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Caricias Compradas por qaroinlove

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Notas del capitulo: Disclaimer: es mío, así que si lo quieren tendrán que pasar sobre mi guadaña! muajjajajaja.

Advertencia: universo alterno, ooc de los personajes.
N/A: Gracias a Karenka por su beteo!!! death!!
Fuimos un par de desconocido jugando a amarse,
...


Al llegar a la habitación Sebastían no tenia la menor idea de como actuar o que hacer, era la primera vez que se encontraba en una situación como aquella. Quiso irse, pero en ese instante la chica de cálidos ojos fue la que tomó la iniciativa, se acercó al hombre y le besó. Fue lento y suave.
Michaelis se descubrió a sí mismo respondiendo aquel inocente beso que penas rozaba sus labios, segundos después tomó la cintura de la joven y la acercó a su cuerpo, dándole intensidad al momento.

Sebastian estaba sorprendido por la pronta pasión que estaba despertando en él aquella desconocida, y entre miles de besos y caricias fueron dirigiendose con pasos torpes a la cama. La joven de un repentino movimiento paró toda acción, eso desconcertó un poco al hombre de ojos rojos, ahora matizados de deseo.

-¿Que pasa?- preguntó Sebastian.
Un momento- pidió la chica- antes tienes que saber una cosa...-
Susurró tan bajo que por un momento le fue casi imposible entender algo. -¿Que es?- preguntó Sebastian tomando suavemente el mentón de la joven y alzándolo al nivel de sus mirada carmesí.
-Y-yo... yo soy... bueno, soy un chico y no una chica...- susurró bajito sumamente sonrojado

Michaelis se sorprendió ante tal declaración soltándole el mentón e irguiéndose cuan alto era, nunca lo habría sospechado, la apariencia de... ¿él? no era nada distante a la de una joven, su cabello azul suave y sus apariencia menuda le daba un aire femenino y sumamente frágil, y al analizar sus rasgos de dio cuenta de que estaba aún mas ansioso de poseerlo que cuando lo creía una chica, Sebastian sabía que era un tipo atractivo y estaba acostumbrado a las miradas que robaba de hombres y mujeres, sintiéndose a veces atraído para apreciar el atractivo de ambos sexos, pero de eso a ser él quien se hipnotizaba por un varón había un profundo abismo, sin embargo allí estaba él, frágil, inocente, encantador, provocándole sensaciones que jamás se habría imaginado que pudiera sentir. Quizá, si le había afectado un poco la bebida.

-No importa- dijó Sebastian para el desconcierto del ojiazul- aun así eres hermoso.

Y sorpresivamente besó al muchacho que después de suspirar aliviado respondió animadamente. Sebastian tomó al chico de las piernas y lo cargó sintiendo que aquellas delicadas extremidades se aferraban a su cuerpo. Lo depósito en la cama como si fuera de cristal,quedando sobre él lo miró tan frágil, tan hermoso, que lo deseo aun más, como nunca lo había hecho antes con ninguna mujer... e incluso con ningún hombre. No sabía que le provocaba este extraño joven, pero había despertado en el ternura y deseo. Algo que nunca había experimentado, y cuando el muchacho le abrió la camisa para acariciarle el pecho con sus finasmanos Sebastian le arrancó la ropa para recorrer con ardientes besos su cuerpo delicado. Entre besos y caricias le entregaría más que solo una noche de placer.

Para el joven de mirada zafiro aquello representaba la primera vez que se entregaba de esa manera. No por dinero, si no por el hecho de haberse sentido valioso tan solo un instante, y el haber tenido el suficiente valor ante los ojos de un hombre, así que sus caricias y besos fueron diferentes para aquel extraño, llenas de ternura y pasión, tanto que dentro de él deseaba seguirle viendo, porque por primera vez lo veían como una persona y no como objeto. …l jamas había amado, pero en ese instante amó a aquel desconocido con toda la intensidad de que era capaz.

Para el hombre de intensos ojos carmesí, las suaves y delicadas caricias que le brindaba el joven fueron desconcertantes. La pasión delicada que desprendía en cada caricia que le regalaba le llamó la atención, era como si se le fuera en ello la vida, todo con tal de hacerlo feliz. Miles de veces había estado con su esposa. Pero Victoria era salvaje y sin ningún miramiento, solo buscaba su placer. Sin embargo con este fascinante jovencito era diferente. Porque con este total desconocido por primera vez se sintió no como un trofeo, sino, necesitado, deseado y por alguna extraña razón sintió hacer el amor y no lo que practicaba con Victoria, que era solo sexo.

Entre miles de caricias furtivas ambos amantes se fueron conociendo, gravando, memorizando, amando. Las pequeñas manos del chico viajaban de arriba a bajo por el varonil pecho de su amante, mientras le besaba como se besa a un amor que jamas se volverá a ver, como queriendo grabarse la forma y el sabor de los labios de su amante y así enredó sus torneadas y nacaradas piernas en la cintura de aquel enigmático hombre, listo para entregarse por completo.

