Con el primero que quería hablar era con Zalión, estaba segura de había sido él, el causante de todo lo que le había pasado a Julien. Salí a la calle, cabreado, todo me cuadraba, a Zalión le enfadaba el hecho de que Julien, violándome, me había quitado mi virginidad, y lo pagó agrediéndole, hasta dejarle a un paso de la muerte. Entendía su posición, pero me daba rabia que él le hubiera atacado y obviamente habría sido bajo el aspecto del lobo. No me lo podía creer, hasta ese punto era capaz de llegar...
Anduve por la calles buscándolo, mirando en todos los callejones, por mi casa, cerca del instituto, y al final lo encontré en un antiguo campo de fútbol hechado sobre la hierba. Notó mi presencia y se despertó, acto seguido, se levantó. Antes de que empezara a hablar, le dí un guantazo.
- Deja de actuar por mí, ¡yo sé lo que tengo que hacer! – exclamé furioso.
- D-De qué estás hablando... – respondió.
- ¡Sabes perfectamente a lo que me refiero! Hace un mes, el hombre que me violó, lo atacaste después de que me violara, ¿verdad? – Él bajó la mirada, y mostró sus dientes.
- Se lo tenía merecido – murmuró.
- ¡Eres un imbécil! ¡Has estado a punto de matarlo, insensible! Si a ese hombre le pasara algo, todo recaería sobre mi conciencia...
- ¡Lo hice por ti! – gritó.
- ¡Deberías de habérmelo consultado!
- ¿¡Por qué debería de hacer eso!? Le di su merecido, nada más.
- Ese hombre me tiene miedo, lo visité en el hospital, no me dejó acercarme a él; está muy destrozado. Me sentí muy triste al verlo allí, todo magullado. Y todo por tu culpa... Sé que lo hiciste por mí, pero aun así, deberías de pensar más las cosas, antes de hacerlas... – dije dándome la vuelta. – No quiero que vuelvas a acercarte a mi casa hasta que recapacites...
- Espera. – dijo agarrándome por el brazo. - ¿Te estás oyendo? Ese hombre te hizo daño, tú no le había hecho nada a nadie, ¡era injusto!
- No decidas por mí... – Solté mi mano, pero me abrazó por detrás con fuerza. - ¡S-Suéltame!
- No pienso soltarte nunca. Mi deber es protegerte, ¿acaso no estamos saliendo?
- ¡Nunca me preguntaste o dijiste algo sobre eso! – exclamé.
- ¡Pensé que era obvio!
- ¡Pues no lo era! – prorrumpí, soltándome de sus brazos.
- Lo sient...
- ¡Cállate! – solté. Sin ver su rostro salí corriendo del campo, con las lágrimas a punto de florecer de mis ojos. Me dirigí a la casa de Seine, quien me acogió amablemente. Estuve llorando sobre su hombro unos minutos, hasta que me aconsejó darme un baño caliente. – M-Muchas gracias Seine... No sé lo que haría sin ti...
- No te preocupes – dijo sonriendo. - No me gusta verte llorar... ¿Quieres una cerveza?
- C-Claro... – Trajo dos cervezas, una para mí y otra para él. Al anochecer ya me había tomado 5 y empezaba a estar sobrio.
- R-Rayne... Has bebido mucho... Suelta esa botella, vamos... Dámela...
- N-No quiero... Eres muy guapo Sine, ¡hip! Y e-estás fuerte t-tío...
- Ya estás empezando a decir tonterías. Vamos, dame la botella. – repitió.
- ¡Que es mía!
- Y mi nombre es Seine... Que mal te sienta emborracharte.
- No egstoy borracho, e-egstoy sobrio, ¡hip!
- Has empezado a hablar raro. No te pienso dar más alcohol.
- Sine, bésame. – pedí.
- ¿¡Q-Qué estás diciendo!? ¡Que me llamo Seine!
- ¡Jállate, ge me beses! – grité.
- Está bien, está bien... – Agarró mi barbilla y me besó.
– Méteme la lengua, jiero ge tu lengua egsté en mi boca o si no, te pegaré.
- ¿Ya empiezas con la violencia? – preguntó. - Tienes el rostro rojo de lo borracho que estás.
