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El Cuartel del Metal por HitchNoDanna

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Notas del capitulo:

Hehehey!!! Heme aquí con la entrega número 45 ¡vaya! No creí que este fanfic se alargara tanto… bueno, era lógico ya que tengo la idea general pero en sí no tengo una estructura concreta, escribo conforme se me ocurren las cosas y debido a la temática tengo muchas ideas.

En fin, lamento la demora. Como dije en el capítulo anterior, mi escuela entró en paro de labores (si hay gente de México leyéndome, seguramente sabrá a lo que me refiero), no pude ir a todas las asambleas que se han llevado a cabo (vivo lejos, en casa de mis padres y pss se pusieron sus moños), además me hicieron retocar fotografías de una boda (es más laborioso y tedioso de lo que parece, XP), por eso apenas hoy tuve tiempo.

 

Notas preliminares:

Noté (en los cuatro sitios donde publico este fic) que hubo quienes sí dedujeron con quién se reunió Shinobu-chin en el episodio anterior, pero no pudieron con el caso de Hiro-san. Si leyeron con atención el corto Sapphire Knight no baai (correspondiente a Nowaki), se darán una idea del personaje con el que se encontró el capítulo anterior.

Bien, creo que es todo lo que tengo que decir al respecto. Si se me pasó algo, pues ya ni modo, XD.

 

Disclaymer: Los personajes de Junjou Romantica, canciones, bandas (excepto Exilieth y otras de mi invención), marcas registradas, etc., son de sus respectivos autores… de lo contrario no tendría que poner este disclaymer, XD.

Capítulo 45: Las paralelas se cruzan en el infinito – Parte II

 

Miércoles por el mediodía. El integrante más joven de Exilieth se encontraba en una situación un tanto incómoda. Todo había comenzado la noche del lunes, cuando Akihiko lo encontró en la casita que había pertenecido a su madre, y que ahora ocupaba Hotaru.

 

FLASHBACK

 

—Moshi moshi… etto… estoy con Taru-san… ¡no es necesario, ya voy para allá!... etto… no, pero… ¡por amor a Cliff Burton, no!... pero… ¡¿Qué, ya está aquí?!

 

Ambos chicos se asomaron por la ventana y vieron que en efecto el auto rojo ya estaba ahí. Se dirigieron a la puerta ya para despedirse.

 

—Bueno, Taru-san, debo irme. Me divertí mucho —el muchacho abría la puerta— Fue raro, pero me divertí mucho.

—Etto… Misa-chan… ¿Me perdonas?

—Ah…

—Sobre lo que dije hace rato… —la vocalista sonaba arrepentida— sé que no serías capaz de aceptar algo así sólo por una guitarra… perdón.

—Etto… está bien.

—¿Te puedo abrazar? —inquirió ella con un inocente rubor en sus mejillas, sin segundas intenciones— Como cuando éramos niños…

—Por supuesto.

 

Y así lo hicieron. Sin embargo olvidaron que la puerta ya estaba abierta y que cierto escritor estaba presenciando la escena. El aura que emanaba era tan pesada y tan aterradora que podía ahuyentar a cualquiera que estuviera a dos metros a la redonda. Prácticamente temiendo por su vida, el primer guitarrista se separó de la chica.

 

—Buenas noches, Usami-san.

—Vamos, Misaki —espetó el escritor secamente.

—Nos vemos mañana, Misa-chan.

—O-okay, ha-hasta mañana, Taru-san.

 

El camino de vuelta al apartamento fue pesado y sofocante para el primer guitarrista, el escritor parecía molesto y su mutismo sólo lograba ponerlo más nervioso. Estuvieron así un buen rato, y no fue sino hasta que se cerró la puerta cuando el juego comenzó.

 

—Aaaah… espere… ¿Qué-hace? —Usami lo había tumbado en el sofá y al tiempo que recorría su cuello entre besos, lamidas y uno que otro mordisco, sus manos se escabullían bajo la sudadera negra de Testament y los vaqueros azul marino— Aaaah… ngh… U-sagi-san… aaahhh…

—Su perfume opaca al tuyo… —le habló tras su oreja, haciéndolo estremecer— Tendré que quitártelo durante toda la noche.

—¿Qué?

