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Amo a un dragón por minima

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por los comentarios, me hicieron muy feliz

Cercanos…

 

+*+*+~*~+*+*+

 

Si tenía que decir con sinceridad, ese día lo clasificaría como uno de los peores de su vida, o sería mejor decir noche.

 

 

 

Después de despedirse de Praxedes regreso a la aldea como siempre hacia cuando veía que estaba por oscurecer, llegando a los limites cercanos de su aldea se dio cuenta que se encontraba con mucho movimiento, más de lo habitual como las otras tardes o noches, y fue cuando miro al cielo que se dio cuenta de su descuido y se puso a correr tan rápido como pudo hasta la herrería.

 

 

 

Jadeante, sudoroso y cansado llego y entro a ese lugar, donde había supuesto, se encontraba Gobber, y no se veía muy complacido con su retrasó.

 

 

 

-¿Y bien?, ¿Dónde te habías metido muchacho?-

 

 

 

-Yo… yo lo siento… estaba pescando y me quede dormido- se apresuró a decir, algo bueno había venido de llegar fatigado, así no se notaba si mentía o no, aunque cierta parte era verdad, ya que para poder traerle su razón diaria a Praxedes habían inventado una especie de corral de peces, pero con redes, así tenía acceso a pescado sin levantar sospechas y darle de comer al dragón, tal vez más adelante le comunicaría a su tío o padre de aquella pequeña invención, tal vez ayudaría en algo a la aldea.

 

 

 

-Y supongo que se te escapo el pescado, típico de ti… ahora ponte a trabajar muchacho, que hoy es noche de luna llena-

 

 

 

-Sí, ya se-

 

 

 

Noche de luna llena, noche de luna llena ¿Cómo es que estaba tan distraído como para olvidarlo?, atender al herido dragón le había tomado mucho tiempo y pensamiento, mal, muy mal.

 

 

 

Sin necesidad que Gobber lo mandara a cada rato empezó a trabajar diestramente en aquel lugar ayudando en todo a su tío, esa noche tenían que alistar todas las armas que tenían para los vikingos que se preparaban para defender su aldea de cualquier ataque de sus enemigos alados, los dragones, eso era la noche de luna llena.

 

 

 

¿Y qué haría Praxedes con eso?, ¿Aprovecharía ir a la aldea por estar cerca?, ¿Los atacaría… lo atacaría por simplemente ser luna llena?

 

 

 

No, no debía pensar así, tampoco debía de sentirse así, nervioso… triste, debía recordar quien era, quienes eran, él un vikingo y Praxedes un dragón, bueno, un mediocre vikingo y Praxedes un dragón herido y más que fuera de lo usual.

 

 

 

-Hiccup pásame una espada y una red muchacho-

 

 

 

-Ha… si-

 

 

 

Gobber ya se encontraba atendiendo a varios de los vikingos que solicitaban un arma para pelear, aun no se mostraba señales de algún dragón pero jamás era demasiado temprano para estar preparado.

 

 

 

La noche se cernió sobre la aldea, todo aquel capacitado para pelear y gustoso en hacerlo se encontraba en su puesto, algunos ansiosos, otros emocionados, en cualquier momento llegaría el enemigo y comenzaría la batalla, y la sangre de guerrero se revolvía emocionada por ese tipo de acción.

 

 

 

No eran necesarias muchas antorchas para iluminar la aldea, la luna brindaba una excelente luz natural para la batalla.

 

 

 

Y entonces sucedió…

 

 

 

Una bola de fuego, directo a uno de los techos altamente inflamables y un incendio comenzó, los gritos de los barbaros guerreros y el rugir de las bestias, el caos comenzaba.

 

 

 

Hiccup y Gobber se encargaban de suministrar a los demás guerreros, al parecer esa noche habían atacado más de uno, bien, dentro de poco tendría que salir también para ayudar con el incendio, los jóvenes vikingos, al no tener tanta experiencia peleando, eran mandados a ayudar con los posibles incendios y todos debían hacerlo, incluso él.

 

 

 

-Esto sí que es una verdadera fiesta muchacho, será mejor que me una, tú ya sabes que hacer- Gobber cambio el mazo que normalmente traía en su prótesis por otro mucho más grande y pesado, perfecto para la batalla.

 

 

 

Vio como salto por la ventana, casi se tropezaba pero había caído en pie, a veces le parecía increíble como su tío trataba de comportarse aun como joven con ese tipo de muestras, bien, era su turno de irse.

 

 

 

Como era de esperarse todos estaban corriendo de un lado a otro, y él también lo estaba haciendo, debía ir al poso más cercano y ayudar en ese pequeño infierno, fue justo cuando estaba a unos cuantos metros que visualizo a unos cuantos metros a uno de los dragones que estaban atacando, de cuello largo, piel escamosa y roja, era un “Pesadilla Monstruosa”, tres vikingos se encontraban enfrente de él y otros dos a sus lados, no tardo mucho para que el dragón reaccionara de manera agresiva y volátil, literalmente, prendiéndose fuego tratando de ahuyentar a los que trataban de acorralarlo.

 

 

 

Eso no se veía nada bien, nada bien, no solo por los vikingos que se arriesgaban a una buena quemadura o las casas cercanas, si no que podía ver el nerviosismo y preocupación en los ojos de esa bestia, tal vez pasar tanto tiempo con el “furia nocturna” lo estaba afectando más de lo que creía.

 

 

 

No tuvo más tiempo para reflexionar cuando sintió un fuerte manotazo sobre su espalda, sino fuera porque había puesto un pie delante de otro hubiera caído de bruces al suelo, alzó la cabeza encontrándose con una de sus personas menos favoritas.

 

 

 

-Muévete inútil, ni siquiera sé porque tienes que estar aquí, solo eres un estorbo-

 

 

 

Era Snotlout, y como siempre no perdía la oportunidad de molestarlo o infringirle algún daño físico, estaba seguro que le había dejado la mano marcada en la espalda con esa “palmadita”.

 

 

 

Más atrás de él se encontraban los otros jóvenes vikingos, algunos lo miraban con burla apoyando la acción de su amigo, otros con fastidio, todos no parecían muy contentos con su presencia, bueno, menos uno, Fishlegs, un chico algo rechoncho pero con una asombrosa memoria, especialmente a lo que respecta a los dragones, era el único joven con el que se podía llevar mediamente bien, o el que no lo atacaba, aunque tampoco lo defendía, ya que temía las consecuencias de ello, a él también lo molestaban por torpe y débil, pero no tanto como él, quizás porque se mostraba mucho más interesado en la matanza de los dragones o más bien en todos los conocimientos que tenían hasta ahora sobre ellos, cosa que consideraban mucho más útil que sus tontos inventos, y en consecuencia, Fishlegs era más útil para los vikingos que él.

