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El Cuartel del Metal por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

¡¡Hola de nuevo!! Ya vengo con mi décima segunda entrega después de un mes de ausencia. Los motivos ya los saben.

 

Nota:

Antes de que empiecen con éste, léanse el capítulo 7.

 

Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica son propiedad de su creadora Shungiku Nakamura.

Capítulo 12: Bienvenido a casa

 

 

Viernes. Se despedía de Takahiro y Manami con la mano, mientras el tren con rumbo a Osaka dejaba el lugar. Unos momentos más tarde estaba sentado en los banquillos en la estación del tren, leyendo por cuarta vez el mensaje que Usami-sensei le envió hace unas horas.

 

»Tuve un imprevisto con mi editora, por favor despide a Takahiro y Manami por mí. Cuando se hayan ido me esperas ahí, pasaré por ti a las ocho. «

 

Miró la hora en su móvil, eran las siete y media. Suspiró con cansancio y sacó de su mochila el manga de Claymore que su tío Aramis le regaló hace tiempo, una barra de chocolate y sus preciados auriculares. Eso era lo mejor que podía hacer ahora, distraerse y evitar pensar que viviría bajo el mismo techo que el hombre al que besó el miércoles que Takahiro y Manami anunciaran su compromiso.

 

“… ojalá no sea de esos 'apretados' que odian el metal o tu estancia será muy larga…”

 

Y para colmo de sus males, que odiaba el metal. Shinnosuke le había dicho eso unas horas antes, cuando le contó que su hermano se iría a Osaka por cuestiones de trabajo y que él quedaría bajo la tutela de un amigo suyo.

 

“… pero Misaki, con la beca que tienes y lo que nos pagan en El Cuartel puedes seguir pagando ese apartamento ¿Por qué irte a vivir con un extraño?...”

 

Ciertamente lo había pensado así, pero Takahiro nada sabía de lo que hacía los sábados en la noche, en tanto que Usami Akihiko creía que sólo sería el remplazo del guitarrista anterior, de modo que no le  quedó de otra más que aceptar. Además, ahorraba cada centavo para cuando fuera realmente necesario.

 

Tan ensimismado estaba en su lectura que no se percató de la presencia de Kai Shinoda, sino hasta que éste le dio unos toquecitos en el hombro.

 

–¡Pequeño Misaki! –soltó el pelirrojo a modo de saludo

–¡Shinoda-san! –el muchacho se levantó e hizo una reverencia, un poco nervioso por la impresión– ¿Qué tal su día?

–Bien, pero no seas tan formal conmigo, por favor

–Emm... está bien...

 

Y empezaron una charla amena. Por su parte, Akihiko conducía su Ferrari rojo cual piloto de Fórmula 1, sin importarle pasarse cuatro altos durante el trayecto. Lo único que quería en esos momentos era llegar a la estación de tren y llevarse a casa al primer guitarrista de Exilieth. Suspiró con pesadez cuando vio en su reloj que faltaban ya cinco minutos para las ocho: se habría despedido personalmente de Takahiro y Manami, pero un ataque de inspiración que le vino desde la mañana del jueves –ya recuperado de la resaca producida por su borrachera del miércoles en El Cuartel del Metal– así como la visita de su loca editora, absorbieron su tiempo.

 

Una vez que pudo aparcar su automóvil, salió en busca del chiquillo de ojos verdes, pero cuando lo encontró sintió la rabia fluir por su sangre: sentado en los banquillos, el pequeño le sonreía abiertamente a Kai Shinoda mientras éste le revolvía el cabello.

 

"Eso sólo puedo hacerlo yo"

 

Con este pensamiento se acomodó las mangas de su camisa blanca y avanzó dispuesto a propinarle un buen puñetazo en la cara, pero todo quedó sólo en pensamiento cuando sintió la vocecita del menor.

 

–Oh, buenas noches, Usami-sensei

 

Sus facciones se relajaron enseguida, cosa que no pasó desapercibida para Kai Shinoda. Una teoría se formuló en la mente de éste último, y para comprobarla hizo un pequeño experimento.

 

–Ah, Akihiko, hola –saludó con una sonrisa ladina mientras rozaba accidentalmente la mano del menor– ¿Qué te trae por aquí?

