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¡Yoogeun quiere ayudar! por Han Rae Ri

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Notas del capitulo: Holi, solo quería dejar este cap en esta semana y si no hay inconvenientes, para terminar el siguiente y subirlo de volada. :DD

Yo sé que quizá han querido matarme, y sentí su odio por el cap anterior. ¿Recuerdan que este fic está medio planeado? Pues bien, todo pasa por una razón... quizá y quite al JongKey... quizá y Key se muera -nunca ;-; - u otras cosas más. Hagan sus apuestas c:
HAHAHAHA ya, me calmo e.e

Read & Enjoy ;)
Kibum miró a través de la ventana, tratando de encontrar algún motivo por el cual su pecho no dejaba de doler. Su mirada estaba vacía y algo le faltaba en su interior. Suspiró con pesadez, deseando cerrar los ojos y no volver a abrirlos en mucho tiempo. Quizá nunca.
-¿Cómo te encuentras? –preguntó Jonghyun entrando despacio a la habitación. El menor se restregó entre las frías sábanas con olor a desinfectante, sintiendo la picazón en sus ojos por las lágrimas que querían surcar sus mejillas. Enrolló sus brazos sobre su vientre plano y blanco. No había rastro de que allí hubiera estado una vida, de que estuviera cargando con otra personita. Su bebé.
-¿Cómo crees que me encuentro? –preguntó de mala manera, sin siquiera dirigirle la mirada. Jonghyun se dirigió a su lado, rodeando el cuerpo entre sus brazos. Besó su coronilla y siguió con los pequeños cariños a su rostro. Estaba destrozado, y ver a su chico de esa manera le partía mil veces el corazón, pero alguien de los dos tenía que ser fuerte y no desmoronarse por esa noticia terrible.
-Taemin y Minho están afuera. Han estado preocupados y quieren ver cómo estás. – sus dedos se enredaron suavemente en su cabello opaco, la mirada felina se clavó en sus orbes y por un momento sintió como el dolor y la tristeza pasaba de su cuerpo al suyo. Dios, la estaba pasando terriblemente.
-No quiero ver a nadie Jjong. Estoy terrible – apartó la mirada con tristeza.
Lo que más le dolía fue haberle quitado esa ilusión al mayor; de cargar con un pequeño bulto, que le llamaran “papá” y que las risotadas fueran la música de cada día. Solamente él era el culpable de todo eso. Por no ser capaz de soportar el embarazo y de ser un inútil con Jonghyun quien de seguro estaría mucho mejor con alguien más; alguien que sí pudiera darle un hijo.
Sin siquiera importarle que el moreno tratara de tomarlo entre brazos, se adentró en las sábanas del hospital, no queriendo sentir la lástima, el desprecio o la desilusión.
-Vete –susurró contra la almohada, impidiendo las ganas de morder algo. Pasó algún minuto y Jonghyun se encontraba sentado al borde de la camilla, acariciando el hueso de su cintura con toda la ternura en ese momento.
Sentía un nudo en la garganta y un dolor inmenso en el pecho que tuvo que excusarse para ir al baño y llorar tan fuerte como le era posible porque no se sentía capaz de aguantar por más tiempo delante del menor. Lo único que quería era un abrazo y tratar de despertar de esa pesadilla de una vez por todas.
Cuando salió sus ojos hinchados lo delataron ante el pelinegro que no hizo otra cosa más que clavar su mirada vacía sobre la de él.
-Kibum… -pero el pelinegro no le hablaba; parecía como si se hubiese desconectado del mundo y su mente no tuviera lugar en ese momento.
-Yo quería… -Jonghyun miró hacia el chico con la cabeza fija en algún punto de las sábanas, con las mejillas bañadas en lágrimas y esa tristeza saliendo de su cuerpo –quería consentirlo. Enseñarle a bailar, llevarlo al colegio, inscribirla en clases de ballet, que tuviera muchos chicos detrás de ella o chicas detrás de él. Yo…
-Amor…- y el llanto se volvió más fuerte.
-Yo solo quería tener un hijo. –los brazos de Jonghyun de pronto no eran suficientemente reconfortantes. Comenzó a hiperventilar y a atorarse con las palabras. Lo que menos quería era tener un ataque de ansiedad de nuevo, pero ese hueco en el pecho no le dejaba respirar y le hacía sentir un pánico terrible.
-Kibum… cálmate –comenzó a acariciar sus brazos de forma violenta, respirando con dificultad y sintiendo que el piso se hundía.
-Jjong… rogó con los ojos llenos de lágrimas. –Jjong…
-Aquí estoy mi amor, cálmate por favor –pero las palabras y las caricias no le eran suficiente. Su cuerpo estaba rechazando esa manera de protegerse y Jonghyun comenzaba a desesperarse con él.
-Mi bebé… mi bebé. Quiero a mi bebé de vuelta. –imploraba con el llanto. Fue en ese momento que todo el dolor posible cayó de golpe sobre su delgado cuerpo. Quería irse de ahí, llegar a casa y hacer como que nada había pasado; pero ese vacío tanto en su vientre como en su corazón le impedía respirar con tranquilidad porque todo esto era su culpa, solo de él.