Para Sebastian tocar la frágil y desconocida piel del joven era como tocar la mas fina seda tan suave, tan tersa, y mas aún, era tocar el cielo. Sus manos cobraron vida propia al acariciarlo, quería grabarlo en su mente y así penetró aquel cuerpo ahogándose en la gloria, en cada embestida sentía oleadas de placer que nunca había sentido con la que se hacia llamar su esposa, ni con ninguna persona antes de ella.
Durante un largo tiempo que se perdió en el infinito ambos cuerpos se fundieron en un vaivén que rosaba sus cuerpos transportandolos al paraíso, uno dentro del otro sus corazones latían a un mismo ritmo, el éxtasis era tal que se convirtieron en una sola persona. El momento estaba cerca, el joven de cabello azul añil sentía desfallecer de placer. Era la primera vez que disfrutaba de un encuentro, y aunque pareciera estúpido porque se trataba de un extraño, era la primera vez que se sentía deseado, protegido, respetado y amado. Este extraño hombre le trataba tan diferente que no le lastimaba. Al contrario le trataba con delicadeza, no le hacia hacer cosas extrañas ni denigrantes, sino que le hacia sentir placer, un placer que que pensó nunca experimentaría con ningún hombre o mujer si alguna vez escapaba de aquel infierno, pero no, él era diferente a los demás, él le embestía lenta y sensualmente mientras dejaba un camino de besos por su cuello, sus manos dejaban un camino de caricias por su pecho hasta sus muslos.

Lastima que solo fueran un par de desconocidos jugando a amarse, el joven quiso tener una cosa de él, lo que fuera, algo que solo le pertenecería a él y nada más a él. Entonces se le ocurrió que eso podría ser posible, y se trataba solo de una cosa: su nombre, quería gritarlo cuando el momento llegara.

— ¿Co-como te llamas? — preguntó entre suaves jadeos.

—Sebastian…— respondió el hombre con voz ronca y pausada debido a la pasión del momento.

El joven de mirada azul, sonrió, al menos tendría algo de él, algo que le perteneciera, algo que podría guardar en secreto como un tesoro, sin atreverse a pedir más. Porque de seguro hombres como aquel, estaban casados y con familia… Algo que le había sido negado a él desde aquel momento que entró a ese infierno. El hombre de cabellos negros aumentó el ritmo y el joven llegó a cielo gritando fuertemente mientras enterraba sus uñas en la espalda de su amante.

-¡SEBASTÍAN!- gimió de placer.

Para Michaelis el escuchar su nombre en un gemido le fue tan sensual que también llegó al clímax cayendo rendido sobre el pecho del joven todavía con oleadas de placer. Después de jadeos y respiraciones entrecortadas el hombre se quiso separar del chico, pero el lo impidió.

—Por favor aun no — rogó — quédate un instante mas así, te lo pido.

Sebastían al ver la silenciosa suplica en sus cálidos y profundos ojos azules accedió, además él tampoco quería separarse, al menos aun no. Y así pasaron los minutos y ambos amantes cayeron rendidos en los brazos de Morfeo con una sonrisa plasmada en sus rostros.

El hombre de ojos rojos fue el primero en despertar y se encontró que el chico había pasado la noche debajo de él. Pensó que no debió de ser muy cómoda esa posición y menos aún para él que se miraba tan frágil y pequeño. Al levantarse sintió como el joven se removía de entre las sabanas pero siguió dormido, por alguna extraña razón no quería despedirse o lo que fuera que se hiciera en estos casos ya que era la primera vez que, por decirlo de una manera, utilizaba esos "servicios".
Se duchó y se vistió rápidamente, pero antes de irse decidió dejarle una generosa cantidad al chico y así se marchó de nuevo a lo que era su hogar.

Victoria le estaba esperando en la sala, estaba furiosa porque su marido no había llegado a dormir y eso le fastidió. ¿Dónde estaría a estas horas para no llegar? Y al verlo entrar lo primero que se le ocurrió fue lanzarle una serie de preguntas de manera indignada.

Sebastían al entrar a su casa la miró con indiferencia y lo primero que escuchó fueron los fastidiosos gritos de su mujer en un interrogatorio masivo por saber en donde había pasado la noche. Las preguntas se arremolinaban alrededor de su cabeza, desde el típico ¿donde estabas? Hasta llegar al ¿Qué hiciste anoche?. Michaelis se limitó a decir un simple y seco.

-Salí.

Victoria no era demasiado brillante en esos temas, pero sabia que no debía hacer fastidiar a su esposo si quería seguir con esa lujosa vida a la que estaba acostumbrada. Así que dejó el interrogatorio para después que estuviera mas calmado.



Pero al cerrar los ojos de pronto empecé a imaginarme,
Que eres tu la que estaba en mi lecho y no pude aguantarme,



Desde el descubrimiento de la traición habían pasado cuatro meses, para Sebastían Michaelis no fue nada fácil ya que cada que salía de su casa imaginaba que Claude estaría allí, aunque por una extraña razón no le dolía tanto como imaginaba.

