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El Cuartel del Metal por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Enhorabuena!! He aquí les traigo la siguiente entrega de este proyecto, que por cierto ya va a cumplirse un año de su publicación. De verdad me siento emocionada por esto, y porque a pesar de algunos obstáculos han seguido fielmente esta humilde historia. Me hace sentir honrada.


En fin, antes de que me ponga más sentimental, les dejo el capítulo. Ojalá se diviertan mucho leyéndolo como yo lo hice al escribirlo.


Disclaymer: los personajes de Junjou Romantica y las canciones que empleo para finalidades del fic son de sus respectivos autores. Los eventos como conciertos que menciono son ficticios, aun cuando las bandas que menciono son de la vida real.

Capítulo 27: Conduce tu vida a través de la locura – Parte I

 

Se encontraba en la sala de su casa caminando como león enjaulado. Se preguntaba cómo era posible que el chico se hubiera ido así, sin que se hubiera dado cuenta, sin decir siquiera adiós. Debía admitir que hacía honor a su nombre pues, como fuera que se hubiese ido seguramente desde anoche, lo había hecho con la silenciosa habilidad propia de un ninja. En fin, no era que le atormentase tanto la forma, era más bien la posible causa.

 

–Estoy consciente de que fui muy duro con él aquella vez, pero ¿Cómo pretende que reaccione si prácticamente se me estaba insinuando? –suspiró con aura deprimente– Bueno, físicamente no está nada mal, pero… ¡¿Qué rayos estoy diciendo?!

 

Y como si eso no fuera suficiente para joderle la mañana, entraba una llamada: era Risako preguntando por su hermano.

 

En tanto, Hiroki se encontraba en una situación parecida: el que Nowaki hubiera salido desde anoche, sin avisar, sin siquiera despedirse, ponían en desorden sus pensamientos.

 

–Tal vez… se cansó de mí… ya se me hacía raro que hubiera elegido a alguien como yo. Seguramente se fastidió de un tipo tan aburrido como yo… –pequeñas lagrimas amenazaban con salir de sus ojos, a lo que tuvo que parpadear repetidas veces para reprimirlas– ¡¿Qué rayos digo?! ¡Él fue el primero en…! ¡Mentira, fui yo! ¡Tenía que devolverle esa maldita plumilla! De no ser por esa maldita plumilla él no se hubiera obsesionado conmigo y no me… entonces ¡¿Por qué?!

 

Harto de todos esos pensamientos, tomó cuantos libros pudo y los empezó a lanzar a cualquier parte.

 

Por otra parte, Ijuuin-sensei ya estaba en el umbral de la puerta, con maletas hechas.

 

–Otra vez huiste, Shinno-kun –suspiró, observando por última vez el apartamento vacío– Igual que la primera vez. Aquella vez no fui capaz de detenerte, pero ahora… ahora no pretendo repetir ese error. Te encontraré, así sea lo último que haga.

 

Marcó un número que copió del directorio telefónico del bajista –sin que este se diera cuenta–.

 

–Moshi moshi…

–Shinoda Kai.

–¿Quién habla?

–No me digas que tan rápido te olvidaste de mí.

–¿Ijuuin? ¿Ijuuin Kyo?

–Vaya, me reconociste… en fin, no tengo mucho tiempo, necesito un favor.

–¡Di hola por lo menos! ¿Qué es eso de que me llamas después de nueve años y ni siquiera preguntas cómo estoy, ni nada por el estilo?

–Te prometo que hablaremos con más calma, ahora por favor escucha. Sé que Shinnosuke Tödö trabaja para ti ¿podrías decirme a dónde fue?

–¿Para qué quieres saberlo? ¿Qué tienes que ver tú con él? –Kai sonaba desconfiado.

–Él está viviendo conmigo… al menos hasta anoche que me topé con su cuarto vacío.

–Entonces no te lo dijo –espetó el pelirrojo para sí mismo, pero el pelinegro lo alcanzó a oír.

–¿Decirme qué?

–Lo siento, Kyo, pero si él no quiso que lo supieras, debo respetar su decisión.

–Entonces lo sabes…

–De verdad lo siento.

 

Presionó el teléfono con fuerza una vez que terminó la llamada. Esperaba que Kai Shinoda, antiguo amigo suyo, le dijera algo, pero fue tal su desazón que tuvo unas enormes ganas de lanzarle el teléfono al primer pobre idiota que se le atravesara.

