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¡Quiero un bebé! por chibiichigo

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Notas del capitulo:

Y con esto llegamos al final, estimadas personas que leen :D ¿No les da gusto? Es una misión cumplida. 

Espero que les guste.

Capítulo 11. El fin justifica los medios

 

Las cosas se tornaron tensas en la casa durante un par de días, pero cada vez que el rubio veía el desagradable espectáculo que había hecho en el rostro de su pareja, le sobrevenía el remordimiento. Sabía que Sasuke se había mandado un error garrafal al no decirle, pero él no había reaccionado nada bien al golpearlo a la mitad de la calle. Era algo que necesitaba, claro, pero incluso él reconocía que no había sido my pertinente.

Intentó encontrar la paz en su interior, sin embargo muchas cosas e molestaban todavía. Como fuese, procuraba acallarlas. Había decidido que tendría una familia, fuera como fuese, y no le interesaba si eso requería hacer un pequeño sacrificio personal en pos de un gran beneficio para muchos niños y padres. En cierto grado, su disonancia cognitiva  había amainado y ahora hasta se sentía casi agradecido con Sasuke por esa oportunidad.

No había vuelto a saber de Ino, la mujer que había llegado a su puerta una tarde, pronunciándose la madre del bebé de Sasuke, y su pareja tampoco parecía hacer grandes esfuerzos por contarle cosas o tocar el tema siquiera. Una mañana, sin embargo, se sumergió en un lapsus de pensamiento en voz alta e interrogó sutilmente al moreno:

—Sasuke, ¿has sabido de ella?

El moreno levantó la vista de su periódico y gruñó algo ininteligible, antes de dignarse a dar una respuesta un poco más contundente.

—No. No tengo tiempo para esas cosas, Naruto.

—Pero es tu hijo, idiota…nuestro hijo— hizo énfasis en el posesivo de la primera persona del plural, intentando creérselo él mismo antes de convencer a su pareja.

—Sí, lo sé— el Uchiha se tensó un poco y retomó su lectura— Prefiero no hablar de ello.

Naruto masculló su consentimiento y se sumió en su plato, pensando en lo irreal que era todo eso que estaba viviendo. Sasuke había hecho lo imposible por darle un hijo, aunque era evidente que no se preocupaba tanto por él, es más, no lo veía más que como un producto que se podía adquirir cualquier día en internet. Aquello le generaba incomodidad, aunque se negaba a expresarlo abiertamente.

El teléfono sonó y corrió a atenderlo. Agradecía el poder levantarse de la mesa, cuyo ambiente se había puesto tan tenso que podía cortarse con un cuchillo. Se reprendió por haber vocalizado palabras que, evidentemente, el Uchiha no quería escuchar.

—¿Diga?

Muchacho, necesito hablar con Sasuke.

Tapó la bocina con las manos antes de gritar:

—¡Te llama tu padre!

La voz de Fugaku lo había descolocado. Había movido muchas cosas en él, desde odio profundo hasta una gratitud que no se podía expresar con meras palabras. Finalmente, él había sido quien había puesto las manos al fuego por lograr que los demás pudiesen obtener una familia, incluso si lo había hecho a base de engaños y de mentiras para con él.

Se preguntó si su suegro ya sabía que él sabía. Había olvidado preguntarle a Sasuke y no quería armar otra bronca innecesaria al respecto, en especial cuando no había terminado de digerir toda la situación. Sólo se había quedado con la información más elemental y, a decir verdad, no se sentía capaz de profundizar en ella sin perder los estribos. Sasuke y todo su retorcido plan, toda su retorcida familia, le parecían sacados de un circo.

Las ensoñaciones de Naruto cesaron cuando el moreno tomó el teléfono.

—¿Qué ha pasado con la mujer?

El rubio se quedó a su lado, pendiente de la conversación, aunque no entendía nada de lo que estaban diciendo. Sabía que era de mala educación espiar conversaciones ajenas pero, ¡qué demonios! Estaba harto de enterarse de las cosas a medias.

—¡Joder! ¿Y no se ha contactado contigo?

El corazón del trigueño se encogió, sin entender por completo el motivo. ¿Sería posible que…?

—Está bien, me quedaré al pendiente…

El moreno colgó, visiblemente mosqueado.

—¿Estaban hablando de Ino?— los ojos azules se quedaron fijos en el entrecejo del más alto, que se limitó a asentir—¿Qué es lo que ocurre?