 

 

 

Se incorporó y empezó a movilizarse el también, para que quejarse, eso nunca ayudaba, eso en parte les daba la satisfacción a los demás de que en realidad sus acciones le afectaban, comprendió con el tiempo que si se mostraba hasta cierto punto indiferente o se aguantaba todas esas bromas que le hacían ellos se aburrían o se mostraban hasta insatisfechos con sus acciones por no haber provocado alguna reacción deseada, no les inflaría más su orgullo con su dolor, después de todo él también tenía su propio orgullo.

 

 

 

Llegaron a un poso y rápidamente todos se empezaron a repartir cubetas llenas de agua, con la mejor coordinación que podían trataban de apagar todo aquel incendio que se presentara.

 

 

 

A pesar de ser jóvenes, y que tuvieran muchas fallas, lo hacían muy bien, eran dignos hijos de su pueblo, o al menos era lo que pensaba la mayoría al verlos, todos eran el futuro de la aldea, el orgullo de esta, bueno, casi todos, él sabía que no se encontraba en la sección de favoritos en la población, pero bueno, basta de reflexiones innecesarias, querido o no tenía que ayudar a la aldea, además, si no tenía cuidado un dragón o una casa le podían caer encima.

 

 

 

-¡Rápido, rápido holgazanes!, que el fuego y la batalla no espera- gritaba uno de los guerreros a los muchachos para que se apuraran, ya había varias casas con los techos y paredes incendiadas, si se descuidaban solo un poco toda la aldea terminaría incinerada, y eso pasaba cada noche de luna llena.

 

 

 

El rugidos de las bestias monstruosas que bajaban desde el cielo estremecían a los vikingos, pero no por el miedo, sino por la futura y gloriosa sensación de la batalla, incluso Hiccup podía sentir aquella emoción, como un hormigueo o burbujeo por todo su cuerpo, cuando niño recordaba que su padre decía que la sangre vikinga, la sangre del guerrero, siempre buscaba la lucha, la guerra, pelear con todo lo que tengas y más, derrotando al enemigo, y si tus esfuerzos y tu lucha te llevan a una honrosa muerte, el Valhala era lo que les esperaba después de esta vida, una gloriosa recompensa.

 

 

 

No era el más fuerte, tampoco el más ágil a la hora de luchar, él lo sabía, era mediocre como guerrero, pero aun así podía sentir ese ligero llamado a la guerra, a la batalla, más específicamente a las batallas contra los dragones, pero ahora… había algo diferente.

 

 

 

Esa emoción se volvía de repente, incomoda, hasta opresora, ¿preocupación tal vez?, quizás, en definitiva pasar tanto tiempo con Praxedes lo estaba afectando, pero en esos momentos no tenía tiempo de reflexionar o estar distraído.

 

 

 

-¡CUIDADO!-

 

 

 

Salto rápidamente a un lado, justo en el momento en que estaba soltando agua a una casa, a los vikingos se les había escapado un dragón con cara de jabalí y cuerpo corpulento, no era el más veloz pero este espécimen en particular “Gronckles”, tenía una táctica muy especial para defenderse, como su estómago podía comer de casi todo podía llenarlo de piedras y rocas, y si se sentía acorralado y era necesario atacar escupía esas rocas, pero estas estaban en llamas, volviéndolas mucho más peligrosas, y para su mala suerte estaba justo en medio de su camino, y como este ser siempre que se encontraba intimidado y acorralado empezó a escupir bolas de fuego tratando de eliminar la amenaza en turno, y para su suerte el Gronckles creía que era una amenaza.

 

 

 

Las rocas no impactaron de lleno, pero algunas le rosaron muy de cerca, pudo sentir como algunos bellos de su brazo izquierdo quemarse en menos de un segundo, así como también un poco de su ropa quedo chamuscada, el ardor en la sensible piel no se sintió de inmediato, la adrenalina soltada por el momento así como el miedo se encargaron de tener su mente lo suficientemente ocupada por un rato como para sentir dolor.

 

 

 

ElGronckles se alejó tan rápido como pudo dejando a un Hiccup tirado en el suelo, este después de recuperar un poco el aliento levanto la vista encontrándose con la cubeta que había estado usando hecha añicos, era en esa clase de momentos que agradecía que sus reflejos funcionaran por los entrenamientos-tortura.

 

 

 

-Hi…Hiccup ¿estás bien?- siendo el más cercano Fishlegs se acercó a su compañero vikingo, eso había sido demasiado cerca.

 

 

 

-Si… aún sigo completo-

 

 

 

-Tu brazo- el joven rechoncho miro con espanto el brazo de su amigo, la tela de la manga estaba negruzca y chamuscada, la piel rosácea, más de lo normal, era claro que era una quemadura, no muy grave pero a fin de cuentas dolorosa.

 

 

 

Tener de enemigos a lagartos escupe fuego los volvían a casi todos en la isla expertos en esa clase de cosas.

 

 

 

Hiccup miro con gesto nada contento su nueva herida, eso dolería dentro de un rato, ya lo sabía, bien, al menos no fue peor, había visto casos de cabezas incendiadas, personas que tuvieron que raparse el cabello por completo al tenerlo completamente chamuscado, extremidades con horrorosas cicatrices de quemaduras, y otros casos, muy pero muy desafortunados de personas hechos antorchas humanas, esto solo le toco una vez, una imagen muy desagradable para un niño de diez años, para la fortuna del susodicho los demás vikingos habían actuado rápidamente salvándolo, el pobre hombre casi estuvo medio año en cama recuperándose por completo.

 

 

 

-No pasa nada, con algo de ungüento y vendajes estaré bien, será mejor continuar apagando los incendios, voy por otra cubeta- agradeciéndole a su compañero se marchó nuevamente a uno de los posos.

 

 

 

Corriendo nuevamente se dirigió al poso más cercano, para su suerte había un par de cubetas llenas de agua, mientras levantaba una tratando de utilizar solo el brazo derecho, ya le empezaba a escocer el izquierdo, vio como Astrid, los gemelos y Snotlout, con agilidad y rapidez apagaban un incendio que se estaba formando en una casa, mostraban agilidad, rapidez, coordinación y fuerza, todo y más de lo que el carecía, los admiraba y también envidiaba un poco, pero de la buena, aquella que te hace querer a ser mejor, aunque muchos de sus intentos resultaban infructuosos.