 

Cierto escritor tampoco lo estaba pasando de lo mejor. La llamada de Danielle ciertamente le había dejado bastantes dudas, eso aunado a la conversación de Shinnosuke, Misaki y Shinobu que escuchó ya hace un buen tiempo, el asunto del contrato del guitarrista con Kai Shinoda, su preocupación por Danielle la noche de la guerra de bandas, el que hubiera aceptado sin rechistar la cita con esa tipa Hotaru, el que mencionara con tanta añoranza a su mentor Aramis…

 

–Misaki… Misaki… –se encontraba sobre el sofá rojo, abrazando a Suzuki-san como si el oso fuera su pequeño guitarrista– ¿Dónde estás y qué estás haciendo en estos momentos?

 

 

En el aeropuerto de Naha, Okinawa, cuatro caballeros y una damisela descendían de un avión. Para cualquier persona esa acción no tendría nada de especial, de no ser porque de fondo se oía la introducción de Aces High (1), proveniente del celular de Misaki, y eso les daba cierto aire de distinción.

 

–¡Al fin! –Shinobu fue el primero en exclamar– Bien ¿Qué hacemos primero?

–Esperar el auto que nos llevará al ANA Crowne (2) tal como se nos indicó –espetó Misaki con tono sereno.

–Qué aburrido eres, Misaki –alegó Shinnosuke– Yo digo que primero vayamos a algún lugar de interés.

–¿No sería más razonable ir primero a dejar nuestras cosas al hotel? –inquirió Nowaki.

–Es una buena idea –dijo Hotaru– pero antes, denme sus teléfonos.

–¿Qué?

–Sólo obedezcan –suspiró ella, un poco contrariada.

–Okay, okay, no te enfades –apeló el ojiazul entregándole el suyo– Aquí tienes.

–Bien.

–Ten –los otros tres también le daban el suyo– ¡¿Pero qué…?!

 

Fue lo único que alcanzaron a decir justo en el momento en que Hotaru los lanzó contra el asfalto, donde fueron destruidos por un carro que iba pasando.

 

–¡¿Por qué hiciste eso?! –Shinobu y Misaki fueron los primeros en protestar.

–No tiene ni tres meses que compré ese teléfono –suspiró Nowaki con algunas lagrimillas, pues ese teléfono era el remplazo del que se averió cuando rescató a Hiro-san de ser arrollado, ya hace tanto.

–Era necesario –dijo la única mujer del grupo– Así no podrán localizarnos.

–De haber sabido le hubiera sacado por lo menos la tarjeta de memoria –espetó Shinnosuke del mismo modo.

–Vamos, no sean llorones. Tienen suficiente dinero para comprarse uno mucho mejor.

 

Algunos minutos más tarde el auto llegaba por ellos y después ya se encontraban en la recepción del hotel. Con ellos iban Kai Shinoda, Akira Kitazawa y aquel hombre con el que Exilieth se entrevistó el día anterior. Luego de que éste hablara con la empleada, les hizo entrega de unas llaves electrónicas y el equipaje de Exilieth fue llevado.

 

–Bueno, Exilieth –dijo aquel hombre, que lucía más como un empresario que como alguien que estuviera involucrado en el mundo de la música, una vez que ya estuvieron dentro de una habitación doble– Sean bienvenidos. Disfruten de su estancia.

–Arigatö gozaimasu –exclamaron todos haciendo una reverencia.

 

–Bueno, él ya hizo un arreglo con la universidad para que no hubiera problemas, así que no tienen de qué preocuparse. Según esto –decía Kai hojeando el itinerario– tenemos que ir a encontrarnos con el representante de Onmyou-Za mañana a las cinco. Después hay ensayo de siete a diez y…

–¿No podemos ir a comer primero? –inquirió Shinnosuke.

–¡Pero si viniste comiendo todo el camino! –le reclamó Shinobu.

–¡Pero aún tengo hambre!

–¡No j*das! ¡¿Es que no tienes llene?!

–Hombres –musitó Hotaru con aburrimiento.

–Bien, bien, vamos a divertirnos un rato ¿les parece? –propuso Akira, a lo que todo mundo asintió.

 

Unos minutos más tarde estaban todos en traje de baño, del mismo color de sus armaduras, tomando el sol junto a una de las piscinas.

 

–¿Alguien trae música? Esto está muy aburrido –dijo Hotaru.

–¡¿Cómo se supone que traigamos música si destruiste nuestros teléfonos?! –replicó el baterista.

–Shinoda-san ¿En serio cómo le haces para aguantar a estos chavos tan chillones?

–¡Repite eso, harpía!

