Era 31 de enero, habían pasado unas cuantas semanas desde que acabó el bimestre, la tensión había pasado por el momento, el día siguiente era viernes 1 de febrero, cumpleaños de Matt. Nadie sabía el cumpleaños de el gamer, a excepción de Mello, aunque parecía que a el rubio no le importaba mucho, pues durante la semana nunca dijo ni preguntó nada, lo que hizo resignarse a Matt, mentalizándose que lo más probable es que lo pasara solo, con sus padres festejándole a lo mucho con un pastel en su casa y como regalo algún videojuego, después se encerraría en su habitación para jugar, y era todo.
Las clases habían acabado, Matt se encontraba esperando a Mello en la puerta de salida, mientras veía como el sol poco a poco iba disminuyendo su luz, notándose cada vez más en las nubes anaranjadas con tonos rosas y rojos. Una vez que Mello salió, comenzaron a caminar.
-Mello... ¿Estás ocupado el día de mañana? -Se atrevió a preguntar.
-Sí, ¿Por? -Contestó con indiferencia.
-Por nada, creí que tal vez podríamos a ir por ahí a algún lugar. -Suspiró, parecía que su amigo no recordó su cumpleaños, pero no le culpaba, era normal que no lo hiciera.
-En otra ocasión, maña debo de ir a pagar la luz y... -Miró su reloj de muñeca, dándose cuenta que ya era tarde- Mierda, lo siento, me tengo que ir. -Se rascó su cabellera rubia mirando a Matt, para después salir corriendo en dirección contraria a la que se encontraban caminando.
Matt se quedó con una expresión de sorpresa, arqueando una ceja, pensando en la actitud de Mello. Siguió caminando a paso perezoso hacia su casa, observando de vez en cuando el cielo, preguntándose por qué Mello saldría corriendo sin decir nada, y en lo aburrido que lo pasaría al día siguiente, ¿Pero que de podía hacer? ,siempre era así, excepto una vez que invitó a comer a Near a su casa a comer, aunque después se haya arrepentido, pues no hicieron nada además que casi ni hablaron, solo intercambiaron unas cuantas palabras.
Resignado, siguió caminando hasta que por fin llegó. Su casa tenía aspecto rústico por fuera, parecía de piedra roñosa color café, la puerta blanca resaltaba de todo lo demás.
Al entrar restregó sus zapatos en el tapete que había en la entrada, y se dirigió directo a su habitación, que estaba en un segundo piso. Estaba pintada de color azul cerúleo, la cama pegada a la ventana y destendida, un bote de basura a un lado con algunos papeles, un mueble con figuras de acción y videojuegos bien acomodados, una pantalla en la pared, bolsas de frituras y latas vacías regadas por el suelo, un closet mediano, en una silla una pila de ropa sucia, y la habitación tenía su propio baño. A pesar de estar algo desordenado, Matt nunca se preocupaba por limpiar un poco.
Dejó su mochila en cualquier parte de la habitación, y se recostó en la cama, pero algo le incomodó. Era el libro que le había prestado Mello, "Los ojos del perro siberiano" que hasta donde iba, le estaba gustando. Tomó el libro y lo abrió en la página en la que iba.
"Una de las razones por las que quiero tanto a este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo, la gente me mira de distintas maneras. En los ojos de algunos veo temor, en los de otros intolerancia. En los de la abuela veo lástima. En los de papá enojo y vergüenza. En los de mamá, miedo y reproche. En tus ojos veo curiosidad y misterio, salvo que creas que mi enfermedad no tiene nada que ver con que estemos juntos en este momento. Los únicos ojos que me miran igual, en los únicos ojos en los que me veo como soy, no importa si estoy sano o enfermo, son en los ojos de mi perro. En los ojos de Sacha"
Analizó con cuidado cada palabra de lo que había leído. Ciertamente esa frase estaba en lo cierto, tal vez era por eso que a las personas enfermas les gusta tener mascotas. El libro dejaba muchas cosas que reflexionar, sin embargo aún no tenía clara la razón por la que Mello le había dicho que lo leyera. Releyó la frase, dejó el libro por un lado y se quedó dormido. Para cuando despertó, ya eran las 5:30 a.m, había dormido toda la tarde, y había despertado bastante temprano.
