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El Cuartel del Metal por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Hola, hola!!! Seguramente querrán matarme por tardarme una eternidad en actualizar *se esconde tras el sofá frente al computador* pero justo el viernes que publiqué mi fic Todo el mundo te quiere (muerto), iniciaron mis vacaciones, y como saben, mis papás me j*den con que ya no tengo que ocupar la compu pues ya no tengo tarea qué hacer, así que me las ingenio para poder capturar los borradores que hago en el cuaderno. Asimismo me la pasé investigando sobre algunos aspectos concernientes a las guitarras eléctricas y otras cosas para poder elaborar este cap.

 

Aclaraciones preliminares:

Esta es la primera entrega del corto Sapphire Knight no baai. El episodio sí comienza directamente desde el capítulo 29.5: Interludio. Sin embargo agregué la porción correspondiente a Nowaki para que no tengan que regresarse a buscarlo. Por otra parte recomiendo checar este link antes de empezar a leer el cap.

 

http://escueladeriffs.com/partes-de-la-guitarra-electrica/

 

Acabado otro de mis tantos introductorios, les dejo el cap.

 

Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica, marcas registradas, canciones y demás cosas que menciono para finalidades del fic, son de sus respectivos creadores.

Sapphire Knight no baai: Por mi cuenta, pero no solo – Parte I

 

Se encontraba en un café cercano a la Floristería Amaranth, que fue abierto cerca de dos meses después de la bancarrota de Aoitsuki (1). No tenía nada de particular, a diferencia de El Cuartel del Metal, y eso de cierta manera le gustaba, pues así pasaba a ser uno más y nadie se percataba que llevaba más de cuarenta y cinco minutos mirando a cierto joven que acomodaba algunas flores en el mostrador. Así se habían vuelto los días desde aquella vez.

 

FLASHBACK

 

–¡Hiro-san, estoy en casa! –un entusiasta peliazul entraba por la puerta– ¿A que no sabes qué?

–¡Maldita sea, Nowaki, toca antes de entrar!

–Lo hice, pero no me abrías, así que tuve que usar la llave que dejas debajo del felpudo.

–Como sea, ¿Qué sucede? –preguntó, fingiendo desinterés.

–Bueno, Kimoniya-san me dio el resto del… –se dio cuenta de que la música seguía sonando– ¿no era esa la música de mi antigua tarjeta de memoria?

 

El catedrático se tensó al saberse casi descubierto, pero apenas si pudo reaccionar cuando el segundo guitarrista de Exilieth cerró los ojos y se desvaneció sin sentido.

 

–¡Nowaki! ¡Nowaki! –Hiroki había atrapado parte del cuerpo del menor para que no se golpeara la cabeza y ahora entre sacudidas intentaba despertarlo– ¡Con un demonio, despierta! ¡No te va a funcionar esta vez (2)!

 

Sin embargo el azabache no respondía y ya empezaba a preocuparle. Optó por ir a buscar algunas cosas en su botiquín, pero el sonido del teléfono se lo impidió.

 

–Moshi moshi.

–Habla Akira –como si no fuera suficiente con lo anterior, ahora su némesis de secundaria le jodería el resto de la tarde.

–¿Qué quieres?

–Ray dijo que Nowa-kun estaría contigo, pásamelo.

–No es posible –respondió secamente–, él está indispuesto.

–Entonces iré a verlo.

–¡¿Eh?! ¡Espera, él no…!

 

Pero Akira fue más rápido y le colgó. Cinco minutos más tarde Akira Kitazawa tocaba la puerta.

 

–¿Qué quieres?

–¡¿Dónde está Nowa-kun?! –el pelinegro sonaba alterado.

–Adentro, pero…

–¡Nowa-kun!

 

Al mayor las ganas no le faltaban de ahorcarlo y sacarlo a patadas, pues el otro entraba como Juan en su casa.

 

–¡Nowa-kun! ¡Gracias al cielo estás bien!

–¡Kitazawa-san! –en ese momento el menor de los tres en edad, ya estaba despierto y recostado sobre el sofá, pues anteriormente su Hiro-san lo acomodó ahí.

–¡¿Qué haces aquí?! –le preguntó su jefe, aludiendo al hecho de que se encontrara en la casa de Hiroki y no en la suya.

–Kimoniya-san me dio el resto del día y venía a invitar a Hiro-san… err… digo, Kamijou-sensei al cine.