 

FIN DEL FLASHBACK

 

El problema en sí no había sido el abrazo, ni siquiera la forma tan poco ortodoxa en la que Usami quitó los rastros del perfume de flores y frutas de Taru-san… era más bien la situación en la que se encontraba ahora, consecuencia de esos dos hechos. Normalmente no le incomodaría practicar con la Stratocaster o la ESP las canciones que conocía dentro del setlist que presentaría la banda éste sábado, pues siempre había disfrutado de eso desde que pudo tocar sus primeros riffs…

 

—Aaahhh… espere… no puedo… practicar… así…

—Aún hay restos de su perfume.

 

…a menos que cierto escritor lo tuviera sentado sobre sus piernas, manoseándolo descaradamente por la espalda mientras sostenía su lira.

 

“Aramis no danna… me enseñó todo lo que un buen metalero debe saber… todo menos a tratar con personas como Usagi-san” pensaba el muchacho con aura depresiva.

 

 

Una de la tarde. En otra parte cierta vocalista practicaba su técnica de arrastre de voz. Si bien era cierto que se sabía buena para esto, era la primera vez que lo intentaba con canciones en que los vocales originales fueran hombres. La razón de ello era simple: después del ensayo de ayer, y sin quererlo, su amor platónico sugirió dos canciones con guturales y claros para el setlist que presentarían el sábado en el Cuartel. Por obvias razones no le iba a negar nada a su castañito, sin embargo Shinobu le había llenado el buche de piedritas (1) al insinuar que no sería capaz de hacerlo sin lastimarse la garganta, y por eso ella misma propuso las dichosas canciones. Sin embargo no serían aceptadas hasta que demostrara que podía con estas.

 

—Hoy haré que te tragues tus palabras —musitó al término de su práctica, muy segura de sí misma, pero luego pensó en algo— Pero… me parece que Misa-chan no ha tocado esa canción… rayos, eso será un problema para él en caso de que se acepte… —puso una pose pensativa— Hmmm… ¡ya sé! Le conseguiré las tablaturas y se las daré.

 

Se arregló lo necesario para ver a su amorcito y luego fue al único lugar donde podía conseguir buen material: Sahara Music Store.

 

—¡Hotaru-san ¿Qué tal?!

—¡Hey, Nowa-chan! —saludó en cuanto vio a cierto dependiente— ¿Qué hay?

—Aquí, ya me ves… en fin ¿se te ofrece algo?

—Claro… ¿recuerdas lo que dijo Akira-san después del ensayo, verdad?

—Así es.

—Bueno, Misa-chan nunca manejó este tipo de metal ya que no es su favorito y… el punto es que quiero llevarle las partituras para que practique ¿tendrás algún material sobre…?

—¡Por supuesto! Acaban de llegar unos tutoriales en formato DVD… Supongo que buscas esto porque lograste dominar esas canciones ¿cierto?

—Le atinaste… no suenan exactamente igual, pero al menos sé que puedo patearle el trasero a Nobu-tan —sonrió ella triunfalmente. Mientras hablaban, Nowaki buscaba algo en un catálogo y luego de encontrarlo la instó a seguirlo hasta la sección de DVD’s.

—Ah, ustedes dos siempre tan cariñosos ¿verdad?

—¡Qué cariñosos ni qué ocho cuartos! Estará muy guapo  y será el mejor baterista del mundo el hijo de la freg*da, pero es tan irritante…

—Bueno, dicen que del odio al amor sólo hay un paso… o dos…—espetó el ojiazul con tono burlón, mientras le entregaba dos DVD’s.

—¡Ni de chiste saldría con él! —replicó la pelinegra— Además… mi corazón ya le pertenece a Misaki.

—Ah, el amor… —suspiró de manera boba el segundo guitarrista.

—Ya que hablamos de eso ¿Tú sales con Kamijou-san, verdad?

—¿Cómo lo…? —inquirió con cierta sorpresa.

—Acuérdate, cuando regresamos de ese bar en Okinawa… Usami-san se había llevado a Misaki y a mí me dejó ahí —recordó con cierta molestia que pasó rápidamente— Luego Kamijou-san les gritó unas cuantas cosas a ti y a Akira-san… ¡vaya que se veía molesto! En fin, el punto es que yo estaba ahí y oí casi todo…

—Siento que hayas tenido que presenciar eso —rio nerviosamente— Pero no voy a negártelo, sí salgo con él…

—Ya decía yo… en fin. No sé tú, pero he notado que Shinno-tan también anda en algo así…

—¿A qué te refieres?

