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Zatión y Zalión. por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Aquí teneis el ansiado capítulo 6 :D

Un beso mudo, parecía que no había nadie alrededor ni tampoco en la calle. Estábamos solos, en mi balcón, con nuestros labios pegados, yo lo cogía de la muñeca y él estaba cogido a la balaustrada.Abrí los ojos, él también los tenía abiertos, parecía impactado, cuando le miré apartó la mirada de mí  y separó sus labios de los míos.

-         Te lo debía – respondí intentando que me mirara.

-         Te estás equivocando, yo no soy como él – murmuró mirando al suelo.

-         ¿Qué estás diciendo? – pregunté, no le había entendido, no sabía a qué se refería.

-         No puedes tratarme como a él, ¡yo no soy segundo plato de nadie! – y cuando terminó de pronunciar la última palabra saltó y se adentró en el bosque.

-         ¡Zatión, espera! – entré a mi habitación, bajé las escaleras, salí a la calle en dirección al bosque, quería encontrarlo y que me aclarara lo que acababa de pasar.

 

Al llegar allí no lo encontraba, estaba empezando el atardecer y la luz no era la misma. De repente, encima de una piedra avisté a alguien que estaba acostado sobre ella.

 

-         ¡Zatión! – exclamé. Parecía él, un chico, sin camiseta, con los pantalones de color verde oscuro con arañazos y agujereados por todos los lados, una perfecta constitución de cuerpo y ese pelo castaño brillante, no tenía duda hasta que vi que no llevaba la venda. - ¿Qué has hecho con la venda? ¿Por qué te la has quitado? – Él se irguió y me miró.

-         Acércate. – Yo le obedecí.

-         Y ahora respóndeme.... Te dije que no te la quitaras y no me has hecho caso.

-         Me molestaba – dijo levantándose de la piedra y colocándose en frente de mí.

-         A-Ah... Pero las cicatrices también han desaparecido.

-         Te dije que podía curarme solo.

-         C-Cierto – balbuceé. – Bueno solo era eso...

-         Yo te gusto..., ¿verdad? – interrumpió.

-         ¿¡A qué viene eso!? – exclamé más rojo que un tomate.

-         Me acabas de besar, ¿no es así?

-         P-Pero... – y antes de que pudiera hablar me cogió de la cintura y me acercó a su cara, poco a poco fue deslizando su mano hacia abajo.

-         Y... ¿por qué no me vuelves a besar?

-         ¿Q-Qué estás haciendo? Antes te ha sentado mal, no quiero que vuelva a suceder – justifiqué nervioso.

-         Me ha gustado, no volverá a pasar.

-         O-Oye Zatión, estás raro, ¿qué te pasa? No sueles ser así de lanzado. – pregunté curioso, parecía diferente.

-         Deja de hablar, hablas mucho. Yo te callo. – me cogió de la cintura y me dio un tierno beso en los labios, después me miró, se levantó y se echó en la hierba, me cogió de la muñeca y me lanzó contra él. - ¿Tienes frío?

-         U-Un poco, aquí hace más frío que en mi casa, además está anocheciendo...

-         Acurrúcate en mi pecho, así no notarás el frió, los lobos tenemos más calor corporal que los humanos. – explicó.

-         Quién me iba a decir a mí que me enamoraría de un lobo – murmuré abrazándolo.

-         ¿Qué has dicho?

-         ¡N-Nada! Olvídalo es una tontería...

-         Está bien.

-         Oye Zatión...

-         Dime – respondió.

-         M-Me gustan tus besos – dije ocultando mi rostro en su pecho.

-         ¿Por qué te tapas la cara? Así no puedo verte.

-         Me da vergüenza que me mires mientras te digo eso... Son cosas muy cursis – repliqué.

-         Estúpido – dijo suavemente. Me agarró de la barbilla y me dejó en el suelo, él se puso encima de mí y comenzó a morderme por el cuello.

