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Only One por Kristy

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Notas del fanfic:

Este fanfic tendrá, calculo yo unos 14 capítulos, 16 a lo sumo (espero que no se extienda más). En realidad, en su origen, eran oneshots de tipo songfics, unos cuantos. Como veréis, tienen los títulos de las canciones de B1A4, porque cada título de la canción, tiene que ver con su letra y lo que pasaba en cada oneshot. Sin embargo, revisando, me he dado cuenta que quedaba mejor como fic. Estoy reajustándolos, por lo que la actualización puede ser tanto semanal como quincenal (depende de mi tiempo).


En teoría es un fic dramático. Estoy acostumbrada a manejar la parodia, por lo que puede que no salga muy bien el experimento... La historia del primer amor, los rechazos, el problema de mantener la amistad cuando a veces los amores son unilaterales... De todo eso habla el fic. Quería tratar historias más "realistas" sobre cómo son las relaciones humanas en realidad, y no tan edulcoradas como los fics que leo sobre mis grupos favoritos.

Espero que os guste y os convenzca.

Notas del capitulo:

Cada capítulo del fic será narrado desde el punto de vista de cada uno de los banos. Este primero lo narra CNU (aunque queda muy obvio, pero, por si acaso aclaro).

Es mi primer fic largo, así que agradeceré las críticas constructivas que queráis hacerme en la zona de reviews.

 

Aquel pasillo se me antojaba interminable. A mi lado, el CEO me guiaba hasta una sala, donde supuestamente me esperaban los que iban a ser mis compañeros de trabajo en el futuro.

Por un lado estaba, muy, muy emocionado. Por fin iba a ver cumplido mi sueño de formar parte de un grupo y poder cantar ante un público, de modo profesional. El sueño de mi vida desde que tenía uso de razón.

Cualquier adolescente normal diría que estaba loco por sacrificar mi juventud en un sueño que podía salir más mal que bien, en el competitivo mundo del K-pop. Además, era una compañía muy pequeña y prácticamente debutaría con nosotros en este titánico mundo de la Ola Hallyu. Tenía todas las papeletas para fracasar y darles más motivos para machacarme aún más  todos aquellos que se reían de mí en el pueblo. Pero no me importaba. Quería cantar, quería hacer mi música y que esta llegase al mayor número de personas.  Mi familia y el que consideraba como mi mejor amigo me apoyaban y eso me había dado la confianza que nunca he tenido para seguir.

Pero por otro… estaba aterrado. Estaba acostumbrado a Jooyoung, mi mejor amigo (y el único que tenía en realidad) y, durante mucho tiempo, mi compañero en esta aventura de la música. Hasta habíamos participado en concursos haciendo dúos y siempre nos habíamos presentado a la vez (de forma individual o juntos, a las pruebas de las compañías o festivales). Pero cuando nos presentamos a aquel festival a él no le cogieron y a mí sí. Nunca me había sentido más perdido en mi vida, porque en lugar de escogerme por algún talento, resulta que me cogieron por mi sonrisa. ¡Qué ironía! Toda mi vida sufriendo insultos por estos dientes de conejo y por llevar gafas en el colegio y van y me contratan por eso mismo… Estuve a punto de renunciar, pero Jooyoung me dijo que estaba loco si lo hacía. Que ya lograríamos nuestros sueños y, cuando lo hiciéramos, ya encontraríamos la manera de trabajar juntos.

Nunca he sido muy sociable. En el colegio mis compañeros no se acercaban a mí porque decían que era inexpresivo. Lo era por mi propia supervivencia. Ponía cara póquer para demostrarles que aquellos insultos no hacían mella en mí, pero que me destrozaban y me hacían cada vez más inseguro. Como veían que eso no surtía efecto, optaron por ignorarme. Aquello era peor aún. Ser invisible en una clase es como no existir para nade. No tuve muchos amigos en mi infancia, por no decir que ninguno. Por ello me refugié en la música. Afortunadamente, en mi casa todos eran amantes de la música tradicional. Desde mis padres, hasta mi hermana. Podría decirse que la música fue mi única razón y la única manera que he encontrado para expresarme a lo largo de mi existencia.

