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Amo a un dragón por minima

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En unos cuantos días se había creado una pequeña rutina entre esos dos, Hiccup continuaba haciendo todo lo que hacía en las mañanas hasta finalizar los entrenamientos, preparaba el desayuno, limpiaba un poco la casa para que siguiera pareciendo un poco decente, ayudaba a su tío en la forja he iba a los entrenamientos, su parte menos favorita del día hasta que terminaban y se iba al bosque con una canasta llena de pescado fresco, si alguien había notado ese pequeño cambio en su rutina nadie le dio importancia, a nadie le importaba poco o nada lo que hacía el vikingo más débil del pueblo, y mientras que su tío recibiera alimento, desayuno y cena, era prueba suficiente para él que seguía con vida y con bien.

Praxedes también tenía una rutina, no tan estricta como la del joven de ojos verdes, pero con un patrón, se levantaba tarde, no tenía necesidad de levantarse temprano además que le gustaba dormir, paseaba por su pedazo de bosque, inspeccionando y entreteniéndose con lo que encontrara, chapoteaba en el pequeño lago cuidando de no mojar la herida en su ala, en su forma de dragón o humanoide, sentir el agua tibia en su cuerpo desnudo era sumamente relajante, claro, las veces que se transformaba ahora tenía el cuidado de quitarse aquellas prendas que le presto Hiccup para que no anduviera desnudo, pantalones dijo que se llamaban, admitía que lo mantenían abrigado cuando caminaba en sus dos piernas, pero aún no se acostumbraba del todo, y aquel chaleco que le había puesto a modo de taparrabos, ahora era parte de su lecho como una almohada, jamás imagino que dormir entre esas cosas peludas fuera tan cómodo y ahora un poco más agradable con ese aroma a vallas silvestres que despedía la prenda que había utilizado el muchacho.

Ambos se estaban acostumbrando a él hecho de tener que tratarse, no que les desagradara, pero cierta vocecita “lógica” de vez en cuando les recordaba que debían ser, ERAN enemigos, y en vez de tratarse de atacar o defender como cualquier vikingo y dragón harían en cualquier situación, en realidad pasaban ratos relajados, hasta agradables.

Hiccup era atento con Praxedes, después de todo era su responsabilidad, o al menos así lo sentía, después de todo él fue quien le disparo y dejo herido, le traía comida, revisaba de vez en vez los vendajes de su ala para cerciorarse que no estuviera flojo, y de vez en cuando hablaban entre ellos, si alguna vez alguien les hubiera dicho que vivirían esa clase de situación creerían que era algo muy tonto, una absurda y bizarra locura, pero ahora esa era su realidad.

Y hablando de eso…

-¿Qué haces?- pregunto Praxedes después de un rato de observar al humano.

Miraba con curiosidad como las manos del humano tomaban pedazos de madera, cuerdas, hilos y un pedazo de tela. No era la primera vez que lo veía haciendo eso, la primera vez fue cuando puso ese tipo de cosas en su ala para ayudarlo a curarlo, ahora ¿Qué estaba haciendo?

-Nada en particular-

-A mí no me parece nada-

-Bueno… es un pequeño barco- la madera había creado un pequeño medio casco, los cables y la tela formaban una pequeña vela con un mástil pequeño, una miniatura de barco vikingo como los que su padre utilizaba para navegar por meses en esas aguas misteriosas y traicioneras.

El dragón lo miro curioso, esa cosa era idéntica a las que usaban los vikingos para andar en el agua, ver una de ese tamaño era algo extraño, no sabía que se podían hacer de esa manera, aunque dudaba mucho que pudiera caber un humano ahí o tan siquiera “un pequeño terror”, como los humanos llamaban a esas pequeñas sabandijas aladas de dragón; en alguna de las pocas platicas que habían tenido esos dos, Praxedes se había enterado de como los humanos llamaban a los diferentes tipos de dragón, sintiéndose un poco orgulloso de cómo lo llamaban, sonaba genial y único.

-Es… bueno, supongo que no tienes mucho con que entretenerte en este lugar… ten- estiro su brazo con el susodicho barco en miniatura en la mano, hubo un momento de silencio realmente incómodo para él.

Ni sabia para que lo había hecho, bueno, si sabía, el mismo se había dicho que probablemente Praxedes se encontraría las mañanas muy aburrido sin hacer nada más que rondar ese pequeño pedazo de bosque, al que estaba confinado hasta que su ala se curara completamente, cosa que ninguno sabia con exactitud hasta cuando sucedería, por lo que lo único que se le ocurrió, aparte de pasar parte de las tardes con él, no solo cuidando de su herida, sino simplemente también pasando el rato platicando o solo darle un poco de compañía, siendo que eso solo era una pequeña parte del día, decidió darle algo con que entretenerse, aunque no estaba seguro que esa clase de cosas le gustaran a un dragón.