Mi culpa.


Y ya no quería vivir, porque sentía que le había fallado a ese chico que trataba por todos los medios de calmarlo, a sus padres y sobre todo a sí mismo.
-Mi amor… - Jonghyun le tomó la mano, mostrándole una luz en forma de sonrisa en esa maldita pesadilla que no quería desaparecer.
-Jjong, yo… -se limpió la nariz con el dorso de su mano, mirándolo completamente devastado – lo siento. Nunca fue mi intención… -y con cada sollozo el corazón del mayor se iba quebrando un poco más – tú sabes que yo lo quería. Yo amaba a mi hijo, Jonghyun.
-Te creo… -beso –te creo mi vida. – Otro beso – Tenemos que ser fuertes. Esto, fue solo una prueba –no resistiendo más le abrazó tan fuerte como sus brazos se lo permitían, intentando prolongarlo hasta cansarse, porque simplemente no quería soltarlo en ese momento – te amo y nunca voy a dejarte.
Kibum no sabía si consolarse con lo dicho o romper a llorar más.
Pasó su mano alrededor de la espalda del mayor, intentando sentir ese sentimiento de paz que Jonghyun quería transmitirle.
-Te amo Jonghyun.



~**~


-¿Quieres algo de la cafetería? –Taemin elevó la mirada apenas Minho tocó su hombro.
-No, estoy bien.
-Taemin…- ese modo de pronunciar su nombre significaba que no le había creído ni por un segundo. Conocía a su novio y sabía que en este momento, si le ofrecieran un par de brazos, rompería a llorar incluso peor que Yoogeun.
-Hyung… -y ahí estaba, ese par de ojitos marrones comenzaban a lagrimar de a poco. Porque simplemente no podía concebir que algo tan feo le haya pasado a Kibum hyung. …l que era tan bueno, que lo consentía cuando se encontraban y en el que supo buscar un gran amigo; era tan injusto.
-Calma bebé. –pero Minho tampoco iba a mentir. Su casi hermano estaba pasando por un momento difícil y se sentía tan imposibilitado para ayudarlo, y eso era una mierda.
Había llorado lo suficiente cuando llegó a casa de sus padres. Pidió el favor de que cuidaran a Yoogeun y en ese momento en que sintió la mano de su madre sobre su hombro no paró de llorar por al menos tres horas, con su progenitora acompañándolo en la pena.

No era nada fácil eso que estaba pasando. Y lo peor de todo es que sabía la enorme ilusión que tenía el mayor sobre su embarazo; que no fue imaginación el ver ese brillo cada día en sus ojos desde que le dieron la noticia. Y también pensaba que no era justo. No a una persona tan buena como su mejor amigo.
-Ven, vayamos a casa. –Taemin negó varias veces porque se sentía incapaz de abandonar a la pareja en esa situación.
-Quedémonos un rato más. – Y Minho quería hacerlo, pero igual tenía un hijo al que dejó dormido y que no había visto desde el día anterior.
-Yoogeun está esperándonos. – y solo así pudo entender que era momento de dejarlos un rato solos.
-Promete que volveremos –Minho asintió, porque igual quería estar enterado de cualquier cosa con Kibum.



-Bummie… -pero el pelinegro no respondió, lo que entendió a la perfección. El cuarto olía a una fresca fragancia, y Jonghyun se encontraba tendido sobre la camilla con medio cuerpo fuera, acariciando el cabello del menor. –Tae y yo tenemos que irnos, pero volveremos.
-Gracias Minho –habló Jonghyun apenas levantando la cabeza con una media sonrisa.
-Gracias –apenas articuló al posar la felina mirada sobre el menor. Volteó la cara de inmediato, perdiéndose en un retrato de una madre feliz cargando a un pequeño recién nacido. Y quiso maldecir porque era tan cruel colocar ese tipo de fotografías cuando él estaba pasando por un mal momento.