Con el paso de los días ya ni siquiera tocaba a Victoria, hasta que la extravagante rubia le reclamó un poco de atención de su marido. Para Sebastían no fue fácil, al principio se sintió extraño y lleno de repulsión cuando empezó a besarle quería alejarla de él. Pero en el instante que cerró los ojos imagino al joven de mirada azul del bar y miles de sensaciones le embargaron, sus besos se tornaron tan dulces, tan tiernos y tan apasionados que Victoria no desaprovechó la nueva faceta de su marido. Pero Michaelis no miraba a Victoria, si no al joven de ojos zafiro y le hizo el amor como tantas noches deseo hacérselo a él después del encuentro que sostuvieron aquella vez.

Al llegar la mañana Sebastían se despertó con una enorme sonrisa plasmada en su varonil rostro y la sensación de un cálido cuerpo desnudo a su lado. Pero al mirar el cuerpo que estaba a su lado, sus ojos se endurecieron. No era la cabellera azul que el deseaba ver, al contrario era una rubia que le produjo en sentimiento de desprecio.

Ya no soportaba soñarlo y anhelarlo. No le importaba su oficio o que fuera un hombre, porque aquel desconocido hizo más que agradecerle aquella noche, le quitó el dolor de la traición y le robó el corazón, por primera vez se sentía vivo de nuevo. Así que, tomando una decisión se levantó deprisa y se vistió, era demasiado temprano para ir al bar y buscarle, por lo que primero iría al corporativo y después al bar. Las horas pasaron volando y pronto se hizo tarde y con ánimos renovados se dirigió al bar.



Al llegar el cantinero le reconoció al instante, seguro que no era tan fácil olvidar una mirada que casi lo asesina.

— ¿Desea un trago? — pregunto al hombre cuando se acercó.

—No— negó Michaelis —necesito información.
— ¿Información? — Repitió el cantinero — ¿que clase de información busca?.

—No sé... Si me recuerde— empezó a explicar Sebastían—pero hace como cuatro meses que vine a este lugar y me ofreció… compañía— Sebastían Michaelis siempre era directo, pero estas palabras le costaron trabajo pronunciarlas.
—Si le recuerdo amigo— respondió el hombre— como no olvidar esa mirada.

Michaelis frunció el ceño, el cantinero no era un hombre bastante suspicaz, pero si tenía instinto de supervivencia así que cambio de tema.

— Claro, ¿Quiere alguna chica en especial? o la que este desocupada en este momento— el cantinero pregunto como si se tratara de un cliente frecuente pero al ver la cara del extraño hombre que estaba en frente de él pensó que era la primera vez que solicitaba esos servicios— ya veo, es la primera vez que quiere "compañía".

—No— negó rápidamente— bueno, si busco a alguien una joven que estuvo aquí es de cabellera azulina, menuda y de estatura media — explicaba Michaelis mientras le daba la descripción al cantinero.

—Mmm, no recuerdo haber visto a alguien así últimamente y ¿sabe su nombre o como le llaman?.- Sebastían Michaelis en ese momento se dio cuenta que aquel joven no tenia nombre, ni siquiera había se había tomado el tiempo de preguntarle, se maldijo mentalmente por olvidar ese simple detalle. El hombre negó y el cantinero pensó que era un caso perdido buscar a alguien que no tiene nombre. Ya que era muy frecuente que llegaran chicas y solo duraran dos semanas en aquel lugar.

—No creo que la encuentre— le explicó— las chicas que trabajan aquí solo se quedan por temporadas— ante la cara de decepción de Michaelis ofreció la única ayuda que podía— pero hay una opción, puede ir con la chica del fondo— señaló a una rubia— se llama Tanya y ella quizá le pueda ayudar, ella es la que mas tiempo a estado aquí.


Sebastían le agradeció depositando unos cuantos billetes sobre el mostrador. Con paso rápido se dirigió hacia la rubia que al verle sonrió. Era muy apuesto el tipo que se acercaba a ella, así que no desaprovecharía la oportunidad, muy pocas veces tenia la suerte de toparse con sujetos guapos.

—Buenas tardes ¿podemos charlar? — preguntó Sebastain con caballerosidad mientras tomaba asiento.

—Claro, ¿de que quieres charlar cariño? — respondió sensualmente la rubia mientras le guiñaba un ojo.

—Necesito información— contestó secamente el hombre— y me han dicho que tú puedes dármela.

La rubia frunció el ceño, era la primera vez que pedían algo más que solo su compañía.

—No lo creo amor, así no funcionan las cosas.
Sebastian sonrió de lado y entendió a lo que se refería la sensual mujer, el era un hombre de negocios —¿Cuanto quieres?.
Los ojos de la chica se abrieron enormemente y sonrió, al menos el tipo era inteligente. —Lo de la jornada y diré lo que quieras.

Michaelis volvió a sonreír era mas fácil de lo que había pensado. Después de media hora de descripción por parte del empresario y unas tantas negativas por parte de la chica. Sebastían Michaelis partió del bar.
Así que si conocía a la chica y se hacia llamar "Sky" y no había vuelto a verla por esos lugares.

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