–¿Cómo me llamaste, hombrecito? –la vocalista emanaba un aura amenazante.

 

Sí, todo era diversión para Exilieth y sus representantes –por llamarlos de alguna manera–, pero ninguno de ellos tenía idea de los estragos que causaba su repentina desaparición en sus respectivas personas especiales.

 

En el centro de operaciones de El Cuartel del Metal, se llevaba a cabo una riña entre nadie más ni nadie menos que uno de sus propietarios, Reese Kazuo, y el mismo Ijuuin Kyo.

 

–…ya te lo dije, Kai dejó la orden de no decirle a nadie sobre esto –decía el rubio.

–¡Pues no me voy a ir de aquí hasta que me lo digas! –Kyo perdía la paciencia– ¡Así tenga que sacártelo a la fuerza!

–¿Kyo? ¿Qué clase de saludo es ese, nee? –en esos momentos llegaba el tercer propietario, Kimoniya Ray– ¿Tantos años sin vernos y ya estás peleándote de nuevo con Kazuo?

–¡Ray, tú debes decirme todo lo que sepas! –el pelinegro se precipitó hacia el de los ojos grises– Según tengo entendido, también eres jefe de Shinnosuke Tödö…

–Bueno, no directamente –rio nerviosamente Ray– Kai y su primo Akira son los que más se ocupan de ellos.

–Como sea, algo debes saber ¿no?

–Sí, pero no estoy autorizado a decírtelo –espetó con simpleza– Además ¿Por qué el interés? No es como si fuera tu hermanito o algo así...

–Está bien, está bien –resopló, resignado– se los diré si sólo así me dicen dónde está ¿de acuerdo?

–De acuerdo.

–Él… él era mi pareja.

 

 

Nuevo día. Exilieth ya se había reunido con el representante de Onmyou-Za y ahora estaban en un salón del hotel, alistándose para su primer ensayo con Hotaru como nuevo miembro.

 

–Nee, Misaki-kun ¿estás bien? –le preguntaba el segundo guitarrista– te ves decaído.

–No es nada –suspiró el primer guitarrista con un tono nada convincente.

–Si te sientes mal, podemos decirle a Shinoda-san que cancele el ensayo –le propuso el bajista.

–Está bien, no es nada… tal vez sólo no me he recuperado del todo.

–De veras lo siento mucho, Misa-chan –se disculpaba la vocalista– de no ser por el oxigenado…

–¡¿A quién le dices oxigenado?! –increpó el baterista.

–¡Pero si bien que te queda el saco!

–¡Tú… maldita harpía!

–¡Fuiste tú el que lo empujó al agua ayer!

–¡Porque tú me empujaste a mí!

–¡Con un car*jo, ¿pueden calmarse los dos?! –replicó Shinnosuke– ¡Misaki se siente mal y no necesita verlos matarse!

–¡Él/ella empezó! –se apuntaron mutuamente con el dedo.

–¡No me importa quién empezó! –nadie se esperaba que el mismo Misaki fuera quien dijera eso. Tenía los puños apretados y sus mejillas estaban sumamente rojas– ¡Le bajan o… o… ya verán!

 

Hubo un momento de silencio, un breve pero incómodo momento en el que sólo reinaba silencio. Nadie se atrevía a decir nada. Sin embargo la Dama Rubí rompió a carcajadas, disipando así toda calma.

 

–¡Debiste ver tu cara, Misa-chan! –seguía riéndose con ganas– ¡Te veías tan kawaii!

–De hecho fue cómico de ver –Shinobu también se unía.

–¡No es gracioso!

–Tómatelo con calma, Misaki-kun –le alentaba Nowaki– a decir verdad es la primera vez que te vemos estallar de veras.

–¿En serio?

–Vaya, eso fue estúpido –siseó Shinnosuke, y luego de otro breve silencio, todos empezaron a reír, incluso Shinobu.

–Bueno, veo que ya están listos y además de ánimos –en ese momento llegó Akira.

 

Después de ese pequeño episodio se pusieron a ensayar hasta que dieron las diez de la noche.

 

–¡Bien, muchachos! Eso es todo por hoy –espetó el pelinegro, satisfecho.

–Umm… supongo que ya es hora de dormir –un bostezo largo del primer guitarrista advirtió su necesidad de descanso.

–¡Qué dormir ni qué ocho cuartos! –siseó Shinnosuke– ¡Yo digo que vayamos a un onsen o algo!

–¿A esta hora? –preguntó el resto.

–¿Por qué no?

–Etto… no creo que sea buena idea, considerando que la mayoría traemos tatuajes (3) –espetó Nowaki.

