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Amo a un dragón por minima

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Notas del capitulo:

Perdon por las posibles faltas de ortografia, y muchas gracias por aquellos que le dieron una oportunidad a mi historia al leerla o al dejar algun comentario :D

Simplemente…

 

Parecía ser un día más entre Praxedes e Hiccup, como había dicho el segundo, gracias a las heridas que había adquirido la pasada noche de luna llena, tema aun delicado para esos dos, logro excusarse de algunos de sus deberes y obligaciones, aun levantaba a su tío en las mañanas, le preparaba el desayuno, y en pequeña parte, también lo ayudaba en la forja, solo lo suficiente, no podía esforzarse mucho no porque no quisiera, sino por las mismas heridas, y comprensiblemente Gobber lo dejaba irse antes como también no dejaba que se sobre esforzará, y como no tenía que ir a los entrenamientos, podía ir más temprano a visitar a Praxedes, cosa que agrado mucho al de alas negras.

 

Había días en que hablaban de muchas cosas, especialmente Hiccup, ya que parecía ser el único que dominaba la conversación en la mayoría de las ocasiones, y a Praxedes le gustaba escucharlo, sea lo que estuviera contando, y también había días en que no decían nada, solo bastaba con que estuvieran ahí, simplemente eso, incluso había ocasiones en que se acababa el día que trataban de prolongar o retrasar la despedida, incluso hubo un día en que Praxedes le abrazo de las piernas tratando de evitar que se fuera, como un juego, o así lo tomo Hiccup, a pesar de su apariencia mayor, Praxedes podía comportarse muchas veces como un niño, curioso, rayando con lo ingenuo, aunque esa vez el dragón en serio quería que se quedara, en su opinión ese día se había pasado muy rápido, y no perdía nada por intentarlo.

 

Y ahora esos dos estaban ahí, en el pequeño pedazo de bosque que les servía de escondite, como muchos otros días.

 

-Praxedes- Hiccup le llamo después de estar reflexionando un largo rato en silencio.

 

-¿Huumm?- el susodicho alzó la vista de su barquito, en estos momentos lo estaba viendo navegar en el pequeño lago mientras se daba un pequeño chapuzón, había invitado a Hiccup pero este se había negado, este había preferido leer un libro.

 

-Tú… ¿te aburres aquí?-

 

-¿Hu? ¿Qué es eso?- Praxedes lo miro extrañado, no comprendiendo bien esa pregunta.

 

-Sino te cansas de estar aquí todo el día, sin tener mucho o nada que hacer-

 

El dragón inclino la cabeza como siempre que reflexionaba detenidamente algo, su cara de pensar, así la había bautizado Hiccup en sus adentros.

 

-No, en realidad no si estás aquí, no me aburro si estás tú-

 

Oh, esa respuesta lo había descolocado, Praxedes podía ser tan directo y sincero algunas veces que lo sorprendía, no estaba acostumbrado a ese tipo de respuestas.

 

-¿Por qué?-

 

-Ah… bueno, yo… se me ocurrió que puedes pasarla aburrido estando solo en este lugar, y aunque es algo arriesgado podría llevarte a los riscos de la parte norte, ahí prácticamente no pasa gente y nadie te vería- desde hace un par de días rondaba esa idea por su mente no estando completamente seguro.

 

-¡¿En serio?!- Praxedes de la emoción de saber que podría salir si cabía la posibilidad de ese lugar junto a Hiccup se levantó rápidamente dejando al descubierto su cuerpo fuera del agua, el joven frente a él aparto la mirada rápidamente, nuevamente cohibido por la desnudes del otro.

 

-Sí-

 

-Eso sería grandioso-

 

-Emm, ponte los pantalones y nos vamos en un rato- eso no había sonado tan mal como suponía que sonaba, o eso esperaba, en esos momentos agradecía que Praxedes no mostraba algún tipo de malicia, porque ya se estuviera muriendo de vergüenza si se burlara de ese tipo de comentarios.

 

Después de un rato Praxedes ya estaba listo y a Hiccup le pareció tan emocionado como un niño pequeño con esa expresión que traía en su rostro y la cola moviéndose de arriba abajo.