—Bueno… como sabes Usami-san es tutor temporal de Misa-chan, y Nobu-tan estuvo bajo la tutela de Miyagi-san por un tiempo, así que era lógico que fueran por ellos esa vez… en cuanto a ti, pues ya me lo confirmaste, demo… ahora que lo pienso bien, de Shinno-tan no conozco más amigos además de ustedes, así que se me hizo un poco extraño que Ijuuin-sensei estuviera ahí. De hecho, al principio creí que iba por trabajo o algo así, pero a decir verdad no dejaba de lanzarle miraditas a Shinno-tan en el desayuno de esa vez, lo cual me hizo pensar que viajó hasta Okinawa específicamente por él.

—Ah, ya entiendo… crees que hay o hubo algo entre ellos ¿cierto?

—Así es.

 

 

Dos de la tarde. Cierto profesor de Literatura se encontraba en la librería central buscando algunos ejemplares. Anteriormente había revisado los trabajos y exámenes de sus estudiantes de ésta y otras generaciones, pues debía hacer una propuesta de modificación de método de evaluación para la materia de Literatura. Entre esos trabajos había encontrado un ensayo de Misaki, que aludía a la influencia de la Literatura sobre la música. En su momento sólo había revisado la idea general del texto, pero al releerlo se encontró con algunos grupos de rock y metal cuyas canciones se inspiraban en algunos libros que conocía, y otros más que sonaban interesantes. Asimismo recordaba algunos temas de la tarjeta de memoria original de Nowaki que aludían a otras tantas obras. Movido por esto último, se decidió a buscar tales títulos. Sintió a alguien a punto de tomar el mismo libro que él, y por inercia intentó estirarse para tomarlo, pero la otra persona al ser más alta se lo ganó.

 

—Vaya, parece que era el último —espetó aquella.

 

“Las personas altas son tan molestas” gruñó internamente. Sin embargo, y por alguna razón, aquella persona le recordaba al segundo guitarrista de Exilieth cuando le alcanzaba alguno de los libros de la parte más alta del estante en su casa. Inevitablemente le vino un sonrojo y eso no pasó desapercibido para aquel hombre de pelo negro y ojos verde azulados que se había llevado el libro.

 

“Me recuerda mucho a Murakami… el mismo color y corte de pelo, tan timorato y fácil de sonrojar” pensaba aquel “Me pregunto qué habrá sido de él y del resto después de que nos separamos… en fin, donde quiera que ellos estén, ojalá hayan encontrado a quién dejarle su legado…”

 

 

Tres de la tarde. Otro catedrático se encontraba en su oficina revisando los avances de la tesis de su alumna mientras oía el clásico Stairway to Heaven de Led Zeppelin. Al principio había disfrutado de ese lapso de verdadera tranquilidad, pues desde el domingo no recibió llamada o visita alguna de cierto baterista. Sin embargo, y si lo pensaba bien, ya comenzaba a extrañarle su ausencia, pues el muchacho no le avisó que volvería, simplemente se enteró a través de ese grupito de chicas —lujuriosas, según el tipo que las acompañaba—. Desde entonces no tenía ningún otro indicio del joven… era como si se lo hubiese tragado la Tierra.

 

—Aramis, definitivamente estoy tan loco como tú —suspiró con cansancio.

 

Desde aquella noche en Okinawa que se dejó conducir por su locura —por decirlo de alguna manera—, no dejaba de recriminarse por el gran problema en el que se había metido al relacionarse de esa forma con el hermano de la mujer de la que se divorció hace más de tres años, hijo de su exsuegro y Decano de Mitsuhashi, para colmo hombre y 17 años menor… pero como todo en la vida, a veces empezaba a considerar la idea de que sentía algo verdadero por el Caballero Plateado, y la forma en la que empezaba a extrañar su presencia lo confirmaba.

 

—¿Qué estarás haciendo ahora, Shinobu-chin?

 

 

La rockola ponía en ambiente el interior de El Cuartel del Metal con el tema Rock and Roll all nite de Kiss. El pequeño terrorista se reunía con cierto sujeto que conoció el domingo. Como faltaba un buen rato para el ensayo, el baterista aprovechó para citarse con él.

