7.- Epilogó
La primera vez que lo vi, me fascino todo de él, su cabello más hermoso y perfecto que el sol, esos ojos que evocaban la primavera, él era especial y único entre todos, él era totalmente diferente a todo lo normal y común.
Al principio me conformaba solo con observarlo entre la multitud de personas, pasaron los meses solo le veía a lo lejos paso casi medio año y eso ya no me bastaba, no era suficiente solo admirarle de lejos; me decidí a hablarle.
Él estaba en aquel lago, siempre solía ir al bosque, estaba muy conectado con la naturaleza o eso era lo que yo sentía, me quede embobado mirándolo pero cuando no pude más, lo saque de sus pensamientos hablándole, por primera vez me dedicaba sus mirada, solo a mí.
Exactamente cuando me dirigió sus palabras a mí me emocione, mi corazón dio la vuelta, y lo decidí, él tenía que ser mío completamente, así como él se había adueñado de mi completamente sin siquiera haberlo notado.
-Disculpa. Mi nombre es Antonie; ¿Tendría la amabilidad de decirme tu nombre, si no es mucha indiscreción la mía? –No podía darme el lujo de ponerme nervioso por el simple hecho de hablarle. Lo primero que me dijo fue: –Pervertido –
–Mis disculpas. No estaba espiando -
-Puede llamarme Michelle… Michelle Angeline, ese es mi nombre-
–Angeline, así le diré. –Desde ese día comenzamos nuestros días juntos, fui conociéndolo cada vez más, él era un asesino, un asesino se había apoderado de mí. Pero no solo era un asesino, él era especial, el único que sin siquiera molestarse se había apoderado de mí.
Después de algunos sucesos ambos estábamos frente a mi hermoso reino Viento cortante, Angeline a mi lado porfin, le había dejado muy en claro que yo lo amaba, y no mentía.
Amo todo de él desde cómo se pone cuando está conmigo, los nervios, sus labios tan suaves, él absolutamente todo su ser, era ambrosia para mí, deleitaba todos mi sentidos, hasta su aroma tan sutil como las flores.
Hubo una noche que lo vi con otro hombre, lo seguí y no pude soportar para nada lo que veía así que me lo lleve conmigo. ¿Acaso no estaba seguro de que yo lo amaba?
-¿Qué te pasa? Como podías tan siquiera pensar, mejor dicho estabas apunto de hacerlo. –Él no me contestaba fue algo molesto, le dije en voz alta mas no gritándole en forma de reclamo o en forma grosera, solo expresa como me sentía.
-Angeline, tu eres mío, solo mío. –Lo abrace, mi voz estaba ya calmada, con un tono normal
–No quiero que estés con otros, no quiero que te toquen, tú eres solo mío. Te amo, ¿podrías amarme solo a mí y hacer solo este tipo de cosas conmigo? – Nuestros ojos se atraparon el uno al otro me abrazo, y aquellas palabras que surguieron de su boca me hicieron enormemente feliz, como si un solo corazón no fuera suficiente para contener todo lo que sentía.
-Eres solo mío –Repetía en mi mente más él pudo meterse a mis pensamientos para decirme: “Soy solo tuyo”. Esa noche lo tuve completamente, él era mío y yo era de él, desde ese día supe que así seria para siempre, tal vez estaba siendo egoísta, pero ya no poia detenerme no con él.
-Antonie. –Era la voz de mi madre ella junto a mi padre estaban en total desacuerdo en mi futura unión con Angeline, a mí no me importaba, puesto a que nos casaríamos con o sin su consentimiento.
-¿Qué sucede madre? –Le conteste, me había estado insistiendo con algo desde que era pequeño.
-Sabes, mi querida Perséfone, me ha dicho que hay un broche uno hermoso que cuando lo vio deseo tenerlo, quien se lo lleve le concederá algo. –Mi madre nuevamente con Perséfone, ella era la reina de un reino vecino por motivos que yo no sabía siempre querían quedar bien con ella y con su esposo.
-¿por qué me dice todo esto? No pienso traer el broche. –Comente pero la voz grave de mi padre irrumpió en la conversación.
–Lo harás, conseguirás ese broche y se lo darás a Perséfone. No lo entiendes, si no lo hacemos medio mundo será destruido, ella es una psicópata y ha destruido ya 2 naciones. Si no le damos el broche esta será la siguiente y por consiguiente medio mundo. Nadie lo sabe, ¿estás dispuesto a ver morir a todos los que conoces?, a todos tus súbditos y a personas que nunca conociste… Personas inocentes morirán. –Lo mire, no había ni una pisca de mentira en sus ojos, pero aun así había algo que no me agradaba.
-Está bien lo conseguiré. –Dije resignado, no pararían hasta convencerme.
-Una cosa más. Ese broche tiene un dueño, mátalo. Si no lo haces su dueño seguirá siendo el que lo tengo a pesar de que se lo demos a Perséfone, no queremos que ella se apresure ¿verdad?- Asentí, más me hizo prometerle que lo haría. Un miembro de la familia viento cortante jamás rompe promesas o desgracias caerán sobre su familia y nación.