En el instante en que ambos salieron, Taemin se apresuró a tomar a Minho del brazo, temeroso de algo inexistente.
El viaje en auto fue un silencio comprensible. Los dos sabían que Kibum era la persona menos indicada para esta situación, pero nadie opinó porque creyeron que el pelinegro ya debía saber bastante de lo ocurrido.
El primero en bajarse fue Taemin quién se puso un poco más desanimado al ver a cierta pelinegra esperando en su bonito auto, con sus bonitos shorts –demasiado – cortos y esos tacones con los que una mujer normal no podría ni dar un paso.
-Oh, Minho, pensé que ya no llegarías. – Se apresuró a mostrar su radiante hilera de dientes blancos solo al pelinegro quién le respondió el gesto con fingido interés.
-¿Qué hace ella aquí? –susurró contra el brazo del mayor, tratando de que Yuri no sintiera los celos saliendo de su cuerpo.
-Hum, debe haber venido por Yoogeun. –No es que le cayera mal (después de todo le dio un gran consejo en el pasado) era solamente el hecho de que ella poseyera ese poder de ser madre de Yoogeun a pesar de haberlos abandonado y eso a veces a Taemin le molestaba de golpe. Y sobre todo –que nunca afirmaría – era que se sentía tan inseguro a su lado, porque era Yuri, esa chica bonita y agraciada que rayaba en la perfección y él nunca lo admitiría por vergüenza.

-¿Y el pequeñín? – otra sonrisa perfecta.
-Está con mis padres. Sucedió un inconveniente…
-Una tragedia con Kibum hyung –completó Taemin sin razón.
-Eso. Y lo llevé con mis padres porque un niño pasando mucho tiempo en el hospital es malo. –Yuri se bajó las gafas oscuras y le miró con esos ojos negros y perfectamente delineados.
-Por dios. ¿Y Kibum se encuentra bien? ¿Tuvo un accidente? –
-Algo así. Si gustas, podemos pasar a buscarlo y te cuento en el camino. –Pero eso no le agradó a Taemin; y mucho menos si lo habían mandado al asiento trasero mientras Yuri ocupaba su lugar. Y eso de las confianzas…
¿Qué tenía que saber ella sobre su hyung? Estuvo desaparecida mucho tiempo y estaba seguro que no tenía la menor idea de quién era Kibum o de cuál era su estado.



~**~


Jonghyun trataba de no volver a desmoronarse cuando le explicaron a fondo cuál había sido el error en el embarazo de su chico, por lo que evitaba mirar la pantalla y al doctor que se esmeraba en ser lo más delicado posible en el tema, a sabiendas del estado depresivo del pelinegro quién mantenía la mirada en algún punto de la pared.
-Las paredes de su útero aún están en desarrollo y sostener bien al cigoto era algo imposible de hacer. Joven Kim, usted sabe que su cuerpo originalmente no se formó para cargar con una vida, por lo que la tarea de llevar a cabo el embarazo era imposible desde el principio.
Y entonces, clavó su gélida mirada sobre el médico.
-¿Y por qué diablos no nos dijo eso desde el principio? –Jonghyun palideció. Kibum no era de esas personas que se enojaban demasiado y el tono frío de su voz demostraba que estaba totalmente furioso. -¿¡Por qué simplemente nos dejó continuar con esto!? ¿Es que acaso quería ver cómo me destrozaban el alma?

-Bum, cielo… cálmate.

-Joven Kim, nuestra intención no fue esa… es solo que nosotros creíamos que su cuerpo sería capaz de aguantar…
-¡Y una mierda! ¡Usted lo sabía desde el principio! – sus dedos comenzaban a temblar, su pecho volvía a dolerle y esas caricias en el brazo ni siquiera las sentía. Toda esa ira se estaba acumulando en su garganta, lista para salir en forma de palabras de reclamo porque ese hijo de perra creía que podía venir a sus anchas a decirle que sabía que desde el comienzo no iba a funcionar. ¿Quién carajos se creía para hacer crecer sus esperanzas y esperar hasta que sus ilusiones se hicieran trizas? Mil veces maldito.
-Jjong, vámonos… - declaró con el alma desgarrada, y las lágrimas amontonándose en sus ojos hasta humedecer sus tupidas pestañas.
-Sé cómo se siente joven Kim. Si alguna vez quiere explicaciones sin los insultos, puede darse una vuelta a mi oficina. –El médico se paró sereno y les abrió la puerta.