 Cuando crecí, me di cuenta de que no me gustaban las mujeres, sino los hombres y mi inseguridad en mí mismo y el miedo a ser descubierto creció exponencialmente. Así que opté por controlar todas mis emociones para no mostrar ninguna. La adolescencia, esa etapa terrorífica, en la que aún sigo atrapado, es terrible. Convenciones sociales, un pueblo… Sí, me obligaba a mí mismo a salir con chicas que no me llamaban la atención para no dar a pie a comentarios que pudiera afectar a mi familia, pero ellas acaban siendo mis mejores amigas y me dejaban precisamente por eso. Por ser demasiado blando o porque era inexpresivo. Tampoco me importaba demasiado que me dejasen. Me sentía aliviado y liberado de aquellas relaciones sin sentido en las que se supone que tienes que ser atento, amable y cariñoso con la otra parte… pero en las que no sentía más que miedo a ser descubierto, agobio, incomprensión y vacío. A decir verdad, no sé lo que es amar. Ni tampoco sé lo que es ser amado. Conozco la teoría, pero no he vivido la práctica. Y cada día tengo más miedo de que la práctica aparezca de repente, en el momento más inoportuno.

 La razón por la que Jooyoung es mi único amigo, es porque ama la música tanto como yo y, aparentemente, le da igual que yo sea inexpresivo. Un día dijo que se había quedado “enganchado” por cómo fluía la música por mi cuerpo. Decía que le gustaba cómo era encima de un escenario y porque “había visto” más allá de mi máscara. Que entonces decidió que si creaba una banda, que lo sólo haría conmigo. Me persiguió durante meses, pese a mi pasividad. Insistió tanto que al final cedí. Poco a poco fue derribando todas mis barreras, hasta ser mi mejor amigo. Siempre me río porque sé que si supiera que no soy heterosexual, me abandonaría al instante, como a un proscrito. Así que desde los catorce años que besé a aquella compañera de clase, sin sentir absolutamente nada, no he hecho mención alguna sobre mi inclinación. Por si acaso. Me ha costado demasiado hacer un amigo, como para echarlo a perder por una confesión.  Esa ha sido mi vida hasta entonces y mucho me temía que así seguiría siendo.

 Todo ello, hacía que me sintiera terriblemente inseguro ante lo que me iba a encontrar. ¿Y si no les caía bien? Reconocía que no era la sexta maravilla del mundo físicamente hablando. Encima, había tenido la mala suerte de que iba a ser el Hyung de todos ellos, por edad, y, por consiguiente, el CEO se había pasado la anterior media hora insistiendo en que yo iba a ser el líder de aquel grupo.  Tengo una personalidad que no es la más indicada para liderar a nadie. Soy más cordero que león. Me estreso con facilidad, soy muy lento de reacción y hablar en público no se encuentra entre mis muchas habilidades.  Soy incapaz de decirle a una persona que está agotada que tiene que seguir ensayando. O una persona enferma que siga practicando. O echar la bronca a alguien porque el jefe esté cabreado. O tener que reconfortar a alguien en medio del fracaso cuando ni yo mismo me puedo aguantar. No, no es lo mío. Nunca lo ha sido ni lo será. Se me da mejor cuidar de la gente, cuando necesita cariño o atención, en silencio y sin que nadie se fije en mí. Pero situarme el primero de la fila, para ir liderar una victoria o una catástrofe…  Intenté en vano convencer a aquel señor, que iba a ser mi jefe de ahora en adelante, que estaba cometiendo el error de su vida. Pero no me hacía caso. En un momento en el que me había escapado al baño, una pobre excusa, lo sé, había llamado a Jooyoung. Estaba convencidísimo de que lo haría fenomenal, pero… Yo sabía que no. Si lo hubiera tenido a mi lado, tal vez no hubiera sentido este peso y tanta duda.

De repente, nuestro jefe se detuvo. Me sonrió, como si eso me fuese a ayudar en algo y susurró “un adelante” y abrió la puerta. Mi cuerpo era una auténtica gelatina por dentro, pero fiel a mí mismo, no se me notó demasiado en mi cara inexpresiva.

