El camino de vuelta a casa le había servido para poner en claro la mayoría de las cosas que había platicado con su madre. E incluso se salvó de chocar contra el barandal de la carretera. Eso de pensar en Taemin le podría haber matado. Sonrió al darse cuenta que si, en efecto se encontraba pensando en el chico de cabellos castaños y sonrisa apacible. Se detuvieron en un pequeño autoservicio, gracias a que Yoogeun tenía unas enormes ganas de beber leche de fresa y parecía que sus pequeños chillidos no cesarían hasta cumplir su cometido. Pagó tres botellas de la leche rosada y un emparedado frío junto con un jugo de sandía. Estaba a punto de colocarse las gafas para poner en marcha su auto, cuando su móvil comenzó a vibrar. Sonrió al ver el identificador.
-¿Qué pasa Min Hae?
-Oppa, gracias a Dios que me comunico contigo. Estoy segura que olvidaste que la maqueta es para el lunes. –Oh mierda, quería golpearse tan fuerte contra el volante por ser un despistado. El proyecto valdría 22 puntos y no podría darse el lujo de perderlos. –Por eso preguntaba que íbamos a hacer.
-Escucha Min Hae, perdón, en serio lo olvidé. –acomodó el cinturón de su pequeño y tomó el volante.
-Descuida oppa, ya sabía que algo te había pasado como para no llamarme y comenzar. El material lo he conseguido, hice las medidas necesarias y tengo las escalas. Es solo armarla y redactar la parte escrita.- Dios, Min Hae sí que era un ángel.
-Minie eres la mejor. –Elogió a la chica –te veo en mi casa en dos horas, terminaremos esto antes de la noche en el domingo. –La chica le susurró un breve “está bien” y la llamada se cortó.
De inmediato tomó su celular, marcando el número de su hyung.
-¿Qué pasa Minho ssi?
-Hyung, hoy no podré cubrir mi turno de la tarde y mañana tampoco. Me ha salido un proyecto que necesito terminar. –Escuchó un profundo suspiro saliendo de la boca del mayor.
-Tienes una suerte de que me caigas realmente bien. Pero de acuerdo, falta el fin de semana. Y suerte en tus estudios. –Sonrió cuando la llamada terminó.
-¿Appa tiene trabajo? -¡Cierto! Yoogeun seguía con él, y las guarderías estaban cerradas, ya se encontraba a 4 horas de la casa de su madre y vería a la chica en dos horas.
¿Qué iba a hacer?
-¿Kibum? Escucha, tengo que terminar un proyecto importante y no puedo estar pendiente de Yoogeun…
-Minho, en serio que esta vez no puedo. En una hora le toca cita a Jonghyun con el médico y mañana a primera hora debemos estar con el ortopedista e ir a sacarle unas radiologías. Mi domingo se irá en los hospitales. –suspiró derrotado.
-Appa ¿Y Tae omma? –Oh sí, el pequeño llevaba razón. Aunque se sentía demasiado colgado al estar llamando a Taemin solo para que cuidara de su hijo y en verdad se sentía mal de solo llamar al menor por eso. –Appa llama a omma. –contestó Yoogeun saltando desde su asiento.
-Ya voy bebé. –presionó el contacto, nervioso y ansioso por escuchar su voz.
-¿Hola? –su voz sonaba adormilada y no era para más. Eran las 8 de la mañana de un sábado. -¿Hyung? –su vocecita resonó por sus oídos, sacándole una linda sonrisa en cuestión de segundos.
-Tae, perdón por llamarte tan temprano pero es que me surgió un imprevisto… y…
-Hyung, no necesita disculparse. ¿En su casa o la de Kibum hyung? –el menor sonaba más decidido.
-Perdón de nuevo Tae, en mi casa en dos horas. –El menor asintió aun si Minho no lo mirara y le confirmó. –Vuelve a dormir pequeño…
~**~
-¿Cómo dormir cuando he escuchado tu voz? –susurró Taemin una vez la llamada concluyó. Se retorció entre sus sábanas y sonrió como idiota. Hace dos minutos estaba dispuesto a gritarle a aquel que había osado a hacer algo tan inhumano como levantarlo tan temprano, pero al escuchar la voz ronca simplemente sintió como su enojo disminuía.