Praxedes se quedó sorprendido, realmente sorprendido, nadie, absolutamente nadie en su vida, a excepción de los que lo concibieron, le habían dado algo de a gratis, ósea un presente, por lo que en un principio no sabía cómo reaccionar, se quedó literalmente congelado en su lugar, sin mover ningún musculo aun viéndolo con incredulidad, mientras que en su interior sentía como si su fuego se removiera inquieto, casi violentamente, estaba emocionado.

Al no ver reacción alguna Hiccup se empezó a incomodar más, reprimiéndose a sí mismo por estar haciendo esa clase de cosas estúpidas, probablemente el pelinegro pensara que esa cosa era inútil o algo por el estilo, tal vez debió hacer otra cosa, tal vez un tiro al blanco, como el que utilizaban en el bar del pueblo, o algo más, no sé qué, interesante para un dragón, aunque no sabía con exactitud que era interesante o entretenido para uno, ¿ovejas y ganado?, por algo debían de robarlas, pero no iba a traer a una, definitivamente no, sería realmente sospechoso, y si no había podido matar al dragón no traería a una pobre oveja para una muerte segura.

-Si quieres mejor no lo aceptes… yo puedo hacer otra cosa… me desharé de esta cosa-

-No- se apresuró a decir, sorprendiendo al chico y a él también, su cola se empezó a mover un poco nerviosa, la idea de deshacerse de ese pedazo de madera le había desagradado mucho.

Tomo entre sus manos aquel barco en miniatura y los empezó a mover en todos sus ángulos notando los pequeños detalles en él, pareciéndole en ese momento la cosa más interesante del mundo, su fuego aún se removía inquieto en su interior.

Hiccup se sentía un poco aliviado con esa reacción, eso quería decir que no era un total desperdicio si Praxedes había mostrado ese interés en su pequeño presente.

-Es… es genial, haces cosas realmente sorprendentes- elogio con toda sinceridad el dragón, las manos de ese chico realmente eran sorprendentes, esa clase de gracia era imposible de ver entre los de su especie, aparte de no tener manos la mayoría, él era una excepción cuando se transformaba, ninguno de sus congéneres estaba interesado en crear cosas, y menos de ese tipo.

Se sentía bien ser alagado, realmente bien, y más aun siendo alguien aparte de su tío, que muy pocas veces lo hacía si no era por su comida, o su padre, persona que lo hacía con mucha menor frecuencia, se reprimió cuando cierto calor se sintió en sus mejillas, claro signo de que se encontraba sonrojado, estaba bien que se sintiera ligeramente feliz y orgulloso al ser alagado, pero no era para tanto.

-Gracias- logro decir en un tono muy bajo, tratando de ignorar aquella extraña sonrisa torcida en los labios del otro mostrando todos los dientes, definitivamente aun le faltaba práctica para sonreír, pero al menos ya lo hacía, y saberse causante de alguna forma de aquello hiso que sus mejillas se sintieran un poco más calientes.

+*+*+~+*+*+

-Te ves muy animado últimamente- comento Gobber esa mañana mientras trabajaban en la forja.

-¿He?-

-Y creo saber la razón- una sonrisa pícara se formó en sus labios mostrando sus dientes algo chuecos, Hiccup lo miro aun sin comprender y casi se cae con lo que dijo su tío a continuación –seguramente estas muy feliz de que Astrid te preste tanta atención últimamente en los entrenamientos-

-No creo que sea por eso…- definitivamente no estaba feliz porque la rubia vikinga le tocara en la mayoría de los entrenamientos como pareja en que les tocaran pelear entre sí, si eso era “atención” preferiría que lo siguiera ignorando como siempre, y no era el único infeliz de que le tocara como pareja, la mayoría de la población masculina lo miraba con odio sin molestar en disimularlo e incluso la misma Astrid lo hacía, no muy conforme de que la pusieran junto a él como compañero de práctica, según ella era un desperdicio de tiempo practicar con tan patético vikingo, aunque en su defensa él bien podía esquivar más de un ataque lanzado por ella en las practicas, aunque eso solo causaba que la susodicha se enfadara aún más y arremetiera con todo, como siempre hacia cuando algo la hacía enfadar, y muchas veces para su desgracia ese “algo” era él.