Un fogonazo de luz me cegó de pronto y me quedé quieto hasta que mis ojos se acostumbraron a la luz. Miré al CEO como si estuviese loco y, sin decir nada, di un paso al frente. La habitación, era una sala de prácticas, como las que había visto durante mi periodo como trainee.  Muchos espejos, suelo sonoro para poder aprenderse los pasos de baile… y tres figuras esmirriadas y con miradas temerosas esperándome y otra observándome con curiosidad en silencio. Eran todos más bajos que yo y unos críos también. Especialmente, el que tenía cara bebé parecía más niño que adolescente. ¿Qué haría en un sitio como ese?

Al irme acercándome a ellos, me di cuenta de que, inconscientemente, tres de ellos se pegaban a la figura más delgada de los cuatro y que era la única que me miraba con curiosidad. Era moreno y estaba muy delgado, pero su postura irradiaba seguridad. La que les faltaba a los otros tres e, irónicamente, me faltaba a mí. Me detuve de repente. No porque me hubiera llamado la atención algo, sino porque mi cuerpo entero sufrió como una descarga eléctrica. Una sensación extraña que jamás había sentido, por lo que me detuve inconscientemente. Había sido como una explosión en cadena interna, extraña pero agradable. Como si de repente, hubiera visto hubiera puesto un pie en el paraíso y estuviera visitado a su más inmaculado habitante. No conocía su nombre, ni sabía quién era. Pero en ese instante me di cuenta que le quería y que le seguiría hasta el fin del mundo si me lo pidiera en ese instante.  Empecé a sudar. Seguro que eran los nervios, intenté tranquilizarme.

-       Chicos, este es Shin Dongwoo. Vuestro nuevo compañero y el líder de vuestro grupo.

La voz grave del CEO me obligó a salir de mi ensoñación. No me había dado cuenta de que me había quedado mirando fijamente, con cara embobada, a ese chico espigado. Mi cuerpo volvió a reaccionar y, con los nervios, hice una inclinación más propia hacia a un adulto que a cuatro críos que iban a ser mis dongsaengs.

Automáticamente, ante el error cometido, me puse recto y les observé. El que era más tímido de los cuatro, se frotaba las manos, como si eso fuese a parar su nerviosismo. El otro tenía unas gafas enormes que le hacían unos ojos enanos, pero parecía simpático. Por alguna razón extraña supe que el de lentes y yo nos caeríamos bien. El más joven de todos, estaba agarrado inconscientemente a ese chico seguro, que ahora mismo estaba sonriendo.

Mi segundo colapso mental en menos de cinco minutos. Mi cuerpo volvió a reaccionar, como si casi viera a un ángel en medio de esa sala. Hasta la luz parecía insistir en iluminarle sólo a él. Sin darme cuenta, volví a quedarme atontao, mirándole, como si solo estuviera él frente a mí.

-       Yo soy Jung Jin Young. –Hizo una inclinación, sin dejar de sonreír. -Estos son Gong Chan Sik. - Levantó un poco el brazo, como si le animara al chaval a presentarse, cosa que hizo con bastante atropello. -Este es Lee Jung Hwan. - El de las gafas se inclinó y se le quedó mirando con inseguridad.- Y este es Cha Sun Woo.  

 Sunwoo apenas despegó las manos para saludarle y que se quedó en su posición como si él fuera a saltar en un momento y comerle. Estuvo tentado a reírse, pero se contuvo. Sabía que si cedía a la risa, no iba a poder parar y volvería a hacer el ridículo. Sólo estaba ante tres críos tan asustados como él mismo y frente al que realmente era un líder.  Esa sonrisa le estaba atontando hasta límites insospechados. Esa persona le estaba nublando los sentidos, monopolizándolo todo y Dongwoo se estaba cabreando solo, peleando por no caer en sus redes. Así que decidió mirar a todos menos a él. Al menos hasta pudiera mantener esa confusión de sentimientos bajo control y luego pudiera ponerse a pensar qué demonios estaba pasándole.

-       Os dejo, para que os conozcáis. –Oyó la voz del CEO y el cierre de una puerta.

Un silencio opresivo cayó sobre ellos. Los cuatro no decían nada y él estaba demasiado conmocionado como para decir algo, mirándolos a todos, menos a Jinyoung. Aún seguía sudando y tampoco estaba muy seguro de que su cuerpo no estuviese temblando. Porque se sentía al borde de un precipicio.