Sasuke suspiró, y masculló.

—Nada importante. Tranquilo, idiota…

—Se va a tranquilizar la puta madre, dime qué es lo que pasa—no sabía qué era lo que pasaba, pero exigía una respuesta lo más precisa posible. Si algo ocurría con su hijo o hija, él era el primero que quería enterarse.

Tras peinarse el cabello con los dedos, el moreno respondió con recelo.

—Ino está presentando complicaciones serias en el embarazo. Es a lo que me iba a decir aquel día…

Una fuerte opresión en el pecho atacó a Naruto. ¿Acaso el bebé estaba en peligro? ¿Qué pasaría si Ino seguía así enferma? Llevaba apenas siete meses de gestación y no era prudente tenerlo, sabía que los bebés prematuros presentan muchas complicaciones… Los pensamientos se agolpaban en su cabeza, la sola idea de pensar en perder a ese niño lo jodía tremendamente.

—Tranquilo, Naruto…

—¿Tranquilo? ¡Cómo mierda me pides que esté tranquilo! No sabemos si lo que tiene puede poner en riesgo la vida del bebé.  De solo pensar en que ….

Sasuke lo interrumpió en ese momento. Le resultaba verdaderamente enfadoso que la imaginación de Naruto se limitara a pensar en las cosas más estrafalarias y dignas de Hollywood.

—Lo que tiene Ino es preeclampsia. El bebé está bien todavía, en teoría.

El Uzumaki frunció el ceño. No le cabía en la cabeza que Sasuke fuera tan insensible con respecto a la vida de su hijo, como si fuese sólo una pieza más de la colección de la familia Uchiha y no un humano que portaba su sangre.

—¿Qué ocurre contigo, hablas de ese niño como si no lo conocieras?— reclamó, con mala gana.

Sasuke arqueó la ceja. Si se observaba desde un punto de vista meramente técnico, no conocía a su bebé y, de hecho, tampoco a su madre. Había visto a la mujer una vez en su vida, por culpa de las triquiñuelas de Neji Hyuuga. Era imposible que estuviese comprometido sentimentalmente a una criatura que sólo había procreado para darle gusto a Naruto, aunque no le sorprendía nada que su novio ya se sintiese ligado con un bebé cuya existencia recién conocía.

—No creo que sea el momento de hablar al respecto, zoquete.

—¡Claro que es el momento, tú, maldito cabrón de mierda! ¿Qué es lo que pretendes, desentenderte de la situación, como si cambiaras el canal de televisión? —la exaltación del trigueño lo había llevado a gritar desaforadamente, fuera de sí.

Si Sasuke Uchiha no brillaba por su tolerancia, era consciente de que a últimas fechas había realizado un esfuerzo enorme por contenerse de decir algo verdaderamente hiriente. Estaba sobrepasando sus límites y no pretendía tolerar que Naruto, que no tenía la más puta idea de nada, le echase en cara que se desentendía.

—Naruto, diré esto una vez y espero que te quede claro: Si compré a ese niño fue por complacerte a ti. Será mi problema a partir de que nazca, antes no…

 

 

 

 

El trigueño estaba indignado y furioso por la respuesta que le había dado el moreno horas antes, pero lo que lo sacaba de quicio totalmente era su poca capacidad para reaccionar en ese momento: Había dejado al Uchiha irse tan campante a su estudio, como si cualquier cosa. ¡¿Qué carajos iba mal con él?!

—¡Maldito junior de mierda! Engreído…Hijo de papá que cree que puede comprar al mundo con su Mastercard— mascullaba en la habitación, mientras engullía un plato de ramen y fingía ver un programa de concursos por televisión— ¡Cree que tener un hijo es una puta inversión y que puede devolverlo si está mal el embalaje! Seguro los va a querer hacer en masa y venderlos en el supermercado junto a las carnes frías… Desgraciado… Infeliz…Obtuso...

Pero ya se enteraría el Uchiha de lo que él era capaz. No dejaría que nadie lo tratara como él lo había tratado, y si Sasuke se quería desentender del niño hasta su nacimiento, sería su problema. Nunca de los nuncas Naruto Uzumaki le perdonaría esa falta de humanidad al bastardo infeliz…

—Idiota, tengo que hablar contigo— el motivo de su desprecio entró por la puerta. Seguramente iba a disculparse, era lo menos que podía hacer después de la terrible manera en que lo había tratado.

