- ¡O-Oye Zatión! – Se lanzó contra Seine y le agarró de la camiseta, dispuesto a asestarle un puñetazo, pero yo le agarre el brazo y tiré de él hacia atrás.
- ¡Te voy a matar! – exclamaba Zatión.
- ¡Ya basta! ¡Detente! – Me puse delante de Seine y yo fui el que se llevó el regalo. Por ponerme en aquel sitio me pegó a mí en la cara. Ya que el golpe fue en la mejilla derecha, caí hacia el izquierdo por el golpe.
- ¡Rayne! – gritaron los dos a la vez.
- Todo esto es por tu culpa. – le dije Zatión a Seine. Después se enzarzaron en una pelea. Yo me levanté del suelo.
- ¡¡Queréis parar ya!! – Cogí a Zatión de la mano y lo llevé a la terraza del edificio. - ¿Para qué has venido?
- Quería saber como estabas...
- ¡Mentira! Sabías que estaba con Seine... Has hablado con tu hermano, ¿verdad? – Él evitó mirarme a los ojos y se quedó en silencio. – Vete de aquí.
- P-Pero...
- ¡Cállate y haz lo que te digo! No quiero volver a verte, has agredido a mi mejor amigo sin saber nada de él. – solté dándole la espalda.
- ¡Vine porque escuché gritos! Te oía gritar o algo parecido, pensaba que te había pasado algo y te busqué, pero lo único que me encontré fue a ese amigo tuyo encima de ti. Pensaba que te estaba haciendo daño, pero entonces recordé que tú me dijiste que querías tiempo a solas y no entré.- explicó.
- Anoche me emborraché, me pasé con el alcohol y acabé acostándome con Seine. – Me di la vuelta para ver su cara.
- Que estás diciendo... Tú y yo...
- ¿Tú y yo? Te recuerdo que no estamos juntos por lo cual puedo acostarme con quien quiera... – respondí cruzándome de brazos.
- No lo hagas más, por favor. – murmuró agachando la cabeza. – Me hace sentir raro.
- Bienvenido al mundo de los celos, Zatión. – Vi su cara de tristeza y me sentí mal por mis palabras, así que lo abracé. – Lo siento...
- Un día me prometiste que íbamos a estar juntos...
- No me lo reproches... S-Será mejor que vuelva... – dije dándome la vuelta, enseguida sentí cómo Zatión me agarró de los brazos por detrás y apoyó su cabeza en mi espalda.
- No vuelvas, te lo ruego... Quédate conmigo... – me susurraba. – Se me partía el alma, pero tenía que dejarlo, había tomado una decisión.
- Tengo que ir, adiós Zatión. – Lo sentía, lo sentía mucho, pero debía dejarlo, ahora tenía que ocuparme del asunto con Seine. Cuando aparecí por su casa estaba vistiéndose.
- Madre mía Rayne, se te ha hinchado la mejilla derecha. – dijo impactado al verme. Yo puse mi mano en la mejilla.
- A-Ah... Es normal, me ha dado con todas sus fuerzas. En parte me lo merezco por cometer tantos errores.
- Cometer errores es bueno, así aprendes... Dicen que cometiendo errores es la mejor forma de aprender. – Me agarró de la mano y me llevó a la cocina. – Toma, póntelo en la cara, es hielo, te bajará la inflamación. Por ahora es lo único que puedo hacer.
- Está bien, me tumbaré en el sofá por unos minutos si no te importa Seine. – Él asintió, como tenía que hacer unos recados, salió de casa.
Me quedé solo en su casa, me dormí con el hielo encima de mi cara. A la hora me desperté, la hinchazón casi había desaparecido pero estaba empezando a salir un moratón. Ordené la habitación de Seine, y me volví a sentar en el sofá, no tenía nada que hacer hasta que un ruido cerca de la ventana llamó mi atención. Giré mi cabeza y vi un chico sentado en el balcón de Seine, tenía unas orejas y una cola de gato, era rubio y tenía los ojos verdes. Abrí la puerta, al ponerse de pié pude decidir que era de mi edad o un año menor. Aquel chico entró a la casa de Seine y lo curioseó todo, después se quedó observándome sonriendo y moviendo el rabo. De pronto oí una voz reconocible a kilómetros.
- ¡Rayne cariño, cuanto tiempo! – exclamó Sharmin que entraba por la ventana.
- S-S-S-Shar..., min... – balbuceé confuso.
- ¡Qué bien, te acuerdas de mí! Estoy feliz, Rayne. – dijo riendo.
- ¿Qué quieres, Sharmin? – pregunté. – Ninguno de los gemelos está aquí, estoy desarmado, puedes hacerme lo que quieras.
