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Desde el principio por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Bueno amores mios, ¿os he dicho ya que os quiero? Si no lo he echo os lo digo ahora, OS QUIERO, muchas gracias por los reviews wapos.

Aqui os dejo la conti de lo de la Akuma no mi

Espero que os guste n_n

 

 

 

 

Doflamingo volvía a su barco después de haberse hecho con el país fácilmente. No había tenido ni que pelear, definitivamente aquello era patético. Aun tenia cosas que hacer en la corte del país: cosas que firmar, cosas que leer, gente a la que amenazar… pero necesitaba volver al barco ya.

 

Había tenido una corazonada la noche anterior de que algo le pasaba a Law y llevaba todo el día de los nervios. Sabía que era una estupidez y que el niño seguramente estaría bien tocándole las narices a la gente como solía hacer siempre, pero necesitaba verle y asegurarse.

 

Y luego volvería a la corte y a la mierda de papeleo burocrático.

 

Diviso al fin su barco amarrado en la costa tal cual como lo había dejado el día anterior y la corazonada volvió en su pecho aun con más fuerza. ¿porque su tripulación parecía tan nerviosa? Acelerando el paso se dirigió directo al barco totalmente alerta y preparado para lo peor.

 

 Al reconocerle a lo lejos su tripulación cundió en pánico y comenzaron a correr de aquí para allá histéricos y dando alaridos.

 

¿Qué cojones?

 

Alguien salió del barco hacia él corriendo y al instante reconoció a la cocinera con los faldones arremangados para poder moverse mejor diriguiendose hacia él. Vale, otro trauma que añadir a su lista.

 

—Joven maestro —murmuró resoplando la señora cuando llegó a su altura, pero el rubio ni se paró a esperarla y siguió andando en dirección al barco. La mirada de la cocinera parecía absolutamente preocupada y Doflamingo casi sintió su corazón saliéndose del pecho.—Law-chan ha...—

 

No necesito escuchar nada más. Con ayuda de sus hilos se lanzó en dirección al barco con la desesperación consumiéndole por dentro. ¿Otra vez? ¿porque nunca era capaz de proteger al chico?. Por favor que no fuese nada grave, que solo fuese una pequeña herida, que solo fuese un resfriado…

 

 Recordó la cara angustiada de la cocinera.

 

Oh dios, tenía que ser grave, a lo mejor se había...

 

Se negó a pensar, sabía que podía romper la poca cordura que le quedaba en aquellos momentos y estallar en una explosión violenta destruyendo la maldita isla y a su maldita tripulación.

 

Law, Law, necesitaba verle.

 

Entrando como una ráfaga de aire violento en la maldita habitación que compartía con el enano rastreo el lugar con la mirada.

 

Law estaba sentado en la cama tranquilamente, con uno de los malditos libros de medicinan que le había regalado entre las piernas y parecía perfectamente normal. El moreno entonces levanto la mirada del libro y se le quedo mirando entre curioso y divertido, con una ligera sonrisa asomando por sus labios.

 

Doflamingo le estudió un momento aun jadeando por la carrera. No parecía enfermo, no parcia tener ninguna herida ni parecía sufrir en agonía ni nada, pero la cara de la cocinera aun seguía grabada en su mente.

 

Cerró la puerta a sus espaldas con delicadeza y se dirigió hacia el muchacho lentamente, como te acercarías a un animal asustado y punto de huir.

 

—¿Que ha pasado?— pregunto con voz calmada y amable a pesar de estarse subiendo por las paredes en su interior.

 

Law le miró confuso, mientras el rubio se arrodillaba enfrente suya a los pies de la cama. Doflamingo llevaba un extraño abrigo rosa de plumas que no le había visto nunca y que hacía daño a sus ojos.

 

—¿A qué te refieres?— pregunto sin entender de lo que hablaba el mayor, que ahora le había tomado de un hombro y se había acercado a él hasta dejar su cara a escasos milímetros.

 

Law enrojeció sin saber porque mirando al otro dudoso y ligeramente alerta por la actitud tan amable y delicada que repentinamente tenía hacia él.

 

—¿Porque toda la tripulación parece histérica?— le pregunté de nuevo serio el mayor con la voz más dulce que la miel.

 

Su mano comenzó a realizar círculos sobre su cuello tranquilizadoramente, como mostrándole que podía confiar en él y se lo podía contar. Law trago saliva. Hacía mucho tiempo que el rubio no le tocaba de aquella manera, se había negado en un principio a dejarle hacerlo, pero ahora que lo volvía a sentir tan protectoramente  se pregunto porque se lo había prohibido en un principio cuando se sentía tan bien.

 

—Ahh eso—comento con voz ligeramente temblorosa volviendo a bajar la vista al libro de medicina ¿porque estaba tan nervioso?— me comí lo que había en esa caja— murmuro señalando la dichosa caja con la calavera.