Hizo un gesto de desprecio y lo miró con toda la maldad que podía caber en su corazón:

—¿Qué quieres?

—No es momento de imbecilidades…

¡Ah! No conforme con lo que le había dicho antes, sobre que su hijo era una adquisición más, la nueva mascota del equipo, ahora le decía imbécil. Crispó los puños y regresó su mirada al televisor, dispuesto a no dejarle espacio al moreno para molestarlo más.

—Ahora no, Uchiha de mierda, ¿qué no ves que estoy ocupado?

—Pues, por mí perfecto— contestó el más alto, sin inflexiones en la voz y salió de la habitación. Era más que claro que estaba mosqueado, pero no le daría el gusto al Uzumaki de saberlo ofendido. Claro, más le valía no reclamarle después el no haberle dicho.

 

 

 

Si algún adjetivo podía describir a Naruto era curioso. Desde el momento en que Sasuke entró a decirle que tenía que hablar con él, se había quedado intrigado por lo que pudiera ocurrir. Quizás le hubiera pedido disculpas en ese preciso momento y él se sentiría mucho mejor.

Estaba francamente molesto todavía, pero ni por asomo tan fuera de sí como tiempo atrás. Le reconcomía los intestinos lo cosificado que estaba el mundo para su pareja, pero pues…su familia era algo difícil en ese aspecto y él había crecido así. Finalmente no era su culpa, y tampoco era una sorpresa que Sasuke podía ser algo rudo para dar sus opiniones, pero le había dolido mucho que tratara al bebé, que le generaba tanta ilusión al rubio, como si fuese sólo un regalo de los que salen en las cajas de cereal.

Prefería no pensar en ello. Ya no quería buscar justificaciones para el comportamiento de la mañana… él amaba a Sasuke y, al final del día, era verdad que todo el lío se había dado por la imposibilidad de adoptar que tenían antes. Lo mejor era olvidar lo ocurrido, dar borrón y cuenta nueva. Sasuke era una buena persona, aunque fuera en su muy peculiar estilo…

Se acercó al estudio con un poco de reserva y, por qué no decirlo, algo arrepentido. Temía que las cosas evolucionaran en otra discusión, ambos estaban en el borde de su paciencia.

—Sasuke— llamó a la puerta.

Un desinteresado “pase” se escuchó desde el otro lado. Obedeció.

—¿Qué era lo que querías decirme? — preguntó sin rodeos el Uzumaki, mientras se acercaba a la mesa donde trabajaba su pareja.

—¿Cuándo? — el otro estaba distraído con sus cosas, le costó pillarlo—Ah sí, Ino entró a cirugía hace un par de horas. Es un niño— terminó de recitar, mientras escribía con total parsimonia en el portátil.

El trigueño procesó la información breves fracciones de segundo antes de exclamar con el tono más alto que tenía:

—¿Qué cojones esperas? Vamos al hospital.

—Sí, sólo permíteme terminar de hacer este informe. Media hora, a lo más.

—¿Estás mal? ¡Tu…Nuestro hijo acaba de nacer, tenemos que verlo!— Naruto se acercó a Sasuke y empezó a jalarlo de la ropa para separarlo de la silla.

—Todos los recién nacidos parecen un feto de Voldemort. No hay mucho que verles— el Uchiha no separaba la mirada de la pantalla—, pero si quieres, iremos tan pronto le envíe esto a Gaara. Deja de gritonear quince minutos y déjame trabajar.

Naruto lo miró con una desesperación vehemente, antes de cerrar la pantalla del computador con fuerza, para sorpresa de Sasuke.

—Vamos al hospital ¡ahora mismo! Gaara y ese informe se pueden ir a tomar por culo. Yo quiero ver a mi hijo en este instante.

 

 

Tan pronto llegaron al centro de salud, Naruto se dirigió al cunero. Estaba verdaderamente exaltado por la nueva realidad que se avecinaba. Por fin el sueño al que se había consagrado había rendido frutos y lo único que pensaba era en ver a su hijo…

—¿Es usted el padre?— preguntó la enfermera con una sonrisa. Él, con el pecho henchido contestó afirmativamente. —Bien, deme unos momentos para ver si no hay problema. Como el bebé es prematuro, debe estar en incubadora y el acceso es controlado.

