Era un perfecto jueves, la sonrisa no podía ser apartada de su rostro, pues dentro de su bolso llevaba lo buen ganado de una noche de arduo trabajo bailando.
Inmediatamente pensó en su pequeño y que ya venía siendo hora de comprarle algunos juguetes. Inspeccionó la hora en su móvil y se sorprendió de lo temprano que era.
Pasó a la tienda a comprar algunas golosinas y un poco del jugo preferido del pequeño Yoogeun.
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-¿Y Appa? –Preguntó el pequeño con un pedazo de manzana en su boca. Taemin sonrió por lo adorable que se veía y se acercó hasta topar las rodillas con la mesita. Cogió un poco de la fruta y tomó uno de los carritos del niño.
-Appa está trabajando cariño.
Yoogeun lo miró por un momento. Le gustaba mucho que Taemin le llamara cariño o bebé. Inmediatamente se imaginó a su appa junto con Taemin, ambos acariciando su cabello y llamándole cariño. Sí, eso estaba perfecto.
-¿omma quiere mucho a appa? –preguntó de repente, alertando a Taemin. Un leve sonrojo adornó sus mejillas y sintió esa leve sensación de burbujas en el estómago cada vez que Minho se incluía en la plática. Era cierto que Taemin ya no se podía mentir a sí mismo. Le gustaba y mucho. Lo quería en enormes cantidades a pesar de solo cruzar breves frases y los pequeños momentos que aun insignificantes, era un gran mar de recuerdos en la mente del chico. Y ni hablar del aspecto del mayor. Pues bien Taemin ya sabía que podía sentir atracción por algunos chicos y algunas otras cosas que las chicas hacían. - ¿No lo quiere? –le interrumpió la voz chillona del pequeño. Observó que Yoogeun lo miraba con leve tristeza en los ojos y se apresuró a abrazarlo.
-omma lo quiere, aunque no sepa si appa también me quiere –y no mentía. El chico de por si se mostraba algo distante desde que la semana empezó. Y tampoco pensó que decirle eso al niño hubiera sido conveniente. Lo miró de soslayo y pudo vislumbrar un pequeño gesto de felicidad en el rostro del menor.
-Appa te quiere. Appa tiene que querer a omma. –Sentenció feliz el chiquillo, sacándole unas cuantas risitas al castaño. Yoogeun tendía a alegrarle los días. Por eso se esmeraba cuidando de el en el kínder y en las tardes donde ya se había vuelto costumbre visitar al tío Bummie y quedarse allí inclusive a dormir. Y es que el dinero que el mayor le pagaba pasó a segundo plano. No, lo que el en verdad esperaba era observar las facciones tan masculinas del chico aun por minúsculos minutos. Eso era simplemente todo.
-¿Y cómo lo sabes pequeño?
-Porque yo ayudaré a que te quiera y te de besitos. –La tierna frase del menor le conmovió el corazón y por un rato se vio pidiéndole a todo lo divino que la voluntad del pequeño se cumpliera.
¿Qué se sentiría, aunque sea por un milisegundo besar a Minho?
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-Y luego lo pones así. –corrigió el menor sobre el regazo del chico castaño. Jonghyun actuaba como un chico sorprendido al ver como Yoogeun acomodaba sus piezas de lego regadas por toda la pieza y su cama.
Taemin lo observaba con una taza de té en las manos, impresionado de la paciencia de Jonghyun al tratar con los pequeños caprichos del menor cuando algo le salía mal. Se veía una gran persona y en verdad le agradaba estar junto a él.
-¿La están pasando bien? –Preguntó Nicole apenas entrando al cuarto –Aigoo, te ves lindo con el bebé sobre ti. Pareces todo un appa –la chica se llevó la mano a la boca para esconder las risitas que le ocasionaba la tierna posición en la que se encontraban.
-Colie noona – saludó el pequeño con una sonrisa. Nicole se acercó hasta el pequeño y le acarició los negros cabellos.
-Adivina Yoogeunnie, noona ha traído pastel de chocolate –Frunció la nariz en un lindo gesto y besó las mejillitas que se extendieron al escuchar el sabor del pastel. Chocolate, su favorito.
-¡Sí! –bajó a toda prisa. Del cuerpo del mayor para extenderle la mano a la chica. -¡Pastel! –gritaba emocionado.
Taemin hizo el amago de levantarse, pero la sonrisa de la chica lo volvió a su lugar.
-Está bien Tae, yo me encargo. –Taemin asintió y sonrió de vuelta. Observó como el pequeño bajaba las escaleras de a saltitos y la idea de tener un hijo como Yoogeun le pareció perfecta.