–¡Pero Ray dijo que te desmayaste en el trabajo! ¡Debiste ir con el médico en vez de venir aquí! –Nowaki no intuyó el mensaje oculto de esas palabras, a diferencia del castaño que sí lo notó y por obvias razones se sintió ofendido.

–Y a todo esto ¿tú a qué viniste? –inquirió el catedrático, mosqueado.

–¡Oh, es cierto! –hasta entonces notó que Akira traía un par de bolsas del supermercado y dos más que parecían de regalo– Nowa-kun, te traje algunas medicinas –la primera bolsa estaba repleta– …no sabía cuales traer así que compré de todas para lo que necesites. También te traje algo de comer y un regalito –le entregó la otra bolsa de supermercado y una de regalo.

–No se hubiera molestado, Kitazawa-san –el segundo guitarrista se acomodó mejor para permitirle a los mayores sentarse.

–Bueno, si eso era todo lo  que tenías qué decir, te acompaño a la puerta.

–¡Vamos, Kamijou, no seas hostil! También te traje algo.

–¿Ah?

–Ten –le entregó la segunda bolsa de regalo.

–Veamos… –la pareja abría sus regalos, uno con cierta desconfianza y el otro con emoción.

–¡Las pastillas originales de mi guitarra! –exclamó el guitarrista, tan feliz que había florecillas y un brillo a su alrededor.

–Un libro para el control de la ira –gruñó el profesor de Literatura con un tic en el ojo y un aura amenazante.

–¡Wow! Debieron costarle un ojo de la cara.

–En realidad me las dio un conocido porque ya no las usa. Iba a dejárselas a Ray para que las vendiera, pero me dijo lo que pasó contigo y… bueno… entiendes el punto.

–Kitazawa-san, es usted tan amable ¿Cómo podría pagárselo?

–Primero, llámame Akira y tutéame, tenemos casi la misma edad.

–Err… okay, ¿Cómo podría pagártelo?

–No hay nada qué agradecer, tú te lo has ganado por tus propios méritos… aunque… –puso una pose pensativa que le causó desconfianza al castaño– A ver cuándo te caigo por ahí para que vayamos juntos al cine ¿te parece?

 

FIN DEL FLASHBACK

 

Y desde entonces espiaba al peliazul como si esperara a que llegara su archienemigo de la secundaria  tal y como dijo. Tan absorto estaba en esos recuerdos que no se dio cuenta cuando el peliazul se percató de su mirada y le daba un saludo silencioso y una hermosa sonrisa.

 

“¡Rayos, me descubrió!”

 

Nowaki ya había visto a su Hiro-san desde unos días atrás, siempre en el mismo sitio junto a la ventana, con el mismo sombrero y las mismas gafas. Le alegraba de sobremanera que el mayor se tomara unos minutos para verlo –aun cuando desconocía sus motivos–… pero también le causaba cierta frustración el no poder hacer lo mismo por él debido a su rutina autoimpuesta.

 

“No puedo declinar ahora… prometí cuidar de Hiro-san, y para ello debo volverme digno de él…”

 

Sí, ese era su móvil para todo cuanto hacía: su objetivo de volver a la universidad y terminar su carrera como médico, las horas de estudio, sus cuatro empleos… todos tenían una sola razón de ser: poder pararse con orgullo al lado de Hiroki Kamijou. Eso era todo.

 

En fin, notó que el castaño ya no estaba, seguramente salió despavorido e cuanto se supo descubierto. Rio para sí mismo y notó que faltaba poco para que terminara su turno. Últimamente no había mucha clientela debido a que todo mundo salía de vacaciones, además Hiro-san había sido muy claro aquella vez: no debía excederse con el trabajo. Firma su salida y despidiéndose de sus compañeros se dispuso a ir a la constructora, pero recordó que el día anterior le avisaron que no se requería de todos los trabajadores, entre ellos él. Suspiró y se dirigió  a la casa de Hiro-san, con un poco de suerte realizaría el plan que tenía desde aquella vez, pero sólo se topó con que la puerta estaba cerrada y la llave bajo el felpudo ya no estaba. Esperó unos minutos y nada; trató de enviarle mensajes, pero justo ahora se quedaba sin saldo y la batería del móvil amenazaba con agotarse. Sin más remedio volvió a su apartamento, pero no se esperaba encontrar a Hiro-san sentado en el piso, recargado contra la puerta, la cabeza hacia atrás y los ojos cerrados en un gesto que denotaba tanta paz que no se atrevió a romperla.