Decidió que podría intentar dormir solo un rato más, pero al cerrar sus ojos la imagen de Minho chocó contra su mente. Entonces se dio cuenta que iba a ser imposible.
Con pesadez se bajó de su cama, desenrollando sus calcetines de pajaritos y estirando sus brazos, dejando salir un prolongado bostezo.
Después de lavarse la cara, bajó con los ojitos aún risueños. Su hermana se encontraba viendo la programación del sábado y su hermano batallaba con la estufa.
-¿Dónde está appa? –preguntó una vez que notó la ausencia del señor de cabellos castaños.
-Ha salido desde las 7. ¿Y tú? Es un verdadero milagro que estés despierto a estas horas. –Taemin ignoró su pequeña burla y se dirigió hasta la estufa, rascando su estómago con pesadumbre.
-A un lado, hoy cocino yo. –Taeyeon saltó del sillón dirigiéndose a la cocina.
-¡Unnie tienes que hacer panqueques! –chilló la chica emocionada. Taemin asintió aun adormilado y se acercó a la alacena por la harina y los ingredientes que necesitaba.
Sus hermanos se sentaron a la mesa que anteriormente habían preparado. La miel y la mermelada estaban afuera, al igual que la crema batida y la crema de cacahuate.
Taemin mezclaba todo y en segundos echaba un poco a la sartén.
-He tratado de hacer lo mismo que tú, con las mismas porciones, pero no me sale igual de delicioso que los tuyos –su hermanita hizo un adorable puchero, alegando que no era tan buena cocinera como el castaño. Taesun acarició sus cabellos en señal de empatía, pues solo su padre y Taemin sabían cocinar y este último era como un dios culinario, pues todo le salía exquisito y con ganas de probar más bocado hasta reventar.
-Cierto, tienes el toque de algún ángel culinario. –apoyó Taesun
-¡Tienes el toque de omma! –y con eso, la atmósfera se volvió turbia. Hablar de su madre era como si a Taemin le incrustaran ocho cristales en su corazón. –Tae perdón yo… -se disculpó bajando la mirada. Era obvio que les dolía a todos, pues esa mujer fue en verdad un sol en sus vidas. La madre perfecta. Tan hermosa y cariñosa que por más que les prohibiera comer dulces en la noche, ellos no podían enojarse con esa sonrisa tan cálida. Taeyeon y Taesun habían sabido llevar la situación, pues uno era mayor y la otra apenas era una nena cuando su madre se fue. Pero Taemin era el más apegado con ella, el que se quedaba en las mañanas para aprender a cocinar en vez de ir al colegio. El que accedía a dejarse peinar por ella y charlar sobre los chicos famosos sin que su padre supiera.
-Hablando de ommas –Taesun quiso aligerar la tensión con algo que había estado sospechando desde hace un par de días - ¿Han notado que appa está algo… raro?
-Oppa, él siempre es raro. Ningún hombre se anda tropezando a cada rato o se emociona como un bebé al ver pollo frito. –comentó su hermana. Taemin puso los panqueques sobre la mesa, observando gracioso como los ojos de sus hermanos brillaban.
-Nom… -habló Taesun con la boca llena –Mme… -tragó rápido y tosió un poco –Me refiero a que ahora sale más temprano y le pone empeño a su atuendo o su apariencia.
-¿No pensarás que…? ¡Naaah! –chilló emocionada la castaña haciendo gestos raros. Los tres se miraron tratando de sospechar y dar con la respuesta.
-Aunque creo que, como ya está grande, es bueno que aún tenga ganas para enamorarse. –Los dos asintieron ante las palabras de Taemin.
-Solo espero que sea una chica agradable
-O una no tan joven…
-Yo solo quiero alguien con quien salir de compras y gastar el dinero de appa –Los dos chicos la miraron diciéndole que eso ya lo hacía. Los tres rieron mientras terminaban su desayuno.
Taemin preparó sus cosas y luego de conseguir el permiso de su hyung, salió dispuesto a casa de Minho.