 

-Pues vámonos-

 

Salir de ahí le fue un poco difícil para Praxedes, el camino que tomaron estaba escondido y era angosto en su opinión, tuvo que flexionar sus alas todo lo que pudo contra su cuerpo evitando que chocara con las paredes en su altura, en cambio en la altura de Hiccup las paredes parecían estar más separadas, y recordó que ese mismo pequeño cuerpo lo había traído hasta ahí, debiendo ser una tarea difícil.

 

Ya estando oficialmente fuera de ese que fue su escondite por todos esos días se sintió realmente bien, ¡LIBRE!, bien, no había estado precisamente prisionero, sino escondido,  pero estaba seguro que la sensación de estar en ese lugar en los momentos que Hiccup no estaba era casi lo mismo.

 

Arboles altos les rodeaban, sus raíces sobresalían del suelo en algunos de ellos, en ese ambiente podía respirar vida, la veía, la olía y la sentía, cosa que muchas de las creaturas de la creación no podían percibir como la intensidad que la sentían los dragones y otras creaturas privilegiadas que asombraban a la mente humana.

 

Y ahora, toda esa belleza, esa armonía y vida no podía evitar relacionarla con el joven humano que caminaba unos pasos delante de él, oh, eso había sido como una revelación, siempre había pensado que Hiccup era especial, único, y ahora, era como mirarlo por primera vez; Hiccup parecía encajar y sobresaltar en ese paisaje, con su presencia hacia que el flujo de vida que sentía en ese lugar se avivara con su andar, con su respiración, su voz.

 

-Praxedes… ¿Por qué te detienes?-

 

Sin darse cuenta el dragón se había detenido perdido en sus propios pensamientos, cosa que casi nunca había pasado con él.

 

-Nada, solo… estaba mirando- de repente no sabía que decir con exactitud.

 

-Sí, te comprendo, es un hermoso lugar, pero vamos, sigamos caminando-

 

-Si… hermoso- dijo en un susurro imperceptible, no refiriéndose precisamente al paisaje.

 

Una palabra más que desde ese momento no podría evitar relacionarla con Hiccup, ese humano tan especial.

 

+*+*+*+*+*+*+*+

 

-Muévanse holgazanes, o se quedaran toda la noche si es necesario para recoger todo este tiradero-

 

En el campo de entrenamiento de los jóvenes vikingos el hombre del parche en el ojo, que respondía al nombre de Moe, vigilaba al grupo de bromistas castigados, los cuales no encontraban muy divertido recoger el tiradero creado por los entrenamientos.

 

-Hey chicos, ¿Divirtiéndose?- llegando uno al lado del otro llegaron los gemelos más desastrosos de la aldea, Ruffnut y Tuffnut, que miraban divertidos y burlonamente a los pobres desgraciados que cumplían su sentencia.

 

Aunque siendo lo desastrosos que eran a muchos les sorprendió que no hubieran estado participando en esa dichosa fechoría que aún seguía en boca de todos en el pueblo, algunos con reproche, otros con admiración, esta parte mayormente eran los jóvenes, y otros, simplemente lo comentaban porque no había ocurrido algo más interesante esos días.

 

Regresando en porque los gemelos desastre no habían estado presente en la fechoría, a ellos les toco estar bajo la supervisión esa misma noche de otro de los viejos vikingos, tal vez debieron pensar dos veces antes de soltar a la docena de ratas en el gran comedor, ahora a ellos dos les toco recoger toda una sección de la aldea que no quedo muy bien después de la visita de los dragones.

 

Pero gracias a ello no tenían que estar un mes completo recogiendo el tiradero de los entrenamientos, el gran comedor y de pasada limpiar, afilar y pulir demás armas y herramientas de los vikingos.

 

-Muy graciosos- Snotlout los fulmino con la mirada, no estaba de humor para esos dos.

 

-No pongas esa cara Snotlout, somos tus amigos- dijo Ruff poniendo su mejor cara de inocencia.

 

-Tenemos derecho a ver la función gratis- secundo su hermano solemnidad, como si fuera un hecho irrefutable para luego echarse a reír junto a su hermana, hacer enojar a la gente era uno de los sutiles placeres de la vida, aquellas expresiones no tenían precio.

 

Con esos amigos, no eran necesarios enemigos.

 

Oh, pero ellos dos no solo estaban ahí para disfrutar el show, sino que también tenían curiosidad, mucha curiosidad, no solo se caracterizaban por ser unos peleoneros, escandalosos, desastrosos sino también unos curiosos, y la dichosa los intrigaba en esos momentos.