-Así que ahora eres la niñera de Yoogeun. –comentó el castaño mientras bebía un poco de agua. Taemin le ayudó a acomodar la almohada bajo su espalda y se sentó en la punta de la cama.
-Lo hago por gusto hyung, estar con Yoogeun es agradable. –Jonghyun enarcó una ceja y negó.
-Agradable y nada. Solo lo haces por quedar bien con el ojos de rana.
-¿Se refieren a mí? –Las mejillas se le tornaron rojas al notar al alto en el marco de la puerta. Taemin quiso pegarle a Jonghyun con la almohada con todas sus fuerzas por bocón.
El alto entró con la perfecta calma del mundo, tomando la silla junto al pequeño escritorio.
-¿les molesta que me quede aquí? En la cocina hay tremendo desastre y Kibum me tiene prohibido entrar a su pequeña oficina. –Ambos chicos asintieron, observando cada movimiento de Minho al sacar algunos libros de su bolso. Uno por vergüenza y por necesidad de ver cada movimiento del pelinegro y el otro por burla al menor.
Pero el verdadero motivo de quedarse allí no era el desorden, pues era Minho el chico limpio que ordenaría todo en 5 minutos, sino que al entrar, Nicole de inmediato le avisó que Taemin se encontraba con Jonghyun.
Solos.
Y no negaba que Jonghyun era un chico atractivo a las mujeres y sin saber por qué simplemente las ganas de estar junto a Taemin le llegaron de repente. Quería verse incluso mejor que el cara de perro.
Ambos observaban como Minho con toda la calma del mundo ojeaba los libros de forma verdaderamente lenta. El ambiente se tornó en un completo silencio, pues la plática –aunque le costara a Taemin – era más amena antes de que el mayor llegara.
-Y ¿Qué estás haciendo? –preguntó Jonghyun, con ganas de soltar palabras sin importar que fuera. Minho se volteó sobre la silla y carraspeó.
-Una investigación para la clase de mañana.
-¿Eres maestro? –Minho soltó una risita y negó.
-Aún sigo en la universidad. En segundo año. –Jonghyun quiso dar el punto de vista, pues al parecer el tener un hijo requería de un gran cuidado y tener una buena profesión para mantenerlo. Entonces Minho quizá era menor que él.
-Disculpa que lo pregunte, pero ¿Cuántos años tienes? –Minho dejó su lapicero a un lado y lo miró fijamente.
-20 años. –Oh, en serio era más joven que él.
-Ah, ¿y de que es tu trabajo escolar? –Taemin quiso reír por la eterna curiosidad del castaño, pero también le inquietaba conocer un poco más de la vida del chico que le gustaba.
-Es para arquitectura. Nos pidieron exponer sobre grande arquitectos del renacimiento y algunas obras reconocidas, pero simplemente no sé a quién escoger. – Jonghyun le llamó con la mano, pidiéndole que acercara la mesita a su lado.
-Veamos, puedes escoger a Palladio. Casi nadie lo escoge y eso que es un buen manierista y tiene demasiados conceptos y una cantidad considerable de obras arquitectónicas. –Minho se aseguró de que no estuviera leyendo del libro para hacerse el interesante, pero se fijó que su libro estaba cerrado.
-¿También estudia de arquitecto? –Preguntó con curiosidad.
Jonghyun lo observó y negó despacio. –Por favor háblame de Tú. Solo soy un año mayor que tú. Y no, casualmente me agrada leer sobre cosas innecesarias. –Minho formó una pequeña “o” con la boca. Curiosamente no era un ignorante, y parecía ser alguien culto.
Las pequeñas lecciones siguieron hasta que Taemin anunció que ya era hora de irse.
Minho se ofreció a llevarlo hasta su casa, cosa que Taemin no negó.
-Hyung y usted saben un montón sobre construcciones. –comentó tratando de buscar plática.
-Bueno, es obvio que debo saberlo, para eso estudio. Pero en verdad me sorprendió de Jonghyun. –Minho conducía de una manera tan singular que Taemin lo declaró como perfecta. Se acomodó el cabello detrás de la oreja, pero los rebeldes mechones volvían enfrente de su cara, molestándolo un poco.
Todo el camino se encargó de dejar lo mechones apartados de su rostro, pero estos no cedían.
Llegaron hasta la casa del menor, con un Taemin algo triste por el camino tan rápido y molesto por la determinación de su rebelde cabello.
-Mejor si lo acomodas así… -De repente la mano de Minho se encontró demasiado cerca de su rostro. No, incluso el mayor se encontraba demasiado cerca de él. Apartó las manos de su cabeza, permitiéndole al pelinegro acercarse más.