~**~
-Siento llegar tarde – la sonrisa del pelinegro le avisó que todo estaba bien. Minho le ayudó a cargar las bolsas llenas de material y su propio bolso –Minho, soy una chica no una incapacitada, puedo cargar mi bolso. –Ambos rieron mientras Minho se hacía a un lado para dejarla pasar.
Yoogeun llegó corriendo, abrazando las piernas de la chica, balbuceando por un beso. Uno que la pelirroja le dio de inmediato sonriendo y apretujando los suaves cachetitos.
-¿Comenzamos ya? –Minho asintió nervioso, mirando por la puerta esperando ver una cabecita castaña venir en la dirección de su puerta.
Hoy tenía tantas ganas de volver a verlo.
-¿Esperas a alguien? –la chica depositó las cosas sobre la mesa de la sala, deshaciéndose de su abrigo y sentándose.
-- ah, sí pero quizá venga más tarde. Ahora, ¿Dónde está mi cartón? Necesito igual ver los relieves de… -unos ligeros toquecitos en su puerta le hicieron voltear la mirada. Allí se encontraba el motivo de sus pensamientos, con una playera blanca debajo de un suéter color crema y unos pantalones apretados de color azul oscuro.
-Buenos días Minho hyung –susurró con la mirada perdida. ¿Quién era esa chica y que hacía con una blusa que le resaltaba los pechos junto al amor de su vida?
“Vamos Taemin, no tienes que estar celoso, ustedes no son na-da” susurró su conciencia.
Cierto, esa chica era realmente hermosa. Cuando se paró pudo apreciar mejor su silueta. Pechos grandes y firmes, una cintura estrecha y unas caderas bien formadas, bajando hasta sus piernas delineadas y en forma. Y su rostro, su piel era tan pálida como la leche, sus ojos rasgados eran muy bonitos y sus pequeños labios en conjunto con su nariz respingada y ese lunar bajo el ojo derecho ligeramente delineado. Era en verdad muy hermosa y su cabello rojo y lacio detrás de sus pequeñas orejas. Seguro la chica ideal de Minho.
-Qué bueno que llegaste Tae, Yoogeun ha estado impaciente por verte. –Cierto, el solo era el reemplazo de niñero. Solo eso y nada más. Él no tenía pechos o caderas anchas. Él era un chico de 17 años y ella probablemente era ya toda una mujer, que encima estudiaba y se veía bastante intelectual. Bonita e inteligente.
Suspiró tratando de tragarse las ganas de llorar y salir corriendo. La mano de Minho tomó la suya y en ese toque pudo sentir esa chispita que le indicaba que quizá no todo eran falsas ilusiones.
-Mira, ella es Kang Min Hae, mi compañera de proyecto. –Taemin sonrió forzadamente hacia la linda chica que le hacía una educada reverencia. –Él es Lee Taemin, el chico que cuida a mi hijo. -¡Solo era eso! ¡Solo el chico que cuidaba de su hijo! En ese momento quiso pegarle en la cara y salir huyendo.
-Aigoo, es toda una lindura. Minho oppa se la pasa hablando de lo increíble y adorable que es el chico que cuida de su hijo. – La mirada de la chica percibió el leve sonrojo que aparecía en las mejillas de ambos chicos y una sonrisa maliciosa apareció en sus finos labios –Ustedes sí que hacen una linda pareja. –comentó divertida y de inmediato tomó los libros de arquitectura y ocultó sus risitas.
Minho carraspeó su garganta y solo porque Yoogeun corrió en dirección a un sonriente Taemin no tuvo un colapso mental.
Se sentó junto con la chica un poco incómodo. –No creas que no me he dado cuenta oppa. –sonrió.
-¿De qué cosa?
-Te gusta –volteó en dirección a Taemin, haciendo que Minho también volteara –es obvio que te gusta y mucho. –Minho se sonrojó aún más y apartó la vista apenado. –Hey, está bien. Desde lo de Yuri unnie no has querido conocer a más chicas. Yo creo que él es lindo y un buen chico. Deberías darle una oportunidad.
Las palabras de Min Hae se quedaron en su memoria ¿Darle una oportunidad? Miró de nuevo donde el chico se encontraba jugando con Yoogeun y sonrió.
