4.- Amor
“El amor
es mi sueño más grande.
Un sueño hermoso,
que nadie jamás haya visto.
Una hermosa mentira…
de la que nadie se dará cuenta.
Un hermoso amor,
que jamás será destruido por alguien.”
El viento soplaba fuertemente de una manera que jamás había escuchado, parecía. No, era tan feroz su sonido como si colérico se hubiera tornado, las hojas del bosque se movían bruscamente sin poder hacer nada al respecto, un atardecer cortante casi tanto como lo que ocurría en esos momentos.
Después de todo parecía existir algo más escalofriante, efímero y doloroso que un atardecer…
Mi cabello también se agitaba, estaba frente a él.
Un hombre de cabello negro obscuridad absoluta, sus ojos tan fríos como el hielo fundido en la obscuridad de su cabello, alto un poco más que mi príncipe aunque odie que estos leves pensamientos recorran mi mente, este hombre era todo lo contrario a mi príncipe; jamás los veré como iguales.
Vestimenta azul turquesa. No hay tiempo para ver cada detalle.
-¿Amor? –Esbozó una sonrisa tan molesta que quería golpearlo, continuo con sus palabras aún más frías que el hielo mismo – Él no es para ti, como decirlo… Tu no estas a su nivel. -
-¡Silencio! No tiene derecho a decir nada de esto, jamás sabrá lo que es el amor, siento pena por usted… Mientras no lo conozca yo no me alejare de él, más aun cuando me ha aceptado tal y como soy -Avance un paso hacia el mirándolo con odio.
-Hazlo que quieras. No dejare que sigas utilizando a mi hijo para tus fines, Antonie merece algo mucho mejor que algo como tú. No dejare que lo alejes de mi lado, de su destino. –Se acercó a mí con la mirada firme y cortante, ¡quería intimidarme! mas no me dejaría vencer sin importar que hiciera.
– ¿Me concederás un deseo? -solo unos pocos centímetros nos separaban uno del otro, me sorprendí al escucharlo… Este sujeto sabia de mi… Tanto o más que Antonie, tomo mi cabello entre sus manos suavemente.
-No… Ni aun que me matara le concedería ni la más mínima petición –Sonreí como solía hacerlo cuando mataba gente. –No se meta en donde no lo llamen. –
-Ya veremos quién es el que se está metiendo en donde no lo llaman, y quien perderá – Soltó mi cabello dando la media vuelta. Gotas de agua, era el comienzo de una tormenta. La tempestad estaba por comenzar. Realmente a este tipo lo detesto, si sigue así voy a terminar matando al padre de mi príncipe, el padre del amor de mi vida.
Una obscuridad inusual estaba en la noche mientras llovía fuertemente; corrí lo más rápido que podía, necesitaba regresar al palacio, ver a Antonie…
Mí día, mi noche… mi sol era él.
Antonie era mi vida y alma misma.
Llegue al jardín del palacio allí también la tempestad estaba presente, como si se extendiera por todo el mundo. Los guardias me reconocieron y me condijeron a la entrada, allí estaba de nuevo uno de los sirvientes, entre una toalla me condujo al baño, habían preparado el baño para cuando llegara… El agua caliente en mi cuerpo me relajaba y tranquilizaba…
El padre de mi príncipe me odia; ya no hay marcha atrás, si nos volvemos a enfrentar solo uno de los dos quedara con vida, no me rendiré nadie le gana a Michelle Angeline y mucho menos un estúpido intento de rey.
-Su alteza, ¿puedo pasar a dejarle su ropa? -Se escuchó su voz del otro lado de la puerta.
-¿Eres idiota o qué? ¿No pudiste haberla dejado antes? Pasa –Se escuchó el abrir de la puerta, el cuarto de baño era grande con relucientes adornos de oro, paredes blancas y el piso parecía ser de piedras azules y blancas.
-Discúlpeme. No volverá a pasar -
-No importa. Solo fue un error –sonreí recargándome en aquella grande tina, el me vio volteándose rápidamente.
–Con su permiso, y le ruego me disculpe su alteza –Salió del cuarto… A pesar de ser un sirviente me agradaba. Me vestí rápidamente, ansiaba ya ver a Antonie; ya había pasado meses desde que comenzamos a salir, nuestra relación era ya conocida por el reino más aun no estaba anunciado oficialmente.
“El único que hace mi corazón saltar…
El único al dueño de mi ser…
El príncipe que podía hacerme sacar suspiros…
La única persona que me agitaba, me derretía y me hacía sentir…”
Me encontraba buscando a mi príncipe. Allí estaba aquel sirviente, le hable preguntándole ¿Dónde estaba Antonie?
-El amo Antonie se encuentra en su habitación, recién se dirigía para allá. –Bien solo era eso, le di las gracias y subí las escaleras rápidamente casi volando.
-¡Antonie! –Abrí la puerta de golpe; Antonie solo se me miro sorprendido, el veía la tormenta por la ventana.
-Angeline… No te había visto desde hace un par de días… ¿Dónde estabas? –Se acercó a mí, me miro con esos ojos suyos, arrastrándome con él.
-Yo… Estaba en el bosque… Me tomo por sorpresa el clima, cuando me di cuenta comenzó a llover… -Le dije, no le comentaría para nada lo que había pasado con su padre y realmente me había encontrado sin querer con él y eso lo detestaba. Su padre solo lo me lo había presentado pero nunca me cayó bien, siempre me daba una muy mala espina, resulto ser verdad, y realmente lo detesto lo odio, no se parece en absolutamente nada a mi príncipe.
-Oh… Ya veo. Ange… -Su rostro estaba tan cerca del mío. Mi corazón comenzó a latir, quería ser arrancado antes de tiempo, un escalofrió delicioso y extraño recorría mi cuerpo…
Te amo, te amo, te amo, te amo…
Asfíxiame con tus besos…
Arráncame el corazón haciéndolo enloquecer de latidos.
Róbate hasta la última gota de mi alma…
-Te amo… -Lo bese… Nadie jamás me había hecho sentir así, simplemente era único…
Con solo besarlo me transportaba a ese lugar mágico; una simple caricia ocasionaba muchas cosas dentro de mí, con tan solo su mirada me perdía en ese mar profundo, me llamaba con su mirada.
Esto es amor, una palabra que se queda corta para todo lo que sentía y no tenía, no existían las palabras suficientes para poder expresarme.
Esto es amor.
CONTINUARA...