No tenía sueño, por lo que se dispuso a comenzar a arreglarse. Se duchó en 10 minutos, y salió del baño con una toalla envuelta en la cintura.
Buscó entre su closet y sacó una camisa a rayas azul rey y negras, un pantalón de mesclilla azul marino y como hacía algo de frío, una chamarra verde oliva.
Se cambió con tranquilidad y una vez que estuvo listo, acomodó sus útiles escolares de acuerdo a lo que necesitaría en el día. Tomó su mochila y bajó las escaleras suspirando.
Sus padres ya habían despertado, se encontraban desayunando café con huevos revueltos y tocino. Probablemente estaban esperando a que Matt bajara, pues había otro plato con licuado de fresa y crepas con mermelada. El olor del desayuno invadió todos sus sentidos, tenía hambre, pues no había cenado.
-¿Matt? ¿Y eso que despertaste tan temprano? -Preguntó su madre.
-Es que me quedé dormido en la tarde y desperté temprano... -Dijo, rascándose un poco la cabeza.
-Bueno, eso no importa... ¡Felicidades, hijo! -La madre de Matt se levantó para abrazarlo, seguido de su padre.
-Gracias mamá, gracias papá... -Una vez que lo soltaron, se dirigió a la mesa para disponerse a comer su desayuno. Sus padres también se sentaron y siguieron desayunando.
-Vaya, que rápido has crecido... Falta poco para que acabes la secundaria, ¿No habrá por ahí alguna chica con la que salgas? -Preguntó su padre, de forma burlona.
-¿Qué? Claro que no. No me interesa nadie por el momento... - "Mello..." ,pensó. Al darse cuenta de lo que había pensado, abrió los ojos con sorpresa, aunque por suerte eso no lo notó su madre. No entendió por qué en ese momento Mello se le vino a la cabeza. Se sonrojó un poco y trató de no pensar en eso. Era su amigo, nada más eso.
-Que mal... Pero por lo menos tendrás un amigo ¿No? ¿No quisieras invitar a alguien a comer? -Su madre esbozó una sonrisa.
-No... No lo creo. -Suspiró.
-Bueno... Igual si cambias de opinión puedes traer a alguien.
Una vez acabó el desayuno, se dirigió rumbo a la escuela. Eran las 7:15 de la mañana, y las clases comenzaban a las 8:30 a.m, por lo que iba bastante temprano. Caminó lentamente por las calles que aún estaban algo vacías, para ganar algo de tiempo en lo que llegaba.
Cuando ya se encontraba cerca de la entrada, vio a Mello, que al igual que él, iba entrando a la escuela.
-¿Matt? -Dijo el rubio, al darse cuenta de la presencia del otro. -¿Qué haces tan temprano aquí? -Preguntó, arqueando una ceja.
-Me quedé dormido por la tarde... -Contestó, mientras seguía caminando hacia el salón de clases.
-...Por cierto, felicidades, perro. -Mello le dedicó una sonrisa y Matt lo miró sorprendido.
-¿Te acordaste? Creí que lo habías olvidado... -Agachó la cabeza por unos segundos, para después mirar a Mello y sonreírle.
-Oye, tampoco son tan olvidadizo. -Le sonrío de nuevo a Matt, y después chocó el puño con él, como forma de saludo.
"¿Hace algunos momentos si no oí mal, me dijo "perro"?" pensaba Matt. "Un perro siempre mira con los mismos ojos a pesar de todo..." A su mente se le vino la frase del libro que le había prestado el rubio, tal vez tenía que ver con eso.
Cuando llegaron al salón, casi no había alumnos, por lo que aprovecharon y se sentaron en cualquier sitio vacío que encontraron para hablar antes de que comenzaran las clases.
