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Una noche por minima

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a los que han leido, ¿hace cuanto que no actualizo?, mucho ¿verdad?, jejejeeje mi escuza, no tenia internet desde hace sabe cuando, lo bueno, me entro inspiracion en este fic y pude escribir algo que yo considero mediamente desente y que espero sea de su agrado.

Empecemos con esto, el día siguiente en que tratas de recordar lo que hiciste anoche y la realidad te golpea como un balón de basquetbol directo en la cabeza, provocando un gran dolor, la hermosa resaca…

Cruda, cruda realidad

 

 

 

Jorge era un hombre simple en su opinión, no era muy alto ni muy bajo, de mediana estatura, tenia cabello negro y corto, era moreno y sus ojos eran de un café avellana, alguien promedio según el, tenía 33 años, trabajaba como arquitecto en una de las mejores agencias de construcción de la ciudad y del país, ganaba un buen sueldo, el suficiente para satisfacerlo a él y a su familia de las necesidades básicas que se presentaran en su vida y quizás un poco más, trataba de tener una vida sana, hacia ejercicio regularmente y jugaba con sus hijos, su mujer había muerto hacia algunos años en un trágico accidente, si no se había dejado morir en la depresión que tubo gracias a ello solo era por sus hijos que aun lo necesitaban y querían, el trabajo también ayudaba a olvidar aquel dolor en cierta manera, mantener su mente ocupada lo hacía no pensar en cosas amargas, por lo que era uno de los mejores trabajadores ya que siempre procuraba hacer un buen trabajo, vivía en una casa que él mismo había diseñado como buen arquitecto que era, con suficiente espacio para él y sus hijos, y en la que a veces se sentía solo cuando pensaba en su fallecida esposa.

 

 

 

 

 

Edgar era atractivo, exitoso y en la cumbre de su carrera a sus 35 años, era alto, su cabello rubio algo largo que le llegaba a los hombros lo traía casi siempre atado en una coleta baja, de ojos celestes, tenia un cuerpo atlético gracias a las horas pasadas en el gimnasio, de piel blanca, algo narcisista ya que se preocupaba casi siempre de verse bien, del pequeño restaurante que había sido de su familia había creado la cadena de restaurantes más exitosa de los últimos diez años del país, era chef y un gran empresario, una vez se había casado con la que pensó era su amor, para enterarse al año que le ponía los cuernos con el vecino, los había descubiertos en pleno acto en su cama matrimonial de sabanas de seda azul marino, y el resultado fue que le rompió la nariz al vecino y hecho de su casa junto a su ahora exmujer al patio completamente desnudos, y como era de mañana tuvieron como publico a la mayoría de los demás vecinos, cosa que le valió a él, lo único satisfactorio que sintió en esos momentos era que esa mujer y ese hombre hubieran sufrido una de las mayores vergüenzas en sus vidas, se divorcio de su exmujer prácticamente al día siguiente, las ventajas de tener contactos y ser alguien con dinero, vendió la casa y se mudo de los suburbios al departamento en el que ahora vivía en la ciudad, le había roto el corazón enterarse de esa manera de la que fue su amor no lo amaba a él, si no a su dinero y al imbecil del vecino bueno para nada, su corazón se endureció y su nuevo amor se convirtió en los placeres efímeros que se le cruzaran en el camino, bebida, fiestas en antros, amantes de una noche, hombres y mujeres por igual, un poco de éxtasis, cigarros y más alcohol, placeres que lo embriagaban y adormecían la mayoría del tiempo, pero que solo duraban un poco, por lo que buscaba más cuando podía, era desagradable esa sensación de soledad que le regresaba a su solitaria realidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-Ya estoy llegando, solo estaciono mi carro y ya me veras- decía alegre Edgar por su celular montado en su Cadillac negro, uno de los tantos lujos que tenia por su éxito, colgó su celular y entro a un estacionamiento al lado de un edificio en el cual en la parte de el frente tenia con enormes letras el nombre de la empresa, CONSTRUCTURA ÁLVAREZ.

 

 

 

Edgar había decidido abrir un nuevo restaurante, uno más a su exitosa cadena, había decidido que este seria original, algo que combinara a la perfección de sus platillos, lo crearía de la nada, compraría un terreno, ya lo había elegido, solo faltaba el diseño del lugar, debía ser elegante, moderno, original y quien mejor en ayudarle que su vieja amiga dueña de una constructora muy reconocida, Marta María Álvarez  Verdugo, ya había realizado proyectos con ella antes y los resultados siempre eran satisfactorios, se habían conocido en la preparatoria y aun se mantenían en contacto, era una gran amiga, casi hermana, la había llamado y gustosa ella había aceptado hacerse cargo de ese proyecto, así que se habían citado un martes en las oficinas de ella para iniciar con los planes.

