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¡Yoogeun quiere ayudar! por Han Rae Ri

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Notas del capitulo:

Aquí actualizando antes del mes ;u;

hahahha <3 disfrútenlo y lloren n___n

 

Por cierto, dejen bonitos reviews :DD y... no me odien ;;

 

Read & Enjoy <3

Jonghyun abrió la puerta de su casa para dejar pasar al menor.

-Ha estado buena la fiesta- comentó con voz risueña. El peli plateado se acercó hasta el sillón próximo y se dejó caer con el pesar de que en unas horas tendría que ir a trabajar. -¿Jjong? No puede ser que andes más cansado que yo, que tengo que lidiar con el molesto de tu hijo –bromeó tocando la rodilla flexionada de su novio.

-Kibummie… -rezongó antes de jalarlo cuidadosamente hacia su pecho. –te amo –susurró una vez estuvo el pelinegro con la cabeza recargada sobre su estómago –te amo demasiado, pero en serio, quiero escuchar el silencio –habló cansadamente.

 

Kibum entendió que el mayor necesitaba descansar, después de todo fue él el que estuvo armando los arcos con globos y las mesas del postre, incluyendo que estuvo corriendo para servir el pastel y ayudó a quitar mesas y sillas de la casa, mientras él, sentado en la sala de estar, platicando con la novia del padre de Tae sobre su embarazo. Besó su lunar sobresaliente y cerró los ojos.

 

 

Pero estaba cierta personita que debía hacer acto de presencia entre ellos, atacándolo con unas enormes ganas de vomitar y luego atragantarse cantidades colosales de chocolate.

-Oh Dios –sintió el vómito subiendo por su cuello y se apresuró para llegar hasta el baño. Jonghyun sonrió con los ojos cerrados. Desde hace unos días se había planteado la idea de que ya no serían solamente ellos. Dentro de 6 meses más, una personita estaría dándoles problemas como esos, tendrían que aprender a cambiar pañales, a preparar comida de bebé y acostumbrarse a su departamento regado de juguetes y peluches. Pero todo eso valía la pena.

 

De verdad que lo valía si le llamaran “papá”.

 

O papi. –Dios, quería una niña con locura- y estaría eternamente enamorado de aquella criaturita, de sus gestos y lloriqueos, de sus sonrisas y sus gorgoteos. Abrazó la almohada contra su pecho, con nulo intento de retener las risitas de alegría, porque iba a ser papá y no habría cosa más perfecta que cargar a su bebé por primera vez y de solo imaginarlo podría ponerse sentimental y llorar de emoción.

-¿Yo vomito y tú te alegras? Vaya loco –apareció Kibum secándose la boca con una toalla. Palmeó la pierna de Jonghyun y enseguida formó un espacio para que se sentara.

-Es porque ya no puedo esperar, Bum –rápidamente se acomodó para acomodar la cabeza sobre el vientre del menor, lo besó con ternura y acarició los costados de su novio. –Ya quiero que nazcas cosa bonita. Quiero que me llames papá, quiero cargarte y llenarte de besitos –hablaba con voz infantil, causándole a Kibum un repentino ataque de diabetes, porque simplemente ese chico era una cosa adorable cuando entraba en plan de desesperado. Y él no quería hablar de cómo se ponía al saber que estaba cargando con una pequeña vida, simplemente porque le daba algo de pena mostrarse en la misma manera que el mayor se estaba comportando.

-Ok, admito que igual estoy emocionado –acomodó la cabeza sobre el porta brazos del sillón y dejó que las caricias a su vientre se dieran. –Dame un masaje en las piernas –y Jjong acató la orden, orgulloso de ayudar en algo.

 

 

 

~**~

 

 

El bostezo de Taemin fue tan reconfortante que decidió quedarse con los ojos cerrados y disfrutar la suavidad de su almohada. Hasta que lo recordó.

Se paró de golpe tan asustado que no sintió el calambre en su espalda. A su lado, Minho dormía cual bebé sin darse por enterado de lo que estaba sucediendo. ¿Cómo podía estar tan calmado?

-Hyung… -susurró temeroso; ya que el alto no contestaba, decidió inspeccionarse e inmediatamente alzó la colcha, encontrándose con su cuerpo desnudo y varias marcas rojas a punto de convertirse en moradas. –diablos… -

Taemin tenía miedo de que alguien hubiera entrado y les haya pillado desnudos,  y en la misma cama. Las excusas ya no podrían creerse y la imagen tan tierna de Taemin podría haberse roto.