El escuadrón de mi padre ya había dado con el paradero del broche, sabia como era… podía cambiar de forma más el brillo azulado que emanaba y piedras azuladas eran únicas, obtenidas de unas desconocidas cuevas de cristal.
Entonces nos acercamos, ya se divisaba una mansión apartada muy cerca del bosque ellos se adelantaron, mire el cielo, aun no comprendía a mis padres, a pesar de que eran mi familia había veces que realmente los desconocía totalmente.
Escuche algunos ruidos, seguro había comenzado una pelea; camine rápidamente mas lo que vi jamas lo espere.
El escuadrón de mi padre estaba allí… Allí estaba Angeline mi corazón, mi alma. Se estaban enfrentando, Ange era fuerte pero ellos eran más.
Todo mi ser se estremeció, sentí como todo mi mundo caía al vacío cuando vi el mismo broche en su cabello. Evadí todo y a todos, cuando lo había notado estaba frente a él, sus ojos me miraron sorprendidos mi espada estaba atravesándole, la sangre broto aún más al sacar mi espada, su cuerpo cayó al suelo.
Podía sentirlo él quería matarme, con su última gota de vida intento tomar su sable…
El ya no estaba conmigo, me quede pasmado casi en shock, el escuadrón seguía quemándolo todo, no quedaría evidencia de todo lo que su rey había ordenado que hicieran, solo quedaría como un trágico accidente ante todos.
Comenzaron a regresar platicando animadamente, ¿Cómo podían hacerlo? ¿Cómo alguien podía ser tan normal después de todo aquello? Les ordene que se fueran lo antes posible, así lo hicieron, tome el cuerpo de Angeline, mi querido Angeline entre mis brazos lo lleve a un lugar donde nadie más lo vería y jamás le pasaría nada.
Una vez que haces una promesa en mi familia, no puedes hacer nada por evitarla, con o sin tu propio consentimiento la cumples. Mis padres me habían utilizado.
Cuando llegue con ellos me abrazaron y felicitaron por mi buen trabajo, por ser un buen hijo, sin más me obligaron a ir con ellos a Phoenix Azulate; la reina era Perséfone, nos anunciamos y ella parecía tan tranquila, nos sonrió e invito a pasar.
-Buen día espero que no se hayan tomado tantas molestias para venir aquí. Gustan galletitas. –Sirvientes de ella llegaron sirviendo el té caliente con galletas y biscochos en bandejas que parecían estar hechas de cristal.
-Un regalo de parte de nosotros-Comente sin muchas ganas, en una cajita blanca con un listón azul me incline hacia ella dándosela. Ella la tomo, cuando rozo sus manos con las mías la mire a los ojos y ella me sonrió, era una sonrisa tan pura y bondadosa, debía mencionar que sus ojos eran inexpresivos.
-Muchas gracias. Es el broche más hermoso que he visto, se los agradezco de todo corazón- Su sonrisa era sincera allí comprendí todo: me había mentido mi propia familia.
-Bien como lo había dicho, les concederé lo que quieran. –Nos miraba con una sonrisa.
-Su primogénito, deseamos que nuestras naciones tengan un lazo más estrecho de amistad, su primogénito se casara con nuestro querido Antonie. Ese es nuestro deseo-
Todo estaba planeado por ellos, siempre habían querido que yo me casara con un heredero de Phoenix, Yo ¿solo habia nacido por ese motivo? Ellos siempre lo habían tenido contemplado.
-Bien, mi futuro hijo se casara con Antonie. –Les entrego un pergamino blanco con un tono azulado, lo firmo junto con mis padres. Desde ese momento quede comprometido con esa persona, alguien que ni siquiera había nacido y yo lo odiaba. Odiaba realmente a ese maldito heredero, por su culpa todo era su culpa, por su existencia yo había tenido que matar a mi alma, yo ya no la tenía se había ido junto con Angeline. Nos despedimos más Perséfone me pidió un momento a solas mientras mis padres se adelantaban.
-Siento mucho todo esto Antonie. –Me entrego el broche y me miro tristemente, ella sabía que algo malo había ocurrido. –Esto significa más para ti que para mí. Realmente siento todo esto. –Se disculpó con todo su corazón hincándose ante mí, ella sentía que esto no estaba nada bien. Yo le di las gracias en un mero susurro.
Ni sus disculpas, ni el arrepentimiento de mis padres, absolutamente nada podría regresarme a mi querido Angeline. Los odiaba a todos a mis padres a Phoenix y claro al bastardo que nacería, lo odiaba tanto, si no fuera a nacer nunca jamás hubiera pasado nada de esto.
Los planes de mis padres aun comenzaban yo estaba involucrado; mas yo también tenía planes.
Haría sufrir a esa persona que aún no había nacido, lo haría pagar por todo, tendría que sentir lo que yo he sentido.
Esto es lo único que puedo decir.
¿Fin?