- Tranquilo, ya te di tu lección con Julien, y antes de que lo preguntes, sí, le mandé yo, tan solo fue para darle algo de vidilla a tu vida. ¿Te gustó?
- ¿Qué quieres Sharmin? – repetí.
- Oh, ya sé, quiero presentarte a alguien... ¿Sabes quién es él? – dijo señalando al chico que había entrado antes que ella.
- Parece que le caigo bien, y me suena de algo, pero ahora mismo no te sabría decir...
- Es uno de esos gatos que te encontraste en la calle, lo he transformado en un humano. ¿Te gusta?
- ¿¡Tom!?
- ¡Miau! – exclamó Tom acercándose a mí y lamiendo mi mano.
- Mi pequeño revoltoso, que te han hecho... – dije acariciando su cabeza.
- Ya que tú me quitaste a mis perritos, decidí quitarte a los gatos... Te las estoy devolviendo todas Rayne.
- ¡Eres una bruja! Devuélvele a su estado anterior, quiero que vuelva a ser un gato...
- Está bien, está bien... Pero a cambio de que tú vengas conmigo a mi castillo, quiero usarte de cebo para que mis preciosos gemelos vuelvan a mi lado. – soltó.
- No van a ir a por mí... – murmuré. Sharmin mostró un rostro de desconcierto. – Me he portado muy mal con ellos, les dije que no quería volver a verlos por muy en peligro que pudiera estar...
- Vaya, vaya, peleas entre los amantes... Eres muy malo Rayne, te acuestas con tu amigo estando saliendo con uno de mis pequeños y siendo ‘amante’ del otro... Eres muy cruel, pero ellos son más tontos aún y siguen viniendo por ti. – refunfuñó mirando hacia la puerta. De pronto, entraron los dos hermanos, llenos de rabia.
- ¡Sharmin, te dije que no volvieras! – gritó Zatión.
- ¿¡Qué quieres de nosotros!? – preguntó Zalión.
- Chicos... – balbuceé.
- Rayne, eres todo un afortunado, tienes a unos bombones colados por ti. Bien, y ahora que estamos todos reunidos, quiero haceros un trato, ¿os parece bien? – Dio un chasquido y algo me enredó y me paralizó.
- ¿¡Qué es esto Sharmin!? – pregunté enfadado.
- Tranquilo Rayne, tan solo es para asegurarme de que no te vas a escapar. – Apretó más, lo que parecían ser unas cuerdas que rodeaban mi cuerpo y yo grité por el dolor. Los chicos mostraron rabia e ira a la vez.
- ¡Suéltalo! – gritó Zatión.
- Calma, calma, mis pequeños lobos. Mi propuesta es simple, yo desaparezco de tu vida Rayne, a cambio de que me devuelvas lo que es mío. – Sabía que se refería a Zatión y Zalión, pero no podía dejar que se los llevara.
- N-No p-puedes..., llevártelos – dije dificultosamente mientras las cuerdas me ahogaban. Los chicos estaban impacientes, querían ayudarme pero Sharmin les hizo un gesto, con el cual quedaba claro que como se acercaran, acabaría conmigo.
- ¿Todavía tienes fuerza para hablar? Posees más valor del que creía Rayne. – Dio otro chasquido, las cuerdas desaparecieron y respiré con ansias. – Muy bien, lo dicho Rayne, me los voy a llevar, ¿qué te parece? – Me pude levantar ayudándome de Tom.
- He dicho..., que no..., ¡te los vas a llevar! – exclamé.
- Eres estúpido, pero te voy a ayudar, mataré a estos seres que tanto amas... – Acarició la cara de Zatión. – Delante de tus ojos, sufrirás el dolor que un día yo sufrí cuando me quitaron lo que yo más quería... Y comenzaremos por... El traidor. – dijo señalando a Zatión. Por sus gestos pude comprobar que estaba paralizado tanto como Zalión. Sharmin se plantó delante de él, yo apenas podía moverme, transformó su bastón en una espada pequeña y arañó el rostro de Zatión.
- ¡Detente Sharmin! ¡Déjalo! No le hagas nada, por favor... ¡Él no tiene la culpa! – gritaba desesperado.
- ¿Estás preparado para morir? – le preguntó Sharmin.
- No te tengo miedo, Sharmin. – respondió Zatión.
- ¡No Zatión!
- Está bien pequeño, despídete del mundo – pronunció Sharmin, seguidamente clavó la espada en el estómago de Zatión.
- ¡No! – Me arrastré hasta el cuerpo de Zatión que estaba tirado en el suelo.
- Duele, ¿verdad Rayne? Solo te durará unos años, luego encontrarás a otra persona y te olvidarás de él. Zalión te vienes conmigo. – Después desapareció, en ese momento, Tom volvió a ser el gato que solía ser.