 

En efecto, además de Shinnosuke y él, Hotaru y Akira también tenían: ella traía uno de mariposa con líneas abstractas en la espalda baja, y el mayor un dragón negro en el hombro.

 

–¡Ya sé, llevemos a Nobu-tan a hacerse uno! –propuso la única mujer del grupo.

–¡No me llames así! –reclamó el rubio– ¡Espera un minuto, ¿qué?!

–¡Vamos, no seas cobarde!

–¡¿Estás loca?! ¡De ninguna manera pienso hacerme uno!

–¡Todos llevamos uno, incluso Misa-chan!

–¡¿Qué?!

–Etto… pero qué cosas dices, Taru-san –el chiquillo sentía las miradas inquisitorias de sus compañeros sobre él.

–¡¿Ese poser con un tatuaje?! –se burló el baterista– ¡No quieras verme la cara de idiota!

–¿Quieres apostar? –lo retó la mujer.

–¡Shinobu-san, no lo hagas!

–Si Misa-chan trae por lo menos un tatuaje, por más pequeñito que sea, yo gano y tendrás que hacerte uno.

–¿Y si yo gano?

–¡Taru-san, no hagas esto! ¡Kitazawa-san, haga algo!

–No seas aguafiestas, Misaki –le dijo Shinnosuke– Esto se pone bueno.

–Shinno-kun tiene razón –dijo Akira, divertido ante la situación– No lo traes ¿cierto?

–Etto…

–Supongo que ya no te harás el tatuaje y tendré que hacer lo que me vayas a imponer –Hotaru parecía confiada.

–Bueno, así lo pediste. Después no te pongas a llorar.

–¿Eso es un sí?

–¡Taru-san, Shinobu-san!

–Apuesto.

–Demasiado tarde –suspiró el castañito, quien fue ignorado en toda la discusión.

 

Hicieron que Misaki se quitara la playera de Overkill que traía puesta y empezaron a inspeccionarlo. Obviamente el pequeño se sentía cohibido con las miradas de todos.

 

–¡Ja, perdiste! ¡No tiene ni m*dres! –Shinobu declaró, triunfante– Ahora tendrás que ser mi esclava de aquí a que termine el…

–No cantes victoria aun, Nobu-tan –la pelinegra esbozó una sonrisa de autosuficiencia. Luego de este gesto sacó una pequeña torunda– Supongo que traes aceite mineral ¿cierto, Misa-chan?

–Etto… no realmente –rio el chico nerviosamente.

 

“Lo siento, Taru-san, pero no puedo dejar que hagas esto”

 

Sin embargo nadie contaba con que ella traía el suyo. Mojó la torunda con el aceite y la hizo pasar por el abdomen del muchachito. Shinobu estaba anonadado.

 

–Perdiste, Nobu-tan.

 

 

Gritos y más gritos era lo que se escuchaba en una de las habitaciones del hotel, donde en esos momentos un tatuador le dibujaba al joven baterista un recordatorio permanente de que había perdido una simple apuesta contra una mujer. Shinnosuke, Nowaki y Akira lo sostenían, pues no dejaba de forcejear. Hotaru estaba con manos en la cintura, parada frente a él sin borrar su sonrisa triunfante. Apartado de ellos estaba Misaki trazando con su dedo la figura que efectivamente tenía tatuada en el abdomen, oculto debajo de una capa de pintura color piel que su amiga de la infancia le limpió.

 

“Conduce tu vida a través de la locura” inmediatamente recordó otra de las tantas premisas de su mentor “Aramis no danna… ojalá estuviera aquí”

 

Algunas horas más tarde terminaba la diversión y todo mundo se disponía a entregarse al mundo de los sueños. Akira y Kai en una habitación doble, Shinnosuke y Shinobu en otra, Nowaki y Misaki en otra, y Hotaru –al ser la única mujer del grupo– tuvo que quedarse en una individual.

 

“Hiro-san…”

“Miyagi…”

“Usagi-san…”

“Ijuuin-sensei…”

“¿Cómo la estarán pasando en estos momentos?”