Pasó cuatro malditas horas pegado al sillón mientras trataba de darle toques en tercera dimensión al techo de su maqueta. Maldita sea la hora en que quiso convertirse en Arquitecto. Suspiró cansado. La chica llevaba el cabello amarrado, pegando con sumo cuidado las pequeñas partes del cuarto de arriba y colocando el pequeño papel tapiz en cada una de las pequeñas habitaciones.
Llevaban apenas tres casas del vecindario de 14 casas obligatorias. Ambos suspiraron y un pequeño gorgoteo de un estómago le hizo pegar la risa.
-¡Yah! No te burles oppa, tengo mucha hambre. –Minho la comprendió, sentía que su estómago se había devorado así mismo y por eso no sonaba, pero el hambre todavía seguía allí.
-No quiero cocinar –chilló frustrado.
-Y si pedimos algo tardará cerca de una hora.
-Yo puedo cocinar.- interrumpió Taemin con Yoogeun en brazos.
-Tae, no quiero ser más molestia contigo. –Taemin negó y besó la frente de Yoogeun.
-No es molestia hyung, adoro cocinar. –La chica se levantó tomando un poco más de pegamento.
-Alguien será una gran esposa ¿cierto Minho? –Minho asintió sin pensarlo y luego de mirar a las sonrojadas mejillas de Taemin se avergonzó aún más.
Taemin dejó que Yoogeun entrara a la cocina junto a él, pidiéndole que le ayudara a escoger las mejores verduras.
Pasaron cerca de media hora entre risas y pequeños besitos mientras le daban los toques finales a la sopa. La camiseta de Taemin estaba algo manchada de harina al igual que la mejilla de Yoogeun.
-¡Appa la comida lista! –gritó el pequeño desde la cocina. Minho se incorporó ansioso por probar la comida y rogaba a todo lo divino que tuviera buen sabor.
Se encontró con cuatro platos servidos. Oh, eso era Kalguksu. Min Hae se sentó junto a Yoogeun, dejando a Taemin al lado de Minho. –Espero no les incomode que almuerce con ustedes, pero también me muero de hambre. –Ambos negaron y la pelirroja le contestó que iba a ser un placer.
Minho tomó un bocado y hubiera jurado que la pasta bailaba un poco en sus papilas gustativas y luego se deshacía en una manera verdaderamente placentera. ¡Dios! Taemin era un gran cocinero.
-Aigoo Tae ssi, que delicioso está esto. –chilló la chica sin importarle que la vieran devorar todo en el tazón.
Minho lo elogió un poco más, sintiéndose dichoso de probar esa deliciosa sopa.
~**~
El reloj marcaba las 10:39 pm, Yoogeun había ido a dormirse, con Taemin cantándole una pequeña canción de cuna. Bajó de inmediato a ver si podría ser de ayuda. Y ahora se encontraba pintando las pequeñas fachadas de las casas.
Llevaban ya 9 casa listas, y gracias a la creatividad de Taemin, cada casa tenía un adorable jardín y alguno que otro árbol.
-Ya es bien tarde oppa. –La chica recogió sus cosas bostezando y cerrando sus ojitos risueños en un gesto adorable.
-Está bien, gracias Min Hae y perdón por olvidar el proyecto.
-No hay problema. Vendré mañana a primera hora a terminar el resto. –Minho asintió.
-Yo haré el plano, las medidas y la parte escrita. De nuevo Perdón. Minho se ofreció a llevarla hasta su casa, no sin antes pedirle a Taemin que se quedara a dormir.
Había sido una excusa tonta el poner a su hijo como pretexto, pero la verdadera razón era que quería despertar y que el fuera lo primero que viera en la mañana, probar un delicioso desayuno –si no era mucho pedir - y platicar un poco.
Mientras tanto, Taemin se dedicó a limpiar un poco la cocina y la sala. Hizo a un lado los restos de cartón cortado y juntó los materiales para que fueran más útiles. Corrió escaleras arriba y se cambió la ropa por un pijama que Minho le había prestado. Llamó a casa pidiendo permiso, mintiendo que estaba en casa de Kai, y luego salió al jardín trasero a bajar la ropa que había lavado sin que Minho se diera cuenta.