 

Underneath the star shine
where the while light glows
lovers in the skyline
Cupid shoots his bow
one promise, true love forever
or one life calmed in wealth
to choose passion or stealth

(Debajo del brillo de las estrellas
donde la luz blanca se enciende
amantes en el horizonte
Cupido dispara su arco
una promesa, amor verdadero para siempre
o una vida calmada en riqueza
para elegir entre la pasión o la cautela) (3)

 

La atmósfera que brindaba la música proveniente del móvil del mayor lo incitó a sentarse junto a él; su mano se deslizaba con lentitud para unirse con la de su pareja, quien extrañamente no se opuso. Permanecieron así un buen rato hasta que los murmullos mal disimulados de dos vecinas rompieron con toda calma.

 

–¡Dios mío! ¿Cómo pueden hacer eso a plena vista? ¿No saben que dan mal ejemplo a los niños?

–¡Qué asco! Es completamente antinatural.

–Tan normalito que se veía Kusama-kun.

–Es una maldición de los hombres guapos… o son unos patanes, o resultan homosexuales…

–O metaleros…

–Tienes razón, en estos días es difícil encontrar buenos hombres –fue lo último que escucharon antes de que desaparecieran al doblar una esquina.

–Será mejor que entremos –instó al castaño, sin soltar su mano.

–H-hai.

–¿Qué te trae por aquí, Hiro-san?

–¿Qué?

–¿Te sientes bien? –el más alto le tocó la frente, su actitud un poco atontada ya le estaba resultando extraña– Hmmm… no es fiebre…

–¡Qué fiebre ni qué ocho cuartos! –el Demonio Kamijou volvía a ser el mismo y ahora lo alejaba de un manotazo– ¡¿Qué haces aquí?!

–Vivo aquí –le respondió con simpleza.

–¡Eso ya lo sé, idiota! ¡Digo que todavía no es hora de tu salida de la constructora! ¿Qué haces aquí a esta hora?

–Bueno… –el chico explicó todo lo pasado–… y cuando llegué te encontré aquí –notó que al mayor se le salió algo del bolsillo y se agachó a recogerlo– Hiro-san, se te cayó… esto…

 

En sus manos tenía dos boletos para una película que estaba de estreno: Riffs of Soul. No necesitaba preguntarle para saber que su Hiro-san se acordó de lo mucho que ansiaba ver esa película, y por ello se molestó en comprar dos boletos y venir hasta acá a esperarlo. De tan solo pensarlo el corazón se le aceleró.

 

–¡Hiro-san, me haces tan feliz que podría morir ahora mismo! –sin poder evitarlo se lanzó a abrazarlo.

–¡Aagh… no te emociones demasiado! –el otro como siempre empezaba a forcejear– Sólo lo hice porque no dejabas de parlotear de eso la semana pasada…

 

Ignorando lo anterior, el guitarrista le robó un beso a su castaño, y aunque al principio se resistió, no tardó mucho en corresponderlo. A decir verdad ya llevaban una semana sin siquiera darse un beso, mucho menos tocarse, por tal motivo el segundo guitarrista empezaba a excitarse. Sus manos se escabullían ágilmente bajo la camisa escarlata del profesor, delineando esa suave y láctea piel que lo enloquecía. Hiroki tampoco se quedaba atrás, pues –aunque no lo admitiría nunca– su cuerpo se calentaba cada vez que las distancias entre ellos se acortaban. Entre besos y caricias que cada vez cobraban fuerza, avanzaban hacia la habitación del Caballero Zafiro, tropezando a veces. Sin embargo ambos no se fijaron que en su camino se interponía el armario y que sobre este había una caja mal colocada, por lo que apenas si pudieron reaccionar cuando la espalda de Hiroki golpeó el mueble y la caja se volteó, cayéndoles encima el contenido y matando la pasión.

 

–¡Auch! ¡Hiro-san, ¿estás bien?!

–¡¿Cómo se supone que esté bien si…?!

–¡Cielos, mi caja de recuerdos!

 

Ambos se agacharon para levantar los objetos, que llamaban la atención del mayor.

 

“¡Esto tiene que ser una broma!”