 

-Me sorprende que hubieran tenido el suficiente ingenio en sus cabezas para crear ese plan… o a menos qué- empezó a decir la joven de cabellos rubios, sabiendo que con la menor provocación esos muchachos reaccionarían fácilmente.

 

¿Qué tratas de insinuar?, por supuesto que se nos ocurrió a nosotros- dijo uno de los muchachos, de cabellos negros y ojos café, un achichincle más del pequeño grupo que seguía al corpulento Snotlout para sus bromas.

 

-A que somos geniales- secundo otro pelirrojo, de ojos azules y una cara llena de pecas.

 

-Claro, tanto que ahora se tienen que quedar después de los entrenamientos a recoger todo por casi matar al hijo del jefe de la aldea-

 

-Eso fue un pequeño error aguafiestas, pero valió la pena- respondió Snotlout, alzando los hombros restándole importancia al hecho de que su primo estuviera herido y adolorido.

 

-Hey Astrid- la gemela rubia se alejó del grupo de hombres que con solo ver a la joven del hacha empezaron a babear y poner caras de bobos, mucho más bobas si se podía de sus caras normales.

 

-Hola Ruff, pensé que ya te habías ido-

 

-Solo quería ver un poco de entretenimiento, y hablando de eso, supongo te entretienes más ahora debido a que tu compañero ha cambiado casi a diario estos últimos días-

 

-Sí, aunque debo de admitir que a más de uno le falta practica en esquivar golpes-

 

-Eso o es porque todos esos cabezas huecas terminan embobados contigo, cosa que no pasaba con el infeliz de Hiccup-

 

-Jajaja, eso no me pareció gracioso-

 

La rubia gemela estuvo tentada en decir que solo decía la verdad, cosa que si hacia estaba seguro que su querida amiga la golpearía, por amiga que fueran o mujeres, entre mujeres vikingas hay que andarse con cuidado, solo se conformó con sonreír, y recordar que tal vez una de las razones por las que su amiga se ensañaba con el flacucho de Hiccup es que no mostraba tanto interés en ella como los demás varones, no que fuera vanidosa, pero de cierta forma le picaba el orgullo, y era muy orgullosa.

 

-Me parece increíble que a esos cabezas huecas se les haya ocurrido utilizar saquitos de porquería para molestar al enclenque, claro, me lo creía si el tarado de mi hermano o yo hubiéramos participado en la broma, teniendo mejores resultados claro… ¿de casualidad sabes cómo se les ocurrió?-comentaba mientras veía a los muchachos empezando una riña entre ellos, prueba más que suficiente de que esos solo eran una bola de deseos de niños, adolescentes y preadolescentes sin mucho intelecto.

 

-Tal vez tuvieron su racha de inspiración cuando comente el otro día que Hiccup era menos útil que un saquito de mierdecilla, y que se vería mejor con cosas comparadas o mejor que él, para ver si se le pegaba alguna utilidad- sonrió al decir aquello, al menos sus compañeros barbaros tenían el suficiente intelecto para ser influenciados por una discreta indirecta.

 

Ruff desvió la mirada y sonrió triunfal.

 

Ella había ganado la apuesta, era más que obvio que esos cabezas de chorlitos no se les ocurriera la genial idea de usar sacos llenos de mierda, esa bola de barbaros eran más inclinados a la violencia y bromas físicas, aunque su hermano había apostado a lo contrario, ahora él se encargaría de ayudar a su madre a entregar los pedidos de ropa por tres días solo, siendo que ella era la costurera de la aldea, y también la única.

 

+*+*~*~*+*+

 

-Llegamos-

 

Los riscos altos, tupidos brevemente con pastos y plantas, algunos árboles atrevidos se inclinaban por la pronunciada pendiente, asomándose a lo que sería una caída inevitable aferrándose con sus raíces a la roca y suelo, el viento soplaba fuertemente, moviendo las ramas de los arboles cercanos y los cabellos y ropas de las únicas dos figuras más grandes que un pájaro, o un pequeño “terrible terror”, los cuales volaban en esos momentos junto a las aves, no precisamente en son amistoso.

 

De los dragones, los terrible terror eran los más descarados, iban a las aldeas y causaban pequeños estragos, especialmente cuando consideraban que la aldea podía ser un buen lugar para pelear entre ellos o llegar en bandadas, si por si uno solo era un dolor de cabeza, todo un enjambre de ellos era, como su nombre lo indicaba, un terrible terror.