Según le habían respondido a Astrid el día que se quejó con los entrenadores, los habían puesto en pareja porque él era el peor y ella la mejor, pensando que de alguna manera estar un poco con ella mejorara sus habilidades en combate aprendiendo algo, él en lo personal no creía que aprendería mucho si la susodicha casi siempre lo dejaba hecho picadillo, hasta sospechaba que era una especie de conspiración para que tarde o temprano la chica lo terminara matando, y la justificaran porque había sido a causa de un descuido en el entrenamiento, no había pasado desde hace años que alguien resultado herido con una herida casi mortal en estos entrenamientos, pero podía ocurrir que algo así pasara, o si no era ella, alguien de la población masculina que no estaba muy contento por su “cercanía”, si se le podía llamar así a ser tratado como saco para golpear de la chica, lo intentaría tarde o temprano, pero no tenía pruebas, así que lo dejaba como una de sus tantas ideas paranoicas. No era su culpa, muchas veces había tenido accidentes “sospechosos” que sabía eran provocados por sus “queridos” compañeros.

-¿Entonces por qué estas más animado?-

-U-un nuevo invento… estoy muy entusiasmado por algo que se me ocurrió el otro día- mintió, no era el mejor haciéndolo pero al ver la cara de desagrado de su tío le decía que esta vez lo había hecho bien, o tan bien para que se lo creyera.

-Uhg… espero que no sea un nuevo despertador-

-Descuida, hehe esta vez no es un nuevo despertador, el cubo de agua es realmente bueno-

-Muy gracioso muchacho… ¿acaso no es ese tronco hueco?-

-No… decidí que era… muy peligroso, si calculaba mal muy probablemente pudiera haber dañado a alguien con esa cosa- esa había sido una mitad verdad y mitad mentira, ya había dañado a alguien, quien precisamente era humano, definitivamente nadie debía enterarse de lo que había pasado y de lo que estaba haciendo ocultando y ayudando a un dragón, especialmente su tío y aún menos su padre. 

Animado, en realidad no lo había notado hasta que Gobber lo comento, pasar tiempo con Praxedes se estaba volviendo en algo agradable para él, suponía que así se debía sentir alguien cuando estaba con un amigo, que curioso, lo más cercano que tenía a un amigo era un dragón, el enemigo de su estirpe, se reprendió mentalmente, no debería encariñarse con este dragón, tarde o temprano se iría y las cosas volverían a ser como antes, como debían ser, como tenían que ser.

-Aunque sigo diciendo que ese ánimo es por esa chica, recuerdo que cuando era joven era toda una sensación en la población femenina, y aún sigo siendo un buen partido, o si, en aquellos tiempos tu padre y yo éramos unos rompecorazones…- Gobber empezó a hablar contando sus anécdotas de joven, no se molestó en identificar cuáles eran ciertas y otras meras fabulas, el seguía reflexionando en que extraña era la vida, y en que debía revisar sus redes para llevarle a Praxedes algo de pescado.

+*+*+~*~+*+*+

Estaba oscuro, un calor inconfundible lo rodeaba y el suelo rocoso bajo sus patas le avisaba donde se encontraba, pero ¿Cuándo había llegado a ese lugar?, ¿cuándo había cambiado de forma?, según recordaba se había acostado con su forma similar a la de los humanos en el mullido lecho de pieles, Hiccup se molestaría un poco si se enteraba que nuevamente había roto otra de esas cosas que él llamaba pantalones.

Miro de nuevo esas paredes cavernosas y el aroma a algo pudriéndose lleno sus fosas nasales, no le molestaba, ya estaba acostumbrado a él, y ese lugar, pero aun así no quería estar ahí, siendo este su supuesto hogar.

Sin darse cuenta empezó a caminar, avanzando lentamente por esos pasillos de roca, que extrañamente se encontraban muy desolados, ningún otro dragón a la vista, solo él caminaba por esos lugares, mejor, no quería toparse con otro y tener que dar alguna explicación.

La oscuridad empezó a aclarase en tonos rojizos y naranja, ¿Por qué estaba yendo hacia ahí?, lo mejor sería dar media vuelta y marcharse, eso debía hacer, pero aun así seguía avanzando.