-¿Y vas a hacer algo? -Preguntó Mello.
-No, nada especial... -Suspiró Matt.
-¿Quieres que vayamos por ahí a comer a algún lugar o algo así después de clases?
-¿No estabas ocupado? -El gamer arqueó una ceja. Mello solo rió.
-Claro que no, eso lo dije solo para hacerte creer que había olvidado tu cumpleaños. -Dijo, sonriendo un poco.
-Idiota... -Murmuró Matt.
-Oye, oye, tampoco es para tanto. -Mello sonrió de forma burlona.
Matt iba a decir algo, pero el sonido de la puerta abrirse hizo que ambos voltearan, fijando su atención en Alice, que acababa de llegar.
-¡Matt! -Alice caminó apresuradamente al sitio donde estaba sentado este. - ¡Felicidades! -Matt arqueo una ceja, confundido, mientras la miraba.
-¿Cómo es que sabes tú que hoy es mi cumpleaños? -Preguntó.
-Me tomé la molestia de investigarlo... -Sonrió, para después abrazar a Matt y besarlo en la mejilla, haciendo que este se sonrojara, con la mirada perpleja de Mello en ellos. -Espero que te la pases muy bien. -Le dijo en un susurro al pelirrojo.
-Ehh.. Este... Gracias... Pero si no es mucha molestia no le digas a nadie que hoy cumplo años... -Dijo Matt, con una sonrisa nerviosa en el rostro.
Mello bufó mientras los miraba. Por alguna razón le molestó el que Alice haya abrazado y besado a Matt, no tenía ni idea de por qué, pero le molestaba, no quería que se le acercara tanto. "Maldito... Se supone que es MI perro..." pensó. Un momento, ¿Mello había pensado eso? ¿¡Desde cuando Matt era SU perro!? ...No entendía nada, pero si de algo estaba seguro es que le molestaba la presencia de Alice.
-No hay problema... Y... Yo... Te traje un regalo... -Alice sonrió, y se sonrojó un poco, sin darse cuenta de la mirada asesina de Mello sobre ella.
-¿Enserio? No era necesario. -Matt no tardó en darse cuenta de la mirada de Mello hacia Alice, ese comportamiento en él era algo extraño.
Estaba bien que fueran amigos y a veces se enojara cuando lo golpeaban, ¿Pero por qué enojarse por Alice? Según él, Mello más bien era para que lo hubiera estado mirando con cara burlona, insinuándole que le gustaba a Alice o cosas por el estilo, pero no, era todo lo contrario, parecía que iba a cometer un asesinato hacia la pobre chica, y según él, no había por qué, ya que Alice nunca le hizo nada malo, cosa que le extrañó aún más.
-Ten. -Alice le extendió una cajita color plata. Matt la tomó y la guardó en su mochila.
-Lo abriré después con más calma, pero muchas gracias. -Le sonrió.
-No importa y no hay de qué. -Las mejillas de Alice se tornaron algo rojas, cosa que hizo a Mello enfadar más. Cuando Alice notó el aura negra del rubio y su mirada asesina hacia ella, decidió marcharse. -Creo que mejor me voy... -Puso una sonrisa nerviosa, y se fue a sentar a su asiento.
-Que estúpida... -Mello murmuró en tono bajo, de modo que Matt no lo escuchó.
Minutos más tarde comenzó la primera clase. Mello no se podía concentrar, ¿Por qué le daba tanta rabia que Alice se le acercara a Matt? ¿Por qué nunca dejaba de pensar en el pelirrojo? En todas las clases, sin importar cuál fuera, no había minuto en el que se le olvidara eso. Y si... ¿Veía a Matt como algo más que un solo amigo? "¿Qué si es así...? Un momento... ¡NO, NO, NO! ¡ESO NO PUEDE SER! Ya me volví loco, eso no puede ser. ¡DEJA DE PENSAR EN ESTO, TARADO!" pensaba, mientras debatía internamente, sin darse cuenta que algo crecía cada vez más en su interior.