 

Hiroki sostenía una fotografía en la que un pequeñito de unos siete u ocho años, de cabellitos azul oscuro, casi negro, unos bonitos y grandes ojos brillantes como zafiros, tez clara e inmaculada, y una grande y radiante sonrisa. Éste abrazaba una reluciente ESP M III Custom Reverse, en acabado See Thru-Blue (4) como si fuera un oso de peluche. Su corazón se aceleró y el labio inferior quedó ligeramente más abajo.

 

–Ese era yo a los ocho –espetó el menor, sacando bruscamente al mayor de sus pensamientos–…era mi cumpleaños…

 

POCO MÁS DE CATORCE AÑOS ATRÁS

 

Globos, serpentinas, confeti, dulces, pastel, pero sobre todo la alegría de los presentes, era lo que reinaba en ese día tan especial: el cumpleaños número ocho del pequeño Nowaki Kusama. Entre juegos infantiles los niños del orfanato y el cumpleañero pasaban una bonita tarde.

 

–¡Entonces sale Godzilla de su lata de frijoles y lo destruye todo (5)!

–¡Nowa-chan, es hora de abrir tus regalos!

 

Todos los niños dejaban sus juegos y se aglomeraban alrededor de la mesa de regalos; el cumpleañero abría el primero y el segundo, el tercero y el cuarto, y así sucesivamente hasta que se terminaran todos: eran cosillas como dibujos o muñecos de plastilina hechos por los más pequeños, un muñeco hecho de hisopos, tres dulces envueltos en papel de china, unos calcetines, un cochecito Hot Wheels, cuatro o cinco tarjetas hechas con recortes y diamantina, y un coche a control remoto, este último de sus padres adoptivos. Sin embargo, y antes de que se partiera el pastel, un último invitado llegaba a la fiesta.

 

–¡Akio! –exclamó su padre adoptivo cuando aquel entró– ¿Qué haces aquí? Deberías estar en Londres, estudiando.

–Sí, pero me expulsaron –espetó aquel, encogiendo los hombros.

 

Era un joven de unos veintidós años, de tez clara como leche, cabello negro con un mechón verde azulado, que le llegaba un poco más debajo de los hombros, y ojos del mismo color que su mechón. Vestía una playera de Helloween sin mangas, unos jeans rasgados y unos Converse, todos de color negro; un cinturón de estoperoles con cadenitas plateadas, una muñequera en la derecha, varias pulseras en la izquierda y dos anillos plateados, así como tres perforaciones en cada oreja, complementaban su look.

 

–¿Qué? ¿Cómo que te expulsaron? ¿Qué hiciste?

–Ah, see… reprobé cinco materias y estuve en una protesta contra los directivos el mes pasado…

–¡¿Y tan tranquilo lo dices?!

–Aniki, relájate, estás llamando la atención –en efecto los pequeñines, sobre todo el cumpleañero, veían a los mayores con gesto extrañado.

–Está bien –suspiró su padre, resignado–…pero hablaremos más tarde de esto.

–Sí, sí… ¿En qué estaba? ¡Ah, sí! ¡Felicidades, Nowa-chan! –aquel invitado le revolvió cariñosamente los cabellitos y sacó de detrás de su espalda un objeto grande– Ten, esto es para ti.

 

Como todo niño de ocho años, le extrañó que aquel entonces desconocido lo tratara con tanta familiaridad, aunque también sentía cierta desilusión al ver que el presente no venía envuelto con el clásico moño de celoseda y el papel de colores, sino dentro de un largo y pesado estuche rectangular de color negro.

 

–Vamos, ábrelo… es tuyo.

–Akio ¿en serio vas a…? –el joven asintió con una sonrisa.

 

Abrió con sumo cuidado el broche para encontrarse con una bonita y reluciente guitarra eléctrica de verdad. En la TV había visto alguna vez a alguna banda de rock, con sus guitarristas tocando unas parecidas, pero nunca creyó tener una en sus manos. La emoción era tal que su corazoncito latía tan rápido como un punteo (6) y las palabras se le quedaban atoradas en la garganta. Al final terminó por lanzarse a aquel joven en un efusivo abrazo.

 

–¡Gracias, Akio-san!

–Me alegra que te haya gustado –el mayor le sonrió– Yo mismo te voy a enseñar a tocarla, será divertido.