-         P-Para... Me vas a dejar marca... Zatión estate quieto, d-detente, luego no voy a poder ocultarla... – Mi cuerpo se estremecía.

-         Es lo que intento – Me cogió de las manos para que no me escapara. Al ser medio lobo tenía mucha fuerza y sin darse cuenta me apretaba cada vez más y yo me quejaba pero no me hacía caso, en parte estaba atento a sus mordiscos en mis labios; unos besos salvajes.

 

A la mañana siguiente tenía moratones por todo el cuerpo, principalmente en los brazos, en las zonas donde él me agarraba. Parecía que me habían torturado, tuve que ponerme de manga larga para que nadie se diera cuenta. Me di cuenta de que mi piel era muy sensible y cuando hacías un mínimo de presión en mí, aparecía un moratón a la mañana siguiente.

En mi instituto me preguntaban el porqué de mis ropas de invierno, yo les decía que tenía frío, esperaba que desapareciesen pronto, porque ya empezaba a hacer algo de calor por las mañanas.

A media mañana me topé con el clon de Zatión, ese tal Roosevelt.

-         Vaya, un día me vienes de manga corta y ahora con ropa de invierno. ¿Qué te ha pasado? ¿Te ha entrado el frío de repente? – dijo burlándose de mí.

-         Déjame tranquilo, no tengo ganas de discutir.

-         Vamos a ver. – Me tumbó en el suelo y comenzó a quitarme ropa. Al quitarme la camiseta no se sorprendió de los moratones, si no que se mostró alegre. – Vaya, vaya, hasta los tontos ligan, estos moratones llegan hasta el cuello. ¿Tuviste sexo salvaje?

-         ¿De qué estás hablando? ¡Quítate de encima! Eres un pesado.

-         Con que no me lo quieres decir, eh... Está bien, no me lo digas, pero pagarás por mi silencio.

-         ¿¡Qué!? ¡Jamás! Cuéntalo si quieres, mi vida en el instituto ya no puede estar más destrozada de lo que está... – respondí indiferente, él se levantó de mí y yo me quedé en el suelo.

-         ¿Por qué dices eso? – dijo tendiéndome su mano.

-         Porque es la verdad. – Yo acepté su mano y me ayudó a levantarme. – Gracias.

-         ¡Señorito Roosevelt, acuda a conserjería, por favor! – anunció la conserje por los megáfonos. Cuando se giró avisté algo en su brazo.

-         Me tengo que ir, ya nos veremos.

-         ¡Espera! ¿Qué tienes aquí? – pregunté levantándole la manga de la camiseta del brazo izquierdo. - ¿Una arañazo? No es pequeño; empieza en la muñeca y termina en el codo, ¿cómo te lo has hecho?

-         Un accidente al saltar la valla, pero eso no te incumbe.

-         ¿Tú tienes un hermano? – curioseé. Me vino a la cabeza la idea de que él pudiera ser el hermano de Zatión.

-         No, no tengo hermanos, soy hijo único. No me retengas más, ya sé que te gusto, pero tengo que irme...

-         ¿Tú gustarme? ¿Estás loco? – dije desviando la mirada.

-         Desde ahora me vas a odiar mucho más. – Me cogió de las manos, me arrinconó entre las taquillas y él, y me besó. Yo forcejeé pero no pude hacer nada ya que me tenía agarrado de las muñecas donde llevaba parte de los morados. Cuando me soltó, estaba aturdido y cuando recobré el sentido le dí un guantazo.

-         ¡Idiota! – grité, y en ese día no volví a saber de él porque me alejé todo lo que pude, él se había quedado de pie con una risa pícara en su boca, con una mano en la mejilla donde le había dado.

 

Notas finales:

¿Un REVIEW? TT.TT

Me gusta leer vuestros comentarios, así que seguir dejando, es lo que me motiva a seguir leyendo ^^

Jaa nee' ;D


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