El túnel por el que estaba caminando dio paso a una caverna mucho más grande, a lo alto, muy pero muy en alto se veía una enorme grieta, donde se vislumbraba apenas un cielo oscuro, era de noche, y a lo bajo, un ligero temblor le recorrió la espina dorsal hasta todo su cuerpo en tan solo bajar la mirada, no se veía el suelo, en realidad no tenía ningún recuerdo de que alguna vez había visto el suelo de aquel lugar, por lo que dudaba que existía, pero si estaba consiente que era lo que ahí había escondido en esa neblina de gases y vapores de volcán, estaba dentro del volcán de su isla, del lugar que lo vio nacer, y del cual probablemente lo vería morir si no tenía cuidado de aquel que descansaba en la base de ese lugar.

Dispuesto a marcharse levanto la vista y casi suelta un rugido de sorpresa si no fuera que la misma sorpresa le había congelado la voz junto a todo su cuerpo, Hiccup estaba ahí.

Frente a él, al otro extremo en la boca de una de los tantos túneles de ese lugar se encontraba Hiccup, sentado justamente en el borde balanceando sus piernas de una manera despreocupada y casi relajada, su rostro salpicado de pequeñas pecas no mostraba temor alguno, estaba sereno al igual como sus ojos se mostraban, ¡pero no debía estar así!, ¡debía largase inmediatamente de ahí!, es mas ¿Por qué rayos estaba ahí en primer lugar?

Tenía que sacarlo de ahí ¡ahora mismo!, volar no era una opción, ÉL se daría cuenta de inmediato, entonces ¿de qué otra forma podría llegar junto al chico de ojos verdes?, dar media vuelta y buscar un túnel que lo llevara junto a él tampoco era una opción, sentía que si apartaba la mirada de aquel muchacho en menos de un segundo entraría en más peligro del que ya se encontraba, ¿Cómo?, las paredes, claro, escalaria hasta él y estando ya juntos lo sacaría inmediatamente de ese nefasto lugar.

Con sus poderosas garras escalar esas paredes no era ningún problema, aunque debía ser preciso, algunas rocas estaban algo sueltas y hacer un ruido brusco podía alertar a aquel al que no quería alterar, Hiccup seguía en la misma posición, balanceando sus piernas en un ritmo lento, como un péndulo que media los segundos en que se tardaba el llegar a su lado, pronto, solo faltaba poco.

Tan cerca y a la vez tan lejos, esa situación lo desesperaba, solo un poco más, un poco más… y las paredes empezaron a rugir.

Las paredes repentinamente empezaron a temblar dejando caer algunos guijarros y por poco a él también que por la sorpresa termino resbalándose un buen trecho, cuando noto que las paredes dejaron de moverse volteo rápidamente a donde se encontraba el castaño de ojos verdes encontrándolo en una muy precaria situación.

Sostenido por un único brazo el delgado cuerpo colgaba de la boca de aquel túnel en el que se había encontrado sentado hacia unos escasos segundos, su mano derecha agarraba el borde rocoso sosteniendo todo su peso, y supo que eso no dudaría mucho, el sabia a la perfección que el cuerpo de los humanos no era tan fuerte como el de los humano y su resistencia en esa posición pronto menguaría, tenía que ser rápido, llegar a él pero ¡YA!

Ese temblor no había sido provocado por el mismo volcán, sino por la creatura que descansaba en su fondo, quien seguramente ya estaba despertando, y si se daba cuenta de sus presencias seria el final.

Rápido, rápido, tenía que moverse más rápido, pero sentía que cada segundo que pasaba o cualquier movimiento que hiciera, por muy rápido que lo trataba de hacer, este parecía ser mucho más alargado, como si los segundos se convirtieran en minutos, lo que debía ser una tarea se estaba volviendo una eternidad y la cueva de nuevo empezó a rugir, o más bien a quien le temía.

Si, sentía pavor, miedo, su pecho parecía que desbordaría dolorosamente por los latidos que daba su corazón, y su fuego parecía ser oprimido, y no solo temía por él, sino por Hiccup, en realidad más por Hiccup que su propia persona, cosa que si se hubiera tomado un segundo en reflexionar le parecería raro ¿Por qué debería preocuparse por ese humano?

La neblina que se encontraba en la profundidad de esa caverna se empezó a remover lentamente, y una figura temida más que respetada por todos los dragones se empezó a asomar y de nuevo tembló ligeramente, aparto la vista del fondo para ver el cuerpo del delgado humano balancearse junto aquellos temblores, pareciéndole una hoja en otoño que en cualquier momento caería sin poder evitarlo si es que no se apresuraba.

