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ME CUESTA TANTO OLVIDARTE por lyra

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Inmóvil desde la puerta, Tom veía como su madre lloraba mientras se apretaba el estómago con una mano. El bebé estaba en peligro, y no podían hacer nada por él.

Pero su padrastro no se da por vencido. Cogió a su madre en brazos y pasó a su lado gritándole que se moviera, que la llevaba él mismo en su coche. Echó a correr escaleras abajo tras él, saliendo de la casa y acordándose de dejar la puerta cerrada.

Se subió al asiento trasero del coche, donde cogió la mano de su madre que recostada sobre su hombro lloraba y lloraba.

-Mi hijo pequeño…-sollozaba Simone desgarrada.

Le apretó con fuerza la mano, rezando por lo bajo para que nada malo le pasara a ese hijo tan deseado, cogiéndose con fuerza cuando su padrastro arrancó y derrapó.

El trayecto al hospital se le hizo eterno, y nada más llegar tumbaron a su madre en una camilla y a ellos les hicieron esperar en una sala mientras dejaban que los médicos se encargasen de ella.



Paseando por la sala sin importarle estar en pijama, no dejaba de pensar en que mientras ellos estaban sufriendo, su hermano gozaba en la cama de su amigo. No tenía el móvil consigo, no le podía llamar y comunicarle que estaban en el hospital, pero recordando sus palabras en la cena, que estaban cometiendo un gran error y que no se alegraba en absoluto, pensaba que lo mejor era esperar a ver como salían las cosas, no ver su alegre expresión si algo malo le ocurría al bebé.

Aún no sabía porque no había regresado a casa, si esa era una especie de travesura infantil o una venganza suya…





Se despertó ahogando un sollozo. Se incorporó en la cama y se pasó las manos por la cara, sintiendo húmedas las mejillas y la respiración agitada.

-Bill… ¿te pasa algo?-preguntó Andreas bostezando.

Alargó una mano y dio la luz de la mesilla, parpadeando hasta ver la silueta de su amigo sentado en la cama con ambas manos en la cara. Se sentó a su lado y le pasó un brazo por el hombro.

-No pienses más en ello-le consoló en vano.

-He tenido un extraño sueño-explicó Bill en un susurro-Alguien lloraba y me llamaba, o eso creo…

Recordaba las palabras exactas, alguien sollozaba diciendo “mi hijo pequeño”.

-Habrá sido un mal sueño, solo eso-murmuró Andreas frotando su desnuda espalda.

-Es mejor que me vaya-dijo Bill levantándose de la cama.

Andreas se acomodó mejor en ella, observándole recoger y ponerse sus ropas con rapidez. Cogió el móvil que dejó en la mesilla y apretó una tecla para ver la hora. Maldijo por lo bajo al ver que eran casi las 3.

-Se ha hecho muy tarde-le comunicó a su amigo-Tu madre estará preocupada.

-Mi madre tiene otras cosas en mente-murmuró Bill entre dientes.

Recogió la camiseta y se volvió con ella en las manos. Su amigo le miraba con una expresión extrañada. Sabía que estaba muy unido a su madre, y no entendía el porque de sus palabras.

-Está embarazada-le explicó tratando de no llorar de nuevo.

Andreas le miró fijamente, en su cara no se refleja la felicidad que debiera sentir tras saber que va a tener un hermano nuevo. No, en vez de eso reflejaba un dolor inmenso.

Alargó una mano, pero le vio negar con la cabeza y ponerse deprisa la camiseta. Su amigo no quería consuelo alguno, solo irse de su lado cuanto antes.

-¿Te acompaño?-preguntó Andreas levantándose-Puede que estén levantados, esperándote preocupados. Puedo hablar con ellos y explicarles…

-¿Qué les vas a decir? ¿Qué llego tarde porque no sabía cuanto tiempo me iba a llevar acostarme contigo?-preguntó Bill con ironía.

Se mordió los labios tras decirlo, su amigo no se merecía ser el blanco de su enfado.

-No hace falta que les contemos esa parte-dijo Andreas con calma-Decir que te quedaste a ver la tele y se nos pasó el tiempo.

-Tom lo sabe-le confesó en un susurro.

-¿Y a él por que se lo cuentas?-estalló Andreas sin querer.

Tras su conversación con él el día anterior, y ahora que sabía lo que casi habían hecho, sabía que no podría volver a mirarle a los ojos.

-Se me escapó-dijo Bill avergonzado.

Era verdad en parte, pero no le contó que fue la rabia la que habló. Dolido como estaba tras la conversación de la cocina y que le escupiera a la cara que los había visto desde la ventana, dejó que sus sentimientos le dominasen y contara algo que no era de la incumbencia de su hermano.