Todo ya estaba en orden y limpio. Se sentó en el tercer escalón de la casa, suspirando un poco y esperando por Minho para desearle las buenas noches.
Alrededor de 10 minutos pasaron cuando la puerta se abrió, mostrando a un Minho algo cansado.
-¿Aun no estás en la cama? –Taemin negó.
-Quería darle las buenas noches hyung. –susurró Taemin.
-Y yo agradecerte por quedarte y ayudarme un poco. Me has hecho feliz Tae. Creo que si serás una buena esposa. – los ojos de Taemin se abrieron sorprendidos, ¿Había escuchado bien?
-¿Q…qué? -Minho se recriminó de inmediato pero luego al voltear a Taemin, sonrió.
“Si no me quedo a dormir a tu casa es porque en verdad quiero que cuando llegues le confieses que te gusta.”
Sonrió de nuevo al recordar las palabras de Min Hae y el drama que tuvo que hacer para que Minho reconociera que si le gustaba el chico.
-Que serías una gran esposa Tae. – y acercándose lentamente, dirigió una mano a su cintura y otra a su mejilla, acortando la distancia entre sus labios.
Taemin por inercia cerró los ojos, dejando a su mente saborear las alegrías de su primer beso. Los labios de Minho eran suaves y esponjosos. Tan dulces como si miles de caramelos de uva se restregaran en sus labios y el pudiera dar una pequeña lamida a cada uno.
Minho mantenía los ojos cerrados, degustando el sabor adictivo de ese par de labios rojizos. Jamás había besado de esa forma, tan calmado y tan exquisito. Su corazón bombeaba sangre frenéticamente, su estómago no paraba de revolotear y su mente explotó de felicidad. El oxígeno le hizo falta y con pesar se fue separando de los labios bonitos. Taemin comenzó a abrir sus ojitos de manera tierna, tanta que Minho no dudó en acariciar su sonrosada mejilla y reposar su pulgar en ese moflete colorado.
Sip, estaba jodidamente enamorado de Choi Minho.
-Hyung… -las palabras no se formaban elocuentes en su boca. Solo quería acercarse de nuevo y hundirse en ese par de gruesos labios. Todo le parecía tan irreal, desde como Minho comenzó con esa frase hasta la parte del beso. Su cuerpo se sentía tan liviano, que juraba que si no fuera porque la mano del mayor se encontraba en su cintura el saldría volando como un pequeño globo rellenado de amor.
-Taemin, me gustas – saboreó cada y una de las sílabas al salir de su boca, sintiendo que sí, eso era lo correcto. Tanto para Yoogeun como para sí mismo. Un lindo y perfecto chico como su pareja, aliviándole el poco estrés que mantenía con alguno de sus besos. Oh sí, quería eso. Llegar a casa y ser besado hasta el cansancio por ese chico de ojos almendrados y bonito sonreír.
Taemin quedó sorprendido al escuchar esas palabras. Esto era lo que pedía. Su primer amor le correspondía y eso era más que bueno. –Hyung, también me gustas –susurró quedo. Minho le tomó del mentón juntando sus labios en un segundo beso. El cuerpo del menor fue descendiendo hasta quedar sentado de nuevo en el tercer escalón, con Minho besándole de manera dulce y maravillosa.
-Quédate a dormir –pidió de nueva cuenta. Pero luego abrió los ojos al sentir como Taemin carraspeaba con vergüenza. Seguro había malinterpretado esas palabras –quiero decir… yo… para que mañana tú y yo… -suspiró acomodando sus palabras y besó su linda nariz –en la otra habitación. En serio me gustaría probar un desayuno tuyo.
-Hyung, empezaré a creer que solo le gusto por la comida que hago –el mayor negó divertido y se quedó contemplando la hermosa vista que tenía en frente.
-No negaré que amo tus habilidades de cocina, pero me gustaría pasar una mañana contigo –el menor asintió sonrojado hasta las orejas.
-Buenas noches hyung, lo quiero –susurró Taemin antes de subir apresurado escaleras arriba hasta la habitación.
-Tsk, y no me dio el beso de buenas noches. –cerró su casa y con una sonrisa durmió esa noche, por primera vez sin que nada le importara más que probar esos labios por la mañana.