 

Praxedes inhalo profundamente, el aroma a mar hacia retroceder brevemente al del bosque, combinándose en ciertos momentos, y junto a ellos el deliciosos aroma de Hiccup a su lado, el fuego en su interior nuevamente se movió inquieto deseoso de muchas cosas, volar, sentirse libre, mas debía solo de conformarse con extender sus alas y sentir la agradable sensación del viento pasar por sus alas, siempre sintiendo la presencia del castaño a su lado.

 

-Qué bueno que te agrade-

 

-Sí, se siente muy bien-

 

-Ven, sígueme, conozco un camino que nos puede llevar a la playa debajo de los riscos- Hiccup tomo su brazo  jalándolo para indicarle el camino, el pelinegro se dejó hacer como siempre que Hiccup lo tocaba.

 

El pequeño camino saliente de la roca era empinado y un poco estrecho pero no tan difícil de recorrer como se veía a simple vista, aun sujetándole la mono Hiccup lo guio por el camino, en todo el trayecto Praxedes sintió el cálido contacto del otro a través de su mano, tan simple y agradable al mismo tiempo tan agradable.

 

Al finalizar su no tan pequeño recorrido por el camino de rocas, cosa que a Praxedes calculo que si pudiera volar en ese momento le hubiera tomado menos de diez segundos ir del alto acantilado hasta el fondo sin ningún rasguño, aunque sin Hiccup, mejor así.

 

La playa que se presentaba ante sus ojos estaba cubierta de piedras redondas, apenas en algunas partes había arena, mostrando que la marea estaba baja a esas horas, a lo lejos, también pudo ver los típicos charquitos que se formaban con la baja marea, y en la que si se tenía suerte quedaban atrapados algunos pescados y una que otra creatura marina, unas más ponzoñosas que otras, como los cangrejos, una mala experiencia con uno de cachorro le había dejado mal sabor de boca, literalmente, ya que al asomarse inocentemente para atrapar un pescadito una de esas maliciosas creaturas había decidido, al igual que el que era entretenido meter la boca en el agua, que su lengua resultaba ser algo entretenido de atenazar, los cangrejos junto a las serpientes encabezan su lista de creaturas detestables, bueno, no la encabezaban pero estaban cerca, recordaba que la lista había sufrido un repentino cambio debido a lo que paso la pasada luna llena.

 

-Bonito ¿no?, además es un lugar muy apartado, aquí nadie nos descubrirá… a veces yo vengo aquí cuando quiero estar solo y no me moleste nadie- eso ultimo lo dijo en un tono que a Praxedes interpreto como un poco triste, decaído, pero antes de que pudiera decir algo la chispa de sus ojos volvió a ellos –Me agrada compartir este lugar contigo- lo decía con total sinceridad.

 

Era la primera vez que compartía ese lugar con alguien, empezó a ir a ahí cuando los demás niños empezaron a comprender que era un patético intento de vikingo y que era más divertido hacerle bromas pesadas a tratar de ser su amigo, de eso ya varios años atrás, siempre había ido solo, pero ahora, gracias a ese dragón esta vez fue diferente, era agradable compartir esa clase de cosas con alguien, en este caso, lo más cercano a un amigo que hubiera tenido en mucho tiempo.

 

El viento seguía soplando fuertemente, revolviendo el cabello y las ropas de ambos, y por un momento Praxedes se perdió nuevamente en la observación de su compañero al lado de él, mientras Hiccup ignorante de ello seguía contemplando el paisaje delante de ellos, las holas movían las vastas aguas, creando olas de diversos tamaños que golpeaban las orillas de la playa y las diferentes formaciones rocosas que eran tan antiguas como la misma isla.

 

-¡Wou!-

 

Justo en el momento en que estaban en sus respectivas contemplaciones, un pequeño terrible terror le pareció adecuado pasar entre ellos tratando de esquivar a su perseguidor, otro pequeño terror que no se mostraba muy contento que su compañero le haya quitado su pescado.

 

-Esas pequeñas pestes- gruño con enfado el dragón negro.

 

-¿No te agradan?- Hiccup lo miro algo sorprendido, le parecia normal que los vikingos no les agradara los dragones ¿entre ellos?