La mujer, posiblemente, no era tan amable como en ese momento estaba siendo retratada por la mente del Uzumaki, pero no le interesaba en lo más mínimo. Él quería conocer ya al niño que criaría, a su hijo, fruto indirecto de su amor. No podía estar más exultante de felicidad que en ese momento, aunque los nervios lo corroían de igual manera.

¿Y si fallaba  como padre?

Sacudió la cabeza, en un intento por alejar ese pensamiento y esperó hasta poder entrar en la zona de cuidados intensivos donde estaba el niño.

—Hola—lo saludó torpe, debido a la emoción, cuando por fin pudo verlo.

Era sumamente pequeño, con escasos cabellos oscuros cubriéndole la cabeza. Se parecería a Sasuke, estaba seguro. Hasta al momento de dormir se veía exactamente como su padre…bueno, su otro padre. Tan soberbio y ajeno al mundo terreno que lo hacía pensar en que sí había algo en los genes Uchiha que los hacía así. Todavía nos abría los ojos y con esfuerzos lloraba, pero era sin duda el bebé más lindo que él había visto en la vida: Su bebé.

Sonrió a través del cristal, intentando acercarse lo más posible a la criatura que se le antojaba más frágil y más hermosa en el universo.

—A partir de ahora soy tu padre, bebé…

Le costaba tanto creer que esa criatura tan pequeñita fuese realmente suya. Suya y de Sasuke. De nadie más… Estaba ansioso por llevarlo  casa, por bañarlo y atenderlo todos los días. Sabía que tendría que renunciar a sus horas de sueño de ahora en adelante, pero estaba preparado para absolutamente todo lo que aquella reciente paternidad significaba. Bien decían que no hay sacrificio que un padre no haga por su hijo.

Su hijo.

 

 

 

Tocó a la puerta un par de veces, antes de asomar la cabeza.

—¿Qué es lo que quiere?—preguntó la mujer cuando el moreno entró en la habitación—Dudo que desee visitarme tras la cirugía.

Sasuke se le quedó mirando en silencio. Durante su encuentro anterior no había tenido tiempo de admirar lo parecida que era a su novio. Su padre había hecho un buen trabajo al encontrarla, sólo esperaba que la genética hubiese hecho su parte y que ese niño se pareciera un poco a Naruto.

—Me alegra que estés fuera de peligro— contestó con parsimonia el hombre. La mujer rodó los ojos ante la forzada cortesía—. Vengo a traerte el dinero…

Se sacó un cheque del bolsillo y se lo entregó en la mano. Los ojos azules brillaron al ver tantos ceros.

—Esto es más de lo que habíamos acordado, señor— comentó, tras unos momentos.

—Lo sé, espero que sea suficiente para comprar tu discreción también.

—Podría habérselo ahorrado. El contrato que firmé al inicio del procedimiento lo estipulaba claramente.

—En tal caso, tómalo como un bono de gratificación— Sasuke se dirigió hacia la ventana, donde la vida seguía como siempre. Los vehículos avanzaban, la gente caminaba de un sitio a otro como si el tiempo les faltara. El mundo no se había detenido nunca, aunque en el hospital pareciera que todo iba ralentizado.

—¿Sabes? —habló después de unos minutos de contemplación, mientras devolvía la vista hacia la rubia que yacía en la cama— Me asombra que no hayas preguntado por el niño que acabas de parir…

—Es que no me interesa. Desde el principio lo vi sólo como trabajo, ese niño no me pertenece en ningún sentido— desvió la vista hacia el suelo, con un dejo de tristeza, que pronto se extinguió de su rostro.

—Es verdad, pero me sorprendió. Adiós.

Sin decir nada más, el Uchiha se dirigió a la puerta. Ya había saldado su deuda y había logrado su cometido.

—Disculpe—lo llamó Ino débilmente—, si no fuera molestia, dígame ¿cómo se llamará el niño?

Sasuke sonrió de medio lado, con soberbia.

—Ojama*, a menos que su otro padre se oponga…

FIN

Notas finales:

Pequeño glosario:

*Ojama: Estorbo. 

 

Muchas gracias a todos los que me acompañaron a lo largo de esta historia, tanto a los que comentaron (que se los agradezco infinitamente) como a los que sencillamente se quedaron en un limbo lector. Espero que haya sido de su agrado. 

Los invito a pasar a:

Desde mi ficción

De orgasmos y antiorgasmos 

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