 

 

 

Justo en el momento que se estaba poniendo en marcha de nuevo sintió ligeramente como si alguien lo observara, tal vez era su tío o alguno de los demás vikingos, no le dio mucha importancia, tal vez solo era su imaginación, lo que el no supo fue que esa mirada venia de un pequeño grupo de sus compañeros, junto a unSnotlout con una mirada que si se hubiera fijado no auguraba nada bueno.

 

 

 

++*++{+*+}++*++

 

 

 

¿Alguna vez habían visto a un dragón a punto de sufrir un colapso nervioso?, pues déjenme decirles que no es muy bonito para el dragón.

 

 

 

Praxedes en ese momento experimentaba una de las peores sensaciones en su existencia, se sentía asfixiar por una fuerte opresión en su pecho, en contraste su corazón latía mucho más rápido de lo normal, tanto que le hacia simbar sus orejas y apéndices auditivos, y su fuego parecía un remolino que se expandía y relajaba de un momento a otro, parecía que iba a explotar.

 

 

 

Los dragones normalmente no se enfrentan a grandes preocupaciones, o mejor dicho, enfrentan las cosas como vienen, no son como los humanos, que como decía el dicho “creaban tormentas en charcos de agua”; si tienes hambre, caza o pesca, si no has atrapado nada, otro día será, si tienes sueño duerme, sobrevive, así de simple.

 

 

 

Pero ahora, aunque ni el mismo lo supiera, estaba en lo que muchos humanos catalogarían como “perder la cabeza”, aunque esa expresión se volvería literal si no dejaba de tratar de escalar las paredes de esa forma tan desesperada.

 

 

 

No había tenido noticias de Hiccup por más de día y medio, tal vez si fuera en otra situación no se encontraría así de desesperado, pero si tomaba en cuenta que la noche anterior fue luna llena eso indicaba no muy buenas noticias, para nada buenas.

 

 

 

Noche de tributo significaba obligatoriamente que todos los dragones debían traer una ofrenda y tirarla a la base del volcán de la isla en que habitaban, así era desde que podía recordar y aún más atrás, no era de su agrado pero así eran las cosas, y así seguirían aun después de que él también dejara el mundo; para esa noche algunos pescaban peces enormes, otros iban a los bosques a buscar presas de buen tamaño, y otros, incluyéndolo a él en ocasiones, iban a los lugares donde vivían los humanos, las aldeas de los vikingos, ahí podías encontrar fácilmente presas de buen tamaño y absurdamente sencillas de atrapar, pero claro, debías lidiar con un pequeño inconveniente, los vikingos.

 

 

 

Los humanos se mostraban muy molestos al ver que ellos se llevaban a esos animales que ellos mismos criaban y tenían en sus aldeas, cosa que a más de uno le parecía muy absurdo, tenían docenas de esas cosas, además, estaban seguros que ellos mismo los mataban para su propia subsistencia, pero como siempre los humanos “hacían tormentas en charcos de agua”, poniendo vigilantes, preparándose cada noche de luna llena, y atacándolos a la primera oportunidad.

 

 

 

En su opinión llevarse animales de las aldeas humanas en ese día podía ser muy problemático y peligroso, aunque cuando joven un par de veces acudió a esa opción, al menos el con el tiempo se había creado una muy buena fama, en su opinión, ya que casi todos los humanos al verlo se tiraban al suelo con solo verlo, lo cual volvía sencillo el llevarse alguna de esas creaturas.

 

 

 

Las batallas que se libraban entre los humanos y dragones podían ser realmente catastróficas, los humanos con esos artefactos más duros que una roca común, sus armas, ellos con su fuego, garras y colmillos, así como el vuelo; en ambos bandos nunca faltaban heridos o perdidas, incluso había dragones que disfrutaban espantando a los humanos o pelear con ellos, algunos pensaban que dañar a algunos cuantos no era nada, además si ellos lastimaban a los suyos también era hasta justo.

 

 

 

He Hiccup esa noche estaba en la aldea.

 

 

 

Apenas conocía al humano por unos cuantos días, también había sido quien lo derribo, pero también quien lo había ayudado, curado, alimentado y pasado tiempo con él, había hecho mucho más que cualquiera de sus congéneres con él, o que cualquier vikingo, Hiccup era especial, muy especial, especial para él.

 

 

 

Imaginar al pequeño cuerpo de Hiccup bajo el cuerpo de un dragón lleno de cólera, dispuesto a atacarlo solo por pertenecer a la casta de los humanos, era una imagen que torturaba su conciencia, si de por si cuando tuvo esa pesadilla con él pensó que no podría sentirse tan inquieto, tan… asustado, ahora era cien veces peor, porque esta vez era verdad, una muy tortuosa realidad.

 

 

 

Estaba tan nervioso que regreso a su forma draconiana rompiendo otro par de pantalones, varias veces intento mover sus alas, pero siempre un horrible dolor lo atacaba, por lo que volar no se volvía una opción, intento escalar por esas paredes de roca que lo rodeaba pero musgo los cubría, así que cada vez que escalaba terminaba resbalándose, eso era realmente frustrante, desesperante.

 

 

 

¿Qué clase de cosa le haría ocurrido a Hiccup?, ¿Estaría bien? , ¡Por favor que estuviera bien!

 

 

 

Necesitaba verlo ¡PERO YA!

 

 

 

*+*+*+*

 

 

 

-Holaaa… ¿se habrá ido?- miro a su alrededor en ese pedazo de tierra, no había nadie.

 

 

 

Después de lo del día anterior no pudo ir a visitarlo, eso lo tuvo preocupado durante todo el día y toda la noche, sopesando todas las posibilidades que se podía imaginar; la menos negativa era que Praxedes se hubiera quedado ahí, que no hubiera pensado que lo había abandonado o traicionado, o que ni siquiera le hubiera interesado explorar en la noche de luna llena a buscar alguna presa, cosa que parecía ser erróneo al no ver rastros del dragón de escamas negras, otra de las posibilidades, y la menos positivas de todas es que haya logrado salir de ahí, tratado de ir a la aldea, o alguna otra parte, tal vez lo había atacado algún vikingo, o dragón, quien sabe, tal vez por estar herido podría ser amenazado por uno de los suyos, eso algunas veces pasaba con otros animales.

 

 

 

Bien, tener esa clase de pensamientos no ayudaba con su preocupación, para nada, lo que debía pensar ahora, si Praxedes no se encontraba en esos momentos en ese lugar, era la forma de encontrarlo, entre más pronto empezara mejor.

 

 

 

-Ugh…- o tal vez no tenía que buscar.