-       ¿Tú eres el líder? –Susurró apenas el moreno de las manos nerviosas. ¿Cómo había dicho ese chico tan guapo que se llamaba?

-       Tú eres Cha, ¿verdad?

El chico, asintió sin sonreír. Parecía estar intimidado por mí. Todo esto me resultaba chocante. Lo normal es que yo me sintiera intimidado por los demás, no ellos por mí.

-       Supongo que soy el último en incorporarme, ¿no? –Preguntó por preguntar. La verdad que no sabía ni qué decir.

Los cuatro volvieron a asentir, en práctica sintonía, dejándome a mí sin saber cómo seguir esa conversación. Me maldije.

-       La verdad es que estamos sorprendidos. En principio nos dijeron que sólo seríamos cuatro personas para debutar.

Algo hizo crack dentro de Dongwoo: esa voz era preciosa. Tranquila, sincera, llena de seguridad y comprensión. ¿Podía alguien caer hechizado por la voz de una persona? ¡Ese idiota había vuelto a hablar y le obligaba a prestar atención antes de tiempo! ¿Por qué se le acababa de acelerar el pulso y su cuerpo había sufrido un escalofrío al oír su voz? Con miedo, alzó sus ojos a Jinyoung. ¿Qué pasaba con ese tío? ¿Por qué, cuanto más le miraba, más seguro de sí mismo y guapo le parecía?

- Mis disculpas por entrometerme en vuestro proyecto. –Agachó la cabeza. -Prometo esforzarme para ayudaros en todo lo que pueda.

- ¿Por qué te disculpas? – La voz alegre del de las gafas sonaba confusa.

A continuación, el más joven de todos, rompió a reír y, como si hubiera hecho magia, la terrible tensión se rompió. Aquella maldita risa era contagiosa y en menos un minuto todos estaban riéndose como si todo hubiera sido una broma de cámara oculta. Los tres seguían siendo tímidos con él, pero al menos no le miraban como si fuese un ogro. Distrayéndose fijando la vista en Sunwoo, se animó a preguntar.

- Entonces, ¿quién iba a ser el líder de haber sido vosotros los que hubierais debutado?

Los tres inseguros indicaron las manos a una sola persona. La única persona que, desde que había abierto la boca, no había dejado de sonreír. ¡Maldita sonrisa!

- En principio iba a ser yo. Pero supongo que ahora serás tú.

¿Por qué era tan guapo? Y el muy maldito seguía sin dejar de sonreír y hablaba con seguridad aplastante… Aquello se le estaba escapando de las manos. Lo notaba porque su corazón iba totalmente desbocado y algo le decía que no era solo por los nervios. ¿Eso era lo que la teoría siempre decía que pasaba cuando te enamorabas? ¿Era eso?

- ¿Eras tú el líder? –Su voz sonó tremendamente insegura, sin mirarle, porque si lo hacía sentía que iba a derrumbarse ahí mismo.

- Así es. –Respondió Jinyoung sin perder  su humor.

Dongwoo asintió. Ahora entendía la reacción de los otros tres en cuanto entró en aquella sala. Él era el invasor que venía a suplantar a la persona que les protegía, que les guiaba en aquel camino lleno de inseguridad y de futuro incierto. Parecía una persona muy segura y, además, tenía iniciativa. No daba la impresión de estar intimidado por él y si lo estaba, lo disimulaba de fábula. Por lo que le había dicho el CEO ya llevaban meses juntos, se conocían bien y, evidentemente, confiaban en él. Por lo que le había dado a entender su jefe, sólo tenía unos meses para hacerse cargo del grupo, que confiaran en él antes de debutar.