 

-Hyung –habló un poco más fuerte, moviendo el hombro desnudo del mayor en forma desesperada.

 

-¿Qué? –la voz ronca indicaba que no estaba a gusto de ser levantado. Volteó hacia el pequeño y contempló el pequeño moretón rojo en el cuello del menor e inevitablemente sonrió. –Me gusta eso en ti –apuntó hacia el punto colorado, y Taemin no pudo evitar sonrojarse.

-Hyung, en serio… ¿Y si alguien nos vio? –preguntó nervioso. Minho se dio un poco de tiempo para inspeccionar las condiciones en las que se encontraban. Claramente no estaban en su departamento y eso bien lo sabía.

-Tranquilo –volvió a recostar su mejilla contra la suavidad de la almohada, cerrando los ojos para recuperar el sueño. Pero obviamente Taemin podía estar de todo menos tranquilo. Menos a esa hora del desayuno familiar.

 

-¿Tranquilo? Minho, ¿Cómo puedes pedirme eso cuando estamos en mi habitación, desnudos los dos y con la probabilidad de que mi padre nos haya visto en esta bochornosa situación? –pero el mayor se negaba a abrir los ojos y más cuando tanteó el colchón hasta dar con la cintura descubierta, jalándole hasta hacerle quedar acostado. Porque el “Minho” a secas no había sonado cariñosamente…

-Ya lo he solucionado –y el pequeño y sumiso Taemin suavizó sus facciones hasta dejarlas en plan de confundido.

-¿Eh?

-Tu padre subió durante la madrugada –los colores estallaron en sus mejillas y su rostro adoptó la expresión de “oh demonios”. –por suerte me dieron ganas de ir al baño, y me coloqué una pijama. Me lo encontré subiendo las escaleras, cuando todos los invitados se habían ido. Preguntó por ti y le dije que te encontrabas cansado; parecía algo pasado de copas, por lo que asintió y me pidió que cuidara tu sueño y no intentara hacer “cositas malas” - los ojos marrones se enfocaron en su pecho que trataba de regularizar su respiración. –que obviamente ya había hecho. Coloqué el  pestillo a la puerta. Asunto resuelto.

 

 

Taemin bajó las escaleras luego de haberse dado una ducha algo incómoda en la zona de atrás; se había puesto una camiseta sencilla y una bermuda negra.

-Miren quien se dignó a despertar –su padre le sonrió al momento en que puso un pie en la cocina y él se sentía terrible al recordar las acciones en su cuarto horas antes y de las que Jinki no estaba enterado. -¿Dónde está Minho? –se atrevió a preguntar al no ver al alto con cara de sueño entrando igual a la cocina.

Taemin acarició la cabecita despeinada de Yoogeun y tomó lugar en la mesa junto a él.

-Uhm, él aun duerme. –Taesun dejó de beber de su leche y le miró amenazador.

-¿En dónde durmió exactamente? – De pronto, la atmósfera se tornó tensa y los cariñosos ojos de Jinki cambiaron por unos analizadores y serios. –Responde Taemin.

-Pasé a verlos hace rato, el pobre dormía incómodo en el piso. –Taemin quería erigirle un monumento a SooYeon en ese instante por haberlo subido.

 

 

 

-Gracias por lo de hace rato –los ojos de Taemin se movían inquietos por toda la cocina, mientras secaba los vasos con un trapo. SooYeon enjuagó el último y negó.

-No hay nada que agradecer, cariño. Yo entiendo que están en la edad de querer abrazarse y esas cosas. –y soltó unas risitas haciendo que el menor se sonrojara –pero de favor quisiera pedirte que trates de controlar un poco esas ganas. Puede que sean jóvenes, pero siempre quiéranse con cuidado. –el castaño asintió feliz, de nuevo con el pequeño remordimiento en su pecho. Pobre SooYeon noona creyendo que aún era inocente.

 

 

~** ~

 

-Bum, llevas 20 minutos en el baño. Llegarás tarde –Jonghyun se deslizó por la puerta hasta sentarse en el piso, cuando esta se abrió haciendo que se fuera para atrás. -¿Qué…?

-Jjong, lo siento. –trató de ayudarlo pero un dolorcito le impidió hincarse. –tu hijo ha estado de mañoso todo el día. Me ha estado mandando dolor tras dolor. Y encima tú lo cierras con broche de oro –el modo regañón volvió tan rápido y acompañado de una prenda interior estrellada en la cabeza del mayor.