 

 

 

Solo basto escuchar apenas el sonido de su voz para haber salido disparado al encuentro de Hiccup, más de un día sin escuchar su voz, ver sus ojos verdes o sentir su mera presencia había sido mucho para él, Hiccup no había sido el único que se imaginaba posibilidades catastróficas, y por fin escucharlo, verlo, fue como si nuevamente recuperara el aliento.

 

 

 

-Si, a mí también me da gusto verte pero pesas un poco Prax- bien, un problema menos, Praxedes no se había ido a ninguna parte y parecía alegre de verlo también, aunque su bienvenida enérgica le había sacado un poco el aire.

 

 

 

Se apartó un poco, no era su intención hacer puré de Hiccup cuando por fin lo tenía en frente, ya alejado soltó un breve gruñido, noto varios raspones y moretones en las manos y rostro del joven vikingo, al parecer no había salido completamente ileso de la noche de luna llena.

 

 

 

-A mí también me da gusto verte- con ese gruñido ya no estaba tan seguro que estuviera tan contento de verlo.

 

 

 

Praxedes se apartó y dejo que Hiccup se incorporara de nuevo, cuando ya estuvo por completo de pie no tardo ni un segundo para empezar a darle vueltas tratando de encontrar si estaba más malherido de lo que había percatado en un principio, pero como siempre, la ropa era un estorbo no dejando esta vez ver bien el cuerpo del joven vikingo, pero si percibió cierto olor ligeramente familiar, muy parecido al ungüento usado la vez que Hiccup le curo.

 

 

 

-¿Qué es lo que te ocurre a ti?- el comportamiento de Praxedes ya le estaba inquietando un poco, pero aun así no tenía miedo, solo le extrañaba.

 

 

 

El dragón gruño nuevamente esta vez al brazo del joven, este pareció comprender y alzo su manga mostrando unas vendas envolviendo su antebrazo, eso no fue muy agradable de ver.

 

 

 

-¿Esto?, pasó la otra noche, nada que un buen ungüento y unas cuantas vendas puedan arreglar, estoy bien- dijo, aunque eso ya le parecía un mantra por tanto repetirlo, se lo dijo a su tío, a Fishlegs también, a una de las curanderas del pueblo que lo había atendido, incluso a Snotlout y al grupo de pesados que se habían encargado de la broma del otro día.

 

 

 

Más que decirlo por hacerse un poco el fuerte o no preocupar a nadie, lo último solo se aplicaba a su tío, ya lo decía como costumbre, si consideraban que se quejaba de más lo considerarían más débil de lo que ya era, simplemente la mayoría de las cosas que hacía era un buen pretexto para los demás para recalcar su debilidad o inutilidad, además que no quería, como la vez de la “palmadita”, darles el gusto por la bromita a Snotlout y el grupito que confabuló contra él, ya se le hacía extraño que se hubieran tardado.

 

 

 

Praxedes no estaba conforme con esa respuesta, además, veía como el brillo de esos ojos verdes estaban algo opacados al pronunciar esas palabras, como siempre que veía que esos ojos se opacaban el mismo se sentía intranquilo.

 

 

 

Se incorporó en sus extremidades traseras, casi triplicándole el tamaño al humano frente a él, para Hiccup sentir esos ojos sobre él, tan penetrantes y limpios, fue como si pudiera ver más allá de lo que un humano normal lo haría, se sintió ligeramente intimidado, le recordaba a cuando su padre lo veía severamente, ¿acaso Praxedes lo regañaría?, no, no creía, ¿o sí?

 

 

 

Sabiendo que los humanos no hablaban su misma lengua decidió transformarse nuevamente, las llamas nuevamente envolvían su cuerpo y comenzó a disminuir de tamaño, su cuerpo perdió tamaño, su piel se aclaraba y una melena negra aparecía sobre su cabeza, los cambios típicos que experimentaba a la hora de adquirir esa forma semejante a la de los humanos, y como ya era costumbre, el humano reaccionaba de forma extraña en su opinión, las mejillas y rostro del muchacho adquirieron ese tono rojizo cada vez que decía que hacia frio, aunque ahora que lo notaba, también se ponía así cuando hacia ciertas cosas o cuando no tenía esa prenda llamado pantalón… ups, había destruido el que traía puesto, nuevamente, ni idea de cuantos llevaba rotos pero suponía que ya eran más de un par.

 

 

 

Hiccup como siempre que lo veía completamente desnudo sintió sus mejillas arder, debía de quitarse la vergüenza y buscar los pantalones.

 

 

 

-¿Qué te paso?- logro articular Praxedes llamando la atención del castaño.

 

 

 

-Yo… ya lo dije, no es nada, fue algo que paso la pasada luna llena, estoy bien- volvió a insistir con su respuesta.

 

 

 

El joven dragón dio unos pasos hacia adelante posicionándose más cerca del joven vikingo que sintió con más fuerza sus mejillas arder, estaba casi seguro que su rostro podría competir en esos momentos con los cabellos rojos de su padre. Praxedes tomo el brazo de Hiccup sin que este pudiera resistirse, este sin poderse contener hiso una mueca, no por la sorpresa de la acción y menos de desagrado, es que a pesar del ungüento y medicina esa zona seguía aún muy sensible y el escozor de la piel sensible no era muy agradable para nadie.

 

 

 

-Si es algo si pones esa cara- dijo serio, cosa que le extraño a Hiccup, era la primera vez que lo veía así.

 

 

 

Praxedes aflojo su agarre pero no lo soltó, trato de tomar con más delicadeza el brazo con ambas manos, si de por si en comparación con los dragones los cuerpo de los humanos eran frágiles, sentía que el del muchacho delante de él lo era aún más, lo alzo lo suficiente para tenerlo frente a su cara, también se inclinó un poco para ello.

 

 

 

El olor del ungüento cubría esa piel junto a esas gasas blancas, aun así percibía el aroma de esa piel así como el inconfundible aroma de la quemadura, cosa que solo un ser de un extraordinario olfato percibiría; percibiendo aquello le entraron unas enormes ganas de tener al dragón que lo ataco y darle una lección, porque Hiccup… ¿Cómo podría definir que era Hiccup para él?

 

 

 

-HeyPraxedes… ¿me devuelves mi brazo?- logro articular cuando por fin se armó de valor para llamarle la atención, esa mirada fija sobre él, bien, sobre su brazo y que no lo hubiera soltado lo ponía aún más nervioso de lo que había estado antes.

 

 

 

Fijando su vista esta vez al castaño lo miro fijamente a los ojos verdes, sino fuera porque se encontraba algo disgustado por la herida de este hubiera pensado seguramente que ese tono rojizo en la piel del otro le estaba empezando a agradar a pesar de que ya empezaba a sospechar que no era causado por el frio.