- Ge me beses jon lengua y jállate. – Murmurando algo se acercó a mi boca. Yo la entreabrí, giró su cabeza, nuestras bocas se encontraron y empiezan una lucha con pasión, apoyando a penas la lengua en los dientes. Mordiéndonos los labios, rozando nuestras lenguas, etc. Un beso de 10. Después de todo, me miró esperando una respuesta. Yo me senté encima de él, moviendo desenfrenadamente mis caderas, besando su cuello a la vez que él me moría la oreja.
- E-Esto no e-está bien, Rayne... – Me quité la camiseta. – E-Es la primera vez que toco tu espalda desnuda...
- Disfrútame, hazme lo que quieras... – Musité.
- R-Rayne... – Después de observar mi cuerpo se quitó la camiseta, me acostó en el suelo y se lanzó a mi pecho.
Al tiempo los pantalones y demás, volaron. Jugó con mis pequeños botones rosas, después descendió. Un placer inmenso invadió mi cuerpo. Mientras, yo le tocaba, primero suave, para empezar. Le mostré el mundo de la penetración, comenzó a gemir, pero como vivía en una casa, no había problema.
No quería parar, ni yo tampoco, nuestros cuerpos comenzaron a sudar, él hundía sus manos en mi cabello mientras me besaba. También jugó con pellizcos y pequeñas palmaditas.
Nos duchamos juntos, donde proseguimos debajo del agua. Vaya nochecita, pero a la mañana siguiente no había instituto, no teníamos nada que temer. Después de la ducha, quedamos bien limpios, con algunas señales rojas por nuestros cuerpos.
Me puse ropa de Seine para quedarme a dormir allí, y tardé cinco minutos en dormirme, después de acostarme en el sofá. A la mañana siguiente, tenía un dolor de cabeza increíble. No recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior, ni de por qué estaba en casa de Seine. No llevaba mi ropa, y mi cuerpo sentía un pequeño dolorcillo en el trasero, pero a penas notable. De repente entró Seine a la habitación con una taza entre las manos, el olor a café entró a la habitación.
- Buenos días, Rayne. – dijo sonriendo.
- B-Buenos días...
- ¿Cómo se encuentra tu cuerpo? – preguntó.
- E-Eh..., bien, genial... Aun que me duele la cabeza...
- Es normal, anoche te emborrachaste después de haberte bebido 5 botellas de cerveza...
- ¿¡Yo hice eso!? N-No recuerdo nada. – solté.
- ¿No recuerdas nada? Eso es un problema, aun que es mejor así... – dijo riéndose.
- O-Oye, ¿por qué llevo tu pijama? ¿Qué hago en tu cama? Mejor dicho..., ¿qué pasó anoche?
- Anoche empezaste a hablar raro, y te tiraste encima de mí, pidiéndome que te besara con lengua a gritos. Si no lo hacía ibas a usar la violencia, típico en los borrachos, así que, lo hice. Pero la cosa se nos fue de las manos, nos dejamos llevar y al final nos acostamos.
- ¿Quieres decir que...? Yo..., hice..., eso... Oh no... ¡L-Lo siento, Seine! – exclamé. Él rió.
- No te preocupes. Empezaste a llamarme ‘Sine’, fue realmente gracioso, tendrías que verte en ese estado. Fui gentil contigo... – soltó, cucándome un ojo.
- ¡S-Será mejor que me vaya! Yo..., lo hice contigo... ¡Es vergonzoso! Lo siento de verdad... Era un momento de bajón..., y...
- No lo sientas... Me gustó. – dijo acercándose a mí.
- Seine... – Antes de que pudiera decir nada, me besó. Y de repente, alguien tocó el timbre.
- Quizá sea tu madre, llamó esta mañana para preguntar por ti, le dije que te quedaste a dormir y posiblemente te ha traído ropa limpia, así que, ábrele tú. – Yo obedecí, pero al abrir la puerta, no era mi madre.
- ¡¡Zatión!! ¿¡Qué estás haciendo aquí!? – grité.
- ¿¡Dónde está tu amigo!? ¡Tú! ¿Qué le has hecho? – preguntó enfadado mientras se acercaba a él dispuesto a pegarle.