 

-Esto no es mío –replicó mirando el bóxer blanco. –Pero huele a ti –se burló.

-Cerdo. –Pateó su brazo y le miró desde arriba -¿No ves que me has lastimado? Tiene algunas manchas.- Jonghyun analizó la prenda hasta dar con algunos manchones en color marrón y algunas rojizas.

 

-¿Sangre?

-Sí. Ayer no fuiste tan amable como prometiste. –Jonghyun se levantó del suelo y sonrió. -¿Estás contento?

-Hum, creo que el que se tiene la culpa es el que no quería parar, no el que obedecía órdenes –y las mejillas de Kibum se sonrojaron hasta el tope.

 

-¡Kim Jonghyun, cállate! –se apresuró a buscar su ropa y comenzar a vestirse. Nicole debía estar esperándole en el café y ya estaba retrasado.

-Vamos cariño, sabes que no volverá a pasar. Voy  a cuidar de ti y de mi hijo por siempre. –Jonghyun depositó un beso detrás de su cuello, erizándolo al mero contacto.

 

 

 

Una vez que ambos estuvieron listos, bajaron con cuidado hasta la sala, recogiendo sus llaves y uno que otro beso.

-Jonghyun… -pero al abrir la puerta, el ánimo decayó para el mayor, que no se esperaba semejante visita -¿Podemos pasar?

 

Kibum se quedó estático al ver a las personas delante de él. Irradiaban ese tipo de aura de las poderosas, que podían pisotear a cualquier persona que se les interpusiera. Observó a Jonghyun con disimulo, pero este nada podía hacer ya que las palabras no le salían de la boca.

-¿Hijo? –habló la señora envuelta en un abrigo negro, con el rostro perfectamente maquillado, sin muestra de arrugas. Y luego, se dio cuenta de que esa mujer le había llamado “hijo” y Oh Por Dios, eran los padres de Jonghyun -¿Te encuentras bien? –la preocupación falsa se le notaba al hablar.

-Jonghyun, déjanos pasar –pidió el hombre sin un poco más de paciencia. Kibum se hizo a un lado porque de un momento a otro le entró el miedo al cuerpo con solo haber visto a ese par de personas con los que no quería meterse por ninguna circunstancia. –Jonghyun…-

 

Pero el chico no se movía; su cuerpo se dividía entre rabia, miedo y ganas de cerrarles la puerta en sus narices.

 

-Jjong, muévete –pidió sumisamente el pelinegro, tomándolo del brazo hasta jalarlo lo suficiente para que los señores pasaran. –Buenas tardes –saludó con toda la cortesía que mantenía en su cuerpo.

La señora le miró con los ojos que normalmente usaba: de desprecio. Y solo eso bastó para que las palabras y los saludos murieran en la punta de su lengua. Se sintió tan intimidado que esa cosa que hacía mucho tiempo no sentía volvía a resurgir desde su pecho, sintiéndose repentinamente mareado y con –muchísimas – ganas de salir huyendo hacia su habitación.

 

 

Buscó la mano de Jonghyun en lo que llegaban al sillón de la sala y cuando entrelazaron dedos se sintió un poco más tranquilo.

-¿A qué se debe su inesperada visita? –cortó el silencio incómodo, mirando a cualquier dirección menos a los ojos de su padre.

-¿Crees que no íbamos a dar contigo? ¿Qué no íbamos a enterarnos de esto? –con la mirada apuntó a Kibum quién volvió  a sentir esa opresión en el pecho, tratando con todas sus fuerzas de no morderse el labio.

-Papá… deja de mirarlo de esa manera –Jonghyun podía sentir miedo de la presencia de ese par de personas, pero una cosa estaba clara: iba a defender a Kibum de todo, porque conocía a sus padres y el desprecio que emanaban, sobre todo el de la señora que con gesto fingido se acomodaba el abrigo, lista para abrir la boca en contra del chico a su lado.

 

-Jonghyun, que mal educado que eres- reprendió su madre. –Espero que este chico no te haya mal acostumbrado a ser tan… corriente –la cara de indignación se la tuvo que guardar para después, ya que se trataba de la madre de su novio y por todo lo santo que estaba haciendo un enorme esfuerzo por no contestarle como se merecía. Pero ese apretón de manos le transmitía todo lo contrario; como si Jonghyun esperara que se defendiera, que pusiera en su lugar a su madre.