 

—… sus riffs son brutales, pero sí me sacan de onda sus vocecitas —decía el menor.

—A mí también… digo, no es que desmerite su trabajo ni nada por el estilo, pero la mayoría de las bandas japonesas me suenan igual precisamente por eso.

—Por no decir todas.

—Por eso prefiero algo más robusto… En fin, dices que la vocalista de tu banda maneja guturales ¿no? —el rubio asintió— De pura casualidad ¿es de ascendencia europea o norteamericana?

—La verdad no le he preguntado ¿Por qué?

—Bueno, las características físicas que definen la voz humana dependen en parte de la carga genética…

—Ah… —se quedó callado un breve rato— Ahora que lo pienso, no tiene del todo el aspecto de una chica japonesa… sus ojos son demasiado bonitos —pero se dio cuenta de lo que dijo y puso una bonita expresión de WTF— Rayos, si la maldita me oyera no me dejaría en paz…

—¿Tan bien se llevan? —inquirió el ojiverde con tono burlón.

—¡Pff! Es la persona más fastidiosa y temperamental que he conocido.

—Pero la admiras de cierta forma ¿no? De lo contrario no la hubieran reclutado como su vocalista.

—Tal vez un poco.

—Bueno, por algo se empieza… tal vez con el tiempo terminen siendo novios.

—¡Ni de chiste saldría con esa harpía! Además… ya estoy con alguien más.

 

 

Cuatro de la tarde. El bajista se encontraba en casa, alistándose para salir a casa de Kai.

 

—…él sí podría llegar a ser guitarrista profesional si se lo propusiera… —decía el chico, mientras terminaba de ponerse una chamarra— Lástima que estudia Economía… qué desperdicio de talento.

—Bueno, ha de tener sus razones.

—Dice que su hermano quería estudiar esa carrera, pero como tuvo que dejar los estudios para cuidar de él cuando murieron sus padres, cree que tiene que retribuírselo de alguna forma… bueno, tú entiendes.

—Oh, vaya… bien, antes de que te vayas te pondré algo de comer.

—No es necesario, puedo comprar unas papitas en el camino.

—Si por ti fuera, vivirías únicamente de papitas ¿verdad? —el menor asintió felizmente— Ay, hijito mío… —suspiró la castaña, pero luego se dio cuenta de lo que dijo— ¡Es decir…!

—Está bien, puedes llamarme como quieras… mamá —y le dio un beso en la mejilla antes de irse y dejar a la mujer con una expresión anonadada— Nos vemos.

 

Aquellas palabras habían salido de lo más profundo de su corazón y se sentía feliz por ello. Mientras iba caminando, pensaba en algunas cosas.

 

 

“Tal vez no me tuvo en su vientre por nueve meses, ni dieciocho años bajo su techo, demo… al menos no me rechazó ni me juzgó cuando me fui de ese lugar; al contrario, me brindó lo que Kasumi y Hiruko me recriminaron cuando supieron de mi relación con él… tampoco me echó de su casa sin comprender mis sentimientos. Gracias a ella no caí en los vicios tal como Shizuku-san dijo que le pasó a él. De hecho, gracias a ella Exilieth existe. Tal vez lo único que les debo a ellos es mi existencia, pero para mí Yuzuki-san es… mi verdadera madre”

 

 

Media hora más tarde, cuatro de los cinco integrantes de Exilieth ya se encontraban en casa de Kai.

 

—¡Misa-chan! ¡¿A que no sabes qué?! —exclamó ella, entusiasta.

—¿Sí lograste dominar las canciones?

—¡Así es, voy a patearle el trasero a Nobu-tan! Por cierto, te traje las tablaturas impresas de las canciones que acordamos ayer.

—¡Genial! Las anduve buscando en Internet, pero no estaban disponibles, así que intenté imitar la canción con mi guitarra mientras la oía, pero no tuve mucho éxito… —lo último lo dijo al tiempo que se sonrojaba.

—Ya se tardó —murmuró Shinnosuke— Será el último en llegar, pero nunca tarda tanto.

—Para mí que ya lo entretuvo la novia —bromeó el segundo guitarrista.

—¡Ja, pobre de la desdichada que se habrá fijado en él!

—Taru-san, no digas eso. Aunque no lo parezca, Shinobu-san es muy popular entre las chicas en la universidad.