Vio que la sombra sobre la pared, silueta de aquel que descansaba y comenzaba a despertar se hacía más y más grande, ya sentía el caliente y fétido aliento de mil cadáveres rosar por sus espaldas, pero eso no le importaba, debía llegar a él, rápido, rápido, antes de que callera, antes de que ÉL se diera cuenta de la presencia de Hiccup, rápido, rápido…

-Prax… Praxedes-

Pudo escuchar la voz lejana de Hiccup pero sus labios no se movían, seguía con esa cara impasible sin parecer percatarse de ese ser nefasto que se acercaba, también sentía como su cuerpo se empezaba a mover más, las imágenes empezaron a volverse borrosas, la peste parecía ser solo su imaginación, el calor era sustituido por unas mantas peludas y una pequeña mano en su hombro lo movía, ya no estaba en la espantosa cueva, abrió los ojos encontrando las mantas peludas en vez de la rocosa pared.

-Praxedes despierta… tuviste una pesadilla-

Hiccup había llegado hace rato y al encontrar al dragón al parecer tomando una siesta lo dejo descansar, dejo el cesto de pescados a un lado y se puso a garabatear en uno de sus cuadernos de notas, últimamente estaba llenando sus últimas páginas con dibujos de cierto chico pelinegro con alas y cola de dragón en diversas situaciones, como comiendo, durmiendo, algunas viendo entretenido como flotaba el pequeño barco vikingo que le regalo, las reacciones muchas veces le parecían infantiles y otras veces un poco bestiales, pero eso era normal, era un dragón, no un humano aunque a veces su apariencia simulara la de uno.

Después de un rato noto como se empezaba a revolver en su lugar el de melena negra, curioso se acercó y pudo ver como sus facciones humanas se fruncían en una mueca de desagrado y la respiración que normalmente estaría relajada en sueños se comenzó a alterar hasta llegar a gruñir en su inconciencia, Praxedes estaba teniendo una pesadilla, y una muy fea si es que lo había puesto tan alterado.

Preocupado se arrodillo junto al de alas negras y poso su mano en el hombro con la piel ligeramente húmeda, el cuerpo del contrario estaba empezando a sudar por lo agitado del sueño y a gruñir mucho más, así que preocupado lo empezó a agitar no tan brusco pero lo suficientemente fuerte como para despertarlo así como llamarlo a la realidad y sacarlo de ese mal sueño que lo estaba alterando tanto.

Los ojos afilados de dragón se encontraron con los verdes con un tono de preocupación en ellos. 

Praxedes empezó a normalizar su respiración y a recargarse en sus codos, un sueño, todo había sido un mal sueño.

Hiccup pudo ver en aquellos de bestia algo que vio el mismo día que lo conoció, miedo, aquella imponente creatura que muchas veces había aterrorizado a su aldea mostraba miedo, pareciéndole más indefenso y humano de lo que en realidad era. 

El lejano recuerdo de noches de su infancia donde monstruos inexistentes interrumpían sus sueños y amenazaban su inocente existencia en la oscuridad de la noche, y el consuelo en las caricias cariñosas de su madre llego a su mente, así que tomo suavemente la cabeza del otro y la dirigió a sus piernas flexionadas donde empezó a acariciar los cabellos, mientras que el dragón se dejaba hacer.

Las suaves caricias sobre sus cabellos fueron sumamente relajantes, regresándole la tranquilidad que había perdido con esa horrenda visión en sueños, no estaba en peligro, Hiccup no estaba en peligro, no estaban en peligro, este simple hecho tranquilizaba su interior agitado.

Como aquella vez que esas mismas manos acariciaron su maltrecha ala, un ligero sopor lo empezó a invadir, de nuevo aquel pensamiento de que Hiccup estaba en fuera de lo ordinario entre los suyos invadió su mente por unos momentos, trato de imaginar a otro vikingo comportándose de esa forma, cosa muy difícil y hasta hilarante, no, definitivamente ningún vikingo o humano se atrevería a hacer lo que Hiccup estaba haciendo en estos momentos, darle algo de consuelo a su enemigo.

-¿Mejor…?- pregunto después de un rato el humano deteniéndose en su tarea, esto no agrado mucho a Praxedes que quería seguir recibiendo esa caricia.

Hiccup casi da un brinco cuando sintió el repentino contacto de la otra mano sobre la suya, que como todo lo del cuerpo contrario le superaba en tamaño, así que para aquella mano blanca y algo fría le fue sencillo envolver la suya, se tardó un poco pero comprendió el mensaje cuando la otra mano comenzó a moverse aun sosteniendo la suya, así que sin pensarlo mucho continuo con su caricia.