 

Pero no lo hizo, porque tenía miedo.

 

Miedo de esos ojos perfectamente delineados y esos labios que estaban por fruncirse.

 

-¿A que han venido? –insistió de nuevo, porque estaba seguro que esa visita no estaba alterando los nervios de ambos por nada.

-Jonghyun, seré claro. –Su padre cruzó la pierna para apoyar sus manos entrelazadas en su rodilla –sabemos que está pasando entre ustedes dos. –su mirada a través de sus lentes les intimidaba hasta la médula –y no hace falta que me lo niegues.

 

 

-No voy a dejarlo si es lo que buscan. Lo amo y no van a quitarme mi felicidad de nuevo. –Jonghyun trataba de calmarse, pero el hecho de que estuvieran amenazando eso que ya amaba no lo dejaba pensar con claridad.

-No te estoy diciendo que lo dejes. Los Kim no cometemos errores y si lo hacemos, lo vamos a solucionar a nuestra manera. Sabemos que el chico está embarazado y que tú eres el padre.

-Si lo que busca es que aborte, está perdiendo su tiempo –habló por fin Kibum. Podía estar muriéndose de miedo, pero por su vida que iba a defender a esa cosita que estaba creciendo en su interior hasta las últimas consecuencias. –No lo haré.

 

-Muchacho, eres tan descortés. Me gustaría que dejaras terminar a mi marido –la voz de la mujer le heló los sentidos. Ese tono amenazante no era nada bueno.

-Lo que quiero decir es que este hijo que están esperando no puede nacer bajo el seno de la separación. –el señor se levantó de su lugar junto con su mujer sin apartar la mirada de ese par de manos entrelazadas que reposaban en la rodilla de su hijo. –tienen que contraer matrimonio, o de lo contrario, tomaremos medidas más severas. –y haciendo una pequeña reverencia, llegaron hasta la puerta para salir como si no le hubiera dado una amenaza que Jonghyun estaba ansioso de cumplir.

 

Y que mentiría si no dijera que había estado planeando el momento perfecto para proponerle matrimonio al chico que en menos de un minuto se encontraba arreglando los cojines de su sillón.

 

 

Lo abrazó desde la espalda, colocando sus manos encima de su vientre mientras las ilusiones de su vida corrían por su mente como pequeños fragmentos de una película próxima a salir.

 

 

Planeado estaba el llevarlo a cenar y disfrutar de un corto paseo por las calles, hasta llegar a su departamento, donde luego de cambiarse saldrían al patio y recostados en una manta observarían las estrellas, hasta que los fuegos artificiales comenzaran a alumbrar el cielo; entonces él se arrodillaría y de su bolsillo sacaría un modesto anillo de oro blanco para pronunciar algunas palabras de amor, seguido de la frase que esperaba escuchar como respuesta un “sí acepto” y para cerrar con broche de oro, volverían a acostarse, con las manos entrelazadas, acariciándose mutuamente y pensando que no habría mejor momento vivido hasta ahorita en sus vidas y que definitivamente prometerían enamorarse más cada día.

 

Pero todo eso se fue a la mierda cuando corrió por las escaleras, buscando en el bolsillo de su pijama y volver a la sala en menos de dos minutos.

-¿Jjong? –preguntó Kibum sentado con un cojín detrás de su espalda. –Jjong, creo que mejor ya no iré. Mi cadera me está matando y para colmo, tu hijo se volvió aún más inquieto. Le he mandado un mensaje a Nicole. Será para la próxima.

-Como quieras. –tomó lugar en el piso, cerca de sus pies y de la nada comenzó a acariciar el muslo descubierto por la bermuda azul que llevaba. –Oye, ¿sabías que te amo?

 

Kibum despegó su mirada de la nada y sin aviso sus mejillas se colorearon de un rojo bonito. -¿A qué viene eso?

 

-Solo quería que lo tuvieras en mente. –reposó su cabeza en la rodilla suave, acariciando con el pulgar su tobillo – así como muchas cosas que quiero que sepas, porque son tantas almacenadas en mi corazón, que a veces siento la necesidad de dejarlas salir para que te des una idea de lo mucho que te adoro.

 

-Jjong…

-Ven aquí –le extendió los brazos y el pelinegro gustoso hizo un lugar entre las piernas del mayor, apoyando la cabeza en su hombro, sintiendo que no había lugar más cálido que estar entre sus brazos. Cerró los ojos y una sonrisa involuntaria salió. –a veces, me pongo a recordar cómo nos conocimos y a pesar de los golpes, debo decir que fue el mejor día de mi vida.