–Misaki ¿Nos vamos? –dijo el peliplata con voz amable, aguantándose las ganas de partirle la cara al de ojos azules

–Oh, por supuesto –se levantó de su sitio y se despidió del pelirrojo– Disculpe, Shinoda-san, pero debo retirarme

–Ok, nos vemos mañana

–Hasta mañana

 

Misaki caminaba tras Usami mientras Kai se despedía con la mano.

 

"Lo sabía"  pensó mientras su expresión alegre se tornaba astuta "pero yo lo vi primero, Akihiko... y ni tú ni nadie va a impedir que lo haga mío"

.

Ya fuera de la estación de tren, fueron a donde estaba aparcado el automóvil rojo y una vez dentro, éste arrancó a toda velocidad.

 

“Bien, no ha dicho nada respecto al miércoles” pensó el muchacho “Seguro ya se le olvidó… ¡de tan ebrio que estaba, es imposible que se acuerde!”



FLASHBACK

 

Después de ese beso y de que Usami le diera las gracias, se percató que seguían arrodillados en una acera en la calle. Se levantó y trató de ayudar al mayor a ponerse de pie, pero a decir verdad éste bebió demasiado y se quedó dormido. Le rodeó un aura depresiva, pues por más que intentara no podía cargar con todo el peso del adulto. Para su buena suerte sonó el móvil del escritor, posiblemente sería su editor y con suerte le ayudaría. Misaki lo tomó y presionó ‘Responder’.

 

–¡¡SENSEI!! –el grito histérico de una mujer al otro lado de la línea casi le revienta los tímpanos– ¡¿Dónde se ha metido, y por qué no tiene listo el manuscrito?!

–Etto… soy el hermano de un amigo de sensei –balbuceó– verá, Usami-sensei no se siente bien, él…

–¡¿Dónde está?! ¡¿Le pasó algo?!

–Bueno, yo… él… ¡le daré la dirección!

 

Unos minutos más tarde un auto negro llegaba a donde ellos. De él bajaron un hombre y una mujer, que lo ayudaron a subirlo al vehículo.

 

–De verdad mil disculpas –dijo la mujer sumamente arrepentida– Sensei suele poner en aprietos a todo el mundo

–E-está bien, no se preocupe

–Sí, sí, vámonos ya –dijo el acompañante de ella, que ya estaba dentro

–Ya voy… muchas gracias, emm…

–Takahashi Misaki –se presentó el ojiverde

–Aikawa Eri –le secundó ella– emm… sube, te llevaremos a casa

–Etto… con todo respeto, gracias, pero no es necesario… vivo en ese piso –señaló el edificio de donde salió, a varios metros de ahí

–Ya veo… entonces hasta luego Misaki-kun

–Hasta luego, Aikawa-san

 

FIN DEL FLASHBACK



“Él ama a nii-san, lo de esa noche fue un desliz… tanto mío como de él… ah, como sea, supongo que quedará como un recuerdo divertido…”

 

Por alguna razón eso no lo hacía sentir mejor, pero así debía ser –o al menos eso creía–. Iba a ponerse los auriculares para distraerse de esos pensamientos, pero el repentino frenar del vehículo lo hizo caer en cuenta de que ya llegaba a su nuevo hogar.

 

Llegaron al pent-house y una vez abierta la puerta, Akihiko se permitió decir por primera vez en su vida 'hogar dulce hogar'. En tanto Misaki notó que la maleta con parches de Iron Maiden –otro regalo de su tío Aramis– que empacó esta mañana ya estaba junto a la puerta. Después de que ambos se quitaron los zapatos, la luz se encendió.

 

–Por Cliff Burton –dijo el chico en un susurro

 

No supo qué lo sorprendió más, si lo espacioso de la estancia, lo lujoso de ésta o el hecho de que todo el recinto lo habitaba una sola persona. Por un momento sintió que su sola presencia desentonaba con la perfección de ese lugar, pues además de su playera negra de Metallica debajo de la cazadora verde, la plumilla plateada que siempre colgaba de su cuello, el colguije en letras rojas de Slayer de su celular, las 18 pulseras en sus muñecas y su maleta, nada aludía a su amada música.