La melena bajo su mano era suave al tacto, muy al contrario de lo que hubiera imaginado, aunque, pensándolo un poco, la mayoría de las cosas de ese dragón salían de toda la lógica que conocía o imaginado, no solo por el hecho de que pudiera transformarse de aquella manera, sino también por su comportamiento, en aquellos momentos más que una bestia sanguinaria sin corazón, como solía siempre escuchar de los demás vikingos referirse a los dragones, Praxedes le parecía más un minino en aquellos momentos, dejándose acariciar y por increíble que le pareciera también ronroneando como uno de ellos, jamás lo admitiría abiertamente, pero esta situación aparte de serle graciosa le daba cierta ternura, si, definitivamente esos pensamientos no eran dignos para un verdadero vikingo.

Distraído en uno de sus caricias roso aquellos apéndices que sobresalían en la cabeza del dragón, donde en un humano deberían estar las orejas, estos se movieron por reflejo ante el contacto con la otra piel, esto le causó mucha curiosidad, así que sin pensarlo mucho volvió a pasar ligeramente sus dedos por aquel lugar, esto pareció no incomodarle mucho a Praxedes, se removió un poco, pero el contacto en si no le pareció molesto o fastidioso, era como si el viento le causara ligeras cosquillas.

Tal vez era su imaginación, pero creyó que con esas acciones el ligero ronroneo se había vuelto un poco más fuerte.

Los dedos del joven volvieron pasar por aquella zona un par de veces más, confirmando con ello que los ronroneos, o lo que creía que eran esos sonidos, se hacían ligeramente más fuertes, no pudo evitarle parecerle gracioso todo aquello, su mano siguiendo acariciando y viajando lentamente un poco más abajo distraídamente, hasta llegar al mentón, y en ese preciso momento, el cuerpo del hombre recostado entre las pieles se estremeció, estirando el cuerpo he inclinado la cabeza para tener un mejor contacto, extrañado pero comprendiendo que eso era lo que quería Praxedes siguió acariciando y rascando aquella parte.

Aquella caricia duro un poco más, bajo una mirada fascinada de Hiccup y un Praxedes que se dejaba hacer gustoso, hasta que el cuerpo se estremeció nuevamente y estirarse en toda su extensión y más, incorporándose un poco, levanto su cabeza de las piernas de Hiccup, quien no le pudo parecer más felino que en aquel preciso momento.

Praxedes se volvió a tumbar, sumamente relajado casi al punto de parecer que dormir era lo mejor en aquel momento, pero desistió de la tentadora idea, se incorporó nuevamente hasta quedar sentado, sus ojos se enfocaron en la pequeña figura frente a él, seguía pensando que ese cuerpo era muy diferente a cualquier vikingo que hubiera visto, pequeño, delgado, muy diferente a la masa de músculos que eran la mayoría de los vikingos, pero eso no era algo que le importara mucho, en cambio sus ojos, desde la primera vez, era algo que le llamara poderosamente la atención, por lo que casi siempre, teniendo la oportunidad, se dedicaba a mirarlos, mirándolo fijamente a esos ojos, sosteniéndole la mirada, como aquellos momentos.

Las pesadillas de hace unos momentos quedaron olvidadas y un silencio gobernó aquel momento.

-Traje… traje pescado- hablo Hiccup, apartando un poco la mirada de aquella mirada fija sobre él, más que incomodidad sentir aquella mirada le daba una chispa de confusión.

“Enemigos”

Como un susurro traído por el viento aquella palabra llego a su mente, y jamás le pareció tan fuera de lugar como aquellos momentos, el no sentía que aquella “bestia” fuera un monstruo como los describían a los dragones en su pueblo, hasta le parecía mucho más agradable que muchos de sus congéneres, y eso era malo, lo sabía, se estaba encariñando con este lagarto metamórfico, bien, estaba considerando a su supuesto enemigo más como un “amigo” que a sus propios congéneres, mal, muy mal, otra cosa nada digna de un buen vikingo.

Le paso la cesta de pescados a Praxedes, quien la recibió gustoso, le dedico una mueca a Hiccup que comprendió que era un nuevo intento de sonrisa, se la devolvió, a pesar de estar mejorando con eso, aun le parecía muy gracioso.

Ya cuando Praxedes iba por el segundo pescado a Hiccup se le ocurrió otra de sus ideas.

-¿Has probado un pescado cocinado?-

-¿cosí qué?-

-Cocinado… prepararlo antes de comerlo así, crudo, fresco… muy fresco en mi opinión-

-Cociinadooooo…- repitió aquella extraña palabra y ladeo la cabeza reflexionando, si, ese era su gesto a la hora de pensar algo que no comprendía del todo o nuevo, cosa que empezaba a ser muy frecuente desde su encuentro con el humano de ojos verdes –y… ¿sabe raro?-

-Sabe diferente, pero no sabe mal, o al menos para mí no sabe mal… si quieres te preparo uno… para probar-

-Sí, para probar-

-Esto no tardara mucho- 

Sintiéndose extrañamente animado por esto tomo uno de los pescados y se propuso a prepararlo.