-No, usted no sabe nada. No sabe lo que es despertar cada día con la ilusión de que falta menos para conocer a esa personita creciendo en su interior, y no sabe cuán grande es el dolor de saber que un día todo se va a la mierda porque su cuerpo es inútil y porque unos hijos de puta pudieron advertirle desde el principio. –Hizo una pausa y rehuyó de la mirada del mayor. – usted no sabe nada de lo que estoy sintiendo en este momento. Buenas tardes. –Y dejando al señor con la palabra en la boca, aporreó la puerta de su oficina.



~**~


El camino se estaba haciendo cada vez más largo y Minho podía sentir las vibras de “culpa” que aquel pequeño de atrás le estaba mandando.
Lo cierto es que igual no le emocionaba la idea de ir con Yuri, porque aún sentía esa molestia cuando la veía.

Recordó el día en que la conoció.


Ese día en que iba apresurado para la clase de literatura, y por obra de algo poderoso se hizo un tiempo para platicar con un compañero justo en frente del taller de danza clásica. Ahí juró que sus ojos habían encontrado luz al verla. Moviéndose frágil y con clase, elevando sus piernas hasta casi toparlas con su cabeza; bailando en el aire y contando una historia con su cuerpo.
Kwon Yuri, último año. 19 años y seis meses de vida.
Y él. Choi Minho, 17 años recién cumplidos.
Quiso hablarle, quiso besarla, quiso tenerla en sus brazos y hasta oler su cabello hasta que la fragancia se agotara.
Y a punto de ingresar a la universidad, su sueño se hizo realidad cuando por obra del destino –más bien por trampa – le tocó el proyecto de último año de hacer una maqueta del edificio de artes, el salón que quisiera.
-¿Minho, cierto? –El menor se quedó sin habla al verla ahí, con una pierna sobre el barandal y medio cuerpo para abajo mientras él tomaba medidas. Sus manos no dejaban de moverse con gracia y su mirada no se le quitaba de encima.
-Sí. – Un inicio tan peculiar que marcó la vida del menor por mucho. 11 meses antes de ingresar y ya eran novios. 10 meses y tres semanas antes de ingresar ya habían dado su primer beso.
3 meses y Minho ya sabía lo que era hacer el amor.
2 meses más y sintió que su mundo se desmoronaba.
-Escucha. Tengo varias ofertas en pie, he estelarizado tres obras en el teatro local y varios elencos me solicitan. Un hijo…. Solo podría arruinar mi futuro.
-Pero, ¿Qué haré? No puedo dejar la universidad. No puedo hacerme cargo de esto sólo.

5 meses de relación y Minho ya sabía lo que era el dolor.
-Lo lamento Minho, pero esto es algo que se va de mis manos. Yo aún no estoy lista para esta clase de compromiso. Pienso que tú serás mejor en esto que yo. – Y antes de salir de su casa, le dio el último beso.

7 meses de espera y alguien llegó para cambiar su vida.
Ese día recordaba lo mucho que lloró cuando sostuvo a su hijo por primera vez y sintió su corazón tan lleno de felicidad que los regaños de sus padres no le importaban, y las despedidas de la pelinegra se hacían menos audibles con el paso de los segundos. Si su hijo le tomaba el pulgar de esa manera y bostezaba cada 5 segundos, nada sería tan importante como eso.

-¿Minho? –Yuri le habló por sexta vez consecutiva y hasta Taemin había comenzado a preocuparse. El alto estacionó con cuidado el auto y se apresuró a abrirle la puerta al menor.
-Yoogeun, adivina quién ha venido a verte –la señora Choi no estuvo muy feliz al ver a la pelinegra de nuevo; en lugar de eso, corrió a llenar las mejillas de Taemin de besos.
Y Minho se quedó en la puerta, observando como la que una vez creyó que fue su todo consentía a su hijo entre sus brazos. Se tomó unos segundos para ir donde Taemin y depositar un sonoro beso en los labios, en frente de todos.
-¡Besito! –chilló Yoogeun. Yuri desvió la mirada, su madre sonrió complacida y Taemin trataba de no deshacerse entre los brazos de Choi.
-Te amo y eres lo que ahora me importa. –le recordó.
Notas finales: Los quiero! :DD sorry por esta mezcla rara pero la historia es necesaria!

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