—Hasta que conozcan su verdadera personalidad. Entonces ahí las pobres deben salir huyendo.

—¡Shinobu-san! —Misaki saludó al baterista, que recién iba llegando.

—Ya íbamos a empezar sin ti —siseó el castaño de ojos ámbar.

—Tuve un percance con alguien, es todo.

—Se los dije —dijo el peliazul, notando un levísimo sonrojo en el rubio.

—En serio, quien sea, la compadezco —ahora era la vocalista.

—¿De qué me perdí?

—De nada, Nobu-tan. Llegas justo a tiempo para que patee tu trasero.

 

En breve llegó Kai acompañado de Akira, y el ensayo comenzó.

 

 

Siete de la noche. Mientras continuaba el ensayo de Exilieth, Tödö Yuzuki se sentía la mujer más feliz del universo. Aunque no lo pareciera, había esperado por muchos años el momento en que su otra mitad apareciera y se le declarara con palabras hermosas, pero el escuchar esa palabra de aquel muchacho hacía ver aquel propósito tan pequeño y hasta superfluo. Lágrimas de felicidad caían sobre aquella bola de masa en la que trabajaba apenas hace un rato, y su corazón latía como nunca. Sin embargo, y como todo en la vida, unos toquecillos en la puerta sonaban tal como gotitas de lluvia previas a una tormenta.

 

—Buenas tardes —ya se había limpiado las lágrimas, y ya había abierto la puerta— ¿Se encontrará Shinnosuke-kun?

—¿Quién lo busca? —inquirió ella con cierta curiosidad. El visitante traía consigo una caja de regalo y a primera vista venía bastante emperifollado para ser una simple visita.

—Un amigo, Kai Shinoda.

 

Aquello empezaba a generarle desconfianza a Yuzuki: anteriormente Shinnosuke le había dado una descripción a grandes rasgos sobre su jefe de El Cuartel del Metal, y a decir verdad este visitante no poseía ninguno… tal vez la estatura y la edad, pero de ahí en fuera… además ¿no los ensayos eran en casa de Kai Shinoda?

 

—Lo siento, pero no aquí no vive —mintió.

—Por favor déjeme hablar con él, de verdad es importante —al menos su mirada suplicante no mentía. Seguramente debía tener una razón para ocultar su identidad.

—Está bien —suspiró ella— le diré que lo busca Kai Shinoda, pero… aquí, entre usted y yo ¿Por qué oculta su identidad?

—Bueno, tiene tiempo que no nos vemos y quiero darle una sorpresa.

—Ah… okay… y… al menos… ¿podría saber con quién tengo el gusto?

—Por supuesto. Mi nombre es Ijuuin… Ijuuin Kyo.

—¡Tú!

 

Tres, dos, uno… ¡Paf! La mano de la mujer fue a dar directamente sobre la mejilla de aquel mangaka, dejando una marca roja como evidencia de la ira y la repulsión que sentía por ese malnacido que había osado burlarse de su amado Shinno-chan. Por su parte el hombre no podía salir de su sorpresa ¡y no era para menos! Una perfecta desconocida que por alguna razón desconocida se encontraba en casa de Shinnosuke, le abofeteaba sin razón aparente.

 

—No sé qué te propones al buscarlo después de lo que le hiciste —sentenció Yuzuki, aguantando las ganas de moler al de ojos plateados a golpes— pero no vuelvas a acercarte a él o te las verás conmigo. Buenas noches.

 

Dicho esto le cerró la puerta en la cara.

 

“Lo siento, pero no puedo hacer eso… no mientras cualquier sentimiento, odio o amor, siga latente en el corazón de Shinno-kun”

 

 

CONTINUARÁ…

 

Notas finales:

1. Llenarle el buche de piedritas a alguien o colmarle la paciencia.

 

Seguramente deben preguntarse qué percance habrá tenido Shinobu-chin con el susodicho como para que se sonrojara así. Eso lo aclararé más tarde. Por otra parte, a partir de ahora se le complicarán las cosas a Shinnosuke.

 

En fin, como he venido diciendo en otros capítulos, cuando hay puentes, vacaciones o en este caso paros, la inspiración se me va o tarda en llegar, así que probablemente demore en la próxima entrega. Bien, pues de momento es todo. Nos leemos luego, chaito.


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