...
Para suerte de Mello, las clases por fin habían acabado. Él y Matt se dirigieron a comer a un restaurante de comida rápida. Una vez ahí, ordenaron y se sentaron en una mesa.
-Hey... Mello... ¿Te puedo preguntar algo? -Dijo Matt.
-¿Qué? -Preguntó Mello, extrañado.
-¿Por qué mirabas de esa forma a Alice? -Preguntó, haciendo que Mello se ahogara con su bebida.
-¿A que viene eso? ¡Yo no la miraba de ninguna forma! -Dijo, sonrojándose un poco.
-¿Por qué nunca me dijiste que ella te gusta? -Dijo Matt, en un puchero.
-¿Pero que mierda te pasa por la cabeza? Alice no me gusta, ni me gustará jamás, ni que estuviera loco para que me gustara esa maldita mocosa. -Dijo, con odio.
-Oh... Creí que te gustaba y te habías enojado conmigo... -Agachó la cabeza un poco- Pero veo que no es así... -La levantó de nuevo, y miró a Mello- ¿Entonces estás celoso de ella por mí? -Dijo en tono de burla.
-¿¡Qué carajos!? ¡Nunca dije eso! -Mello se sonrojó violentamente sin poder evitarlo. Deseaba que la tierra lo tragara en ese mismísimo momento, ya se imaginaba lo rojo y estúpido que se veía...
-Aww, yo sé que es así. -Matt sonrió socarronamente- Mira, aunque llegara a salir con alguien alguna vez, nunca interferiría en nuestra amistad. Somos amigos, ¿O no? -Sonrió.
Mello sintió algo estrujarse dentro de si. La palabra "amigos" le molestaba por alguna razón, que seguía sin entender el por qué de todo eso.
-Claro... -Dijo, con algo de tristeza.
¿Pero que más podían ser? ...Nada, porque lo suyo solo era una buena amistad, pero nada más, ¿Cierto? Puede que Mello sintiera afecto por Matt, pero no era nada más que eso, o eso quería creer, pero no se daba cuenta que entre más pensaba, más se acercaba a la verdadera respuesta, a la que no quería llegar, pero muy en el fondo ya la había descubierto, solo no se lo creía y no quería admitirlo.
-¿Y no me vas a regalar nada? -El gamer hizo un puchero tierno mientras miraba a Mello.
-Jódete... -Contestó el rubio.
-No seas tan malo, ¿me haces creer que olvidadte mi cumpleaños y no me quieres regalar nada? -Puso cara de cachorrito mojado, sabía que esos ojos siempre lograban que Mello hiciera lo que dijese, por más increíble que parezca, en parte controlaban al rubio- ¿No lo crees "princesa"? -Para eso último usó un tono de burla, junto con una sonrisa de lado.
-Estúpido... Serás... ¡No pongas esa cara! -Dijo, golpeando la mesa con los puños. Bufó y miró a Matt- Tsk... De acuerdo, de acuerdo... De todas formas si te iba a regalar algo. -Puso cara aburrida y tomó un sorbo del refresco que estaba tomando.
-¿Qué es? -A Matt se le iluminó la cara como a un niño en navidad, Mello al ver ese gesto del pelirrojo, no pudo evitar sonrojarse un poco al verlo tan feliz solo por un regalo.
Para ocultar el sonrojo que Mello sabía que tenía -Aunque el pelirrojo lo alcanzó a notar- se agachó y buscó entre su mochila un paquete mediano. Levantó la cabeza cuando creyó que el sonrojo había pasado, y fijó su vista en Matt.
-Ten, estúpido. -Le extendió a Matt el paquete, y este lo abrió al instante.
"Cuando Alice le dio el regalo no se puso tan contento... Y tampoco lo abrió al instante... ¿Eso significa que se alegró más por mi regalo? ...¿¡POR QUÉ PIENSO EN ESTO!? ¡Como si importara cuál regalo le importa más!" pensaba, sin darse cuenta como sus gestos cambiaban conforme a lo que pensaba.