 

 

 

Después de aparcar su coche se dirigió al edificio para entrar y ser el blanco de atención de todos los ahí presentes en el recibidor justo en el preciso instante que cruzo la puerta, tanto hombre como mujeres se le quedaron viendo, sonrío, le encantaba cuando sucedía eso, ser el centro de atención y atracción de las personas le llenaba su ego, sabia que era atractivo y no se molestaba en ocultarlo, al contrario, siempre se esmeraba en verse bien, caminando con paso elegante se dirigió a la recepcioncita que aun seguía embobada por su presencia.

 

 

 

-Disculpe señorita, tengo una cita con la lic. Marta Álvarez, ¿podría comunicarle que Edgar esta aquí?- dijo inclinándose un poco a la susodicha quitándose los lentes de sol que llevaba puestos y mirándola de una manera seductora con sus ojos azules.

 

 

 

-E… enseguida señor- dijo saliendo después de unos segundos de su estupor, aquel hombre era realmente atractivo, ¿acaso seria un modelo o algo así?, juraría que casi se le salía la baba si no se despabilaba.

 

 

 

La recepcionista tomo el teléfono que tenía al lado suyo y momentos después de cruzar unas palabras con la persona al otro lado de la línea ya estaba caminando a la oficina de la lic. Marta, aun barias personas se le quedaban viendo, unas más discretas que otras, se encontraba enfrente de la oficina y como la secretaria no daba ni sus luces ya que su supuesto lugar en su escritorio estaba vacío decidió tocar un par de veces a lo que una voz de mujer le dijo que pasara, abrió la puerta y la cerro tras de si, delante de él en un escritorio de una oficina elegantemente decorada estaba una mujer de presencia elegante, como el lugar que le rodeaba, de melena pelirroja recogida en un chongo, de piel clara que contrastaba con el fuego de sus cabellos, ojos verdes rodeados de largas pestañas, de grata figura, se levanto de su asiento y dio unos pasos hacia su invitado, ya estando a unos pasos de él se paro y le miro fijamente, su boca formo una ancha sonrisa y un instante después se abalanzo al cuello del hombre, literalmente, apresándolo en un abrazo colgando un poco ella debido a la diferencia de estaturas, para ser una mujer adulta a veces podía comportarse de una manera muy infantil, aunque a veces su amigo también se comportaba de esa manera, como en ese momento que le estaba dando un par de vueltas en el aire a ella, como dos pequeños jugando, después de unos cuentos giros mas y de poner a su amiga de nuevo en el suelo ambos se miraron y se sonrieron alegremente.

 

 

 

-Hola Marta, hace tiempo que no te veía sigues siendo tan sexi como te recordaba-

 

 

 

-Tú tampoco te quedas atrás mi pequeño narcisista-

 

 

 

-Oye- dijo en tono fingido de molestia -solo me cuido, no es un pecado y a las mujeres no parece importarles- dijo haciendo un gesto de lo más fingido de inocencia, con su dedo indicio en su mentón y mirando inocentemente a su amiga, esta hecho a reír ante esto, ella mejor que nadie sabia que él era todo menos inocente, por lo que le hacia gracia que hicieras esos gestos.

 

 

 

-Hay, nunca cambiaras- dijo recuperando el aliento y limpiándose una lagrima que se le había salido por tanto reír –ven, siéntate y dime que es lo que deseas- se dirigieron a su escritorio y tomaron asiento uno enfrente del otro.

 

 

 

-Como ya sabrás deseo crear un nuevo restaurante, pero este será especial, quiero que sea original, elegante y único como yo y mis platillos, y quien mejor en ayudarme como una de las mas talentosas mujeres en la ciudad-

 

 

 

-Te falto lo bella y exitosa-

 

 

 

-Una de las mujeres más talentosas, bella y exitosa- completo creando una sonrisa mas ancha en el rostro de su amiga, como a él, le encantaban que le adularan.

 

 

 

-Puedes contar conmigo siempre Ed, así que ¿Cuándo quieres empezar con la planeación?- dijo entusiasmada la mujer de ayudar a su amigo en su nuevo proyecto.

 

 

 

-Lo antes posible-

 

 

 

En ese momento se escucharon unos golpes en la puerta interrumpiendo la conversación y a lo que Marta ordeno que pasara la persona al otro lado de ella, lo siguiente que paso fue que entro un hombre que parecía de su edad o quizás un poco más joven, de negra cabellera, y con unos ojos avellanas que miraban algo tímidos el interior de la oficina al darse cuenta de que había interrumpido alguna reunión de su jefa.

