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Zatión y Zalión. por KeikoHikari

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-         Z-Zalión... ¿Qué te ha...? – Él me interrumpió pasando por mi lado.

-         ¿T-Tienes alcohol? – dijo desplomándose delante de mí.

-         ¡Zalión! ¿Estás bien? – Al cogerlo entre mis brazos, me olió y sonrió.

-         Has estado con él... – murmuró.

-         S-Sí bueno... Se puede decir que sí... Vino a ayudarme, pero eso no me interesa, hay que curar todas estas heridas. Zatión y tú tenéis una saliva que sana las heridas, ¿no es así? ¿Por qué no sanas?

-         Esa bruja me ha hecho algo. ¿Vuelvo a ser un humano normal?

-         Hay que llevarte a un hospital, Zalión estás hecho unos zorros. Voy a por el alcohol para desinfectarte las heridas. – Volví con el bote y le advertí. – Esto te va a escocer...

-         Escuece... – Repitió.

-         Te lo dije, eso es signo de que está haciendo efecto. Y ahora explícame... ¿Cómo, cuándo y quién te ha hecho todo esto?

-         Sharmin me dio una paliza anoche por haber estado contigo.

-         ¿¡Y aún así vuelves aquí!?

-         Me gusta, ¡ah!, tu compañía... Ay... – se quejó.

-         Perdona, ¡pero no te muevas! Necesito más vendas, ya vengo. – Regresé con más vendas y me encontré a Zalión durmiendo. Le vendé como pude, le di un beso en la frente y me acosté en mi cama.

 

Y así acababa aquel ajetreado día. Me desperté de una pesadilla, soñaba que corría detrás de una sombra que jamás podía alcanzar con una manada de lobos asesinos pisándome los talones. Mi corazón palpitaba deprisa y estaba sudando. Parecía como si de verdad hubiera recorrido todo ese camino. Busqué a Zalión con mi vista, no estaba donde yo lo había dejado la noche anterior. Estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, su mano derecha rodeando su barriga y la izquierda apoyada en el suelo. Su cabeza estaba ladeada, tenía la boca entreabierta y oía su respiración, que relajación me entraba al oírle. Me daba pena verlo en aquel estado, pero seguía siendo mono incluso con unos arañazos en la cara.

-         Que rostro más delicado... – murmuré. – Podría pasar toda la vida admirándole... - En seguida él abrió los ojos. – Buenos días dormilón.

-         M-Me quedé durmiendo... L-Lo siento...

-         No te preocupes, pude vendarte, tardé un poco más, pero pude hacerlo. Estabas cansado, es normal que te quedaras durmiendo. Me gusta verte dormir. – dije sonriendo.

-         Noto cuando me miras, me siento..., observado. Aun que a mí también me gusta verte dormir. Adoro tus ronroneos por las noches. – dijo apartando su mirada. Yo reí.

-         Y, ¿cómo te encuentras hoy? ¿Notas dolor o alguna otra cosa?

-         Siento mi cuerpo condolido, pero estoy bien, con tu compañía pronto estaré curado.

-         Me siento halagado. Voy a por el desayuno, espérame aquí. ¿Quieres un vaso de leche caliente? – Él asintió con la cabeza. Baje las escaleras y le pedí a mi madre que nos preparara el desayuno, ella lo hizo encantada y yo lo subí a mi habitación. Allí lo tomemos muy a gusto y me contó la historia de su collar.

-         Oye Rayne, ¿te acuerdas de este collar? La historia que te conté sobre él es mentira. Me lo regaló Sharmin, la ‘S’ viene de ‘siervo’, no de sexy ni nada de lo que te dije. – explicó.

-         ¿Siervo? ¿Por qué? – pregunté.

-         Es lo que soy para ella. Tan solo obedecía órdenes estúpidas, estoy tan arrepentido.

-         No pienses en el pasado, ahora ya no la obedeces.

-         Y mírame como estoy por no hacerlo. Ahora ya no sirvo para nada...

-         ¡No digas eso! ¿Eres estúpido? Quizá estés débil ahora, pero es normal, mírate, tu cuerpo parece el muñeco de prueba de los espadachines. – objeté.

-         ¡Rayne! – llamó mi madre. – Me voy a trabajar, nos vemos esta noche. Adiós cariño.

-         ¡Hasta esta noche mamá! – exclamé desde el pasillo.

-         ¿Tu madre ya no regresa hasta la noche? ¿Te quedas solo hasta que ella regrese...?

-         Sí, mi madre es enfermera y tiene que estar en el hospital hasta que el turno sea nocturno y vengan a sustituirla. Siempre ha sido así. Pero bueno, no tengo miedo a estar solo, estoy acostumbrado.