 

 

 

-Fue un dragón- no era pregunta, era afirmación.

 

 

 

-Si… fue un rozón de unGronckles- dijo tratándole de quitarle importancia a aquello, cosa que pareció no funcionar ya que no dejaba su expresión seria.

 

 

 

Soltó de nuevo un sonido que parecía más un gruñido a un bufido humano, maldiciendo al susodicho Gronckles, jamás pensó tener tanto disgusto por otro dragón, al menos que no fuera ÉL, pero ahora estaba pensando la forma de hundirle sus garras al gordo y estúpido dragón que ataco a ese humano que se estaba volviendo algo especial para él, si, no encontraba otra palabra que mejor describiría lo que era ese humano para él, todo Hiccup era especial, único.

 

 

 

Hicuup lo miro, no sentía que su vida peligraba a pesar del rugido o ese comportamiento tan fuera de lo común, en su opinión del furia nocturna, en lugar de eso, se concentró en ese rostro, notaba el enojo, pero también… ¿tristeza?

 

 

 

-No habías vuelto… pensé que uno de los míos te pudo haber hecho algo,  tuve razón-

 

 

 

Un momento fugaz, un pensamiento que le perturbo junto al hecho de que se encontrara herido por uno de sus semejantes lo perturbo ¿Hiccup lo odiaría por eso?... por ser un dragón.

 

 

 

-Sí, me ataco un dragón, pero no es para tanto, recuerda que soy vikingo- trato de darle poca importancia, diciendo lo obvio, pero su intento pareció ser un total fiasco, la expresión del otro pareció oscurecerse más, así como sus orejas se inclinaron hacia abajo, una imagen que le removía en interior de manera incomoda.

 

 

 

Vikingos y dragones, enemigos desde varias generaciones, y ellos eran representantes de las dos partes del conflicto, bueno o malo, según el punto de vista cambiaba de acuerdo a la perspectiva.

 

 

 

Pero ahora ellos no se sentían así, aún tenían el orgullo de llevar esos títulos, pero no el deseo de representar lo que todos sus congéneres hacían al encontrarse cara a cara contra su oponente en esa balanza.

 

 

 

Simplemente eran ellos dos y nada más… pero aun así siempre estaba al acecho esas palabras que se les inculco desde pequeños y relacionarlas con el ser frente a ellos.

 

 

 

MONSTRUO… BESTIA… SALVAJE… ABERRACIÓN…

 

 

 

Simplemente les parecía tan extraño pensar en ello el uno frente al otro, a pesar de lo poco de lo que se conocían, esas palabras no parecían encajar para nada en el otro.

 

 

 

Praxedes se inclinó un poco más cerrando los ojos hasta casi chocar su cabeza en el brazo vendado siendo así que su rostro quedara cerca del otro, a Hiccup no le agrado verlo así de triste, y estando así de cerca apenas noto cierto detalles en el otro; sus manos estaban llenas de tierra manchando así sus vendas, pero eso no importaba, ¿Qué anduvo haciendo todo ese día?, alzo tratando de encontrar más cosas fuera de lugar en el cuerpo del otro y las encontró, el vendaje en su ala herida estaba algo suelto así como los pedazos de madera que había utilizado, eso era peligroso, ¿y si el hueso se había desacomodado de nuevo?

 

 

 

Estiro su otra mano tocando levemente el ala herida, justo en el momento en que Praxedes abría los ojos percatándose de algo más, la herida del brazo que estaba sosteniendo no era la única presente en el cuerpo de Hiccup.

 

 

 

-Parece que no soy el único que resulto herido la otra noche, ¿Qué anduviste haciendo para que se soltara el vendaje?-

 

 

 

No respondió, en lugar de eso coloco su mano en el hombro del joven de ojos verdes y este al instante soltó un quejido junto a una mueca de dolor mucho más grave que cuando le toco el brazo.

 

 

 

Por instinto y auto reflejó Hiccup se alejó al instante un par de pasos tratando de evitar el dolor, esas heridas eran mucho más dolorosas, no solo por su magnitud sino por cómo fue que se las hiso.

 

 

 

Praxedes se mostró sorprendido por la reacción del muchacho, eso quería decir que había más heridas que la ropa no dejaba ver como lo sospechaba, y la rabia y la ira lo embargaron nuevamente, ese Gronckles pagaría con sangre el haber dañado al dueño de esos hermosos ojos verdes.

 

 

 

Y junto a esos sentimientos también llegaron la duda y culpa, por simplemente representar al “enemigo”, aunque también sabía que a pesar de ser uno solo de los dragones no representaba a todos… ¿Hiccup pensaría igual o… lo aborrecería por el simple hecho de serlo?

 

 

 

-Hiccup…-

 

 

 

Este alzó la mirada encontrándose con esa mirada tan penetrante, y supo que quería una explicación, pero le daba algo de vergüenza, pensó decir nuevamente “no es nada… solo un pequeño raspón…” pero la poca experiencia le decía que eso no funcionaba con él.

 

 

 

-Esto también paso la pasada noche… y no, esta vez no fue un dragón-

 

 

 

Ese último comentario lo alivio un poco, solo un poco, para atacarlo otra duda.

 

 

 

-¿Quién…?-

 

 

 

-Una broma pesada de unos compañeros… esta vez se pasaron un poco-

 

 

 

¡¿SUS PROPIOS COMPAÑEROS?!, ¡¿Pero qué rayos?¡!, ¿Por qué sus propios compañeros hubieran querido hacerle algún mal a su propio colega?, si Hiccup simplemente era… Hiccup, no veía lo malo en él, ni creía serlo capas de algo que hiciera ganar la enemistad de su propios congéneres, o al menos no intencionalmente, a pesar de que él lo había atacado no sentía ninguna clase de odio hacia él, y dudaba que los humanos usaran tácticas tan agresivas como para aprender a defenderse como los juegos bruscos que practico cuando cachorro con otros dragones, cuando estos no lo rechazaban por ser diferente.

 

 

 

 Qué bueno que jamás había estado en los entrenamientos de los jóvenes vikingos, que más que entrenamiento era una viva prueba de supervivencia y tortura personal para el joven de ojos verde vida.

 

 

 

-No pongas esa cara, a pesar de que si se pasaron esta vez aún sigo en una pieza, no es la primera vez que hacen algo por el estilo, y seguramente tampoco la última- ya sabía que había sido mala idea decirle, pero esa mirada lo había hecho decirlo, sincerarse, cosa que jamás le había pasado con otra persona, excepto su madre, y su padre no creía que contaba si para sacarle la verdad que quería escuchar cuando este tenía que recurrir a los gritos o miradas amenazantes.