Saco un cuchillo pequeño, que fuera pequeño y enclenque no quería decir que no se preparara por si lo atacaban, algo enseñado a todos los vikingos por si un dragón los atacaba, por eso Astrid cargaba casi siempre su hacha, otros eran más modestos con sus armas como él, otros traían masas o espadas aparte de hachas, el simplemente traía un sencillo cuchillo, el mismo que había utilizado para liberar a Praxedes de las cuerdas que el mismo había lanzado.

Empezó a limpiar al pescado quitándole todas las escamas, pensó en también sacarle las tripas como haría normalmente para cocinar, pero había notado que era algo que a Praxedes le gustaba comer, terminada aquella tarea tomo ramas secas y las empezó a acomodar, un par de piedras y las encendió, tomo una vara gruesa y clavo el pescado en esta, todo bajo la atenta y curiosa mirada de Praxedes que estaba royendo una cabeza de pescado, los humanos eran seres realmente ingeniosos.

No tuvo que esperar mucho para que el pescado se cocinara, la llama era generosa y el pescado no era muy grande.

Un aroma agradable inundo las fosas nasales del dragón, no olía para nada mal.

-Ten, cuidado, esta algo caliente…- cuando ya le entrego el pescado su última frase le pareció tonta, después de todo era un dragón, una creatura que respiraba fuego y en sus transformaciones era completamente rodeado por este, por lo que era algo ilógico que algo caliente podía hacerle daño.

-Auch-

O tal vez no.

-Al parecer los dragones no son totalmente inmunes al fuego, al menos en su interior… para que no te quemes sóplale primero, para enfriarlo-

Praxedes miro acusadoramente a ese pescado caliente y luego al humano, no perdía nada con intentarlo, soplo un buen rato y decidió darle otra mordida, el sabor del pescado estaba ahí, pero algo diferente y nada desagradable.

-Esta… esta bueno, muy bueno-

-Y eso que no use ninguna especie, no es por presumir pero con un par de ingredientes más puedo hacer maravillas-

Se sentía bien ser alagado aunque sea por un simple pescado cocinado, aparte de su tío o padre nadie lo halagaba por ese simple hecho, bien, jamás había cocinado para alguien más que para ellos dos y él mismo.

Degusto ese nuevo, familiar y extraño sabor a la vez, era agradable para su estómago y lengua, mientras degustaba este nuevo platillo su mente vago de nuevo en lo que pensaba de ese muchacho.

Un humano al haberlo derribado y encontrarlo en el bosque como estaba ese primer día en que se encontraron, sencillamente lo habría matado, un vikingo no se habría tocado el corazón frente a su enemigo, no lo habría liberado teniendo esa ventaja, ni curado, o alimentado como aquellos momentos, si, con cada cosa y acción nueva que le mostraba ese humano, Hiccup, le demostraba que era definitivamente muy diferente a sus demás congéneres, y estaba seguro que no habría otro como él.

-Eres raro…- comento así sin más, terminando ese pescado y tratando de sacarle los ojos, una de sus partes favoritas.

A pesar de que ese comentario estaba libre de toda malicia, Hiccup no pudo evitar sentir ligeramente un pinchazo en su pecho, a pesar de escuchar que lo llamaran así casi a diario no quería decir que no le afectara. 

-Si… ya me lo han dicho antes- bien, ya estaba algo acostumbrado a que se lo dijera la gente de su pueblo, pero que se lo dijera este era algo que… simplemente no le gusto.

-Me gusta- 

Le sonrió al muchacho, y este se le quedo mirando sorprendido por el comentario, eso sí que no se lo esperaba, sintió sus mejillas calientes nuevamente y aparto la mirada, ese dragón, decía cada cosa.

-Tú también eres raro-

Debía dejar de sentirse afectado por ese tipo de cosas, de nuevo, ese tipo de cosas no eran dignas de un vikingo, pero el bien sabía que no era el mejor de los vikingos.

+*+*+*~*~*+*+*+

Era un nuevo día, el astro rey ya había pasado de su punto más alto, por lo que el castaño de ojos verdes no tardaría en aparecer con una cesta de pescado, mas eso no le importaba mucho, aunque el pescado siempre era bien agradecido por su estómago, lo que realmente era tener la presencia del vikingo junto a él, era aburrido estar solo en ese lugar.