Los latidos en su pecho incrementaron, al igual que la presión en su cuerpo. Su cabeza maquilaba mil y un momentos donde Minho se acercaba y lo besaba e incluso uno que otro pensamiento pervertido fuera de lugar, pero mientras más acercaba su mano –de manera tortuosa según Taemin – su corazón más amenazaba con salirse de su pecho.
La mano grande acarició con cuidado los cabellos sedosos del menor, dándole el lujo a sus dedos de apreciar la suavidad de su cara.
Por un momento no quiso despegar su mano. Incrementó las caricias a su cabello, como si Taemin se tratara de alguien más. Sus ojos viajaron a los pequeños avellanas del menor, admirando el bonito color de sus pupilas y las pestañas tan dispersas creando una bonita vista de sus ojos. Su mirada fue bajando sin pasar por alto la curiosa nariz y las mejillas sonrosadas. Y luego esos.
Ese par de labios tan finos y bonitos. Su pulsó se aceleró y de pronto sintió que el contacto con la suave piel quemaba de una buena forma. Por un minuto quiso tocar más, acariciar más y probar esos lindos labios. Su cabeza se acercó un tanto más.
Taemin tenía más que los ojos cerrados, mentalizando a su cuerpo de la sensación que venía a continuación con el contacto de labios.
Pero nada…
Minho de pronto se alejó dejando los cabellos un poco más fuera de lugar de lo que originalmente estaban.
Y Taemin se frustró por dentro, y la loca idea de abalanzarse sobre el trataba de controlar sus movimientos.
Pero no. Si iba a tener su primer beso, Minho tendría ser el del primer movimiento.
-Nos vemos mañana. –cortó de inmediato el mayor, carraspeando y controlando la adrenalina que comenzó a correrle por el cuerpo.
“Estuve a punto de besarlo”
Taemin bajó del auto en silencio. Y en silencio se metió a la casa.
Y lo importante es que esos pensamientos de tocar sus labios no le molestaban. No sabía cómo podría dormir tranquilo sabiendo que estuvo a punto de besar al chico de cabellos bonitos.
~**~
-Jonggie oppa, tengo reunión hoy en la noche. Así que me voy, te dejo a cargo de Bummie ¿sí? –La chica iba vestida con un lindo vestido gris y en verdad arreglada. Antes de que pudiera asentir, la chica se había retirado de la pieza.
Incluso pudo oír la puerta cerrarse con gran fuerza.
Bien, se encontraba solo en la casa, pues Kibum llegaba tarde y eso significaba no molestar nadie, o más bien, aburrirse hasta morir. Minho había vuelto por el niño y tampoco se quedaron mucho junto a él. Le hacía falta un amigo.
Por un momento estuvo tentado a llamar a cualquier chico de su agenda, pero luego recordó las consecuencias que eso traería. Prefirió encender la televisión un momento y aburrirse con los ánimes que ya conocía.
36 minutos pasaron para que escuchara la puerta ser abierta
¡Por Fin! Pensó. Lo primero que quería ver era la cara bonita del chico rubio, pero observó cómo había pasado de largo con total prisa hacia el cuarto contiguo que era su habitación.
Sus labios formaron un pequeño puchero, escuchó la puerta ser forzada y unos ligeras embestidas hacia la madera que quizá no quería cesar y abrirse.
-¡Mierda no! – escuchó pasos por el pasillo y luego una penosa carita asomándose en el marco de la puerta.
-Bienvenido Kibummie –sonrió el mayor con el apodo especial para el chico. La carita mostraba un semblante triste y eso le preocupó de inmediato. -¿Pasa algo?
Kibum entró por completo a la habitación, jugando con sus dedos y mirando a diferentes puntos de vista.
-Uhm, por casualidad, ¿Yoogeun jugó hoy en mi cuarto?
-Sí, se metió un rato y luego Taemin lo sacó y le dio un portazo a la puerta para que no volviera a entrar porque Minho había dicho que nadie debía entrar allí. –La cara de Kibum se deformó en total preocupación. Sus brazos comenzaron a temblar y una sensación de ahogo se adueñó de su pecho. Jonghyun de inmediato se irguió preocupado.
-No no no no… -susurraba al momento que se abrazaba a sí mismo.
-¿Pasa algo? –Preguntó Jonghyun al no saber qué hacer para devolverle la sonrisa al niño bonito.
Kibum se sentó en el borde de la cama, meciendo su cuerpo en la busca de calmarse. Pero Minho y sus palabras de consuelo no estaban y Nicole no llegaría hasta la madrugada.
Oh mierda, le iba a dar un ataque… en frente de Jonghyun.
Oh no Oh no Oh no…
-¿Cerró fuerte? –La voz le salía débil y la sensación de que su pecho se oprimiera no se iba.