 

 

 

-¿Cómo…?-

 

 

 

De nuevo esa mirada, esa mirada que parecía verlo más allá que cualquiera que conociera, y en términos simples, se sinceró, soltó la lengua muy a su pesar.

 

 

 

Para esto tuvo que rememorar la no muy agradable noche que paso, y como sus compañeros practicaron su “estupenda jugarreta”.

 

 

 

+*+*+*+*+

 

 

 

No estaba seguro de que horas eran, pero estaba seguro que era más de la media noche, los dragones que habían atacado en un principio se habían ido, aunque claro, no sin dejar un buen rastro de que estuvieron ahí, no se había perdido ninguna casa, pero si se habían llevado un par de cabezas de ganado, y uno que otro techo había quedado inservible, lo que quedaba era recoger los escombros.

 

 

 

Él se encontraba barriendo y recogiendo algunas cenizas y escombros de una casa pequeña, a parte de su desagradable encuentro con el dragón cara de jabalí no le había pasado nada grave, a parte de él uno que otro vikingo resulto herido, pero nada grabe, la molestia de su brazo era tolerable, luego se encargaría de vendarlo y curarlo, ahora terminaría de hacer esa tarea, ya no le faltaba mucho, miro hacia arriba, el techo de paja y madera ahora solo eran vigas negras, tal vez deberían cambiarlo pero eso sería en otro día.

 

 

 

Tan ensimismado estaba en su tarea que ni siquiera escucho los pasos que se acercaban a la casa, estaba cansado y ya deseaba dormir, lo bueno es que no habría entrenamiento al día siguiente, tampoco trabajaría en la forja, tal vez así podría ir más temprano con Praxedes ese día, lo admitía, prefería mil veces pasar tiempo con él a limpiar ese desastre, los entrenamientos o incluso, sorprendiéndose un poco así mismo, la forja, podría incluso estar un poco ansioso si lo analizaba un poco,  y eso debía ser malo aunque él no lo sintiera así, ya no había culpa por no habérselo dicho a nadie, solo el nerviosismo de que lo descubrieran, que le hicieran daño.

 

 

 

=PLASH=

 

 

 

Volteo rápidamente la cabeza, ¿Qué había sido eso?, había sonido como a… ¿agua?

 

 

 

=PLASH= =PLASH=

 

 

 

-¡Ohu!- de la parte de arriba de la casa pequeños proyectiles caían, eran sacos de piel llenados de agua… y quizás no solo agua. Uno de estos había caído cerca de sus pies y un horrible olor de esa cosa liquida que contenía los saquitos inundo sus fosas nasales, era nauseabundo, asqueroso, y había olido cosas horrible, vivir con su tío y padre ya le daban esa experiencia.

 

 

 

Saltando de un lado a otro trato de evitar cada proyectil, cosa un poco difícil si contabas que la antorcha que tenía para iluminarlo ya se la habían apagado con uno de los saquitos y apenas contaba con la luz natural de los astros de la noche, y para aumentar su coraje podía escuchar a la perfección carcajadas que venían de afuera, por lo que ir afuera tratando de huir no era la mejor opción, ya se imaginaba a la perfección la reacción que tendrían los bromistas con él, le parecía más sencillo evitar los proyectiles adentro de la casa que afuera que sería un perfecto blanco.

 

 

 

¿Era su imaginación o los saquitos estaban aumentando de tamaño?

 

 

 

El suelo estaba viscoso y más de uno de los proyectiles ya lo había golpeado, sentía como si lo hubieran bañado con tripas de pescado podrido, huevos pasados y pura mierda, ya se le había quitado las ganas de dormir, ahora quería endiabladamente un baño, incluso si era necesario hacerlo en una hoya para cocinar encima de una chimenea para quitarse esa peste lo haría, hasta con el fuego de la chimenea encendida.

 

 

 

-¡¡Aquí viene el grande!!-

 

 

 

¿Qué?, ¿Había más grandes?

 

 

 

Afuera el grupo  de adolescentes armo una improvisada catapulta, con una tabla y un barril, como un subí y baja, en uno de los lados nada y en el otro un gran saco con una generosa cantidad de su mescla personal y especial.

 

 

 

El de los honores fueSnotlout, saltando de otro barril al extremo que se encontraba en alto, y el saco lleno de mierda, era alucinante ver como se elevaba mas halla de la altura de la pared y moverse deformándose amenazando con romperse antes de tocar el suelo o su objetivo, el infeliz de Hiccup.

 

 

 

Pero algo salió mal, muy mal.

 

 

 

Sí, el saco era grande, muy grande y pesado, lo cual no hiso sencillo pasar por las vigas del techo, todo lo contrario, choco contra ellas, y las por si debilitadas vigas de madera por el repentino aumento de peso terminaron por ceder.

 

 

 

Un fuerte estruendo se escuchó, madera rompiéndose, un nuevo =SPLASH=, y no fue necesario ser un genio para saber que esto no había salido como planearon.

 

 

 

Los muchachos se miraron entre sí, el estruendo seguramente había atraído a los demás vikingos, y no escuchaban ningún grito, queja o gruñido de Hiccup, otra mala señal, ¿y sí…?, no se atrevían a mirar o asomarse, el pánico los invadió, trataron de hacer marcha hacia atrás pero ya era demasiado tarde.

 

 

 

-¿Pero qué demonios pasó aquí?- pregunto un vikingo con un parche en el ojo, herida que no tenía que ver con alguna pelea con dragones o algo por el estilo, sino por una infección mal cuidada.

 

 

 

-Heee…- los adolescentes se quedaron en blanco, simplemente estaban atrapados.

 

 

 

Atrás del de parche apareció Gobber, quien a pesar de ser un buen tipo con todos ellos, y que cuando le hacían bromas a Hiccup trataba de razonar con ellos diciendo “yo también fui joven, y sé que es divertido hacer ese tipo de cosas, pero traten de dejar de hacerlo solo con Hiccup…” o cosas por el estilo, dudaban que reaccionaria de buena manera esta vez, oh y atrás de Gobber venia el papá deSnotlout, un hombre de carácter tan fuerte como el de su hermano mayor, el jefe de la aldea, tío de sangre de Hiccup y un muy buen curandero de la aldea, el cual seguramente no reaccionaria bien si entre ellos mismos habían herido a un compañero.

 

 

 

Gobber los miro extrañados y voltio a ver la casa, eso no le auguraba nada bueno.