 

Suspiró con pesar aun cuando sus ojos conservaban esa curiosidad propia de un niño en un museo. Akihiko lo notó y decidió darle un mini tour por el recinto. Un rato más tarde se encontraban en el comedor, cenando el uno frente al otro sin decirse absolutamente nada.

 

"¡Uff! No ha dicho nada, no ha dicho nada... ¡¡Aaaagh!! ¡Deja de pensar en eso! ¡Olvídalo de una buena vez!"

 

Para su fortuna el tema Hangar 18 lo salvó de seguir ahogándose en sus pensamientos.

 

–Perdón, sensei, debo contestar –se levantó del comedor y se alejó un poco– Shinoda-san

–¡Pequeño Misaki! Sé que nos vimos hace rato, pero se me olvidó decirte algo

–¿Sí?

–Bueno, antes de eso, ya no me terminaste de decir por qué estabas solito en la estación de tren

–Oh, verá...

 

Mientras Misaki se explicaba, Akihiko se preguntaba por qué le rendía cuentas de su vida con tanta confianza a ese papanatas de pelo rojo, cuando a Takahiro apenas si le contaba de su día en la facultad. De hecho empezaba a cuestionarse sobre las intenciones de su antiguo némesis en la secundaria con el pequeño: si bien era cierto que fue reclutado a El Cuartel del Metal por su talento, sospechaba que Kai Shinoda lo veía como algo más que el primer guitarrista de Exilieth. Y eso lo comprobó hace ya una hora y minutos, cuando lo vio junto al pequeño en la estación y no en el Cuartel.

 

Tan sólo recordar esa escena hizo que su sangre volviera a bullir.

 

–Uh... está bien

–Descansa bien, pequeño

–Usted también, Shinoda-san –y dicho esto colgó

–Misaki –musitó el peliplata una vez que el muchacho volvió al comedor

–¿Sí, sensei?

 

Lo que vino enseguida fue demasiado rápido para el primer guitarrista de Exilieth: Usami se incorporó sobre la mesa quedando a unos escasos dos centímetros de su rostro, y a la velocidad de un acorde juntó sus labios con los suyos. Inmediatamente sus mejillas se tiñeron de carmín e intentó alejarse, pero el hombre fue más rápido y lo sujetó por la nuca y la cintura. Puso ambas manos sobre el pecho del mayor para quitárselo de encima, pero tal fue su sorpresa cuando sintió el fuerte latir de su corazón en perfecta armonía con el propio, como si entre los dos estuvieran ejecutando el mejor solo de batería de todos los tiempos. Sin quererlo, Misaki recordaba a través de ese contacto una de las valiosas lecciones que solía darle su tío Aramis: »la música nace del corazón«.

 

El ritmo que empezaba a tomar ese 'solo' tenía un efecto un poco extraño, tanto en el escritor como en el guitarrista, ya que ninguno hacía nada por terminar ese contacto. Al contrario, Akihiko atraía al menor contra su cuerpo y mordía su labio inferior para luego introducir su lengua en esa húmeda cavidad; asimismo los trémulos dedos de Misaki se deslizaban entre las plateadas hebras del escritor, como si fueran las cuerdas nuevas de una guitarra. Cuando se hizo necesario respirar, ambos se separaron lentamente mientras sus miradas, verde y violeta, se fijaban una sobre la otra. Una vez que pudieron regular sus respiraciones, Akihiko lo apretujó aún más contra sí –si eso era posible–.

 

–Gracias de nuevo, Misaki... –le dijo en un murmullo, al oído– y bienvenido a casa



CONTINUARÁ

 

 

Notas finales:

Como ya habrán visto, Kai y Aramis –otro personaje de mi invención– desempeñarán un papel importante en la historia, sobre todo con la pareja Romantica. Emm... para el próximo episodio quizá tarde lo mismo, pues aun no terminan las vacaciones. De todas maneras no dejen de darme sus comentarios o sugerencias, pues ustedes de cierta forma deciden el curso de la historia.

Bueno, pss no se me ocurre más qué decir, así que nos leemos en la próxima entrega.


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