 

Doflamingo miro la caja fijamente tardando un momento en reconocerla. Era la caja donde había guardado la Ope Ope no mi, la fruta del bastardo que le había quitado la visión y que había vuelto a aparecer en el mundo cuando su dueño había muerto. Le había costado la de dios conseguirla, millones de problemas, amenazas tras amenazas...

 

Y Law se la había comido.

 

Había intentado proteger al menor del mundo cruel que tanto odiaba, que no tuviese que convertirse en pirata, que pudiese vivir una vida feliz y normal.

 

 Y Law se había comido la fruta.

 

Aquello era como pintarle una diana en la frente. Los usuarios nunca eran gente normal, se les perseguía para usar sus habilidades, para venderlos en el mercado negro o se experimentaba con sus habilidades hasta la muerte del infeliz. Eran curiosidades, objetos. Peligrosos, sí, pero algo curioso de lo que alardear frente a tus amigos ricos. Los piratas más poderosos o los marines más retorcidos eran los que tenían frutas del demonio y eran los que corrompían el mundo.

 

Si un usuario conseguía sobrevivir a la caza, a las torturas, al desprecio y odio absoluto que recibían, entonces se convertían en un bastardo que ya no confiaba en nadie. Podías intentar huir, podías fingir que eras una buena persona y que querías ayudar a la gente, pero en el fondo algo salía mal y todo se reducía a lo mismo: matabas en venganza, destruías por placer y la locura parecía no ser tan mala opción a lo largo de los años.

 

Era un circulo de autodestrucción que cada vez crecía mas y que siempre empezaba igual:

 

Empezabas sin querer hacer nada, al principio parecía algo divertido: ¡mira puedo convertirme en fuego! ¡mira puedo volar! hasta que un día hacías algo delante de alguien: salvabas al gato del árbol, apagabas un incendio, detenías la tormenta... y entonces aunque te lo agradeciesen entre lagrimas te empezaban a mirar asustados. La vida seguía su curso durante un tiempo, pero la gente te temía cada vez más, te ignoraban o huían de ti aterrorizados por su creativa imaginación, dejándote totalmente solo y entonces tu, asustado también de ti mismo y creyéndoles totalmente cometías el fallo.

 

Las personas en las que confiabas se volvían contra ti, te perseguían, te vendían o te torturaban con miradas histéricas de pánico. Tu intentabas entonces sobrevivir, huías y te ibas haciendo más fuerte con cada pelea que ganabas, pero a la vez mas gente te odiaba sin razón y te perseguía para matarte, mientras tu destruías y matabas a cambio sin quererlo.

 

Hasta que al final perdías la cabeza y la razón.

 

Hasta que al final te convertías en Joker.

 

Y Law se había comido maldita la fruta.

 

¿Porque nunca podía salir nada bien?¿por qué no podia conseguir que Law fuese normal?

 

Levantándose , dándose la vuelta y alejándose del muchacho apoyo una mano contra la pared intentando controlar su mente que comenzaba a bullir. Su cuerpo tembló y  la pared donde apoyaba su mano estalló por los aires incapaz de contener su pesada rabia.

 

Law en la cama lanzo un sonido de sorpresa mirándole con los ojos abiertos sin entender que pasaba.

 

Pero no era suficiente, su mente había perdido la razón, la jaula donde tenía encerradas aquellas oscuras emociones se había roto dejándolas salir por fin libres. Su visión se volvió roja. Necesitaba destruir, necesitaba matar y vengarse por todo, que el mundo se volviese tan podrido como él estaba. 

 

Alzando un suave puño en el aire, golpeó el armario a su derecha y este salió despedido reventándose en una montaña de astillas y tela rasgada.

 

La sangre le quemaba en las venas.

 

La lámpara a su izquierda estalló en pedazos haciendo que los cristales volaran peligrosamente por el aire en una hermosa combinación de reflejos luminosos.

 

—Doflamingo para—chilló Law cubriéndose de los cristales y levantándose asustado de la cama donde instantes después cayó un trozo roto del techo.

 

Nunca había visto a Doflamingo así, ni siquiera cuando había perdido la vista o peleado contra el peor de sus enemigos se había inmerso en la rabia que se podía adivinar ahora en sus ojos. Y aquello le asustaba, como nunca nada le había asustado.

 

Temblando aterrorizado se acercó al rubio que seguía destruyendo su habitación y le abrazó por la cintura con cuidado hundiendo su cara en la curva de su espalda y en el extraño y suave abrigo de plumas.

 

—Por favor para, por favor—su voz sonó aun más asustada de lo que se permitía admitir que estaba, pero no soltó su agarre sobre el otro ni un segundo.