 

 

 

Presuroso entro a la casa, olía horrendo, peor cuando empezó a vivir solo y dejaba olvidados platos a medio comer en su pequeña casa, y cosa que cambio cuando empezó a vivir indefinidamente con su amigo y el hijo de este como apoyo a este después de la muerte de la madre de Hiccup de manera indefinida, cosa que agradecía, iba a retroceder pero vio la figura de Hiccup, y para su horror ese flacucho muchacho que lo consideraba tan hijo como sobrino, estaba bajo barias vigas de madera, y no se movía.

 

 

 

-¡Hiccup!- corrió hasta él, quito tan rápido como pudo los pesados pedazos de madera y lo empezó a mover desesperadamente, ¡por Odín que estuviera bien! -muchacho responde, muévete, di algo-

 

 

 

-Auch…- Hiccup abrió lentamente los ojos, sentía como si se le hubiera caído una casa encima, momento, técnicamente eso había pasado, y no fue nada bonito, levanto la vista encontrándose con su tío, él no se veía bien, quizás no tanto como él, pero también mal.

 

 

 

Trato de incorporarse, pero fue inútil, se sentía muy liviano y en contraste, un horrendo dolor, el más grande que hubiera experimentado en su vida, recorría su cuerpo, esto realmente apestaba, y no solo lo decía por el nauseabundo aroma que lo rodeaba.

 

 

 

Gobber toco su espalda he Hiccup soltó un lastimero alarido, eso no debía ser nada bueno, Hiccup necesitaba que lo revisaran pero ya.

 

 

 

Fue llevado por el rubio vikingo como un saco de papas en su hombro, pensando este que era lo mejor para no tocar tanto la espalda y provocarle más dolor del necesario, saliendo de la casa escucho las reprimendas que los demás adultos les lanzaban a los bromistas de esa noche, Hiccup no dijo nada, solo se dejó llevar, se sentía demasiado cansado, y quizás perdió el conocimiento en algunos momentos, lo siguiente que supo en su estado aletargado es que fue llevado a una de las curanderas, despojado de su ropa he improvisadamente bañado en una cacerola de cocina, que irónico.

 

 

 

Por la expresión que puso la mujer, no solo el olor le desagrado de su aspecto cuando descubrieron su espalda, lo que ella vio junto a su tío fue una enorme mancha morada, en algunas partes con la piel abierta, estuvieron preocupados de que tuviera algún hueso roto pero para la poca buena suerte que tenía no fue así.

 

 

 

Fue cuando los primeros rayos del sol se colaron por la ventana de la habitación en que lo estaban atendiendo que terminaron de vendar su espalda y colocar todos los ungüentos y yerbas curativas apropiadas para la herida, incluso su tío, hermano de su padre, vino a verlo y ayudar con la tarea, pidiendo disculpas por el comportamiento de su hijo y diciéndole que este junto a sus compañeros de broma limpiarían el desastre que ellos mismos hicieron, también dijo que había tenido suerte, no todos los días te cae un techo encima sin recibir huesos rotos o algo más grave.

 

 

 

Tratando de caminar él se encamino a su casa junto a su tío Gobber, cada paso era una pequeña tortura, y al llegar por fin a su cuarto agradeció a los dioses por fin tirarse en su cama y quedar inconsciente.

 

 

 

Cuando volvió a estar consiente ya era de tarde, o así lo supuso por la intensidad de los rayos del sol, dormir boca abajo dejo su cuerpo entumecido, o tal vez era por todo el ungüento que le habían puesto, no escucho ningún ruido en la casa por lo que supuso que Gobber había salido.

 

 

 

Trato de incorporarse, cosa que apenas pudo como por el quinto intento, a pesar de tener el cuerpo adormecido aun podía sentir algo de dolor, y a nadie le gusta el dolor.

 

 

 

Como pudo fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua y un poco de comida, un pedazo de carne y algo de pan para saciar el apetito, y hablando de apetito ¿Praxedes tendría hambre?

 

 

 

¡Rayos!, Praxedes, ¿Cómo estaría?, ¿Se habría ido del escondite?, ¿lo habrían encontrado?, tenía que ir a verlo, ya estaba en la entrada cuando se encontró con el corpulento cuerpo de su rubio tutor.

 

 

 

-¿Y tú que haces levantado muchacho?-

 

 

 

-Hee… quería… ir a caminar-

 

 

 

-Nada de eso, tú vete de regreso a tu cuarto, hasta el más fuerte guerrero se merece un día de descanso después de lo que te paso, anda ve y sube, te preparare algo de estofado-

 

 

 

-¡NO!... digo, no gracias, ya comí un poco así que no es necesario, no es necesario que  te molestes- ya era suficiente estar herido, no creía soportar uno de los platillos de su tío.

 

 

 

-Está bien, pero ya vete a tu cama, tu tío y la curandera me advirtieron que al menos tuvieras un día de completo reposo, y no quiero enfrentarme a esos dos enojados por no seguir sus indicaciones, los curanderos se vuelven muy sensibles cuando no se siguen sus indicaciones-

 

 

 

-Ok, ok, ya voy-

 

 

 

Muy a su pesar tuvo que ir de regreso a su cama, acostándose nuevamente boca arriba, si lo pensaba un poco no era buena idea ir hacia Praxedes en esas condiciones, necesitaba un poco más de reposo, pero eso no le quitaba esa tremenda ansiedad y la docena de pensamientos negativos que lo atacaban con cada minuto que pasaba, ese fue uno de los días más tortuosos que había pasado en toda su vida.

 

 

 

+*+*+*+*+

 

 

 

Al terminar con su pequeño relato, omitiendo alguno que otro detalle como la horrenda preocupación por la que tuvo que pasar o el vergonzoso baño en la cacerola, uno de sus momentos menos esplendorosos.

 

 

 

Oh, esta vez mirar los ojos de Praxedes le dio miedo, y mucho, sabía que adentro de los dragones había fuego, pero ahora en vez de querer expulsarlo por la boca parecía querer hacerlo con la mirada, ¿sería eso posible?

 

 

 

Bien, Praxedes se debatía mentalmente de quien se había vuelto el ser menos favorito en su vida, increíblemente ÉL estaba siendo amenazado como primer lugar por un rechoncho Gronckles y ese tal Snol… algo, o como sea junto al grupo de jóvenes vikingos que se les ocurrió la idea de herir a Hiccup, tenía unas enormes ganas de ir a buscarlos y darles una buena lección, o sí, sería muy satisfactorio ver sus caras de horror y escucharlos gritar, quizás escupirles una o dos bolas de fuego, tal vez así se le quitaría un poco ese enojo y esas enormes ganas de atacar algo, su fuego se removía inquieto, furioso por cada fibra de su ser.