 

FIN DEL FLASHBACK

 

–…mamá y papá se oponían al principio –espetó el ahora segundo guitarrista de Exilieth, sonriendo con nostalgia–…decían que era demasiado pequeño para entrar en ese mundo, pero sensei decía que nunca se es demasiado temprano para aprender cosas nuevas… ¡Mira! Este es mi maestro, Kusama Akio –ahora Nowaki le mostraba una fotografía de aquel joven–, hermano de mi padre adoptivo y segundo guitarrista de su banda, The Troopers…

–Es una broma ¿verdad? –habló el mayor al ver la pinta de aquel joven– Tenía una buena oportunidad al estudiar en el extranjero y hace que lo expulsen.

–¡Oh, no, eso era sólo una broma! A Akio-sensei le gustaba jugarle bromas a todo mundo, pero realmente era muy trabajador y organizado… papá decía que aparte de la escuela, Akio-sensei ensayaba con su banda lunes y miércoles después de clases; los sábados y domingos por la tarde hacía sus tareas y en las noches se presentaba con su banda en un bar, cada quince días; martes y jueves hacía trabajos en el orfanato, y los viernes salía con su novia…

–¿Y qué hacía los días que no tocaba con su banda?

–Me enseñaba a tocar la guitarra, todo el fin de semana. Incluso cuando se graduó y tuvo que empezar a trabajar, nunca dejó que eso interviniera en mis lecciones.

 

“Entonces… lo estudioso y trabajador lo sacó de él…” pensó el castaño con cierta admiración.

 

FLASHBACK

 

En lo que parecía ser la habitación del joven Akio, él y el pequeño aprendiz de guitarrista se encontraban sentados en la cama, con lira en mano.

 

–Bueno, lo primero que debes saber hacer es afinar las cuerdas –le decía su joven mentor– Empezaremos usando un afinador electrónico.

–H-hai.

 

Akio colocó sobre la pala del instrumento un afinador en forma de pinza, con una pequeña pantalla electrónica (7). Luego de explicarle a su pupilo cómo debía pulsar las cuerdas y manipular las clavijas para que la nota tocada coincidiera con la estándar, dejó que él solito lo hiciera con el resto de las cuerdas.

 

–Ténsala más –le indicaba.

–Hai –Nowaki dio un giro muy pequeñito a la clavija correspondiente a esa cuerda y la pulsaba de nuevo.

–Todavía no coincide, dale otros dos giros –el chico repitió la acción anterior, pero todavía no alcanzaba la nota estándar– más tensa…

–¿Así?

–¡Vamos, chico, con ganas! –le alentó Akio.

 

Sin embargo esta vez apretó demasiado la cuerda e inevitablemente ésta se rompió al ser pulsada con la plumilla.

 

FIN DEL FLASHBACK

 

–En ese entonces era torpe con las manos –rio el ojiazul, mostrando una cuerda metálica–… en esa semana terminé rompiendo las seis –agregó, mostrando cinco cuerdas más.

–Tu maestro sí que te tenía paciencia –murmuró el mayor, que ahora sostenía una especie de bobina– Adivinaré… esto también lo descompusiste ¿verdad?... por cierto ¿Qué es?

–Err… es un pickup o pastilla. Como puedes ver, es una bobina hecha con un imán y alambre de cobre enrollado alrededor. Así es como funciona: si una cuerda de hierro vibra sobre una bobina de hilo de cobre que está bobinada sobre un imán, la bobina es atravesada por un flujo eléctrico… –ahora le daba una pequeña explicación a su Hiro-san–…en otras palabras, la cuerda en vibración interacciona con la fuerza magnética del imán (8) –hizo una pausa y por tercera vez soltó su risita nerviosa– En realidad sí se averió, pero fue apenas hace rato que se cayó.

–¿Qué?

–Verás, el cable utilizado para la fabricación de pastillas es más fino que un pelo de tu cabeza y se puede romper con mucha facilidad… el punto es que acaba de romperse hace rato que se atoró tras el armario e intentaste sacarla.

–¡No me j*das! –exclamó nerviosamente el mayor– ¡Tú tienes la culpa por dejar mal acomodada tu caja! –Hiroki se calmó unos segundos y luego desvió la vista, mientras sus mejillas mantenían su tenue color carmesí–…err… más o menos ¿Cuánto cuesta una?

–Bueno, era galga 43 –dijo, refiriéndose al calibre del cable– así que anda por los 80 dólares.

–Esto tiene que ser una broma… –gruñó– bueno, de todas maneras te conseguiré una.