 

Doflamingo volvió a tomar impulso para dar un puñetazo contra un espejo de oro forjado. Parecía que no le estaba escuchando o si lo hacía entonces no le estaba haciendo caso.  

 

Law tenía que detenerle. Necesitaba detenerle. No le gustaba verle en aquel estado de total autodestrucción y rabia animal, a ese paso se iba a hacer daño otra vez con algo.

 

Y se había prometido que Doflamingo no volvería a hacerse daño por su culpa, que se volvería fuerte y le ayudaría para que aquello no volviese a pasar. Pero seguía siendo demasiado débil, demasiado inocente, demasiado tonto.

 

Y ahora Doflamingo volvía a lastimarse sin que él pudiese hacer nada para evitarlo.

 

Doflamingo avanzó el puño para estrellarlo contra el espejo dorado.

 

 Law gritó cerrando los ojos con fuerza totalmente desesperado.

 

—Para, Doffy para—

 

Volvió a llamarle por el nombre que hacía años que ya no le llamaba. En un recordatorio de la promesa que le había hecho y en el último recurso que se le ocurría.

 

El rubio detuvo su puño a pulgadas del espejo respirando pesadamente. Con cada fibra de su cuerpo vibrando de rabia y su mirada aun teñida de rojo por la ira.

 

¿Porque la voz de Law sonaba tan asustada? ¿Porque le llamaba Doffy de nuevo? ¿Por qué temblaba contra su espalda?

 

Su imagen en el espejo le devolvió su rostro desquiciado y su postura agresiva y tensa. Tenía un corte en la frente, un cristal de la gafa roto mostrando su extraño ojo color blanco transparente y sus respiración parecía la de un toro a la carrera. Sintió sus hilos envolver el barco por completo apretándolo vilmente y haciéndolo crujir peligrosamente.

 

Curiosamente también rodaban el pequeño cuerpo a su espalda listos para mutilar.

 

Law.

 

Los brazos del chico apenas podían rodearle la cintura y su cara se escondía a su espalda apretándole con fuerza, pero el rubio podía sentirle temblando y gimiendo en los primeros indicios del llanto.

 

¿Que había estado a punto de hacer?

 

—Lo siento Law perdóname—murmuró girándose rápidamente, arrodillándose y abrazando a Law posesivo.

 

 El enano se tensó ligeramente partiéndole aun más el corazón, pero al final se dejo hacer demasiado cansado o asustado para resistírsele.

 

 — Lo siento por todo—repitió serió aun intentando calmarse también a sí mismo—pero te prometo que se acabó...esta vez no pienso dejar que nada así vuelva pasar, se acabó— aquello parecía ser su nuevo mantra.

 

Su mano volvía a recorrerle el pelo moreno como hacía cuando era un niño mientras Law escondía su rostro surcado de lagrimas en su cuello haciendo que se odiase a sí mismo. Era una caricia posesiva y casi extraña para ambos. Doflamingo se había olvidado de lo suave que era el pelo del niño, de lo cálido que el gesto se sentía o de lo que le gustaba hacerlo. Law se había olvidado de lo grandes que eran las manos del rubio, de lo protegido y seguro que se sentía en el agarre, de lo que le gustaba...

 

 Law poco a poco dejo de temblar y se relajo inmerso en las plumas rosas y en el calor del otro.

 

—¿Que has querido decir?—preguntó el moreno al cabo de un rato alzando la mirada y observándolo sin comprender, aun con los ojos asustados pero ya tranquilos y calculadores como siempre.

 

Pero Doflamingo no contesto. Simplemente le apretó aun más contra su cuerpo y siguió acariciándole la cabeza como si con aquel simple gesto consiguiese relajarse y volver a enjaular aquella parte de si mismo que tanto odiaba. Se quedaron así un rato, sin hablar, sin moverse, con el cuerpo de uno contra el del otro como si necesitasen recuperar todo el tiempo perdido que llevaban sin hacerlo.

 

Hasta que Vergo entro en la destrozada habitación ya entrada la noche y les miró preocupado entre la montaña de escombros.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

¿Alguien se esperaba esto? Supongo que no, pero Doffy tiene un pasado oscuro y no creo que reaccionase bien simplemente aceptandolo o regañandole n_n

En este cap Law me ha quedado un poco devil pero teneis que pensar que solo tiene 13 años, intenta ir de mayor pero sigue siendo un niño en el fondo U_U

Buenoooo ¿Ha que se referia Doffy que no queria contarle a Law?¿Que va a hacer?¿Alguien se ha dado cuenta de que casi le mata?¿Aprendera Law a usar sus poderes?¿Arreglaran el destrozo en el barco?

En el proximo capitulo sañoras y señores aparecerá mini-Bepo asique espero vuestros reviews y comentarios.

Un besooo


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