-¡Gracias! -Matt terminó de abrir el paquete, encontrándose con unos audífonos de los que cubren las orejas, eran rojos con negro y el diseño era bastante bonito. -Están geniales, de verdad, muchas gracias. -Matt sonrió, y sin darse cuenta se ruborizó levemente.
Mello suspiró, aunque estaba feliz de que al gamer le hayan gustado. Matt sacó de su mochila el regalo que le había dado Alice, y lo abrió con cuidado. Mello puso mala cara de nuevo, sin poderlo evitar.
-Oh... Es... ¿Un anillo? -Matt puso cara confundida, no se esperaba que fuera eso.
-¿¡Qué!? ¿Cómo que un anillo? ¿Acaso esa mocosa planea que te cases con ella? -Matt rió ante el comentario de su amigo.
-No es de compromiso, Mello. Además, no tienes por que molestarte... Ya te dije que nunca nadie va a interferir en nuestra amistad, siempre seremos amigos. -La palabra "amigos" resonó en la mente de Mello como eco, esa palabra le seguía molestando por alguna razón que seguía sin comprender.
-Lo sé. -Mello bufó y miró su comida, hundiéndose en pensamientos que no podía evitar.
Ente charla y charla, no se dieron cuenta de lo rápido que pasó, sin darse cuenta, ya era de noche, y hora de cerrar el local. Una empleada se acercó a ellos, y dijo:
-Disculpen... Ya es hora de cerrar...
-¿¡Qué!? ¿¡Cuánto tiempo hemos pasado aquí!? -Dijo Mello, levantándose rápidamente y mirando a Matt.
-¡Lo sentimos! -Dijo el pelirrojo, algo apenado.
-¡Es tú culpa! ¡Comes demasiado lento! ¡Mira, todavía no te has acabado las papas que ordenaste! ¡Estúpido! -Replicó Mello.
-¿¡Qué!? ¡Yo solo intentaba seguirte el ritmo, también tú comías lento! -Se defendió el pelirrojo.
-Oh... Ahora resulta que es mi culpa... ¡Después de que yo te invité por tu cumpleaños y me hechas la culpa a mi! -Respondió el rubio.
-Pues claro, "princesa" tú también me hechaste la culpa a mí, más bien es de los dos. -Antes de que Mello pudiera decir otra cosa, la empleada sin poder evitarlo, soltó una leve risa.
-¿¡Ves!? ¡Ahora se ríen de nosotros por el escándalo que tú armas! -Dijo Mello.
-Correción, el escándalo que AMBOS armamos, "princesa". -Contestó Matt, mientras la empleada los miraba divertida.
-¡Deja de llamarme así si no quieres que te golpee la maldita cara, idiota! ¡Mejor solo vámonos! -Mello tomó su mochila, seguido de Matt.
-Lo sentimos. -Dijo el pelirrojo, ya saliendo del local con su amigo.
Una vez afuera, Matt comenzó a reírse a carcajadas, con la mirada extrañada de Mello sobre él.
-Vaya... No nos dimos cuenta de la hora y nos tienen que sacar del local... Eso fue vergonzoso... -Dijo Matt, limpiándose una lágrima que había soltado a causa de la risa.
-Claro... Pero admite que en parte también es tu culpa. -El rubio caminó un tramo junto con Matt, hasta que el camino los hizo tomar por distinta ruta.
...
-¡Feliz cumpleaños, idiota! -Gritó Mello, que se encontraba al otro lado de la calle por la que caminaba Matt.
Matt se despidió alzando la mano, y sonriendo, se dirigió a su casa. Tal vez, ese era el mejor cumpleaños que pasaba hasta entonces. Llegó exahusto a su casa, por lo que inmediatamente se fue a dormir. Pensando en lo bien que lo había pasado con Mello.