-¿Cuándo te atropellé por accidente?  

-Aparte. El mejor momento del mejor día de mi vida fue cuando abrí los ojos y estuviste ahí, con esa cara tan bonita llena de preocupación, que por un momento entré en pánico porque no podía ser posible que físicamente me estuviera muriendo por los golpes y aun así quisiera saltar de la camilla para poder mirarte un poco más de cerca, sin poder creer que semejante perfección fuera apreciada por mis ojos.

-Estás exagerando –el rubor de sus mejillas iba siendo más notorio con cada palabra que salía de la boca de Jonghyun. –debías odiarme por haberte herido.

-No podría. Eres la persona que amo y encima, me vas a dar un hijo. Y yo siempre he querido formar una bonita familia, así que no te podrás deshacer de mí tan fácilmente.

 

Un abrazo llegó más fuerte que el primero y acompañado de un pequeño beso en la nariz.

 

-Yo no he dicho que quiero deshacerme de ti. Eres todo lo que quiero y necesito.

-Kibum…-

El momento de silencio hizo florecer los sentimientos aún más y la conexión de sus miradas le dio un toque especial a la escena.

 

Sin apartar la mano de su cintura rebuscó con la otra en su bolsillo hasta dar con la cajita roja de terciopelo. Sonrió porque lo que estaba a punto de hacer era todo lo que quería en ese día.

 

 

-¿Quieres casarte conmigo? –Destellos imaginarios, fuegos artificiales en su corazón y un tintineo de campanas se escuchaban dentro de Kibum. Una lágrima recorrió su rosada mejilla hasta morir en el borde de su mentón.

 

Inconscientemente extendió el dedo.

 

Uno de sus miedos de pequeño había sido encontrar el amor verdadero. ¿Cómo podría lidiar con eso? Temor de fallarle a su pareja, de no ser lo que buscaban. De enamorarse hasta el punto de perderse a sí mismo en el sentimiento.

 

Y de pronto Jonghyun llegó para romper esa coraza de miedos e inseguridades, esa que le hacía desesperarse cuando algo no salía bien…

Brindándole un mundo de amor con tan solo un beso. Obligándose a aceptar lo que quemaba su corazón cada vez que lo veía sonreír. Obligándose a ser valiente por ese chico que se mantenía arrodillado en espera de una respuesta.

 

Una que había planeado desde el momento en que supo que Jonghyun era el amor de su vida para siempre.

 

 

-Acepto.

 

 

~**~

 

De eso habían pasado exactamente cuatro días. Y tan perfectos, llenos de besos y caricias que no tardaban en pasar a algo más. Cada vez que lavaba los platos, cuando tecleaba en su oficina, cuando firmaba documentos en el comedor, o simplemente cuando se ponía a cambiar los canales con el remoto, miraba ese anillo en su dedo, siendo prueba de un amor tan grande que ni siquiera le cabía en el cuerpo.

 

Y cada vez sonreía más, porque aún no creía que esto estuviera pasando.

 

-Bebé… - acarició su vientre, feliz de todo lo que le estaba pasando –solo quiero que sepas que, aunque no suelo decirte esto, que te amo. Ni siquiera sé si sacarás sus ojos o mi nariz,  si tendremos que adornar la habitación con flores o naves espaciales, no te conozco pero me estás haciendo tan condenadamente feliz que no puedo aguantarme 6 meses más para conocerte.

 

 

La puerta sonó, dejó la ropa sobre su cama y se apresuró en bajar para abrir la puerta.

-Minho –un pequeño abrazo fue suficiente para hacerle saber cuánto lo había extrañado.

Pero el menor siempre había tenido el tipo de confianza como para dejar un enorme beso –con sus enormes labios- en la mejilla del pelinegro.

-Tonto. Deja que acomode las prendas de Jjong y nos vamos –

-Pues si ya estás en ese plan, vayamos a mi casa para que acomodes las mías. –Kibum le golpeó leve con el puño antes de encaminarse a las escaleras.

-Quisieras cariño. –se apoyó del barandal y uno a uno comenzó a subir esos escalones que juraba, se sentían como si estuvieran multiplicándose. Entró de  nuevo a su habitación, tomando el pijama de Jonghyun para meterlo al ropero.

 

Cuando sintió ese dolorcito de hace dos días. Pero esta vez claramente vino más fuerte.