 

 

 

-Buenos días, siento interrumpir, pero Sol no estaba y decidí tocar, ya tengo los últimos planos y cálculos listos, se los vine a dejar-

 

 

 

-Tan puntual como siempre- dijo sonriente la mujer al mirar quien era el que había entrado.

 

 

 

Edgar volteo y se encontró con ese hombre sosteniendo unos planos y carpeta delante de la puerta sonriendo cordialmente a los presentes, a primera vista le pareció alguien común, fue cuando se acerco hasta ellos en el escritorio que noto su atractivo, sus ojos de un castaño muy singular y claros, que le recordaban a las avellanas, una piel morena en un cuerpo delgado y maduro, nada mal, ciertamente no era tan atractivo como él, pero tenia algo en particular que le llamaba la atención.

 

 

 

-Buenos días- le saludo este cortésmente ya estando frente a ellos con una amistosa sonrisa.

 

 

 

-Buenos días- devolvió el saludo dedicándole una seductora sonrisa que al parecer él no noto.

 

 

 

-Jorge, él es Edgar, un viejo amigo y ha venido a solicitarme ayuda para un proyecto que tiene, Edgar, él es Jorge, uno de mis mejores empleados- los presento la única mujer presente, notando que su amigo había encontrado interesante a su empleado.

 

 

 

-Un placer, seguramente nos encontraremos de vez en cuando ya que vendré muy a menudo a esta oficina- dijo extendiéndole la mano.

 

 

 

-Igualmente, espero que todo salga bien en su proyecto- le estrecho la mano, le parecía un sujeto agradable y con unos bonitos ojos -aquí te dejo los últimos cálculos y los planos para que le des la ultima revisada- dijo dejando los papeles encima de la mesa.

 

 

 

-Gracias, ya puedes irte- le dio una hojeada a los documentos, todo parecía estar bien, con Jorge nunca tenia algún problema, en realidad no era necesario que le trajera los documentos siempre, ya que el siempre realizaba bien su trabajo, pero era una manía suya de siempre revisar todo, tal vez una de las causas de que tuviera tanto éxito, Jorge se dio la media vuelta y se empezó a marchar.

 

 

 

Miro descaradamente el trasero de aquel moreno sin que este se diera cuenta, si que tenia algunos atractivos ese hombre, pero su amiga si que se dio cuenta lo cual se gano una mirada reprobatoria de parte de ella, así que decidió dejarlo en paz por el momento, su amiga podía ser muy peligrosa si se le provocaba y como parte de profesionalismo por parte de él tenia que ser respetuoso con la oficina de su amiga y de sus empleados, al menos por el momento.

 

 

 

-Adiós Jorge, un placer conocerte-

 

 

 

-Adiós- dijo este estando ya frente a la puerta sonriéndole cortésmente para luego retirarse.

 

 

 

-Ciertamente sigues siendo igual- le dijo ya estando solos Marta, dedicándole una mirada acusadora de esas que tratan de hacerte sentirte culpable de algo, o que te cacharon haciendo algo malo.

 

 

 

-¿Que?, un pequeño vistazo no hace mal a nadie- dijo simplemente ignorando la mirada de su amiga, como ella sabia, de inocente tenia poco, por no decir nada.

 

 

 

Esa fue la primera vez que se vieron esos desconocidos, uno con el pensamiento que su amiga tenia muy “buenos” empleados, otro con el pensamiento que si no se apuraba llegaría tarde a recoger a sus hijas y que aquel hombre tenia bonitos ojos, ambos unos completos desconocidos, ya que aunque se volvieron a topar unas cuantas veces más en el transcurso de las semanas no llegaron a conocerse en verdad, solo conocían algunas cosas del otro, como que uno era viudo y con hijos, cosa que hizo desistir en la idea de “jugar” con él a Edgar, aunque no perdía por completo ese interés que le había nacido desde la primera vez que lo vio, y que el otro tenia fama de mujeriego, cosa que no le sorprendió mucho debido al atractivo que este tenia, y que casi en su totalidad las mujeres de la oficina se quedaban como bobeando cuando lo miraban, lo que provocaba celos en la mayoría de la población masculina en la oficina, a Jorge le daba igual, también le dio igual que uno de sus amigos comentara que aquel sujeto era bisexual, no era de su incumbencia sus preferencias, para él, para ambos, eran un par de desconocidos que probablemente después de que se terminara aquel dichoso proyecto jamás se volverían a ver, pero eso cambio esa noche de fiesta en la oficina.