 

-Dudo mucho que a alguien le agrade mucho esos revoltosos- al ver la cara de sorpresa y confusión de Hiccup decidió aclararlo –no todos los dragones nos llevamos bien, es más, solo nos tratamos entre nosotros porque la mayoría de nosotros vivimos en la misma isla, o ese es mi caso… cada quien por su lado-

 

-Al fin y al cabo… no somos tan diferentes, humanos y dragones- eso era una afirmación, que seguramente nadie en su sano juicio, humano o dragón, se atrevería a decir.

 

Praxedes lo miro nuevamente, realmente jamás pensó esa clase de cosas, pensar en alguna similitud entre un humano y dragón era como decir que el cielo y el suelo era la misma cosa, y eso era absurdo, pero, quitando las diferencias físicas, solo tal vez si se parecieran aunque sea solo un poco, como el hecho de que no todos los dragones se llevaban bien entre sí como los humanos, Hiccup y él mismo eran la prueba de ello.

 

Los pequeños terror siguieron con su persecución por un rato más, sin dejar de rondar al humano y al dragón en forma de humano, y Praxedes estaba perdiendo la poca paciencia que poseía en esos momentos.

 

Fue justo cuando esas dos pequeñas pestes decidieron aterrizar y pelear entre ella, dando desde arañazos, mordisco y hasta lanzarse pequeños proyectiles de fuego, demasiado cerca de Hiccup en opinión de Praxedes, que decidió este mismo tomar cartas en el asunto y ponerlos en paz de una buena vez para que dejaran de molestar.

 

Hiccup vio como Praxedes dio unos pasos hacia esas dos pequeñas bestias, las cuales por fin se percataron de la presencia de ese dragón tan extraño, porque a pesar de esa apariencia ellos sabían quién era, el aroma de uno de los suyos despedía de ese cuerpo tan extraño, primero lo vieron con algo de sorpresa, y recordaron que uno de ellos tenía esa extraña habilidad de cambiar de forma, quizás el ultimo que podía hacerlo, y le gruñeron, ¿Quién se creía ese para meterse en su pelea?

 

Captando el mensaje Praxedes frunció el ceño y gruño.

 

A continuación lo que paso sorprendió mucho a Hiccup, uno de los pequeños terror salto hacia Praxedes, y antes de que siquiera fuera a dar un paso para ayudarlo por auto reflejó, el furia nocturna lo esquivo fácilmente moviéndose a un lado y en pleno vuelo del otro el de alas negras le lanzo una bola de fuego desde su boca y que le dio de lleno a un costado, era cierto que el fuego no hacia gran daño a la gruesa y resistente piel de los dragones, pero el golpe de esa bola sí que lo dejo atontado y le dolió la caída.

 

Ya en el suelo y atontado se quedó acostado un rato el pequeño terror, demasiado pleito por el día de hoy, o al menos por las próximas horas, el otro sabiéndose en desventaja que tal vez sería mala idea para su integridad física buscarle pleito, ya se había comido un rico pescado, así que ya no tenía nada que hacer aquí, por lo que aplico la táctica “alitas para que las tengo” y se fue volando.

 

Después de despachar a los estorbos Praxedes regreso al lado de Hiccup y se sentó, este aun mirándolo sorprendido lo imito y sentó junto a su lado.

 

-Recuérdame nunca hacerte enfadar- dijo después de un rato de silencio el pequeño vikingo, saber que podía escupir fuego aun en esa forma semihumana era sorprendente, al igual que saber que se alegraba que Praxedes no guardara ningún rencor contra él o se hubiera enojado con él alguna vez.

 

-Nunca me enfadaría contigo-

 

Y aun también le sorprendía lo directo que podía a llegar a ser Praxedes, pero así era él.

 

Simplemente Praxedes.

 

Después del incidente con el par de terribles terror,  Hiccup decidió pescar un poco, y Praxedes hacer lo mismo, claro, con métodos muy diferentes, mientras que Hiccup tenía una caña de pescar que tenía ahí no por la ocasión, sino porque antes de la llegada del furia nocturno en su vida por tiempo indefinido, realmente solía pasar mucho tiempo en esos lugares, tal vez otra de las razones por la que casi nadie notaba extraño o sospechoso sus idas a los bosques, aparte de que nadie parecía importarle mucho, se sentó sobre una roca que sobre salía arriba de las aguas mientras esperaba a que un pez picara el anzuelo, cosa que dudaba si Praxedes estaba tan cerca, quien después de quitarse los pantalones se volvió a transformar, y en esos momentos se encontraba nadando en las frías aguas como si nada, al parecer no solo el fuego no afectaba las gruesas y resistentes pieles de los dragones.