-Está bien, no pasa nada-suspiró Andreas resignado-Vete a casa, ya hablaremos mañana.

Asintió con la cabeza y tras calzarse las playeras salió de la habitación de su amigo, llegando a la puerta de la calle que abrió ahogando un grito.

-¡Bill!-exclamaron los padres de Andreas a la vez.

-Hola-les saludó con timidez.

-¿Aún seguías aquí? Espero que hayas avisado a tu madre, no quiero que se preocupe en su estado-le riñó la madre de Andreas.

Maldijo por lo bajo, por lo visto su hermano y él no fueron los primeros en enterarse de la “gran noticia”.

-Lo sabe-mintió con descaro-Estábamos viendo una película y nos quedamos dormidos.

-Corre y no te entretengas, ya hablaré mañana con Simone para que se calme-dijo la madre de Andreas.

Pasó a su lado muerto de la vergüenza y echó a correr calle abajo. Si hubieran entrado minutos antes y asomado a la habitación de su hijo, les habría pillado dormidos abrazados, y él medio desnudo.



Entró en la casa con sigilo. Abrió la puerta y asomó la cabeza, escuchando con la respiración entre cortada. No oía nada, así que dio por hecho que estaban todos dormidos.

Entró del todo y cerró la puerta con cuidado. No debía hacer nada de ruido. Pasó por la cocina y ahogó de nuevo un grito. La luz estaba encendida. Cogió aire y se asomó a ella, pero no vio a nadie, lo que le pareció raro, más ver que al lado de la pila y sobre ella habían unos cristales rotos y agua derramada.

Echó a correr escaleras arriba ya sin importarle hacer ruido. Vio que hay luz en la habitación de sus padres y corrió hacia ella, dejando salir esa vez el grito de sus labios. La cama estaba deshecha y había sangre en ella.

Entró en la de su hermano pero la vio vacía también. Solo se le ocurrió un sitio en el que pueden estar y entrando en la suya para coger el móvil, bajó corriendo las escaleras mientras llamaba un taxi con dedos temblorosos.




Llegó al hospital casi media hora después. Corrió al mostrador de información para peguntar donde se encontraba su madre, pero antes de llegar vio a su hermano de pies en medio de la sala de espera. Llevaba su pijama puesto y una dolorosa expresión en la cara.

Se acercó a él sin poder pronunciar palabra. Entonces vio a su padrastro, estaba en pijama como su hermano, hablando con un médico mientras negaba llorando con la cabeza.

-Tom-llamó a su hermano con un hilo de voz.

Tom logró despegar la mirada de su padrastro y la fijó en su hermano recién llegado. Quería contarle lo sucedido, pero separó los labios y de ellos solo salió un ahogado sollozo. Levantó una mano y señaló la puerta tras la que se encontraba su madre mientras negaba con la cabeza.

-¿Mamá?-preguntó Bill a punto de llorar.

Vio que su hermano asentía y echó a andar hacia la puerta, pero una mano le impidió atravesarla. Tras terminar de hablar con el médico, Gordon reparó en su presencia y le detuvo con fuerza.

-¿A dónde crees que vas?-preguntó tirando de él.

-Quiero ver a mamá-susurró con voz temblorosa.

-¿Ahora te acuerdas de ella? ¿Dónde estabas cuando te esperaba toda preocupada?-gritó Gordon sin poderse contener.

-Yo…no…-tartamudeó asustado.

-Lo ha perdido…por tu culpa-estalló Gordon en lágrimas.

-¿Qué?-preguntó aún sin entender.

-Has matado a tu hermano pequeño-gritó Gordon abofeteando con fuerza a su hijastro.
Notas finales: Y en el próximo capítulo:





Le oyó suspirar entre lágrimas y le besó de nuevo en la frente. Pero de repente sintió algo muy fuerte, como que no se conformaba con besarle en la frente. Levantó una mano y poniendo un dedo bajo su barbilla le obligó a levantar la cara y depositó un beso en sus labios.

Le sintió ponerse tenso en sus brazos y sacudir la cabeza para que le soltase.

-No, por favor-suplicó Bill con los labios temblando.

-Yo…lo siento-se disculpó Tom en un susurro.

Le quería soltar, al darse cuenta de que le abrazaba con más fuerza, pero su hermano negó con la cabeza y la enterró en la curva de su cuello.

-No me sueltes-susurró Bill contra su piel-Solo…no me vuelvas a besar.

Asintió con la cabeza y se quedó en silencio, pensando en el porque de sus actos. ¿Por qué le había besado? ¿Por qué le suplicaba que no lo repitiera?

-No me vuelvas a besar, o te perderé a ti también-susurró Bill como si le hubiera leído el pensamiento.

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