 

 

 

-Prax… ¿Praxedes?- su voz le tembló un poco, no pudo evitarlo, pero al menos el furia nocturna por fin le puso atención.

 

 

 

Ojos verdes preocupados y ligeramente temerosos le miraban, y no le gusto.

 

 

 

Debía de tranquilizarse, no deseaba verlo así, jamás. Prefería ver aquel brillo que le recordaba a la vida en esa mirada, siempre.

 

 

 

-Estoy molesto-

 

 

 

-Si… se nota-

 

 

 

-Es que tú, tú… me haces esto-

 

 

 

-¿Yo?- eso sí que lo había sorprendido, ¿Qué fue de todo lo que dijo que lo hizo enojar?

 

 

 

-Estas herido, te atacaron, y pareciera que cualquier cosa te podría dañar… eres tan, tan delicado-

 

 

 

-¡Oye!, está bien que parezca enclenque pero no soy delicado- o no tanto, eso creía.

 

 

 

Bien, ahora creía comprender un poco lo que le pasaba, o eso suponía; Praxedes se había preocupado y molestado por sus heridas, no era del otro mundo, es más, era algo que le pasaba a los… amigos, vaya, así que así se sentía que un amigo se preocupara por uno.

 

 

 

Así que ya consideraba a Praxedes como un amigo, quizás el único que había tenido en mucho tiempo, tal vez debía estar preocupado por eso, pero no lo estaba, es más, era agradable pensar en él así.

 

 

 

-Bien, resulte herido, pero al menos… ya estoy aquí-

 

 

 

-Sí, ya estás aquí-

 

 

 

De nuevo estaban frente a frente, y eso era lo que importaba.

 

 

 

-Ahora agáchate, necesito ver tu ala… yo también estuve preocupado por ti- lo último lo dijo en un susurro, pero basto para que el dragón lo escuchara, y sentirse bien por esas simples palabras.

 

 

 

Era increíble lo fácil que le influenciaba un simple humano.

 

 

 

Obedientemente se sentó en el frio suelo con las piernas flexionadas, y nuevamente se dejó hacer bajo los toques de aquellas pequeñas manos, los toques comenzaron en su ala maltrecha, sintió como le quitaba las vendas y madera que rodeaba su herida para poder ver su herida, también pudo sentir el ligero y suave roce de los dedos del humano por su herida, como una tibia briza.

 

 

 

Suspiro con alivio, el hueso no se había desacomodado, solo se había aflojado un poco el vendaje, solo era necesario ponérselo de nuevo y todo quedaría como antes.

 

 

 

-Tuviste suerte, solamente se aflojo el vendaje, por suerte traje un poco de ungüento conmigo- saco del bolsillo de su pantalón un pequeño frasco, se lo habían dado por si sus heridas comenzaban a doler de nuevo, ahora le serviría para ayudar a Praxedes.

 

 

 

De nuevo sintió aquellas manos acariciar su ala y lo relajado que lo hacía sentir hasta casi adormecerlo, los miedos y las furias parecían desvanecerse poco a poco, y como ya había dicho antes, Hiccup ya estaba allí, y era lo que importaba.

 

 

 

La curación, o las caricias, que eran lo mismo para Praxedes, habían terminado más pronto de lo que hubiera querido. Hiccup había colocado todo de nuevo en su lugar encontrándose satisfecho con su trabajo.

 

 

 

Y por un momento un silencio los envolvió, nada desagradable, cómodo, como el de dos personas que ya se conocen de mucho tiempo.

 

 

 

-Y… supongo que tienes hambre, no comiste el otro día, ¿adivina que traje?... pescado- levanto del suelo no muy lejos de ellos una canastilla con el preciado alimento para el dragón.

 

 

 

Praxedes se relamió ligeramente los labios y se levantó, dejando al descubierto su desnudo cuerpo, y sacándole nuevamente un sonrojo al joven vikingo.

 

 

 

-¿Dónde dejaste tus pantalones esta vez?- trato de mirarlo a la cara o ver hacia otro lado, cualquier cosa que no le hiera recordar que tenía a un hombre-dragón desnudo frente a él, en serio debía de hacer algo con sus reacciones.

 

 

 

-¿Hu…?, oh esas cosas… creo que las hice pedazos de nuevo cuando me transforme-

 

 

 

-Ya es el quinto y no creo que tenga otro par de repuesto aquí, tendrás que usar nuevamente mi chaleco, ¿crees que esta vez te lo puedas poner tú?- la mirada que le devolvió le dijo que no, suspiro, Praxedes aprendería de una u otra forma a vestirse, de eso estaba seguro, ya no quería pasar por ese tipo de situaciones vergonzosas.

 

 

 

Y después que tuvo de nuevo que hacer esa vergonzosa faena, el ritmo del día recobro el ritmo casual con en el que normalmente congeniaban, bueno, Praxedes no le quitaba la vista de encima o la dirigía muy a menudo a su espalda o a su brazo, y cuando notaba un breve frunce de seño o que sus orejas se agachaban, llamaba su atención tratando de platicar de cualquier cosa, contándole algo o haciendo que él le contara cualquier cosa, a él tampoco le gustaba ver triste a ese dragón de escamas negras.

 

 

 

-Vaya, ya es algo tarde- Hiccup miro el cielo, ya era un poco más tarde de lo que normalmente se quedaba.

 

 

 

-¿Tan pronto?- el tiempo se les habia pasado demasiado rápido, no quería que se fuera.

 

 

 

Intentando que toda la tarde no se pusiera triste y ahora no hallaba una forma de contentarlo, habían hablado de algunas formas de pescar de los humanos y dragones, Hiccup le conto un poco de su vida, de cómo se las ingenio en sus primeros intentos de cocinar o sus prácticas en la forja, tomando varias pausas para explicarle cosas a Praxedes que no comprendía, y otras muchas cosas; Praxedes le contó que había sido toda una aventura aprender a volar de joven, y que lo extrañaba mucho hacerlo, también que le encantaba explorar nuevos lugares, había una gran cantidad de islas, habitadas por humanos o no, pequeñas o grandes, que Hiccup no conocía, y que Praxedes trato de describir, habían hablado mucho, y no tenían ganas aun de dejar de hablar, cosa nueva para los dos.

 

 

 

-Hay que ver un poco el lado positivo, gracias a que estoy así me disculparon de mis tareas en la herrería y los entrenamientos por un tiempo, así que podre pasar más tiempo por aquí estos días-

 

 

 

-Eso suena bien-

 

 

 

-Sí… nos vemos mañana Praxedes-

 

 

 

-Hasta mañana Hiccup-

 

 

 

 

 

 


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