Dongwoo sonrió inconscientemente. Su sonrisa había sido más irónica que otra cosa, aunque para los otros cuatro había sido una sonrisa amable. No se dio cuenta de las miradas de los demás ante su sonrisa, ni el efecto que había tenido en ellos. Estaba demasiado ensimismado en darse cuenta de que jamás podría ser el líder de este grupo. Lo había entendido en ese momento. No podría conseguirlo en unos meses. Jamás. Pero sí podía seguir a ese chico que había desmoronado media vida en un cuarto de hora. Además, le estaba obligando hablar más de lo que había sido capaz de hablar a unos desconocidos en toda su vida. Sociabilizar no era lo suyo y por alguna razón sabía que no había vuelta atrás. Su instinto de supervivencia le estaba alertando con sirenas rojas por todo su cuerpo y cerebro. Su única opción era seguirle hasta el final, sino quería arrepentirse de nada. Ni de su sueño ni de sus propios sentimientos. Confiaría en su máscara. Confiaría en que pasaría desapercibido y podría sobrevivir a todo esto. Porque marcharse ahora mismo y renunciar podía suponer un vacío y un hundimiento al que no estaba seguro poder soportar.

- Entiendo que el CEO siga las reglas del juego. Pero…

Dejó flotar las palabras, obteniendo toda la atención de aquellos cuatro adolescentes.

-  ¿Pero?  –Le animó Jinyoung.

Sus ojos fueron a posarse en aquellos finos labios que le incitaban a continuar y sufrió un apretón en sus partes bajas y lo comprendió todo. Que su vida estaba ligada a él para siempre y que las iba a pasar canutas de ahora en adelante y no porque Jinyoung fuese una mala persona, sino más bien porque acababa de entrar en un terreno vedado. Prohibido. Pero no era capaz de detenerse y siendo el líder él iba a llevarles a una catástrofe segura. Lanzó un largo suspiro.

- Creo que no debéis sentiros obligados a seguirme. Estoy conforme en seguir a Jung Hyung, como líder.

Cuatro pares de ojos se abrieron como platos, inclusive aquellos pequeños ojos tras la altísima graduación de esas gafas. Estupefacción, sorpresa… muchas emociones estaban escritas en ellos. El mismo Jinyoung abrió ligeramente la boca, ante la inesperada confesión de Dongwoo. No sólo por lo que había dicho aquel grandullón con cara bonachón, sino porque le había llamado Jung Hyung.

- Pe-pero… Eso no es correcto, Shin Hyung… -Lee se atrevió a hablar.

Alzó sus anchos hombros, como dándole a entender que, en lo que le correspondía a él, estaba todo bien. Además, si podía evitar ser el líder, mejor.

- Pero tú eres el mayor, creo que…

Sunwoo pareció dejar a un lado su timidez de nuevo y dejó la frase suspendida.

- ¿Estás seguro? 

Aquella voz aterciopelada y maravillosa volvió a fluir por sus pabellones auditivos. Cerró los ojos instintivamente y asintió.

¡Qué voz más preciosa! Y tendría que sufrir la dulce tortura de escucharla durante mucho tiempo. Abrió los ojos y contempló la sonrisa agradecida de tres pequeños cachorros perdidos, que habían recuperado la confianza y la seguridad. Y se perdió en aquellos preciosos ojos marrones, también agradecidos por dejarle con aquella responsabilidad que ya tenía asumida de facto en su persona.

Entonces, en su interior, comprendió dos cosas: La primera que iba a llevarse bien con todos ellos y que no lo juzgarían como había sido juzgado durante mucho tiempo y podría llevar una existencia relativamente tranquila, cumpliendo su sueño; y la segunda que su vida iba a ser un suplicio interno a partir de este momento teniendo que compartir cada segundo de su vida con Jinyoung. Tendría que dedicar su vida a olvidar todo lo que  había sentido desde el mismo instante en que entró por esa puerta y le conoció.

Dos horas después, Dongwoo estaba firmando un contrato con una clausula exclusiva en la que renunciaba a ser el líder del futuro grupo, ante el disgusto del jefe.  Le había costado una hora de discusión con su CEO. Lo había tenido que argumentar demasiado y ¡diablos! Nunca había tenido que hablar tanto en su vida. Gracias a dios, la parte de hablar se la iba a dejar al ser que le robaba media vida.

Y no era la música precisamente…

Así fue cómo Dongwoo, el que luego sería “renombrado” como Shinwoo y, posteriormente, como CNU renunció a ser el líder del grupo que luego sería conocido como B1A4.

Por amor a primera vista.

Y así fue comenzó su agonía.

Notas finales:

Para la próxima semana, día 13, el segundo capítulo: O.K.


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