 

Al final de un par de horas el resultado resulto muy obvio, Praxedes había logrado capturar más de dos docenas de peces de diferentes tamaños, e Hiccup ninguno, acostado frente a su botín, el furia nocturna le hizo una seña para que se sentara a un costado de él, este se sentó y se recargo en él, encontrando muy cómoda esa posición.

 

+*+*+*+~+*+*+*+

 

-Hijo, ¿has visto a Hiccup?-

 

-No papá- al llegar a su casa lo último que quería oír era el nombre de ese perdedor.

 

Después de un largo día de recoger y recoger el tiradero de los entrenamientos, Snotlouthabía tenido que ir a su casa, no para descansar, aunque es lo que más quería hacer en esos momentos, sino para cumplir la segunda parte de su castigo, lo cual era ayudar a uno de los curanderos del pueblo, en este caso su padre, en sus tareas, las cuales no eran de su total agrado, a pesar de que desde pequeño su padre le había exigido que lo ayudara en esa clase de tareas, hasta más de una vez obligarlo, ya que pensaba que eso no era para él, según ambiciona a algo más, como heredar el tan ambicionado puesto que ocupaba su tío en la aldea, y teniendo el hijo que tenía, no sería muy difícil.

 

Se suponía que esa clase de tareas ayudarían a los muchachos a apreciar la salud de las personas, especialmente no dañar a sus compañeros, como el caso de Hiccup, se suponían que eran una aldea, una comunidad, no tenían a nadie más en muchas leguas de distancia a parte de esos monstruos escupe fuegos y a ellos mismos, por lo que, era la mejor opción tratar de llevarse entre ellos para así sobrevivir a esos monstruos. Esa era una regla que prácticamente se les enseñaba desde la cuna, pero siempre grupos que no siempre respetaban estas reglas, esta generación no había sido la excepción, la cual parecía que todos la tenían contra el hijo del líder de la aldea, el cual para muchos, no resulto ser lo que se esperaba.

 

-No pongas esa cara, que es tu responsabilidad-

 

-¿Qué?-

 

-Así es hijo, como es que fue tu idea hacerle esa broma y que terminara de esa forma es tu deber estar al pendiente de él-

 

-Pero papá…-

 

-Nada de peros, acepta tus responsabilidades sin quejarte, es lo mínimo que deberías hacer después de lo ocurrido-

 

-Está bien- lo que faltaba, ahora tendría que hacerle de niñera a ese enclenque de Hiccup.

 

-Ahora ve por unos frascos, esta tarde tendremos que ir a visitar a la vieja sabía, necesita unos cuantos ungüentos para evitar las fiebres y resfriados de estas épocas… y tú me ayudaras a hacerle masaje en los pies como trato especial-

 

De nuevo se dijo que eso no era para él, y pensar en los pies apestosos de esa vieja y anciana mujer, que por muy anciana y sabía que fuera no le quitaba el hecho que le apestaran, tuviera cayos y unas uñas asquerosas, le reafirmaba su decisión de ser el próximo líder de la aldea.

 

+*+*+*+~+*+*+*+

 

-Solo fue un pedazo, además dejaron de molestar-

 

-No, aun no se van-

 

-Pero ya no buscan pelea-

 

Praxedes seguía con el ceño fruncido, se había vuelto a transformar después de sentirse satisfecho y sentado a un lado de Hiccup, pero decir que su comido había sido tranquila era mentir, un nuevo grupo de pequeños terribles terror habían sido atraídos por su botín de pesca y no dejaron de molestar tratando de robar alguna pieza, pero claro que no les dejo, pero al parecer a Hiccup les dio un de lastima, por muy fastidiosos que fueran como peligrosos, los pobres ya habían recibido varios golpes, tiros de fuego y gruñidos de un fastidiado furia nocturna, así que agarrando algunas sobras que tuvieran un poco de carne de pescado se los lanzo, a consecuencia de ello los pequeños dragones se contentaron y dejaron de fastidiar, pero varios de ellos ahora se encontraban a los lados de Hiccup acostados como gatos y perros como muestra de agradecimiento, ese humano había sido bueno con ellos, y era agradable, con razón al arisco y amargado de la lagartija negra le agradaba.