–No es necesario, Hiro-san…

–¡Por supuesto que lo es, yo la descompuse, yo la pago! –increpó, un poco cabreado– ¡Yo no huyo de mis responsabilidades, las asumo!

 

Por alguna razón esas palabras parecieron conocidas para ambos: el uno creía haberlas dicho antes, y el otro haberlas escuchado. Sin embargo el sonido del reloj de mano de Hiro-san dando exactamente las ocho de la noche los sacó de sus pensamientos.

 

–¡Rayos, la película inicia a las ocho y media! –exclamó el catedrático– ¡Apúrate y salgamos de una buena vez o llegaremos tarde!

–Hai, hai.

 

Listo y vestido el segundo guitarrista, ambos salieron de casa con los boletos en mano. Ya dentro de la sala de cine, al mayor le vino una pregunta.

 

–No sé mucho de guitarras, pero no se necesita ser un genio para saber que tu actual guitarra no es la misma que aquella… ¿Qué le pasó a esa?

–Etto… ¡ya empezó la película!

–Pero…

–Te prometo que te lo contaré más tarde. Ahora, por favor, veamos la peli ¿de acuerdo?

–Okay.

 

Por alguna razón Nowaki había desviado el tema, y Hiroki lo notó.

 

“No sé por qué, pero tengo el presentimiento de que eso tiene que ver con el por qué dejaste la universidad… (9)”

 

 

CONTINUARÁ…

Notas finales:

1. Como recordarán, Aoitsuki era el restaurante en el que trabajaba Nowaki antes de debutar en El Cuartel del Metal.

2. En los capítulos 18 y 19, correspondientes al corto Una balada para un corazón herido (parte II y III, respectivamente), se menciona que Nowaki pretende estar inconsciente seis días en casa de Hiro-san solo para poder estar cerca de él.

3. Lovers, de Dark Moor, del álbum Tarot (2007). Lo curioso de éste álbum es que cada canción hace referencia a una de las cartas del tarot, en este caso es la de los amantes.

4. Elegí este modelo porque otro amigo mío lo tiene y le funciona tanto como guitarra rítmica como para solista. Este modelo salió en el año 2000, pero ya no lo encontré disponible ni en la página estadounidense ni en la japonesa. Sin embargo sí encontré el catálogo de ese año, pero está en PDF y las especificaciones están en inglés.

http://cdn.growassets.net/user_files/esp/downloads/000/000/084/ESP-2000-Catalog.pdf?1392144605

5. La idea me la dio un fic que una de mis hermanitas subió en Fanfiction*net, llamado Juicio en Akatsuki. Está medio disparatado, pero me hizo reír mucho.

https://www.fanfiction.net/s/7286295/1/Juicio-en-Akatsuki

6. Recalco esto porque acorde y punteo suelen confundirse. El punteo se obtiene percutiendo una o dos cuerdas -en este caso se llama punteo doble- con los dedos, de tal modo de formar una melodía solista; en el acorde se pulsan o rasguean varias cuerdas simultáneamente formando una armonía (por lo general sirve de acompañamiento). Usé esta metáfora porque generalmente los punteos son más rápidos que los acordes.

7. Así se coloca el afinador en forma de pinza. Nótese que se emplea la notación americana y no la clásica do, re, mi, fa, etc.

http://www.afinadoresdeguitarra.com/images/Afinador%20Pinza%20Korg%20Headtune%20HT-G1%20Guitarra.jpg

8. Ya había mencionado algo de esto en las notas de autor del capítulo 14, cuando Nowaki comenta que compró una pastilla EMG-85. Aquí más información sobre el funcionamiento de las pickup en general.

http://www.taringa.net/posts/info/1643709/Guitarras-electricas-y-sus-mics-pastillas.html

9. En el capítulo 21, correspondiente al corto El metal no hace al inadaptado (parte II), se menciona que Nowaki recibió una llamada en la que se le informaba que podía volver a la Facultad de Medicina, luego de permanecer casi dos años fuera. En esa parte dice para sí mismo: “después de todo no me suspendieron por cualquier nimiedad…”, pero Hiro-san lo alcanza a escuchar. Esto voy a desarrollarlo en el siguiente cap.

 

Por alguna razón creo que los capítulos correspondientes a los Egoístas me cuestan más trabajo, pero bueno. De nuevo lo siento por la tardanza, pero ya saben cómo es esto. Bueno, nos leemos en la próxima entrega. Chaito.


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