Para pasar el rato había recorrido por enésima vez ese pedazo de bosque, su escondite y lugar de encuentro del joven vikingo y él, reparo que las aves de un nido cercano ya habían empezado enseñar a sus polluelos a volar, eso le trajo uno que otro recuerdo vivido en el pasado donde sus progenitores aun habitaban en ese mundo, bien, no podía hacer nada, esos momentos eran pasado, y él estaba vivo en el presente, un presente donde estaba esperando, algo ansioso, la llegada de un joven humano, un joven vikingo, a que se encontraran en ese lugar, de una manera un poco ansiosa, si lo pensara un poco esta situación le parecería de lo más extraña, pero no era un dragón que se lo pensara mucho, como decían los humanos vivía el momento, y en ese momento estaba ansioso, su andar de un extremo a otro y el ligero movimiento en su cola se lo comunicaría a cualquiera que lo viera.

Simplemente quería verlo.

Ver esos ojos color verde que despedían vida, ver como creaba más cosas con objetos sencillos, hablar de todo un poco, o simplemente estando presente era más que suficiente, estar solo lo estaba aburriendo.

Que irónico, la mayor parte de su vida jamás le había importado mucho, por no decir nada, estar en compañía de otro ser viviente, y ahora quería pasar las tardes con alguien, y ese alguien era precisamente un humano, un joven vikingo, y mucho más extraño, el mismo humano que lo había derribado y por el cual se encontraba herida y confinado a ese bosque.

Debería estar molesto, muy molesto, pero en realidad no lo estaba, al menos no del todo, era tortuoso no poder volar, extender su ala implicaba un horrible dolor, y surcar los cielos en aquellas condiciones sería imposible, la plena sensación del vuelo, el viento recorriendo todo su cuerpo, era exasperante no poder hacerlo, y pudo llegar a ser incluso mortal sino fuera, irónicamente, por el mismo causante de su precaria situación, aun se preguntaba como rayos lo había logrado, había mencionado algo de un “cañón” o artefacto, no comprendió del todo, solo que había creado algo y ese algo lo había lastimado, y como había creado algo que había llegado a lastimarlo también había creado algo para ayudarlo y curarlo, esa era una de las razones por las cuales no se encontraba molesto, al menos no del todo.

Miro el barquito al lado del pequeño estanque, una de las cosas que ayudaban a pasar aquellos largos momentos en los que no podía hacer mucho, realmente había sido buena idea haberlo hecho para entretenerse, verlo flotar podía llegar a ser hipnotizante y mantenerlo un buen rato distraído.

Cuando noto que el sol había avanzado una gran distancia su impaciencia se intensificó hasta llegar la preocupación, eso era raro, realmente raro, desde que fue derribado Hiccup lo había visitado muy puntual todos los días, con su cesta de pescado, alguna cosa para entretenerse mientras él comía, y su mirada verde llena de vida.

No le importaba no comer por un día, eso era lo de menos, había pasado épocas en que cerca de una semana no había podido atrapar alimento, no que fuera mal pescador, solo que había ciertas fechas en que los peces escanciaban, lo que lo tenía intranquilo era el hecho de la extraña impuntualidad de Hiccup, tal vez llegaría más tarde.

Tal vez llegaría más tarde, tal vez algo lo mantenía ocupado, que él lo atendiera no quería decir que a fuerzas tenía que ir todos los días, o era lo único que tenía que hacer, tal vez estaba en uno de sus “entrenamientos”, y había terminado peor que el otro día, esa idea no parecía muy alentadora, tal vez solo estaba con los suyos, simplemente había muchos tal vez.

Cuando los tonos naranjas dejaron de iluminar el cielo, y los tonos oscuros de la noche empezaron a gobernar, comprendió que definitivamente Hiccup no vendría ese día, hacía rato que había regresado a su forma de lagarto negro y colgado en un árbol, se encontraba algo desanimado por el hecho de la ausencia en ese día del joven vikingo así como incomodo, miro hacia el cielo y fue como si todo se aclarara. 

Como fantasma espectral se encontraba la silueta blanca en el cielo de la Luna, fiel recordatorio de toda su vida de que tenía que hacer, quisiera o significaría la muerte, MUERTE.

Noto aquella sutil diferencia, que al ojo inexperto era imperceptible, esta no era su primera noche, era la segundo, ¡que distraído había estado!, el día anterior, la noche anterior… fue noche de tributo.

Notas finales:

comentarios son bien resibidos :D


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