 

Hiccup no veía nada malo en eso, pero Praxedes estaba muy irritado, ver que otros dragones estaban cerca de Hiccup le entraban unas enormes ganas de agarrarlo y llevarlo de ese lugar, sencillamente no le gustaba compartirlo con esas pequeñas pestes, pero Hiccup tenía que ser tan amable, incluso con esas sabandijas, ese era otro detalle de él que le agradaba, pero que también veía sus inconvenientes en esos momentos.

 

El viento empezaba a soplar más fuerte, fuerte y helado, avisando que cada vez más se acercaba el frio invernal y con su manto blanco cubriría todo, para Praxedes y los otros dragoncitos esa ventisca era nada, pero al cuerpo de Hiccup lo hizo temblar levemente, sus ropas aunque gruesas, no podían evitar que sintiera frio por completo, especialmente cuando esa briza era directo del mar y tan fuerte, sentía la nariz, orejas y dedos fríos, incluso su trasero encima de esas rocas frías, cuando estuvo recargado en Praxedes mientras comía algo de su calor corporal se le había contagiado y el frio no fue tan molesto, pero ahora que ya estaba atardeciendo y no estaba recargado en él, el frío se sentía mas fuerte.

 

Escucho el ruido de las piedras moverse, sabiendo que Praxedes se estaba moviendo, no le presto mucha atención debido que se encontraba frotando un poco sus manos para que sus dedos no estuvieran tan fríos como las piedras en las que estaban sentados, así que cuando vio una cosa rodeándolo no pudo evitar soltar en su mismo lugar de la impresión, tardo un par de segundos para comprender que esas cosas negras eran las enormes alas negras de Praxedes y lo estaban envolviendo mientras que el dueño de ellas estaba sentado tras él con sus piernas a cada lado semiflexionadas, los pequeños terror se habían ido volando por la repentina cercanía del otro, esa lagartija negra no era tan amable, al menos no con ellos, como el humano, así que mejor irse retirando y buscar otro lugar cómodo para echarse.

 

-Así ya no tendrás frio- dijo al terminar de envolverlo con sus alas, cosa nada difícil debido al pequeño tamaño del chico, aun sentados le sacaba mucha estatura, y sus alas los envolvían a los dos como una especie de capa.

 

Praxedes había notado los temblores y el tono rojizo en la nariz  mejillas del humano, recordando lo débiles que podían ser estos, especialmente este, a tantas cosas, como los cambios climáticos, para el esas brizas eran agradables, fresca ventisca, pero para el humano seguramente no tanto, así que decidió pararse y tratar de cubrirlo del viento, del frio, con sus alas y cuerpo, y ya rodeándolo noto que era agradable tenerlo así, que le gustaba tener a Hiccup tan cerca aspirando su aroma, sintiendo su calor corporal, protegiéndolo, y como segunda revelación pensó que esta era la primera vez que pensaba de esa manera, que sentía algo por alguien, y si se trataba de Hiccup, estaba bien, ya que era Hiccup.

 

Simplemente Hiccup.

 

-Gracias- dijo cohibido, y un poco tenso.

 

De nuevo cierta voz le recordaba que quien los estaba abrazando era un dragón, que debería sentirse mínimo mal o al menor tratar de evitar su cercanía, pero no lo hizo, en realidad no le desagradaba, a pesar de ser un dragón con la forma de un hombre, delgado pero fuerte, es más, la vocecita ya era muy pequeña y monótona, como resignándose de que no importara lo que dijera no serviría para nada, y tal vez con el tiempo dejaría de recordársela.

 

Y otra parte de él le decía, que si era Praxedes, no estaba en realidad mal estar así de cerca, era agradable, incluso cómodo, porque era Praxedes.

 

Simplemente Praxedes.

 

Con cuidado recargo su espalda en el pecho del dragón, sintiendo como se movía levemente por la respiración, ya no importaba que el viento soplara fuertemente, que estuvieran sentados en esas piedras frías y duras, solo importaba que estaban uno al lado del otro, y disfrutaban de una agradable vista enfrente del mar.

 

Simplemente era muy bueno.


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