-         Vaya... No lo sabía.

-         No suelo contar estas cosas. Bueno, Zalión, tengo que cambiarte esas vendas. – Se quitó las viejas y yo le puse las nuevas.

 

Seguimos charlando durante la mañana, hice la comida para los dos y por la tarde fui a hacer la compra. En el camino encontré una caja cerrada en medio de la calle. Me paré frente a ella y la abrí, dentro de ella había 3 gatitos pequeños, alguien los habría abandonado allí. Era normal en mi pueblo ver cosas así. La gente abandonaba los animales como si fueran basura y yo no soportaba. Cogí a los tres gatos y los llevé a casa. Cada uno era de un color, uno era blanco totalmente, otro negro con las puntas de las patitas, la barriga y el hocico blancas; y el último era marrón claro. Al llegar a casa con los tres gatitos que maullaban sin parar Zalión se asustó.

-         ¡Gatos! Odio los gatos. -  exclamó subiéndose a una mesa.

-         No te subas arriba de la mesa... – dejó a los gatitos en el suelo. Y fui a la cocina a por la botella de leche y traje tres recipientes para poner la leche. – Miss, miss, venid aquí pequeños.

-         ¿Qué haces? – curioseó.

-         Les estoy dando un poco de leche, están hambrientos, ¿no los oyes maullar sin parar?

-         Zalión estos pequeños te van a quitar protagonismo, tengo que estar atento de ellos. Necesito un nombre para cada uno, a ver, a la blanca la llamaré Sorata, ya que es una hembra, al negro y blanco que es un macho lo llamaré Tom, y a la marroncita la llamaré... ¡Shiro! No espera, la llamaré Ukio, o Agatha... Pero me gusta más Mia. Puede que le pegue Kitty. Quizá le resalte más Luna, pero Kira suena tan... gatuno. ¡No, no! ¡Cake!

-         ¡Ponle el que sea! Tan solo son gatos...

-         ¿A lo mejor le pega Sombra? ¡Ah, estoy hecho un lío! ¡Ayúdame Zali! – rogué de rodillas.

-         ¿¡Eh!? ¿Desde cuándo acortas mi nombre? No voy a ayudarte a ponerle nombre esas bestias con garras.

-         ¡Vamos, no seas malo! ¡Ayúdame! Venga, haré lo que me pidas, pero ayúdame, te lo ruego.

-         Está bien. Te ayudaré a cambio de que me beses.

-         ¿Huh? Y, ¿por qué debería de besarte?

-         Porque quieres que te ayude a ponerle un nombre, ¿no? Pero si no quieres te dejo que te calientes la cabeza para escoger el nombre. Bueno, me voy a tu habitación a descansar un poco.

-         ¡Espera! – Le cogí de la muñeca y lo lancé contra mí, le agarré del contorno de la cara y lo besé con fuerza. Después él me agarró de la cintura pidiéndome más., pero yo me aparté, solo tenía que besarle, no que mi lengua se adentrara en su boca.

-         ¿Por qué no utilizas tu lengua? Es mejor cuando está en mi boca.

-         No lo has pedido, solo tenía que besarte, nada de besos con tornillo.

-         Has sido más listo que yo – dijo riéndose. – Soy un hombre de palabra así que, ponle Ukio.

-         ¿Ukio? Suena a macho, pero a lo mejor dándole otra entonación no se nota. Está bien, tú pequeñita serás Ukio. Estoy tan contento.

-         Le has puesto nombres sin saber si te los puedes quedar. Tienes que preguntarle a tu madre.

-         ¡Ella me dejará! Estoy seguro de que si le rue... - Alguien llamó a la puerta de mi casa. Al abrir la puerta me sorprendí. Aquel chico que había querido ayudarme ahora estaba plantado delante de mí otra vez. - ¡A-Andrew! ¿Cómo sabías donde vivía?

-         He preguntado por ahí, quería hablar contigo. ¿Puedo pasar? – preguntó sonriendo.

-         C-Claro, pasa... Gracias por preocuparte por mí. Este es...

-         ¡¡Tú!! ¿¡Qué estás haciendo aquí!? – me interrumpió Zalión.

-         V-Vaya, no me esperaba encontrarte aquí – dijo Andrew con una sonrisa pícara en su boca.

-         ¿Eh? ¿Vosotros dos os conocéis? – curioseé desconcertado. Al parecer aquellos dos no se llevaban muy bien. Me parecía que aquella noche iba a ser algo movidita.

Notas finales:

¡No os olvidéis del review! :D

Unbeso ^^

Gracias por leer :)


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