 

 

–Maldita sea… –Hiroki estaba tendido sobre su cama, con teléfono en mano, mirando el techo– ¿Dónde estás? Responde… ¿Por qué te fuiste así sin más? Si te fastidiaste de mí, al menos pudiste habérmelo dicho… bastardo… –no pudiendo más con esta incertidumbre, dejó que sus lágrimas fluyeran libremente– que patético soy… ¿Cómo puedo ponerme así por uno de ellos?... no… Nowaki es diferente, él no es como ellos… si me viera en estos momentos no dudaría en… –su monólogo no pudo ser concluido puesto que un notable sonrojo apareció en sus pómulos– Nowaki… en verdad tengo frío…

 

“Ese chico ¿Qué demonios es lo que pretende?” pensaba otro catedrático de Literatura, que fumaba su noveno cigarrillo del día “Primero me exige que asuma la responsabilidad por algo que no recuerdo haber hecho; luego me chantajea y se queda en mi casa, exigiéndome que me responsabilice por algo que no recuerdo haber hecho… y justo cuando empezaba a acostumbrarme a sus acosos, de buenas a primeras deja el tema de lado y se porta muy frío conmigo. Más tarde es secuestrado junto con sus compañeros ¡y ahí voy como idiota en su rescate!… en fin, cuando empezaba a creer que su comportamiento frío se debía a que ya había entendido mi punto, de buenas a primeras vuelve con sus exigencias … sé que me pasé de la raya ese domingo, pero no era para que se fuera… ¿o sí?” sus ojos se ensanchaban conforme iba deduciendo algunas cosas, cosas que le iban provocando un sentimiento de culpa “…esa vez huyó como cervatillo asustado… en toda esta semana apenas si me dirigía la palabra, incluso le costaba trabajo mantener la vista en alto… pero sobre todo evitaba a toda costa cualquier contacto físico, como si me temiera… temor… eso había en sus ojos en ese momento… ¡Maldita sea! Me teme… por eso se fue”

 

“Esa chica llamada Hotaru” el escritor también estaba en sus cavilaciones “¿Por qué su insistencia en salir contigo, Misaki? Cualquiera en su lugar pudo haber aceptado la suma que pretendía ofrecerle, pero ella rechazó, todo por tener una cita contigo… ¿Qué es ella de ti? ¿Por qué aceptaste sin replicar? ¿Estarás en estos momentos con ella?”

 

Una lágrima amarga amenazaba con fluir sobre su mejilla, pero el sonido del teléfono lo sacó de sus pensamientos. Al responder, sintió que se le iba el alma del cuerpo: era Takahiro preguntando por su hermanito.

 

Pero no todo era malo. Ijuuin Kyo había vuelto a su casa, y ahora sonreía con una mezcla de nostalgia y satisfacción.

 

–Te dije que no te librarías tan fácil de mí, Shinno-kun.

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1.- Aces High, de Iron Maiden, del álbum Powerslave (1984).

2.- Me gustó mucho este hotel para finalidades del fic, pero neta me dio hueva poner la descripción, así que les dejo un link con fotos para que se den una idea.

http://www.hoteles.com/ho126697/crowne-plaza-ana-okinawa-harborview-naha-japon/

3.- Una de las normas para entrar a un onsen es no tener tatuajes, o no tan visibles, ya que en Japón los yakuza (mafia japonesa) llevan grandes tatuajes que les diferencia de los demás y es por eso que no les permiten la entrada, para evitar problemas.

3.1.- Tatuajes de Nowaki (son los primeros 2 links. Los mencioné en el capítulo 19, cuando hace el amor con Hiro-san la primera vez, pero no puse referencias, XD. Con el punto 3 y las fotos ya se darán una idea de por qué Hiro-san se espantó un poco en ese episodio), Shinnosuke, Hotaru y Akira (en este orden):

http://tatouages-polynesiens.polinesia2012.com/wp-content/uploads/2012/10/tatouage-oiseau-sein.jpg

http://polinesia2012.com/wp-content/uploads/2012/08/tatuajes-para-hombros-y-brazos-de-marquesas.jpg

https://encrypted-tbn2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRMBmcnaNtlj1oiv508-g3ddNNYJP74wMOTXB0iC2c41qb5BVF0

http://3.bp.blogspot.com/-1Ztaj74XOqo/T-UiCYiujPI/AAAAAAAAAIA/krT3igxbo-A/s1600/tattoo-estrella2.jpg

http://fotos-de-tatuajes.com/wp-content/uploads/2014/01/tatuajes-tribales-brazo-tribal-brazo-764x1024.jpg

Lo sé, se ven raros en las fotos, pero en mi imaginación se ven súper sexys en los personajes, XD.

4.- Ya no le puse numerito porque el tatuaje de Misaki es sorpresa. Todos tienen su historia, pero la de este la trataré en capítulos posteriores.

 

Bueno, esto es todo por ahora. Nos leemos en la próxima entrega, chaito.


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