-Cálmate cosita preciosa. Papá no está para jueguitos. –y sumando el esfuerzo de subir y bajar escaleras,  el dolor comenzaba a recorrer su cuerpo.

Sintió ganas de vomitar y tomó una toalla por si manchaba algo. Entró al baño y se apoyó en el lavamanos mientras esperaba si ocurría algo.

 

Pero en vez de los fluidos saliendo por su boca un dolor muy fuerte le atravesó el vientre.

-¡Ah! ¡Mierda! – se llevó las manos al vientre, acariciándolo porque se negaba a creer que era su hijo el que le quería hacer sufrir. –Bebé, cálmate por favor… -con un hilo de voz le hablaba, usando ese tono dulce a pesar del dolor.

 

Y tan pronto como vino, se fue.

 

Calmó su respiración y con una toallita se limpió el sudor de su frente. Se miró en el espejo y reprendió –no tan severamente – a su pequeño por haberlo asustado de esa manera.

Bajó de nuevo las malditas escaleras y llegó hasta la sala donde Minho reposaba tranquilamente.

-¿Listo? Tardaste un poco ahí arriba

-Lo siento. De pronto me dio un dolor terrible en el vientre. Pero ya se calmó.

-¿Seguro? –Minho se puso de pie y sin pedir permiso subió la camiseta del mayor para tocar su vientre –Si quieres podemos ir al hospital. –Tomó la mano delicada y la besó con cuidado.

-No, solo fue un susto, el doctor lo dijo. Mejor vayamos a ver a Taeminnie; debe estar ansioso por verme –Minho rodó los ojos y despeinó su cabello.

-Claro, eres lo primero y lo último que quiere ver durante el día.

-Idiota.

 

 

Kibum se miró por el espejo de la entada, dándole la espalda a Minho por algunos segundos para acomodar su cabello de nuevo.

 

-¡Kibum! –El pelinegro se volteó inmediatamente, asustado por la cara que había adquirido su mejor amigo.

-¿Qué pasa? – preguntó nervioso, hasta mirar como Minho le apuntaba algo en sus piernas. Y cuando lo vio, quiso llorar, morirse y gritar. Todo al mismo tiempo al mirar los hilos de sangre que corrían por sus piernas. –Minho….- pero el alto solo apuntaba –Minho –y él no sentía que su cuerpo le respondiera -¡Minho! –gritó en un tono demasiado asustado.

-Tranquilo, iremos al hospital. –Lo tomo de la mano y le hizo entrar en su auto, para prenderlo y calmarse un poco porque sentía que no podría conducir de manera apropiada.

 

 

-Minho, mi bebé… -el llanto se hizo presente y ambas manos apretaron su vientre con fuerza –mi… hijo.

 

 

~**~

 

-¡KIBUM! –Jonghyun entró al hospital hecho un manojo de nervios. Volvió a gritar el nombre del chico esperando que llegara de la nada y le abrazara asegurándole que todo estaba en orden.

Minho lo interceptó tomándole de los hombros.

-Tranquilo… tranquilo.

-Mierda Minho, ¿Cómo quieres que me calme? Kibum está mal y no sé de qué se trata. –se pasó las manos por el cabello, sintiendo que su cabeza iba a explotar si no tenía noticias del amor de su vida.

-Escucha, el doctor está viniendo para aquí y te dirá que sucedió. –miró a su alrededor y se dio cuenta que no estaban solos. Nicole, Taemin y Yoogeun se encontraban sentados, con una cara de tristeza.

 

-¿Qué… que le pasó? – Minho no tuvo tiempo de contestarle cuando el doctor apareció en el pasillo, dirigiéndose a él –Doctor, el paciente Kim Kibum, ¿Cómo está? Dígame que no está en peligro, que él y… y mi bebé están bien.

 

-Sr. Kim, lamento ser yo el que le de  esta noticia, pero su pareja ha sufrido de un aborto espontáneo.  – el peli platinado se quedó callado e inmóvil.

 

 

Y en ese momento, Jonghyun sintió que todo se derrumbaba ante sus ojos y las lágrimas caían por si solas.

-¿…Qué?-

 

 

Notas finales:

SORRY!!! ;o; de veras que es necesario!!

Se que soy una perrrrra por hacer esto pero, deben entender ;u;

De nuevo, no me odien ;)

Sweet Point <--- QUEJAS Y RECLAMOS AQUI <3


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