 

 

Se sentía cansado y no tenia ganas de despertar, ya conocía esa sensación, si despertaba se encontraría con una no muy grata cruda y resaca, su subconsciente se lo decía, ya tenia experiencia en ello, así que dormiría todo lo que se pudiese y mas, además de que estaba muy cómodo, había un calor que lo embargaba, no era sofocante, era grato y reconfortante, de cierta forma arrullador, pero al parecer este calor se desvanecía, ya que de pronto no lo sentía mas y sentía que se movía, no quería despertar, no aun.


 


-Hey despierta- decía zarandeando el cuerpo del rubio, quería respuestas y las quería ahora, pero también le embargaba el miedo de descubrirlas y que aquella idea que cruzo por su mente fuera la verdad.


 


-Mmm…- al parecer ya estaba reaccionando, los ojos azules se abrían de a poco y con pereza, no había mucha luz y no alcanzaba aun a distinguir bien lo que veía, eso y por que aun estaba más dormido que despierto.


 


-¡Despierta de una buena vez!- le grito algo frustrado, se estaba impacientando, llego hasta pensar en dejarlo ahí, que siguiera durmiendo y el largarse de esa situación tan irreal, pero necesitaba saber y aunque quisiera, no podía dejarlo como así a esa persona en el suelo.


 


-No hables tan fuerte- aquel grito le había taladrado los tímpanos produciéndole un enorme dolor de cabeza, todo gracias a su amigo el alcohol y la cruda, ya estaba despierto, de malas pero estaba despierto, iba a decirle de cosas a quien lo había levantado tan abruptamente cuando se encontró con esa mirada, esa cara, y ese cuerpo semidesnudo -¿tú…?- frente a él estaba el moreno de ojos cafés, con solo unos pantalones y el pecho desnudo.


 


El dolor se había disipado un poco, ahora estaba en palabras claras choqueado, con la mente en blanco, solo con la imagen de ese hombre delante de él, su cerebro se tardo en reaccionar, llegando a la misma pregunta que había tenido Jorge momentos antes, ¿Qué había ocurrido?


 


-Si… yo…- ya lo había despertado, y él paresia igual de desorientado o quizás más que él, ¿ahora que rayos hacia?, al despertar y verlo junto a él en esas condiciones lo había llenado de pavor y al calmarse un poco se dijo a si mismo que quería respuestas, y al parecer el que las tenia era Edgar ya que tenia una enorme laguna mental en la mente entre el tiempo de la fiesta y el momento en que despertó desnudo junto a él, el cual seguía medio perdido mirándolo, al menos no estaba completamente desnudo, como pudo antes de despertarlo busco su ropa, encontró la camisa de Edgar y se la puso a él encima como una especie de cobija para que le cubriera al menos un poco su desnudes, y al lado de ella sus pantalones los cuales se puso, solo Dios sabría donde demonios se encontraba su ropa interior, en esa penumbra a duras penas había encontrado esas dos prendas, luego se preocuparía de buscar la demás ropa, al menos ya sabia donde estaba, en la habitación donde guardaban la papelería y las copiadoras en la oficina.


 


Al parecer su cerebro ya estaba cooperando llegándole unos recuerdos algo confusos, su amiga lo había invitado a asistir a una fiesta en las oficinas para festejar el octavo aniversario de su compañía o algo así, bebió, bebió y bebió, platico con algunos empleados y Marta, luego lo vio, al otro lado de la habitación platicando y riendo con unos colegas suyos, con su sonrisa, esa sonrisa, y como una polilla atraída por la luz fue hacia él, luego los recuerdos se volvían algo borrosos, dos cuerpos desnudos, jadeos, gemidos y placer, un segundo, esa ultima combinación solo significaba una cosa.


 


-¿Me estas escuchando?, ya te pregunte como cinco veces, ¿Qué rayos paso?- al parecer ya había salido de su transe, se había quedado pensativo hace unos momentos y no le contestaba a pesar de que le preguntaba y preguntaba, el rubio al escucharlo se sentó frente a el moreno quien estaba arrodillado esperando respuestas.


 


-Pues… no recuerdo bien pero creo que como se ven las cosas… hubo sexo-


 


-¿he?- ¿había escuchado bien o seguía bajo los efectos del alcohol?, su cerebro no llegaba a procesar esas ultimas dos palabras o mas específicamente la ultima, parecía que se había atorado esas letras en algún engrane de su mente y no podía pasar lo ultimo dicho por el rubio para procesarlo.


