¡Que no!

-       ¡Ay ya! Jugaré yo solito entonces

Comenzaba a patear la botella de nuevo y Jackie se dio cuenta de lo aburrido que se encontraba ahí sentado. Se acercó al mayor y justo cuando estaba por comenzar a patear, Lou se detuvo. Lo miró fijamente. Jackie ya sabía lo que esa mirada quería decir: “¿Ahora si juegas? ¿No que no sirve igual?” pero no mencionó nada. Simplemente pateó la botella y comenzaron a jugar. Un rato más tarde, más niños del barrio se acercaron a ellos y sin darse cuenta, ya estaban los equipos formados y todos entretenidos en el juego. Louis pensó que cuando se metiera a trabajar, esas serían las tardes que más extrañaría.

Anne, una niña de un año menor que Louis, de cabello negro y ojos oscuros, se acercó al par de hermanos que estaban tirados en el suelo descansando. Les ofreció agua. Les dio una torta que había hecho su madre en casa para ella y como ya estaba oscureciendo, se marchó. Entraron nuevamente al refugio, como todas las noches. Jackie fue el primero en hablar:

-       Louis, ¿estas molesto por que no te levanté en la mañana?

-       No.

-       Y ¿quieres que te despierte mañana?

-       Sí.

-       ¿Nos acompañarás a desayunar a Nana y a mí?

-       Sí.

Jackie se quedó unos momentos en silencio y luego de un rato, sacó a pregunta que en su mente daba vueltas desde hacía algunos días, porque notaba a Lou algo distante.

-       Nunca me abandonarás ¿verdad?

-       ¿Por qué dices eso?

-       Solo respóndeme.

-       Nunca te abandonaré.

-       ¿Lo prometes?

-       Lo prometo.

Se acurrucaron en la cama, Jackie se acercó al rostro de Louis y le dio un ligero beso cerca de los labios, seguido de un par de débiles sonidos que formaban la palabra “Gracias”. 

Notas finales:

Gracias por leer n.n


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