Tomó ambas manos, frotándolas sobre sus brazos, en un intento por calmarse de nuevo. Pero no conseguía nada, solo alterarse más.
-No sé qué voy a hacer. Me van a matar no… - las lágrimas se amontonaban en el borde de sus ojos, amenazando con salir.
Mientras Jonghyun se desesperaba por no saber que le sucedía a Kibum y lo que debía hacer para ayudarlo.
Tomó el móvil cerca de la mesita de noche y marcó al chico alto.
-¿Hola? –Respondieron del otro lado.
-Minho, oye algo extraño le pasa a Kibum y yo… -se escuchó un leve “mierda” del otro lado.
-¿Está preocupado o algo así?
-Si –Respondió de inmediato.
-Escucha, Kibum es un poco sensible y padece de ansiedad. Tienes que calmarlo o le dará un ataque de pánico.
-Minho pero yo no –
-No puedo ir si es lo que quieres. Estoy en carretera, a visitar a mis padres. Me es imposible regresar rápido. Jonghyun, tan solo abrázalo y ayúdalo a volver en sí.
La llamada se cortó junto con las palabras de Jonghyun. ¿Qué haría entonces?
“¡Piensa Jonghyun, piensa!”
“¡Ah, las vacas!”
Se acordó de lo que una vez le contaron sobre un caso de unas vacas y un niño.
Con un poco de dolor se movió, tocando el hombro del rubio. Este dio un pequeño saltito de la sorpresa y volteó a ver, con los ojos inundados en lágrimas.
El corazón de Jonghyun se partió. Quería por todos los medios de sanar al rubio y detener esas lágrimas que se enterraban en su consciencia.
-Ven… ven aquí – susurró acariciando suavemente el cuello del menor.
Kibum no tenía tanta opción, era mejor que Jonghyun tratara de calmarlo antes que su mente se retentara aún más. No quería volver a sentir los pinchazos de nuevo sobre sus brazos, por lo que asustado corrió hasta estar entre las piernas del mayor, esperando algún tipo de indicación.
Su cuerpo no dejaba de temblar y su labio tiritaba aun si la habitación se mantenía cálida. Los brazos de Jonghyun se movieron rápidamente, acercando la menuda espalda contra su pecho. Lentamente sus brazos fueron envolviendo el cuerpo que no dejaba de sacudirse de forma constante. Apoyó su mentón sobre el hombro enfundado en un bonito y raro chaleco de colores.
-Cálmate bonito. Todo estará bien. –Apretó el cuerpo con las fuerzas necesarias pero sin llegar a lastimarlo.
Entonces se dio cuenta de que esta era una gran oportunidad para disfrutar de la cercanía del chico bonito que le gustaba.
-Dime que pasa Kibum y no llores más. –Los pequeños sollozos iban tomando forma para formular alguna que otra palabra, lo cual se le hizo tierno al mayor, como el rubio actuaba como un niño.
-Yo… mañana te-tengo que entregar un importante contrato y… y… -llevó el dorso de su mano hacia sus ojos húmedos, tallándolos como si de un chiquillo se tratara. –mi puerta no se puede abrir desde fuera. La… la llave se encuentra adentro y… no sé qué hacer si no abro mi puerta… me despedirán si no lo entrego mañana.
Jonghyun se cuestionó las mil y un maneras de abrir una puerta, pero al tener un hombro en total recuperación, no podía solo ir y abrirla a la fuerza. Por un momento se lamentó por ser un inútil.
De repente sintió como el rubio tomaba su mano, y abriendo su boca, mordía levemente su pulgar. Se corrió un poco para observar como los ojitos afilados se mantenían cerrados. Sonrió por lo adorable que podría llegar a ser.
-¿Por qué no traes tu portátil y hacemos un nuevo contrato? –llamó con la voz más calma que podía tener. Kibum de inmediato corrió hacia la mesa donde había depositado sus cosas del trabajo y de nuevo ya se encontraba entre las piernas de Jonghyun.
Sin soltar la mano de Jonghyun, esta se deslizó hasta el vientre plano y depositó un besito en la mejilla para calmarlo aún más.
-Jonghyun…
-¿Sí?
-Canta algo para mí. Me tranquiliza más. –Jonghyun asintió comenzando a tararear una leve melodía que siempre calmaba su corazón.
Las horas pasaban tranquilas, con Kibum entre el cuerpo de Jonghyun, sintiendo los besos cálidos en su mejilla. Y le estaban gustando más de lo debido. Jonghyun era una especie de calmante y su voz… Podría simplemente cerrar sus ojos y dejarse llevar por la perfecta voz que el mayor poseía.
Su corazón se fue llenando de paz esa noche…
