—¡Mako, mira, estas personas van a ser tus padres! —me dijo la señorita. Tenía menos de un año, ella pensaba que no entendía nada, pero lo hacía. Una mujer y un hombre vestidos en ropas caras me miraban con sonrisas tétricas.

            —¿Qué? ¿Cómo que quieren dejar a Mako de vuelta?

            —Lo sentimos, señorita. Pero este niño nos asusta.

            —¡Mako! Feliz cumpleaños, cariño. ¿Adivina qué? Aquí hay una linda señora que quiere ser tu mamá. Pórtate bien con ella, ¿Quieres?

            —Este niño es espantoso. No puedo ni tenerlo cerca, me da escalofríos.

            Y así, de pequeño fui y vine entre muchas familias. Desde una pareja de recién casados a una familia con hijos o inclusive ancianos. Pero nunca estuve con ellos por más de un mes; siempre terminaban trayéndome nuevamente al orfanato, expresando sus sentimientos de terror hacia el pobre de mí, no entendía qué tenía de malo, me portaba bien, era amable, era obediente… ¿Qué andaba mal conmigo?

            —Mako, estos señores van a adoptarte —por alguna razón, la encargada se veía más esperanzada que las otras oportunidades. Levanté la mirada, un hombre de cabello castaño y ojos verdes como los míos me sonreía. Iba de la mano con un señor de mirada severa, de cabello negro y ojos marrones.

            —Hola, pequeño. Me llamo Ritsu y voy a ser tu papá. Este es Masamune, será tu otro papá.

            —Señor… —lo llamé, se sentó en cuclillas y me miró a los ojos—. Por favor, no me abandone.

            BAM. Despertó bruscamente de sus sueños al recibir un brusco golpe en la nuca. Frente a él tenía a un joven de cabello negro azulado de mirada marrón, llevaba unas gafas pequeñas y cuadradas, vestía con una camisa y un pantalón de vestir; sostenía un libro de texto en manos y una sonrisa vanidosa se pintaba en sus labios.

            —Makoto, préstame atención, no es momento de dormir. La literatura no se aprende con la velocidad de un beso fugaz —rozó sus labios con los del chico, provocando un rubor en sus mejillas.

            Lo único que le faltaba, tenía suficiente con sus viejos padres y ahora también tenía que soportar a un tutor de literatura pervertido. Esta era sólo una parte de la vida de Takano Makoto, un simple adolescente de 16 años hijo de unos homosexuales.

            Suspiró. Habría que aguantarlo.

EPÍLOGO DOS y EXTRAS SUBIDOS. (27/12/2014)