 


-Al parecer tuvimos… relaciones sexuales- esa situación era incomoda y ya sabia que se pondría peor cuando el moreno terminara de procesar lo dicho por él, experiencia empírica dirían algunos, ya había vivido algunas situaciones similares, explicar al amante “accidental” que había pasado la noche anterior, una vez se dijo que no volvería a hacer eso, tener relación con alguien que seguramente no estaba en sus cabales en esos momentos como él al beber alcohol, pero como dice el dicho, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.


 


-Eso es imposible- dijo en un hilo de voz, se negaba a creerlo, pero sabia que aquel dolor debía tener una explicación y aunque esa explicación no le agradaba para nada, por el momento era la única.


 


-Bueno… no es para tanto-


 


-¡¿Cómo que no es para tanto?!- estallo, se sentía, se sentía… de cierta manera ultrajado, abusado, violado, ¡Dios!, el jamás de los jamases se hubiera acostado con un hombre en su sano juicio, ni en sus locuras de juventud, y ahora, justo ahora sucedía eso, respiro un par de veces profundamente, si no se tranquilizaba terminaría golpeando a aquel sujeto.


 


-¡No grites!, no estoy sordo y mi cabeza duele- dijo tapándose los oídos, tal vez lo que dijo no fue lo mejor en esa situación pero fue lo primero que se le ocurrió, debía recordar que el tipo era hetero.


 


-¡Pues a mi también me duele eso y otras cosas y no me quejo!, ¡ahora explícame como demonios terminamos así!- si estuviera menos alterado tal vez no le gritaría de esa forma, pero ahora estaba muy enfadado con el rubio, con el mismo, con todos los seres de la tierra que respiraban en aquellos momentos, ecepto sus hijos.


 


-¡Basta!, tranquilízate un momento, se que esta no es una muy buena forma de comenzar el día pero podemos hacerla soportable, al parecer bebimos mucho y una cosa llevo a la otra llevándonos a esta situación- se quedaron en silencios un largo rato, el rubio esperaba la reacción del moreno, que le gritara, insultara, tal vez hasta que le golpeara, pero no hizo ninguna de esas cosas.


 


Se paro y empezó a buscar el interruptor en la pared cercana a la puerta, ya encontrado prendió la luz de la habitación que no fue muy grata ni para él ni para el otro hombre que seguía sentado en el suelo de alfombra, sus sentidos estaban muy sensibles y en aquellos momentos la luz del foco del techo era como el mismísimo sol golpeándoles el rostro en algún desierto, miro alrededor buscando algo, encontrándolo después de unos segundos enfrente de la copiadora que se encontraba recargada en una de las paredes, agarro su camisa del suelo y se la empezó a poner, encontró sus calcetas y zapatos al lado del bote de basura, luego se los pondría.


 


-Esto es solo un accidente estupido… producto de una maldita borrachera- empezó a hablar recuperando un poco su raciocinio según él, bajo la atenta mirada de Edgar llamando completamente su atención no solo con sus palabras si no que también con sus movimientos –esta no es una situación muy agradable para mi y seguramente para ti tampoco, quiero dejar esto enterrado en el pasado como un mal recuerdo, solo somos dos personas que sufrimos un accidente, yo no diré nada y espero que tu tampoco-


 


-Me parece bien-


 


-A mí también- tomo sus zapatos y calcetines y se marcho.


 


Se escucho el azotar de la puerta cuando el moreno se fue, y a pesar de que ya se hubiera ido el ambiente aun lo sentía tenso hasta sentirse algo sofocado, según en su experiencia personal no había sido la peor forma de comenzar un día, y mas cuando había tenido alguna aventurilla la noche anterior, había tenido peores experiencias donde la pareja de noche había reaccionado de peor manera, más de una vez había sido blanco de objetos voladores para golpearlo, lámparas, almohadas, zapatos, entre otras cosas, o la pareja había creído que tal vez hubiera algo más que una sola noche de placer, en su opinión el moreno había reaccionado bien, pero entonces, ¿Por qué se sentía… triste?


 


Eran unos desconocidos, que una noche de copas sus cuerpos se unieron, al despertar se habían encontrado y acordado no mencionar nada de su pequeño desliz, pensando ingenuamente que esa noche no tendría grandes consecuencias, mas que una resaca, un estupido error a causa del alcohol y un dolorcito molesto en la baja espalda, ingenuos.



 

 

 

 

 

Notas finales:

Si encontraron faltas de ortografia perdon y espero que haya sido entretenido

Moraleja del día de hoy: a cada acción una reacción, así que piensas antes de hacer las cosas y hazte responsable de tus actos y consecuencias.


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